La vida nos puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos

El diagnóstico médico le quitó la respiración: cáncer. Uno de los géneros más agresivos. Era necesario amputar su pierna derecha. No había otra salida para detener el avance de la enfermedad. “Lo siento” dijo el médico. Y no hay duda que lo sentía: su paciente era un destacado atleta de Valparaíso...

 
“Desde ese momento mi vida cambió” relató días después, en la sala de recuperación de una clínica. Aunque guardamos reserva de su nombre por razones éticas, no se puede desconocer que aquél incidente marco su existencia. Echó por tierra sus planes hacia el futuro y la aspiración de ser uno de los deportistas más destacados de Chile.

La vida nos puede cambiar --para bien o para mal-- en un abrir y cerrar de ojos. Un accidente de tránsito inesperado, la caída en mitad de la acera que termina con una fractura, un vehículo que viene frente a nosotros y nos arrolla, o tal vez un alimento contaminado –en un restaurante cualquiera-- que provoca una intoxicación de impredecibles consecuencias.

Su vida puede ser transformada

La decisión de abrir las puertas a un cambio, está en sus manos. Su vida puede permanecer estancada o emprender un nuevo vuelo con ayuda de Dios. Nadie lo obliga. Usted decide. Ese paso, de tomar una determinación, es fundamental.

El evangelio de Marcos registra la historia de alguien que reconoció la necesidad de que algo especial impactara su vida. Residía en Galilea. Su mayor frustración: ser diferente de los demás porque era leproso. Su existencia podía seguir así. Pero estaba decidido a alcanzar algo más. Ese anhelo le llevó a hincarse ante el Señor Jesús. En la fracción de segundos que tuvo para llamar la atención del maestro, le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme” (Marcos 1:40).

Tenía claro que no podía ser sanado ni en sus propios fuerzas ni con ayuda de nadie. Su situación era tan grave, que sólo una fuerza transformadora e ilimitada podía resolver su drama. La respuesta estaba en Dios.

Igual con su existencia. Sin importar cuál sea su problema, el Todopoderoso tiene en sus manos la posibilidad de cambiar las circunstancias y abrir las puertas a un cambio definitivo. No hay nada imposible para Dios. Puede tratarse de un milagro, modificar su temperamento, librarle del temor o quizá, sanar sus heridas del alma. El Creador puede marcar la diferencia de sus días. Hacer todo nuevo...

Dios quiere transformarnos

El propósito de Dios para nuestra vida, es de realización plena. No quiere hombres o mujeres frustrados sino seres que alcancen sus sueños y metas. Incluso, la sanidad si estamos enfermos.

El pasaje describe que “Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, se limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio”(Marcos 1: 41, 42).

Hoy puede comenzar una nueva vida

Su vida puede ser transformada. Si toma la decisión, el curso de sus días cambiará. Está ante la posibilidad de emprenden nuevos objetivos. El fracaso y las frustraciones, los errores cometidos o quizá la sensación de que ya nada tiene sentido, deben quedar atrás. Recuerde que no sabemos qué será del mañana. Es más, probablemente no hay un mañana. La determinación de cambiar debe tomarla hoy.

¿Cómo hacerlo? Someta su vida a Dios y permítale que tome control de sus planes y proyectos, en procura de avanzar con éxito. Hacerlo es fácil, incluso frente al computador donde se encuentra. Dígale: “Señor Jesucristo, reconozco mis pecados. Gracias por perdonarme por tu obra redentora en la cruz. Te acepto en mi corazón. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”.

¡Su vida no será la misma jamás! Ahora le recomiendo tres cosas. La primera, asuma el hábito de hablar con Dios cada día. Vuelque sobre el sus expectativas, motivos de inquietud o de preocupación, y pídale su guía. Segunda, lea la Biblia. Allí encontrará orientación del Creador para su existencia. Tercera, comience a congregarse en una iglesia cristiana. Es fundamental para que avance en su crecimiento espiritual.

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