Durante una entrevista, el poeta y sacerdote Martí Amagat me decía:

Mi padre no me dejó dinero, pero me dejó un consejo, una consigna que no tiene precio: «¿Hijo mío, no te autocompadezcas nunca!».

Jamás sientas compasión de ti mismo, ni te arrugues. Todo sufrimiento forja la voluntad y templa el espíritu.

No te autocompadezcas... porque tu infancia, tu juventud, han sido difíciles. «El martillo destroza el cristal, pero forja el acero». Todo depende de cómo se tenga el alma.

No te autocompadezcas... porque has tenido que luchar lo indebido para obtener lo que otros, sin esfuerzos, poseen. Tú habrás ganado en experiencia, en comprensión; en sensibilidad, en aguante.

No te autocompadezcas y no digas: «Esto no debía sucederme». Cuando se cierra un camino, otro se abre lleno de promesas que pueden ennoblecer nuestra vida y ponernos en el camino de la felicidad, de la comprensión y del bien.

No te autocompadezcas... si la incomprensión, la calumnia, la enfermedad... en una palabra, el sufrimiento, te buscan. No huyas. Tarde o temprano tropezarás con Él. Pídele más bien la enseñanza y la gracia que te trae.
 
J. M. ALIMBAU # La Razón
Enviado por BART en ForoCristiano.com