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Claves para vencer en el tercer día

Cuadernos de Crecimiento


Segunda Entrega

Producción: Ministerio Enseñanza Bíblica Radial

“Tiempo de Victoria”

Dpto. Gráfica
Presentación

“Todos hemos leído, en la Biblia, que para Dios, un día es como mil años, y mil años como un día.

Todos hemos entendido, a partir de esta revelación, que la Iglesia ha entrado no ya al Tercer Milenio de su existencia, sino lisa y llanamente al Tercer Día de Dios.

Sin embargo, tomando como base el Evangelio proclamado en el Nuevo Testamento,
Coincidiremos en que es, en realidad el Tercer Día de Jesucristo el que hoy vivimos.

Y si el primer día en la cruz fue el del sufrimiento y la humillación, al igual que los cristianos del Primer Milenio, y el segundo día fue el de la gran batalla espiritual, cuando Cristo bajo al mismo infierno, similar a lo vivido por la Iglesia en el Segundo Milenio, este, el Tercero será, al igual de lo que sucediera en el Calvario, el día de la resurrección y la victoria.

Usted no necesita nada más que ciertas claves para apropiarse de esa victoria. Si sabe buscarlas, las va a encontrar en este trabajo.

Es mi oración que signifique gran bendición para su vida.

Si así ocurriera, estaríamos nada más que cumpliendo con lo que dice Efesios 4:11 referido a lo que los cinco ministerios deben hacer: Perfeccionar, (que es madurar) a los Santos”.



Néstor Martínez


Introducción

En el mundo secular se utilizan códigos que posteriormente, en el ambiente evangélico, son modificados por otros que le pertenecen casi con exclusividad a la Iglesia. Al hombre aquel, al cual el mundo le llama “exitoso”, en la Iglesia se lo denomina como “de bendición”. A lo que afuera se le llama “una figura estelar”, adentro se lo califica como “un varón de Dios”. Lo que en la calle se llama “carisma”, en los templos se lo conoce como “unción”. Así podríamos estar páginas y páginas detallando cada cosa, cada hecho, cada hombre o mujer y su sinónimo eclesiástico. Es que casi sin proponernos, los creyentes nos hemos fabricado un “idioma” propio, interno y particular. Es por ese motivo que, además de la batalla espiritual que se libra en su interior, el hombre natural jamás llegará a entender de qué le está hablando un creyente. Para él no significarán absolutamente nada términos que en la iglesia conmueven y emocionan. De allí que, entiendo, la estrategia de este siglo veintiuno, va a tener como protagonista principal a la llanura de la expresión, que es el epicentro de lo que los seres humanos hemos dado en denominar: Comunicación.

DE una oportunidad, cuando hacía mis primeras armas en el periodismo, un veterano profesional me dio uno de los consejos más prácticos y concretos que haya recibido en ese terreno. A mi pregunta de cómo debía hablar en mis inicios radiales, me respondió sencillamente: “-Habla como sientes. No impostes tu voz ni tu pensamiento. Tal cual piensas, así dilo-“ Da resultado. No es lo mismo utilizar modismos clásicos y tradicionales que ser espontáneo y auténtico. A todas luces, resulta mucho más creíble y, por consiguiente, más comunicativo. Tiempo después, al iniciar una etapa en el periodismo gráfico, le formulé la misma consulta. Su respuesta fue tan rápida y tan sencilla como la anterior: “- Escribe como hablas. No impostes ni hagas giros solemnes. Tal como hablas-“ Esto puede parecer muy simplista, pero le puedo asegurar que no es así. Si un hermano argentino –con nuestros propios modismos- me escribe una carta, seguramente la encabezará con un: “Estimado hermano Néstor”. En cambio si me encuentra personalmente, seguramente me dirá: “-¡Hola Néstor! ¿Cómo te va, hermanito?-” Me pregunto por qué no poner en la carta y por escrito esa misma expresión. ¿No sería mucho más honesta y real?

Usted, seguramente, querrá saber por qué introduzco este nuevo Cuaderno de Crecimiento hablando de todo esto. Bien; lo hago porque, todos aquellos que se comunicaron conmigo luego de tomar contacto con el primario” Bases para Vivir el Fin del Siglo”, coincidieron que el trabajo, había sido “de bendición”. No faltaron aquellos que, muy emocionados y emotivos en sus expresiones, no dudaron en calificarme como “un varón de Dios”. Y, finalmente, los que eligieron dar detalles precisos de lo que les había despertado su lectura, no tuvieron mejor idea que calificar mi estilo como “lleno de unción”. A todos estos buenos hermanos que tuvieron la bondad de invertir un tiempo en escribirme, quiero confesarles algo: Si del primer Cuaderno recibieron “bendición”, el Espíritu Santo estuvo obrando grande allí y yo no tengo que ver nada más allá de poner esta caja descartable llamada cuerpo que llevo conmigo desde que nací a su servicio. No hay mérito. No creo, asimismo, que sea digno de felicitaciones el ser un “varón de Dios”. Muy por el contrario, creo que es lo mínimo, el punto de partida desde el cual Dios podrá hacer algo con nosotros. Y la “unción” que, según ellos se desprende de los escritos, parte de dos premisas básicas: haber entregado todo al Señor para que Él lo conduzca como quiera y utilizar en parte al escribir, lo aprendido de aquellos consejos seculares que le mencioné.

De todos modos, todas las adulaciones recibidas de muchos hermanos contentos de poder hacerlo, ya no me producen lo mismo que antaño, que hace muchos años atrás. En aquellas épocas, cuando alguien se acercaba y me prodigaba una alabanza a mí, en lugar de hacerlo para con el verdadero autor de lo que fuera que yo hubiera hecho, me enfadaba bastante. Y no me quedaba en un enfado mudo, sino que me encaraba con el hermano adulador y lo exhortaba firmemente para que se “dejara de alabarme, que con eso me perjudicaba, ya que me cargaba el Ego y eso me hacía daño” Un día, alguien me trajo a la realidad y se desnudaron mis falsas modestias. Me dijo: “¡No hermano! Cuando alguien lo adula, no le corte la bendición que experimenta haciéndolo. Quédese en silencio y acéptelo. Eso sí: Por favor, ¡No se lo vaya a creer! Esa es su batalla personal, no la del que se acerca a usted.” Creo que todo esto no debe ser ni nuevo ni desconocido para cada siervo o sierva de Señor que alguna vez haya hecho algo para el reino de mediana proyección pública. ¡Gloria a Dios si podemos decir lo mismo que Jesús cuando quisieron convertirlo en rey! No he venido a eso. Hermano que por cualquier vía te has comunicado conmigo, te lo agradezco mucho, pero no ores más por esas cosas que oras: No he venido a eso.

Mi trabajo, es simplemente aportar alimento a la atribulada tropa del ejército de Jehová que está en batalla. Nada más. Un alimento que oro para que llegue, sea entendido, aceptado, creído y puesto por obra. Y más adelante, naturalmente, re-predicado. Si usted ha dado todos esos cuatro pasos, puede repetir. Incluso textualmente, tanto lo que me haya oído decir como lo que ha leído aquí. No se preocupe, si entendió, aceptó, creyó y puso por obra, usted no puede estar copiándome ningún mensaje, ya que ese mensaje no es mío. Los Derechos de Autor de todo esto, siempre le pertenecen al Espíritu Santo. Los hombres o las mujeres circunstanciales que lo proporcionen, meros instrumentos a su servicio. En ningún Hospital se le podría ocurrir a alguien rendirle un homenaje al bisturí utilizado para una delicada intervención quirúrgica: la honra y la gloria siempre serán para el Cirujano. Sólo un leve detalle: Si no pudo completar alguno de estos cuatro pasos, tómese un tiempo para predicarlo o repetirlo, de otro modo le dará al infierno la oportunidad y el derecho legal para confrontarlo y, llegado el caso, también vapulearlo un poco.

Le dejo para que lo considere, lo examine y vea, a la luz de la Palabra, “si esto es así”, este nuevo Cuaderno. Claves para Vencer en el Tercer Día, es una recopilación similar a la del primer Cuaderno, en este caso de diez estudios individuales pero llenos de esa unidad que sólo puede dar el Santo Espíritu. Si le pareció “fuerte” o ríspido el primero, le tengo que puntualizar que este lo es más. Tengo la tranquila libertad de no estar dependiendo de ninguna doctrina denominacional, por lo tanto la Biblia sale con todo su mensaje, sin páginas recortadas ni agregados espurios. Léalo, estúdielo, si encuentra algo que no le resulta claro o cree que pueda contener un error, hágamelo saber inmediatamente. No hay infalibles en el Reino de Dios, sólo Jesucristo. No hay hombres elevados a una supereminencia indiscutida e indiscutible. Todo se encuadra dentro de la lucha normal entre la carne y el Espíritu. Ya sabemos quién vence, ya sabemos quien ha sido derrotado, pero de todos modos, mientras todo esto se materializa, hay un enemigo activo que puede llegar a perturbarnos, confundirnos y, si tiene la menor oportunidad, hacernos escribir una grosería que sólo lleve confusión al rebaño mayor. Pero debo reiterarle un concepto: estoy hablando de un error para con la Palabra, no con relación a lo que SU doctrina denominacional le pueda haber enseñado. Como en la anterior ocasión, le formulo la misma pregunta: ¿Me acompaña?

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EL PRINCIPIO DE LA SUJECIÓN

Quisiera saber si alguna vez ha escuchado usted algunas expresiones como estas: “¡Hermano! ¡Usted no se sujeta! ¡Usted resulta una persona conflictiva! ¡Usted está en rebeldía! ¡No se sujeta como manda la Biblia!”. Ahora pregunto: Además de haberlo oído, seguramente: ¿Nunca dijo usted mismo algo así?

Después este otro: “Querida... nuestro matrimonio no está bien porque no estás sujetándote a mí como ordena la Biblia” Y falta un tercero: “Mire pastor; si usted quiere seguimos trabajando en el área de liberación tal como lo estamos haciendo, pero quiero que entienda que la gente viene cada día más rebelde, cada vez más endemoniada. No hay caso, pastor. Es tanto el pecado que tienen que, por más que hacemos todo lo que debemos hacer, los demonios no se sujetan”.

¿Cuántas veces hemos oído cosas como estas mencionadas? Reflexione. ¿Podemos decir que están mal, que no son bíblicas? Creo que no. Pero también creo que así como por imperio de una cultura pretendidamente democrática, los países del Primer Mundo e incluso América Latina, han hecho un canto a la desobediencia como símbolo de independencia, así también al amparo de estos textos, se han producido verdaderas barbaridades dentro de las iglesias.

Así como en los países occidentales el cristianismo ha hecho siempre un énfasis más notorio en la figura de Dios o la de Jesucristo, en las naciones africanas ha sido mucho más sencillo enfatizar por el Espíritu Santo. ¿Sabe por qué? Porque los occidentales, culturalmente, tenemos más ejercicio con personas que con espíritus, en tanto que las culturas aborígenes de esencia, ya venían con conocimiento del mundo espiritual y les resulta más comprensible entenderlo.

En conjunción con todas estas cosas y ante las necesidades imperiosas de establecer justicia divina dentro de los estamentos eclesiásticos, es que en este capítulo inicial, la idea central sea la de arrojar un poco de luz sobre el tema de la sujeción condicional o incondicional y colocarlo, si Dios nos respalda con su sabiduría y esencialmente con su palabra, amén de su poder de convicción, en el justo y exacto lugar en que debe estar; ni más allá, ni tan acá: en orden y decentemente. Es decir: en el preciso sitio donde Dios quiero colocarlo.

Lo que sucede es que somos más proclives a sentirnos como los grandes justicieros de la tierra, que a manejarnos en el ámbito del Espíritu, tal como lo hizo Jesús. Jesús no fue ni subversivo, ni guerrillero, ni populista, ni diplomático ni revolucionario social. Jesús fue puro Espíritu Santo, puro Dios. - ¡Bueno! ¡Él era el hijo de Dios! ¡Qué gracia! ¡Así cualquiera! No te equivoques. Él hizo lo que hizo no sólo desde la perspectiva de un hombre de carne y hueso, sino con todas sus posibilidades similares. Si lo hubiera hecho como Dios, hubiera transgredido sus propias leyes.

A nosotros, hoy, nos parece mucho más productivo y “lógico” salir en ruidosa manifestación popular a reclamar justicia e igualdad con iglesias paganas, que llevar adelante esa batalla en las regiones celestes con oración y ayuno. Se dice que la gran diferencia en el crecimiento que hay entre las iglesias latinas y sajonas con relación a las africanas y asiáticas, radica en que, mientras nosotros estamos educados democráticamente para debatirlo o discutirlo todo, aquellos han sido formados por su historia cultural para obedecer sin chistar. Siervos-siervos.


LA SUJECIÓN EN LA IGLESIA

De todas las sujeciones, una de las que más trabajo le cuesta a la mayoría de los creyentes, y al mismo tiempo una de las que mayores dolores de cabeza les ha dado a los líderes de las iglesias, ha sido precisamente esa: la sujeción al liderazgo de una congregación local. En la carta a los Romanos, encontramos un punto que, de tan controvertido, muchos quisieran que nunca jamás hubiera sido escrito; ¡y hasta llegan a cuestionar al propio Pablo por haberlo hecho!

(Romanos 13:1)= Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.

Si examinamos Tito 3:1, veremos que este texto respalda da alguna manera al antes mencionado, cuando dice: “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra”. No es el único. 1 Pedro 2:13, al respecto, agrega que: “Por causa del Señor, someteos a toda institución humana” (Y aquí también entra la iglesia, desde su ángulo de institución humana que es) “Ya sea al rey como a superior”. Jesús, ya se lo he dicho, no resistió a las autoridades de su tiempo, no fue un subversivo social ni un guerrillero tira bombas. En el evangelio de Juan 19:11, leemos lo que le dice a Poncio Pilatos: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, sino te fuese dada de arriba” Esto ya había sido adelantado por Daniel cuando, en 2:21 de su libro, dijo: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.” ¡Y pensar que la vanidad de los sabios y los científicos los lleva a esmerarse toda una vida en utilizar esos conocimientos para demostrar la no-existencia de Dios!

En descargo de Pablo y en mérito a la interpretación correcta de estas cosas, tendré que decir que el apóstol de ninguna manera sugiere que Dios puede aprobar un gobierno corrupto, tanto en la esfera del mundo, donde los hay a montones, como también dentro de la iglesia, donde lamentablemente tampoco faltan. Dios tampoco aprueba a los funcionarios que gobiernan lo que sea sin someterse a Él. Este principio es muy importante porque reglamenta bíblicamente toda clase de sometimiento y sujeción. El principio, es: sujeción a autoridad sujeta a autoridad.

Tampoco es de Dios defender legislaciones injustas. Algunas veces, sin embargo, y en respuesta a los pecados de la gente, o por algunas razones que sólo Dios conoce, el Señor permite temporariamente que gobernantes malvados detenten el poder, tal como los profetas del Antiguo Testamento lo testificaron frecuentemente. En teoría, Dios concede autoridad para servir a fines elevados, pero el modo en que se ejerce esa autoridad, es un problema que cada uno deberá afrontar, confrontar y finalmente ser pasible y responsable, ya que los resultados les serán requeridos a quienes la hayan recibido.

Claro está que si bien el hecho de obedecer a las autoridades de este mundo es la regla general, un claro principio bíblico es que deberíamos desobedecer si ese gobierno, directa o indirectamente obliga a cualquier forma de pecado. Porque la lealtad hacia Dios siempre tiene prioridad sobre cualquier autoridad humana. Ester lo hace en el capítulo 4 y verso 16, cuando declara que aunque no sea conforme a la ley, igual entrará a ver al rey. Es un feo y grueso error obedecer una barbaridad amparándonos en que “Si esa autoridad ha sido puesta por Dios, es como si Él nos lo estuviera ordenando”. Entienda: Dios jamás haría que uno de sus hijos pecara, no importa lo que diga el hombre. Pero que quede claro: el sitial de presidente de una república, es propiedad de Dios. Pero el hombre al cual nosotros elegimos, es una responsabilidad exclusivamente nuestra.

Tampoco los tres varones judíos que encontramos en el relato de Daniel 3:12 respetaron órdenes que iban en contra de la voluntad de Dios. Todos podemos ver como, en ese pasaje, se nos muestra a Sadrac, Mesac y Abed-Nego desobedeciendo sin sonrojarse ni preocuparse una orden nada menos que de Nabucodonosor, que no sólo era el rey, la máxima autoridad, sino incluso el que tenía en ese momento la potestad de concederles la vida o enviarlos a morir. Asimismo los tres magos que vinieron al nacimiento de Jesús, fueron avisados por una revelación en sueños que no volviesen a ver al rey Herodes, y no lo hicieron pese a que él se los había ordenado. Pedro mismo, el apóstol, declara según consta en el libro de los Hechos 5:29, que le era necesario (Dice “menester”) obedecer a Dios antes que a los hombres y, finalmente, los padres de Moisés lo escondieron durante tres meses sin temor alguno a la desobediencia a un decreto del rey. Está claro aquí, una vez más, el principio de la sujeción a la autoridad que está sujeta a autoridad divina, no a ocurrencias o caprichos humanos por sabias y bien intencionadas que puedan parecer.

El mismo principio, mi querido amigo, rige en la iglesia del Señor. Cuando el líder es levantado por Dios, la sujeción, el sometimiento y la obediencia no sólo no son obligatorias, no necesitan serlo, ya que se experimenta un verdadero privilegio, un verdadero placer seguir a un siervo auténtico del Dios Todopoderoso. Tal como debe haber sido para los apóstoles sujetarse a aquella autoridad que tiene que haber emanado de Jesús. Ahora, cuando el líder es líder por causas que tienen que ver más con componendas de la política religiosa interna, o por alguna unilateral decisión personal de erigirse en líder, el asunto es bien otro, porque Dios no admite que ninguno de sus hijos se someta a esclavitud de hombre cuando esa esclavitud se transforma en esclavitud de pecado, aunque de pronto tenga una fachada religiosa.

La gente que acompañó sumisa y obedientemente a Jim Jones a un suicidio en masa, se le sujetó hasta el fin. Cumplió con la letra fría de la Biblia, es verdad, pero jamás con el espíritu de esa letra. Hay tres tipos de iglesias fundamentadas sobre tres clases diferentes de órdenes sacerdotales: la de Orden Levítico, sustentada en líderes con títulos universitarios, los que han estudiado para ser líderes. Si no se tienen estos antecedentes, imposible llegar a liderar algo, aunque Dios lo envíe a hacerlo.

Después está la erigida conforme al Orden de Aarón. Estas acostumbran a que los hijos del pastor son los futuros pastores y los nietos, a su vez, los que sucederán a sus padres y honrarán la memoria de sus abuelos. Esposas, hermanos de sangre, suegros y cualquier otro tipo de familiares conformarán el resto del ministerio. Y luego están las menos, las que operan bajo el Orden de Melquisedec, que como bien sabemos, no tenía genealogía, vitae, títulos y ni siquiera se sabe con certeza de donde vino. Curiosamente, esta es la iglesia sobre la cual se sustentó el ministerio de Jesucristo, ¿Está entendiendo?

¡Pero hermano! ¡A ningún líder se le podría ocurrir, hoy, suicidarse con toda su congregación! Es verdad, pero estamos hablando de no obedecer ni sujetarse al pecado, no a cierta forma de pecado. Está más que claro que a ningún líder se le podría ocurrir incentivar a su congregación a que robe, fornique, mate o cometa adulterio, eso es notorio. Y si se le ocurriese, es muy poco probable que alguien pudiera llegar a obedecerle. Pero si en cambio, mientras Dios manda a una congregación a predicar el evangelio a un sitio donde vive gente en la última miseria, verdaderos marginados hambrientos espirituales y físicos, y su líder, porque quizás le desagradan los pobres, o porque desea ver poblada su congregación de rostros demasiado “morenos”, decide que es mejor organizar jornadas académicas sobre SIDA, o la moral, o la justicia social entre distinguidos empresarios y profesionales porque con ellos se siente más a gusto, estará llevando a sus ovejas a una clase muy definida de pecado, se da cuenta?

¿Al pecado? ¡Pero si estamos haciendo lo bueno! Sí, están haciendo lo bueno, pero recuerda que, hacer lo bueno, no significa necesariamente hacer lo correcto. Porque hacer lo bueno, es hacer algo que la sociedad aplaude y aprueba. Pero si hacerlo equivale o conlleva el no hacer lo que Dios dijo que se debía hacer, eso es antes que ninguna otra cosa: desobediencia y, en segundo término, algo así como “errar el blanco” el objetivo. En cualquiera de las dos circunstancias, la palabra griega que lo define, es la palabra ARMATÍAS y, su traducción más popular, es PECADO. ¿Queda claro? Yo me sujeto gustoso al liderazgo, pero tengo que considerar su conducta, que es lo que se me ordena en la carta a los Hebreos, a través de la Palabra revelada. Obedezco sin dudar y sin chistar todo lo que venga de Dios por su intermedio, pero jamás aquello que provenga de su sabiduría humana o, lo que es peor, de sus intereses personales o de otra índole.

Yo sé muy bien que no siempre es esto lo que se le ha enseñado, pero lamentablemente o afortunadamente, según usted lo vea, tengo que decirle que esto y no otra cosa es lo que dice la Biblia. La iglesia es de Dios y sólo tienen lugar en su comando aquellos a los que Dios levanta y los que obedecen su voluntad. Los asalariados, de los cuales nadie jamás ha predicado una línea y que para la iglesia tradicional parecerían no existir, o que la Biblia hubiera exagerado cuando los menciona, serán borrados de ese liderazgo y, si no se arrepienten, también del libro de la vida, encaje esto o no con su doctrina denominacional. Dios, mi amigo, no transgrede sus leyes por ninguno de nosotros. Dios es tanto amor como justicia. Es tanto misericordia como fuego consumidor. ¡Por favor! No me descuartice la Biblia, ¡Léala completa!


LA SUJECIÓN EN LA FAMILIA

El otro punto árido de la sujeción, tiene que ver con su vida familiar, con el matrimonio, concretamente. ¿Cuántas veces usted, mujer, o usted, varón, ha leído y hasta ha predicado en cultos caseros o congregacionales sobre estos versos que ahora voy a compartir?

(Efesios 5: 22)= Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, (23) porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.

(24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

Este texto, en contra de lo que muchos han enseñado por años, no fue escrito como una ley que declara la inferioridad social de la mujer. Habla, sí, de un espíritu noble de sumisión, por el cual una mujer reconoce voluntariamente la responsabilidad de liderazgo de su esposo bajo Dios en un acto de fe.

En ninguna parte la Biblia “somete” o subordina genéricamente a las mujeres a los hombres. Este arreglo, divinamente ordenado, jamás pretendió reducir las posibilidades, los propósitos o la realización de la mujer. Los animales la tienen más clara, quizás. Un gallinero es un gallinero cuando el que canta es el gallo y las que ponen los huevos son las gallinas. A nadie se le ocurriría alterar esos principios y esperar que funcione.

Únicamente la naturaleza pecadora de los seres humanos, o un recalcitrante tradicionalismo eclesiástico pueden justificar, sacándolas fuera del contexto bíblico, determinadas evidencias “textuales”, la explotación social de las mujeres, o las restricciones que se les imponen a la hora de darles participación en el ministerio de la iglesia. Cuidado; esto no es una luz verde a los movimientos feministas, en contra de los cuales no tengo absolutamente nada, pero que con la mente de Cristo me resultan tan desafortunados como los conceptos machistas que por años han gobernado las diferentes congregaciones. Varón y hembra. Sin acepciones. Todos iguales ante sus ojos divinos.

Sin embargo y pese a que este pasaje de lo que habla es de un respeto proverbial y de una humildad manifiesta a la hora de relacionarse, la iglesia enseñó, mayoritariamente, una doctrina de sojuzgamiento total, hasta el punto de no sólo permitir, sino incluso incentivar a un despotismo machista que recluyó a un oscuro segundo plano y anonimato total a mujeres fieles que habían sido llamadas por Dios a ministrar, suplantándolas por hombres sin llamado y levantados por diversos mecanismos políticos que, naturalmente, jamás pudieron cumplir con la voluntad y el propósito de Dios. Porque si a este verso se lo interpretara como ley máxima de la sujeción de la mujer al hombre y sin la menor posibilidad de cierta reciprocidad, ¿Qué hacemos con el que sigue?

(25) Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, (26) para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra, (27) a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Vamos a ver: Si los primeros versículos estuvieran diciendo y ordenando, como muchas veces hemos enseñado, que es solamente la mujer la que está obligada a sujetarse a su marido, y no una cuestión mutua, de ida y vuelta, ya que el versículo no habla de un marido sujetándose a su esposa; ¿Cómo deberíamos entender, entonces, este verso 25? ¿Interpretaríamos que solamente el hombre tiene obligación de amar a su esposa y que ella no está obligada por la Biblia a amarlo a él? Resulta incoherente suponer eso, verdad? Sin embargo, ese es el principio que por siglos la iglesia ha tomado para este asunto de la sujeción matrimonial. La Biblia dice lo que dice, eso es más que notorio, sólo que una muy fuerte concepción patriarcal, tradicional y machista es la que no lo ha visto o no lo ha querido ver. Tanto la sujeción, que es sinónimo de sometimiento, como el amor, es de ida y vuelta: Mutuo.

Un poco más arriba, en el verso 21, nos da una de las puntas de esta madeja. Allí dice nada menos que: Someteos unos a otros en el temor de Dios. Creo que dice con mucha claridad “unos a otros”. Y como para Dios no hay acepción de personas ni tampoco escalafones jerárquicos; como Dios tampoco es clasista, racista ni genérico, no está hablando necesariamente de hombre con hombre, sino de TODOS con todos. Punto básico de la sujeción, creo que está suficientemente aclarado: es mutuo. El versículo, preste atención, no dice “el qué”, dice “el cómo”.

Con respecto al amor que se le ordena al marido, el principio que se utiliza es el mismo. Porque en Juan 15:17, Jesús dice: Esto os mando: que os améis unos a otros. Unos a otros. ¿Hombre con hombre, también? ¿Mujer con mujer, quizás? ¿Quién inventó eso? Unos a otros, mi querido amigo y hermano, es TODOS con todos. Esposo a esposa y esposa a esposo, exactamente igual que con la sujeción. ¿No es verdad que esto puede poner patas para arriba toda su teología tradicional e histórica? ¿No es verdad que a usted en este momento le dan ganas de pensar que yo estoy tremendamente equivocado, porque no puede ser que usted haya estado tantos años creyendo algo que no sólo no era así sino que, incluso, era totalmente a la inversa? ¿No es verdad que también le dan deseos de dejar de leer inmediatamente esto y mandarme ya mismo un correo electrónico lleno de pequeñas víboras y culebras que significan, internacionalmente, el símbolo de las palabras fuertes? ¿No es verdad que, por lo menos, a algunos les gustaría disentir o discutir esto conmigo y rostro a rostro? Mire: no se preocupe, serénese, relájese. Si tiene deseos de debatir o polemizar, está usted en religioso. No se olvide que si había unos señores a los cuales les encantaba entrar en debates y polémicas, esos eran los fariseos. Lo siento. La culpa de todo esto no la tengo yo. Lo dice el Libro. Y no sólo eso, termina diciendo que: Os améis unos a otros, como yo os he amado.

LA SUJECIÓN EN LA BATALLA

Para que quede bien claro, creo que bien vale la pena rozar, aunque más no sea de paso, el asunto de la sujeción de los demonios a la autoridad de los hijos de Dios. Que conste por favor: sin ánimo alguno de establecer una nueva doctrina; simplemente remitiéndonos a lo que dice la Biblia que, como todos sabemos, no es responsable de que muchos hombres, deseosos de que sus tesis sean reconocidas y aprobadas, no vacilan en leer de ella lo que conviene a sus teorías y simbólicamente “arrancar” las páginas que no condicen con sus doctrinas particulares.

(Lucas 10: 17)= volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.

¿Se supone que esto, entonces, querrá decir, como muchas veces hemos dejado traslucir en nuestras enseñanzas, que los demonios cuando vieron llegar a los setenta, se dijeron unos a otros: “¡Cuidado! Aquí vienen estos setenta, que han sido nombrados líderes muy importantes en la iglesia?” Y luego de debatir un momento, esos mismos demonios llegaron a la conclusión de que tenían la obligación de sujetarse a esas autoridades recién designadas? ¿Así habrá sido? Mire: no sé realmente como fue, pero la Biblia no dice que así haya sido y eso es más que suficiente. Lo que sí dice la escritura, es que se sujetaron no ante la jerarquía nominal de los setenta, sino al nombre de Jesucristo. Es decir que, se sujetaron nada menos que a una autoridad aparentemente terrena, (Jesús), pero que ellos (los demonios) sabían muy bien que estaba sujeta a autoridad divina.

Porque esto, quiero que entienda, ha hecho suponer a muchos líderes no levantados por Dios que, con el simple hecho de haber sido elegidos por alguna junta de notables, o teólogos, o de asambleas administrativas, o sencillamente por algunos “buenos amigos” por alguna posición jerárquica muy importante en la iglesia, eso les puede dar derechos a exigir sujeción, pero sabemos muy bien que no es así. Es más: estoy absolutamente convencido que aquellos que verdaderamente suponen que por ser líderes nominales de una congregación, eso bastará para atreverse a echar fuera demonios, lo que dejan en evidencia es que, en el fondo de su intimidad, son incrédulos y ven a la iglesia como una organización de buenas personas a las cuales hay que conducir con fines exclusivamente sociales positivos. Del reino de Dios ni hablemos; ni saben adónde está.

A Jesús conocemos, y sabemos quién es Pablo, pero vosotros, ¿Quiénes sois? Eso dijeron los demonios en aquel momento. Eso dicen los demonios hoy mismo, en este momento. ¿Y sabe qué? Tienen razón. No olvide que Satanás, para armar una buena mentira, siempre comienza desde una pequeña verdad. Los demonios conocen muy bien los principios de Dios. Pero los verdaderos, no los que algunas denominaciones han inventado por su cuenta y riesgo. Entonces van a obedecer sin dudar a toda autoridad que esté sujeta a autoridad divina, independientemente del cargo o la posición que esa persona tenga en una congregación local. Pero ni el menor asomo de obedecerle a cualquiera que se le ocurra “jugar” a la iglesia o auto-proclamarse líder. El principio de la sujeción es uno y es válido en todos los terrenos. Creo que insistir en verlo de otra manera, es cegarse a uno mismo y colocarse en una posición altamente peligrosa. Peligrosa por lo que puede producirle al hombre o a la mujer que se coloque allí, eso en primera instancia. Porque si se es líder, las cosas son mucho peores, todavía, porque estaremos arrastrando a toda una congregación a la derrota. Es aquello del guía ciego despeñando al pozo a todos los que lo siguen, entiende?

Pero entonces, observando como se han estructurado las cosas en este tiempo y la ausencia de manifestación de poder de Dios que hoy por hoy abunda en la iglesia, ¿Habrá que entender que no hay manera de batallar esto con alguna posibilidad de éxito? En absoluto, para nada. En esto, hay un principio que es fundamental para traer victoria segura, pero que no siempre se ha enseñado de modo completo. Está en la carta del apóstol Santiago, ese que algunos señalan con total seguridad que era hermano de sangre de Jesús.

(Santiago 4:1)= ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? (Examine esto con sumo cuidado: observe que no está diciendo “en el mundo”, está diciendo “entre vosotros”, que acorde a como leemos, quiere decir “entre nosotros”, los creyentes. ¿Le cabe alguna duda que hay una guerra sórdida y una multitud de pleitos entre los cristianos?) ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (A esto, si usted quiere tomarlo literal, está hablando de su cuerpo, de su propia e íntima lucha carne-espíritu, de su carnalidad, como ser humano que es, como hombre caído que es. Pero si lo lleva proféticamente al mundo del espíritu, habla del cuerpo de Cristo, de la iglesia, también caminando en carnalidad. Mire lo que produce:

(2) Codiciáis y no tenéis, (Pasa, ¿verdad? Fama, dinero, posición, cargos,) Matáis y ardéis de envidia; (No está hablando de muerte física, está hablando de muerte espiritual. ¿O no hay cristianos que matan espiritualmente a otros cristianos, con mensajes cargados de filosofía, sicología, humanismo, política religiosa interna o simplemente oportunismo materialista?) Y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. (Esto es muy cierto. He conocido muchos líderes, quizás demasiados, que ante circunstancias malas en lugar de orar al Padre celestial deciden pelear la batalla utilizando la estructura. Hay que entender que, en contraste con la sabiduría celestial que produce una atmósfera de paz, en la cual crecerá la semilla de justicia, la sabiduría terrenal da lugar a una permanente y porfiada lucha interpersonal e interdenominacional. La causa reside en una naturaleza conflictiva y egoísta. Yo me pregunto hasta cuándo estaremos tan ciegos o tan incrédulos como para suponer que Dios puede aprobar que le hagamos una zancadilla a un hermano que está en un determinado cargo o posición en una iglesia para que se caiga y nos deje el terreno libre. ¿Habrá alguien, verdaderamente, que pueda imaginar por un momento que Dios estará satisfecho con una actitud así? En el mundo y especialmente en la política, vaya y pase; todos sabemos muy bien como es de sucio todo ese ambiente en su intimidad. ¡¡Pero en la iglesia!!)

(3) Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Cualquiera que suponga que esto solamente se refiere a pedir un automóvil cero kilómetro, (sin estrenar), una vivienda de fin de semana en el lugar más caro del planeta o un avión privado, se equivoca. Es menester entender que hay otros tipos de deleites más... santos, se da cuenta? ¡¡Señor!! ¡Que me elijan pastor! ¡Verás cuántas cosas muy buenas haré para ti! No como ese pastor que está ahora, que... bueno, yo no quiero caer en chismes ni murmuraciones, pero, Señor, tú sabes que... Deleite personal. Ambiciones humanas. Ansias de poder por el poder mismo, no por celo santo. “¡Hermano! ¡Estoy sintiendo el llamado al ministerio pastoral!” – Y sí, puede ser, no lo discuto. Pero me parece hermano, que lo que tú verdaderamente sientes es deseos de ordenar, mandar y dar directivas a otros. Entiende esto por favor: tu llamado “pastoral” podría ser para el apostolado, lo profético, lo evangelístico o lo magisterial, pero como de acuerdo con la estructura implantada por los hombres en la actualidad, el que manda es el pastor, bueno, entonces tu llamado tendrá que ser para eso. ¿Y Dios, mientras tanto? ¡Muy bien, gracias! Esperando que tú entiendas que su reino no es como tu mundo. “Ya verás como Dios se dará cuenta que yo soy mejor que el otro”... “Y si dentro de uno o dos meses no sucede nada, voy a hablar con el superintendente de la Junta que...”. NO sé qué denominación conoce, pero cualquiera que sea, puede reemplazar la palabra “superintendente” con la que corresponda.)

(4) ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, (Esto significa: que busque respaldo en el sistema del mundo para ascender en las jerarquías eclesiásticas) se constituye enemigo de Dios. (Espero que esto haya quedado lo suficientemente claro como para que nadie nunca jamás arriesgue cosas tan importantes y eternas por lograr otras mucho más pequeñas y temporales.)

(5) ¿O pensáis que la escritura dice en vano: el Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?

(6) Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, (Sin distinciones religiosas; tanto en el mundo como en la iglesia, entérate.) Y da gracia a los humildes. (También en el mundo y en la iglesia por igual.)

Y ahora, le invito a leer con suma y delicada atención, sin urgencias ni ansiedades, el que entiendo, es el versículo clave para su vida y la de todos a quienes alguna vez puedas hablarle de Cristo.

(7) someteos, pues, a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros.

Ay hermano... Hace años que vengo resistiendo... Pero ya no aguanto más... ¡¡Basta!! ¡¡Dice la Biblia que si resistimos al diablo, él huirá de nosotros! ¡Batalle! ¡Reprenda! ¡Ate, ligue y sujete a todo espíritu inmundo y él se tendrá que ir! ¡Haga guerra espiritual! ¡No se entregue ni se acobarde! Y muy especialmente, no se equivoque. El término “resistir”, aquí, está colocado en sentido bélico. No se trata de resistir aguantando o soportando estoicamente que el diablo te agarre a puntapiés. Resistir, aquí, tiene la connotación de estar librando una guerra de trincheras. ¡Pelear hasta la última gota de sangre!

¿Leyó el párrafo anterior? ¿Lo leyó bien? Recuerde: ¿Nunca le han predicado algo así? – Sí, me lo han predicado, es que está mal, es equivocado? - ¡No! ¡Qué va a estar mal, está perfecto! ¡Es cien por cien Palabra! – Ah, ¿Y le ha funcionado? – Y... A veces... No siempre... Digamos... en un veinte por ciento, creo... – Ah, ¿Y el ochenta restante? – Y... Supongo que fallé... - ¿Y por qué cree haber fallado? – No sé... Quizás porque me falta capacitarme, o tomar cursos intensivos de Guerra Espiritual; pero cursos serios, eh? Leer todos los libros de Carlos Anacondia, de Cindy Jacobs, de Peter Wagner, de Rebeca Brown, de Rita Cabezas... Está muy claro que tengo que prepararme en Guerra Espiritual con alguien que tenga ese ministerio... - ¡Basta hermano! No existe tal cosa como un Ministerio de Liberación o de Guerra Espiritual. – Pero en mi iglesia existe... – Sí, en todas las que yo conozco, también, pero lo cierto es que todos los creyentes tenemos autoridad delegada, en Cristo, para luchar y vencer al diablo. – Pero... Y entonces, ¿Por qué no puedo? Mire que yo me esfuerzo, me sé de memoria todas las oraciones que se hacen en liberación, y... - ¡Lo que no tienes es autoridad, eso pasa! – Pero escúcheme usted; yo soy líder de jóvenes, mi abuelo fue pastor, mi papá es anciano... – Estoy hablando de autoridad divina mi hermanito, no de autoridad nominal, terrenal. Al diablo eso no le preocupa en absoluto. Si no tienes autoridad que viene de arriba, puedes ser el pastor más exitoso que, si el diablo lo tiene en la mira, “lo baja”. – Ah, Y entonces, ¿Qué tengo que hacer?

Lo que tiene que hacer, en primer término, es leer este versículo completo, no solamente la última parte como tenemos por costumbre. Porque se habrá fijado que lo primero que dice, es que tenemos que estar sometidos, sujetos a Dios para que lo otro funcione. – “Pero hermano, yo soy fiel, hace diez años que estoy convertido, canto en el coro, a veces me invitan a leer la palabra desde el púlpito, hasta he predicado alguna vez, doy mis diezmos puntualmente, ofrendo para las obras misioneras transmundiales, predico el evangelio a todos los incrédulos que conozco, tengo como cinco hijos espirituales, además... - ¡Espera un momento! Lo que te he dicho es estar sometido a Dios, no convertido. - ¡Pero hermano! ¿No es lo mismo? – No lo sé, usted lo sabe. Pregúntese a sí mismo: ¿Tengo a Cristo en primer lugar en todo en mi vida? ¿Sí? ¿Está seguro que sí? ¿De verdad jamás ha pensado que en algunas cosas Él no va a participar y que es mejor apelar a las estructuras de su denominación que para algo están y que encima tiene gente que percibe un salario por ello? ¿No ha creído, alguna vez, que para ciertos problemas que tienen algunas personas desde hace años en la iglesia, más que orar o liberar, que ya se ha visto que no funciona siempre, es más prudente, más serio y mejor visto que esa persona haga un poco de terapia con algún buen profesional? Eso sí, que sea cristiano...

Tengo que decirle que si es así, usted no está sometido a Dios, sólo lo tiene como una parte más de una serie de posibilidades aptas para recurrir en un momento de crisis. De igual modo que si Dios fuera como un oso de peluche de esos que suelen usarse como amuleto. Así, como se lo he descrito, por allí puede llegar a ayudar a mucha gente, porque Dios es misericordioso; pero para resistir al diablo hace falta algo más que eso. Hace falta no sólo mencionar, sino estar sujeto, sometido, al nombre que está por sobre todo nombre, y ante el cual se dobla toda rodilla en los cielos (Ángeles y Arcángeles), en la tierra, (Hombres, no interesa su fama, su prestigio, su posición social o su poder), y debajo de la tierra, (Satanás con todos sus demonios).

Sujeción a autoridad que, a su vez, se sujeta a autoridad divina. Ese es el principio de la sujeción. De ese modo, que es indudablemente el que Dios ha planificado y no de sus imitaciones baratas que podrán arrojar algún resultado en alguna pequeña iglesia, pero que no tiene registro alguno en el mundo del espíritu, de ese modo, quiero recordarle, la sujeción es un instrumento poderoso y no frustrante o impotente como es la esclavitud a hombre. Una mujer fiel es poderosa en Cristo Jesús, pero una mujer fiel, sujeta a la autoridad de un esposo sujeto a la autoridad en Cristo Jesús, es sencillamente imbatible. El mismo principio es aplicable para todo lo que se llame sujeción. - ¡Pero hermano! ¡A mí no me enseñaron eso! – Lo siento, quizás a mí tampoco, pero eso es lo que dice la Biblia. Lo lamento por aquellos que enseñan otra cosa.

Presta atención: Jesús, en su tiempo y cuando fue al templo, ¿Se sujetó a los sacerdotes como aparentemente debería haber hecho? No. ¡Pero era Jesús! Olvídalo. Era un hombre con guía divina, pero similar, igual, un calco de ti. ¿Quiere decir que entonces Jesús era un rebelde, desobediente y conflictivo que hoy no hubiera hecho carrera en ninguna iglesia? No; era fiel a la Palabra de Dios, no a lo que esos hombres se les ocurrieron hacer con ella. ¡Pero es que los fariseos eran las autoridades indiscutidas de la iglesia! Eran doctores en teología, maestros en la Palabra, “master” en Divinidades. Sí, pero no habían sido levantados por Dios, habían sido puestos allí por la propia estructura religiosa. Jesús tuvo discernimiento y los descubrió. Allí está el punto clave. Si usted no tiene discernimiento espiritual, no sólo no podrá saber qué es lo que viene de Dios o qué es lo que viene del diablo, ni quiera podrá saber quién es usted mismo en Cristo, ni siquiera dónde está parado como creyente o sobre qué bases se moviliza. Al humanismo y la religiosidad usted no las puede combatir con otra clase de humanismo; el estructural, el religioso, el dogmático, el denominacional, sólo lo puede derrumbar con la espada del Espíritu que es la Palabra, con una plena sujeción a Cristo y a todo lo que su discernimiento le muestre que proviene de Él.

Sé lo que está pensando si usted es un líder. “Es demasiado peligroso dejar libertad para que los hermanos tomen ese tipo de decisiones”. Le entiendo. He visto tanta gente inconsciente e irresponsable jugando a la iglesia que puedo comprender su inquietud. Pero le diré algo: en Efesios 4:11, dice que los cinco ministerios, (entre los cuales está el del pastor) han sido dados por Dios para, entre otras cosas, “perfeccionar a los santos”, que en idioma bíblico significa “madurar” y, si usted no lo hace, sobreprotege, y ¿Cuántos saben que una oveja sobreprotegida lo más probable es que, cuando se la deja sola aunque más no sea unos minutos, el primer lobo que pasa se la devora, ya que no está preparada para defenderse y mucho menos para vencer.


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ABRAZADO EN LA NUBE

En otras enseñanzas hemos proporcionado suficientes escrituras como para que pueda entenderse claramente que, si bien es cierto y lícito esperar un día de arrebatamiento, también es bastante claro que no sobrevendrá ese día cuando muchos creyeron haber entendido que así sería; que por el contrario, primero –dice la Biblia- habrá una gran siega de impíos sacados entre los justos. Si tiene dudas sobre esto, por favor lea atentamente y sin tener en cuenta lo aquellos viejos y amados maestros suyos le hayan enseñado, Mateo 13:49, que es la base desde donde, dice, los justos resplandecerán. Entonces usted empieza a preguntarse muy seriamente: ¿Y el arrebatamiento? Va a suceder con seguridad, la Biblia también lo dice. El cuándo no lo sé porque no he estudiado eso todavía porque no me ha ordenado mi Señor hacerlo, Él sabrá por qué. Lo que sí puedo decirle, es una simple y sola cosa: ¿No dice en Tesalonicenses que partirán en ese arrebatamiento los que hayan quedado? ¿Nunca se preguntó los que hayan quedado de qué o después de qué? Sí, ya lo sé, hay infinitas respuestas para esa pregunta. Prácticamente, cada denominación tiene una respuesta diferente. Algo que no entiendo y me resulta incoherente, ya que si todos tenemos un mismo Espíritu Santo que nos guía a toda verdad, no puedo entender que Él nos haya dado “verdades! Distintas. Sin embargo, a mí no me gusta estudiar doctrinas denominacionales por excelentes que parezcan; No me agrada estudiar comentaristas por mayor prestigio que posean y tampoco me gusta estudiar tesis de teólogos brillantes. Prefiero estudiar la Biblia y con mi amado Espíritu Santo obrando con total y entera libertad. Entonces: ¿Los que hayan quedado de qué? Mire lo que dirá Amós al respecto:

(Amós 9: 8)= He aquí los ojos de Jehová el Señor están en contra del reino pecador (Esto está muy claro: está refiriéndose, indudablemente, al mundo incrédulo y pecador, hermano) y yo lo asolaré de la faz de la tierra; (¡Tremendo Dios! ¡Pobre toda esa gente que no viene a la iglesia!) Mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová. (¡Un momento! ¿Cómo que la casa de Jacob? ¡Si la casa de Jacob es la iglesia! ¿No estaba hablando del mundo? Hermano: ¿Quién le dijo que estaba hablando del mundo? El mundo se puede convertir (y de hecho, muchas veces ha ocurrido) leyendo la Biblia, pero la Biblia ha sido escrita para la iglesia, no para el mundo.)

(9) Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones; (La casa de Israel... ¡Hubiera jurado que estaba hablando del mundo!) Cómo se zarandea el grano en una criba, (¡Ah, sí! ¿Y cómo es que se zarandea el grano en una criba? Por selección. Lo que da cierto tamaño, se queda; lo que no da cierto tamaño, se va.) Y no cae un granito en la tierra. (Esto significa una sola cosa: Nadie se escapa.)

(10) A espada morirán (Le está diciendo que será con la Palabra) todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: no se acercará, ni nos alcanzará el mal. (¡No! ¡Seguro! ¡Viniendo todos los domingos a la iglesia y no olvidándonos de que el pastor nos vea, ya está! Estamos bien... ¿Estamos bien..? ... No sé... Mientras tanto, nosotros nos vamos a seguir preparando).

(Lucas 21: 5)= Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: en cuanto a estas cosas que veis, (Piense un momento: Las cosas que vemos, dice. ¿Qué cosas vemos hoy? El sistema religioso, eso vemos) días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. (Es menester que recuerde, en este momento, que las piedras somos nosotros)

(Verso 7) Y le preguntaron, diciendo: maestro, ¿Cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? (Otra cosa que es indispensable recordar y tener en cuenta, es que toda aplicación bíblica tiene algo literal y una aplicación profética. Note usted que esto, literalmente, sucede cuando Tito rodea a Jerusalén por espacio de tres años y medio en el año 60 después de Cristo, cuando vinieron y quemaron el templo con el deseo de extraer el oro. Tuvieron que extirpar una piedra de sobre la otra con barras, para sacar así el oro que estaba entre las grietas, y la Palabra se cumple, literalmente, donde no queda ni una piedra sobre otra, porque se llevaron hasta el oro del templo. Estos son los tres años de tribulación que mucha gente le está prometiendo a usted, que la Palabra dice que no habrá otros iguales ni antes ni después).

Hay una tribulación progresiva. Porque la palabra Tribulación es Aflicción o Crisis. ¿Cuántos saben que, con las diferencias culturales, sociales, ideológicas, económicas y políticas que el mundo en su conjunto tiene, estamos en crisis? ¿Sabe por qué? Olvide a los hombres corruptos que puedan estar haciendo las cosas mal. Estamos en crisis, esencialmente, porque los reinos del mundo se están cayendo y, mientras más se caen, más difícil se hace vivir en ellos. Y la Palabra nos promete que se van a caer. Eso para que a usted no se le ocurra, de puro “buenón” nomás, ponerse a orar en su contra, sino para que usted aprenda a levantar una estrategia para poder fluir en medio de la crisis, no para oponerse a la crisis. Porque sería bien tonto ponerse a pelear en contra de lo que Dios ha dicho que iba a acontecer, no cree? Si usted puede cambiar la categoría de un problema, pues cámbielo; pero si no puede porque no está dentro de su alcance hacerlo, aprende a fluir dentro del problema. Preocuparnos, mientras tanto, no habrá de cambiar absolutamente nada.

(Verso 10)= Entonces les dijo: se levantará nación contra nación, y reino contra reino; (11) y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales en el cielo.

(Verso 20)= Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.

Muy bien, ahora estudiemos el contexto: aquí estamos tratando con templo físico y con el sistema religioso del día que ellos están viviendo. Era un sistema de adoración a Dios, pero ya no lo era. Había sido creado para expresar a Dios, pero ya no lo expresaba. Había sido un sistema creado para traer pura adoración, pero se había convertido en un centro de idolatría. Es decir: idolatraban al templo más que a Dios. ¡Qué afortunados somos nosotros de vivir en una época donde esto ya no sucede, verdad? Perdón; ¿Realmente no sucede?

La palabra “conmover” o “remover” que encontramos en la carta a los Hebreos, significa rechazar algo que no es deseado. Extirpar con violencia, remover o echar fuera. O sea que Dios está extirpando, rechazando, removiendo y conmoviendo las cosas que no son de su agrado y que están dentro de su propia casa. ¡Pero hermano! ¡Dios es amor...! Sí, es cierto, Dios es amor, ¡Pero también es Justicia y Fuego Consumidor! No lo limite ni lo trate de meter en una caja doctrinal doméstica.

El primer punto que le quiero presentar, es el siguiente: hay algo que representa a un sistema de adoración pero que se ha convertido en algo falso. Y al convertirse en falso, automáticamente se ha convertido en enemigo de la verdadera. Un sistema que fue creado como un sistema de adoración, hoy se ha transformado en un sistema de idolatría y, como consecuencia, ahora es oposición al verdadero adorador. Hay toda una estructura, un sistema que fue creado para adorar a Dios, que ahora se ha convertido en falso porque hoy adora más al sistema y la estructura que al destinatario del sistema, ¿lo puede entender?

Entonces, por eso es que Él nos da señales de las cosas que van a acontecer como una especie de aviso. Lo que estábamos leyendo aquí en los versos 10 y 11, nos aportan señales. ¿Qué dice? Nación contra nación, terremotos, pestes, señales que va a haber un gran sacudimiento. ¿Cómo? Lo vimos a través de Lucas 11:49: va a enviar más profetas y apóstoles para resolver el “ay” de los líderes de la iglesia.

Pero luego vemos, más abajo, que Él comienza a dar otro tipo de señal que nos indica mejor el día. ¿SE recuerdan que Joel hablaba algo así como que no iba ni siquiera a alumbrar el sol? Más allá de las interpretaciones, como nuestro Dios es un Dios soberano y para Él no hay cosa imposible, es probable que haya señales cósmicas, pero también los hijos profetizarán, las doncellas y los viejos soñarán sueños (Por las dudas, pastor, ya no los margines en tu congregación) y los jóvenes tendrán visiones. ¿Cuándo sería esto? Ni lo dude: se refiere a Hoy. Él escribía, en su tiempo, a una palabra profética y, para ello, utilizaba las formas y el lenguaje de su tiempo. Lo mismo usa el escritor Lucas. El doctor escribe. En el verso 25, lo siguiente:

(Lucas 21: 25)= Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes confundidas por causa del bramido del mar y de las olas. (El mar. ¿Y qué es el mar? ¿Usted cree que está hablando del Atlántico, del Pacífico o del Mediterráneo? Dios es soberano y habla de lo que se le ocurre, pero aquí, mar es muchedumbre, gente, la humanidad. Bramando, rugiendo; la tierra gime a una y aguarda ansiosamente la manifestación de los hijos de Dios) (26) desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; Porque las potencias de los cielos serán conmovidas.) Mire: yo no sé cómo lee las cosas usted, pero si fuera yo, remarcaría. Subrayaría esto. Porque fíjese que la gente, mayoritariamente, y hablo de gente de iglesia, está esperando catástrofes, pero tengo que decirle que seguidamente voy a mostrarle cómo es que Dios habla).

(27) entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

He apartado esta línea para colocar una acotación de suma importancia: la palabra NUBE que vemos en este pasaje, en los originales, es la palabra NEPHOS. Regístrela, manténgala cerca suyo anotada. Que no se le olvide. Y después dice que vendrá con poder y gran gloria.

(28) Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguios y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.

Note que la reacción es de júbilo y no de temor. Es que cuando llegue ese día, los justos podrán levantar la cabeza y gozarse y decir: ¡Al fin! ¡Mi redención llegó! ¿Y cuál es mi redención? La destrucción del sistema religioso. Ahora dígame la verdad con la mayor transparencia que tenga y sin la menor muestra de religiosidades declamatorias: Usted, que es fiel, sincero, justo, recto: ¿Tendría algún problema si el sistema religioso actual dejara de existir? ¿Tendría que lamentar la pérdida de algún cargo, posición o hasta quizás un salario? Mire mi amigo: cuando Babilonia cae, en Apocalipsis, todo el mundo está llorando su caída, excepto dos grupos: los apóstoles y los profetas. ¿Se imagina por qué ellos no lloran la caída de Babilonia? Exactamente, acertó: Porque ellos han sido los que han ocasionado esa caída...

En el verso 25, vemos que hay señales cósmicas que tienen que ver con juicio, al igual que en Joel, muy parecido el lenguaje. Pero recuerde que Joel está tratando de hablarnos que en los tiempos finales, es necesario que exista una generación profética, que tenga visión, que los sueños se conviertan en algo que puede implementarse, que los hijos y las doncellas profeticen, porque los soles y las estrellas no van a tener sus funciones. Recuerden que en los tiempos de Joel, tanto en los caminos como en la navegación, la guía y la dirección eran a través del sol y las estrellas. Entonces Joel está tratando de avisarnos que en los días finales, aquellas cosas que nos daban seguridad habrán de borrarse y desaparecerán. Ya no tendremos ni marcas ni guías visibles. Entonces, en ese tiempo. Ya no sería una opción ser profético, sino una demanda, porque si no, nadie sabría para dónde ir.

Y así está la tierra hoy. No podemos confiar en la medicina, no podemos confiar en las películas, no podemos confiar en nada de lo que antes eran marcas terrenales estables. Aquello que nos prometía excelente seguridad cuando estábamos edificados en una buena posición, ya no existe. Estudiar mucho, ya no nos garantiza nada. Meter dinero en el banco (Y en Argentina de esto se sabe mucho), ya no garantiza nada y cambiar por el voto a nuestros gobernantes tampoco nos garantiza gran cosa. O sea que no hay dirección precisa, es necesario estar oyendo a Dios, ser profético y saber cuál será el o los próximos pasos. Si no, andaremos todos perdidos. Si en un mundo en crisis, que no tiene ninguna señal estable, no existe una iglesia profética, estamos todos perdidos. Y quiero que usted note que profecía, aquí, no tiene nada que ver con profetizar, sino en saber para dónde hay que ir. Es, concretamente, la habilidad para ver el futuro hoy y diseñar el camino a transitar. Lo que Joel estaba diciendo, no es que usted vaya a profetizar, sino que es necesario ser una generación profética. Hay que levantar los ojos de lo natural. Cuando los soles y las estrellas ya no alumbren el camino. Recuerde que los magos llegaron donde había nacido Jesús por un seguimiento. ¿Recuerda siguiendo qué? Sí, eso: era el único mapa que tenían.

Fíjese que el verso 25 dice que habrá señales en el sol, en la luna y las estrellas, y en la tierra angustia en las gentes. Quiero acotarle que “gentes”, son naciones. Entonces lo que dice es que las naciones estarán angustiadas, las personas andarán con una alta cuota de estrés. ¿Esto parecería algo contemporáneo, no es así? Hay perplejidad, gente confundida porque lo que antes servía de guía, ahora ya no le sirve, que no tienen ni la menor idea de cómo resolver este problema. El corazón de muchos hombres está desfalleciendo por temor a lo desconocido. Ese es el día presente.
 

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