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Tendencias Mundanas que Trivializan la Adoración

Las cosas van mal cuando los Cristianos buscan hacer que Dios sea agradable para los pecadores en lugar de buscar que los pecadores agraden a Dios.

Hay tres cosas que dominan la conciencia de la sociedad en que vivimos: el individualismo, la subjetividad y la autocomplacencia. La gente puede no darse cuenta, pero estas tendencias están degradando nuestra sociedad. Los Cristianos pueden también no darse cuenta pero estas tendencias se han filtrado en los conceptos que se tienen sobre Dios, la vida Cristiana, la iglesia y la adoración, y poco a poco las han ido degradando y trivializando.

¿Pero que cosa son el individualismo, la subjetividad y la autocomplacencia? ¿Y como han afectado la adoración? Analicemos esto:

El individualismo.

El individualismo le roba a las personas la conciencia de la comunidad que les rodea y las hace vivir centradas en si mismas sin depender de otros ni sentirse obligadas hacia los demás. En la adoración, este individualismo se manifiesta por la tendencia de los adoradores a adorar de acuerdo a sus deseos y su estilo personal.

La invasión del individualismo ha hecho que muchas iglesias se conviertan en una especie de “agencias de servicio” o de centros comerciales donde se le ofrece al individuo lo que este anda buscando. Los productos que se ofrecen son actividades, experiencias, música, instrucción y entretenimiento religioso para niños y jóvenes, mensajes motivacionales etc. Por otro lado, la gente según sean su personalidad y sus intereses particulares, escoge la iglesia que mejor le parezca. Por supuesto, sí más tarde esta ya no le satisface la abandona y se busca otra.

De esta manera la adoración se trivializa y se convierte en un asunto de gusto y conveniencia personal mas que en una ofrenda traída a Dios por un pueblo humildemente comprometido a obedecer su Palabra y a vivir en unanimidad y edificación mutua con su Iglesia.

La subjetividad

La subjetividad es una mezcla de irracionalidad y romanticismo. Tiene que ver con percepciones, intuiciones, sensaciones, imaginaciones y emociones.

La adoración contemporánea tienden a ser dominada por la subjetividad a la cual se le disfraza con términos bíblicos mal interpretados como “presencia de Dios”, “poder de Dios”, “libertad del Espíritu”, “manifestaciones del Espíritu” o “vida en el Espíritu”. El cristianismo bajo el dominio de la subjetividad no busca entender la doctrina bíblica sino “oír lo que Dios esta hablando en estos últimos días”. No se acerca a Dios para contemplarlo con reflexión sino para esperar que “se manifieste con poder”. No considera los mandamientos de Dios para aplicarlos y obedecerlos sino se concentra en las promesas de Dios para reclamarlas y experimentarlas.

Las premisas básicas de la subjetividad religiosa giran alrededor de un sutil menosprecio a la Escritura y una obvia exaltación a las experiencias místicas. Por ejemplo se dice que primero hay que llenar el corazón de fuego para luego obtener entendimiento; que a Dios no se le conoce meditando y estudiando las Escrituras sino experimentando su poder. Esto coloca la autoridad de las Escrituras en un nivel inferior, sin embargo a la mayoría de la gente que vive así su vida Cristiana se le hace difícil, a veces casi imposible, percatarse de este error. Además muchos cristianos confunden la adoración bíblica y reflexiva y reverente con la tibieza de algunas iglesias tradicionales la cual rechazan con mucha razón. También desconfían del intelecto a causa de muchos teólogos carnales que se han alejado de la verdad.

Desde mediados del siglo pasado los Cristianos comenzaron a tener la tendencia a despreciar el uso de la mente y de exaltar las experiencias irracionales, las sensaciones místicas y el romanticismo religioso. Estos énfasis han producido un tipo de adoración eufórica y emocionalmente gratificante pero han producido también una gradual degradación del sólido conocimiento bíblico acerca de la persona de Dios. De hecho, por causa del subjetivismo religioso muchos cristianos adoran sus imaginaciones acerca de Dios y no al Dios de las Escrituras.

La autocomplacencia.

Nuestra generación tiene como centro al ser humano y como meta su bienestar, felicidad y realización personal. Esas cosas son el dios y el culto de la época, y todo ideal, esfuerzo y devoción son gobernados por ellas.

Por ejemplo, las mujeres no quieren mas sentirse atadas a sus casas; los hombres no quieren mas ser los únicos responsables de proveer para sus familias; y los jóvenes así como los niños reclaman su derecho a ser y hacer lo que quieran sin la intromisión de los adultos. En otras palabras cada quien quiere tener su espacio para procurarse la mayor satisfacción personal posible en esta vida. Así que no es extraño que las industrias más ricas de la época sean las de la televisión, el cine, los deportes, las modas, los parques de diversiones, la música popular y el entretenimiento en general.

Tampoco es de extrañar que la sicología y las filosofías de auto-superación y la auto-estima personal sean tan populares a pesar de que por décadas han mostrado ser un experimento desastroso. Y la razón de su popularidad es que estas cosas nutren el ego y la autoestima de la gente.

Así, en la medida es que la autocomplacencia se ha infiltrado en la adoración esta se ha ido trivializando para hacerse mas grata y placentera a los adoradores. Es por eso que el afán de muchas iglesias hoy es tener una adoración creativa, con buenos equipos de sonido, dirigida por buenos “ministros de Adoración”, con buena “alabanza” y con música de calidad que no deje nada que desear a los asistentes. Todo esto para la gloria de Dios, supuestamente. Pero en su esencia esto no es sino la influencia del espíritu moderno de la autocomplacencia, aunque los que lo hagan no se den cuenta del origen erróneo de sus practicas.

No a nosotros oh Jehová, no a nosotros, sino a tu Nombre da gloria por tu misericordia y tu verdad. (Sal. 115:1)

V. G. C.