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Garantía: ¿Cómo saber que somos hijos de Dios?

El Prodigio de la Vida Eterna
Garantía: ¿Cómo saber que somos hijos de Dios?

Un mañana cualquiera, los titulares del periódico nos golpean directamente:

¡POLICIA ADVIERTE CONTRA OLA DE ESTAFAS!

Generalmente las noticias internacionales son las que acaparan la primera página del periódico, pero esta vez los editores han sentido que los estafadores que están defraudando a las personas jubiladas de nuestra comunidad son mucho más peligrosos que la creciente y desafiante mendicidad de las mayorías del mundo, el avasallante y alienante discurso de los grandes negocios, la manifiesta injusticia global, las poderosas armas nucleares y no nucleares que nos apuntan desde todas partes, el SIDA y demás plagas que azotan a la humanidad, el advenimiento de la nueva súper-recontra-cibernética casta que amenaza con extinguir hasta la más mínima chispa de consciencia y libertad, el terrorismo que asola la faz de la tierra, la desastrosa venganza de los poderosos de la tierra.

Sea que compremos un auto usado, hagamos donaciones o alguna inversión financiera, no queremos ser defraudados. Sólo hay una cosa peor que ser engañado por un estafador: que seamos nuestros propios estafadores, nuestros propios verdugos, y nos engañemos a nosotros mismos. La estafa que nos roba dinero es costosa mas la estafa que condena nuestra alma es fatal.

Cuando asciendas a la salvación personal desde el pecado, no te asegures por nada menos que no sea una garantía genuina, no una falsa garantía. Los fariseos creían que eran hijos de Dios pero Juan el Bautista los llamó “¡Generación de víboras!” (Mateo 3:7); y Jesús les dijo, “¡Vosotros sois de vuestro padre el diablo!” (Juan 8:44). No extraña, pues, que nuestro Señor profiriera esta solemne advertencia:

“No todo el que me dice:

‘Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos’.
Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’
Y entonces les declararé:

‘¡Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad!’“
(Mateo 3:7).

¡Qué tremenda conmoción: Llegar al final de nuestra vida terrena y descubrir que hemos estado practicando caos en vez de integridad! ¡Qué terrible despertar si tuviéramos que dar la cara a Jesús para descubrir que, en lugar de ser bienvenidos al cielo, estamos siendo arrojados de Su presencia! Aquí radica la gran tragedia del autoengaño.

A pesar de que el peligro del autoengaño esté pendiendo sobre nuestras cabezas, podemos saber con certeza que somos hijos de Dios. Esa es la única razón por la que el apóstol Juan, al escribir su primera epístola, dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13). Siete veces en esta epístola, Juan usa la frase “nacido de Dios”. Cuando tú resumes los versículos donde Juan hace tal enunciado, encuentras que éstos describen las “MARCAS DE NACIMIENTO” de los auténticos hijos de Dios.

ANDEMOS RECTO

Cuando eres “nacido de Dios”, no practicas el pecado: “Todo aquel que es NACIDO DE DIOS, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:9).

Ciertamente que los creyentes en Cristo tienen la capacidad de pecar, pero la idea que Juan quiere acentuar es que los creyentes en Cristo no tienen el deseo habitual de pecar. Dios ha plantado su divina naturaleza (“simiente de Dios”) dentro de nosotros; por tanto, hemos adquirido nuevas ambiciones, nuevos hábitos. Esto se enuncia con singular belleza en Segunda de Corintios: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (5:17). Los creyentes en Cristo no somos inmaculados, y no lo seremos hasta que veamos a Cristo; pero día a día pecamos menos … y menos … y menos.

Los creyentes en Cristo somos tentados; empero, no es pecado el ser tentando (Jesús fue tentado y Él fue el único ser humano inmaculado que jamás ha existido). El hecho de que no seamos sometidos constantemente a tentación o que no tratemos deliberadamente de involucrarnos en situaciones donde nos tentemos a nosotros mismos, indica claramente que Dios ha cambiado nuestros corazones.

Algunas veces una persona que ha sido esclava de un hábito dañino se convierte a Cristo, e inmediatamente ese hábito se va. Por años Samuel, miembro de una iglesia cristiana, se ha estado emborrachando secretamente todos los viernes en la noche, durmiendo la resaca los sábados todo el día y asistiendo fielmente a su iglesia cada domingo. Es obvio que, aunque Samuel es muy religioso, él jamás ha confiado en Cristo; mas un día cuando así lo haga, su sed por el alcohol se desvanecerá y él se convertirá en un fiel creyente en Cristo.

Sin embargo, por alguna razón, no todos los nuevos creyentes en Cristo disfrutan este tipo de liberación inmediata y se encuentran luchando constantemente para vencer a los viejos enemigos. Así, se mantienen continuamente preguntándose, “¿Acaso, habré nacido de nuevo?”. Para este caso en particular, es preciso señalar que el hecho mismo de que no quieran permanecer adheridos, atascados, a su viejo y pernicioso estilo de vida es una indicación patente de que nuevos y saludables deseos han sido plantados en sus corazones. Según Juan, el hecho de que los cristianos profesos amen el pecado—y que habitualmente se esfuercen en disfrutar el pecado— es una prueba fehaciente de que ellos realmente no han nacido de Dios. Comúnmente, esperamos que todas aquellas personas que no son salvas vivan “siguiendo la corriente de este mundo…haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos” (Efesios 2:2-3), mas los auténticos, los verdaderos, hijos de Dios no viven de esa manera.

En la medida en que Primera de Juan 3:9 enuncia lo que no es bueno, Primera de Juan 2:29 enuncia lo que es bueno hacer: “Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él”. Después que experimentas el nuevo nacimiento, descubres que tienes un nuevo deseo de obedecer a Dios y de hacer lo que es correcto, y este nuevo deseo se revela a sí mismo en las pequeñas cosas de la vida así como en las grandes también. Te encuentras haciéndote más y más sensible a los pecados que la cultura tiene a buen ver, tales como: el orgullo, la habladuría, la voluntad propia y el criticismo; entonces, en el maravilloso instante en que te das cuenta que estás minado por tales “bondades” con las que el mundo te abruma 24 horas al día, todos los días del año, hincas tu rodilla ante el Señor y le pides que te ayude a superarlas. No practicar el pecado (lo negativo) y practicar la integridad (lo positivo) son marcas evidentes del nacimiento del creyente.

AMEMOS AL PRÓJIMO

Cuando eres “nacido de Dios”, tu vida está motivada por el amor:

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ES NACIDO DE DIOS, y conoce a Dios” (1 Juan 4:7).

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, ES NACIDO DE DIOS, y todo que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él” (1 Juan 5:1).

Por cuanto “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16) y aquellos que son nacidos de Dios tienen la naturaleza de Dios dentro de sí, es totalmente lógico esperar que los hijos actúen como el Padre y manifiesten amor. ¡Recuerda! Lo que deseamos y lo que queremos depende fundamentalmente de la naturaleza que poseemos. Humanamente hablando, en la naturaleza de Felipe y Alicia está el disfrutar su visita a las librerías, no a las ferreterías, a los conciertos sinfónicos, no a las carreras de caballos. Es deseo de los creyentes en Cristo el querer experimentar y expresar el amor de Dios en un mundo que es básicamente egoísta y competitivo.

Una de las primeras evidencias de que se ha nacido de nuevo, es el ferviente deseo de estar con el pueblo de Dios. Cuando experimentamos “ el amor de Dios [siendo]…derramado en nuestros corazones” (Romanos 5:5), comenzamos a asistir a toda reunión que tenga que ver con la transmisión del mensaje, llámese Escuela Bíblica Dominical, Escuela Bíblica Vacacional, Escuela Bíblica Vocacional, reunión de jóvenes, de mujeres, de hombres, servicios de oración para hombres, para mujeres, e incluso “charlas” o “foros” en Internet. ¡Nuestros corazones claman por compañerismo en Cristo! En la medida en que andas el camino que Dios ha previsto para ti, los poderes que están en la Iglesia de Cristo, Su Cuerpo, te animan a que des testimonio a cualquiera doquiera seas llamado por el Señor; y entonces, cuando estás listo para esto, comienzas a servir en la posición que el Señor te confiere dentro de Su Obra, Su Cuerpo. Así, día a día, despiertas a la indescriptible y extremadamente gozosa REALIDAD de que eres una oveja de Cristo, ¡GLORIA A DIOS! Las ovejas de Cristo sólo quieren estar en el rebaño arrobadas por el amor de su Buen Pastor. La cristalización de este instante, ¡maravilloso instante!, operará un giro definitivo a tu vida de modo que aquella “realidad” mundana y decadente que antes percibías, en la que antes militabas, cobrará inusitado colorido; así, el mundo comenzará a aparecer ante tus ojos con perfiles bien distintos.

Al menos nueve veces en el Nuevo Testamento, Dios manda que nos amemos unos a otros; en el futuro, trataremos de elucidar estos mandamientos y de descubrir cuán prácticos son en realidad. Por ahora, sólo mantengamos presente que amor cristiano (ágape) significa tratar a los otros (prójimo) del mismo modo que Dios nos trata a nosotros. Esto significa que debemos abandonarnos a Su naturaleza dentro de nosotros para que nos motive todo el tiempo en cada relación que tengamos en nuestra vida.

VENZAMOS AL MUNDO


Cuando eres “nacido de Dios”, vences al mundo: “Porque todo lo que es NACIDO DE DIOS vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).

“El mundo” sobre el que Juan escribe no es el mundo de las personas o de el mundo de la creación, los cuales Dios declaró que eran buenos (Génesis 1:31). “El mundo” es el SISTEMA INVISIBLE en la sociedad humana que odia a Dios y se opone a Jesucristo y Su pueblo. Es la sociedad sin Dios, el “Egipto” del Antiguo Testamento y la “Babilonia” del Apocalipsis. En un excelente comentario sobre Primera de Pedro, Peter Davids define el mundo como “la cultura humana en su independencia y hostilidad hacia Dios”.

Cuando el presentador del telenoticiero dice, “Y ahora las noticias del mundo de los deportes”, él se está refiriendo no a un continente o planeta especial donde viven los atletas sino a todo el sistema de cosas que hacen posible a los deportes. “El mundo de las finanzas” incluye a la gente, las filosofías, las ambiciones y las organizaciones que constituyen el basamento del mercado financiero de las naciones. He aquí que Juan nos dice:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.

Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida,
no proviene del Padre, sino del mundo.

Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17).


Al destilar su esencia, esta advertencia nos dice que el mundo es: CUALQUIER COSA en nuestras vidas que nos aleja del goce del AMOR DEL PADRE y de hacer la VOLUNTAD DEL PADRE. Desde el punto de vista humano, esto pudiera no representar problema alguno, incluso pudiera ser “cosa buena”; pero debido a que esa “COSA BUENA” nos mantiene lejos del disfrute de Dios y de la obediencia a Dios, está claro que ésta es del mundo y, por tanto, mala. Más adelante lidiaremos un poco más con esta verdad bíblica.

Esta advertencia también nos habla acerca de cómo el mundo trata de influenciarnos. El mundo pone alta presión sobre tres áreas críticas en nuestras vidas: el cuerpo (“CONCUPISCENCIA DE LA CARNE”), la mente (“CONCUPISCENCIA DE LOS OJOS”) y la voluntad (“VANAGLORIA DE LA VIDA”). El SISTEMA DEL MUNDO nos presiona constantemente para que gratifiquemos nuestros deseos, actuemos del modo en que EL MUNDO piensa, satisfagamos nuestros EGOS y nos promovamos a nosotros mismos en el modo en que EL MUNDO SE PROMUEVE A SÍ MISMO. Vivimos en la plena “edad del goce sensual”, LA EDAD DE LA GRATIFICACIÓN INMEDIATA. Satanás, jefe máximo del SISTEMA DEL MUNDO, anda tocando CASI todo, y convirtiéndolo en deplorable basura.


Cuando Sarita era una joven creyente, pensaba que los cristianos mundanos eran sólo aquellos que consumían tabaco y alcohol, iban al cine, jugaban (o miraban) béisbol (fútbol, etc.) los domingos e iban a las escuelas de baile. Así, ella estaba “muy orgullosa” de sí misma porque no era culpable de estas transgresiones. Pero cuando Sarita fue madurando en la fe, rápidamente descubrió que su orgullo era tan mundano como cualquier otra de las actividades más arriba mencionadas, y que en su imaginación vivía escenas de fantasías que estaban bien lejos de ser agradables a los ojos del Señor. También encontró que una cosa buena como su amor por la lectura (NO DISPONÍA, Sarita, de INTERNET por aquellos días y la TV no tenía el papel estelarísimo que hoy tiene en la economía espiritual de la gente) podía consumir valiosísimo tiempo que ella podría haber invertido en el estudio de las Escrituras, orando y ministrando.

Cuando nacemos por vez primera, nacemos PERDEDORES; pero cuando nacemos OTRA VEZ, nacemos TRIUNFADORES. La muchedumbre “anda” en el mundo de pura vista (¡HOLLYWOOD QUE TRUINFA!), pensando que esto es disfrutar la vida (“¡ESTO SI QUE ES VIDA!”) y tener éxito (AMULETO POR EXCELENCIA EN EL SISTEMA DEL MUNDO); pero los creyentes en Cristo, venciendo al mundo, andamos en el mundo por la PURA FE. Sabemos que “el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17).

De modo que, si tú has confiado en Jesucristo y has saboreado “la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” (Hebreos 6:5), no estarás muy entusiasta acerca de lo que se te ofrece en “esta maléfica edad presente” de la cual Cristo te ha liberado (Gálatas 1:4). Verás que éste es un mundo oscuro donde tú TIENES QUE SER lumbrera, un mundo decadente donde tú DEBES MINISTRAR como la sal, un mundo muerto donde tú DEBER COMPARTIR la Palabra de vida. Este mundo es el único “cielo” que tus amigos no salvos, sin Cristo, conocerán a menos que tú les informes sobre el lugar que Jesús está preparando para Sí mismo y Su pueblo.

RESISTAMOS AL DEMONIO


Cuando eres “nacido de Dios”, vences al demonio: “Sabemos que todo aquel que ha NACIDO DE DIOS, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Juan 5:18).

Antes de que confiáramos en Cristo, “andábamos…conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia” (Efesios 2:2). Satanás nos tuvo en esclavitud; la peor parte de esa esclavitud fue que ¡CREÍAMOS QUE ÉRAMOS LIBRES! Pero cuando creímos en Cristo, Dios nos “libró de la libertad de las tinieblas y trasladó al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Detrás del “traslado” podemos ver la fotografía de los prisioneros de guerra que son movidos de un lugar a otro. Una vez fuimos prisioneros de Satanás; pero una vez que Cristo peleó la batalla y nos libró de los dominios de Satanás, nos convertimos en CIUDADANOS DEL CIELO que disfrutamos la LIBERTAD que tenemos en Cristo Jesús.

Algunas personas, lugares y actividades facilitan al diablo para que nos tiente; y ahora que hemos sido liberados del reino de Satanás, no tenemos deseo alguno de retornar deliberadamente a sus garras. Cuando oramos, “Y no nos metas en tentación” (Mateo 6:13), estamos pidiéndole al Padre que nos ayude de modo que no nos tentemos a nosotros mismos a través de la desobediencia.

No sólo somos cuidadosos cuando andamos sino también somos cuidadosos con lo que vestimos. Se nos ha dicho que “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11). La armadura descrita en Efesios 6:10-20 no es un lujo espiritual para la élite espiritual; es una necesidad para todo soldado creyente en Cristo que quiere ser un vencedor. Satanás puede venir como serpiente para engañar (2 Corintios 11:3), un león para devorar (1 Pedro 5:8-9) o un dragón para destruir (Apocalipsis 12); pero si nosotros confiamos en el Señor, la armadura nos ayudará a resistir exitosamente y vencer al adversario.



COMPAREMOS LAS MARCAS DE NACIMIENTO CON LAS MARCAS DE MUERTE

Para este momento, es muy probable que hayas percibido que las cuatro marcas de nacimiento que Juan menciona tienen una relación definitiva con la vida que vivíamos antes de que fuésemos salvados, las marcas de muerte que se describen en Efesios 2:1-3. Resumamos tal relación de la siguiente manera:

Las marcas de la vieja vida (Efesios 2:1-3)

- Vivíamos para este mundo (v.2)

- Éramos energizados por Satanás (v.2)

- Satisfacíamos a la carne (v.3)

- Nos complacíamos a nosotros mismos (v.3)

Las marcas de la nueva vida (1 Juan)

- Vencemos al mundo (5:4)

- Vencemos al diablo (5:18)

- Vencemos a la carne (2:29)

- Vencemos el egoísmo con amor (4:7; 5:1)

El hecho de que hayamos nacido en la familia de Dios no quiere decir que automáticamente derrotamos al mundo, la carne y al diablo de una vez por todas o que el egoísmo nunca se dejará ver su horrible cabeza otra vez. Si este fuera el caso, el Nuevo Testamento no contendría tantas admoniciones para que los creyentes peleen la buena pelea de la fe y venzan al enemigo. A la luz de lo que hemos dibujado a lo largo de los párrafos anteriores, consideramos lo que escribió Santiago a un grupo de creyentes de la iglesia primigenia:

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?
¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

¡Oh almas adúlteras!

¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo,
se constituye enemigo de Dios….

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo,
y huirá de vosotros.” (Santiago 4:1-4, 7).


Al leer estos versículos, descubrimos que aquellos santos tenían problemas con el mundo, la carne y el diablo. No sólo eso sino que tenían un severo caso de egoísmo que estaba corrompiendo su vida de oración y robándole bendiciones a su compañerismo. No, no hay sistema automático alguno que nos libre de estos enemigos de-una-vez-por-todas; pero, debido a que hemos nacido de nuevo, hay recursos disponibles para derrotarlos. En un futuro trataremos sobre tales recursos y sobre cómo emplearlos.

No obstante, antes de que hablemos sobre crecimiento espiritual y victoria, debemos considerar un aspecto particularmente importante de lo que significa estar en la familia de Dios: Adopción. Regeneración (el nuevo nacimiento) explica cómo entramos en la familia de Dios, pero adopción nos habla acerca de cómo disfrutar la familia de Dios.

¡Quiera el Señor bendecirte abundantemente!

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“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco,

y me siguen,

y yo les doy vida eterna;

y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”

Juan 10: 26-28



Publicado en:
http://www.forocristiano.com/

Por: Joshua C.