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La lluvia tardía

Ezequiel 34.26 Amos 5.8 Joel 2.23.


En la profecía bíblica es usada la imagen de la lluvia para hablar de la visitación de Dios a su pueblo. Los profetas hablan de la lluvia temprana y la tardía: Es necesario entender que para los profetas la iglesia y la primera venida de Jesús es algo todavía misterioso, pero desde nuestra perspectiva neotestamentaria podemos entender esta cuestión de las dos lluvias: En Joel habla de la primera lluvia para justificarnos o vindicarnos; esa es la primera venida de Jesús, en la que inauguró el año agradable del Señor, según su propia predicación en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4). La lluvia tardía, en el contexto de Joel, se trata de una visitación del Señor, un derramamiento de su Espíritu antes del día del Señor del AT, o de la segunda venida de Cristo. Antes de la segunda venida del Señor habrá un avivamiento que tocará a todas las naciones.
Para entender esta visitación del Señor es interesante entender el proceso hidrológico, como lo describe Ezequiel: El sol sale sobre la tierra y calienta las masas de agua. Esto produce la evaporación, y la condensación del vapor en forma de nubes en la atmósfera. De igual manera, el sol de las bendiciones de Dios sale sobre nosotros, llevándonos a orar, adorar, alabar y hacer llegar al Señor nuestras acciones de gracias como el vapor de agua: Toda esta actividad espiritual provoca una condensación en los lugares celestiales que preparan posteriormente la lluvia de la presencia de Dios sobre la tierra.

De este modo el Espíritu, al bendecir a la iglesia, la lleva a una actividad espiritual que prepara en los lugares celestiales el avivamiento a venir.

Una conclusión importante que sacamos de esta visión del avivamiento es que la iglesia tiene una parte de responsabilidad importante en la visitación de Dios; en la medida en la que respondamos al llamado que el Espíritu hace a la iglesia a la intercesión, la adoración y la alabanza, estaremos creando en la atmósfera espiritual un ambiente propicio para la lluvia de la presencia de Dios, de ahí deducimos que el avivamiento comienza en los corazones de los cristianos.

Un ejemplo es el pastor de la Asamblea de Dios de Bronwsville, Pensacola: Este hombre perdió a su hermano mellizo, y sumido en un gran desanimo, clamó a Dios durante dos años, arrepintiéndose por la carnalidad y la tibieza de la iglesia, y pidiendo a Dios un avivamiento: Dos años más tarde estallaba el avivamiento de Pensacola; podemos aprender de este avivamiento que la oración de un justo, como fue el caso de Elías (Sant 5.16-18), provocó la lluvia de Dios, tras dos años de condensación espiritual. De igual modo nosotros, con nuestro clamor podemos provocar una condensación que provoqué la visitación de Dios sobre la tierra.



Estorbos a la lluvia

Algunas de nuestras actitudes pueden impedir la lluvia de Dios sobre nosotros, y eso es lo que quisiera explicar en este punto:

· Cualquier actitud que nos centre en nosotros mismos, en vez de dirigirnos al Señor, está estorbando la lluvia: Por ejemplo la condenación, la falta de perdón, o la mundanalidad, el legalismo, son actitudes que van a provocar que nuestra oración esté más centrada en nuestras necesidades que en adorar al Señor y buscar su rostro.

· Las tradiciones religiosas es otro impedimento mayor para el avivamiento. Al tratar de sustituir la dirección de Dios en nuestras vidas o nuestra práctica de iglesia por nuestras tradiciones estamos estorbando la vida de Dios. El Señor es creativo y quiere tener un margen en la iglesia en el que Él pueda darnos nuevas direcciones, renovar nuestra alabanza, nuestra manera de interceder, nuestra vida cristiana, pero al sustituir al Espíritu por nuestro orden carnal, impedimos que Dios pueda darnos una nueva dirección. Con ello no quiero decir que no sea necesario tener ninguna organización, ni preveer el orden de un culto; más bien quiero decir que deberíamos estar preparados para que el Señor pudiese tener la libertad de cambiar algo que nosotros habíamos previsto, y que ello no suponga una crisis en la iglesia.

· El orgullo es un impedimento principal: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes (Sant 4.6). Si creo que mi vida personal y mi iglesia están en perfecto estado, y que no necesito nada más, estoy declarando que no necesito ningún avivamiento, y resisto al Señor. El avivamiento viene como la respuesta de Dios a los corazones sedientos y humildes, dispuestos a ser corregidos por el Señor, en vistas a mejorar.

· El temor de los hombres es otro impedimento: La Cruz significa el perder la respetabilidad del mundo, y la unción significa perder la respetabilidad de los tibios. Si vamos a temer lo que los hombres puedan opinar de nosotros, no estamos preparados para recibir la lluvia tardía. No podemos llevar la Cruz y tratar al mismo tiempo de tener la aprobación de los hombres; la Cruz es una locura.

· La oposición diabólica es otro factor que impide el fluir de la lluvia: El ejemplo lo tenemos con Daniel, que oró durante veintiún días antes de recibir una respuesta de Dios; el problema era la oposición de un principado diabólico.


Lo que favorece la lluvia de Dios

Por tanto arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor (Hechos 3.19)

El arrepentimiento es la actitud de nuestro corazón mediante la cual decidimos dejar de andar en nuestros caminos y nos volvemos a Dios. En griego se dice metanoia: Noia significa pendamiento, y meta quiere decir más allá; el arrepentimiento es un cambio profundo en nuestra manera de pensar, que afecta a toda nuestra vida, nuestro comportamiento: Esta actitud de corazón favorece la venida del avivamiento.

El mensaje del arrepentimiento no es tan solo para no cristianos; los creyentes debemos vivir igualmente ese cambio de actitud para favorecer la venida de Su lluvia. No olvidemos que Dios resiste al orgulloso pero da su gracia al humilde.

El Señor Quiere visitar su iglesia como la lluvia tardía que visita la tierra, y ello por gracia: Nuestra responsabilidad es la de responder con una actitud de corazón correcta. Dios envía el avivamiento donde ve los corazones sedientos de su presencia, de la misma manera que la TIERRA ESPERA LA LLUVIA PARA PODER GERMINAR, DAR VIDA. La lluvia es necesaria para la vida sobre la tierra como la presencia de Dios es necesaria para la vida de la iglesia.

 

Reflexión profética sobre el avivamiento por Carlos Veiga.