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La americanización de la cristiandad

Por: Gene Edwards


No hay nada que pueda prevenir
una Iglesia Universal Americana
o la americanización de la cristiandad
salvo el hallazgo de una expresión local,
peculiar y orgánica de la iglesia.

Sobre la versión en español:

Los traductores,

Eloy García (traducción principal)
e Hijo of Epafrodito (revisión)

desean que este libro os sea ameno, de fácil lectura y de mayor revelación para vuestro caminar.

Os lo dedicamos de todo corazón.

ESPAÑA/USA, 2002
NOTA DEL AUTOR

Al leer un libro la mente del lector se aproxima a algo que en círculos literarios se conoce como la voz del autor. A no ser que usted haya escuchado hablar al autor, o lo conozca personalmente, la imaginación debe proporcionársela. Es normal que dicha voz y la disposición del lector den vida a ese murmullo.

¿Puedo ayudarle a encontrar la voz de este libro? El libro está escrito sin malicia para nadie y con caridad para todos, salpicado con un tanto del humor y del acento de un nativo del este de Texas.

DEDICACIÓN


A la memoria
de Roland Allen,
quién nos avisó de todo esto
hace casi un siglo



CAPÍTULO 1

LA AMERICANIZACIÓN DEL CRISTIANISMO



Lo he visto dos veces a lo largo de mi vida
La primera vez me quedé perplejo y abatido.
Pero no había nada que pudiera hacer.
Tan sólo tenía diecinueve años.
Lo estoy viendo otra vez, pero esta vez tengo sesenta.
Ahora sí puedo hacer algo al respecto.
Esta vez, ¡tú también!


Europa occidental fue americanizada
Nada más concluir la peor guerra de la historia de la humanidad, Europa occidental se tragó hasta el codo el cristianismo americano. En aquel momento el continente europeo era un pila de escombros con sus gentes saliendo a rastras de sótanos y bodegas.

Mientras los europeos se deshacían de sus despojos, alzaron la vista y vieron barcos atestados de cristianos americanos. Llegamos para evangelizar Europa occidental. Nos quedamos para americanizarla.

Los cristianos americanos llenamos hasta el palo de la bandera carpas colosales y estadios gigantescos... y predicamos el Evangelio a millones. Cientos de miles fueron salvos.

Cuando la noticia de todo este alboroto llegó a los Estados Unidos, ¡llegaron muchos más de los nuestros! El dinero americano seguía lloviendo. Europa occidental se las tuvo que ver con el evangelismo americano. La mentalidad del cristiano americano barrió Europa occidental de un extremo al otro.

En aquellos días los cristianos europeos nos dieron la bienvenida. Después de todo siempre estábamos sonrientes, bien peinaditos, felices y emocionados. Les construimos escuelas bíblicas y les enseñamos nuestra forma de pensar.

Americanizamos el cristianismo evangélico de Europa occidental. Desde aquella época el evangelismo al estilo americano se ha extendido por la mayor parte del planeta. Algo similar ha sucedido con la práctica de la “iglesia”. (¡Corea, África y América Latina, por mencionar algunos!)

¿Podrían haber acabado mejor las cosas?

En aquel entonces los europeos tenían tres alternativas. (¡Desgraciadamente sólo estaban al tanto de dos!)


La Primera Alternativa
La primera opción que tenían los europeos occidentales era regresar al muerto proceder de sus iglesias antes de la guerra. ¡Los ministros europeos que eligieron este camino firmaron su propia sentencia de muerte! Hoy en día las iglesias más tradicionales de Europa son una sombra sin sol.


La Segunda Alternativa
La segunda opción era imitar las versiones americanas del cristianismo. Era fácil. Estábamos inaugurando a diestro y siniestro escuelas bíblicas, centros de retiro y grupos misioneros, nos dedicamos a implantar nuestros movimientos denominacionales e interdenominacionales.

(Ninguno de nosotros lo sabía en aquel momento, pero estábamos inventado lo que más tarde vino a conocerse por “iglesias altruistas”.)

Los americanos ¡teníamos dinero para dar a los cristianos de Europa occidental! Toneladas de dinero. Todo cuanto tenías que hacer para conseguir parte de ese dinero era unirte a alguna de las decenas de misiones americanas, denominaciones, organizaciones evangelísticas o escuelas bíblicas que os habíamos traído a golpe de timón y container.

Entonces recibías nuestra bendición y nuestro dinero. A cambio nosotros te americanizábamos.

Las iglesias europeas que tragaron con el formato americano de la fe cristiana crecieron. Nunca olvidéis ese hecho. Aquellas iglesias americanas florecieron. Crecieron mucho. Tuvieron éxito.

Repito: Las iglesias europeas al estilo americano se extendieron por toda Europa y tuvieron éxito. Las iglesias tradicionales europeas decayeron.
Las mejores y más grandes iglesias –y seguro que las de mayor actividad– de la Europa de hoy en día pertenecen a la versión americanizada de la iglesia.

Queridos europeos occidentales, nosotros los americanos americanizamos vuestras iglesias europeas. Así fue. Jamás se os ocurra pensar lo contrario. Nosotros os americanizamos.

Hicimos lo mismo en la América Latina y en casi toda África. Y esto nos lleva ahora al asunto de Europa del Este. La única razón por la que no americanizamos las iglesias de Europa del Este fue gracias a las armas comunistas de aquellos días.

¡Ahora, queridos europeos orientales, os toca a vosotros ser americanizados!

Vamos allá. ¡No! ¡Ya estamos aquí! Hemos llegado. ¡Europeos orientales, en este mismo momento ya estamos trabajando con sudor y con ahínco para americanizaros! Os estamos ofreciendo nuestra versión americana del cristianismo y de la iglesia.


Universalidad VS expresión local
Esta universalidad es algo que la cristiandad ya ha conocido antes. Los católicos romanos iniciaron esta práctica, y con mano de hierro mantuvieron a toda la cristiandad en una sola iglesia ¡durante mil años! Más tarde, cuando surgieron otras denominaciones, practicaron aquello de “una, unida, sólo una”.

Cada denominación de la cristiandad tiene algún rasgo distintivo en su forma de “hacer iglesia”. Esta “forma” no cambia sea cual sea la nación o cultura en la que se implante ese movimiento. El guión no se improvisa. ¡No se realiza ni un sólo cambio!

Cada iglesia altruista tiene su propio “manual de instrucciones” y usa ese manual de instrucciones con cualquier país o cultura al que accede. No se cambia nada del manual. ¡Ni un solo acento!

Pero ya hemos dejado atrás el pequeño universo de los caminos denominacionales. Estas prácticas hallan cobijo bajo este limitado círculo de influencia. Nos enfrentamos a una categoría mucho mayor: ¡el tren mental americano como patrón de medida de todo el cristianismo evangélica! La cultura cristiana americana como único formato al que tienen acceso los creyentes nacidos de nuevo... sin importar dónde vivan. Una iglesia americana a escala mundial, y una cristiandad americana a nivel mundial.

Que oscuro y terrible será ese día, ¿o ha llegado ya?

¿Tú qué piensas?

Y esto nos lleva a la tercera alternativa. Esta es la tercera opción a la que ahora tienen que enfrentarse en Europa del Este. ¡Esta es la opción que los europeos occidentales se perdieron! A los europeos occidentales no les hará daño probar otra vez, ni tampoco a todas las tribus, lenguas y naciones de esta tierra que ahora forman parte de la fe cristiana americanizada. De lo contrario, la universalidad volverá a ganar la partida en este mundo. No necesitamos una iglesia Americana universal más de lo que necesitamos una iglesia Romana universal. No nos podemos permitir el lujo de vivir una segunda Alta Edad Media religiosa.

En el próximo capítulo voy a hablar con mucha franqueza con los cristianos de Europa del Este. (Los que viváis en otras partes del mundo estáis invitados a escuchar porque esto nos afecta a todos por igual). Llegamos ya a la tercera opción. Es bastante mejor que la primera y, sí, también es mejor que vuestra segunda opción.






















CAPÍTULO 2
LA TERCERA ALTERNATIVA


Europeos del este, escuchad con mucha atención. Nunca olvidéis que nada más terminó el holocausto de la II Guerra Mundial las iglesias de la Europa del Este aún tenían una tercera posibilidad. De hecho, ¡todos los que leen este libro todavía tienen una tercera alternativa! En el caso de las iglesias de la Europa del Este: (1) Podríais haber abandonado vuestros 400 años de muerte. (2) Podríais haber rechazado la americanización de la iglesia europea occidental. (3) Os podríais haber lanzado a mares no reflejados en cartas de navegación para terminar descubriendo una expresión de la ekklesia auténtica, nueva –única en su género–, local e indígena que encajara a la perfección con vuestra cultura.

¡Pero no hiciste nada de eso, Europa occidental!

¿Tú qué vas a hacer ahora, Europa oriental?

En este mismo instante, aquellos de vosotros que seáis nativos de Europa del Este, os estáis tomando las mismas directrices que Europa occidental después de la guerra. Pero nunca lo olvidéis; hay una tercera alternativa. Vosotros, sólo vosotros, podéis ahora escoger.

Miedo tengo a que algunos de vosotros os aferréis a la primera opción. Puede que indignados con la americanización de las iglesias de Europa del Este rechacéis el tercer camino, ¡¡escogiendo así quedaros donde estáis!!

Tenéis que cambiar
Queridos cristianos de Europa del Este, vuestras iglesias están muertas... afrontad la realidad. Vuestro primer paso es reconocer y admitir la muerte absoluta de vuestras reuniones eclesiásticas.

La forma de reuniros el domingo por la mañana es aburrido y terrible. ¡Admitidlo! ¡Enfrentadlo! Este es vuestro primer paso. Vuestras iglesias carecen de todo atractivo para vuestros conciudadanos. Quedáos así y vuestra propia gente pasará por encima de vosotros. ¡Para nunca regresar!

Seguid con vuestras horribles reuniones los domingos por la mañana y moriréis de una muerte lenta, sin que siquiera se note y nadie se dé cuenta. A nadie le importará. Entonces ¿dónde irán los creyentes? Tres calles más abajo, ¡a la iglesia americanizada! Es esta una nueva era de la historia del cristianismo en Europa del Este. Cambiad o morid. Vuestra gente, vuestros compatriotas están cambiando. Tenéis que cambiar con ellos o ser ignorados.

Esta era no le pertenece a aquellos de vosotros que ministráis – ni a aquellos que asisten – a las iglesias del pasado. Hace tiempo que la forma en que os reunís perdió su atractivo. No pertenecéis a esta época. Sois un anacronismo. ¡Seguid reuniéndoos y haciendo “iglesia” como estáis haciendo ahora y moriréis!

Vuestra primera opción ni siquiera es una opción. ¡Tenéis que cambiar!

Esto nos lleva a la segunda posibilidad... ser americanizados. Mirad a vuestro alrededor. Está sucediendo ya por toda Europa del Este. ¿Acaso ya ha empezado en tu vida? ¡Es probable! ¿Acaso el dinero americano y los métodos americanos han entrado ya en tu vida y en la vida de tu iglesia? ¿Y tus amigos? ¿Tu ciudad? ¡Tu gente!

Aunque te niegues a ser americanizado, serás americanizado. Cuando las iglesias altruistas americanas se difuminen por toda Europa, cuando te hayan cercado, cuando todas las iglesias de tu zona se hayan americanizado... sencillamente la gente de tu iglesia se irá y te abandonará. Se irán allí. ¡Se irán adonde las cosas son nuevas, frescas y excitantes!

Nunca lo olvidéis. La versión americana del cristianismo es excitante. (¡Aunque para alguno de nosotros que somos americanos la iglesia americana es una vergüenza a nivel mundial! Hay millones de nosotros aquí en América que creemos que la iglesia americana es un cadáver. ¡El hecho mismo de que se esté exportando la versión americana del cristianismo nos resulta chocante!)

A vuestra gente joven más que a cualquier otra cosa les gusta ser americanos. Para la gente joven ser americano está entre las cosas más atractivas que existen en este mundo. ¡Vuestros jóvenes será americanizados!

Jamás subestiméis el poder de la americanización de los cristianos. Ya hemos tenido éxito en americanizar la iglesia protestante en Latinoamérica, África y Asia. Acabarás uniéndote a ellos o pasarás de moda. También puede que acabes con un puñetazo en la cara. Está dentro de lo posible que los americanos os lleguemos a atacar si os negáis a formar parte de la americanización de la fe cristiana en vuestro país.

La Otra Alternativa
¡Tienes una tercera opción! Este camino implica esto: (1) Abandonar tus podridas estructuras heredadas de la reforma, es decir, deja de hacer las cosas como las estás haciendo. (2) Negarte a ser americanizado. (3) Por último, sacar la cabeza del agujero con una expresión de la ekklesia que es mejor que todo lo que los americanos e ingleses tienen... mejor que cualquier cosa que los americanos puedan haber soñado o imaginado.

¿Y qué forma podría ser esa?

La ekklesia al estilo del siglo primero.

Vuelve a la excitación, la gloria, la libertad, la participación y la funcionalidad de la ekklesia primitiva.

Ella, la ekklesia, es más atractiva para tu gente que cualquier otra cosa de este mundo, incluyendo a la iglesia americanizada.

Permíteme que te presente algunos términos nuevos: “orgánica” —hija de vuestra tierra— “una expresión de la iglesia que es una expresión de vuestra propia cultura”... “la iglesia espontánea e indígena”.

¡Una expresión espontánea, indígena y orgánica de la iglesia! Leed esas palabras detenidamente. Orgánica. Hablo de una expresión de la iglesia que es oriunda de tu país. Descubrir una expresión de la iglesia que encaje con tu cultura. Que se descubre, no que se importa.

De esto es de lo que trata este libro.

Y no sólo este libro. Ahora ya tienes varios libros a los que puedes ir en busca de ayuda si te atreves con esta tercera opción .

Estos libros te pueden ayudar a no ser americanizado. Pero eso no es todo, y es que están diseñados para ayudaros a descubrir por vosotros mismos una experiencia indígena de la ekklesia en vuestro país.

En el último análisis lo que vamos a tener que hacer es empezar de cero. Vamos a tener que ignorar más o menos la situación actual... ¡o quizás lo mejor sería intentar imaginar que no existe! Vamos a tener que mirar a este planeta como si estuviera necesitado de iglesias... casi como si este mundo tuviera muchos creyentes pero no tuviera ekklesia alguna.
Lo que luego ha de llegar es una nueva casta de obreros. Fundadores de iglesias que levantan iglesias que sean algo totalmente singular a nivel local. Iglesias en las que el pueblo mismo descubre cómo expresar la “iglesia” y “la vida de la iglesia” en su área local. Tenemos que ver una nueva estirpe de fundadores de iglesias que fundan iglesias indígenas y orgánicas. Hombres que viven y mueren con ese fin.

Ahora me gustaría contar una historia.

Aconteció en Hungría.








CAPÍTULO 3
CÓMO SER IGNORADO


Líderes cristianos de todo el mundo se habían reunido en Budapest. ¿Causas? Planificar la evangelización de Europa del Este. La reunión se denominó Cumbre Internacional para la Evangelización del Mundo. Ciento cincuenta personas se encontraban presentes y sólo con previa invitación.

Me invitaron a mí.

Estuve escuchando una semana.

Lo que oí fue lo mismo que había oído 40 años atrás cuando era estudiante de seminario. Nada había cambiado. ¡Nada!

Mi más vivo recuerdo de aquella conferencia fue la conversación que sostuve con un pastor local húngaro. Al igual que yo, era Bautista. Nuestra conversación estuvo muy animada y acalorada. Ambos lamentábamos la americanización de los cristianos húngaros. Estas fueron las últimas palabras que mantuve con él:

Hungría será pronto el país más avanzado y moderno de Europa del Este; pronto se unirá a Europa Occidental. ¡Pero acuérdate de lo que te digo! De aquí a diez años el pueblo húngaro será un pueblo próspero y, poco después, Hungría se convertirá en una de las sociedades más trabajadoras y materialistas del mundo, rivalizando con Alemania y Japón en materialismo. ¿Cómo va a afectar esto a las iglesias de Hungría? Hungría es el centro de la Reforma de Europa del Este; los líderes húngaros están muy orgullosos de su herencia... hasta tal punto que estáis encadenados corazón y alma a unos servicios eclesiásticos que fueron inventados ¡hace casi 500 años! Ten por seguro que la mayoría de vuestras iglesias y la mayoría de los ministros húngaros no van a cambiar. Pero de aquí a diez años la expresión actual de la iglesia será irrelevante para la Hungría secular y materialista. Los húngaros no estarán en vuestras iglesias porque estáis 500 años por detrás de sus necesidades.

Hungría aún necesitará a Cristo, pero vuestra forma de hacer iglesia estará totalmente obsoleta y el pueblo de Hungría os ignorará.

Tenéis dos alternativas: americanizaros en vuestro quehacer –algo mejor de lo que tenéis ahora, y algo que será más atractivo–, aunque también será vergonzoso para los húngaros.
La segunda alternativa: resurgir de la oscuridad con algo mejor.
Queridos cristianos de Hungría, salid de la madriguera con algo mejor.
Estas mismas palabras se las digo a todos los lectores que no son americanos. “Sacad a la luz algo mejor, ¡Lo podéis hacer mejor!”

Rumanía
Checoslovaquia
Eslovaquia
Polonia
Albania
y el C.E.I

... ¡Salid a la luz con algo nuevo y revolucionario!

Existe algo más bello que vuestros caminos de antaño; existe un camino muy superior a ser americanizado por la invasión americana cristiana actual que vive vuestro país.

Pero necesitará osadía por vuestra parte. Mucha osadía... y mucho coraje.

¿Qué camino tomaréis? ¡Os sugiero que intentéis algo tan radical que tan solo los más cristianos de entre los hombres puedan seguirlo!

¿Una nueva raza de obreros cristianos?

¿Fundadores de iglesias totalmente entregados a una expresión absolutamente nueva de la iglesia? ¿Iglesias sin edificios? ¿Iglesias en casas? ¿Iglesias orgánicas? ¿Iglesias sin pastores? Iglesias que descubran por sí mismas la expresión cultural de la iglesia. Iglesias levantadas y después abandonadas a ellas mismas... sin líderes de ninguna clase... ¡a los seis meses de edad!

Los de corazón débil no tienen por qué seguir leyendo.

CAPÍTULO 4
LA HORA MÁS ACIAGA
EN LA HISTORIA DE LAS MISIONES


Como americano, me quedo petrificado ante la superficialidad de mi propio pueblo, un pueblo que anda sirviendo en tantos países. Esto es especialmente doloroso de contemplar en lugares recién abiertos al exterior. Me hipnotiza el poco respeto que te tienen, a ti, a tu cultura, y a tus costumbres. (¡La mayor parte de nosotros americanos ni siquiera sabemos que tenéis alguna!). Pero sobre todo, lo que no puedo entender es cómo somos capaces de hacer lo que hacemos. ¿Es que en América nadie estudia la historia de las misiones?

¿Es que nadie se acuerda de los libros de Roland Allen?

Este hombre clamaba por una reforma de las misiones británicas y americanas, y de la forma en que evangelizamos, y de nuestros métodos occidentales para fundar iglesias, y de nuestro trato despiadado hacia toda obra y obrero que no es occidental.

No escuchamos a Roland Allen. Continuamos americanizando el cristianismo.

Así pues, me aproximo al problema desde un ángulo diferente al de Roland Allen. No me estoy dirigiendo a los americanos ni a los ingleses. Me estoy dirigiendo a vosotros... a los que no sois americanos. Según escribo estas líneas estáis siendo americanizados. Depende de vosotros rechazar nuestro forma ajena totalmente a las Escrituras de abordar el evangelismo, las misiones, y –sobre todo– la fundación de iglesias.


Una Nueva Edad Media
Si permitís la americanización de vuestras iglesias, es bastante probable que todos nos deslicemos hacia una edad media en la que sólo la iglesia que haya sido americanizada se considere bíblica. Todas las otras expresiones de la iglesia serán combatidas, condenadas, atacadas e incluso acusadas de ser herejes. Tan sólo existirá una expresión universal del cristianismo... la versión americana. Tan sólo existirá una forma de pensar... la americana.


La Mente Americana.
Lo que ahora mismo os está ocurriendo en Europa del Este pone en seria evidencia la increíble ceguera de la versión americana del cristianismo. ¡Observa de cerca la cristiandad al estilo americano! ¿Es esto lo que quieres? ¿Es esto a lo que quieres que el cristianismo se parezca a lo largo y ancho del planeta?

Es un hecho irrefutable que nuestra aproximación cristiano-americana a Europa del Este, justo después de la caída del muro de Berlín, descubre la pobreza y desnudez de nuestra mentalidad evangélica americana.

Puedes aprender un buen tanto de los cristianos americanos si nos observas trabajar en Europa del Este o en cualquier otro país que se haya abierto recientemente al exterior y que está preparado para el evangelio.

La historia y los libros de Roland Allen nos han mostrado con toda claridad un hecho aterrador. Incluso cuando nosotros los americanos nos las damos de morros con nuestros errores y con la vergüenza de estos errores, ¡no cambiamos! Permíteme compartir un secreto contigo:

En general, los americanos somos incapaces de cambiar nuestros métodos.

También has de saber que los americanos no nos vamos a permitir el lujo de perder el control que ejercemos sobre ti.

(1) Te americanizaremos. Después de haberte americanizado, (2) te controlaremos. Si no podemos hacer estas dos cosas, poco o nada querremos ver contigo; puede que hasta te ataquemos. Esto lo hemos hecho en otros países, por todo el mundo.

Aunque somos culpables de la tiranía que imponemos sobre ti, aunque somos culpables por la falta de respeto –y la violación– de tu cultura, no estás exento de responsabilidad. Depende de ti encontrar un mejor camino que el camino americano. ¡No puedes quedarte ahí sentado salvaguardando el status quo y permitir que os americanicemos!

Tenéis que descubrir una práctica totalmente nueva de la iglesia y un acercamiento nuevo, revolucionario y radical al evangelismo. Tenéis que descubrir otra vez la iglesia indígena y orgánica en vuestra tierra, ¡¡por el bien de vuestra tierra!!

Nosotros los americanos no vamos a detenernos para pensar en los errores de nuestro pasado cuando abordamos miles de aviones e invadimos tu país con nuestro evangelio. ¡Esos errores fueron horrendos! Bien, pues todavía los seguimos cometiendo. ¿Quién de nosotros levantó la voz para protestar por la exportación de nuestros procedimientos? ¿Quién de entre nosotros ha clamado por... quién de entre nosotros exigió... “una expresión indígena del cristianismo” en Europa del Este?

Nómbrame un americano que se levantara y clamara, “¡Esta vez usemos el procedimiento de Pablo! ¡No cometamos los mismos errores una vez más! No hagamos lo que hicimos en África, China, India y Sudamérica”.

Los americanos no cambiamos en el pasado porque no se nos pasa por la cabeza que podamos estar equivocados.

Ha sucedido todo lo contrario, puesto que lo que ahora estamos haciendo es peor que cualquier cosa que hayamos hecho en el pasado. ¡¡De toda la historia de las misiones americanas y británicas, este es nuestro peor momento!!

Es la hora más aciaga de la historia de nuestras misiones desde la evangelización de Hawai. ¡Sí, Hawai! ¡Ese es el lugar donde los misioneros se hicieron millonarios a expensas de sus conversos!

Nuestra superficialidad americana planea a sus anchas por toda Europa del Este. Lo peor de todo es que nosotros los americanos, con una iglesia aquí en América gravemente enferma, os estamos imponiendo esa misma iglesia a vosotros.

Lo estamos haciendo sin hacer el menor esfuerzo por mejorar lo ya hecho. ¿Hay explicación posible para este insostenible comportamiento? La contestación es muy simple:

Somos así.

Sois vosotros los que tenéis que cambiar. Radicalmente. Nosotros no cambiaremos.


Una conferencia misionera en Alemania
Poco después de la apertura de Europa del Este asistí a una conferencia de líderes ingleses y americanos que ahora están trabajando en Europa del Este.

Durante la discusión traté de dirigir la atención hacia nuestra insensible y aplastante actitud americana. Traje a colación nuestra conducta tan poco ética, nuestra incesante falsedad con las estadísticas, los informes distorsionados que enviamos a las centrales, la flagrante inmoralidad de levantar fondos con estas historias exageradas y falsas. También me referí a los ataques que los americanos hemos pertrechado contra los ministros cristianos nativos que tratan valientemente de oponerse a esa fuerte marea americana en Europa del Este.

Entonces relaté la historia de las misiones americanas en Nepal, volviendo a mencionar el escándalo de lo que hicieron los cristianos americanos en Nepal al destruir las iglesias indígenas de aquel país.

Hubo, por supuesto, una reacción. Varios hombres presentes negaron este tipo de errores en su grupo. “Nosotros no estamos haciendo eso en Europa del Este”. Un hermano me respondió, “Gene, ¿por qué nos pones sobre el tapete el caso más extremo?

Bueno, pues en aquel momento llegó la caballería.

Inmediatamente un rumano pidió la palabra: “Lo que Gene ha dicho no es el caso más extremo... es un caso típico... típico de lo que vosotros los americanos estáis haciendo por toda Europa del Este”.

Durante los minutos que siguieron ese hermano nos puso más verdes que una sandía. Nos contó verdaderas historias de terror de lo que los cristianos americanos habían estado haciendo en Europa del Este. Cuando terminó, se produjo un silencio sepulcral.

La conferencia siguió adelante. Nada cambió.

Queridos europeos del este... vuestra fe está siendo, y seguirá siendo, americanizada. Nuestros dólares americanos, de la mano de una muchedumbre encauzada hacia vuestros países, añadiendo más dinero sobre la mesa, americanizará la iglesia de Europa del Este de tu país, de tu ciudad. La americanización de Europa del Este es inevitable.

Si esto no es suficiente para hacerte parar y meditar, considera el próximo capítulo.

Es la historia de lo que nosotros los americanos hicimos con las iglesias nativas hijas del Nepal.

Te quiero hacer una advertencia, querido lector, puede que seas demasiado joven para leer el capítulo que viene a continuación.


























CAPÍTULO 5
EL ESCÁNDALO DEL NEPAL


¿Qué pasó en el Nepal? Esta es la historia de una nación diminuta, una nación tan pobre, remota y atrasada, que por lo menos era tan primitiva como el mundo de la época de Pablo.

No trates de imaginar un territorio con carreteras para unir las ciudades. Sólo hay caminos para cabras. Fuera de la capital, Katmandú, el analfabetismo es casi del 100%. Abundan las enfermedades.

El evangelio de Jesucristo estaba penado por la ley cuando la iglesia nació en Nepal.

Un día, un hombre nepalés fue salvado en la India. Se llevó el evangelio de vuelta a su tierra pagando un alto precio él y todos aquellos que creyeron. Su historia no tiene precedentes en el cristianismo.

A costa de mucha persecución, el Nepal llegó a ser bendecido con una expresión de la iglesia tan pura e intensa como la iglesia del siglo primero. La historia de la iglesia indígena del Nepal no tiene igual en la historia de la iglesia cristiana. Nada llevado a cabo jamás en el nombre de Cristo fue tan hijo de su tierra como las iglesias que maduraron en Nepal.

Si en los últimos 1700 años ha existido alguna vez una “iglesia del Nuevo Testamento”, ha sido en el Nepal. Para su propia desgracia no estuvieron a la altura del estándar mental americano. (¡Pablo tampoco lo habría estado, mucho me temo!).

¿Cómo llegó la fe cristiana al Nepal? No provino de occidente puesto que el evangelio llegó al Nepal treinta años antes de que el gobierno del Nepal permitiera la libertad religiosa. El evangelio llegó al Nepal por mano de un nativo. Llevó el evangelio a su pueblo ¡cuando la fe cristiana todavía estaba castigada por la ley! La iglesia del Nepal empezó sin la menor influencia de Occidente y de una forma totalmente ilegal.

Tomad buena nota de esto: Un nativo llevó el evangelio al Nepal. La iglesia que surgió en el Nepal ¡lo hizo sin la menor influencia del mundo occidental! Más tarde se demostró que este hecho tan simple sería lo que causó la ruina de aquellas iglesias.

La persecución por parte del gobierno del Nepal no detuvo una iglesia indígena, orgánica, nativa, con sus propias costumbres, cultura y prácticas. Pero lo que un gobierno pagano no consiguió, los misioneros americanos sí. ¡Los misioneros americanos y las instituciones altruistas destruyeron un gran número de iglesias indígenas del Nepal! En este mundo no puedes tener una iglesia totalmente pura, apartada de lo occidental y de lo americano... al menos es imposible sin consecuencias.

Lo que ocurrió en el Nepal cuando llegó la libertad religiosa ya se veía venir. Lo que allí sucedió ahora mismo está ocurriendo en Albania. Escucha Europa del Este, ¡también ha sucedido en más de 100 naciones de la tierra! Ha pasado en todos los lugares a donde los americanos e ingleses hemos llevado el evangelio. Aquellos de vosotros que sois nativos de Europa del Este tenéis que estar al tanto del lado oscuro de las misiones americanas, del evangelismo, y de las instituciones altruistas. ¡Tenemos nuestra propia forma de ser éticos y civilizados! (Por supuesto, ¡todo en nombre de las almas perdidas!)

¿Qué es lo que pasó? Antes de la libertad religiosa en el Nepal existían unas leyes muy duras en contra de la fe cristiana, prohibiendo entrar al país a ningún misionero, y cuando esas leyes cambiaron ¡nuestras organizaciones interdenominacionales evangelísticas (“iglesias altruistas”) llegaron por enjambres al Nepal! Llegamos al Nepal con la misma mentalidad y los mismos métodos de los que ahora nos valemos mientras avasallamos Albania, Rumania, Rusia, y en el resto de los países del C.E.I y de toda Europa del Este... ahora mismo.

Entre un país y otro sólo hay diferencias en el grado de agresión, en el desdén por lo que no es americano, y en la virulencia de nuestro ataque hacia las iglesias que no son americanas. ¡¡Sólo que la agresión fue mucho más palpable en el Nepal!!

Miramos a una iglesia que no se parecía en nada a lo que habíamos visto anteriormente y nos quedamos horrorizados. Como la iglesia no era occidental, lo que veían nuestros ojos era cosa rara e inferior.

Los americanos somos incapaces de concebir un evangelio o una iglesia que no sea occidental, ni a un obrero cristiano que no esté completamente mediatizado por el mundo occidental.

No podemos ver una iglesia que sea válida, de acuerdo a las Escrituras, o una verdadera iglesia, si no se parece a nuestra iglesia modelo. Según nuestros ojos, por su propia naturaleza, un evangelio semejante debería ser obligatoriamente clasificado como algo erróneo y sin bases bíblicas. Y si por alguna razón se convierte en un gran éxito, para mayor vergüenza lo llamaremos “secta”, aunque seamos muy conscientes de que no lo es.

¡Estáis advertidos! El hecho de contar la historia del Nepal no nos va a hacer cambiar, ni cambiará la crueldad que a veces exhibimos en tierras extranjeras. Podemos atacar y llegar incluso a destruir a los obreros nativos que traten de llevar a cabo un trabajo orgánico en las tierras a las que hemos accedido.

Únete a nosotros o sufre las consecuencias resume a menudo nuestra actitud hacia el trabajo nativo que no se ve influenciado por Occidente.

Nepal no es más que una ilustración de muchos casos similares. En una historia de una obra nativa y de un fundador de iglesias indígena. Es la historia de lo que sucedió cuando su obra y las iglesias que levantó se cruzaron con el huracán del evangelismo americano explosivo, con las misiones americanas, con los misioneros americanos y con las organizaciones “altruistas” americanas.

Mi esperanza es que cuando leas esta historia, ésta pueda cambiarte. Es poco probable que nos cambie a nosotros, a los americanos, inclusive después de haberla leído. Tenemos un estilo propio para escurrir perfectamente el bulto siquiera ante la peor de nuestras conductas mientras corremos a evangelizar.


La iglesia orgánica del Nepal
Mientras escribo estas mismas líneas la iglesia del Nepal está siendo aplastada sistemáticamente por instituciones “altruistas”americanas, misiones, y misioneros. Esto es cierto sobre todo en las ciudades y pueblos de fácil acceso para los occidentales.

Cuando los misioneros llegaron al Nepal (unos 3 años antes de escribirse este libro, en 1990) había 30.000 creyentes en ese país. La ekklesia era la más pura y elegante que la historia moderna ha conocido. Era orgánica hasta la médula en su forma de expresarse.

Este hermoso drama treintañero empezó a saborear su fin cuando los cristianos americanos y su evangelismo explosivo acudieron... ¡por bandadas! Literalmente llegaron allí miles de misioneros “de prácticas de un mes”. Se asentaron en la capital las oficinas centrales de media docena de organizaciones altruistas. El evangelismo americano golpeó al Nepal. Las noticias de los fantásticos resultados se anunciaron a bombo y platillo por todo el mundo. El dinero empezó a llover.

Cuando los americanos vimos las iglesias locales lo que vimos fue un fracaso rotundo. La iglesia indígena del Nepal no evangelizaba al estilo americano.

Vimos al hombre, a su obra, a su pueblo, a su iglesia... y vimos un fracaso.

Lo que aquel sólo hombre hizo en Nepal fue uno de los más grandes logros cristianos de toda la historia de la cristiandad. En opinión del autor, era difícil que los creyentes hubieran estado mejor. La Palabra prevalecía. El Nepal escuchaba el Evangelio. Lo mejor de todo: la iglesia estaba siendo fundada de villa en villa, y los conversos ganados por aquellas iglesias se mantenían. Se mantenían en el Cuerpo de Cristo. La evangelización del Nepal marchaba con paso firme. Estaban haciendo algo que nuestro evangelismo chillón jamás había hecho. Se estaba al tanto de los conversos. Se mantenían en las iglesias. Al contrario que nuestras iglesias “altruistas” la ekklesia conservaba a los conversos, y los conversos funcionaban en la ekklesia.

Cegados ante la posibilidad de una ekklesia orgánica, sirviendo a un dios llamado “la evangelización del mundo en una generación”, y saturados de un evangelio ajeno a la iglesia, los americanos no nos enteramos de qué iba todo esto. Si no vemos nuestros métodos, nuestra mentalidad y nuestro evangelismo, ¡sólo vemos fracaso!

Puede que la más preciosa posesión de aquellos cristianos del Nepal, algo de lo que nosotros los americanos somos completos ignorantes, era el hecho de que el evangelio estaba inexorablemente unido a la vida de la iglesia. El suyo no era el concepto occidental de hombres corriendo por las ciudades predicando, ganando grandes cantidades de hombres para luego salir escopetados hacia el siguiente pueblo, ciudad, nación o planeta.

Al principio este hermano se desplazaba de aldea en aldea, predicaba el evangelio, reunía a sus conversos, y se quedaba con ellos un tiempo hasta que nacía una experiencia de la ekklesia. La iglesia se había convertido en el centro mismo de las vidas de los cristianos del Nepal, ¡como debe ser!

De hecho, así es como también debería ser en América. Pero esto es algo que los evangélicos occidentales no entienden. Para nosotros “iglesia” es algo que tiene que ver con una hora el domingo por la mañana. Los cristianos del Nepal andaban a años luz de distancia de los americanos en su entendimiento, experiencia y compromiso con la iglesia. La ekklesia era su vida misma... para ellos ¡la iglesia era su forma de vida!

Quizás su mayor equivocación fue hacer las cosas al estilo de Pablo. Estaban centrados en la iglesia. Local. Orgánica. ¡Indígena! Habían preservado la cultura de su tierra. Cuando un nativo del Nepal llegaba a las reuniones no se sentía como si acabara de llegar a Occidente.

Para los nativos del Nepal la iglesia no era un edificio con asientos. ¡Ni siquiera era una choza! Para ellos la iglesia significaba gente. Y esta ekklesia no era aburrida. Se había convertido en su estilo de vida.

Está de más mencionar que sus reuniones estaban vivas, y que todo el mundo participaba.

Una hermosa historia. La iglesia era una forma de vivir, una civilización, un estilo de vida... una comunidad de Cristo dentro del mundo.

Los americanos ni vimos ni nos preocupamos de mirar. No teníamos interés. En primer lugar ¡estábamos interesados en nuestras organizaciones americanas! Hechizados por nuestro mandamiento de evangelizar el mundo, ¡la ekklesia era algo que ni tan siquiera se nos pasaba por la imaginación cuando llegamos como hordas con la bandera bajo el brazo! La ekklesia no ardía en ninguno de los corazones que llegaron desde América al Nepal. No intentamos salvaguardar la iglesia orgánica que allí existía. Ni una sóla persona habló de este tema. ¡Llegamos, echamos un vistazo, y nos pusimos a robar! Comprábamos cristianos .

No nos detuvimos a observar que estábamos diezmando a aquellas iglesias ni que estábamos erradicando la expresión nepalesa del cuerpo de Cristo.

Nuestra propia agenda y nuestros procedimientos era todo cuanto teníamos en mente. Ni siquiera observábamos de reojo a aquellas iglesias como iglesias en sí. Tan sólo las veíamos como un lugar donde se conseguían adeptos. Esa falta de respeto por toda la cultura de un pueblo fue nuestra propia parodia nacional.
Lo que teníamos que haber hecho era habernos sentado a los pies de aquellos cristianos del Nepal y humildemente haber aprendido de ellos la vida de la iglesia.

Se perdió una oportunidad que sólo se vive una vez en la vida. ¡Se volvió a ver con buenos ojos la muerte en su propia colina de la iglesia indígena y local en otro país!... al menos en las ciudades y pueblos más grandes. La americanización de la cristiandad seguía su marcha.

Recapitulando: otra iglesia indígena destruida. Los cristianos de otra nación americanizados.

A aquellos queridos americanos les importaba un bledo la calidad de aquel pueblo y el sufrimiento por Cristo que habían experimentado. Los americanos sólo sabían que los cristianos nepaleses no hacían las cosas al estilo altruista americano. El estilo misionero. “¡The american way!”

Escucha, Europa del Este. Tú tienes una oportunidad. El Nepal no la tuvo.

Pero la historia continúa al igual que la tragedia.



CAPÍTULO 6
LA AMERICANIZACIÓN DEL NEPAL


Hoy, mientras lees estas líneas, las organizaciones americanas interdenominacionales del Nepal están contratando a los líderes de esas iglesias indígenas, apartándolos de la ekklesia, haciendo de esos hombres y mujeres parte integrante de su “plantilla”.

Antaño obreros orgánicos cristianos, ahora empleados de las organizaciones americanas.

En este mismo instante, los misioneros americanos y los empleados de las iglesias altruistas están introduciendo nuestra música, nuestras sillas bien alineadas, nuestro formato de servicio americano, nuestro sermón americano y nuestro ritual del domingo por la mañana a los cristianos que una vez formaron parte de una expresión orgánica del cuerpo de Cristo en el Nepal. Antaño, aquellos cristianos del Nepal se reunían en casas, cantaban canciones nepalesas, funcionaban y participaban; ahora se sientan, mudos, en edificios de tinte americano.

¡Que Dios nos ampare, estamos dando al Nepal nuestro servicio religioso americano del domingo por la mañana! Alguien al frente dirigiendo las canciones. ¡Alguien predica un sermón! ¡Nuestro ritual ha triunfado otra vez! ¡La participación en las reuniones del Nepal ha desaparecido! ¡Dios nos perdone! Hemos americanizado a los cristianos nepaleses. ¡¡Hemos destruido la iglesia !!

La iglesia laica está desapareciendo de la faz de la tierra ahogada bajo el papel verde del dólar americano. ¡Se está extinguiendo una expresión de Cristo que es propia del Nepal!

¡Los americanos lo hemos vuelto a conseguir!

Roland Allen hizo esta misma observación hace años cuando se dio cuenta de que ésta había sido nuestra forma de obrar desde el principio de las misiones. Hemos sido expertos en hacer lo que hicimos en Nepal... ¡durante más de 200 años!

Nos pusimos a evangelizar el mundo allá en el año 1890, cuando pusimos en órbita la primera institución con el lema: “la evangelización del mundo en una generación”. Fracasamos en evangelizar el mundo en una generación. Pero tomad nota de esto. Nos falta muy poco para conseguir un éxito total. ¡¡Estamos a punto de consumar la tarea de americanizar todo el cristianismo evangélico a nivel mundial!! Nos arremangamos para a llevar a cabo algo que considerábamos bueno. Estamos a un tanto de producir un desastre de tal magnitud, tan grave, que a lo mejor se necesiten mil años para enmendarlo.

Nunca evangelizaremos el mundo si nos mantenemos ajenos a la iglesia indígena y orgánica.

Pero hemos tenido éxito en americanizar la fe cristiana.

Dondequiera que hemos ido, nunca hemos tratado de preservar o impulsar una expresión cultural de la iglesia; ni siquiera en el caso del Nepal se nos pasó por la cabeza detenernos y aprender de uno de los obreros cristianos más increíbles de toda la historia de la iglesia. No podemos concebir que un creyente de piel oscura pueda saber más de los caminos de Dios que todos nosotros juntos. ¿Es que acaso un nepalés podía enseñarnos algo? Ese amado fundador de iglesias nepalés, un gigante de la historia de la iglesia bajo cualquier criterio, fue pisoteado, sus iglesias fueron saqueadas y –aún a día de hoy– su trabajo es criticado y es objeto de burla.

Tened claro este punto. Aquellos misioneros americanos y su plantilla altruista religiosa han arruinado el nombre de ese querido obrero del Nepal. Trataron de arruinar su nombre a los ojos de los nepaleses y de los occidentales. ¡Qué ignominiosa farsa! ¡Qué crucifixión!

¡No podíamos liar las cosas más de lo que hicimos!

Y de esta manera, la miseria de sentarse en un servicio religioso los domingos por la mañana se exporta a otro país. La ekklesia y el liderazgo de Cristo en la asamblea pisoteados. La vida del cuerpo y su funcionamiento destruidos. La cultura desaparece. La dignidad de los nativos ni siquiera es una opción, y ningún americano se da cuenta de ello, y si lo hace, su voz nunca se deja oír.

Yo considero lo ocurrido en Nepal como uno de los mayores escándalos de la historia de las misiones, pero dudo que lo hayas escuchado anteriormente, o que vuelvas a oírlo como aquí se ha relatado. Tendría que ser un escándalo a nivel mundial. Lo que allí ocurrió debería iniciar una revuelta. Debería ser causa de arrepentimiento. Debería cambiar profundamente nuestros métodos, actitudes y mentalidad.

En el Nepal los occidentales cometimos el equivalente cultural a un genocidio... ¡al estilo americano!

Una vez más, Roland Allen destacó que esto mismo es lo que hemos estado haciendo con los obreros nativos de forma sistemática durante generaciones. ¡Y eso lo escribió en el año 1912! No cambiaremos nuestra vía crucis. ¿Qué es harás tú, nativo? ¿Qué te parece si rompemos radicalmente con todos los métodos de hoy en día? Algo nuevo.

¿Dónde está la iglesia?
La americanización del Nepal sigue su curso, y tal hecho nos será útil para darnos cuenta de que el cristianismo occidental no entiende la ekklesia y de que nosotros los americanos sólo estamos empeñados en evangelizar.

(Creo sinceramente que si los empleados de las organizaciones “altruistas” pudieran ser transportados al siglo primero, censurarían las iglesias de Galacia y Asia Menor ¡por no evangelizar lo suficiente! ¡Allí mismo las evangelizarían al estilo americano! Hileras de sillas y púlpito incluidos en el lote; quizás murmurarían acerca del fracaso de otros cristianos. Quizá, pienso yo, hasta criticarían a Pablo por no evangelizar a su mismo ritmo.)

Europa del Este y Rusia no dejan de ser las victimas de esta estructura mental americana. La única diferencia es que el resultado no es tan dramático porque el aroma de la iglesia occidental estaba ya presente en Europa del Este como resultado del trabajo misionero que llegó 100 años atrás.

Albania nunca fue alcanzada por las misiones occidentales. Es la excepción. Albania ha estado abierta al evangelio sólo desde 1991. Así que todos podemos mirar hacia Albania. ¡Mirad y veréis a los americanos hacerlo otra vez!

Albania, te ha tocado la china. Te vamos a americanizar. Lo que haremos en Albania será mucho peor de lo que hicimos en el Nepal porque Albania tiene mejores vías de comunicación.

Las palabras de Roland Allen fueron repudiadas por casi todas las oficinas misioneras y las sociedades evangelísticas del mundo. Casi 100 años más tarde, lo que él decía, lo que él escribía, aquello por lo que él suplicaba, se ha ido arrinconando. Los libros de Allen –todo un misionero inglés–, se han dejado de editar, y sus palabras han caído en el olvido. Esa voz que una vez se levantó contra las misiones imperiales se ha desvanecido, aparcada en el baúl de los recuerdos.


Tu voz
De aquella hace casi 100 años. Esa voz tiene que volver a levantarse. Pero esta vez no ha de salir de la pluma de un misionero inglés; esta vez ha de provenir de los corazones y de las vidas de miles de creyentes a lo largo y ancho de la tierra. Tiene que venir de Europa, del Nepal, del Sudeste asiático, de Latinoamérica y de África. Tiene que venir de ti: la victima.

¡Esa voz de protesta nunca vendrá de nosotros! ¡Tiene que venir de vosotros!

Entretanto, tened la seguridad de que nosotros los americanos te seguimos colonizando y americanizando.

¡Y Albania es la siguiente!

Abreviando: los americanos nos asomamos a las Escrituras y nos vemos rescatando hombres del infierno. Pero podemos leernos todo un Nuevo Testamento y no ser capaces de ver el centralismo de la iglesia de Jesucristo por ninguna parte.

¡Es que esas cosas no están en nuestra Biblia! Al leer el Nuevo Testamento nunca somos capaces de ver una iglesia que se exprese de una forma nativa y a la par de su propia cultura. Lo que los americanos vemos cuando leemos el Nuevo Testamento es el cristianismo norteamericano.

El cristianismo norteamericano es todo lo que vemos en el Nuevo Testamento. Así pues, estamos exportando nuestro estilo de cristianismo ¡con un celo del que sólo son capaces los americanos!

Entonces, ¿qué hacemos con ese puñado de conversos que sobreviven a nuestro evangelismo superficial? ¡Los occidentalizamos!

¿Estáis contentos con nuestros procedimientos?

A mi juicio, lo último que necesitamos en este planeta es enviar individuos que hablen inglés a presentar nuestra práctica de la ekklesia a nadie. Pero eso es exactamente lo que hacemos al tiempo que arrasamos Rusia y Europa del Este de parte a parte.
¡Y Albania es la siguiente en la lista!

El Señor no se está expresando en su esplendor a través de estas prácticas nuestras.

Mientras tanto unos cuantos europeos del este de Europa (observando a los americanos, que parecemos un híbrido entre un turista y una estrella de Hollywood) ¡se preguntan si existen células cerebrales en nuestras cabezas americanas!

Ahora te voy a confesar uno de los secretos más sorprendentes que jamás hayas oído. Si no quieres creer lo que estás a punto a leer, ¡pregúntale a un misionero americano si es o no es verdad!























CAPÍTULO 7
LA IRONÍA


Tenía diecinueve años cuando me enteré de esto. Era estudiante de seminario en Europa .

Un misionero me confió este secreto. Desde entonces lo he vuelto a oír cientos de veces.

En tanto que los misioneros y empleados de las iglesias altruistas inundan Europa, alistando pastores y obreros para nuestras instituciones altruistas pletóricas de dólares americanos, instruyéndoles en nuestras misiones y métodos altruistas, en nuestro estilo americano, cosechando la mentalidad americana... en el fondo de nuestro corazón, ¡los americanos no estamos orgullosos de nuestra fe cristiana! No puede decirse que estemos mucho más orgullosos de nuestras iglesias. Muchos misioneros que están en tu país se avergüenzan de las iglesias americanas. Sí, en efecto, ¡somos la fe cristiana americana! Y resulta que el cristianismo americano que dejamos allá en América no es algo de lo que uno pueda lucirse. Pero entonces, ¿porqué te lo estamos exportando?

Muchos misioneros americanos acuden al campo misionero porque están convencidos de que el cristianismo en América ha sido un rotundo fracaso. Los misioneros y los obreros de las iglesias altruistas que trabajan en las misiones han dejado a América por imposible. Para ellos la iglesia en América es un fracaso absoluto. Así pues, acuden a ti –al campo misionero– con la esperanza de hacerlo mejor en tu país. Un tremendo porcentaje de los misioneros y los empleados de las iglesias altruistas cruzan el océano porque ven a la iglesia americana como un fracaso, y quieren probar de nuevo en tu país para ver si esta vez pueden deshacer el entuerto.

Pregúntales.

Esta es la ironía. Te estamos ofreciendo un cristianismo frustrado. Te estamos ofreciendo en tu propia tierra una fotocopia del cristianismo que ha fracasado en América.
Si te preguntas por qué lo estamos haciendo, puede que recibas esta respuesta de boca de los obreros cristianos norteamericanos que sirven en tu país:

“El cristianismo no funciona en América por culpa de los americanos. Somos demasiado ricos. Pero el cristianismo americano funcionará en Rumania o Albania donde el pueblo es pobre”.

Pues bien, la versión norteamericana del cristianismo y de la iglesia es patética. Sus formas y rituales, el evangelio, la visión, la iglesia y el evangelismo de papel charol no van a funcionar mejor en un país pobre que en un país rico.

Queridos amigos americanos, si esa es la única razón que podéis esgrimir para cruzar el océano, y si el cristianismo americano, aderezado con las últimas tendencias del sector, es todo cuanto tiene que ofrecer... haced el favor de volver a casa. Mientras estéis fuera de casa sois una constante amenaza.

Párate un momento y mira lo que estás haciendo. Te encuentras con un obrero cristiano local y lo atraes a tu organización con dinero americano. Le conviertes en un molde exacto de tu obra, de tu ministerio, de tu organización, de ti mismo, y de América. Sea del este o del oeste, un salvaje o un estudiante de universidad, de la jungla o de ciudad, usas el mismo manual, escrito en América, repleto de métodos americanos y de mentalidad americana. Usas el mismo manual en cada nación, en cada tribu, en cada cultura, en cada lengua, no importa dónde vayas. ¿No te das cuenta de que tu obra es americana? Te da lo mismo que la gente tenga una cultura muy diferente a la americana, tú sigues guiándote por los métodos del manual con el que te enseñaron. (El primer paso podría ser tirar ese manual. A lo mejor el segundo sería volver a casa y tratar de poner en práctica una forma nueva y radical de ver la vida de la iglesia y el evangelismo en América... aquí, en tu propia tierra.)

Te empeñas en hacer de la propaganda de la cultura popular americana tu principal medio de evangelismo... aunque esto signifique la destrucción de otra cultura, y lo que es peor, aunque se trate de empujar a tus conversos a una iglesia al estilo americano, un estilo de iglesia que tú mismo consideras muerto.

Nada importa las costumbres y la cultura de un país; no te desvías ni un ápice del manual. La fórmula es precisa. Sabes exactamente lo que vas a crear. Y escribes a casa cartas estremecedoras describiendo las grandes cosas que estás llevando a cabo.
Con un estilo similar al de las organizaciones altruistas, los misioneros norteamericanos hacen copias al carboncillo de las iglesias americanas. No obstante, ambos sabéis que este estilo de iglesia se está muriendo, es aburrido, o ya está muerto. Y además es irrelevante para la vida. Señor mío, ¡¡no fuiste llamado por Dios para expandir la cultura americana!! Pero a eso te dedicas. Las veinticuatro horas del día.

Estás violando a escala mundial las culturas de este planeta, y estás destruyendo toda esperanza de una ekklesia experimentada de una forma orgánica.

¡Estás ahogando el último rayo de esperanza de que en esta tierra aparezca una expresión pura y verdadera de la vida de la iglesia!

Todo lo que sea cristiano pronto se verá igual por todo el planeta. Es lo que hicieron los católicos durante la Edad Media... una expresión universal de la iglesia que sacrificaba toda lengua, raza, cultura, tribu o situación geográfica. Cualquier desviación de esa única expresión era herejía. El castigo por ser diferente: ¡la persecución! Bien hecho caballero, ¡estás creando una nueva Edad Media!

La ekklesia se está convirtiendo a marchas forzadas en un sabor, un color, una nota, una dimensión. Los cristianos de todo el planeta se parecen unos a otros como copias de CD, haciendo exactamente lo mismo que el resto de los cristianos hacen. Tan predecibles. Tan encapsulados. Taaaan... aburridos. Tan americanos.

La posibilidad de la expresión misma de Cristo, con sus diferencias y sus variedades, está a punto de esfumarse de la tierra.

Se hace caso omiso a la Novia de Cristo; es olvidada y es desconocida. El obrero indígena, la iglesia indígena y la expresión orgánica de la vida de la iglesia nunca pasaron por tu imaginación. No dejarás un solo metro cuadrado de este planeta en el que la vida de la iglesia nativa haya llegado antes que llegara el cristianismo americano. ¡Contigo delante las probabilidades de supervivencia de la expresión orgánica de la iglesia son nulas!

Estás a punto de crear una versión actualizada de la Iglesia Católica Romana. Hace quinientos años era la expresión global del cristianismo, solo que esta vez va a ser un cristianismo americanizado mundial y universal. Será tan omnipresente y tan rígido como lo fue el catolicismo en la época más intransigente de su historia.

Dentro de mil años, ¿escribirán los historiadores acerca de la iglesia universal americana, una iglesia mundial protestante americana hasta la médula en su expresión? ¿Y escribirán que esta católica iglesia americana perseguirá a todos aquellos que trataron de experimentar una expresión orgánica de la iglesia? ¿Igual que en cierta ocasión la Iglesia Católica Romana persiguió a todos aquellos que trataron de llevar una vida que no era la Católica Romana?

Lo que ha sucedido en Nepal, lo que está ocurriendo en Europa del Este y lo que ahora estáis haciendo en Albania es la prueba viviente de que estos tiempos han llegado.

Desaparece de este mundo la posibilidad de un escenario virgen para la manifestación de la vida orgánica de la iglesia.

Os ruego en Cristo que paréis. Cambiad. Cambiad de una forma radical; y si no sois capaces de ello, por favor, volved a casa.

Si creéis que el cristianismo americano está en baja forma, dejad de exportarlo, volved a casa, y estableced una expresión orgánica americana (!) de la iglesia.

Y a ti, que estás siendo invadido, occidentalizado, colonizado, imperializado y americanizado... ¡ya sabes lo que tienes que hacer!; y si crees que no puedes hacerlo mucho mejor que los americanos, te invito ahora mismo a que conozcas algunos hombres que levantaron obras muy superiores a la de los americanos.

Si no os importa el comentario, no hay ningún norteamericano entre ellos.









CAPÍTULO 8
¿QUIÉN LO HA HECHO MEJOR
QUE LOS AMERICANOS?


Los acontecimientos más notables del cristianismo de los últimos 100 años no se produjeron en Occidente. América no tiene nada que ver con las expresiones más genuinas de la fe cristiana que se han manifestado en esta etapa de la historia.

¡Las tres obras de Dios más increíbles de los últimos 100 años surgieron de manos de hombres no blancos en tierras de hombres no blancos! Tres hombres han dejado para ti, para el que no eres americano, un testimonio de que puede hacerse mejor. Los tres obreros provenían del lejano Oriente: la obra de Bakht Singh en la India, Prem Pradham en Nepal y Watchman Nee en China. Todos fundaron iglesias y esas iglesias mantuvieron unas “estadísticas eclesiásticas” que ninguna misión, iglesia o iglesia altruista jamás soñaría alcanzar.

En los tres casos la obra estaba mucho más centrada en Cristo y en la iglesia de lo que los occidentales somos capaces de asimilar. Las tres obras fueron únicas en su género, y prevalecieron. Todas marcaron una increíble estadística de salud y crecimiento, pero es que los números de Prem Pradham eran sensacionales. (La obra de Pakht Singh en la India le siguió muy de cerca). Las tres fueron obras que conservaron sus frutos.

La obra en la India fue indígena. La obra en el Nepal fue indígena y orgánica. Fue indígena en su expresión, y única para su cultura, pues encajaba con el pueblo nepalés.

Pero aquí está la vergüenza para los que somos americanos. Si la obra de esos dos hombres, Pradham y Singh, hubiera ocurrido en América, y si ellos hubieran sido de origen “anglo”, su influencia habría sido de proporciones incalculables. Si hubieran sido americanos su obra habría tenido proyección mundial. Millares, quizá cientos de miles de hombres y mujeres se habrían sentado a los pies de esos obreros. Pero no eran americanos. No eran blancos. Y su obra no se asemejaba a lo occidental ni por lo más remoto. Por lo tanto ningún americano aprovechó la oportunidad para aprender de ellos.

Pero eso no es todo.

Buena parte de los misioneros occidentales (americanos e ingleses) odiaban a esos hombres, odiaban a los colaboradores nativos que trabajaban a su lado y odiaban a sus iglesias. La mayoría de los demás los miraba con desdén, como una nulidad en toda regla. A menudo se atacaba a esos hombres y se les tenía por canallas y bribones. Algunos hicieron cuanto estaba en su mano para destruirles a ellos y a su obra.

¿Por qué?

Porque su obra era indígena, hija de su tierra.

¡Obras así nos llenan de temor!

¿Por qué?

¡No lo sé! Quizá se deba a que estos hombres y sus obras cometieron el peor de los pecados: no dependieron del dinero americano ni por un instante. Eso no sólo aterrorizaba a los misioneros; les aterrorizaba a todos. El hecho de no depender del dinero occidental significa que los occidentales no te pueden controlar ni tampoco pueden controlar a tus conversos. Peor aún, si la obra es orgánica, esa expresión oriunda de la iglesia sacará de las iglesias americanas a los cristianos nativos atraídos por una expresión que encaja con su cultura local. ¡Esto nos da un miedo espantoso! ¿Por qué? Porque ataca a nuestra base de poder, nuestra base monetaria, nuestra base estadística. Cuando se sigue a un obrero nativo nadie en América obtiene crédito alguno. Cuando esto sucede perdemos dinero.

En segundo lugar, ¡los nativos se dan perfecta cuenta de cuando se levanta o no una iglesia que va con ellos! Se marchan de las iglesias americanizadas y vuelven “a casa”. Esto pasó en China y en la India. La mayoría de los nativos dejaron aquellas iglesias americanizadas. Los misioneros se enfadaron muchísimo cuando esto ocurrió. Tendría que haber sido justo al revés. Como misioneros, nuestra meta tendría que ser llegar a ver cristianos abandonando lo inorgánico por lo orgánico. Su acción no tendría que avivar el fuego de nuestra ira.

Cualquiera podía ver la obvia diferencia entre aquellas expresiones diametralmente opuestas de la fe cristiana. Los nativos se gozaban; ¡los misioneros atacaban!

En efecto, la experiencia local del cuerpo de Cristo saca a la más cegadora luz la mentalidad imperialista de los misioneros ingleses y americanos, y de las iglesias altruistas. Somos amenazados por una obra nativa ajena por completo a nuestra influencia. ¡Nos duele mucho más si tiene éxito! ¡No
¡Nos volvemos locos de remate si encima esta obra es algo bello!

Estas dos obras, hundidas económicamente y con reuniones repletas de gente pobre, fueron capaces de dejar a la altura del betún cualquier cosa que Occidente se propusiera hacer en aquellas naciones, ¡o en América!

Estas obras no tenían nada que ver con las sillas y los púlpitos occidentales, con las escuelas bíblicas o con la mentalidad del pastor occidental.

Pero quiero volver a este vergonzoso asunto. No estábamos interesados en aprender de aquellos hombres. Aquí reside un profundo discernimiento acerca de nuestra mentalidad cristiana americana:

¡Nadie fue allí para aprender de estos dos hombres!

Tened presente que aquí en América miles de jóvenes se encuentran a día de hoy en las escuelas bíblicas y seminarios que atestan nuestra nación y el mundo angloparlante desde una punta a la otra. Cada semana grupos de cristianos acuden en tropel a seminarios, conferencias, retiros y talleres evangelísticos en un afán de acercarse más a Cristo. Llegan de todas partes del mundo de habla inglesa para sentarse a los pies de cuatro pastores que han llevado a cabo su trabajo con éxito. Pero a pesar de todo, las mayores obras de los últimos 100 años pasaron totalmente desapercibidas.

¿Lo dudas? ¡Intenta buscar las obras de estos hombres en cualquier libro sobre la historia de las misiones! Trata de encontrar sus historias en cualquier libro versado en misiones. Nee probablemente conseguirá dos frases. Pradham, quizá una frase, quizá ninguna. Singh, ¡ni siquiera existe en el la enciclopedia occidental!

Pero esto no es todo.

En tanto que cientos de miles de occidentales se sientan a los pies de ministros occidentales, ni un sólo occidental fue jamás a la India a sentarse a los pies de Bakht Singh. (Algunos le visitaron unos días, ¡pero ninguno estuvo tres años!)

Ni un sólo occidental se ha sentando jamás a los pies de Prem Pradham. Ninguno. Sin embargo, puede que sea la figura más destacada de los últimos mil años de historia de la iglesia.

¿A qué se debe esta desatención? Pues a que aquellos hombres no eran occidentales, su piel no era blanca, sus formas de actuar eran diferentes, su cultura era extraña, sus iglesias eran orgánicas... por lo tanto, ni por asomo parecían occidentales cuando se expresaban. Además, ¿quién iba querer acercarse a un hombre que había sido puesto en entredicho por los misioneros?

¡Nosotros somos americanos! Ellos eran indios, nosotros somos americanos. Ellos eran nepaleses, nosotros somos americanos.

¡Querido nativo! Escúchame:

A los americanos no nos interesa el cristianismo indígena.

A los americanos no nos interesa que en tu país haya un tipo diferente de iglesia que sea indígena, autónoma, autosuficiente y peculiar. Sólo sabemos una cosa. Nosotros te llevamos un cristianismo americano y una iglesia americana. ¡No tienes elección! Lucharemos contra ti con todo nuestro poder, influencia y dinero si se te ocurre levantar un cristianismo orgánico y nativo.

Ningún maestro de la asignatura de misiones aconsejó jamás a los jóvenes que se preparaban en América para misioneros que acudieran a visitar esas obras de la India y del Nepal. Ningún planning misionero ni ninguna institución altruista fue allí a estudiar el modo de trabajar de aquellos hombres o para aprender de sus vidas y experiencias.

Muchos de nosotros preferimos la opción de atacar a estos hombres con uñas y dientes.

¿Por qué?

Porque estamos ciegos, ¡y somos occidentales! ¡Pero sobre todo estamos ciegos a la ekklesia, a la vida de la iglesia, a la comunidad de creyentes! No podemos concebir lo indígena. Nunca hemos escuchado algo orgánico; ni siquiera sabemos lo que quiere decir esa palabra. Los americanos no sabemos nada de la vida de la iglesia; sólo entendemos “iglesia” como la Reforma nos la ofreció... un suceso una hora a la semana que tiene lugar los domingos por la mañana. Eso es todo.

Peor aún: no podemos ver nuestro complejo de superioridad. Nuestra actitud es tan natural como el aire en nuestros pulmones. Ni siquiera nos damos cuenta que lo tenemos. Nunca cambiaremos.

Tampoco sabemos mucho acerca de la cruz.

Pero lo peor de todo es que los americanos jamás nos hemos sentado en una reunión de un cuerpo orgánico de creyentes, ni en tu país ni en el nuestro. A lo largo de nuestra historia los americanos nunca hemos visto con nuestros propios ojos una expresión americana de la iglesia que fuera orgánica, indígena y amiga de nuestra cultura. A lo mejor nos preguntamos qué ocurriría si la viéramos.

¿Entendéis lo que estoy diciendo? Los americanos nunca hemos visto una expresión americana orgánica de la vida de la iglesia, ¡en toda nuestra existencia!

¡Probablemente en América haya menos expresión nativa de una iglesia orgánica e indígena que en cualquier nación de la tierra donde se reúnan cristianos!

Necesitamos exactamente lo mismo que vosotros necesitáis. Lo que vosotros no tenéis es lo mismo que nosotros no tenemos.

En general dudo mucho que los cristianos americanos recorran 160 kilómetros para ir a visitar una expresión orgánica de la ekklesia. Si estuviéramos tan interesados quizás acudiríamos a una sola reunión. ¡Hay muchas posibilidades de que despreciásemos lo visto! Seguro que al menos no lo veríamos tan importante para nuestras vidas, para el evangelismo, para las misiones, o para esta rabiosa necesidad nuestra de ver una verdadera vida de iglesia.

Ahora ya habéis echado una pequeña ojeada a la estructura mental de la colonización occidental-británica-americana de la fe cristiana. He aquí una mirada franca a nuestra total negligencia e inconsciente desdén hacia la cultura de otros, hacia lo indígena y hacia la obra de un “extranjero” en vuestra tierra.

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No tenemos una iglesia orgánica; tampoco vosotros. Necesitamos una; vosotros también. Esto nos sitúa al mismo nivel. ¿Puede existir en tu país una iglesia indígena, orgánica, hija de su tierra? ¿Quién se atreverá a empezar?

¿Cómo se hace?


CAPÍTULO 9
¿ES POSIBLE UNA IGLESIA INDÍGENA EN TIERRAS VÍRGENES?


Imaginemos que existe un país sin cristianos. Estamos hablando de un territorio sin obreros indígenas y sin iglesias. Este lugar es el más difícil para que se produzca un brote orgánico. Hete aquí el problema: ¡Es un extranjero el que ha de empezar la obra en ese país!

¿Es imprescindible que este extranjero les ofrezca una versión extranjera de la iglesia... cosa a la que nos dedicamos los americanos? ¿Es posible que este extranjero no introdujera su experiencia eclesiástica en ese territorio? ¿Hay algún modo de conseguir que esa gente descubra una iglesia indígena, orgánica, cuando el único cristiano que conociesen viviera en la otra punta del planeta y proviniera de una cultura completamente diferente a la suya?

Son preguntas peliagudas. ¿Concebiría mente humana que los propios conversos —aún bebés—sean capaces de descubrir por sí mismos una expresión de la ekklesia que fuera sólo suya? ¡Si la respuesta para ellos es un “sí”, entonces también es un “sí” para tus compatriotas!

¿Pero cómo puede dejar a un lado su propia cultura un obrero cristiano? ¿Puede así prosperar una iglesia nativa? ¡Orgánica! ¡Que no sea extranjera! ¿Que no sea americana?

Hablemos acerca de Albania. Es el laboratorio perfecto. Albania es el perfecto tubo de ensayo.

He hecho mención de Albania en Cómo reunirse en los hogares (también conocido por La iglesia como debe ser) y El Hombre Más Buscado de la Tierra. En este libro también lo haré.

¿Por qué es Albania el perfecto tubo de ensayo?

Pues porque Albania es única en la historia de la humanidad. Nada parecido a Albania ha ocurrido antes ni ocurrirá jamás.

Entrar en Albania para allí predicar el evangelio es entrar en una ciudad del primer siglo donde el nombre de Cristo nunca se ha escuchado. ¡Pero no acaba ahí! Incluso los territorios que Pablo visitó tenían algún tipo de telón de fondo religioso. No es el caso de Albania.

¡Albania representa la primera oportunidad de toda la historia humana de contemplar una nación sin religión!

La humanidad nunca ha conocido nada semejante.

Albania es única en su género.

No obstante, los misioneros americanos tienen la poca vergüenza de ir a Albania para ofrecer a ese pueblo las horrendas reuniones religiosas americanas. Estamos celosamente empecinados en inculcar a los albaneses la muerte misma que hoy estrangula a las iglesias aquí, en América.

Estamos en Albania para asegurarnos de que vosotros los albaneses os sentáis en bancos de iglesia, encaráis el púlpito, nos dáis vuestro diezmo, os dirigen para cantar, y guardáis silencio durante los sermones que predicamos. ¡Nos hemos emperrado en que llegue el día que podamos ver a todo habitante de esta tierra asistiendo a una miserable y aburrida reunión religiosa americana!

Los americanos carecemos de cualquier atisbo de entendimiento en lo que tiene que ver con predicar el evangelio de forma tal que permita que en otras latitudes la iglesia se experimente de una forma indígena, y luego resulta que os exportamos una forma de reunión que es tan funesta como la misa Católica.

¿Se puede hallar lo orgánico?

Los americanos no tenemos ni la más remota idea de cómo fundar iglesias de la forma en que fueron levantadas originalmente allá en el Siglo Uno. Si no sabemos cómo, ¿quiere eso decir que no puede hacerse? Si no nos interesa, ¿quiere eso decir que no es importante? Si los americanos no pueden hacerlo, ¿quiere eso decir que es imposible?

Así pues, ¿se puede hacer... en Albania? ¿En Turquía? ¿En aldeas del interior de China? ¿Es que siempre tendremos que dar a los conversos de estas recluidas tierras un prototipo extranjero de iglesia?

Durante los sesenta años que he estado en esta tierra he viajado un buen trecho. Aún me queda por ver a un obrero cristiano occidental que demuestre un poco de interés por explorar una nueva forma de reunión... o una forma de fundar una iglesia que respete la cultura del otro, ¡o una ekklesia que se ajuste a los nativos! Al menos nunca he visto a un americano o a un británico dedicar su vida a este fin.

Todos nuestros pensamientos se encaminan a ganar almas, o a cualquier otra causa. No versan sobre la vida de la iglesia. Nunca versan sobre una vida de iglesia nativa y local.

¿Hay un misionero que se haya propuesto seriamente el hecho de que está imponiendo a otras culturas la liturgia de la Reforma Protestante, o que les está maldiciendo con el ritual dominical americano? ¡¡Si fuera así, nunca vi a nadie que hiciera algo significativo por detener esto!!

Esta terrible violación de las costumbres sociales de otras gentes, este insulto rotundo a la cultura de otro pueblo... nunca he visto que saliera el tema para debatirse con seriedad.

¿Es posible una iglesia orgánica en un territorio que se acaba de abrir al exterior?

¿Tendré que comentar que no confiamos en los conversos nativos? Nunca se nos pasa por la imaginación irnos a casa una vez que el evangelio es predicado y la ekklesia ha sido experimentada. La mayor parte de nuestro dinero americano debería ir destinado a los obreros nativos, no a los obreros americanos.

Hay dos maneras de empezar.

(Casi todo el dinero que se da en América va a parar a los misioneros americanos, y todos esos misioneros americanos se han empeñado en hacer una colonización americana de la fe en las tierras a las que acuden. Tan sólo una pequeña fracción de nuestro dinero acaba en los nativos, y ese dinero se controla concienzudamente.)

¿Cómo puede tener Albania una iglesia indígena? ¿Una iglesia albanesa hasta el tuétano? No hay obreros locales en Albania. ¿Quiere eso decir que Albania tiene que ser obligatoriamente americanizada porque sencillamente no hay obreros albaneses?

¡No! Hay una alternativa. Aquí está el cómo:

Hay una forma de que la iglesia sea orgánica
aunque todos los obreros sean extranjeros.

Todo cuanto tenemos que hacer es
descartar cuanto estamos haciendo
y luego hacerlo como Pablo lo hacía.


Pablo era Judío. Provenía de una cultura muy elitista.

(Los hebreos fueron bendecidos con el mismo tipo de arrogancia que caracteriza a los americanos y a los británicos que acuden a otras tierras y culturas.)

¿Cómo fue posible que Pablo mantuviera a raya su influencia cultural al tiempo que fundaba aquellas iglesias gentiles?

Por fortuna nació y se crió en tierra pagana, así pues conocía algo ese tipo de sociedad. A lo mejor Pablo podría haber judaizado —inconscientemente— a las iglesias gentiles. Pero no lo hizo. Pablo —el extranjero— tenía una forma peculiar de levantar iglesias que impedía deliberadamente que tal cosa ocurriera.

Pablo se esforzó por lo orgánico.

Pablo levantaba la iglesia. Luego, cuando aún estaba en su infancia y en un estado fluido... Pablo se esfumaba de la ciudad. Surgía una expresión gentil de la iglesia. ¡Había nacido una expresión orgánica y nativa de la iglesia!

Sí, es posible.

¡Pablo lo hizo!

Por tanto, ¡claro que puede ocurrir en tu país!

¡Pero eso no es todo! Pablo llegó aún más lejos. Concentró todos sus esfuerzos en preparar obreros nativos. Señor mío, estamos hablando de obreros que no eran judíos.

Nosotros nos centramos casi por completo en preparar americanos para que acudan a tierras ajenas. Esto es un disparate. Pero sea o no un disparate, nunca se cuestiona, y nunca cambia, y nunca lo hará.

Vosotros, los nativos, debéis levantar obreros que sean nativos. Debéis hacerlo de tal manera que no se vean influenciados por nuestras costumbres, por nuestros métodos, o por nuestra mentalidad.

¿Os dáis cuenta de que más del 99% de lo invertido en preparar obreros va a parar a los amiguetes americanos? Los obreros americanos van a vuestra tierra... ¡garantizándonos por un buen margen que nosotros —no vosotros— somos los líderes! Las tradiciones de la reforma de nuestra iglesia —no vuestras asambleas orgánicas— se convertirán en la norma en vuestro país.

Si Pablo hubiera estado usando ese dinero, habría invertido cada centavo en entrenar obreros —gentiles— nativos.

Vuestra meta ha de ser siempre la de Pablo. Iglesias orgánicas, nativas, indígenas... fundadas por obreros nativos.

¿Y qué pasa con nosotros los extranjeros? Tenemos que renunciar a nuestros moldes occidentales. Tenemos que hacer lo mismo que hacía Pablo. ¡Largarnos, tan pronto como humanamente sea posible!

Tomad nota de que Pablo no preparó a sus paisanos judíos para trabajar en las iglesias gentiles. Preparó —por así decirlo— a albaneses, nepaleses, rumanos, etc. Pero nunca —ni siquiera una vez— levantó a un fundador de iglesias natural de Judea, de Galilea, o a un judío.

Todos los obreros que levantó eran ex–paganos. Aristarco, Segundo, Tíquico, Trófimo, Gayo, Tito y Epafras eran todos ex-paganos. Timoteo, mitad gentil, había sido educado en tierras paganas y toda su experiencia cristiana transcurrió en una iglesia gentil. Esos fueron los hombres que Pablo entrenó para levantar iglesias.

Ojalá la tribu de Pablo se multiplique. Ojalá esa tribu se multiplicase.

Si los americanos no son capaces de seguir ese patrón, (1) dejar que las iglesias descubran una forma de vida orgánica, (2) abandonarlas tan pronto como sea posible, (3) levantar después sólo obreros locales (no escuelas bíblicas, porque las escuelas bíblicas son la mismísima personificación de la mentalidad americana)... si los americanos no somos capaces de hacer esto, ¡mejor volver a casa!

Soy americano. Estoy absolutamente en contra de las misiones americanas sea cual sea su perfil, color, forma o intención. Creo en una iglesia nativa, expresada de forma nativa, guiada por nativos, y alimentada por fundadores de iglesias nativos. ¡Me quedo con la boca abierta de par en par cuando veo lo que hacen los misioneros americanos, los misioneros británicos, y las instituciones altruistas allende los mares, amén de lo que han estado haciendo constantemente desde los tiempos de William Carey allá en el 1790!

¿Qué de qué estoy hablando? Anglicanizamos la fe cristiana a nivel global. Sólo hoy los americanos ganan a los británicos. ¡Pero aún se trata de una anglicanización, pues los británicos nos anglicanizaron a nosotros los americanos hace unos 300 años! (Repito. Nosotros los americanos nunca hemos visto en nuestra propia tierra una iglesia orgánica e indígena que encajara con nuestra cultura americana. ¡Tanto como Albania... o como tú mismo, vivimos sin una expresión nativa de la iglesia!)

A pesar de todo lo mencionado no dudaría en levantar una ekklesia en cualquier país. ¿Por qué? Primero de todo porque, desde el primer día les diré a esos queridos creyentes locales cuál es mi sentir en cuanto a la americanización mundial de la fe cristiana.

En segundo lugar, desde el primer día les explicaré a esos creyentes locales que saldré por la puerta y les abandonaré. ¡Muy pronto!

En tercer lugar, y durante el tiempo que esté con ellos, fomentaré su experiencia nativa, cultura, usos, costumbres y todo aquello que los hace únicos, y les presionaré para que lo saquen fuera. Haré cuanto esté en mi mano para asegurarme de que están orgullosos de sus propias maneras y costumbres, de su forma de expresarse y de sus excentricidades, y les estimularé para que expresen su carácter nativo.

Cuarto, les presentaré a Cristo. Nada más que a Cristo.

Quinto, les ofreceré cantidad de ayuda práctica hacia lo orgánico.

¡Luego me largaré! ¡Y ese cuerpo de creyentes descubrirá la “vida de la iglesia” por sí mismo!

Se reunirán en casas. (NO tendrán ancianos. NO al principio.) No tendrán pastor... ni ahora, ¡¡ni nunca!! Se aferrarán los unos a los otros para poder sobrevivir, y descubrirán su propia forma de reunirse. ¿Dónde voy a estar yo? ¡Muy lejos de ahí!

Por último, haré cuanto esté en mi mano para levantar obreros nativos, ¡en concreto el fundador de iglesias nativo! ¡Y si me encuentro a estos creyentes tratando de ser americanos o en un “intercambio cultural”, les pondré contra la pared y les haré escuchar a Elvis Presley hasta que se arrepientan!

No es muy difícil. Es el proceder de Pablo. Te ruego, querido colega occidental, ¡hazlo como Pablo o ni siquiera lo intentes!

Hace unos días me senté con un misionero americano en Albania. Hizo hincapié en que era de la opinión de que en diez años Albania sería la nación más cristiana de la tierra. Tenía la visión de que Albania tendría el mayor número de salvos de este planeta.

No me habría atrevido a decirle lo que estaba pensando. Me atrevo a decírtelo a ti.

Espero que estuviera errado. ¿Por qué? Bueno, si todo hombre y mujer en Albania que rondara los diecisiete años se hiciera cristiano... en diez años los templos cristianos estarían vacíos. Escuchadme. Americanos, escuchad. Cristianos de este planeta, escuchad.

Los cristianos no acudirán a la iglesia del domingo por la mañana durante mucho tiempo. Dejarán de ir a la iglesia o bien, y por el complejo de culpabilidad que os encargaréis de imponerles, puede que aguanten vuestro miserable servicio dominical americanizado... siempre en base al sentimiento de culpa. Pero aún así, un día de estos se hartarán.

Las reuniones que estáis introduciendo en Albania serán tan horribles como los nuestras de aquí a diez años. Tan terribles son que podrían matar a un elefante de aburrimiento. Seguiremos perdiendo conversos mientras sigamos exportando la iglesia protestante actual con sus sillas, sus púlpitos, la gente encarando un púlpito, los templos, pastores... y sus reuniones con un mudo laicado, sin oportunidad de que todos compartan en las reuniones. Tan sólo dedicaros a conservar ese acreditado patrón y dará igual si vemos que todo humano sobre este planeta se salva... ¡¡no estarán sentados en vuestros servicios dominicales al estilo americano!!

Ahora nos vamos a la India.

Bakht Singh es un hombre del que seguramente nunca habías oído hablar. Pues bien, él y sus colaboradores han ganado decenas de miles de personas para Cristo. ¿Puedes encontrar a esos conversos? ¡Sí! En 600 asambleas prósperas, encantadoras y conmovedoras desperdigadas por todo el este de la India. Esas iglesias retuvieron a sus conversos. ¿Por qué? Porque esas asambleas armonizan con su gente. Esa es una de las razones. Otra: si todos los misioneros y todas las organizaciones “altruistas” se juntaran para airear las cosas más emocionantes nunca antes aireadas, y lo comprimieran todo –luces, cámaras, mimos, acción y humo– y lo pusieran todo en una iglesia, y pusieran a esa iglesia en la India, nunca sería tan maravilloso, conmovedor, encantador y divertido como cuando se juntaban las asambleas fundadas por Bakht Singh.

Americanos, a pesar de toda la gente que ahora estáis ganando en Albania, ¡no mantendréis mucho tiempo a vuestros conversos!

Evangelizad el planeta y seguiréis sin conservar a vuestros conversos porque vuestras reuniones son aburridas. Además, ¡¡ni siquiera sabéis lo que significa “iglesia”!! Nunca lo habéis sabido, y vuestra falta de interés puede indicar que nunca lo sabréis.

Ciertamente lo que habéis exportado durante 150 años nunca retendrá a los conversos, da igual lo “internacional” que sea vuestro evangelismo, da igual lo vasto que sea el número de conversos, o lo grande que sea el avivamiento, o el peso del sentimiento de culpa infligido. La iglesia que exportáis, inorgánica, muerta y no indígena, nunca retendrá a vuestros conversos. No por mucho tiempo.

¿Por qué siguen ahí los conversos de Bakht Singh?

Porque guiaba a otros con Cristo. Porque guiaba a otros con la iglesia. Porque la iglesia era indígena. Porque era un fundador de iglesias al estilo del siglo primero.

Pero la obra del Nepal fue superior al movimiento de Bakht Singh en el sentido de que era nepalesa de pura cepa. A diferencia de lo que ocurría en la India, en aquel entonces no se conocían a los cristianos occidentales.

Me gustaría pediros a todos vosotros que vayáis al Nepal y que veáis con vuestros propios ojos esas iglesias. Me gustaría invitaros a una de las mejores “estadísticas de retención de conversos” de los últimos mil años. Sería bueno para vosotros que fuérais allí y que descubriérais lo que significa orgánico, y lo que verdaderamente significa indígena. Me gustaría invitar a todo el personal eclesiástico cristiano occidental y a los líderes cristianos a ir allí y sentarse a los pies de esa gente. Me gustaría, pero no puedo.

¡¡No puedo porque los americanos casi habéis destruido esa obra!!

Mientras lees estas palabras la iglesia orgánica en el Nepal está siendo atacada y los cristianos y las iglesias indígenas del Nepal están siendo americanizadas. Querido americano, ¿cómo te sientes? Querido no americano y querido europeo oriental, ¿cómo te sientes?

Nuestra mejor oportunidad de los últimos mil años para ver, aprender y mirar hacia lo orgánico ¡se desvanece! ¡Ya nos ocupamos nosotros de machacarlo! Esa es la historia del Nepal. Hoy nuestra mejor oportunidad en mil años para cambiar nuestros métodos se encuentra en Albania. Pero, ¿qué es lo que estamos haciendo allí? Estamos violando la dignidad y la cultura de una nación. Esa es la historia de Albania.

Estamos despreciando nuestra mejor oportunidad en toda la historia de la iglesia.

¿Cambiaremos alguna vez?

En el próximo capítulo echaremos una ojeada al verdadero estado de las iglesias americanas de hoy en día.



CAPÍTULO 10
AMÉRICA, ¿CAMBIAREMOS ALGÚN DÍA?


Recientemente, y según me contaron, un cristiano chino visitó las iglesias de América. Cuando volvió a su casa en China le preguntaron qué había sido lo que más le había impresionado de su visita. Su respuesta fue: “¡Me sorprende todo lo que han conseguido hacer los cristianos americanos sin Dios!”

En los Estados Unidos hay una organización dedicada exclusivamente a trabajar con las estadísticas del cristianismo en USA. El director de esta organización fue entrevistado para la televisión por un amigo mío. Mencionó esta cifra extraída de los archivos de su organización:

En los últimos siete años la iglesia de América se ha gastado la cantidad de $250.000.000.000 (casi 50 BILLONES de pesetas, o lo que es lo mismo, más de 300.000 MILLONES de EUROS, una cifra superior al Producto Interior Bruto ANUAL de toda una nación como España)... pero durante ese periodo ¡la iglesia no había crecido nada! Todo ese dinero, ¡y no avanzó nada!

Seguimos andando, pero nuestros pies permanecen en el mismo sitio. Un cuarto de trillón de dólares para evitar el naufragio. Las cosas no marchan hacia adelante en América. Nuestra premisa está equivocada y este cristianismo americano que exportamos mata el alma y el espíritu humano.

Caballeros, su premisa está equivocada. Sus ideas y prácticas... no me importa lo bíblicas que sean, no lo son. Son tradiciones. No funcionan. No están diseñadas para ser utilizadas y nunca funcionarán. ¿Cambiaremos? Probablemente no. Innovaremos. Este cuento acaba ahí.

Hasta que por un casual lleguéis a un entendimiento de lo que es una comunidad de creyentes seréis como el hombre de la parábola china que se pasa sentado todo el día en una habitación vacía inflando globos y luego dejando que se les escape el aire.

La vida de iglesia indígena y orgánica espera entre bastidores.

Tened la seguridad de que la iglesia orgánica e indígena algún día emergerá. Una nueva estirpe de cristianos y una nueva raza de obreros nos pasarán por encima. Llegará un nuevo día en la historia de la iglesia. Junto a él vendrá la muerte de los métodos actuales de las misiones y el fin de “altruista” en “iglesia altruista”.

Ahora mismo, según escribo estas líneas, miles de cristianos americanos están abandonando las iglesias aquí en América. ¿Adónde van? Vuelven a la salas de estar, a sus hogares. El movimiento de las iglesias en casas es una brújula que nos indica el lugar en el que se encuentra el futuro.

Nunca podremos preparar suficientes ministros y nunca podremos obtener suficiente dinero para construir suficientes edificios que llamamos “iglesias” para evangelizar este mundo.

La sala de estar, la iglesia laica, la iglesia orgánica algún día vencerá. En América. En todo el mundo. ¡Las tradiciones actuales nos ayudarán! ¡Nos echarán a patadas por la fuerza!

Ojalá que Dios apresure la venida de ese día.

Hemos llegado al final de la primera parte de este libro y al principio de la parte segunda.

La segunda mitad de este libro está escrita para ayudarte a ti, al que no eres americano, ¡a comprendernos! Los americanos pululamos por todo el planeta y da la sensación de que estuviéramos a punto de reventar cada centímetro cuadrado de la cristiandad con una versión americana supuestamente milenaria del reino de Dios.

Póngase al día en lo que a nuestra forma de pensar se refiere. Compréndanos mientras vivimos inmersos en nuestra ingenuidad, en nuestra superficialidad, y en la forma en que usamos nuestro dinero, nuestro poder y nuestra influencia. Los americanos hemos surgido como una peligrosa fuerza en contra de la vida de la iglesia y de la experiencia futura del cristianismo. Es un peligro para ti y para tu cultura.

Resulta que pronto no quedará ni un solo palmo de este planeta entre las filas de los redimidos que esté libre de la fe americanizada. Al menos esa es la impresión que da. Pero vosotros —los que no sois americanos— podéis detener a esta muchedumbre, a esta americanada, a esta parodia global. ¡Depende de vosotros detenerlo!

Lo que sigue son pequeños visos de los americanos. Y cuando hayáis terminado de leer, recordad:

(1) Nuestras propias iglesias están muertas

(2) La respuesta americana a las necesidades de vuestro país no os van a ayudar

(3) Hay una opción mejor. Olvídate de lo primero. No toques lo segundo.

Encuentra un mejor camino

HAY ALGO MEJOR DE LO QUE OS ESTAMOS OFRECIENDO, Y SOIS VOSOTROS LOS QUE PODÉIS HACERLO MEJOR










































SEGUNDA PARTE




CAPÍTULO 11
LA “REVELACIÓN” AMERICANA
DE LA IGLESIA


El pastor se apea de su coche y deja atrás el aparcamiento de su iglesia. Mira hacia arriba al enorme edificio. Lo que ve es una bolera, un equipo de baloncesto, un campamento de verano, un lugar para dar clases dominicales, una guardería abierta cinco días a la semana, oficinas con 10 empleados, etc.

Sin embargo, es un punto geográfico que existe para que acuda un grupo de personas... una vez a la semana. En realidad el pastor sólo se ha apostado las muelas por una pequeña parcela de terreno y dos horas a la semana de esta cosa que llaman “iglesia ”.

Sí, hay algunas personas que se meten en el coche y acuden a este edificio los miércoles por la tarde. Un número aún más reducido ofrece sus servicios en una docena de comités. Pero para la mayoría de los americanos la “iglesia” es simplemente la mañana del domingo a las 11:00 a.m..

En general, el concepto americano de la iglesia no llega mucho más allá. La “iglesia” es una ubicación geográfica. Te metes en el coche y llegas allí, estás una hora y te vas. La iglesia sólo puede ser edificios, edificios estáticos. La iglesia consta de una dirección postal, de un aparcamiento y de un número de teléfono donde contesta una secretaria. Este concepto de iglesia es tan poco trascendente que basta una hora de tu vida para aprender de ella todo lo que se pueda aprender. ¡No es de extrañar que a alguien se le ocurriera inventar las iglesias altruistas! En el siglo primero, la iglesia, la vida cristiana, el calendario anual con sus 365 días y el reloj diario con sus 24 horas eran exactamente lo mismo.

Todo lo que significa la iglesia (para nosotros los americanos), se puede encontrar entre las 10 y las 12 los domingos por la mañana. Aquello que era capaz de tirar por los suelos las puertas mismas del infierno se aferran a un pequeño pedazo de tierra, a un aparcamiento de automóviles, y a una o dos horas semanales en las que todos nosotros, salvo uno, ¡nos sentamos callados! Esa hora, querido amigo no occidental, puede que sea la hora más aburrida que haya conocido la humanidad.

La iglesia de hoy está anclada literalmente a un pequeño recinto, que se mantiene en pie a base de ladrillo y cemento, y tú acudes a él. Ella no viene a ti.

La iglesia significa tan poco que sin quererlo ni comerlo algo se interpuso y se hizo cargo de los otros seis días. Nadie se dio cuenta, y nadie se preocupó.

Venid conmigo y veamos por dentro uno de los inventos más sublimes de América: la iglesia “altruista”.

Este tipo de instituciones están abiertas seis días a la semana las veinticuatro horas al día. Son increíbles. Todos consiguen participar. Aunque poseen edificios, es posible que vengan a ti, no tú a ellos.

Las iglesias altruistas, que dejan a la altura del betún a los aburridos “servicios religiosos de domingo por la mañana”, se mueven sin parar de aquí para allá, tienen teatros con representaciones alucinantes, conciertos, orquestas, videos, discos, estudios de grabación, enseñanza dinámica, canciones que raptan tu corazón, comilonas con personajes cuyos discursos harán de tus sacos lacrimales monumentales cataratas, barcos, aviones, grupos de música, magos, mimos, conciertos de rock, compañías discográficas, editoriales, emisoras de radio y programas televisivos por todo el mundo... y un ejército de jóvenes que ahorran todo el año para desparramarse cada verano por medio mundo. Estas organizaciones se han adueñado de las 167 horas semanales restantes que la iglesia no había reclamado para sí estos últimos 1.700 años.

Ahora mismo las iglesias “altruistas” dominan el panorama cristiano. Su visión rapta la imaginación de cualquiera. Desafían lo mejor del corazón humano: reuniones de oración que nada tendrían que envidiar a Pedro en su aposento alto; satélites espaciales que abarcan el mundo entero; viajes a lugares tan bellos y remotos como Micronesia o las páramos e icebergs de Groenlandia. Revistas, misivas de oración y una sala de correo para pedir dinero tan grande como el hangar de un aeropuerto.

Hoy existen multitud de organizaciones como estas que abarcan todos los grupos inimaginables, desde el militar hasta el mundo de la pasarela.

Estas organizaciones tan flexibles son las primeras en aparecer en los países recién abiertos. Entran a golpe de bombo y platillo. Se adaptan, improvisan, se mueven muy deprisa. Su entrada triunfal se anuncia por medio mundo —especialmente a los patrocinadores— con tal fanfarria que mataría de pura envidia a la Avenida Madison y al circo Pricenton.

Son muchas cosas; ¡lo son todo! ¡Están por todas partes! ¡Llegan a todos! Tan sólo hay una cosa que les queda ser. ¡No son la iglesia! Estas instituciones tienen algo que mostrarnos. Nos dan una idea de lo que la iglesia —la ekklesia— podría y debería ser en improvisación, movilidad y adaptación, y en lo que se refiere al atractivo que tienen hacia todos los estamentos sociales. Estas instituciones son una imagen distorsionada de lo que la ekklesia podría haber sido si los reformistas la hubieran reformado un poquito más.

¿Cuál es el lado oscuro de estas organizaciones? Un inconcebible número de deserciones. Se queman en su trabajo de una manera increíble. Unas estadísticas de permanencia en la organización microscópicas o nulas. Pero sobre todo unos gastos de mantenimiento que harían de los políticos de Washington unos tacaños conservadores.

A todo esto tenemos que sumarle este hecho: la iglesia altruista no posee luz alguna sobre la iglesia.

Pero a pesar de todo la fe cristiana sería muy aburrida sin ellas. Son emocionantes. Están totalmente fuera de la Escritura, y son un pobre sustituto de la verdadera vida de la iglesia, pero aún así no existe nada mejor.

Tienen otra pega: nunca te cruces en su camino. La iglesia tradicional es una linda margarita comparada con la cólera que puede desatar una institución altruista sobre cualquier cosa cristiana que se ponga por medio. Son capaces de perseguirte hasta la muerte.

Estas dos cosas, la muerta o moribunda iglesia tradicional, y las espectaculares instituciones altruistas, es cuanto los americanos podemos ofrecerte. Nuestras misiones os darán una o dos reuniones súper aburridas llamadas “iglesia”. Las iglesias altruistas os darán espectáculo y movimiento. Todo al más puro estilo americano.

Hoy la iglesia tradicional y la iglesia altruista cubren entre ambas las 168 horas semanales. Si la iglesia tradicional y la iglesia altruista unieran sus fuerzas ¿serían tan maravillosas como la iglesia orgánica? ¿Podrían juntas reemplazar el cuerpo biológico de Cristo?


























CAPÍTULO 12
LA IGLESIA ALTRUISTA EN PAÑOS MENORES


Querido no americano, ¡tarde o temprano te van a pedir que te apuntes a una iglesia altruista! Bueno, como resulta que no eres americano, tienes derecho a conocer un poco más de cerca el concepto de “iglesia altruista”. Este será el tema del presente capítulo.

¿Me permites invitarte a ver el mecanismo interior de una de estas iglesias altruistas? La verdad es que tienes todo el derecho del mundo a entender este invento americano. Nunca olvides que el movimiento de las iglesias altruistas es cien por cien americano. ¡Lo inventamos nosotros!

Es mucho mejor que en lugar de limitarnos a aprender de estas instituciones nos imaginemos que tú mismo acabas de inaugurar una de ellas. Esto te ayudará a comprender un poco mejor lo que hacemos y la invasión cristiana americana en tu país.

Si te quedas con la boca abierta cuando leas este capítulo, aquí hay otra sorpresa para ti: todos los ministros más o menos informados de los Estados Unidos están al tanto de todo esto.

Este capítulo te lleva detrás de los bastidores de una iglesia altruista. Recuerda: se trata de que tú seas el fundador de una iglesia altruista americana.

Para inaugurar esta institución, fundador, primero debes tener un proyecto. Un proyecto que no sea muy complejo, ¡pero que sea eficaz! La mejor carta que los americanos han podido sacarse de la manga es “la evangelización del mundo entero en esta generación”. Este slogan ha estado en nuestros labios durante más de 100 años. ¡La primerísima iglesia altruista usó este emblema allá en 1890! (Es decir, hace tres generaciones.)

No viene al caso si esta visión tuya no está basada en las Escrituras. No viene al caso que sea un proyecto (y un movimiento) que presente la salvación sin iglesia.

Esta visión Made in América seguirá ofreciéndonos un mundo repleto de salvos... salvos por un seguro de incendios contra el infierno. Millones se han salvado, pero sin una relación real hacia Cristo y/o la iglesia.

No viene al caso saber de antemano que mientras abres los portones de tu institución tus conversos son de esa clase de personas a los que les gusta poco o nada la iglesia tradicional. Sabes bien que nunca serán miembros activos a largo plazo de esas iglesias moribundas.

Poco importa si estos hechos arruinan una hermosa relación entre tus conversos y la ekklesia en un futuro.

Tu institución sabe que las iglesias tradicionales no son del gusto de tus conversos, pero al mismo tiempo necesita el apoyo de las iglesias tradicionales. Así que tu institución siempre estará en la cuerda floja. Por un lado sabes que la iglesia actual es arcaica, aburrida, fría, muerta, estéril, y que sus reuniones son un canto fúnebre. Por otro lado sabes que esas iglesias son tu fuente principal de ingresos, y vas a necesitar mucho dinero para tu institución.

Eso quiere decir que debes ignorar el hecho de que la mayoría de tus conversos nunca va a formar parte de esas iglesias... al tiempo que siembras relaciones con ellas.

¿Cómo puedes vivir contigo mismo sabiendo todo eso?

¡¡Ignora la realidad!!

Dale la espalda al resto del drama para no enfrentar jamás el hecho de que los recién salvos no tienen vida corporal a la que acudir después de que tu institución les conduce a Cristo.

Tu institución altruista obtendrá conversos a punta pala pero nunca debes escudriñar el inventario, las estadísticas de los que se quedan.

De aquí a diez años no habrá nadie en esta tierra que pueda decirte dónde han ido a parar tus conversos. (Puede que tengamos la excepción de algunos que se unieron a tu institución. Date cuenta de que debes enfatizar, impulsar, fomentar y hacer publicidad de esos pocos. Haz como si estos éxitos se tratasen de un gran número. De esta forma esquivas el hecho de que las masas que has llevado a Cristo se han desvanecido. Ignora que sólo 1 de cada 5.000 conversos se adhiere a una institución... y que nadie tiene ni pajolera idea de dónde están los demás.)

¿Dónde están esos millones de conversos ausentes? Quién sabe. ¡Nunca trates de averiguarlo!

De nuevo, ignora la realidad.

Tu recién inaugurada iglesia altruista ahora necesita muchos hombres y mujeres cristianos para servir en plantilla. Los hombres y mujeres jóvenes entre los veinte y los veintisiete años son los mejores. Pero si llegan hasta los treinta sería alucinante.

También vas a necesitar cantidades industriales de jóvenes que acudan a tus conferencias y a tus giras evangelísticas. Siempre gente joven, idealistas, susceptibles y muy entusiastas. Los mejores son los que están entre los diecisiete y los veinticuatro años. No lo olvides, estos jóvenes apasionados son el motor de las instituciones altruistas. Sin ellos no tienes nada. Ignora el hecho de que estás construyendo un avión grande y potente con poco más que un entusiasmo juvenil y pasajero. Gente joven sin rumbo claro, en busca de significado para sus vidas cristianas; gente joven fácil de manejar. Se encuentran en el período más aventurero de sus vidas, así pues ofréceles aventura.

Y aquí es donde la visión hace su entrada triunfal. La visión traerá (1) empleados para la plantilla y (2) gente joven. Visión + empleados + gente joven. (Nunca caigas en la trampa de intentar construir semejante institución con gente que supere los 30 años).

Después de la visión, los obreros y los jóvenes, tienes que agregar el ingrediente del poder de Dios. Enseña a los empleados y a los jóvenes a recibir el poder de Dios. Entonces saldrán para “evangelizar el mundo en una generación” con este poder. Diles que este poder estará con ellos toda su vida.

(Ni se te ocurra ponerte en contacto con estos jóvenes cuando tengan cuarenta años. ¡Tienes todas las papeletas para enterarte de que ni siquiera son cristianos practicantes! Pregúntales, y lo más probable es que te digan que han olvidado todo lo que escucharon acerca del poder de Dios y que sólo tienen un vago recuerdo de que fueron “misioneros de verano”).

A continuación viene el entrenamiento de tus empleados y de tu gente joven. Primero los empleados. Luego ellos entrenarán a los jóvenes. Este entrenamiento no debe durar mucho.

Aquí es donde la mente evangélica te echa una mano.

La estructura mental evangélica encuentra este cristianismo actual retozando a sus anchas por todo el Nuevo Testamento (ahí no está). No te resultará difícil mostrar a estos jóvenes un Nuevo Testamento y una visión sin iglesia. Podrás enseñarles la evangelización del mundo en una generación y la bondad de tu propia institución... ¡con las páginas mismas del Nuevo Testamento!

Pero no es extraño que, por muy adorable que sea la gente joven, sea imposible de sujetar, o al menos resulten poco disciplinados. Así que mientras estén aprendiendo tienes que darles tres cosas más.

Lo primero es el concepto de la autoridad y de la obediencia; es segundo es una fuerte estructura, con una cadena de mando clara y bien definida. Por último, no está de más lanzar al aire un poco de culpabilidad y de miedo, entremezclados con ese catálogo de reglas establecidas por ti.

Una vez finalizado el entrenamiento, el siguiente paso a tomar lo llamaremos la gran aventura.

He aquí algunas posibilidades.

La evangelización del campus de una universidad (¡en Indonesia!). Es todo un desafío para los jóvenes. ¿Qué tal un país entero, alguno que acaba de abrir sus puertas al evangelio? Esa es la mayor aventura de todas. Llevar Biblias a algún lugar remoto del globo tampoco es moco de pavo.

¿Y si estas aventuras no están disponibles?

¡Una Feria Mundial! Un campeonato mundial de fútbol. Visitar al Real Madrid, o al Boca Juniors, o planear una gira por estadios gigantes con el reto de asistencia de 100.000 jóvenes. Estaría bien esta gira por Las Vegas o Washington.

Siempre hay algo en algún lugar que puede convertirse en “La Gran Aventura”.

Mientras escribo estas líneas, Rusia y Europa del Este son fantásticas aventuras con desafíos que pondrán a prueba a cualquier jovencito. ¿Qué os parece Siberia? ¿Qué os parece la Exposición Internacional de Budapest el año que viene?

A continuación, para poder llevar a cabo esta gran aventura, necesitas dinero. Estas aventuras siempre necesitan dinero. Toneladas de dinero.

De hecho, el objetivo subyacente a La Gran Aventura es conseguir dinero para que tu organización siga moviéndose.

Estas son tus fuentes de ingreso.

-Los jóvenes que asisten a estas conferencias de entrenamiento y que van a embarcarse en esta tremenda aventura.

-Las iglesias. Intenta por todos medios que tu plantilla asista a las reuniones de los domingos por la mañana a aquellas iglesias que dan dinero a tu institución. Igualmente alienta a tus conversos, que han sido llevados a Cristo por tus colaboradores, para que asistan a estos mismos servicios matinales domingueros. ¿Qué ocurre si a alguno de tus conversos le gusta asistir a otra iglesia de la comunidad que no da dinero a tu organización? Haz que tus empleados convenzan al nuevo converso para que no asista a esa iglesia. Cualquier cosa que aleje a tus conversos y a tus obreros cualificados de tu organización ¡es el enemigo!

La tercera gran fuente de ingresos son los laicos ricos.

¿Cómo atraer a estos millonarios para que cooperen con tu organización? Algo que nunca falla es ofrecer una comilona en la que tus empleados y conversos puedan dar testimonio. El manual de entrenamiento con el que instruiste a tus empleados incluye un capítulo dedicado a estos banquetes. (Ver manual del empleado. Sección: “banquetes”).

Pero hay mucho más que puedes hacer para enrolar a los millonarios.

Instruye a cada empleado de tu institución para que aprendan a congraciarse con estos millonarios. Sigue alentando a la plantilla para que conozcan y mantengan amistad con personas de buena posición. Enséñales cómo hacerlo. Por supuesto, acabarás con un grupo de trabajadores siempre amigable, siempre maravilloso, y casi siempre feliz. Cuando estén con esos seglares millonarios arderán por “la visión”, y hablarán con términos fascinantes de esa próxima “gran aventura”.

Vivirán cada instante de sus postizas vidas con esta careta de plástico. Pero está bien porque siempre vas a tener un grupo de colaboradores dedicados las 24 horas del día a la búsqueda de recursos monetarios, y siempre estarás reclutando laicado con mucho dinero en sus bolsillos para ser “consejeros colaboradores”.

Tus empleados siempre tienen que andar con la trompeta en la mano; deben contar historias de los grandes logros del pasado —mejor que sean recientes— ¡y de los acontecimientos que están por llegar! Enséñales a hacer bien este trabajo y verás un constante chorreo de fieles alistándose a la institución en “apoyo” a la causa.

Los fieles deben recibir el mismo mensaje que los jóvenes. También ellos pueden encontrar significado y propósito para sus vidas respaldando a estos jóvenes. Haz que la vida les resulte excitante. Ayúdales a que encuentren su propio valor ante Dios respaldando a tu organización.

No viene al caso el daño que más tarde originará todo esto en las vidas de estos cristianos. No viene al caso que con el tiempo este modus operandi engendre colaboradores deshonestos consigo mismos e hipócritas ante otros. Niega el hecho de que buen número de tus colaboradores dejará pronto tu institución, en concreto porque no pueden ya vivir en paz consigo mismos, y ni siquiera te plantees seriamente que la mayoría de los que no son cristianos están al tanto de esta farsa.

Sí, todo esto destruye a tus colaboradores. Mina su carácter. Básicamente es vivir una vida deshonesta ante Dios y ante los hombres.

Nunca percibas el ciclo que constantemente se repite en empleados y fieles. El círculo da una vuelta completa de cinco a siete años. Durante este periodo casi todos tus colaboradores se habrán esfumado igual que la mayoría de fieles que en una ocasión te apoyaban. Siempre necesitas nuevos colaboradores y fieles. El patrón se mantiene. Jamás te detengas a considerar este hecho ni te preguntes sus causas. (¡Las causas son un espíritu de vendedor crónico entretejido a las necesidades económicas de la institución altruista y a la parodia de estar vendiendo constantemente la institución!) Una vez más, ignora la realidad; y el año que viene otra vez lo mismo, con jóvenes nuevecitos llegando a raudales, nuevo personal y fieles recién reclutados.

Este patrón es fijo. Nunca cambia. Nunca te pongas a pensar por qué. Nunca preguntes por qué. Sobre todo, nunca preguntes adónde fueron esos muchachos ni el daño que experimentaron sus almas al haber estado contigo durante aquellos cinco años.

Si tienes alguna duda de lo que estoy diciendo, pregunta a cualquiera que esté en una iglesia altruista la edad media de sus colaboradores a tiempo completo. Ronda los veintiocho. Dentro de cinco años será de veintiocho. De aquí a diez años será de veintiocho. Así sigue sucesivamente. Pregunta cuántos consejeros seglares hay. Luego entérate de la media de tiempo que han pasado en la organización. Vas a encontrar idéntica respuesta. En ambos casos, la decadencia es horrorosa.

Ahora, de cabeza a por la gran aventura.

El dinero fluye sin control todo gracias a la gran aventura. Una experiencia como esta se vive una vez en la vida, ¡y no la podemos dejar escapar!

Supongamos que esta aventura son los Juegos Olímpicos o una Expo. Tienes que mostrar a todo el mundo la fantástica oportunidad que representa este evento y que es algo que urge. Enrola a un ejército de jóvenes que serán bien adoctrinados y mándalos a esta gran reunión. Casi todo el dinero que estos jóvenes voluntarios traen consigo se usa en billetes de avión, en su comida y en sus gastos adicionales. Pero parte de este dinero se tiene que usar para cubrir los gastos generales. Después de todo, la “central” ha invertido grandes cantidades para promocionar esta “la gran aventura”. De hecho, este acontecimiento ha costado una fortuna.

Así pues, mientas los jóvenes aprenden pídeles que den más dinero. Ten la completa seguridad de que surgirán crisis. Estas crisis hacen que estos jóvenes entusiasmados exploren todos los recursos a su alcance para dar más dinero. La gente joven que están siendo instruida es siempre una importante fuente de ingresos.

Por supuesto, pide dinero a esos miembros con quienes te has ido ganando su confianza.

Los Juegos Olímpicos durarán dos semanas, pero les precede todo un año de preparaciones. La emoción es grande. La visión está sobre la mesa. Hay todo un año para que llegue el dinero... ¡para un proyecto que dura dos semanas! Durante esas dos semanas serás testigo de cómo tu institución gasta millones de dólares. Como resultado tu institución sacará un pequeño margen de beneficios que será útil para cubrir los gastos generados por la sede central. Los gastos administrativos han sido estratosféricos. Cuando la gran aventura se dé por concluida proclama los resultados a los cuatro vientos. (Ignora el “recuento” de conversos.)

Mientras todo esto acontece, ya tienes que buscar otro desafío y la próxima gran aventura. El combustible de grandes empresas como esa mantiene viva tu organización. Sin ellas tu iglesia altruista moriría con las botas puestas.

¡Nunca te preguntes si tienes pruebas para demostrar que, cinco años después de que terminara la Expo, tú y miles de jóvenes más estuvisteis en aquella ciudad!

Sí, te quedan cinco direcciones de conversos que aún caminan con el Señor y por allí hay una docena de empleados que estuvieron hace cinco años en aquel magnífico acontecimiento.

¿Eso es todo cuanto puedes mostrar como resultado de millones de dólares gastados? ¿Hay alguna forma de justificarlo?

Una organización de este estilo, similar a la tuya, siguió de cerca durante un año a 20.000 de sus conversos. ¡Sólo 200 profesaban tener una relación con Jesucristo! Gracias a Dios por esos 200, pero creo que hay formas mejores de gastar millones de dólares con vistas a salvar —y conservar— conversos.

Entonces, ¿qué hacer?

Seguir ignorando la realidad.

Bueno, ahora bajamos el telón.

¿Qué hubiera ocurrido si hubieras coincidido con Pablo en aquella ciudad? Habría levantado una ekklesia con... digamos cuarenta conversos. Habría nacido una comunidad de creyentes. Dos años más tarde esa comunidad que Pablo había establecido contaría con cuarenta o quizá sesenta. Al cabo de cinco años a lo mejor serían 100, y diez años después ¡puede que 200! (Aunque quizás sólo 75).

Aparte del número de miembros, seguro que habría costado menos y no sería una iglesia en la que la gente fichara en un edificio una vez por semana. Sería una iglesia viril... que se adapta, que improvisa, que se mueve, que ama, que se preocupa, que es hermosa, con energía, fascinante, atractiva... ¡un pedacito del reino de Dios! ¡Incluso sería explosiva! Pero lo más importante es que sería permanente y el propósito de Dios... la comunidad de creyentes por excelencia.

¿Tendría esa iglesia una base firme de la Escritura que le diera derecho a existir?

¿Cuán firme?

¡Tendría para sí todas y cada una de las páginas del Nuevo Testamento!

Eso es algo más de lo que tu iglesia altruista puede regatear para justificar su existencia.

El meollo de la cuestión: ¿Nos centraremos en la comunidad de creyentes como hacía Pablo, o nos centramos en un evangelismo sin iglesia con unas estadísticas desastrosas como hacen los americanos?

¿Por qué este capítulo?

Para que tú –el cristiano nativo– puedas ver la maquinaria interna de las instituciones altruistas, y para que luego te preguntes... ¿a esto me quiero unir? ¿A esto quiero que llegue nuestra gente?

Hay buenas perspectivas para que tarde o temprano te pidan que te unas a una iglesia altruista o les ayudes con su programa. También has de saber que tú eres las “excitantes noticias” que los americanos escribimos en las cartas que enviamos a casa. Hablar de ti es la única forma que tiene la institución altruista americana para recaudar fondos; y recuerda, todo esto es americano hasta el tuétano y no tiene interés alguno en una expresión orgánica de la iglesia en tu país; y si una iglesia altruista está interesada en la iglesia, será una versión americana de la iglesia trasplantada y puesta en un tiesto en tu propia tierra. Esa iglesia tendrá las sillas bien colocadas. Todos os pondréis de frente al predicador —puede que un predicador americano— y os sentaréis callados mientras os predica el resto de vuestras vidas.

¡Podéis hacerlo mejor!

¿El aspecto encomiable de estas iglesias altruistas? ¡Esas organizaciones son fantásticas! Hacen de la iglesia institucional un caso de beneficencia. La institución altruista tiene variedad... una variedad muy colorida. En otras palabras, ofrecen (a un precio abusivo y sólo durante un tiempo) una cucharada de la salsa con que debería estar aderezada la iglesia.

Pero nada de esto se asemeja ni por asomo a la iglesia orgánica y nativa. ¿Qué es lo que falta aquí? Prácticamente todo. Una profundidad en el entendimiento de Cristo. Nuestra falta total de entendimiento de la ekklesia.

Y ahora llega...



CAPÍTULO 13
EL TURISTA MISIONERO AMERICANO


Los americanos vivimos en una isla. Hielo por arriba, desierto por abajo y un océano grande a cada lado. Nos metemos en un avión, volamos a Europa occidental y nos maravillamos de que tengan baño dentro de casa.

Tampoco entendemos de geografía. No la necesitamos porque para la mayoría de nosotros sencillamente no existen países cerca. Muchos no sabemos qué es o dónde está Canadá, o México, ¡o Maine!

¡Pregúntale a cualquiera de nosotros dónde queda Uruguay! Vivimos en casas preciosas con aire acondicionado, dos televisiones, un gran jardín (puede que con piscina), y tenemos dos coches. ¿Para qué necesitamos saber dónde queda Uganda?

Pero los americanos somos religiosos. Y sí, puede que aún hoy tengamos la mayor renta de cristianos por número de habitantes de la tierra.

Cada año celebramos esas imponentes conferencias misioneras a las que asisten decenas de miles de jóvenes. En estas conferencias nos sentamos y escuchamos mensajes conmovedores de lo pobre y necesitado que estás. Luego el interlocutor pregunta que cuántos jóvenes americanos están dispuestos a ir a tu país como obreros cristianos para encargarse de vosotros. Los pasillos de los auditorios se llenan de jóvenes voluntarios que quieren ser misioneros. ¡El Señor Dios sabe que lo hacemos de corazón! Somos sinceros, Dios nos bendiga. Somos americanos; y muchos amamos de verdad al Señor.

Damos nuestro dinero. Damos más que cualquier otro pueblo (claro que también tenemos más) de la historia del cristianismo. Nunca subestimes nuestro amor por Cristo, nuestra sinceridad o nuestra devoción. Pero todos y cada uno de nosotros, mientras damos el paso al frente para convertirnos en misioneros, nos vemos como vuestros líderes. Y acudimos a vuestros países como vuestros líderes.

Míranos llegar al campo misionero, (el campo misionero... ese eres tú.) Somos todo un espectáculo.

Quiero compartir algunas anécdotas acerca de nosotros. Pero al leer estas historias mira bien porque hay algo a tener en muy cuenta.

Mi primera experiencia “de campo misionero” me llegó cuando tenía diecinueve años. ¡Ocurrió en Israel! El primer matrimonio americano con el que hice amistad llevaba seis semanas “en acción”. La esposa era... un neumático. Habría matado con una sonrisa en el rostro por una Coca Cola. La recuerdo implorándome, “cuando vuelvas a América, por favor, envíame una garrafa de jarabe de Coca Cola”. La recuerdo implorando a su esposo que fuera a Jaifa o a Jope para poder acercarse a muelle donde atracaban los barcos por si acaso alguno pudiera llevar una Coca Cola a bordo.

Nadie en este mundo es capaz de sufrir mayor depresión que un americano por un cruce de culturas.

No sé si consideras a España un país estancado o un país duro para los misioneros (yo no la considero así). Bien, de cada 100 misioneros americanos que van a España, noventa y cinco no vuelven a probar.

¿Por qué? ¡Un conflicto cultural! La mayoría de los misioneros americanos no regresan al campo misionero pasados cinco años. Adaptarnos a tu país casi acaba con nosotros. Un dato interesante es que también experimentamos depresión cultural inversa al regresar. Esto es, sufrimos profundos problemas físicos y psicológicos cuando volvemos a casa.

Un misionero amigo mío me dijo que cuando regresó a América el doctor le tuvo dos semanas sedado con morfina. Llegó hasta ese punto de tensión. Algunas instituciones misioneras presentan informes de depresiones nerviosas de hasta un 25% del total de misioneros durante sus primer trimestre en el extranjero.

Por favor, date cuenta que nada más llegar estamos muy contentos de estar en vuestro país. Somos todo ojos, fotos por aquí, videocámaras por allá, revolucionados con este nuevo mundo al que hemos accedido. ¡Es una aventura! Por la noche, de vuelta a nuestro apartamento (cuando ninguno de vosotros está presente) hablamos atropelladamente de lo “pintoresca” y “singular” que es vuestra cultura. Muy cargados de razón nos oiríais decir nos encanta este lugar y esta gente. Nos gustaría trabajar aquí siempre, siempre, siempre.

¡Así es como hablamos nuestras primeras dos semanas!

Pero míranos seis meses después. Odiamos vuestro teléfono, no soportamos vuestra forma de conducir, aborrecemos vuestra dieta y con placer mataríamos por una hamburguesa americana. Cometeríamos alta traición por un plátano cubierto de helado y crema chantilly. Profanaríamos la tumba de vuestra abuela por un batido de cremosa leche. Venderíamos el alma al diablo por ver un buen partido de fútbol americano un sábado por la tarde.
 

Debido a la longitud del Estudio no lo publicamos completo. Para seguir leyéndolo abra la versión en PDF.