EDITORIAL

Por J. T. Sanz

El Islam es una de las religiones más importantes del mundo- Según las últimas estadísticas, cuenta con unos mil millones de seguidores. Su mayor atractivo lo constituyen tanto su concepción optimista de la naturaleza humana como su firme promesa de un cielo eterno en frondosos y tibios jardines, gozando con la compañía de bellas huríes, para cuantos se sometan a la obediencia de Alá, manifestada en El Corán.

Aún ahora recordamos con estupor cómo amparado en las doctrinas coránicas, el anciano y ya difunto ayatollah Khomeini destronó al sha Rezha Pahlavi, e impuso una sangrienta dictadura en Irán, al grito de “guerra santa” contra los infieles y traidores a Alá y a su Profeta.
Esta fue una noticia que despertó interés y curiosidad en casi todo el mundo.

Se quería saber lo que realmente era y podía ser en el futuro aquello que, ya entonces, se calificaba como “revolución islámica del siglo XX”. Pues, hasta aquellas fechas, la inmensa mayoría de los occidentales consideraba al Islam como una antigua y extraña forma de adorar y servir a Dios.

Esto no obstante, es un hecho innegable que el Islam ha resurgido con renovado celo en toda la Nación Árabe, avivando la tibia fe de muchos musulmanes. Pero, en estos tiempos, el Islam no pretende imponerse, como hiciera antaño, por el uso de la fuerza de las armas, sino por el poder de los petrodólares. Estas fuertes divisas han montado en todo el mundo una férrea maquinaria económica e industrial, sostienen la propaganda de la fe islámica, subvencionan la construcción de mezquitas y pagan los estudios a cientos de jóvenes islámicos con vocación misionera.

A este respecto, el Islam, además de ser probablemente la más extensa de todas las religiones no-cristianas, es la única a la que verdaderamente podemos calificar de misionera o proselitista. Por otro lado, También hemos de reconocer que el Islam es la única religión no-cristiana que nos presentó batalla, y nos venció y la vencimos... Y, asimismo, debemos confesar que el Islam, al que yo calificaría de “la más radical y peligrosa herejía nacida del Cristianismo”, ha sido y es la más impenetrable, resistente y reacia al anuncio de la Buena Nueva del Cristo de las Sagradas Escrituras.

Pero, a pesar de todo lo dicho hasta aquí, nos llegan noticias de que, cuando estamos a punto de publicar este tema. Muchos musulmanes están conociendo a Jesucristo como su Señor y Salvador personal por medio de mensajes cristianos a través de Radio y TV. por conducto de estudios bíblicos a distancia y mediante la lectura de la Santa Biblia.

Por nuestra parte, queremos presentar este número de Estandarte de la Verdad, junto con todos nuestros lectores, como un testimonio de gratitud al Dios de Abraham. Isaac. Jacob “y Padre de nuestro Señor Jesucristo” y Padre nuestro, y como un himno de gloria “al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”, al tiempo que nos unimos a Jesús cuando oró, diciendo:

“Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que También tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único verdadero Dios, y a Jesucristo, a quien has enviado”

(Jn. 17:1-31).


ISAAC O ISMAEL: DOS PROYECTOS PARALELOS

Por F. J. Kerkhof

Las promesas de Dios respecto a Ismael e Isaac son de gran significado para la vida de los pueblos, inicialmente sólo en el Cercano Oriente, más tarde en grandes partes de Asia, África y Europa, y actualmente para todos los pueblos de la tierra.

El SEÑOR dijo a Agar acerca del hijo que esperaba -Ismael-, lo siguiente:

“Su mano ser contra todos, y la mano de todos contra él” (Gn. 16:12).

Ismael es visto por muchos como el patriarca de los árabes. En este grupo de pueblos también son contados los madianitas y los amalecitas, los cuales hacían repetidamente incursiones destructivas (Jue. 6) y practicaban el tráfico de esclavos (Gn. 37) e hicieron un pacto contra Israel (Salmo 83). Amán, contemporáneo de Ester, era amalecita, según Ester 3: 1 (: un agageo es un descendiente de Agag, rey de Amalec).

Los ismaelitas vivían desde Havila (en el territorio del río Eúfrates) hasta Shur en el Sinaí, en la frontera oriental de Egipto. En 1 Samuel 15 se menciona este territorio como lugar donde vivían los amalecitas. Fuentes árabes consignan que los amalecitas procedían de Arabia, concretamente de la región de La Meca. Por consiguiente, no se puede partir de la suposición que Ismael es el único patriarca de los árabes.


Además, la designación “árabes” está determinada más geográfica que étnicamente.

En la antigüedad, esta denominación alcanzó a toda clase de tribus y pueblos que generalmente deambulaban como nómadas y practicaban el pillaje. Dentro de ese grupo de pueblos iban a tomar evidentemente un papel dirigente los doce príncipes de Ismael, según la comunicación del ángel del Señor en Gn. 16:12.

Y así ahora generalmente se dice, que Ismael es el patriarca de los árabes.

Enemistad antigua

Ismael atentó repetidamente contra Israel.


Recuérdense el ataque de Amalec después que Israel cruzara el Mar Rojo, y las incursiones sangrientas y exterminadoras que nos relata el libro de los Jueces. Sólo bajo los reinados de Saúl y David se termina con estos ataques, y los últimos restos de los amalecitas son derrotados por los hijos de Simeón (1ª Cr. 4:42-43).

Los árabes atacaron a Judá bajo el reinado de Joram y deportaron todas las familias y sus posesiones; sólo se salvó Joacaz (2 Cr. 21:16-17). Uzias hubo de luchar contra los árabes, según 2 Cr. 26:7; y Gesem el árabe se enfrentó a Nehemías (Neh. 2:19); y Amán proyectó el exterminio de los judíos Ester, Mardoqueo...

Ismael contra Isaac.

Todos los países árabes, ya desde la antigüedad, han caído en el politeísmo.

En La Meca adoraban, en torno a La Caaba, tantos dioses como días tiene el año.

Mahoma, nacido en el 570 d. C. en La Meca y de una familia empobrecida, casado a la edad de 25 años con la viuda rica Khadija, basándose en supuestas revelaciones se constituyó profeta en nombre de cierto dios creador llamado Alá. Trabajó con fuerza y estimuló a la adoración de un solo dios y al rechazo de los cientos de dioses mecanos.

Esta novedad no le fue propicia a Mahoma.

Muchos acaudalados estaban en contra de él y de su predicación, porque temían perjuicios para los ricos templos de La Meca y el comercio correspondiente.

La Hégira: 16 de julio del 622

En esta fecha, Mahoma partió hacia el Norte y fijó su residencia en Yathrib, después llamada Medina. Aquí su doctrina encontró cabida entre otras razones porque resolvió favorablemente cuestiones tribales.

Judíos y cristianos rechazaron su mensaje, no le reconocieron como profeta e incluso se burlaron de él. Como consecuencia del conflicto con los judíos, Mahoma estableció que al orar ya no lo harían en la dirección de Jerusalén, sino orientados hacia La Meca donde se encuentra el santuario La Caaba. Se rebeló contra judíos y cristianos y les acusó de falsificación del texto de la Biblia, razón por la cual él, Mahoma, llegaba ahora con un nuevo texto revelado.

Se trataba de El Corán (= lectura), de cuyo origen se dice, que el ángel Gabriel reveló los mensajes a Mahoma como pronunciamientos del dios Alá, procedentes de la Escritura Matriz, o lo que es lo mismo, de la madre de la Escritura o Tabla bien guardada (véanse Sura 13: 39 y 85: 21-22). Los textos transmitidos por los profetas antiguos, incluido Jesús, También estarían tomados de esa Escritura Matriz. El Corán es completa y exclusivamente la revelación del libro celestial. Donde la Biblia difiere de El Corán, allí está falseada la Biblia, dice el Islam. Mahoma recibió revelaciones del texto en La Meca y en Medina. En La Meca, Mahoma vivió bajo fuerte presión, y así los textos mecanos son más espirituales, poéticos y dirigidos a la fe, a la justicia y a la mística. En dos períodos mecanos posteriores, al ser Mahoma generalmente reconocido, los textos se ocupan de la acción de dios en la naturaleza y de los profetas antiguos. En Medina, por el contrario, donde Mahoma debe enfrentarse con problemas prácticos y
sociales, los textos coránicos se ocupan de los asuntos de la convivencia y economía.

Texto de El Corán

Sólo después de la muerte de Mahoma, ocurrida en el 632, se comenzó a reunir los proverbios y textos tomados por escrito por sus acompañantes durante su vida, y alrededor del 650 fue establecido el texto canónico, dividido en 114 capítulos o suras. Este libro ha ejercido una influencia formidable en el mundo árabe. Con frecuencia el texto coránico tiene gran fuerza poética, y su ritmo y rima son cautivadores.

Muchas palabras tienen un significado más profundo que el normal.

Mahoma no ha dado autoridad a El Corán con milagros, sino con una vigorosa fuerza de expresión.

Durante siglos, los islamitas se han opuesto a la traducción de El Corán. Los pueblos convertidos al islamismo debían aprender la lengua árabe y en muchas partes del mundo hay escuelas para el estudio de dicho idioma y de El Corán.

Después de la primera revelación del ángel Gabriel, ocurrida en el año 610, Mahoma construyó paulatinamente un sistema religioso y rechazó el politeísmo pagano de su país y de sus contemporáneos. Dios es uno, omnipotente y creador del mundo universo. Hay un día del juicio final. A los creyentes les esperan ricas recompensas en el paraíso. A los incrédulos les esperan castigos terribles en el infierno. El primer capítulo o sura, procedente del primer período mecano. dice:

1 “¡En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso!

2 Alabado sea Dios, Señor del universo,

3 el Compasivo, el Misericordioso,

4 Dueño del día del Juicio.

5 A Ti solo servimos y a Ti solo imploramos ayuda.

6 Dirígenos por la vía recta,

7 la vía de los que Tú has agraciado, no de los que han incurrido en la ira, ni de los extraviados”.

En el idioma árabe cada frase termina alternativamente en “ion” e “ien”, y el texto tiene un ritmo claro. Cada sura o capitulo concluye con la palabra “amén”. En la frase: “Dirígenos por la vía recta”, se quiere decir exclusivamente: por la vía del Islam. Esto nos recuerda la expresión “el Camino” del que se hace mención en las Sagradas Escrituras, por ejemplo, en Hechos de los Apóstoles 9:2, donde los discípulos de Jesucristo son designados con “de este Camino”; y en 19:23: “Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino”.

¿También Ismael fue profeta?

El Islam tiene de común con Israel y el Cristianismo el adorar a un solo Dios, y el tener un libro santo. Además, profesa que en esta vida no se trata sólo de riqueza y felicidad, sino que después hay un juicio justo y salvación eterna para aquellos que verdaderamente han servido a Dios. Semejante religión presta fuerza a los adoradores de Dios, y hace trabajar mucho por los asuntos de Dios con vistas al premio o paga eterna. El fervor religioso desemboca en obediencia al libro y en deseo de ganar a otros para ese Dios. Mahoma suponía y hoy el Islam lo asegura- que nuestra Biblia es una media verdad, pues en parte es un libro falsificado.

Pero el ángel Gabriel volvió a revelar a Mahoma la verdad plena, procedente del libro matriz celestial: y así El Corán enseña que Jesús fue un profeta y también Abraham e Isaac, pero asimismo Ismael. Esto leemos en la Sura 2:136 y 140: “Decid: “Creemos en Dios y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus, en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor.

No hacemos distinción entre ninguno de ellos y nos sometemos a ÉL”.

“¿O diréis que Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus fueron judíos o cristianos? Di:

“¿Quién sabe más? ¿Vosotros o Dios? ¿Hay alguien que sea más impío que quien oculta un testimonio que ha recibido de Dios? Dios está atento a lo que hacéis”.

Usted lo oye bien: El Corán habla de forma muy categórica. Toma un número de nombres y acontecimientos de la Biblia, pero a éstos añade otros nuevos que, según Mahoma, son asuntos definitivos, cerrados, por ejemplo, un último profeta, el último libro, el Dios único.

Mahoma llamó a Dios “Alá”. Este dios Alá ya pertenecía al panteón de los árabes.

Panteón que había existido ya muchos siglos antes que Mahoma, y que tenía como centro La Caaba, y en su muro oriental la famosa piedra negra.

Cuando Mahoma escogió de este panteón a Alá como su dios único, no hizo caer su elección en Dios el Señor, el Creador de cielo y tierra, a Quien nos es permitido conocer como el Dios del Pacto, Yavé Oh, no! Ya hacia siglos que los descendientes de Ismael habían adorado a toda clase de ídolos, entre ellos a Alá, y con su idolatría pagana habían ofendido al Señor.

Así, pues, el ídolo Alá había sido promovido por Mahoma para ser el dios; quizá por la relación entre los nombres: el árabe Allah = al- ilah, y el hebreo El Eloah, singular, junto al plural Elohim.

Además, Mahoma se ensalzó a si mismo como el último y más grande profeta por encima de todos los profetas de Israel y por encima del mismo Jesús; es decir, que por una parte degradó a todos los profetas incluido el Hijo de Dios, y por otro lado proclamó de si mismo que estaba por encima de todos aquellos. De ahí aquel famoso principio árabe: “No hay Dios sino Alá, y Mahoma es su profeta”.

Testimonio de Gadaffi

Todo lo que usted podría aportar desde las Sagradas Escrituras en contra del Islam, o está previamente construido y encapsulado en El Corán y en su exégesis, o debe ser contado como la parte falsa de la Biblia, dicen. En cierta ocasión, el coronel Gadaffi de Libia dijo: “El Islam contiene el plan único, válido y divino; y abarca todas las religiones. También Jesús fue musulmán y tiene más cosas en común con nosotros que con el cristianismo”. Y El Corán dice:

“­Recita en el nombre de tu Señor, Que te ha creado,.. ¡­Recita! Tu Señor es el Magnifico...

Que ha enseñado al hombre lo que no sabia” (Sura 96: 1-5).

Religión falsa

El Islam es una religión falsa. Es como el gran contraataque de Satanás contra el verdadero culto del Señor y Su Hijo Jesús (= el Señor salva).

Esta falsa religión islámica, fuertemente injertada en la Biblia, pero doblada, ajada y farsante como un falso billete de banco, puso en movimiento a los pueblos árabes.

Guerra santa

Un formidable celo misionero se apoderó de aquellas gentes, y llevadas de ese celo También emprendieron guerras: y así, treinta años después de la muerte de Mahoma ocurrida en el 632, una parte de África del Norte, Arabia y Siria, y toda Persia estaban bajo la autoridad del califa. Unos cien años más tarde, toda la costa Norte de África estaba bajo el poder árabe y también toda España y buena parte del Sur de Francia, y las fronteras del poder árabe habían penetrado profundamente en Asia hasta más allá de Samarcanda, y el Islam se había adentrado en Asia Menor en la Turquía actual.

En el siglo XIII, los turcos, islamitas otomanos procedentes de Asia, invadieron el imperio romano oriental: y en los siglos XIV y XV conquistaron toda Asia Menor y una gran parte de los Balcanes. En 1453 cayó en sus manos Constantinopla; y durante el siglo XVI su ansia de conquistas se dirigió más hacia Asia.

En el siglo XVII avanzaron hacia Viena; y en 1683, los turcos fueron derrotados tres años después, Budapest era reconquistada por la Europa cristiana; y en 1699 fue liberada toda Hungría. De este modo fue roto todo el poder del Islam, como falsa contra religión, en la Europa oriental. Pero en España ya había sido vencido el poder musulmán y árabe con la caída de Granada en 1492.

Ismael: “Hombre fiero”

Durante siglos la mano de Ismael había estado contra Israel; y por muchos siglos los ismaelitas habían codiciado la derrota del Cristianismo.

Pero, una y otra vez, el Señor salvó a los Suyos: bajo Moisés en el desierto, cuando los amalecitas molestaron a Israel; en los días de los Jueces, cuando tribus árabes prendieron fuego y arrasaron Canaán; en tiempos del destierro de Israel, cuando el amalecita “Khaman” (= Amán) odió a Israel. (El nombre khamati se escribía en consonantes: khmn, y es el mismo que el del ayatollah Khomeini).

Así es como, según la Palabra de Dios, Ismael fue como un hombre salvaje (Gn. 16: 12 y ss.). Su mano era contra todos. Frente a la línea que el SEÑOR trazó para su plan de salvación desde Noé pasando por Abraham e Isaac hacia el futuro de Jesús (:”Yavé salva”), colocó Satanás la línea de Ismael, Amalec y árabes, que es línea de perdición Después que en la venida de Jesucristo y la Paz Romana dispuesta al efecto fueran impedidos estos planes diabólicos, Satanás ha preparado un nuevo ataque. Mahoma desarrolla una religión falsa, con un dios falso y una salvación falsa, y todo ello proclamado bajo una autoridad falsa. El Norte de África, España, Asia Menor Persia, etc., países llenos de iglesias cristianas, son conquistados por la espada y por la falsa religión islámica.

Está claro que todo esto coincidía con la apostasía que hacia tiempo se había adueñado de estas iglesias. Eran siglos de enfriamiento del primer amor (Ap. 2:4), de nacientes doctrinas falsas en todos los puntos de la fe cristiana.

Las cruzadas

Una de las respuestas del occidente cristiano lo constituyeron las cruzadas que tenían como objetivo liberar del poder islámico el Santo Sepulcro y establecer un reino cristiano en Jerusalén. También hubo otras respuestas que no viene al caso comentar. Pero, a este respecto, pienso en algunos movimientos que volvían a la Palabra de Dios, la Biblia, y se apartaban de la tiranía clerical, de doctrinas caprichosas y de falsos misterios Fue en el siglo XVI cuando la gran Reforma produjo una enorme ruptura en muchas cosas, y el poder de la falsa religión romana fue quebrantado en muchos países y grupos de población.

Cuando en 1683 el poder turco es derrotado a las puertas de Viena, ello ocurre en un siglo en el que la Reforma aún operaba claramente, pero en el que también brotaron todas las fuerzas que conducirían a la Ilustración y al comunismo marxista. El Islam estaba derrotado.

¿Pero había sido vencido para siempre?

Líneas paralelas

A través de la historia corren Líneas irreconciliables: La simiente de la mujer y la simiente de la serpiente; Israel y los pueblos limítrofes; Isaac e Ismael; Espíritu y bestia; Jesucristo y Satanás.

Lo externo cambia. La lucha es siempre la misma. Hace ahora más de 1900 años que el Señor se apartó de Israel, el endurecimiento de corazón vino sobre este pueblo y la salvación pasó a los paganos.

Satanás cambió de táctica. El Cristo había llegado y había consumado Su obra. A este respecto, nada había que cambiar. Lo que quedaba era procurar a los hombres una religión falsa. Una religión que aparentemente incluye a Jesús, pero no le tiene en cuenta. Con violencia de guerra se sometió pueblo tras pueblo; mediante tratos ventajosos se hizo atractivo el paso o “conversión” al Islam. Pero el Señor paró aquel avance. En Poitiers (Francia) en el año 732 se dio el alto al poder árabe, que se había acercado a 300 Km. de París; y en el 759 fue reconquistada Narbona, y así los musulmanes serían obligados poco a poco a retroceder hasta la Península Ibérica, donde siete siglos después serían derrotados definitivamente. Y en el siglo XVII, cuando los turcos fueron derrotados en Austria, el Señor salvaba una vez más a Europa.

Cambio de teatro en la política mundial.

Sin embargo, lo dicho anteriormente no es la última palabra El Islam, en los siglos XIX y XX, ha tenido que echar marcha atrás en muchos puntos. Arabia comprendió la fuerza que potencialmente se hallaba presente en el petróleo.

Esto no obstante, desde el año 1948 cambió totalmente el teatro de la política mundial. Por el Estado de Israel ha surgido en Oriente Medio un factor que de una forma “irrazonable” hace imposible el razonar inteligentemente la situación política y económica. De una forma “irrazonable”. Pues no es “razonable”, ni evidente, ni pensable, que un pequeño pueblo de 3,5 millones de judíos pueda atemorizar a 40 millones de egipcios, a 8 millones de sirios, a 12 millones de árabes, a 8 millones de iraquíes, etc., y que, si es atacado, pueda vencer a sus enemigos y jugar un papel en la política mundial, con lo cual tanto Estados Unidos como Rusia se vean impotentes para disponer libremente de las circunstancias.

Ese factor recién mencionado, que evidentemente ahora juega un papel determinante en la lucha de la cultura y civilización cristianas contra la cultura islámica, es profecía bíblica.

Como leemos en Zacarías:

“Profecía de la Palabra del Señor acerca de Israel. El Señor, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el Espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella” (12: 1-3).

El arma del petróleo

Desde el año 1973 Ismael ha introducido contra Isaac el arma del petróleo.

Los cristianos, que deberían proseguir en la línea de Isaac, ahora son obligados por el petróleo a situarse en el campo de Ismael. El Maligno, situado en la línea de Ismael, parece estar venciendo; pero, sólo por el momento... y según los cálculos humanos. Pues la incomprensible profecía bíblica se hace presente y nos enseña, que la victoria no será de Ismael, sino de Isaac; no de la Bestia, sino del Espíritu; no de Satanás -la vieja serpiente-, sino de Jesucristo.

Consejo Mundial de Iglesias y Roma

Para el Consejo Mundial de Iglesias y para la Iglesia Romana, el Islam conforma únicamente una variación del culto al verdadero Dios. Y así, cierto pastor sinodal ecuménico se ha atrevido a decir “Encuentro muy difícil decir si el Islam ofrece un camino de salvación, o si el Islam está en el plan de salvación de Dios. En cualquier caso” -sigue diciendo- “Dios ha permitido que surgiera este movimiento...” Parece que este señor, como muchos en el CMI, es de la opinión que en cada religión apunta alguna verdad, y cita como ejemplo “el Cristo escondido en el hinduismo”. Y para conseguir colar tales ideas, dice:

“Pienso que la misericordia de Dios es más grande que la nuestra”. Según mi firme convicción, los que así opinan corren un velo sobre la verdadera esencia y naturaleza del Islam, y no aciertan a ver la lucha fundamental que brota detrás del Islam y de El Corán contra Jesucristo y contra la Biblia.

Cosechar sobre rocas

El contenido de El Corán está fuertemente dirigido para hacer innecesario un estudio del valor de la Biblia y del Cristianismo. Además, esto es algo prohibido al musulmán, y forma parte del poder de esta religión. Conversiones de musulmanes al Cristianismo son, pues, muy infrecuentes. En cierta ocasión, un misionero me dijo: -”Evangelizar en países musulmanes es como cosechar sobre rocas”.

Celo islámico

El celo misionero del Islam fundamentalista es muy grande. En todas las naciones europeas se levantan mezquitas. El Corán se divulga traducido a muchos idiomas. Hace ya una decena de años que en Japón se inició una especial campaña de conversiones que, según me dijo un amigo, tuvo un gran éxito. Más de dos millones de El Corán en versión japonesa fueron distribuidos en aquella campaña.

En Europa se están construyendo cinco universidades islámicas. En Amberes (Bélgica) se ha construido un gran centro islámico con mezquita, colegio y biblioteca, y el gobierno belga subvenciona la construcción de mezquitas y paga los salarios de los misioneros musulmanes.

También el gobierno holandés subvenciona la edificación de mezquitas, y en este momento hay más de 350.000 musulmanes practicantes en Holanda, y su número crece vertiginosamente.

Si nuestros lectores repasan la situación política mundial, observarán que el Maligno casi ha logrado quitar a Israel el apoyo de muchos países occidentales, y se encuentra prácticamente solo. Pero,... ¿les está permitido a los israelitas invocar al Dios de Israel? ¿Aún hay cristianos en todas partes que oran por Israel y suplican el retorno de nuestro Señor Jesucristo?

(Nota.- Cuando en las Sagradas Escrituras se habla de Dios el Señor (Ex. 3:15; 6: 2; Lv. 24: 11 y 16, etc.) entonces se usan los nombres Elohim, Jahveh. Elohim y Él son nombres calificativos y significan Dios.

El nombre Adonai significa Señor Dios Creador Todopoderoso que crea, rige y gobierna cielos y tierra. El se apareció a Moisés y se le reveló como JHWH: “YO SOY”, y éste es Su Nombre como Dios del Pacto (Ex. 3: 15). Y así es como Jesús (= Jeschua) significa Jahveh salva. Lo cual nos habla de la fidelidad, misericordia y gracia de Dios. El nombre Jehová es una equivocación, y mejor sería poder evitarlo).


LA FE EN EL DIOS UNO Y TRINO

COMPARADA CON LA DOCTRINA DE EL CORÁN


Por J. C. Janse

La doctrina de la fe islámica se ha desarrollado en torno al prototipo de la confesión islámica, la sjahadat, que dice: “La ilƒha illƒ' 'Allah, wa Muhammad ras–l–'llah”. No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta.

Dicen los musulmanes que el ángel Gabriel fue dando a Mahoma, trocito a trocito, la revelación del libro que se halla en el cielo en “una Tabla bien guardada” (Sura 85: 21-22).

En El Corán hay trozos del Antiguo Testamento y También versículos de los evangelios. Asimismo en El Corán te encuentras dicho claramente, como en la Biblia, que sólo hay un Dios, un único Dios que creó el mundo.

En esto es muy rotundo El Corán: Alá es grande, es el Creador, el Señor de la vida y de la muerte, el Protector el Dominador y Destructor, el Dispensador de bendición y el Autor de males, el Misericordioso, el Bondadoso, etc. En el Catecismo Musulmán se le reconocen a Alá normalmente 20 atributos y 90 “nombres hermosos”. En esta doctrina de El Corán se nota claramente la influencia de enseñanzas judeo-talmúdicas, nestorianas. maniqueas y viejo-arábigas.

Pero el Señor, el Dios que estableció Su pacto con nosotros, tal como le conocemos por las Sagradas Escrituras: el Dios Uno y Trino, es decir el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, no es conocido por ellos y es mucho más que Alá.

El nombre Alá se deriva del árabe ila = Dios, y guarda relación con el hebreo Elohim.

El nombre Señor, Jahweh, el Fiel, el Viviente, Quien ya estableció Su pacto con Abraham, es el nombre con el que Él se ha revelado, mucho antes de las comunicaciones de Mahoma en El Corán.

El Señor, Dios el Padre, es nuestro Padre

Al leer por ejemplo, los capítulos 44 y 45 de Isaías enseguida observas que allí hace uso de la palabra el Dios Uno y Trino, que la Trinidad te habla.

Alrededor de siete siglos antes de Cristo, y aún bastante antes del destierro babilónico, el Señor dio promesas gozosas de salvación por medio de Isaías.

Habló de Ciro, “mi pastor”, que dejaría ir al pueblo de Israel desde el destierro a su país.

Hermosas suenan, pues, estas palabras: “Así dice el Señor, tu Redentor, que te formó desde el vientre. Yo el Señor, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mi mismo...” (Is. 44: 24). Y luego, en relación con la vuelta de Israel desde el destierro, leemos: “Yo,..., el que dice de Ciro:

Es mi pastor, y cumplir todo lo que Yo quiero...” (Is.44:28).

Jerusalén volvería a ser habitada y las ciudades reedificadas, y el rey de los Medos y Persas les protegería para volver a casa.

Pues bien, Israel volvió al país de los antepasados y allí nació nuestro Señor Jesucristo. El Señor cumplió Su palabra. Allí fue operada nuestra reconciliación, tal como fue profetizada por Isaías concretamente en el capítulo 53.

Aquí te encuentras enseguida la infinitamente grande diferencia con la doctrina del Islam.

Alá es grande -dicen los musulmanes. Pero, con respecto a su salvación, todo lo han de hacer ellos mismos.

Mientras que el Señor, Dios nuestro Padre, Creador de cielos y tierra, ha obrado de tal manera en la historia que, para que nuestro Salvador viniera a la tierra, Ciro hubo de colaborar Israel debió volver a casa y así Jesús pudiera nacer en Belén.

En esto se ve la obra de Dios el Padre, Quien realmente es el Todopoderoso y el Creador, el cual hace más que ser solo Creador y Conservador. Él es, en el pleno sentido de las palabras, “Padre nuestro”, Quien nos ha dado Su Hijo para nuestra salvación.

Si un ismaelita leyera el capitulo 44 de Isaías, sería muy lógico que exclamara: “¡Gloria a Alá!” Pero no alcanzará a ver la obra de Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Para ver estas cosas nos ha abierto los ojos nuestro Salvador. ¡Cuán impresionante y respetuosamente nos ha hablado de Su Padre! He aquí un ejemplo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños”

(Mt. 11:25).

También nos hizo observar los pájaros y las flores, y dijo: “Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimentan (Lc. 12: 24). A lo cual añadió, que nosotros valemos mucho más que las aves, y que Dios no dejar a Su pueblo “de poca fe” sin comer beber y vestir, porque “vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas” (v. 30). “Vuestro Padre”, dice nuestro Señor Jesucristo. Añadiendo también para reconfortar a sus discípulos: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino (v. 32).

Estas eran palabras regias sobre la benevolencia soberana de Dios el Padre, es decir, que el Reino nos es dado “gratuitamente”.

Los musulmanes no saben nada de esto. Es algo desconocido por ellos. En cambio, si saben del castigo por el pecado y del juicio final y de los platillos de la balanza en los que las almas son pesadas. Pero, que a Dios el Padre le ha placido darnos el Reino gratuitamente, de balde y por gracia, por medio de Su Hijo, -eso es propia y exclusivamente el misterio de la Iglesia de Jesucristo.

Esto pertenece a la doctrina de las Sagradas Escrituras acerca del Dios Uno y Trino, Quien a lo largo de la historia y ya mucho antes de surgir el Islam no dejó de manifestarse en obras que exceden toda imaginación tanto en la creación como en la salvación.

Esto También es obra de Dios el Hijo

Lo dicho anteriormente no ocurre sin conocimiento y voluntad del Hijo.

Cuando hablamos de Dios el Padre, no podemos dejar de hablar También de Su Hijo.

En Lucas 10:22, dijo Jesucristo: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre”.

Todo cuanto poder y conocimiento divinos existen, También los posee nuestro Señor Jesucristo. Por eso continúa diciendo: “(y nadie conoce) quién es el Padre, sino el Hijo”.

Aquí chocamos con algo con lo que los musulmanes no están de acuerdo. Jesús es profeta y enviado de Dios, dice El Corán. Jesús, el hijo de María, es el siervo de Dios (Sura 19:30).

Dios dice de él: “El no es sino un siervo a quien hemos agraciado y a quien hemos puesto como ejemplo a los Hijos de Israel” (Sura 43: 59).

Los musulmanes le llaman Isa, y este su nombre aparece frecuentemente en El Corán, en el cual llega a tener un lugar único, pues incluso se le considera el más grande entre los hombres. Pero no es el Hijo de Dios, porque Alá no procrea o engendra, dice el Islam.

Aquí se halla la más profunda sima entre el Islam y el Cristianismo.

Alá no engendra, Esto es algo extraño para los musulmanes y se oponen contra ello. Dios no está reducido en nadie, ni necesita un hijo (Véase Sura 112: 3).

Es posible que el origen de esto haya que encontrarlo en el hecho de que Mahoma hallara en Arabia un Cristianismo en muchos sentidos apóstata y diluido y con una extrema devoción a María, tanta que incluso existiera una determinada concepción de trinidad-de-tres-dioses: el Padre, María y Cristo. María seria, como entre los paganos, la diosa madre.

Con razón, pues, Mahoma rechazó aquellos extraños pensamientos de unidad-de-tres.

Pero al mismo tiempo es preciso decir que Mahoma en este asunto no ha escuchado a las Sagradas Escrituras. Porque, viviendo en el siglo séptimo después de Cristo, También podía haber fijado su atención en cuanto dicen los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y sus cartas acerca de Jesucristo.

Entonces También podía haber oído, que Jesús habló de si mismo como del Hijo, al afirmar:

“Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mt. 11: 27). Y, en otro lugar, añadió: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10: 30).

Él es tan poderoso como el Padre, y es el Hijo propio de Dios. El apóstol Juan ha escrito expresamente de Él: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido,..., y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Hijo de Dios, y la vida eterna” (1 Jn. 5: 20).

Allí confiesa el apóstol muy claramente la Deidad de nuestro Señor Jesucristo, y de Él, la Palabra de vida y vida eterna que era en el Padre, escribe al principio de su carta: “Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto y así lo testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó...”, para luego añadir: “Y la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1: 1-3 y 7).

Los musulmanes niegan que Jesús murió y resucitó. Él, dicen, fue llevado hasta Dios.

También rechazan la Deidad de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Pero con ello También es negada Su obra fiadora en la cual le ayudó su Deidad para sobrellevar el peso de la ira de Dios y salvarnos a nosotros de esa justa ira. La perfecta obra de la salvación es hecha por el Hijo de Dios.

Así lo dice el apóstol Juan: “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo”, y añade: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5: 11-12).

- Y el apóstol Pedro, refiriéndose a Jesús, afirma solemnemente: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4: 12).

Esta doctrina del Dios Uno y Trino es de vital importancia. Jesucristo es el Hijo del Dios viviente.

Dios el Espíritu Santo es Uno con el Padre y el Hijo

Cuando queremos hablar del Espíritu Santo como Dios, nos llama la atención que el Señor Jesucristo al encargar a los apóstoles el anuncio del Evangelio y el bautismo de los pueblos, ha colocado en una misma línea con el Padre y con El mismo al Espíritu Santo. Consúltese Mateo 28: 19, y entonces comprenderemos por qué somos bautizados “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Cuando el musulmán trata de un Espíritu de Dios, lo escribe con la ‘e’ minúscula.

Además, para el musulmán, También Jesús es igual al primer hombre, Adán. Pues igual que a Adán le fue insuflado el Espíritu por Dios, así ocurrió también con Jesús (véase Sura 21:91).

Así es como el musulmán vive en el monoteísmo.

Sin embargo, es precisamente la acción del Espíritu Divino quien hace abrirse a la Palabra de Dios a nuestro corazón que está cerrado por naturaleza, y lo renueva.

Con una operación sobrenatural, milagrosa, escondida, muy poderosa e inexpresable transforma el Espíritu Santo el corazón humano, la cual no es menor ni inferior en su poder que la creación o la resurrección de los muertos.

(Véanse “Los Cánones de Dordt”, ed. FELIRE, III-IV, 12).

Dios creó cielo y tierra por Su palabra, por Su mandato. Esto También lo cree el musulmán (Véanse Sura 46: 3 y 29: 44). Pero las Sagradas Escrituras dicen: Por la Palabra, que en el principio estaba en Dios y que es Dios. Todas las cosas han sido hechas por la Palabra, esto es: Por Su Hijo (Véase Jn. 1:1 y ss.)

Pero, además, las Sagradas Escrituras dicen -y en esto dan honor Divino al Espíritu Santo-, que Dios creó toda vida por Su Espíritu. Pues leemos: “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gn. 1: 2); y en otro lugar: “Envías Tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”

(Sal. 104: 30).

Es el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de los muertos, y el mismo que vivificar También nuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en todos los Suyos (Véase Ro. 8:11).

El Corán, en el tema de la resurrección de los muertos, habla exclusivamente de la omnipotencia de Alá (véase Sura 22: 5-6). Y en otro lugar, dice: “Quien ha hecho bajar agua del cielo con mesura para resucitar un país muerto, del mismo modo se os sacar (de la sepultura)” (Sura 43: 11; y véase También Sura 30: 19,50).

El Islam tampoco sabe nada acerca de la certeza del testimonio del Espíritu Santo, el cual nos da seguridad en Cristo respecto a todo esto; mientras que para el musulmán el futuro depende de las buenas obras. Pero, ¿quién estará seguro de que la balanza divina se inclinará lo suficiente por sus buenas obras? (Véase Sura 101: 6-9).

Por consiguiente, es preciso que dirijamos nuestra esperanza de futuro y nuestra fe al Dios Uno y Trino: al Padre que creó cielo y tierra, que entre otros llamó a Ciro y que de Israel ha dado al mundo el Mesías; al Hijo que por nosotros venció a la muerte, y al Espíritu Santo que da la renovación perfecta y eterna.

En una palabra, que pongamos nuestra confianza en la Divina Trinidad. Nosotros experimentamos Su cuidado: La gracia de nuestro Señor Jesucristo es más que la bondad de un hombre corriente; y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo son algo que sobrepasan lo humano (véase 2 Co. 13:13). Son cosas Divinas.

Esta es la buena y cristiana confesión de fe en la Trinidad.


JESÚS EN EL CORÁN

Por J. Broekhuis

El Corán habla mucho acerca de Jesús, sobre todo en las Suras (= capítulos) 3, 5 y 19. Y, ya que los musulmanes ven El Corán como la Palabra de Alá, la imagen que en él se da de Jesús, es determinante para Su significado en el Islam. El Corán da a Jesús un gran número de títulos que queremos comparar con los pronunciamientos de la Biblia. En ellos reconoceremos muchas de las informaciones bíblicas, y también semejanzas, pero muchas más diferencias.

Palabra de Dios

La expresión “Palabra de Dios” se encuentra 46 veces en El Corán. Pero únicamente en 2 ocasiones se aplica a Jesús esta declaración. En la Sura 3:45, se dice:

“Cuando los ángeles dijeron: “¡María! Dios te anuncia la buena nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Ungido, Jesús, hijo de María...” A este respecto, de la Sura 4:171 se deduce que con lo dicho se da a entender que Alá ha enviado una palabra de creación en María.

Cuando Alá ordena algo, sólo dice: “Sé”, y es. Así ahora Jesús es considerado como una de las cosas ordenadas. Jesús es llamado la “Palabra” o una “cosa mandada” por la orden creativa de Dios.

En la Sura 3:59, se dice: “Para Dios, Jesús es semejante a Adán, a quien creó de la tierra y a quien dijo: “¡Sé!” y fue”.

Alguien da al término “Palabra de Dios” un significado algo distinto, y dice:

“Según la tradición islámica, Jesús se llama “Palabra de Dios” porque Dios le ha encomendado un mensaje, el Evangelio. Jesús no es más que Moisés, a quien le fue dada la Thorá, la Ley Veterotestamentaria, y tampoco más que David, quien ha dado salmos a los hombres”.

Está claro que, cuando Jesús en El Corán se llama “Palabra de Dios”, eso no tiene nada que ver con el comienzo del Evangelio de Juan (1:1), donde se habla de la Palabra que estaba en Dios y es Dios mismo.

Quizá Mahoma tomó de los cristianos este nombre para Jesús; pero, en ese caso, le dio un significado muy distinto.

Mesías

En 11 ocasiones recibe Jesús en El Corán el titulo “Mesías” (Cristo); para el cual los exégetas musulmanes han encontrado diferentes explicaciones. Es una palabra de procedencia extraña, este sobrenombre de Jesús. Algunos vieron la etimología de tal palabra en la raíz msj: tocar.

Según éstos, Jesús era alguien cuyo tacto limpiaba de pecados. Es el conocido concepto de baraka, lideres espirituales irradian algo de bendición sobre el hombre corriente.

Otros proponen esta posibilidad: masih se deriva de un verbo que indica “viajar”. De Jesús se cuenta que viajó mucho o hizo muchas peregrinaciones. Para musulmanes de época posterior, Jesús fue el ejemplo y modelo del peregrino y el místico.

Por lo que a este respecto dice la Biblia, alguien ha escrito: “En primer lugar, por el titulo “Mesías” se designa el significado totalmente único y singular de Jesús. Sólo ya por este nombre resulta que a Jesús no se le puede comparar con nadie entre los hombres, y que incluso no puede ser puesto en la misma línea con los profetas”.

Hijo de Dios

Con precisión aforística anuncia la Sura 112:14 la unicidad de Dios: “Di:

“¡ÉL es Dios, Uno, Dios, el Eterno. No ha engendrado, ni ha sido engendrado.


No tiene par!”

Esta corta Sura es una de las más populares y es pronunciada cada día por la mayoría de los musulmanes. Uno de éstos ha dicho: “Nosotros confesamos que Dios es Uno, no nacido, ni ha engendrado hijos... Tampoco creemos en la divinidad de Jesucristo: él fue un hombre, ciertamente un hombre excepcional, pero un hombre”. Así pues, se niega con fuerza la Deidad de Cristo. La Sura 53:19-21 está muy claramente dirigida contra el politeísmo mecano:

“Y ¿qué os parece al-lat, al-Uzza y la otra, Manat, la tercera? ¿Para vosotros los varones y para Él las hembras?” Aquí se toma posición con fuerza contra la idea de que los dioses o diosas paganos pueden ser agrupados como descendencia bajo Alá. A pesar de lo duro de esta cita, en la polémica musulmana contra la fe cristiana siempre se usa este texto contra la confesión de fe en Cristo.

En la Sura 43: 81-82, leemos: “Di: “Si el Compasivo tuviera un hijo, yo sería el primero en servirle”. ¡Gloria al Señor de los cielos y de la tierra, Señor del Trono! ¡Está por encima de lo que le atribuyen!”

Luego está la Sura 9: 30-31, que dice: “Y los judíos dicen: “Uzayr es el hijo de Dios”. Y los cristianos dicen: “El Ungido es el hijo de Dios”.

Eso es lo que dicen de palabra. Remedan lo que ya antes habían dicho los infieles. ¡Que Dios les maldiga! ¡Cómo pueden ser tan desviados! Han tomado a sus doctores y a sus monjes, así como al Ungido, hijo de María, como señores, en lugar de tomar a Dios, cuando las órdenes que habían recibido no eran sino de servir a un Dios Uno. ¡No hay más Dios que El! ¡Gloria a El! ¡Está por encima de lo que Le asocian!”

Uzayr es la figura de Esdras en la Biblia. El hecho de que aquí se le nombre junto con el Mesías y con doctores y monjes indica que se trata de veneración de santos. Sin embargo, la oposición contra la palabra “hijo” tiene su fundamento en el paganismo árabe, para el que sólo una cosa podía significar, a saber, el hijo de Dios de Su unión con una mujer.

Así pues, para un musulmán, la expresión “Hijo de Dios” sólo puede significar una cosa: Un Hijo que es nacido de la unión de Alá con una mujer. A propósito de esto, el escritor cristiano K. Craag ha intentado indicar que para los cristianos la expresión “Hijo de Dios” excluye cualquier paternidad en sentido físico. Pero quien lee escritos musulmanes encontrar pruebas suficientes de cuán profundo se halla el escándalo acerca de la confesión de fe, que Cristo es el Hijo de Dios. Y añade: “Sin embargo, para los cristianos la fe en Cristo, como el Hijo de Dios, es el germen y la raíz de nuestra fe en que el Uno y Eterno Dios se comprometió a comunicarse a los hombres”. Él hace la obra del Padre en este mundo, porque Él es desde la eternidad el Hijo de Dios.

Pero, aunque los musulmanes entendieran que con la expresión “Hijo de Dios” se quiere decir la revelación de Dios a los hombres, aun entonces sería impensable para el concepto islámico de Dios (= la unicidad de Dios), que Dios habría podido humillarse para hacerse igual al hombre en una forma terrena, la cual está sometida al dolor y a la muerte. ¡Alá es demasiado excelso para eso! Así se comprende, que en la Sura 5: 72 se escriba contra los cristianos:

“Incrédulos eran aquellos que decían:”Alá, que es el Masîh (= Ungido: Cristo), hijo de Marjam (= María)”, siendo así que el Masîh dijo: “¡Oh hijos de Israel, servid a Alá, mi Señor y vuestro Señor!...” (Nota. Esta es nuestra versión de la Sura 5:72, para indicar mejor que se trata de Jesús el Cristo. La Redacción).

Por tanto, según El Corán, hay un solo pecado imperdonable. Ese pecado se llama y es shirk, es decir, reconocer y adorar determinados compañeros junto a Alá.

Muerte de Jesús

El Corán habla expresamente y en diversas ocasiones acerca de la muerte de Jesús. En la Sura 19: 33, dice el niño Jesús: “...La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida”. Los comentaristas musulmanes, bajo la influencia de la negación de que Jesús fue crucificado, han explicado este texto en la Sura 4:157 como sigue:

Después del futuro retorno de Jesús, permanecer 40 años, después morir y ser enterrado por musulmanes. El orden de los acontecimientos es, pues, como sigue: Muerte aparente de Jesús en la cruz, la ascensión, la segunda venida, la muerte natural y la resurrección general. Esta es una explicación rebuscada, pues en la Sura 19:15 se utiliza la misma sentencia para Juan el Bautista: “¡Paz sobre él el día que nació, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida!”

En la Sura 3: 55 se consigna: “Cuando Dios dijo: “¡Jesús! Voy a llamarte -(otros traducen:

Yo cobraré tu culpa de muerte)- a Mi, voy a elevarte a Mi...” En la Sura 5:117 se usa la misma palabra “cobrar”, exigir: “...Fui testigo de ellos mientras estuve entre ellos, pero, después de llamarme (otros traducen la última frase así:

Pero, cuando Tú hubiste cobrado (exigido) mi culpa de muerte)- a Ti, fuiste Tú Quien les vigiló...” Este verbo aparece cinco veces en El Corán, e indica casi siempre la muerte por la mano de ángeles o de Dios.

El pasaje coránico más decisivo, en torno al cual vuelve a girar siempre la exégesis, lo encontramos en la ya mencionada Sura 4: 157: “y por haber dicho -(los judíos)-: “Hemos dado muerte al Ungido, Jesús, hijo de María, el enviado de Dios”, siendo así que no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció así. Los que discrepan acerca de él, dudan. No tienen conocimiento de él, no siguen más que conjeturas. Pero, ciertamente, no le mataron”.

La línea de la demostración de esta Sura es clara. Se niega la muerte de cruz de Jesús, pero se hizo de El una imagen aparente. Sin embargo, esta explicación choca contra la anteriormente citada Sura 5: 117, donde se escribe acerca de “la culpa de muerte” que fue “cobrada”. Pero esta sentencia o expresión ha sido eliminada entre los comentaristas musulmanes, y la negación de la muerte de cruz de Jesús es generalmente aceptada en el mundo musulmán.

A este respecto, se ha indicado que la Sura 4:157 está en el contexto del ataque a los judíos. Mahoma estaba envuelto en lucha violenta con las tres poderosas tribus judías de Medina. Ellas han molestado a Moisés; quebrantaron el pacto que Alá estableció con ellas; eran incrédulas a las señales de Alá; mataron a sus profetas; expresaron terribles calumnias contra María, y lo más grave que hicieron fue que aun pensaron que al Enviado de Dios que había llegado a ellos, Jesucristo, lo habían vencido y llevado a la muerte de cruz. Mahoma dice con gran énfasis que esto último no tuvo lugar. Ellas no vencieron a Jesús, sino que Él permaneció siendo el dueño de ellas. Este punto de vista está elaborado en un libro acerca de la Biblia y El Corán. Es el fruto de una investigación de diez años hecha por cristianos y musulmanes en el Centro de Congresos “Woluwe St. Pierre” en Bruselas (Bélgica). La siguiente prudentemente formulada y nueva exégesis de El Corán está expuesta por parte musulmana:

“También es posible en la respuesta coránica (contra los judíos que afirman que ellos crucificaron y mataron a Jesús) ver una expresión plástica, imitativa, que quiere transmitir el mensaje siguiente: Incluso si ellos le mataron y crucificaron, con ello no consiguieron ni conseguirán vencer el ideal que Jesús defendió”. O, dicho de otro modo, con ello no lograron desbaratar Su influencia. La crucifixión no tuvo el efecto perseguido.

Pero, quiero añadir, que lo dicho no nos lleva mucho más lejos. ¿Qué significa en este contexto el ideal que Jesús defendió? En la cruz de Cristo late el corazón del Evangelio. La reconciliación por la sangre de Cristo forma el centro de la predicación cristiana del Evangelio. Y el musulmán no quiere saber nada de este Evangelio. En su rechazo del mismo, también fue siempre muy obstinado. Y con respecto a la crucifixión de Jesús: la realidad de la misma permanece en lo confuso, si es que no es negada.

El substituto

La tradición (hadieth) musulmana ha fantaseado mucho acerca de la frase:

“sino que les pareció así”. (Véase la Sura 4:157. ya citada). La

interpretación usual es, que allí fue crucificado algún otro en lugar de Jesús. Esto no es tan extraño, porque en determinados círculos cristianos ya muy pronto surgió una cierta aversión contra la idea de que Jesús, el Hijo de Dios, una criatura Divina, pudo morir verdaderamente.

Los primeros cristianos tuvieron que vérselas con interpretaciones dualistas que estaban profundamente enraizadas en el pensar griego, y que más tarde obtienen un lugar importante en la gnosis. Según estas opiniones, Jesús no pudo haber tenido un cuerpo verdaderamente humano, sino únicamente un cuerpo aparente. (Esta enseñanza se llama docetismo). Así se llegó a la idea de que Jesús, una criatura Divina, no había padecido ni muerto ni resucitado verdaderamente. Ignacio de Antioquía (conocido como uno de los padres apostólicos) alrededor del 115 d C., escribió, que había personas que creían que Jesús padeció en un cuerpo aparente.

En Alejandría, en el siglo II, enseñaba un tal Basilides, y de éste dice el ortodoxo Ireneo, que opina que Jesús en la crucifixión experimentó una permutación de figura con Simón de Cyrene. Los judíos entonces clavaron a Simón en la cruz Jesús se incorporó, se mofó de ellos por su equivocación y entonces ascendió al cielo.

En los evangelios apócrifos se menciona, entre otras cosas, que Judas, el traidor, fue clavado en la cruz en lugar de Jesús. El persa Mani (216-276 d.C) llamó a Jesús “el hijo de la viuda”.Parece que Mani creyó que el hijo de la viuda de Naín, el cual fue resucitado de la muerte por Jesús, más tarde fue llevado a la muerte en Su lugar.

Precisamente vista en este contexto, es sorprendente que muchos musulmanes hayan aceptado la idea de un substituto (de Jesús) en la cruz. Se piensa no sólo en Simón de Cyrene; También Judas, Pilatos, un discípulo e incluso un enemigo de Jesús son nombrados como tales substitutos. También existe un relato mencionando que Jesús se ocultó en una hornacina y que uno de sus amigos (Pedro) fue muerto en Su lugar. Esto se refiere probablemente a los dos textos de la Biblia en los que se refiere que Jesús esquivó a Sus enemigos para escapar a una muerte prematura (Lc 4:30 y Jn 8: 59).

Con todo esto no se ha dicho que en El Corán se habla de influencias docetistas. Pues, en ningún lugar de El Corán está que algún otro murió en lugar de Jesús. En todas las partes del mundo se puede uno encontrar con los mismos modos de pensar. Lo cual no nos puede extrañar, porque el Espíritu humano forma una unidad. El movimiento Ahmadijja, el cual en 1953 llevó al mercado una versión neerlandesa de El Corán, enseña que Jesús no fue crucificado, sino que murió en Cachemira (India) a edad avanzada. Pues Él fue sepultado como aparentemente muerto y despertó de este estado de profunda inconsciencia.

Por los datos aportados puede parecer que es bastante difícil deducir de El Corán la línea de la substitución de Jesús en la cruz. La tradición musulmana ciertamente enseña que Jesús no fue crucificado, sino que fue directamente llevado al cielo y volver al fin del tiempo. Con el motivo de hacer esto aceptable a las gentes, es por lo que ha aparecido la doctrina del substituto en toda clase de variantes.

Firmeza y seguridad bíblicas

Mahoma y los musulmanes citan junto a Noé, Abraham y Moisés a Jesús como un profeta con quien Dios ha establecido un pacto. Para los musulmanes, Jesús es un profeta entre los otros muchos profetas. Realiza Sus milagros “con permiso de Alá”. Por consiguiente, los musulmanes exhortan a los cristianos, que no atribuyan a Jesús más de lo que Él es. No está permitido poner en peligro el poder y la unidad de Dios.

¿Por qué el Islam niega la necesidad de la cruz? Esa negación guarda relación no sólo con la opinión ya mencionada acerca de la esencia y atributos de Dios. No; También juega un papel importante la consideración del hombre. Quien enseña que el hombre en principio es bueno y dispone de una voluntad libre para aceptar la dirección de Alá, debe negar la necesidad del sufrir y morir reconciliadores de Jesús. El Islam es una religión de obligaciones y deberes que el hombre puede cumplir. Quien niega los problemas o cuestiones acerca del pecado y de la salvación, se ve obligado, religiosamente, a permanecer y ser de “muy poco fondo”.

Quien se para a reflexionar por un momento, comprende lo que esto contiene y supone. El Islam no conoce el reino que ha llegado, ni el morir reconciliador en la cruz, ni la Pascua de Resurrección, ni Pentecostés, y, en consecuencia, ni el gozo ni la victoria del Espíritu de este tiempo.

¿Qué valores, pues, puede ofrecer el Islam, que nosotros deberíamos reconocer?

Precisamente en la visión derrotada sobre la vida, en un resurgimiento sin Resurrección, en una muerte a la que no se le ha arrebatado el aguijón -El Corán dice amenazante: “La agonía del moribundo traer la Verdad: “¡Ahí tienes lo que rehuías!” (Sura 50: 19)-, justamente en eso podemos nosotros medir la distancia inconmensurable entre el Islam y el Evangelio.

A nadie complacen ni aprovechan encuentros en los que un cristiano debe volverse un poco musulmán, y un musulmán debe volverse un poco cristiano. Mejor fuera “una firme confrontación” recíproca. De otra forma nos hacemos indiferentes de lo que la Biblia nos ha indicado como el núcleo del Evangelio. Sea dicho con permiso: Un cierto aire de funcionario musulmán es algo de lo que no podemos privarnos en nuestro tiempo, el cual está marcado por el pensamiento del diálogo. Pero, de esta manera, los musulmanes son privados de lo único necesario: ¡Jesucristo, Hijo de Dios, muerto por nuestros pecados!


UNA APROXIMACIÓN A LA MUJER EN EL ISLAM

Por J. T. Sanz

Especialmente en los países más fundamentalistas dentro de lo que se llama la Nación Árabe se observa que la mujer juega un papel determinado e irrenunciable que le obliga, ya desde su infancia, a conocer cuál debe ser su conducta “correcta” en la sociedad en que ha nacido.

Es incuestionable que toda mujer de cualquier nación o tribu tiene algún motivo concreto para comportarse de una forma determinada. Así la mujer musulmana encuentra en la voluntad de su dios Alá, manifestada en El Corán, la causa primera y principal de su comportamiento en todos los momentos de su vida y en cualquier ambiente de la convivencia.

Pero la mujer islámica se encuentra con una segunda causa que le somete a una conducta llena de respeto humano y cargada de “temor al qué dirán”. Esta causa se llama: tradición.

Poder de la tradición

Se trata de una ley no escrita, pero que dicta inexorablemente la forma “correcta” del ser y del hacer de la mujer islámica. Sin embargo, a nuestro parecer, esta tradición anula la libertad de pensar y excluye la exigencia de tolerar.

En este marco tradicional, la mujer islámica se realizar “satisfactoriamente” por medio de sus relaciones con la familia y con su clan. De tal forma que la identidad de la mujer islámica debe ser el resultado y la prolongación de la familia y de la nación a la que pertenecer “obligatoriamente” si no quiere verse excluida de ellas y, en consecuencia, menospreciada y hasta odiada a muerte.

Como es sabido, las tradiciones generan costumbres, y éstas exigen luego comportamientos que, como en este caso, la mujer musulmana deber conocer puntualmente y seguir con toda fidelidad, si quiere hacerse acreedora de respeto, aprecio y admiración.

Educación islámica

Las niñas islámicas son educadas por sus madres con vistas a que un día sepan llevar un hogar.

Han de aprender pronto lo que deben hacer y cómo lo deben hacer. Entre otras cosas, deben aprender a amasar el pan diario, cocinar coser,... Es decir, que cuando cumplan 15 años ya sepan llevar un hogar, disfruten con los quehaceres domésticos y añoren tener su propia casa.

Las jóvenes islámicas, así educadas en su niñez, tienen conciencia de que la familia y la sociedad les han inculcado su vocación máxima: ¡Ser un día esposas y madres! Lo cual desean con toda su alma. Para eso les creó Alá. Pero, si no lo consiguen, sufrir n, además de la mayor decepción de su vida, presiones por todas partes y de distintas clases: religiosas, sociales y familiares.
 
 

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