Muchos hoy estarían de acuerdo en que la iglesia está sin fuego. Son numerosos los que desean el fuego pero quieren decir el fuego del celo, devoción o evangelización. Sentirse bien y caerse al su-su-suelo. Y conseguir visiones del paraíso. A mí también me encanta eso ¿pero hay algo mejor?

¿El fuego del propio Cristo?

Jesús habló de lanzar fuego en la tierra en Lucas12 y Mateo 10.

“Fuego vine a echar en la tierra;

¿y qué quiero, si ya se ha encendido?”

Habló entonces de Su propio fuego:

“De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!”

Jesús trae el fuego. Su presencia crea fuego. Aquí está Su clase de fuego, prometió y entregó:

¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

Él vino con el propósito expreso, con la intención deliberada (¿lo entiende?) de poner fuego en el mundo, un incendio provocado a la humanidad, una antorcha a las relaciones, hasta que todas nuestras conexiones sólo existan para Él.

¿Ningún fuego de división? - quizás ninguna Presencia del Hijo de Dios.

Los discípulos que temblaron y huyeron antes del Pentecostés, se transformaron en los aterradores apóstoles de Hechos.

Esteban fue apedreado a causa del toque abrasador de su largo sermón, enumerando los pecados de sus antepasados. Él acabó diciendo,

“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de

corazón y de oídos!

Vosotros resistís siempre al Espíritu

Santo; como vuestros padres, así

también vosotros.

¿A cuál de los profetas no persiguieron

vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida

del Justo, de quien vosotros ahora

habéis sido entregadores y matadores.”

Hechos 7


Éste era el nivel de la lealtad de Esteban, claridad y celo para Dios. Los que lo oyeron “se enfurecían en sus corazones” así que se volvieron con rabia y lo apedrearon hasta matarlo. Se dijo de Esteban que estaba lleno de gracia y poder.

¡Lleno del Espíritu Santo!

Nosotros no conocemos ese Espíritu Santo.

¿Es este un cuadro de un hombre llenó de Dios?

¡Es escandaloso!

¿Uno que predica con tanta condenación para el público que es apedreado por él?

Ah, nosotros también lo apedrearíamos hoy y lo llamaríamos falto de amor y no cristiano.

¡No conocemos tal pasión hoy!

¡Porque no poseemos ni vivimos semejante lealtad!

Pablo dijo,

“Si alguien no ama al Señor,

¡que caiga sobre él la maldición de Dios!”

(1ª Cor. 16:22 DHH.)


¿Una maldición?

Pero se supone que los Cristianos no pueden maldecir a nadie! ¿Son Cristianos?

El relato siguiente en Hechos 13 no es el tipo de fuego que nosotros queremos:


...el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: “¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?

Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo”. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.

Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

¿Atacar a un hombre con ceguera por el Espíritu Santo? Nosotros no conocemos nada de este tipo de fidelidad inflexible a Dios, esta clase de valor sin parpadear, esta confianza inexplicable en el Espíritu. ¡Somos demasiado cariñosos carnalmente, con un miedo enfermizo a las personas y nosotros lo llamamos amor cristiano! Ésa es nuestra excusa para la cobardía y la falta de fe.

¡Afirmo, que nosotros no hemos visto el impulso del primer siglo porque no aceptaríamos el absolutismo de entonces!

Toleramos el mal y la oposición, permitimos que el evangelio sea pisoteado y se pierda incrustándose dentro el infierno. Vivimos un Cristianismo insípido de no confrontación y por eso el mundo está echando abajo nuestros valores, quitando la oración de las escuelas y robando a nuestros creyentes. Somos impotentes porque estamos sin valor. No confrontamos el mal en nuestro medio personal, bajo nuestra propia nariz. Queremos una popularidad que los creyentes del primer siglo desdeñaron y entendieron que era imposible en esta vida. Odiamos “hablar acerca de” y consentiremos en traicionar a Dios antes de que seamos ligeramente mal interpretados.

El problema no es una falta de celo. Ni es el valor la necesidad. El problema es un fracaso para amar Dios lo suficiente para perder algo de nuestra reputación o algún sueño. . . la ausencia de una pasión por Él que pudiera hacernos perder nuestra preciosa vida simplemente por un lejano sermón, ¡totalmente entregado muriendo por ello! Esteban estaba lleno del Espíritu que porque amó a Dios más que a su vida o su propia seguridad. . .

La iglesia nunca sabrá lo que es estar llena-del-fuego-de-la-devoción hasta que acepte el fuego de la purificación.

Firmado,

Martha Blaney Kilpatrick

Predico para mí. Gracias por escucharme.


Copyright © 2000 Martha Blaney Kilpatrick
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Traducido por la Web Cristiana
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