Imprimir esta página

Un Estudio sobre la epístola a los Filipenses (Parte 2)

UN ESTUDIO SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES Y SUS CONCLUSIONES PARA EL DIA DE HOY.

Por Pablo Blanco

PARTE II

Notas.- 

1.- Este trabajo está realizado a partir de las notas usadas en la clase de estudio bíblico para adultos desarrollado por el autor en la Iglesia Bautista de Toledo, desde Octubre de 2001 hasta Junio de 2002.

2.- Las notas relativas a la primera parte que componen el estudio de los dos primeros capítulos, por causa de un fallo informático fueron borradas, aunque el autor espera poder ponerlas a disposición de los interesados en un futuro, a partir de las grabaciones.

3.- El autor autoriza la reproducción total y libre de este trabajo siempre que se haga en su integridad. Para reproducciones parciales se deben hacer fracciones que contengan el texto de un capítulo completo. Para fragmentos menores, pedir permiso por e-mail a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

 

Índice de contenido

La tabla de contenido está vacía porque no está utilizando los estilos de párrafo que deben aparecer en ella.

BREVE INTRODUCCION AL ESTUDIO BIBLICO

2Co 2:17  Porque no somos como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios: antes con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.

2Co 3:4  Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios: 

2Co 3:5  No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios;

2Co 3:6  El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. 

2Co 3:12  Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza; (gr. parrhesia: franqueza, libertad, abiertamente) 

2Co 3:13  Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el fin de lo que había de ser abolido. 

2Co 3:14  Empero los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto en la lección del antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado. 

2Co 3:15  Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 

2Co 3:16  Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará. 

2Co 3:17  Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 

2Co 3:18  Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.

2Co 4:1  POR lo cual teniendo nosotros esta administración según la misericordia que hemos alcanzado, no desmayamos; 

2Co 4:2  Antes quitamos los escondrijos de vergüenza, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por manifestación de la verdad encomendándonos á nosotros mismos á toda conciencia humana delante de Dios. 

2Co 4:3  Que si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto: 

2Co 4:6  Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 

Tras esta introducción de las palabras escritas por el apóstol Pablo, me gustaría aportar unos apuntes creo que necesarios para tener en cuenta antes de empezar cualquier estudio serio de alguna parte de las Sagradas Escrituras. Esta tarea es extraordinaria, pero requiere:

1.- Estudio con sinceridad, libertad y auxilio Divino. 

Una disposición personal y espiritual sobre la cual podemos meditar trayendo estas frases escritas por Pablo en su segunda epístola a los corintios. Se requiere en primer lugar acercarse con sinceridad delante de Dios, no como mercaderes falsos que no dudan en manipular la Palabra, tratándola con astucia para acomodarla a intereses propios ó próximos. En segundo lugar, es necesario buscar nuestra suficiencia de parte de Dios. Es del Espíritu Santo de quien debemos buscar la ayuda y dirección precisa. En tercer lugar es muy importante aproximarse a ella con plena libertad, sin otros condicionamientos que nuestra fe en Cristo Jesús. Los que somos de Cristo, en virtud del Nuevo Pacto en su sangre, podemos mirar a cara descubierta todas las cosas, con los únicos límites de nuestra capacidad intelectual y espiritual, impidiendo que intereses de cualquier tipo la sujeten y condicionen a presupuestos denominacionales ó sectarios.

En nuestro estudio nos enfrentaremos, pues, a los diferentes temas sin tener delante ningún velo, mirando cara a cara y no escondiéndonos antes cuestiones difíciles ó delicadas. Es más, dedicándonos principalmente a la exégesis de las cuestiones difíciles y delicadas.

En nuestros días por todas partes se ofrecen a los lectores interesados estudios bíblicos. Cuantas denominaciones cristiano-evangélicas hay y una larga lista de sectas cristianas ó para cristianas, como Testigos de Jehová, Adventistas del 7º Día, Romanistas, Ortodoxos de todas las tendencias, etc. pretenden instruirnos con los tratados desarrollados por sus mejores maestros y teólogos, que apuntan a sostener sus bases doctrinales diferenciales. Pero hay una gran diferencia entre los estudios de las sectas y los que pueda realizar un cristiano maduro, con edad y experiencia en la vida cristiana. Es el mismo talante de  libertad cristiana. Las sectas y religiones tienen la pretensión de ser incuestionables en sus doctrinas. Sus seguidores no pueden pensar por si mismos. Se les obliga a creer en el magisterio infalible de su secta, de su cuerpo gobernante, de su “profeta”, de sus maestros tradicionales, etc. La pena para los díscolos ó desobedientes es la excomunión, expulsión ó desasociación. Pero esta cuestión de la libertad es la característica esencial para poder afirmar que carecen de la ayuda del Espíritu Santo, porque como afirma Pablo, donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Y donde no hay libertad, no está el Espíritu. Será en libertad y con su ayuda que la Palabra revelada que nos hará crecer, madurar y entender muchas cosas a lo largo de nuestra vida espiritual.

Muchas sectas se dedican a preparar unos cuestionarios básicos para sus adeptos en defensa de sus más diferenciales doctrinas. Pero cuando les sacas de esos dos ó tres textos que han aprendido en sus catequesis, en sus salones del reino, ó en su literatura cotidiana, muchos se quedan perplejos. Nunca les habían hablado de esas cosas, ni desde esa perspectiva, desde otra forma de ver y pensar, y abandonan el debate, refugiándose en el hábitat de su propio círculo. Cuando llevan a sus lideres esas inquietudes, siempre les contestan con evasivas, para que se olviden de la cuestión. Una de las pretensiones típicas de las sectas es alcanzar un pensamiento doctrinal uniforme, engañando, amenazando ó coaccionando a los que dudan. Cuando de niño estudiaba la religión romanista y contaba a mis compañeros los errores doctrinales, y estos a su vez los trasladaban al cura que nos instruía, la respuesta era siempre la misma: Esas son cuestiones muy difíciles y para eso están los doctores de la santa madre iglesia. A ellos acudid. Pero ni el cura ni mis amigos conocían a ninguno de esos doctores por lo que o aparcaban las cuestiones en la indiferencia ignorante ó dejaban de creer en todo.

El éxito de la ignorancia es el fanatismo, mientras que el éxito del conocimiento y del estudio es la libertad. Cuando alguien tiene conocimiento puede vivir con sana conciencia tomando decisiones y realizando actos que los ignorantes no pueden hacer sin temor. El ignorante vive siempre encogido, temeroso de Dios y de los hombres, incluso de si mismo, desconociendo si la cuestión es de tal ó cual manera, si ha actuado bien ó mal. Si esto es ó no pecado. Esa vida de temor no es la que corresponde a un cristiano. 

Es cierto que a los niños que estudian el primer grado no pueden entender el álgebra aunque se la expliquen con claridad, porque necesitan todavía algunos conocimientos intermedios, pero esto no quiere decir que la enseñanza se detenga, sino que el niño es instruido, incluso contra su voluntad, bajo un sistema progresivo de enseñanza para que al cabo de un cierto tiempo sea capaz de entender y asimilar materias más complicadas. Pablo, el apóstol, también dijo que cuando él era niño pensaba como niño y opinaba como niño, pero cuando creció dejó lo que era de niño (1ª Cor. 13:11). Ese es el proceso sano y normal. A los bebés se les empieza alimentando con leche, luego con papillas, seguidamente con alimento sólido y variado, para que tenga una existencia sana y fuerte.

En Hebreos 5:12-14 leemos sobre esta cuestión que estamos tratando. Algunos cristianos que debiendo ser ya maestros, con conocimiento propio e instruyendo ya a otros, se habían quedado raquíticos e inútiles. Se quedaron convertidos en unos frágiles bebés porque solo se alimentaron de leche, y ahora, en una figura, los podíamos ver con bigote, por la edad, y a la vez con un chupete en la boca, diciendo y opinando tonterías impropias. Raquíticos por su comodidad. Un día entendieron el evangelio, aceptaron el perdón de gracia y decidieron seguir a Cristo. Al poco pensaron que ya con esto tenían lo suficiente y abandonaron su capacidad de profundización en el conocimiento de Dios y de su revelación. Pasó el tiempo, sin dedicarse al estudio sistemático y profundo de las Escrituras y ya no entienden muchas cuestiones básicas, incluso albergan dudas espirituales sobre ciertos asuntos. El problema no radica en que tales cuestiones sean especialmente difíciles de asimilar ó entender. Solo lo son para aquellas personas que durante años no han tenido un deseo de aprender y crecer. Tendrían que estar de vuelta de muchos asuntos, siendo maestros de hermanos más jóvenes, incluso en su familia, y ahora no solo son inútiles hacia los demás, sino que ni siquiera pueden entender muchas cosas.

2.- Abandono del dogmatismo y sectarismo fanático. 

§

Debe quedar claro desde un principio que nada de lo que podamos deducir ó entender será una cuestión dogmática, fuera de los contenidos esenciales de la salvación por gracia mediante la fe, porque esa es la piedra angular de la revelación, de la salvación y de la obra redentora realizada por nuestro Señor Jesucristo. El nuestro es un estudio cristiano por el cual tenemos que asumir aquellos presupuestos que son inherentes a la fe, como la existencia de Dios, el pecado del hombre, su condición perdida, la vida eterna, etc. 

Exceptuando ese tipo de cuestiones básicas, cuyo desarrollo no es el motivo de nuestro estudio, ninguna de nuestras deducciones tendrá la pretensión de que sea la visión que deba ser aceptada por todos los cristianos, pues por muy allá que llegásemos y por muy acertadas que fuesen nuestras conclusiones, siempre hay cabida para ser mejoradas.

Este es el problema de publicar un libro con las conclusiones de un estudio, que en muchas ocasiones, con el paso del tiempo y si nuestra capacidad de conocimiento no ha disminuido, al leer nuestros propios trabajos descubrimos una incómoda sensación de incapacidad. Probablemente nuestra opinión sobre ciertas cosas haya cambiado mientras nuestros libros estén todavía en las estanterías de venta de las librerías. Probablemente nos parecerá insolente algún énfasis que habíamos hechos y del que no estamos tan seguros… O descubrimos que algo ha quedado débil y ahora vemos con mucha más claridad…

De lo único que puedo afirmar con respecto a este trabajo mío ó a otros artículos anteriores es que era honesto en las exposiciones que hice en el momento en que las hice. Es por esto que nada de lo que  escriba ó predique, al menos yo, tiene cualquier pretensión que va más allá que la de ser de ayuda y bendición. Incluso, presentar un punto de reflexión ó meditación para contrastar junto con otros para que el lector se forme una propia opinión tomando información de un lado y de otro. 

El paso del tiempo es un enemigo cruel para los dogmáticos y sectarios. Por ejemplo, muchas de las doctrinas de la secta exclusivista de los Testigos de Jehová, presentadas como la revelación del esclavo fiel y discreto, que así se llaman a si mismos los mandamases de turno, fueron escritas por personas que ya ni pertenecen a esa organización, ni siquiera las creen, sino que años más tarde las han rebatido en libros y artículos.

Por estas razones es necesario cultivar un talante tolerante y no dogmático, respetando los argumentos de personas que tienen otros puntos de vista en todas las materias opinables. Pero sobre todo es importante discernir cuales son doctrinas básicas y cuales son creencias y opiniones sobre cuestiones no elementales.

Lo único exigible a los que enseñan es que lo hagan con sana conciencia delante de Dios, aunque esa sana conciencia les enfrente con los hombres, los grupos ó las denominaciones. Que persuadidos de aquello que dicen, son consecuentes con sus afirmaciones y al mismo tiempo enseñen y reconozcan sus limitaciones. El hecho de que una persona haya predicado ó enseñado hace tiempo ciertas cosas y ahora enseñe otras diferentes son la lógica consecuencia de quien no ha dejado de crecer ni de estudiar. Las personas sanas, maduran, suman experiencias, estudio, reflexión y sus conceptos cambian en ocasiones, siendo entonces la consecuencia lógica de su integridad que ahora expliquen y enseñen las cosas con su perspectiva actual

3.- Nunca sabremos lo suficiente. 

§

1ª Cor. 8:2 “Y si alguno se imagina que sabe algo, aun no sabe nada como debe saberse”. Vaya reto con este versículo. Una cura de humildad para los que pretenden que lo saben todo. Esta verdad la habíamos comprobado ya todos los que estudiamos con un cierto rigor las Escrituras. Hemos descubierto que son una fuente inagotable de conocimiento, sabiduría y poder. Y aunque el conocimiento pleno no se alcance nunca, también hemos entendido que con la aportación progresiva del estudio de muchos hermanos, hoy ya sabemos más y mejor de cosas mejor que nuestros antepasados. Si alguno se imagina que de cualquier tema ya lo sabe todo, es seguro que si se pone a reestudiarlo bajo las condiciones que antes hablábamos, con tiempo, meditación y voluntad de ser de bendición, va a descubrir nuevas enseñanzas que jamás hubiera imaginado. 

4.- Un propósito sano para un estudio provechoso. 

§

Estudiar por estudiar es tan inútil como sembrar por el mero hecho de sembrar y desentenderse de la cosecha. Hay muchos propósitos por los que la gente actualmente estudia la Biblia y algunos de ellos son insanos. Algunos la estudian con la intención de desacreditarla ó de negar a Dios. Otros por curiosidad intelectual ó para convertirse en eruditos, satisfaciendo su ego. Algunos lo hacen para destacar ó medrar en su círculo, congregación ó iglesia. Otros para buscar una justificación a conductas injustificables. Pero el único propósito por el que el Espíritu Santo, que todo lo escudriña (1ª Cor. 2:10), puede ayudarnos es cuando la meta propuesta sea producir la bendición propia, creciendo en madurez, para servir a la iglesia y a la causa del evangelio. 

No se trata de buscar conocimiento, sino llegar a ser de bendición a través del conocimiento. El Salmo 1 habla de la dicha que alcanza aquella persona que medita en Su ley día y noche, porque será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará. El fruto a su tiempo del que carecían aquellos a los que se refería el texto de Hebreos 5:12-14. Cuando llegó el tiempo de ser maestros, no solo de ser maduros consigo mismo, sino que ya podrían estar discipulando a otros y siendo de utilidad, resultaba que ni daban fruto hacia los demás, y seguían siendo como niños dependientes. Pero todo aquel que se prepara con ansia, cuando llega la necesidad tiene la capacitación, el texto, la exhortación ó la enseñanza adecuada con la que ayudarse a si mismo ó ser de ayuda para los demás. Y prosperará, y las cosas irán bien porque sus consejos serán correctos, y sus actos producto de la sabiduría.

Pablo dice en 2ª Tim. 3:16 que las Escrituras han sido inspiradas por Dios con el propósito de ser un instrumento útil en el camino de la salvación y equipar adecuadamente al creyente. Por medio de ellas complementamos nuestra capacitación. No es lo único de nuestra relación con Dios y sus asuntos, porque también debemos cultivar la adoración, la alabanza, la oración, el testimonio, la virtud y la evangelización, pero sin ellas la vida como creyentes ni va a ser sana, ni estaremos preparados para desempeñar las obras y los proyectos que Dios tenga planeados nuestra vida.

5.- Admitir la posibilidad de equivocarse. 

§

Es importante asumir que en nuestro estudio habrá cosas en las que estaremos más ó menos acertados y otras en las que posiblemente estaremos desacertados. Esto no nos conduce al desaliento porque tenemos otra certeza fundamental, y es que nada de lo que nosotros pensemos, enseñemos, opinemos ó expongamos va a cambiar lo que Dios tiene determinado hacer. Tampoco cambiará lo que Dios ya ha hecho, lo entendamos ó no nosotros. Todo cuanto Dios ha predeterminado y diseñado, lo hará perfecto y bien, aunque nosotros lo entendamos o lo interpretemos mal. Esto es una tranquilidad puesto que tanto lo que Dios es como Ser así como Sus obras no están afectadas por nuestras ignorancias ni equivocaciones.

6.- En la discrepancia buscar el mismo sentimiento. 

§

Es legítimo y enriquecedor pensar sobre muchas cosas en formas diferentes, pero es fundamental sentir lo mismo. Saber que todos los que aman a Dios y han sido rescatados por la sangre de Jesucristo están orientados en la misma dirección. Todos construyen en la misma trayectoria. Buscan lo mejor unos para los otros y para la obra del evangelio. Cuando estamos en la misma orientación, las opiniones diferentes otorgan perspectivas más amplias, cubren diferentes posibilidades y campos. Es fantástico. Cuando verdaderamente no hay el mismo sentimiento, sino envidias, celos, rencores, pasiones egocéntricas, es cuando la discrepancia produce sectas, contiendas y divisiones. Obviamente me estoy refiriendo a la divergencia en cuestiones que no son la esencia del evangelio y de la obra de Jesucristo en la cruz, como veremos a lo largo del estudio cuando tratemos la cuestión del legalismo y la postura y enseñanza de Pablo a las iglesias.

7.- Asumir que hay cosas difíciles de entender. 

§

La variedad en la interpretación de muchos pasajes no solo es legítima, sino también la consecuencia lógica de la complejidad de algunos de los asuntos que estamos tratando. Pedro dice en 2ª Ped. 3:16 que en las epístolas de Pablo, y vamos a estudiar una de ellas, hay cosas difíciles de entender. Y aunque parezca de Perogrullo, si son difíciles, no son fáciles, por lo tanto alcanzar un acuerdo en todo no será fácil, ni siquiera posible. Muchas cosas no las podremos entender ni a la primera, ni a la vigésima lectura. Se requieren constancia en la meditación e inteligencia en el análisis y además la ayuda del Espíritu Santo, que nos ayudará, pero no nos sustituirá en el papel que nos corresponde a nosotros, que es el de escudriñar y reflexionar. Son las conclusiones ignorantes y precipitadas de indoctos e inconstantes las que tuercen muchos aspectos del entendimiento de la vida cristiana, acarreando daño para si mismos y para las iglesias.

8.- Respeto para las Escrituras ocultas. 

§

Hay cosas en las Escrituras que están “selladas”, ocultas (Dan. 12:4 y 9). Si sobre algún tema se han escrito toneladas de tonterías, han sido sobre las cuestiones escatológicas: Profecías y milenarismo. Casi todo lo que se ha escrito sobre el fin del mundo y los cumplimientos proféticos de muchos pasajes ha sido un desastre, porque no solo han trabajado sobre temas oscuros, sino que están sellados por voluntad divina. Pero el mayor problema de todas estas especulaciones no es que hayan concluido en un rotundo fracaso, sino que han acarreado incontable daño a muchos creyentes. 

Muchos osados “maestros” han afirmado, calculado y deducido enormes disparates. Algunos se han obsesionado con estos asuntos y soñado con ellos de tal manera que han asumido la pretensión de que sus elucubraciones se las había revelado Dios sueños ó visiones, mostrándoles cuando y como serían estas cosas. Este es el motivo por el que el fin apocalíptico fue anunciado ya en tantas ocasiones por sectas y grupos conformados por legiones de ignorantes y liderados por iluminados maestros y profetas. 

En el siglo II, los montanistas ya profetizaron y esperaban el fin del mundo y el descenso de la Nueva Jerusalén en Pepuza (Asia Menor). Y en el siglo III, Hipólito narra que el obispo de una iglesia siria profetizó el fin para una fecha que se cumpliría un año después de que este obispo afirmase haber tenido una revelación profética, que obviamente resultó falsa, pero que sumió en la desgracia a muchos de los fieles de su iglesia porque dejaron de trabajar y se retiraron al desierto para encontrarse con Cristo, lo cual no sucedió. Sin embargo el mismo Hipólito no resistió a la tentación de hacer su propio cálculo milenarista según el cual, el reino milenial de Cristo se establecería en la tierra en torno al año 500 (Seis mil años después de Adán que Hipólito calculó que había sido creado en el año 5500 a C.). El caso más sonado de los últimos siglos fue el gran chasco de Guillermo Miller que lo había profetizado para 1843 y 1844, consiguiendo que más de 100.000 personas en los EEUU se creyesen su fantasía, saliesen de sus iglesias y le siguiesen en su error. Cuando llegó la fecha pronosticada, muchas de ellas, se vistieron de ropas blancas para esperar la llegada de Jesucristo. Luego el honor del error le correspondió a los Testigos de Jehová que profetizaron diversas fechas, siendo la ultima la de 1975, engañando a sus fieles desde 10 años antes con que Cristo vendría en ese año, empleando una versión actualizada de la antigua teoría de Hipólito. Y en el campo de las iglesias tradicionales de nuestro suelo patrio, aun recuerdo una carta de 1999 de un presunto profeta radicado en Asturias advirtiéndonos a las iglesias evangélicas de España de que el fin llegaría en el año 2000.

Al estudiar la Biblia hay que respetar las reglas, y si estas palabras están selladas, aceptarlo. Jesús dijo a sus discípulos cuando le preguntaron sobre la cuestión: No os toca a vosotros saber los tiempos (Hch. 1:7), pero si no obedecemos y nos dedicamos a especular sobre algo que no nos toca a nosotros saber, solo podemos resultar errados. 

9.- La lectura profética y algunas claves para su comprensión. 

Una de las equivocaciones más frecuentes es la de introducirse en la profecía sin comprender que este tipo de revelación está sujeta a unas condiciones especiales. Así muchos ignoran que la revelación profética no tiene por objeto dar a conocer de forma clara para el lector cuantas cosas van a suceder en el futuro y divulgarlas anticipadamente con todos sus detalles. Cuando uno afirma algo como esto se da cuenta de la cara de asombro y desconcierto de muchos de sus oyentes y lectores. Pero sin embargo es cierto.

Dios, ha hablado muchas veces y de muchas maneras en el pasado a nuestros antepasados por los profetas, (Heb. 1:1). Unas fueron más claras, otras fueron bastante oscurecidas en su momento. En muchas ocasiones la profecía corresponde a un lenguaje de “tipos” (La Pascua, el Tabernáculo, el Maná, la serpiente del desierto, Moisés, la esclavitud en Egipto, David, Ciro, etc.). Pero en otras la revelación celestial estaba oculta dentro de un relato histórico, al que solo mucho tiempo más tarde se le ha entender su proyección profética futura. 

La mayoría de las profecías bíblicas pertenecen a esta forma. Aunque esta cuestión es muy extensa intentaré ser conciso con un ejemplo. Muchas veces perdemos la perspectiva de que nos encontramos en medio de un conflicto cuyas dimensiones nos sobrepasan. Dios tiene un plan inteligente y coherente, como lo son todas sus obras y actos, que está desplegando con vistas a un desenlace de enormes dimensiones eternas. Pero a su vez también tiene un adversario fuerte que se le opone. Aunque gran parte de esta lucha es invisible para nosotros, tiene efectos y consecuencias visibles que a nuestra realidad material y a nosotros mismos, porque Dios está trabajando y actuando con la perspectiva de que ese adversario no frustre sus proyectos, y además aprovecha sus movimientos para cumplir con Su plan previamente trazado.

Paralelamente a esto, Dios se ha propuesto rescatar a un pueblo para el que tiene reservados tales proyectos. En el cumplimiento de ese programa, Dios ha hablado informando de la salvación que ha preparado, de cómo se llevaría a cabo la redención y de muchas otras cosas que sucederán. Esta revelación contenida en las Sagradas Escrituras esta orientada informar y tranquilizar a “los suyos” que viven en el área del conflicto. Algo parecido a lo que un país en guerra hace para comunicarse y transmitir información a sus agentes y fuerzas que están en medio de la nación enemiga, para animarles ó instarles a que resistan, ó para que actúen, etc. Este tipo de información estratégica desde siempre se envía protegida y a menudo codificada y oculta en medio de otra mucha información, reconociendo que puede ser vista por el enemigo, pero evitando que este la entienda, y la frustre. En el caso de la revelación de Dios, también está expuesta a la lectura y el escrutinio tanto de los suyos como de su adversario. La prueba de que Satanás conoce perfectamente el texto bíblico la tenemos en la forma en que tentó a Jesús, mencionando las Escrituras. Así que Dios trató en su forma de revelación que aquellos que confían en Él, pudiesen encontrar las verdades proféticas destinadas a ellos y discriminarlos del conjunto del texto. Entiendo que esto para escépticos y ateos es algo complicado de entender, pero estamos tratando asuntos que tienen que tienen una dimensión trascendente, y entran claramente en el campo de la fe. Pero no quiero que el lector piense que estas consideraciones que estoy escribiendo son algo de mi invención, sino lo que ya lo escribió Pablo, el apóstol, en su epístola a los Corintios, llamándolo “sabiduría ocultada”, (1ªCor. 2:7). No se trata de que sea ocultada, dentro de un concepto gnóstico, para unos pocos iniciados, sino destinado para los que son de la fe. Los que creen, como consecuencia de esa fe, encuentran no solo las evidencias subjetivas y objetivas de la propia fe en su vida, sino que en la meditación y aplicación de las Escrituras Sagradas, descubren a su debido tiempo significados que nunca antes habían comprendido. 

Una parte importante de toda esa revelación fue profética cuando se redactó, y se encuentra salpicada aquí y allá, en forma velada, como cifrada, no para que el receptor aventure ó dogmatice divagando sobre acontecimientos futuros sino para que los que creen reconozcan en los hechos, “a medida que se cumplen”, los diversos estadios del programa y la mano de Dios desarrollando ese complejo plan estratégico. Por tanto Dios ha otorgado esa revelación fragmentada, como con las piezas de un puzzle, con el propósito de que su pueblo adquiera post-eventum, la confirmación de que tales acontecimientos estaban previamente anunciados, y de esta forma fortalecer su fe. Si Dios hubiese entregado un informe conciso y claro de todas y cada una de las iniciativas que tenía determinado realizar, en un lenguaje comprensible para cualquier lector, no cabe duda de que muchas partes del mismo serían saboteadas. Pablo menciona en dos ocasiones como ejemplo de esta estrategia el caso de la muerte de Jesucristo, una en Hechos 13:27-29 y también en 1Cor. 2:8, y dice que, ninguno de los príncipes y eminentes de este mundo, pese a leer los textos y conocerlos perfectamente logró alcanzar a comprender claramente lo que estaba sucediendo, porque si lo hubiesen entendido entonces nunca habrían crucificado al Cristo, (no por bondad, sino para hacer fracasar el plan de Dios) pero así, actuando en su ignorancia, al condenarlo, cumplieron lo preestablecido, y no pudieron evitar que el plan de la salvación se consumase. 

El apóstol Pedro afirma sobre esta cuestión que Jesús fue entregado a la muerte y crucificado siguiendo los pasos de un plan prediseñado y conocido anticipadamente por Dios (Hch. 2:22,23), en cuyo cumplimiento participaron sin saberlo, pero a la vez actuando en la libertad de sus propias decisiones confabulándose impíamente aquellos judíos contemporáneos de Jesús. Sin embargo, después de que todo sucediese, se puede entender y encontrar que todo estaba profetizado y descrito hasta en sus últimos detalles, y eruditos bíblicos han logrado encontrar en el Antiguo Testamento hasta 300 profecías cumplidas en el nacimiento, vida y ministerio de Jesucristo. 

Bajo esta forma de revelación, los autores del texto bíblico, en muchas ocasiones no tenían conciencia del alcance de la información que estaban proporcionando y sin duda actuaban convencidos de que pertenecían exclusivamente a su contexto histórico. En ocasiones, como en el caso de la consulta de Herodes sobre el nacimiento del Mesías, algunos de los más eruditos rabinos podían haber encontrado alguna información, como que nacería en Belén de Judea (Mat. 2:4-6), pero sin embargo no pudieron entender pasajes que nos parecen tan evidentes como Isaías 53 ó el Salmo 22, para atribuirlos a la vida del Mesías, y no lo pueden entender aún hoy en día porque tienen el velo de Moisés, como hemos mencionado en nuestra cita inicial de 2ª Cor. 3:14-15.  

Abundando sobre la cuestión, Pedro en su primera epístola dice que aquello que les fue revelado, no era para si mismos, para los propios escritores de los textos, sino para nosotros. Que aquellos estaban administrando sin saberlo cosas que ahora forman parte del mensaje del Evangelio (1ª Pe. 1:12). También podemos un ejemplo de esta estrategia en los tiempos actuales de guerra, cuando mucha de la información estratégica y consignas circulan a través de medios públicos de comunicación. También se ha escrito mucho sobre esto relacionado con ejemplos de la pasada guerra mundial, ó de la guerra fría, en que los locutores de radio que transmitían emisiones con consignas ignoraban el texto que se encontraba oculto en las mismas. Los destinatarios de la información eran quienes después de procesarla, la escudriñaban y encontraban los contenidos de los mensajes. De la misma manera también nosotros nos gozamos al ver cumplidas en Cristo no solo las profecías que le señalan, sino también las expectativas de nuestra fe y la seguridad de que de la misma forma que aquellas se cumplieron, también se cumplirán las que esperamos.

Cuando Jesús llama e instruye a sus discípulos, les manifiesta quien es y que viene a realizar a través de obras providenciales, milagros y un original mensaje de buenas nuevas: el evangelio del reino. Pero cuando se cumplen sus tres años de ministerio todavía aquellos hombres no tenían una clara constancia de lo que Jesucristo representaba en el contexto de las profecías del Antiguo Testamento. Aunque llegaron a aceptar que era el Mesías de Dios, desconocían casi todas las claves de su ministerio porque Jesús tampoco se las podía explicar con claridad hasta que fuesen consumadas. Realmente no lo hizo hasta el final (Jn. 16:25-29), cuando ya nada podía ser cambiado.

Durante su ministerio anterior Jesús decía a los judíos: Escudriñad las Escrituras… porque ellas dan testimonio de mí (Jn. 5:39). No decía leed, sino buscad, escrutad, investigad, pero en esta ocasión no les decía mirad aquí, ó mirad allí, y ved esto ó aquello. No les podía desvelar aún las claves de la interpretación profética. Pero después consumar su sacrificio y resucitar, Jesús ya pudo explicarles detalladamente todo el contenido profético consumado en él. Y la primera lección magistral de profecía fue dada a aquellos discípulos que iban camino de Emaús, explicándoles claramente, ahora si, todo lo que había sido cumplido. ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas? Y comenzando desde Moisés… les interpretó (diermeneusen autois)  lo que las Escrituras decían de él, Es necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos, Luc. 24:44. Jesús ahora les muestra como y donde encontrar aquellos textos que sin duda conocían, y que se referían a él, aunque estuvieran escondidos en historias pasadas, y a ellos les ardía el corazón al ver como todo aquello era el cumplimiento exacto de la revelación de Dios.

Pero hay en las Escrituras una gran cantidad de información sobre acontecimientos futuros, algunos pasajes parecen bastante comprensibles, otros son ciertamente más obscuros, pero las claves del desarrollo de la historia que concluirán en determinadas situaciones están obvia y deliberadamente ocultados, así como sus tiempos. Por ese motivo no debemos especular ni jugar con los acontecimientos futuros. Sabemos que el Señor vendrá y que cuando lo haga será por sorpresa. El mundo, sin que se de cuenta, se encontrará en el marco de los acontecimientos prediseñados y se cumplirá toda la revelación profética contenida en las Escrituras. Y, cuando eso suceda se podrá ver con claridad que hasta los más mínimos detalles estaban realmente revelados y escritos, pero mientras tanto que esto sucede, el deseo del conocimiento se tiene que sujetar a la obediencia a Dios, depositando nuestra fe en Él.CAPITULO 3 (SEGUNDA PARTE)

TEMA I

Pablo da un giro grande al tono de su epístola abandonando el asunto de Epafrodito y las cuestiones coloquiales de las visitas previstas, y este capitulo empieza con la palabra “por lo demás”, que es una forma que Pablo suele usar en otras ocasiones tanto para cambiar radicalmente de tema como para enfocar las últimas cuestiones de sus epístolas. (ver Ef. 6:10, 1Ts. 4:1, 2Ts.3:1).

1.- Gozaos en el Señor. 

§

La mención del gozo es continua en la epístola. Es como una puntilla a los diversos temas aludidos. ¿Qué predican por contienda?, 1:18, pues “me gozo en el Señor”. ¿Qué voy a ser liberado?, 1:25, “pues para el gozo de la fe”. ¿Qué mi proceso judicial no acaba bien?, 2:17, “me gozo por todos vosotros”. 4:4 En todo momento y situación gozaos en el Señor. 

El gozo es una constante de la vida de Pablo, tan llena de problemas como de consuelo y alegría. Le hemos visto en la prisión de Filipos cantando después de ser apaleado injustamente. Lo escribe de una forma gloriosa a los corintios, en 2ª Cor. 12:10: Me gozo en las debilidades, en los insultos, en las necesidades, en las persecuciones y estrecheces por Cristo, porque cuando soy débil (por mí mismo), entonces soy -de veras- poderoso, porque es entonces cuando se resalta por la fe el poder de Cristo. 

Pablo tiene  una meta y un propósito claro: acabar su carrera con gozo, Hch. 20:24, y que nada ni nadie le pueda arrebatar el gozo y le suma en tristeza y pesar. Quiere conservar el gozo que un día alcanzó encontrándose con su Salvador, quien le otorgó una entrada a su reino, que no consiste en comida ni bebida, sino en justicia, paz ó serenidad y gozo impartido por el Espíritu Santo (Rom. 14:17). El gozo es una parte de su fruto (Gal. 5:22). Como cristianos todos debemos igualmente cultivar y guardar el gozo por las muchas bendiciones que hemos alcanzado inmerecidamente. El gozo por la salvación. El gozo por el perdón. El gozo por la fe. El gozo por la esperanza. El gozo por la consolación. El gozo por la presencia de Dios. El gozo por el Espíritu Santo. El gozo por la herencia de los santos. El gozo por las Escrituras. El gozo por la oración. El gozo por el sustento. El gozo por lo que tenemos. El gozo por lo que no tenemos. El gozo por lo vivido. El gozo por el presente y gozo por el porvenir. Pablo dice en imperativo: Vosotros también gozaos, como él se goza.

2.- “las mismas cosas”. 

§

En la frase  escribiros las mismas cosas” encontramos el punto crucial, el principal énfasis, de la predicación y el ministerio de Pablo entre los iglesias. El contenido esencial del evangelio es la salvación por gracia, a través de la fe y sin las obras de la ley. Al escribir aquí sobre repetir por escrito las mismas cosas, y dado que no tenemos constancia de ninguna otra epístola a los filipenses, probablemente se refiera a las copias de las epístolas escritas a otras iglesias con anterioridad y que se repartían entre las iglesias como fuente de instrucción para que en ausencia suya ó de sus colaboradores más calificados, tuviesen por escrito una referencia doctrinal básica, sobre la cual estudiar, meditar y crecer en el conocimiento, así como una documentación apologética contra las influencias y doctrinas de los judaizantes o legalistas. 

Si esto es así, se estaría refiriendo probablemente a copias de las epístolas a los Gálatas y a los Romanos, o algún resumen doctrinal en forma de tratado ó compendio escrito a partir de ellas. Yo me inclino a pensar que en cada lugar donde una iglesia se consolidaba, posiblemente Pablo mandaba copiar ejemplares de todas sus otras epístolas, escritas antes. Esa sería la razón por la cual recibieron tan rápida expansión y conocimiento en todo el mundo cristiano, de modo que párrafos enteros eran citados textualmente por los apologistas del siglo II, aunque estuviesen situados en lugares bien alejados unos de otros. Entonces a partir de este punto Pablo va a insistir sobre aspectos doctrinales que formaban parte del cuerpo de las otras epístolas anteriores cuyos contenidos los filipenses ya conocían y estaban instruidos. 

Tanto Pablo como Pedro (Ver 2Ped. 1:12-15) quieren dejar clara por insistencia machacona los pocos conceptos que son pilares fundamentales de la fe cristiana. Se trata de puntos esenciales que por muy conocidos que se tengan, no debe importar su insistencia, porque constituyen la base doctrinal de nuestra fe. En el caso de Pablo es determinante su insistencia en la comprensión de las cuestiones relativas a la ley y la gracia; en Pedro se trata de la ocupación diligente y continuada en el camino de la santificación. Uno y otro eran entonces y ahora básicos.

Encontramos como una práctica reiterativa de Pablo basar sus apologías sobre los contenidos de las Escrituras. Las utiliza como una firme ancla. Vemos por Hch. 28:23 ó 17:3 como era un hombre pegado a las Sagradas Escrituras, y sin duda ese mismo carácter lo transmite en las iglesias donde ejerce su ministerio. Sabe que basar la doctrina en simples experiencias personales otorga una fragilidad y subjetividad impropias de la solidez necesaria del edificio que está construyendo como colaborador de Dios, aunque es cierto que en varias ocasiones encontramos relatos de su experiencia personal. El suceso de su encuentro con Cristo no puede ser olvidado por Pablo cuando se refiere su testimonio y a la razón de su militancia cristiana, pero en cuanto a la base de la doctrina, busca la solidez profética basándose en los contenidos de las Escrituras, mencionando a Adán, Abraham, Sara, Agar, Isaac, Ismael, Moisés, los pactos, profecías, escritos y salmos, tanto en las referencias de sus epístolas como en las de sus predicaciones. 

En 2ª Timoteo 4:13, carta escrita durante su definitivo encarcelamiento en Roma, pide a Timoteo que le traiga los libros y los pergaminos que dejó en casa de Carpo, cuando abandonó Troas. Ello nos muestra como viaja normalmente en compañía de los libros y las copias de sus epístolas en pergaminos, pues si solo pretendiese conseguir un ejemplar de la Septuaginta, no le sería difícil obtenerlo en cualquier población que contase con una sinagoga. Pero casi con toda seguridad se refiere allí a las copias de las epístolas. 

Este intercambio entre las iglesias de los escritos apostólicos continuó después de la desaparición de estos, y de ello dan fe las palabras de la epístola de Policarpo a los filipenses, párrafo XIII: Las cartas de Ignacio que él me envió, y tantas otras cartas como hay en posesión nuestra, os las enviamos, según nos encargasteis; y van incluidas con esta carta; de ellas vais a recibir gran beneficio. Porque hay en ellas fe y resistencia y toda clase de edificación, que pertenece a nuestro Señor.

3.- “para vosotros es seguro”. 

§

La importancia del conocimiento de la base doctrinal no pretende crear teólogos ni proporciona la salvación, pero ayudan a caminar con seguridad en la senda de la fe. También permiten presentar una defensa seria y razonada de nuestra fe ante los ataques que antes o después, desde afuera o desde adentro, padecemos, y no dejarse mover ante cualquier idea nueva ó pretensión que se haga en nombre de Dios ó de Jesucristo, sin que corresponda con las claves de la revelación que nos fue dada a través de las Sagradas Escrituras.

Pablo aconseja a los filipenses tres vigilancias concretas sobre los peligros que asediaban el cristianismo de aquellos tiempos, y que constituyen los tres puntos esenciales de las doctrinas de la secta cristiano-legalista, cuyos seguidores no contentos con el revés sufrido en la reunión de Jerusalén, continuaban su cruzada herética sobre las iglesias de los gentiles para predicarles y someterlos a la esclavitud de la ley, y de esta forma contaminar el evangelio de la gracia. En el capítulo 1:17 de esta carta, ya Pablo había expresado su papel en la defensa del evangelio, y a lo largo de todo este capítulo 3, esa defensa se hace apasionada y firme. 

4.- “Guardaos”. 

§

Tres advertencias orientadas a cuidarse de los peligros de los “perros” (gr. kunas), “malos obreros” (gr. kakouv ergatav), y “mutilación” (gr. katatomh). Tres calificativos diferentes y contundentes para definir al mismo tipo de gente sectaria y su doctrina herética, que se mostraban muy activos para el trastorno de las iglesias gentiles y confusión de sus miembros menos instruidos y vigilantes. Pablo se hace reiterativo e insistente al repetir tres veces la palabra “blepete”, que en nuestra versión se traduce por “guardaos”, aunque más literalmente quiere decir “mantener bajo vigilancia estrecha”. El estilo de Pablo en esta frase, como cuando el que más adelante tratemos de los versículos 18 y 19, igualmente relativos a los legalistas, es contundente, y mordaz. Esta forma de lenguaje habla mucho de la relación de complicidad que existe entre él, como autor, y los filipenses como sus lectores primarios, que entenderían en las frases del apóstol la expresión de sus severas críticas hacia los que perturbaban la doctrina y la propia fe de los creyentes. Aquí empieza la cuestión llamándolos “perros”, “malos obreros” y a su propuesta de circuncisión como complemento a la fe en Cristo, “mutilación”. Más adelante los califica de “enemigos de la cruz de Cristo”, de personas “cuyo dios es el vientre” y “que solo piensan en lo terrenal”.

 

5.- Perros

Pablo usa el término “perros” con el mismo sentido despectivo que los legalistas a los gentiles incircuncisos con relación a su presunción por ser los hijos de Abraham y de la promesa. De la misma forma que los militantes de la religión judaica se referían a los gentiles, también los judeo-cristianos ó legalistas lo hacían con respecto a los gentiles cristianos que no se circuncidaban. Jesús empleó esa misma forma de hablar popular, aunque en una versión menos hiriente, “perrillos” (gr. kunarion), para probar la profundidad de la fe de una mujer gentil, sirofenicia, que le pidió un acto milagroso a favor de su hija, según el relato de Mr. 7:27. 

Como antecedente, sabemos que después de Pentecostés, muchos de los fariseos que habían creído en el evangelio de Jesucristo siguieron apegados a una gran parte de los prejuicios de la religión judaica sin alcanzar a entender la dimensión del nuevo pacto establecido por Jesucristo con su sangre. Y en aquellas comunidades donde eran fuertes en número y también a dondequiera que viajaban promocionaban una mezcla de Cristo y Moisés, de gracia y ley. Una forma mixta semejante a la que adoptaron aquellas gentes que fueron trasladadas a Samaria por el rey de Asiria, y cuya historia encontramos en 2ª Reyes 17. De quienes dicen las Escrituras: Temían a Jehová y honraban a sus dioses, según la costumbre de donde habían sido trasladados, sobre los cuales concluye la historia diciendo en el vers. 41: “Así temieron a Jehová aquellas gentes y juntamente sirvieron a sus ídolos”.  

En forma semejante estos promocionaban la doctrina de que para salvarse era necesario, además de creer en Cristo Jesús, circuncidarse y guardar la ley de Moisés (Hch. 15:1,5). Esta cuestión la vamos a tener delante hasta el final del capítulo y volveremos a ella en más ocasiones. Pablo al llamarles con la misma palabra que ellos llamaban a otros: “perros”, también pretende aplicarle un sentido semejante al que aquellos le concedían. Para los legalistas los incircuncisos eran “perros”, porque no eran “hijos” de Abraham. Y Pablo les llama entonces a ellos también “perros” para negarles su condición de “hijos” de Dios”, porque esta condición se alcanza solo por gracia, y por medio de la fe en el sacrificio suficiente de Jesucristo. Ahora aquellos que pretendían las iglesias gentiles menos instruidas y vigilantes. galistaes e no contentos con el revo. s ubicacique la obra de Jesucristo en si misma no era suficiente sin el complemento de la ley de Moisés, se habían caído de la gracia, como afirma rotundamente en Gál. 5:2-4. De ahí lo apropiado del  calificativo para ellos mismos. Perros, no hijos.

6.- Malos obreros

Con esta frase Pablo no se refiere a “obreros” en el aspecto de funcionarios al servicio de la iglesia de Cristo que operen mal, como si se tratase de evangelistas ó profetas con ministerio reconocido aunque con ideas erróneas sobre doctrina: Recordemos que las personas con este tipo de doctrina quedaron totalmente desautorizadas desde la reunión de Jerusalén y copias de la carta con la decisión de los apóstoles, ancianos y la iglesia de Jerusalén estaban en poder de las iglesias gentiles para poder frenarles. No se trataban pues de obreros comisionados sino de particulares que visitaban las iglesias, afirmando ser seguidores de Cristo, comilitantes en la fe, pero que traían una doctrina que pretendía que tanto judíos como gentiles permanecieran ligados a la ley de Moisés y a sus tradiciones nacionales, no entendiéndolas como tales tradiciones, sino dándole una importancia como valor espiritual necesario para la justificación. 

Siendo así, el sentido de la palabra obreros (ergates), tendría también igualmente una intención mordaz empleada en el mismo sentido de Lucas 13:27, donde se traduce por los “obradores”. Promotores de obras. ¡Cuidaos de “los malos obradores”! Cuidaos de ese tipo de personas religiosas que siempre llevan las obras por delante, pero de pura palabrería, porque ellos en realidad no viven en consecuencia con el discurso de perfección que predican, sino que son de la clase de “los que dicen, pero no hacen”, y que en este contexto Jesús había denunciado a los escribas y fariseos en Mateo 23:3,4: “No hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen. Porque atan pesadas cargas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo las quieren mover”. Y Pedro, delante de todos en Jerusalén, reconoció que ni ellos ni sus antepasados habían podido cumplirla, Hch. 15:10.

En la doctrina cristiana se enseñaba que la ley de Moisés, se había manifestado como un código de perfección imposible para de cumplir por los hombres a causa de su naturaleza caída. Y que el propósito de la ley nunca fue conseguir que el hombre alcanzase a justificase delante de Dios a través de su cumplimiento. La ley fue dada al pueblo de Israel para que fuese consciente de su incapacidad y pecado. Dice Pablo en Romanos que se introdujo para que el pecado creciese (Rom. 5:20). Es decir, para que todo judío comprendiese su incapacidad de ser perfecto por sus propias fuerzas, cumpliendo todos sus puntos y durante toda su vida. El plan de la ley era demostrar que eran infractores y merecedores del castigo por su infracción. 

El pueblo de Israel ante la ley que le fue dada, tenía que experimentar incapacidad propia, convencimiento de culpa, maldad y pecado, así como una visión de la justicia de Dios, y del justo castigo de su trasgresión. Entendido esto, incapaces y desesperados, sin escapatoria posible, Dios se acercaría a ellos en Cristo Jesús ofreciendo el perdón por gracia, establecido sobre la base de que el castigo de nuestra paz ha sido descargado sobre el santo, puro e inocente, en cuyo nombre y obra se otorga el perdón de los pecados. Así la ley había sido un ayo para llevarles a Cristo, para que fuesen justificados por la fe, Gal. 3:24. Cuando Pablo escribe a los gálatas emplea la primera persona del plural, “llevarnos”, “fuésemos”, pero no por que le otorgue una aplicación universal para todos los hombres, sino porque está escribiendo desde su perspectiva de judío, como miembro del pueblo de Israel y descendiente de Abraham en la carne. Así, la ley equivalía, en el ejemplo que Pablo emplea para explicárselo a los gálatas, al papel que desempeñaba aquel paidagogos, una clase de esclavo común entre los griegos y los romanos, que se ocupaba y responsabilizaba de guardar y conducir a los niños hasta la escuela, donde los dejaba al cargo y cuidado del maestro. Había sido la ley una facilidad adicional, subsidiaria, es decir, una ayuda extra de Dios, por amor a Abraham, para el pueblo de Israel, su simiente en la carne, que los dejaba humillados y necesitados de la gracia y la misericordia de Dios, prometida en el Mesías, Cristo Jesús.

Recordemos que la ley no fue dada a los gentiles, a quienes Pablo llama los “sin ley” (Rom. 2:12-15; 1ªCor. 9:21), en relación con la de Moisés, porque nunca estuvo el hombre sin una ley de parte de Dios, sino que  todos nacemos con una ley de parte de Dios escrita en nuestros corazones (Rom. 2:14-15), por la cual tenemos conciencia del bien y del mal, y podemos reconocernos infractores y buscar a Dios, quien habla al ser humano con el lenguaje de la obra de sus manos (Sal. 19:1-4), y se halla cercano para dar al que pide, ser encontrado del que busca y abrir su misericordia al que le llama, Mt. 7:8.

 

Esta no es una nueva doctrina paulina, aunque en las epístolas de Pablo tiene un énfasis especial debido a  las circunstancias de acoso y proselitismo que los legalistas desplegaron en torno a las iglesias gentiles. Pero Pedro ya lo había dejado claro en Jerusalén muchos años antes en la cita ya usada de Hch. 15:10-11: ¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos”. Las obras delante de Dios para la justificación, como dijo Jesús en Jn. 6:29, no son el cumplimiento de la ley de Moisés, sino que se resumen en una sola, y es: “creer en aquel a quien El ha enviado”. 

Las buenas obras de los salvos, como ya hemos considerado en anteriores partes de nuestro estudio, son otra cosa, y volveremos a una descripción más amplia en posteriores capítulos. Justifican la existencia de la fe. Dan un testimonio visible de lo que hay en el corazón del creyente por gracia. Son la prueba de la obra interior que lleva a cabo el Espíritu Santo. Demuestran el deseo del salvo por agradar a Dios y andar delante de él con arreglo a su honra debida, a su santidad excelsa, y en obediencia y sujeción a los términos que Dios requiere y demanda de sus hijos, pero no justifican de los pecados. La ley nunca puede justificar a nadie, porque ese no es su propósito, solo denuncia al infractor y establece una pena ó sanción. La paga del pecado es muerte. Y alguien tiene que morir para que su sentencia se cumpla. Y en caso de ser sustituido, no puede serlo por otro infractor, porque sería reo de su propia culpa, sino por alguien a quien la ley declara inocente. Y ese alguien es solamente Cristo Jesús, que nunca hizo pecado ni en él se encontró maldad. (Is. 53).

Así los que pretendían justificarse delante de Dios por las obras, antes y ahora, para complementar un pretendido insuficiente sacrificio de Jesucristo, están intentando ignorar la justicia de Dios, de salvarnos en Cristo, e intentan establecer una justicia basada en su propio criterio y norma, haciendo “la mala obra” de no sujetarse a la justicia de Dios que determinó y estableció (Rom. 10:3).

7.- La concisión

Cuando Pablo escribe aquí: “Guardaos de la concisión”, está refiriéndose con esta palabra al acto en si, pero como este no se produce por generación espontánea, luego lo que los filipenses tenían que mantener bajo vigilancia era a los promotores de la “concisión”, aquellos legalistas que quieren someter a la circuncisión a los cristianos gentiles. En nuestro lenguaje actual irónico diríamos “los cirujanos”, no por su especialidad médica, sino por su obsesión y promoción de la cuchilla. Vamos, es como decir: “mucho cuidado con estos que en cuanto te despistas te operan, te circuncidan”. 

Pero es importante entender que no se trata de que Pablo esté condenando ó anulando un mandato que Dios hizo en un momento de la historia humana y recogido en las Sagradas Escrituras, ni tampoco a aquellos que practicaban la circuncisión en orden a los supuestos establecidos como descendientes de Abraham en la carne, sino a los que intentaban hacerlo bajo un propósito diferente: El de la necesidad de hacerlo para ser salvos. Y, repito, Pablo está calificando a los legalistas en clave mordaz, dentro de una complicidad que seguro era perfectamente entendida por los filipenses. Con seguridad mucho les había instruido ya antes al respecto en las diferentes ocasiones en que tuvo ministerio entre ellos, o a través de las instrucciones de sus colaboradores, y seguro que había empleado ya adjetivos similares.

8.- “Porque nosotros somos la circuncisión”

§

Nosotros”. ¿A quienes engloba consigo mismo Pablo dentro del grupo? El apóstol está escribiendo a la iglesia de los filipenses, que es una iglesia formada por gentiles, pero él es judío en la carne, como sigue expresando. Aquí “nosotros” es un  grupo heterogéneo en nacionalidad y linaje, él judío, ellos gentiles, pero homogéneo en que “no tiene confianza en la carne”, que comparten la certeza de que las cosas materiales no tienen valor delante de Dios, sino que han entendido la dimensión espiritual del evangelio. Un grupo que no espera beneficios materiales, sino celestiales y eternos. El grupo de todos aquellos que han creído en el propósito de Dios para bendecirles por pura gracia en Cristo Jesús, y que le “adoran en espíritu y verdad” (Jn. 4:23), y a ese grupo pueden pertenecer lo mismo judíos que samaritanos ó cualquier gentil que acepta el don de Dios y, con un corazón sincero, se acercan a Cristo.

Somos la circuncisión”. Esta afirmación no es una novedad teológica de Pablo como algunos creen, porque está presente y perfectamente identificada durante el ministerio de Jesús, como vamos a ver: En el evangelio de Juan, capitulo 8, se produce una conversación en el patio del Templo de Jerusalén entre Jesús y algunos judíos que simpatizaban con su doctrina (8:31), que acaba tan crispada como que intentan apedrearle. Dice textualmente que con Jesús debatían algunos que creían en él, pero el contexto del relato pone de manifiesto que no se trataba de que creyesen que era el Mesías, el Hijo de Dios que venía a salvarles, sino que creían de él que era un enviado de Dios, un auténtico profeta, un rabí cuya enseñanza, sabiduría y poder provenía de Dios, en contraposición con aquellos otros de los fariseos y de los escribas que afirmaban que su poder procedía de Satanás, (Mt. 9:34 y 12:24; Mr. 3:22) . 

A estos que creían que su enseñanza era de Dios, Jesús, les desafía a perseverar siguiéndole, obedeciendo su mensaje, conociéndole como la verdad de Dios personalizada en sí mismo, y a través de esa verdad llegar a ser verdaderamente libres. Libres de la condenación de la ley. Libres de las tradiciones. Libres de sus pecados. Justificados para alcanzar la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Pero al llegar a este punto del discurso de Jesús, su orgullo colectivo nacional se siente ofendido, por encima de la simpatía que sentían por el mensaje de Jesús, y la admiración por sus obras. Al mencionarles su situación espiritual, ellos la comprendieron en clave terrenal. Pensaron que Jesús les hablaba de que estaban esclavizados y sometidos al poder odioso de los romanos y, por más que presumiesen de la autonomía de sus instituciones, rey propio, sanedrín, libertad de culto, sistema sacerdotal, templo de su religión, y otros derechos superiores a los de otros pueblos sometidos bajo el poder romano, se enfurecieron: “Nosotros somos simiente (gr. sperma) de Abraham y no hemos servido “jamás” a nadie” (¿comos esclavos?). ¡Vaya novedad! Parece que en este punto la ira les hizo perder toda su conciencia histórica y se olvidaron de egipcios, madianitas, filisteos, babilonios, persas, griegos, etc. Esta es una forma de ceguera mental típicamente sectaria. Yo la he visto en miembros de sectas y otros grupos semejantes. Personas que están razonando y entendiendo ciertas cosas del evangelio con claridad, pero que cuando se sienten atacados como organización pierden toda capacidad de raciocinio y son incapaces de asumir las más evidentes pruebas de su error, negándose a admitir intelectualmente las grietas meridianas de los sistemas a los que pertenecen, ya sean como doctrina ó como organización. 

9.- “Los descendientes de Abraham.

Con todo, Jesús les otorga en el vers. 37 una parte de verdad. Ellos son descendientes de Abraham en la carne, por el linaje familiar. Descienden por la línea correcta: Abraham, Isaac, Jacob, sus hijos, los patriarcas de las doce tribus. Eran el pueblo de la primera promesa. Muchos de los judíos de aquel tiempo guardaban celosamente la lista de sus genealogías para demostrar la pureza de su origen. Pero inmediatamente Jesús vuelve la cuestión de la descendencia biológica a la clave espiritual. “Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais”, ver.39. Aquí encontramos como por primera vez Jesús introduce la declaración de que ser hijo de Abraham no es simplemente una cuestión de linaje de carne y sangre, sino que hijos de Abraham son aquellos que se comportan como Abraham lo hizo: Los que creen a Dios, y confían en sus promesas como Abraham. Estos son los descendientes de Abraham en cuanto a su fe.

Jesús traslada el tema de la promesa terrenal (el pacto de simiente) hecha a Abraham, de la que ellos hablaban, a la cuestión de la promesa celestial (el pacto de bendición universal) anticipada también a Abraham. Jesús añadió: El que guarda mi palabra no verá la muerte para siempre, (Jn. 8:51). Esto acabó por descomponer a sus interlocutores: Abraham murió, y los profetas que vinieron después de él, también, ¿quién se cree este que es? Pero Jesús añade para mayor confrontación y confusión de sus oyentes: Abraham vuestro padre, se gozó por ver mi día, y lo vio y se gozó. 

10.- Antecedentes del día de Cristo y de la promesa de la bendición universal.

¿Cuándo vio Abraham el día de Cristo? Cuando iba a sacrificar a su hijo Isaac. Abraham vio al sustituto que iba a ser inmolado en el lugar de su hijo. Lo entendió con respecto a Isaac y se gozó de la provisión de Dios. Yo no sé lo que Abraham llegó a entender de aquella escena y experiencia real de su vida con respecto a su cumplimiento futuro para bendición de la humanidad. Pero sabemos que a estas alturas y circunstancias de su vida, Abraham ya tenía una amplia conciencia de las maravillas del poder de Dios, como para creer plenamente en sus promesas. Cuando iba a ofrecer a su hijo en sacrificio, obedeciendo la petición divina, Abraham no sabía como, pero estaba seguro por la fe, que Dios haría el prodigio necesario para que Isaac llegase a ser el padre de la descendencia prometida. La maravilla consistió en la forma en que Dios dispuso de un sustituto para que muriese en su lugar. Esta es la gran maravilla que trae gozo a la humanidad por el evangelio: Cristo muriendo en nuestro lugar para que por su muerte nosotros tengamos vida. Pero no sé si en alguna ocasión posterior no recogida en el relato del Génesis, Dios le revelaría de una forma más concisa como sería el día de Jesucristo, el día de la bendición para todas las familias de la tierra. 

Cuando Jesús se apareció a los discípulos que iban camino de Emaús, Lucas nos relata las palabras de Jesús reconviniéndoles y enseñándoles, diciendo: ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas? Y comenzando desde Moisés… les interpretó (gr. diermeneusen autois) lo que las Escrituras decían de él, Lucas 24:27. Al decir que comenzó desde Moisés, no quiere decir desde la vida de Moisés, sino desde lo que Moisés escribió, o sea, comenzando desde el Génesis. Y cuando más tarde se aparece a los discípulos en Jerusalén, les dijo: Es necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos, Luc. 24:44. Nosotros no hemos podido asistir a esa clase magistral de Jesús enseñando el origen de la revelación de su encarnación, ministerio y obra a través de todo el Antiguo Testamento, pero podemos intentar acercarnos en las próximas páginas a la misma fuente de las Sagradas Escrituras para escudriñar algunas de estas verdades. 

La segunda afirmación de esta doctrina, en orden cronológico, la encontramos en el mensaje de Pedro, en el mismo lugar en que Jesús había tenido la escena anterior, en los aledaños del templo. En Hechos 3:24-26, Pedro recuerda el pacto de Dios con Abraham. No el pacto de la descendencia, sino el pacto de la bendición para todas las familias de la tierra. Y sitúa la vida y muerte de Jesucristo al contexto del pacto de la bendición: habiendo resucitado Dios a su siervo, le envió para “bendeciros”, para que cada uno de vosotros se convierta de sus maldades. Esta es la bendición y la promesa, a pesar de que en este momento la visión que Pedro tiene en cuanto a su ámbito todavía estaba limitada a la casa de Israel, y tendrá que ser cuando el Espíritu Santo se manifieste en casa del gentil Cornelio, en la misma forma en que se había manifestado “al principio”, en Jerusalén, aquel día de Pentecostés para los judíos, cuando alcance a comprender la dimensión y el alcance universal del evangelio de la gracia y del sacrificio de Jesucristo, (Hch. 10:47).

Mas tarde, ya de una forma extensa y clara Pablo nos lega en sus epístolas a los Romanos y Gálatas un desarrollo comprensible de la doctrina, en la que más adelante nos adentraremos. Pero ahora, creo que vale la pena y siguiendo el ejemplo de Jesús buscar los antecedentes desde Moisés y, de esta forma, entender el tema desde su origen.

11.- Abraham y los pactos.

 Si nos remontamos al libro del Génesis, en el capitulo 12, leemos que allí se produce un llamamiento de personal de Dios a un hombre llamado Abram, al que le pide que abandone parentela y tierra, para dirigirse a un desconocido lugar, con una doble promesa: 1.- que su descendencia será una nación grande, famosa y engrandecida, y 2.- que “en ti –en Abram- serán bendecidas todas las familias de la tierra”.

Pasan los años y muchas vicisitudes, hasta que en el capitulo 15 de este mismo libro, encontramos a Abram, un padre enaltecido, así significa su nombre, pero sin hijos, y con la decepcionante perspectiva de que su heredero fuese un esclavo, su mayordomo damasceno (15:2). ¿Qué de Sus promesas? Abram se preocupa. La enigmática promesa de bendecir en él a todas las familias de la tierra, no la entiende, pero en cuanto a la primera promesa es sumamente consciente de que no se está cumpliendo porque está haciéndose mayor y no tiene descendencia. Dentro de la relación y comunicación que hay entre Dios y Abram, Dios ratifica sus promesas y tranquiliza la impaciencia de Abram, para que no se preocupe, recordándole que le sacó de su tierra, Ur de los Caldeos, con el propósito de otorgarle en heredad la tierra en la que ahora está viviendo. Por el momento solo vive en ella, pero llegará el día en que se cumplirá el propósito de ser una “herencia”, un legado transmisible para su descendencia (15:18).

Abram ya es un hombre de fe, lo demostró saliendo de su tierra y separándose de su familia para ir a un incierto destino, pero su fe aun tiene que crecer enormemente en la medida en que su conocimiento y comunión con Dios también crezca. El patriarca acepta la ratificación de la promesa, pero siendo como es humano, empieza a procesarla y a razonarla dentro de su propia situación contextual. Ya es bastante anciano. Todos los intentos para que su mujer concibiese un hijo han resultado inútiles porque es estéril. ¿Cómo va a tener un hijo de Sara? Si realmente va a tener descendencia, él debería hacer algo al respecto. Así comenta con su mujer Sarai la situación de las cosas: “Dios me ha ratificado la prometida descendencia, pero como en esta situación no la tenemos, y como Dios que sabe que eres estéril estará “necesariamente” pensando en que “mi hijo” tendrá que nacer por medio de otra mujer. Así, la vía de solución práctica que se les ocurre es intentar tener el hijo con la esclava egipcia de su mujer, Agar. De esta forma, el “padre enaltecido” se une a la esclava y tiene descendencia, pero esto fue un apaño que ya desde el mismo embarazo trajo discordia y problemas a su hogar (16:5).

El hombre de la fe tenía 86 años cuando Agar dio a luz a Ismael, y aun tenía que entender y aprender  que los milagros de Dios son tan grandes y maravillosos que irrumpen contra cualquier expectativa racional de los seres humanos. Abram aun era fértil y Sarai su mujer, aunque estéril hasta aquel momento, todavía tenía la menstruación, por lo tanto cualquier descendiente que pudiese nacerles dentro de su relación matrimonial entraba dentro de la posibilidad fisiológica, antes que de la indiscutible gracia divina, de un milagro de Dios. Pero trece años después, cuando Abram es de noventa y nueve años, y Sarai de noventa, y habiendo perdido esta su período menstrual (17:17; 18:11,12), Dios actúa con poder para ratificar su pacto primer pacto con Abram, anticipado muchos años antes cuando aún vivía en Ur de los caldeos (15:4,5).

Aunque parece que ya ha transcurrido mucho tiempo de la vida de Abram, este es el cumplimiento del primero de los dos pactos que Dios determina revelar y establecer con Abram. Y este es uno de los asuntos más importantes de la Biblia. Es el meollo del plan de Dios que sigue desarrollándose hasta nuestros días. Todo lo que sucede en la historia y en las Sagradas Escrituras está construido en base a estos dos pactos. No se puede entender la Biblia, ni entender a Israel, o a Cristo en su papel, sin tener en cuenta estos orígenes. Muchos lectores de la Biblia que no entienden esto, solo pueden ver el Antiguo Testamento como una historia arcaica de leyendas e historias piadosas, pensando que el Nuevo Testamento es en realidad otra religión que nace del judaísmo y que evoluciona a partir del  ministerio de un judío llamado Jesús, y bajo el impulso teológico de un hombre notable y activo, Pablo de Tarso, y que ese fue el génesis del cristianismo. Pero Jesucristo desafiaba a sus oyentes contemporáneos a que encontrasen su figura y obra en las profecías, en el Antiguo Testamento, mediante un estudio riguroso, profundo y escudriñador (Jn. 5:39). Los judíos también confundían el papel de las Escrituras otorgándole a las palabras y al texto la virtud que correspondía a Aquel de quien las Escrituras hablaban. La vida no estaba en las Escrituras, sino en Cristo, ellas eran únicamente testigos de su venida y del papel que tenía que desempeñar.

12.- Primer pacto: El pacto de simiente y herencia terrenal.

Así, en el capítulo 17 del Génesis tenemos el cumplimiento del primer pacto, la promesa traducida en alianza, por la cual Abram dejará de ser ese padre enaltecido, para convertirse en el “padre de una multitud”, es decir: Abraham, y su mujer,  “la princesa” triste y celosa, convertida en “Risa” y gozo.

El pacto de simiente y heredad terrenal no contiene cláusulas de bendiciones trascendentes, es decir que trascienden a nuestra realidad material y física. Dice así, vers. 4: “Serás padre de muchas gentes”. Vers. 6 “De tu descendencia se crearán naciones, y saldrán reyes”. Vers. 8: “A ti y a tu descendencia daré la tierra en que moras, y toda la tierra de Canaán, y seré su Dios (es decir, me servirán como su Dios y yo me ocuparé directamente de ellos)”. Este es el compromiso de Dios determinado en el pacto. Por su parte, Abraham y sus descendientes llevarían sobre sí, una señal física de este pacto físico: La circuncisión. Un sello (gr. sphragis) que ratificaba el pacto de simiente, de pertenecer a la nación de la promesa de descendencia y herencia terrenal, y que significaba igualmente que el Dios  de Abraham, era su único Dios, y con la misma fe y sinceridad con que lo hacía Abraham debían servirle. 

La circuncisión venía a ser como un carné de identidad ó una tarjeta identificativa de su nacionalidad como pueblo de la promesa, descendiente de Abraham y pueblo del verdadero Dios. Ese carné debía estar impreso en el cuerpo de aquella descendencia física como señal indeleble, en el mismo órgano sexual generador de la descendencia biológica, como recuerdo de aquella alianza de descendencia que Dios otorgó, por gracia, fuera de toda esperanza, a Abram, a quién antes eligió, llamó y bendijo. Pero la otra señal, ya no era física, sino que debía ser la obediencia y el correspondiente testimonio de su fe y servicio a Dios.

Así la circuncisión era una señal visible y material, como visibles y materiales eran las bendiciones del propio pacto. Vers. 10-11: “Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros”. Vers. 13,14: “Estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo… y el varón incircunciso… la tal persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto”. Si un descendiente de Abraham incircunciso, porque no fuese circuncidado por sus padres a los ocho días de edad, pero que tampoco determinase hacerlo cuando siendo adulto tuviese oportunidad, sería considerado como un apóstata que deliberadamente renunciaba a pertenecer al pueblo de la descendencia de Abraham, y un renegado con respecto al pacto con Dios, y a sus efectos derivados. 

13.- ¿Qué es la circuncisión?

La circuncisión es un procedimiento quirúrgico para quitar la piel llamada prepucio que cubre con una funda, el glande, que es la punta del pene, donde se corta igualmente el “frenulum” ó frenillo, que es un elemento que actúa para que el prepucio sea retráctil hasta un cierto punto y vuelva a su función de envoltura. Normalmente se cura en un periodo situado entre una y dos semanas. Según la perspectiva pediátrica evita ciertas infecciones, porque facilita la higiene. Infecciones que en la historia pasada eran frecuentes porque la higiene era difícil bajo el punto de vista instructivo y de medios. Estas infecciones se transmitían luego a las mujeres a través del coito y constituían un verdadero problema para la salud propia, del varón, de las mujeres y de una sana reproducción. En la actualidad, es un tema muy debatido por urólogos y pediatras, con opiniones a favor y en contra de la bondad ó no de la circuncisión, pero ni soy la persona adecuada, ni este es el lugar para el debate, sino para explicar sencillamente en que consiste.

Pero Abraham ya tenía otro hijo, Ismael, quien fue circuncidado porque vivía en casa de su padre, como lo fueron sus siervos, y lo tenían que hacer en el futuro los extranjeros, que no siendo del linaje estuviesen viviendo entre el pueblo y acogidos a su hospitalidad. Esto venía a equivaler a adquirir la nacionalidad, no por derecho de descendencia, sino por adopción y el compromiso para vivir en aquella tierra y bajo sus normas y fe (vers. 12, 13, 23, 25 y 27). 

El pacto de simiente está basado sobre promesas materiales. Así, si la simiente de Abraham, el pueblo de Israel, se esforzase de corazón en obedecer las leyes, mandatos y estatutos que Dios le otorgó, Dios se comprometía a otorgarle bendiciones materiales. La tierra prometida, en condiciones de fertilidad, lluvia temprana y tardía que multiplicase su producción, vino, aceite, alimento para su ganado, etc. (Deut. 11:8-17). Como nación, las bendiciones materiales alcanzarían hacerla una nación grande, fuerte, victoriosa, próspera e influyente en medio de las demás naciones de la tierra (Deut. 8:1-14). Por el contrario, si la simiente de Abraham como nación no pusiese empeño en agradar a Dios y serle fiel de corazón en servirle, esforzándose en poner por obra sus mandamientos, leyes y estatutos, este incumplimiento se volvería en desgracias materiales como efecto de la maldición. Pobreza, miseria, quebranto, mortandad, enfermedad, persecución, sometimiento a otros pueblos, la pérdida de la tierra prometida, la dispersión por toda la tierra y toda serie de adversidades de orden material (Deut. 28:15-68). Por causa de este pacto y de sus estipulaciones es por lo que el lector del Antiguo Testamento tiene que tener sumo cuidado en extrapolar muchos textos que corresponden al ámbito material de este pacto y de su relación con el pueblo de Israel, para aplicar ese mismo ámbito de bendiciones materiales para la Iglesia, pues se están tratando cuestiones de índole absolutamente diferente. La confusión de las características del pacto de simiente de su ámbito material y colectivo, reflejo ó imagen en algunos aspectos, pero solo en algunos, con respecto al pacto de la bendición en Cristo, ha traído muchísimo desorden doctrinal, y generado una gran cantidad de disparates. Uno bastante frecuente es pretender que la fidelidad del cristiano a Dios trae como consecuencia la bendición y prosperidad material, lo cual como veremos al final de este estudio, es absolutamente falso y ni siquiera era generalizable a “todos los individuos” del antiguo pacto, pues se trataba de bendiciones colectivas en tanto que nación ó pueblo. Esa es la causa de que algunos individuos de ellos, siendo fieles hasta el punto de que el mundo no era digno de ellos, padecieron persecuciones, azotes, prisiones, tentación, apedreamientos, violencia, pobreza extrema, y no recibieron a título personal lo prometido a título colectivo, a pesar de aprobar con buena nota la asignatura de la fe y de su fidelidad a Dios (Heb. 11:36-39).

En el pacto material no se incluye salvación, ni vida eterna, ni herencias espirituales en los lugares celestiales, porque eso únicamente se alcanza, tanto para judíos como para extranjeros, en Cristo por gracia, por medio de la fe y la obediencia al evangelio. El nexo entre uno y otro pacto se establece en la persona, figura y obra de Jesucristo que nacería de la simiente de Abraham, que cumpliría perfectamente la ley del pacto de simiente y en virtud de ello traería la salvación y bendición espiritual a todo aquel que cree. Por eso es que en ningún otro, y bajo ninguna otra manera hay salvación y herencia espiritual sin Cristo (Hch. 4:12).

En el cumplimiento de la promesa del plan de simiente, Dios ha operado y trabajado en el pasado, como lo sigue haciendo en el presente y fiel a su pacto, lo hará en el futuro. Israel, el pueblo hebreo, sigue siendo el pueblo de la promesa de Abraham. Un pueblo importante en la historia de la humanidad, tanto en el pasado como en el presente y, sin duda, en el futuro. Un pueblo que se manifestó en rebeldía e incredulidad hasta el extremo de crucificar al Hijo del Dios del Pacto. Un pueblo que cayó en la idolatría repetidamente y por este adulterio espiritual ha padecido enormes disciplinas ejecutadas por los más diversos pueblos de la tierra, desde los egipcios hasta los alemanes, pasando por filisteos, sirios, asirios, persas, griegos, romanos, españoles, rusos, polacos, árabes, etc. etc. Pero siempre, cuando el pueblo se humillaba y cuando estaban sin aliento, la mano poderosa de Dios les libraba de sus enemigos. 

Israel sigue siendo un pueblo, cuyos hijos de forma mayoritaria siguen ciegos por tozudez y rebeldía interior a las verdades reveladas por Dios. En el plano religioso sigue estando atado a las doctrinas de sus rabinos, a quienes tanto hoy, como en el pasado lo hizo Jesús, se les puede acusar de invalidar el mandamiento de Dios a causa de sus tradiciones. Ahí permanecen lamentando ante el Muro de las Lamentaciones ó debatiendo acaloradamente según sus diferentes escuelas de pensamiento sobre la letra de la ley y las ceremonias. Sobre lo puro y lo impuro. Sobre formas y aspectos materiales, perdidos en sus divagaciones, sin conseguir armonizar el pacto de descendencia con el pacto de salvación. Aspectos diversos de un mismo, único y complejo plan pero que difieren en sus objetivos. En los tiempos actuales Israel está viviendo bajo condiciones de luto y violencia. Viven sin paz y se equivocan sus dirigentes que piensan que su subsistencia depende del poder de su ejército y de su armamento, ó de la valentía de sus soldados. Pero esto, como vemos, no hace más que añadir luto y dolor. El Señor ha sido claro respecto a la solución: No con ejército y con fuerza, sino con mi Espíritu. Pero mientras Israel confíe en si misma y en la seguridad de su propia fuerza, ignorando lo que Dios puede hacer su pueblo,  no tendrá paz en su tierra, por muchas conferencias de seguridad que se convoquen. 

14.- Segundo pacto: El pacto de bendición universal. La gracia por la fe. 

Hch. 3:25-26  …el pacto que Dios concertó con nuestros padres, diciendo á Abraham: Y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado á su Hijo, le envió para que os bendijese, á fin de que cada uno se convierta de su maldad.

Para encontrar este segundo pacto, que ya había sido anticipado en su llamamiento, tenemos que ir al capítulo 22 de Génesis. Dios va a probar, para testimonio nuestro y de sus descendientes, pues Dios ya lo sabía, la dimensión que alcanzó la fe de Abraham poniendo a prueba su confianza en el pacto. Había prometido bendecirle a través de Isaac, y ratificar su pacto con este hijo y con los descendientes de este hijo (17:19), pero ahora, siendo aun muchacho, soltero y sin descendencia, Dios pide a Abraham, que le ofrezca a Isaac en sacrificio cap. 22). 

El relato demuestra la madurez de su fe. Ahora ya no duda Abraham, ni pretende hacer arreglos personales. Simplemente obedece. Toma a su hijo y se dirige al lugar que Dios determina, dispuesto en su corazón para ver y vivir otro prodigio maravilloso del poder de Dios. Si sacrificaba a Isaac, estaba seguro que Dios lo resucitaría de alguna manera portentosa para cumplir la promesa de descendencia. Esa confianza, determinación y esperanza le han valido el nombre de “padre de la fe” (Heb. 11:17-19), pues no dudó. En propósito y determinación, realmente “Abraham ofreció a Isaac en sacrificio cruento”, y regresó con su hijo “resucitado” por el poder de Dios, quien concedió un sustituto que muriese en su lugar.

Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia (Gal. 3:6,8,9). Y la Escritura dice que, habiendo previsto Dios justificar por la fe a los gentiles, “anunció de antemano la noticia” a Abraham: Serán bendecidas en ti todas las naciones. De modo que los de fe son bendecidos con el creyente Abraham. Sabed entonces que los de fe, son hijos de Abraham (v.7). Exactamente, con otras palabras, lo que Jesús había dicho cuando abordamos el tema.

Ahora bien, aclara Pablo más adelante en Gal. 3:16, a Abraham le fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice y a las simientes, como si hablase de muchos, sino de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. La bendición para todas las naciones en la simiente de Abraham es la promesa de Cristo Jesús, nuestro Salvador, el Hijo de Dios, como prototipo de la fe y de la obediencia al Padre, y nuestro sustituto, y ejemplo. De la misma forma, el alcance universal de su obra redentora bendice, no solo a la descendencia de Abraham, sino a todas las familias de la tierra, por cuanto es Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen, (1ª Ti. 4:10), en cumplimiento del propósito amoroso de Dios, que no quiere que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento, (2Ped. 3:9). Y para ello nos ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna, (Jn. 3:16). Primeramente al judío y luego al gentil, (Hch. 3:26; Rom.1:16). 

Resumiendo, el pueblo de Israel sería destinatario exclusivo de los efectos de la primera alianza y  preferente del segundo pacto, el de la bendición universal. Porque si hubiese alguien no circuncidado que guardase perfectamente la ley, condenaría bajo la disposición de la misma ley al que estuviese circuncidado pero que no la guarda,  (Rom.2:27). Esto a los efectos espirituales, los de la salvación, para los cuales nos fue dado el evangelio (Rom. 1:16), por eso concluye Pablo en Romanos 2:28,29: No es judío el que lo es exteriormente (por haberse circuncidado), ni es circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es “judío” (descendiente de Abraham) el que lo es en el interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en la letra.

Pongamos un ejemplo práctico ilustrativo. Pensemos en un ciudadano original de un país, que tiene su nacionalidad adquirida por derecho de nacimiento. Que posee su documento de identidad, consta inscrito en la célula de empadronamiento y en todos los registros oficiales de los ciudadanos de ese país. Pero durante un conflicto armado, este ciudadano se convierte en espía de la potencia enemiga y actúa contra los intereses de su país. Por otra parte tomemos a un ciudadano extranjero, sin ninguna relación documental con el mismo país, pero que trabaja y se dedica a buscar auxilio y procurar el bienestar para los ciudadanos de ese país. ¿Quién sería verdaderamente ciudadano a efectos de los intereses del país y sus habitantes, el primero que tiene la misma nacionalidad pero perjudica sus intereses, o el extranjero que los beneficia? ¿Encontramos en este ejemplo alguna similitud con la parábola del buen samaritano? ¿De que valía a efectos prácticos para el judío moribundo que el sacerdote y el levita fuesen sus teóricos prójimos, sus compatriotas, si le abandonaron a una muerte segura? Por el contrario, en aquel “samaritano”, enemigo, que mostró hacia él misericordia, encontró aquel judío verdaderamente a su prójimo, su próximo, su compatriota.

Entonces, como escribe Pablo a los romanos: La circuncisión aprovecha (nótese el condicional, que viene a afirmar que aprovecharía espiritualmente) si guardas la ley; pero si eres trasgresor (pero si no la  cumples, a esos mismos efectos espirituales) tu circuncisión viene a ser (lo mismo que la) incircuncisión, (Rom. 2:25), porque nos convierte a unos y otros por igual en enemigos de ánimo y malas obras, (Col.1:21). Por cuanto todos pecamos (judíos y gentiles), estamos destituidos de la gloria de Dios, (Rom. 3:23),  y como la sanción del pecado es la muerte, (Rom. 6:23), la muerte pasó a todos los hombres (judíos y gentiles), por cuanto todos pecamos, (Rom. 5:12). Porque de la misma manera que un único acto fue suficiente para inundar el mundo de pecado, por otro acto judicial singular, en el que Jesucristo cargó sobre sí con nuestros pecados y padeció el castigo que nosotros merecíamos, siendo nuestro sustituto nosotros podemos obtener por pura gracia, a través de la fe, la justificación y la reconciliación.

Comentando esta cuestión hemos tenido la oportunidad de escarbar textos entre diversos libros tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Hemos estado componiendo como si de un puzzle se tratase la revelación y la consumación de los dos pactos. Lo hemos visto desde una perspectiva profética y desde la consumada, y nos damos cuenta del maravilloso y complejo plan de Dios para salvación de sus criaturas. En su sabiduría, Dios no pudo ser más explícito en la revelación profética, porque hay un enemigo poderoso que está interesado en frustrar sus planes, como hemos tratado en la introducción, pero escudriñando las Escrituras podemos ver como encajan las piezas unas en otras para entender la complejo pero maravilloso diseño de Su plan eterno. Demasiado sublime como para ser inventado por la mente humana. Tan perfecto como maravillosamente sólido y lógico en el desarrollo de los acontecimientos de la historia de la humanidad. De su admiración solo puede salir reforzada nuestra fe, porque está puesta sobre la Roca, sobre el Hijo de Dios, nuestro amado Salvador y Señor, Jesucristo, y no sobre un entramado teológico inventado por seres humanos. 

15.- “Los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (v.3). 

Aquí tenemos una definición concisa de lo que es un cristiano, un creyente redimido por la sangre de Jesucristo. Es un servidor de Dios y un adorador en espíritu. Un ser humano, que Dios adopta como hijo, sin importarle sus características naturales, ya sea hombre, mujer, rico ó pobre, mayor ó joven, instruido ó ignorante, blanco ó negro, casado ó soltero, ó cualquier otra característica ó discriminadora que la carne ó la sociedad humana pueda levantar.

Escribiendo a los Gálatas, y en este mismo contexto, lo expresa con una mayor claridad: Gal. 5:6, “en Cristo Jesús ni la circuncisión (pertenecer al pueblo de Abraham por el pacto de simiente: ser judío) vale algo, ni la incircuncisión (ser gentil), sino la fe que obra por el amor.” Y en Gal. 3:26-29: “Por la fe en Cristo Jesús, todos sois hijos de Dios… : Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno (lo mismo) en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, en verdad sois linaje de Abraham, y herederos (no según la carne y del pacto de carne, sino) según la promesa (de la bendición).”

El creyente, el que ha puesto su fe y confianza en la obra redentora de Cristo Jesús, y ha sido por medio de esa obra justificado, reconciliado y adoptado como hijo de Dios para vivir como tal y heredar aquello que está reservado para él, tiene que tener y buscar esa mente espiritual, esa forma de ver las cosas del espíritu. Ya no conocemos las cosas bajo la carne, sino la que está basada en las cosas que se ven. No es relevante el como somos, que hacemos, que características determinantes tenemos como mortales, puesto que hemos muerto con Cristo y hemos sido renacidos por el Espíritu Santo, para venir a ser un nuevo ser, espiritual, con una nueva mente, la de Cristo (1ªCor. 2:16), que significa que vemos las cosas como Cristo la veía. ¿Y como las veía Cristo? Pues con ojos que revelan la condición espiritual. Veía a las gentes, no en su condición física, sino en la espiritual, como ovejas sin pastor (Mat. 9:36); como ciegos (Mt. 15:14); como muertos (Mt. 8:22). A la samaritana, como un alma sedienta; a Nicodemo, como un muerto necesitado de nacer de nuevo; a las multitudes viviendo en tinieblas, sedientas, hambrientas, cansadas y perdidas. Esto es ver y pensar con la mente de Cristo. El vio justificado al publicano humillado, y orando consigo mismo al fariseo. El valoró la ofrenda de la pobre viuda y no dio importancia a las cantidades que ofrendaban los ricos de lo que les sobraba. Era al único al que le gustaba el mendigo Lázaro, mientras todos admiraban, adulaban y se reunían en torno al rico. Y con esa misma perspectiva tiene que caminar el creyente, y por eso Pablo escribiendo a los Colosenses les exhorta a poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Col. 3:2). Por el contrario, la mente carnal, la de la carne, ve las cosas, no como son realmente, sino como son ificado al publicano, y orando consigo mismo al fariseo.necesitado de nacer de nuevo, a las multitudes viviendo en tien apariencia (2Cor.5:12). Pero la apariencia de este mundo se pasa (1Cor. 7:31). Los que seguían a Jesús, tenían claro como veía este las cosas, y lo reconocían diciéndole: (Mr. 14:12) Maestro, sabemos que eres un hombre de verdad… porque “no miras” a la apariencia de los hombres.

El cristiano, nacido de nuevo, tiene que desechar en todo lo posible la visión carnal de las cosas, que es la que el mundo usa en su ceguera porque no puede ver más allá que con los ojos de la carne. Nosotros somos los que no andamos por vista (física), sino por fe (2Cor. 5:7), los que nos sostenemos viendo al Invisible (Heb. 11:27), los que no miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven; porque las que se ven son temporales, y las que no se ven, son eternas (2Cor. 4:18). Yo no puedo entender como todavía muchos que se dicen cristianos todavía andan mirando, juzgando y determinando las cosas con la vista temporal. Este es hombre, este es mujer. Adulan al rico en dinero y desprecian al rico en fe si no lo tiene. Escuchan no lo que se dice, sino quien lo dice. Discriminan a la gente, incluso a otros cristianos, por el color de la piel, por la nacionalidad ó por la condición social. Y luego todavía van por la vida presumiendo de espirituales y bíblicos, cuando Pablo afirmó con rotundidad que “los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”, (Rom. 8:5). El cristiano de verdad, no el religioso que se considera cristiano, sino el renacido por el Espíritu, a partir de ese punto de conversión en adelante ya no conoce las cosas según la carne, y si aún a Cristo conocieron en la carne (como varón, judío, con su apariencia física, su entorno social, etc. recordemos que cuando Pablo escribía estas cosas todavía había personas que habían conocido físicamente a Jesucristo, le habían visto y oído) ya no le conocemos así (2ªCor.5:16). Aquello era accidental y temporal incluso para sus contemporáneos. Le tenemos que conocer, incluso aquellos, como Señor y Salvador, Cordero de Dios, nuestro Abogado e Intercesor, nuestro Sumo Sacerdote, el Esposo de la Iglesia, etc.

16.- Servir a Dios en espíritu.

Esto es no servirle para los ojos de la gente, ni siquiera para los nuestros propios. Aquello lo dominaban los fariseos. Ponían apariencia de piedad. Oraban ostentosamente en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres. Dejaban ver sus diezmos y ofrendas para presumir de su honradez y generosidad. Todo lo hacían para su orgullo personal. Pero Dios no mira las apariencias, sino el corazón: Dios no mira lo que el hombre mira; porque el hombre mira lo que tiene delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón (1Sam. 16:7), y discierne por su Palabra los pensamientos y las intenciones (Heb. 4:12; 1ªCor. 3:19,20 y 4:5).

Nos gloriamos en Cristo y no tenemos confianza en la carne para nuestra relación con Dios. Reconocemos que nada somos ni valemos, y que si alguna virtud hemos alcanzado ha sido por su pura gracia. ¿Cómo podemos ir por la vida con un orgullo de religiosidad, ó de estirpe, ó de sexo, ó de condición social sabiendo que nada de esto tiene valor delante de Dios? Por la pura gracia de Dios somos lo que somos (1Cor. 15:10), si hay algo de bueno en nosotros. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, esclavos de pasiones y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor… nos salvó, no por obras justas que nosotros hubiéramos hechos, sino por su misericordia… para que justificados por su gracia viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Tito 3:3-7).

Nada de nosotros, por causa del pecado, podía agradar a Dios. Pero nos gloriamos en Cristo que nos hizo aceptables para la alabanza de la gloria de su gracia (Ef.1:6), cuando éramos impresentables por las más diversas causas derivadas del pecado. CAPITULO 3

TEMA II

Saulo ó Saúl, un judío religioso muy superior a la media de sus religiosos compatriotas, les recuerda por su ejemplo personal, que si alguno podía presumir de poder alcanzar algo por meritos religiosos y por obras, él lo sobrepasaría con creces. Y esta sección nos da paso a dedicarle, una parte de nuestro estudio a la vida de Pablo:

1.- De Saúl, el judío de Tarso a Pablo, el apóstol de Cristo Jesús.

No es mucho lo que conocemos de la biografía de nuestro personaje antes de su conversión. Tenemos certeza de aquellas cosas que están relatadas en el libro de los Hechos y en sus epístolas, pero de otras, solo podemos establecer hipótesis, más ó menos razonadas, pero hipótesis al fin.

Sabemos y aquí, en nuestra epístola de estudio, lo afirma, que era de la tribu de Benjamín. Hijo de padres fervientes en la religión de los judíos en la forma más ortodoxa de su tiempo. Conforme a la ley y al pacto de descendencia, fue circuncidado al octavo día (Fil. 3:5). De todas formas, Saúl nació con la ciudadanía romana porque la poseían ya sus padres, probablemente por compra (Hch. 22:27-28), y heredó así los beneficios que tal condición representaba en el tiempo en que los romanos dominaban el mundo. Su nombre, Saúl, significa deseado ó pedido, y pudiese tratarse del hijo varón por el que sus padres pidieron a Dios y les fue concedido, de tal manera que le pusieron este nombre por ese anhelo de tenerlo, ó tal vez le pusieron el nombre por haber sido Saúl el más celebre personaje de la tribu de Benjamín. Fuese cual fuese la razón, lo cierto es que sus padres, que parecen ser de buen nivel económico, deseaban que el niño llegase a ser alguien importante en la nación judía. Por ello, aunque nació en Tarso, ciudad libre y capital de Cilicia, siendo niño lo llevan a vivir a la capital de los judíos, Jerusalén (Hch. 26:4), y lo envían a estudiar a la escuela del más famoso y celebrado rabino de su tiempo, Gamaliel, quien era ó llegó a ser miembro del Sanedrín.

 

En su hogar, y en sus estudios le enseñaron como motivo de orgullo y gloria ser considerado hebreo de pura cepa (hebreo de hebreos), y, posiblemente, con orgullo le entregasen su genealogía, el árbol familiar que declaraba que no había en él sangre gentil.

Saúl llega a ser formado moral, intelectual y religiosamente en un alto grado, superando a la mayoría de sus contemporáneos. En lo moral, él declara haber sido irreprensible en cuanto al cumplimiento legal (no a la ley de Dios que es imposible cumplir y por eso él se confiesa como el primero de los pecadores, 1ª Tim.1:15), sino en lo que se refiere a las leyes patrias, Fil. 3:6. En lo intelectual, en ciencia y conocimiento, dispone de un amplio bagaje como dice en 2ªCor.11:6. En lo religioso, desde niño fue introducido y vivió conforme a las enseñanzas y doctrina de la secta más rigurosa, orgullosa, formal y legalista, la de los fariseos (Hch. 26:5). Habla griego (Hch.21:37), hebreo (Hch. 21:40), arameo (la lengua hebrea vulgar, Hch.22:2), y con toda seguridad latín, y con probabilidad algunos de los idiomas ó dialectos del Asia Menor. El llega a escribir de si mismo que habla en más idiomas que cualquiera de los miembros de la iglesia de Corinto, 1ªCor. 14:18.

Pero no solo fue formado en las diversas disciplinas de la época, destinado a ser una persona culta y notable en su generación, sino que él era un alumno aventajado por el celo y el interés que ponía en las materias (Gal. 1:14), y sobre todo destacaba por su interés por las cosas de Dios, un celo compartido en su hogar paterno, 2Tim. 1:3. 

Siendo por tanto honesto como persona, dotado intelectualmente, profundamente religioso, sincero y estricto cumplidor en cuanto a la visión ortodoxa de la religión judaica, no cabe duda de que estaba llamado a ser un personaje muy importante e influyente en la política de su generación. Además militaba desde niño, como discípulo, en el partido fariseo, que era el principal partido político-religioso en aquel tiempo, y que dominaba socialmente no solo en Judea, sino a la comunidad judía en general y en cualquier población de la diáspora a través de la estructura de las sinagogas. De los grupos que componían la estructura politico-religiosa de su tiempo, los saduceos tenían su predominio entre la clase sacerdotal, pero la mayoría de los escribas eran fariseos, los esenios tenían poco peso político por su aislamiento social y los celotes estaban fuera de la ley por su extremismo terrorista.

Para establecer otros datos de su biografía, por ejemplo, su edad cuando fue convertido, ó saber más ó menos cuando nació, tenemos que establecer hipótesis, en las cuales el terreno es puramente especulativo. Al final de este capítulo he incorporado una tabla con el marco histórico así como una biografía posible que recoge los más importantes acontecimientos de su vida.

Nuestro personaje aparece por primera vez en la historia cristiana, y en el libro de los Hechos, con motivo del martirio de Esteban, en el capítulo 7. Es significativo indicar que Saúl no coincide en ningún momento con el ministerio de Jesús, de modo que no lo conoce personalmente. La única posibilidad de coincidencia física pudiera ser en la fiesta a la que Jesús, siendo niño, asistió en el templo de Jerusalén con sus padres, siendo adolescente, pero a esas alturas Saúl era todavía más niño.

Para establecer de algún modo su edad posible tenemos dos pasajes. El primero está en Hch. 7:58, donde se le menciona como “un joven”, y se emplea la palabra “neanias”. Ver el cuadro de los diferentes términos usados por los griegos para determinar la edad de las personas:

Brephos

Bebé.

Nephios

Niño.

Paidarion

Adolescente.

Neaniskos

Joven de 15 a 24 años.

Neanias

Hombre joven de 24 a 40 años.

Teleios aner; andros

Hombre maduro de 40 a 49.

Presbytes

Anciano 50 a 56.

Geron

Mas de 56.

En términos de edad, pues, esto quiere decir que tiene una edad situada entre los 24 y los 40 años. En esta altura vive en Jerusalén y es un miembro del Sanedrín, el tribunal nacional judío, radicado en Jerusalén. Aunque no se afirma claramente que fuese miembro, aparece en relación con esta institución, ante la que trajeron a Esteban (Hch. 6:12), y afirma en Hch. 26:10, que tenía voto, siendo por tanto muy asumible que era uno de ellos. La otra referencia a su edad la encontramos cuando escribe a Filemón (1:9), y se califica como anciano usando la palabra “presbytes”, no en el aspecto de un cargo de responsabilidad como anciano de una iglesia, sino en términos de edad, representando en ese contexto que tenía una edad situada entre los 50 y los 56 años. Si tomamos el término medio, 53, y asumiendo que la epístola fue escrita en el año 62, luego la fecha posible del nacimiento de Saulo sería sobre el 9 de nuestra era, y su conversión se produciría cuando tenía unos 27 años. Pero yo soy de la opinión de usar el cálculo mayor, es decir que cuando escribe a Filemón ronda los 56, que nació sobre el 5 ó el 6 y que su conversión se produjo cuando contaba alrededor de 31 años, y ya sería un excepcionalmente joven miembro del Sanedrín.

El Concilio ó Sanedrín ó Asamblea de ancianos (gr. gerousía) ó padres de familia estaba formado por personas de edad e influencia tanto social como política y de buena reputación en medio del pueblo. Era la Asamblea consultiva de los judíos, radicada en Jerusalén, compuesta por 71 miembros y con una importante representación de la clase sacerdotal. Se requería, y no se conoce ninguna excepción, que sus miembros debían ser casados ó viudos. Por su pertenencia a este órgano debemos suponer que a estas alturas de su vida, Pablo fuese viudo, ya que no se han encontrado precedentes conocidos de miembros solteros.

Mi opinión, pues, es la siguiente: Pablo, una vez terminados sus estudios junto a Gamaliel regresó a Tarso, su ciudad natal, y a la que volverá más tarde siendo ya cristiano, porque posiblemente tuviese allí su casa paterna. Es conocido como el de Tarso, pero yo creo que si solo fuese por su nacimiento y corta estancia como bebé, probablemente no hubiese tenido relevancia calificativa, pero la tendría si Saulo aparte de nacer allí, es también una persona conocida de la sociedad tarsense. Creo que se casa y vive allí como judío influyente, con peso en la sinagoga y ocupado en su oficio de hacer tiendas (Hch. 18:3). Enviuda pronto y como no tiene hijos, regresa a Jerusalén para dedicarse a la política, para lo cual emplea sus relaciones con su antiguo maestro, Gamaliel, que ahora es miembro del Sanedrín. Es durante el período en que Saúl vive en Tarso cuando Jesús de Nazaret despliega su ministerio público.

Por auténtico celo religioso, se convierte en un perseguidor implacable y violento de la recientemente aparecida secta de los nazareos, que predica que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías prometido a los patriarcas y del que hablaban los profetas, que había resucitado y traía el perdón de pecados a todo aquel que creyese en él. Esto para Saúl, como para todo buen fariseo era una blasfemia que atentaba contra la fe ortodoxa de los padres de la nación y la tradición recibida. Y Saúl se convierte en el instrumento para el cumplimiento de las palabras proféticas de Jesús en  Juan 15:20-21 y 16:1-2, anticipando a sus discípulos que serían perseguidos por causa de su nombre. 

Nuestro hombre actúa con la sinceridad del más fanático fariseo (Gal. 1:14), y con el ímpetu implacable de un integrista, que piensa en hacer un servicio a Dios. En Hch. 22:3 recuerda que como “celoso de Dios”, y no por ganar meritos delante de los hombres, se convierte en perseguidor de la iglesia. En este papel fue mucho más allá que su maestro Gamaliel, que era un hombre sabio y prudente, y había aconsejado al concilio que se dejase pasar el tiempo, porque si aquel movimiento era algo de los hombres pasaría pronto, y solo permanecía si fuese algo de Dios, Hch. 5:33-39. Pero este argumento no valía para Saúl. La ira que le despertaban los cristianos, según su propia definición le convirtieron en blasfemo, perseguidor e injuriador, porque actuaba movido por la ignorancia de la incredulidad, 1ª Tim. 1:13. Perseguía hasta la muerte prendiendo y metiendo en la cárcel por igual a hombres y mujeres sin piedad alguna, Hch. 22:4. Pensaba que era su deber delante de Dios y de los hombres acabar con aquella superstición que minaba los cimientos de lo que él pensaba que era la auténtica fe, Hch. 26:9, y su afán le llevaba a perseguirlos incluso fuera de la jurisdicción de Judea, Hch. 26:11. A pesar de su extrema militancia farisea, no le importaba presionar al Sumo Sacerdote, que era del partido de los saduceos, para que le entregase cartas de embajada comisionándole para perseguir a los nazarenos, ó “los del Camino”, allí donde hubiese una sinagoga y una sociedad estable de judíos (Hch. 9:1,2; 22:5; 26:9,10,12). 

La primera vez que aparece nuestro personaje en la historia de la iglesia cristiana es Hch. 7:58 y 8:1, cuando fue martirizado Esteban. Nunca se olvidó el propio Pablo de este suceso, recordándolo en oración durante su conversión, diciendo: Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también estaba presente, y consentía á su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban (Hch. 22:20). El hombre que había padecido aquella muerte cruel y sangrienta poseía otra clase de fe diferente a la que él había aprendido y experimentaba en su interior. Posiblemente cuanto más revivía en su pensamiento aquel suceso, con mucha más ansia perseguía a los discípulos. Su testimonio no parece muy diferente al de otros perseguidores de los cristianos a lo largo de la historia cuando relatan sus historias más íntimas, después que encontraron la verdadera fe en Cristo Jesús, y descubrieron la vanidad del camino que seguían.

Un día Saúl, como muchos de estos, tuvo un encuentro personal con Cristo. En lo externo Saúl seguía siendo implacable, pero en fuero interno ya hacía algún tiempo que se estaba produciendo una revolución en su fe. No es de extrañar, pues, que cuando tiene este encuentro, está ya maduro para ser “reconciliado”. Jesús se le aparece en visión y le dice: ¿Por qué me persigues? Completamente desconcertado, solo acierta a preguntar por la identidad del autor de aquella voz y decir: Señor, que quieres que haga, Hch. 9:6; 22:10. Una frase semejante a la que pronunciaron antes muchos de aquellos a los que él perseguía tras el discurso de Pedro en Pentecostés: ¿Qué haremos? (Hch. 2:37). Él, como aquellos, estaba dispuesto en su corazón, pero desconocía el camino. Eran corazones preparados porque anhelaban a Dios con sinceridad y llegaron a reconocer la vanidad de su religión y de sus obras porque estas cosas no habían satisfecho la sed espiritual que sentían en su interior. Necesitaban ir a buscar agua muchas veces y siempre volvían a tener sed. Anhelaban la fuente de gracia que solo Cristo puede hacer en el interior del hombre y deja satisfecho para siempre.

El relato de su conversión aparece en tres pasajes distintos (Hch. 9; 22 y  26) y, en la lectura de ellos encontramos un versículo que parece contradictorio. Es Hch. 9:7 comparándolo con 22:9 en relación a la voz que Saúl escuchó, y lo que escucharon ó no sus acompañantes. Dice el 9:7 dice que estos “oyeron la voz” y en el 22:9 “más no oyeron la voz”. Esto se aclara fácilmente pues quiere decir que en verdad escucharon la voz del que hablaba, pero no comprendieron lo que la voz decía. La forma verbal del 22:9 es un acusativo, y el verbo “akouo” se traduce también en ocasiones como entender ó comprender. Pero también se añade aquí un dato que puede ser significativo en la cuestión y es que la voz hablaba en hebreo, 26:14. 

¿Quiénes serían los acompañantes de nuestro protagonista? Con probabilidad se trataba de soldados romanos, necesarios para respaldar y hacer cumplir la pretensión de tomar presos a judíos de Damasco, que pertenecían a otra jurisdicción y estaban bajo otras autoridades administrativas y políticas, aunque igualmente bajo el dominio de Roma común dominador de ambos distritos, y traerlos a Jerusalén. Si Pablo llevase soldados a las ordenes de las autoridades judías locales, por tanto de Herodes Antipas, se provocaría un conflicto político e incluso armado con las fuerzas damascenas del rey Aretas (2ª Cor. 11:32), quien gobernaba desde Petra,  y con quien Herodes estaba enemistado y continuamente enfrentado por causa del repudio de su hija, y también bajo Vitelio, gobernador de Siria. 

Así nuestro perseguidor no solo consiguió las cartas de autorización del Sumo Sacerdote, sino tuvo que contar con el acuerdo del Sanedrín y del gobernador romano, aunque estos siempre estaban dispuestos para ayudar a la disolución de nuevos grupos de disidentes generadores de conflictos. Es bastante probable entonces que aquellos soldados romanos, si lo eran, oyeran la voz, pero no entendieron lo que la voz hablaba porque lo hacía en hebreo. Si es así, la concordancia del texto sería plena.

Saulo, versión latina del nombre hebreo, queda sin visión tras el encuentro y es conducido por sus acompañantes a Damasco, a la casa de un tal Judas, que vive en la calle Recta, donde está orando en un estado de abatimiento espiritual y arrepentimiento, desprendiéndose de la coraza prepotente con que envuelve sus íntimas inquietudes espirituales, y donde va a recibir una visión que le revela que un cristiano, un tal Ananías, hombre con un gran testimonio de piedad y justicia entre toda la gente de la ciudad (Hch. 22:12), vendrá para que recobre la vista. Ananías le explica el evangelio y le anuncia tres oráculos relativos a él: 

1) Que verá a Jesucristo, 

2) Que será enseñado por Él en la auténtica verdad y 

3) Que se convertirá en un testigo de Jesucristo ante todos los hombres, Hch. 22:14-15. 

A continuación le anima para que dé el paso de fe necesario para su conversión; que acepte el perdón de sus pecados clamando a Jesús y se bautice sepultando su vieja vida y militancia religiosa. El relato que hace Pablo ante Agripa de su conversión es más exegético que histórico, pues en el funde lo que le fue revelado a Damasco con lo que habló con Jesús en el camino. Así, pues la secuencia histórica del relato la tenemos en el capitulo 9, realizada desde un narrador y en el capítulo 22 de labios del propio Pablo.

No es aquí el lugar de hacer una biografía exhaustiva de toda la vida y ministerio de Saulo a partir de este momento, porque nuestro estudio es de Filipenses, no de la vida y obra del apóstol, así que únicamente voy a referirme a algunos aspectos que parecen más controvertidos,

2.- ¿Apóstol número doce? 

¿Es Pablo, el apóstol número doce ó es apóstol solo en el sentido general de predicador misionero? Este asunto no parece un tema de alcance teológico, y además para nuestros días es una cuestión absolutamente irrelevante. Que lo fuese o no, no parece que produzca ningún efecto espiritual ni doctrinal, y así es, pero sin embargo fue un hecho que en muchas circunstancias y lugares marcó en sobremanera el trabajo ministerial de Pablo. 

Dice Lucas 6:13 que Jesús llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos a los cuales también llamó apóstoles. Y en Apocalipsis 21:14, describiendo la nueva Jerusalén dice: El muero de la ciudad tenías doce firmamentos; y en ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero. Pero este grupo inicial destinado a ser fundamento y testimonio básico de la fe en Cristo, perdió a uno de sus miembros, Judas el traidor, antes de ser confirmados, en Pentecostés, por el poder del Espíritu Santo para el ministerio.

En el tiempo que transcurre entre la ascensión de Jesucristo de Hch. 1:6-11, y la manifestación del Espíritu Santo de Hech. 2:1-12, se nos relata que los ciento veinte (once apóstoles, las mujeres galileas, los hermanos de Jesús y otros discípulos) se reunieron y por iniciativa de Pedro determinan elegir a uno en sustitución de Judas, proponiendo dos candidatos: Barrabás el Justo y Matías. Y dice el relato que echaron suertes y recayó sobre Matías, que fue contado con los once apóstoles. 

El sistema de echar a suertes en la Biblia se remonta a la salida de Egipto, y aparece en primer término en relación con la elección entre dos machos cabríos, uno para Jehová y otro para Azazel, Lev. 16:8. También se echaron suertes para el reparto de la tierra prometida entre las tribus, Num. 33:54. Para seleccionar fuerzas de ataque por tribus (Jue. 20:10). En las consultas a Dios, 1ªSam. 14:42. Para la distribución de las funciones de los levitas, 1ªCr. 23-26; 24:5 y 31; 25:8; 26:13,14. En el retorno de la cautividad para la contribución de la casa de Dios Neh.10:34, y para señalar los que habían de vivir en Jerusalén, Neh. 11:1. También en el caso de Jonás para determinar al culpable de la tormenta, Jon. 1:7. Podríamos citar más casos, pero creo que es significativo que concluir que para los judíos esta formula era tradicional y contaba con la bendición de Dios. Entre los paganos echar la suerte era hacer una consulta agorera, como hoy echar las cartas, Est.9:24. Pero para los hebreos era tan común que a la fracción de herencias que les correspondía, la llamaban “suerte”, porque era la parte que les había correspondido en el sorteo, y todos asumían que la decisión de “la suerte” correspondía a la voluntad de Dios (Prov. 16:33). 

Lo que hicieron los ciento veinte, pues, parece a primera vista que era una buena decisión. Además antes de sacar “la suerte” nos dice en Hch. 1:24, que oraron para comprometer al Señor en la decisión que saliera determinada. Debemos decir ante todo que Lucas al relatar en su libro los hechos acaecidos, se abstiene de hacer juicios de valor acerca de los mismos. Él simplemente los relata. Ni aquí, ni en la discusión de Pablo con Bernabé, ni en el abandono de Juan Marcos, ó en el consejo de los ancianos de Jerusalén a Pablo para purificarse, ó sobre lo que este hizo, introduce comentarios ó juicios de valor, sino que se limita a relatar lo que sucedió. Es importante saber esto y compararlo, por ejemplo, con los relatos de los libros de las crónicas ó los reyes, donde se afirma repetidamente que conductas eran buenas ó malas. Pero Lucas deja este juicio para el Señor y para el lector.

Aun así, yo me voy a atrever a dar mi opinión personal sobre el asunto. En una primera lectura, todo lo relativo a la elección parece que está correcto, pero cuando hacemos una meditación serena sobre el texto percibimos que hay ciertos pequeños pero significativos fallos: 

1) Desde la desaparición de Judas, Jesús estuvo cuarenta días con los discípulos sin establecer a ningún sustituto, ni impartir instrucciones que consten, y que creo que si la hubiese dado siendo un tema tan importante estarían en alguno de los evangelios, para que lo eligiesen después de su partida. 

2) Los reunidos por su propia iniciativa se consideraron competentes para decidir la cuestión. 

3) Se creyeron igualmente suficientes para establecer los requisitos de la elección. 

4) Pensaron que tenían autoridad para determinar la terna de candidatos. 

5) Solo cuando ya tienen todo ordenado según sus pensamientos, determinan hacer una oración, que no es una petición sino casi un mandato a Dios para que apruebe todo lo que ellos urdieron por si solos y que decidiese entre sus dos candidatos.

Esto es justo un ejemplo de todo lo contrario a lo que la oración a Dios y nuestras peticiones deben ser.  En todos los casos que hemos mencionado de las suertes en el Antiguo Testamento, había una terna definida y completa entre la cual elegir. Pese a ello, estoy seguro de que todos ellos pensaron que actuaban correctamente, pero es un motivo de reflexión saber que incluso nuestras buenas intenciones son, en muchas ocasiones, un estorbo para los planes que Dios tiene de antemano fijados. 

Ahora vamos a considerar el asunto del sorteo. En el caso de la tierra prometida, tanto los límites del territorio como las tribus entre las que había que realizar el reparto los había determinado Dios, no el pueblo. Y también las tribus que debían participar en el reparto, pues Leví fue excluida por expresa decisión de Dios. En el caso de los dos machos cabríos, quien determinó la norma fue Dios, y solo se exigía que fuesen echadas suertes entre dos ejemplares. En el caso de la restauración de Nehemías, estaban presentes todos los candidatos. En las herencias, tanto los herederos como posesiones estaban determinados. Pero en el caso que nos ocupa, ¿Estaban facultados para determinar que fuesen dos los candidatos? ¿Lo estaban para establecer las características que debían reunir? Ya sabemos con el ejemplo de la elección de David, para ser rey en lugar de Saúl, que los hombres de Dios también se equivocan y actúan en muchas ocasiones movidos por las apariencias. Y también sabemos que los pensamientos de los hombres, por más que sean fieles y tengan ministerios relevantes, están igualmente casi siempre alejados de los pensamientos de Dios. 

Por ejemplo: ¿Cómo podría Dios determinar en aquel acto que fuese Saulo el elegido si no estaba entre los candidatos? Reconozco que las condiciones que establecieron: “hombres que han estado juntos con nosotros desde el principio… para que sea hecho testigo de su resurrección”, Hch. 1:21,22, parecen ser correctas y que encajarían con las claves de la misión apostólica. Para los reunidos sería casi imposible pensar que el apóstol número doce pudiese ser alguien que no estuviese en el grupo pues, en su razonamiento, carecería de los requisitos necesarios para testificar. Entendían que aquel tendría que haber estado presente con ellos desde el principio… Yo no sé si algún día en su vida terrenal llegaron a ser conscientes de la auténtica dimensión del poder de Dios. Pero hoy nosotros podemos meditar en que sus obras son asombrosas. ¡Cuan grandes son tus obras, oh Señor, muy profundos son tus pensamientos, Sal. 92:5. Dios puede levantar hijos a Abraham incluso de unas piedras. Puede dar descendencia a una virgen ó a una estéril. Y demostró también con Saulo como puede levantar un testigo presencial de la obra y mensaje de Cristo sin siquiera haber coincidido con él por los polvorientos caminos de Palestina ni en una ocasión.

Pero sabemos que Dios levantó como testigo a Saulo. Lo eligió, lo llamó, se le manifestó, le enseñó, lo dotó convenientemente y determinó su ministerio. Algo que ninguno de los ciento veinte podría siquiera sospechar.  Jesús había dicho cosas muy significativas con respecto a “los doce”: Que él los había escogido, Jn. 6:70; Jn. 15:16; Hch. 1:2, como a Saulo, Hch. 9:15. Y también fueron llamados personalmente para seguirle, como Saulo.

La cuestión de la oración es tal que cuando, como en este caso, no tiene en cuenta la voluntad de Dios al ignorar su soberanía y sus tiempos, no es una oración con Dios, sino “algo” que se convierte en una coartada para validad propósitos e iniciativas de nuestra carne. No ignoramos que cuando la Inquisición mataba a los mártires, también oraban. Y oran cuando eligen a un nuevo Papa. Pero eso no es una oración, puesto que está fuera de la voluntad de Dios que se mate a sus santos ó que se elija a uno como suplantador del Espíritu Santo. 

Los ciento veinte no se diferencian mucho de nuestra forma actual de actuar en muchísimas ocasiones. Actuaron como nosotros, a veces, en plan “Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como” y luego, porque hacemos una oración, ya determinamos que estamos actuando bajo la voluntad de Dios. Pero esta no es la forma que aprendemos del salmista: Espera en El, y Él hará, (Sal. 37:5). Moisés había tranquilizado al pueblo de Israel con unas prudentes palabras semejantes, ante las protestas y lamentos de la gente: No temáis; estaos quietos, y ved la salvación del Señor, que ÉL HARA hoy con vosotros… El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis quietos, Ex. 14:13,14. Cuando Dios quiera que nos movamos, ya nos lo hará saber con claridad. Esto es la fe madura. La fe inmadura y escasa obra siempre con temor de que Dios no esté controlando la situación, sino pensando que está lejos, ausente ú ocupado en otras cosas y que si no actuamos nosotros las cosas irán mal ó quedarán sin hacer. Pero Jesús no les dijo que eligiesen a uno que faltaba, solo que fuesen testigos suyos y que para ello recibirían poder del Espíritu Santo.

De Matías y de su ministerio nunca más se supo. Pero de los problemas que Pablo padeció por esa cuestión tenemos constancia en sus epístolas: En 1ª Cor. 9:1-3 tiene que escribir: ¿No soy apóstol? ¿No he visto yo a Jesús, el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol para vosotros ciertamente lo soy… Contra los que me acusan (de no ser apóstol)... Y en 1ª Cor. 15:8-11, así: “y al ultimo de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Pero yo soy el más pequeño de los apóstoles, que ni siquiera soy digno de ser llamado apóstol (en razón de qué? Fue por no estar en Pentecostés? Por no coincidir físicamente con Jesús?:) porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy… antes he trabajado más que todos ellos. (¿Quiénes son ellos? Los otros once). En 2ª Cor.1:1, otra vez encabeza su epístola con rotundidad: Pablo, apóstol de Jesucristo, “por la voluntad de Dios”. Y en 2ªCor. 12:11-12 añadir: “porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles (¿Quiénes? No solo los once en conjunto, sino restringiendo: los que eran considerados columnas de la iglesia y que tenían reputación de ser importantes. Si bien, él se considera el más pequeño de ellos), aunque nada soy. Con todo, las señales de apóstol han sido hechas en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”. (Comp. Con Hch. 5:12). Gal. 1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo, no de los hombres, ni por hombres, sino por Jesús el Cristo y Dios el Padre. Col 1:1; 2ª Tim. 1:1: Pablo, apóstol de Jesús… por la voluntad de Dios. 

3.- Pablo predestinado. Algunos apuntes sobre la predestinación. 

Pablo menciona escribiendo a los gálatas 1:15 “Que fue apartado para el ministerio desde el vientre de su madre”. Debido a que existe bastante confusión en ocasiones dentro de las iglesias con respecto al asunto de la predestinación, vamos a aprovechar esta declaración para escribir algunos breves comentarios en torno a este discutido asunto. Para empezar vamos a volver a tomar las palabras del mismo apóstol contando su experiencia ante el rey Agripa, donde hace una significativa afirmación:  

Hch. 26:16-20: “…he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré á ti, (17)  librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío,  (18)  para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas á la luz, y de la potestad de Satanás á Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. (19)  Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde á la visión celestial: (20)  sino que anuncié primeramente á los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y á los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen á Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. 

A pesar de la frase de su elección desde el vientre de su madre, Pablo explica ante Agripa que él ejerció una  decisión de su voluntad: No fui rebelde. Esto nos aclara que ante una propuesta Divina siempre tenemos una decisión libre que tomar, que recae en la esfera de nuestra responsabilidad. Esto tiene tanto que ver con la salvación como con la dedicación a diversos ministerios y servicios. En cuanto a la salvación hay una frase en Jn. 6:65 en la que Jesús dice: Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir á mí, si no le fuere dado del Padre. Lo cual solo habla de la iniciativa salvífica de Dios y su preocupación por salvarnos. Si Dios no otorgase una oportunidad, no podríamos ir a él. Pero por su misericordia nos ha otorgado esa posibilidad, porque no quiere que ninguno se pierda. Dios se propuso dar arrepentimiento a los judíos (Hch. 5:31), y a los gentiles (Hch. 11:18; Hch. 20:21). El Señor no quiere que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento, 2ª Pe. 3:9. Porque de tal manera amo Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en él crea, no se pierda, sino que tenga vida eterna, (Jn. 3:16). La otra parte de esa posibilidad de salvación es la respuesta del hombre a la oferta universal de Dios.

 

Jn. 6:66 relata un momento crítico en el ministerio de Jesús. Dice que Desde esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. ¿Qué cambió en el plan de salvación de Dios con respecto a estos? Nada. Lo que cambió fue la actitud de los hombres con respecto al mismo. Algunos de los seguidores de Jesús ejercieron su voluntad de no seguirle. Hay muchos motivos por los que las personas determinan oponerse a la voluntad de Dios por salvarles. Unos porque se aferran a sus propias pensamientos y convicciones erradas. Algunos porque se consideran justos. Y Jesús dijo que no vino a buscar a justos, sino a pecadores (Luc. 5:32), aunque sabemos que “no hay justo, ni siquiera uno”, Rom. 3:10. Pero son justos en su propia opinión y esta creencia libremente asumida les aparta de la voluntad de Dios de salvarles. Los dos textos que siguen, tienen que ver, el primero con otra decisión libre que se plantea a unos “elegidos” (Jn. 15:16; “yo os he elegido a vosotros…”), porque habían sido llamados ó seleccionados por el Padre, no como robots (Jn.17:12), sino para que actuasen en el marco de su propia libertad y responsabilidad. 

Jn. 6:67-71  Dijo entonces Jesús á los doce: ¿Queréis vosotros iros también? (68)  Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna. (69) Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente. (70)  Jesús le respondió: ¿No he escogido yo á vosotros doce, y uno de vosotros es diablo? (71)  Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le había de entregar, el cual era uno de los doce.

Con todo Jesús dice que “los guardó para que ninguno se perdiese”, sino solamente el hijo de perdición (refiriéndose a Judas), para que se cumpliese la Escritura. La elección está ligada a un atributo de Dios, como es la “presciencia”, el conocimiento anticipado que Dios tiene de las cosas que van a suceder. Voy a poner un ejemplo para que se entienda esto, que en ocasiones plantea algunas dificultades. Hay una película de cine que en castellano se titula “Atrapado en el tiempo”, y que nos valdrá para entender esta cuestión. Cuenta las aventuras de un hombre al que cada día, al llegar a una determinada hora, vuelve a en el mismo punto y circunstancias de 24 horas antes. Y por repetición sabe que cosas van a suceder a lo largo del día y tiene oportunidad de cambiar las historias durante esas 24 horas repetitivas, pero respetando siempre la voluntad de los demás personajes de la historia. El protagonista para conseguir sus planes aprovecha el conocimiento que va obteniendo de los demás personajes, sus gustos, sus reacciones, sus vidas, etc. y dispondrá las circunstancias de tal manera que tengan éxito sus planes. El apóstol Pedro en 1ªPed. 1:1,2, afirma que la elección de Dios está igualmente basada en su presciencia. 

Jesús afirma que eran muchos los llamados, pero pocos “los escogidos”, pero entrar a formar parte de ese grupo de escogidos, esta en relación con la decisión, soberanía y actos de los escogidos. Muchos de los llamados no han ejercido la fe. Otros retroceden ante las circunstancias de la vida. Otros tienen en cuenta la opinión de los hombres y se avergüenzan ó tienen temor. Otros aman más las riquezas terrenales que las bendiciones espirituales. Otros dejan que el Diablo arrebate la semilla de sus corazones. Algunos han querido cambiar la gloria de Dios para seguir a ídolos. Otros no quieren tomar la cruz cada día, sino un día si y otro no. No quieren estar a las verdes y a las maduras, sino solo a las maduras. Algunos dan ocasión al Diablo. Otros no obedecen al evangelio. 

Con la denominación de “los escogidos”, se engloba a aquellos que han prestado oído al llamamiento de Dios, que creído de verdad y de corazón, que han perseverado, que han obedecido, no los que son religiosos ó honradores de labios pero que tienen un corazón alejado de Dios. Y estos son “los escogidos” porque han sido sacados de un grupo mayor. Lo mismo que hacemos en el supermercado cuando elegimos, por ejemplo, la fruta. Nos llevamos “la escogida”, entre muchas piezas de la misma naturaleza, porque hemos soberanamente determinado el criterio de elección, las sanas, las mejores. Y el criterio de Dios también está claro. Los escogidos de Dios no son los tienen una fe intelectual, que creen cosas y hechos acerca de Dios, de Cristo, del pecado, porque esas cosas también las creen y las saben los demonios, sino los que se han entregado de corazón, y el resultado de esa fe, operando conjuntamente con su voluntad individual y el poder del Espíritu Santo, produce las características, que es el “vestido de los escogidos”, que está contenido en Col. 3:12, 13. Porque esas son las evidencias de la fe auténtica junto con la voluntad regenerada. Pablo escribe a Tito (1:1), diciendo que el es apóstol y siervo de Dios, con el tipo de fe que tienen los escogidos. No con el tipo de fe que tienen otros que se pierden.

Juan en su 1ª epístola 2:19, también escribe que otra de las características de la fe auténtica, es que produce “perseverancia”, dice:“si fuesen de los escogidos, hubiesen permanecido en la fe, como nosotros hemos permanecido”, pero salieron para que se entienda que muchos son llamados y pocos los escogidos. Es como aquella explicación de la siembra en pedregales: Reciben la palabra con gozo, pero nunca han apartado los ojos de las cosas de la tierra. Son temporales, dice Marcos (Mr.18:17). Son temporales en todo. En que no buscan las cosas eternas. En que no quitan los ojos de las cosas que les rodean. Y son temporales en que creen por un poco de tiempo, porque solo tienen una creencia intelectual, y no una fe que cree a Dios, a sus promesas y espera las bendiciones espirituales. La semilla es la misma, pero no hay profundidad (Mr. 4:5 y Mt. 13:5), son superficiales.

Lucas 16:3 dice que Jesucristo, de acuerdo con el plan de Dios preestablecido, escogió a doce discípulos. Doce concretos. Sabiendo perfectamente la personalidad de todos ellos y como iban a responder ante las diversas circunstancias que tendrían por delante (Jn. 13:18). También sabía quien era Judas y lo que acabaría haciendo, no porque Dios determinase de antemano que lo hiciese, y Judas no pudiese evitar hacerlo, sino porque Dios conocía que ahí había un hombre inconmovible al amor, paciencia, enseñanza y corrección de Jesús. Había un hombre desleal y traidor que resistiría al mensaje y a la obra de Dios y se dejaría seducir por el Diablo. Bajo tales circunstancias Dios aprovecha a Judas con su personalidad, sus pensamientos y obras para conseguir sus fines, para elegirle como integrante del grupo de los doce, y que el plan de redención se consumara con la crucifixión de Jesucristo.  Por eso Jesús puede orar al Padre y decirle que de “los que le me has dado, los guardé… y no se le perdió ninguno, excepto el hijo de perdición”, aquel que el Padre ya sabía que por mucho que se hiciera, actuaría con un corazón inconmovible al amor, a la gracia e inmisericorde hacia su maestro. 

En forma semejante actuaron los príncipes y de los sacerdotes. Dios elige el momento y la ocasión para el cumplimiento del ministerio de su Hijo, aprovechando la ceguera, ignorancia, egoísmo y religiosidad falsa de los líderes del pueblo, para que actuando con la libertad de sus personalidades y en la reacción propia de su insensatez se confabularan contra el Cristo, y cumpliesen así todo lo profetizado (Hch. 3:17; 13:27). Pero incluso esta ignorancia no es impuesta ó por que Dios no les iluminase, sino por “la dureza de su corazón” (Ef. 4:18), “decidieron ignorar”, siguiendo sus propios caminos, sabiduría y razonamientos, antes que los que Dios da. Actuaron en todo momento en beneficio de sus propios intereses personales. Conocían de memoria los textos proféticos, pues los leían todos los sábados, pero prefirieron envanecerse en sus razonamientos y decidir que el Santo, el Justo, él que siempre hizo bienes, fuese crucificado sin culpa sencillamente porque “no querían que reinase sobre ellos”, sino seguir siendo sus propios soberanos y del pueblo.

4.- Pablo y Saulo. Su instrucción celestial. Viaje a España. El aguijón de la carne.- Voy a dedicar un breve espacio a tratar de algunas curiosidades relativas con el ministerio del apóstol de las que no se suelen tratar frecuentemente y dejar sin tocar otros por el abundante conocimiento y bibliografía que los trata.

4.1 Saúl, Saulo, Pablo (gr. Saoul, Saulos, Paulos)

Tres nombres para una misma persona. Estas son las tres formas con las que el apóstol es llamado en el Nuevo Testamento. Saúl es la forma hebrea de su nombre, y solo aparece en los tres relatos de cuando es llamado por Jesús camino de Damasco. Una de las confusiones que se suele cometer más frecuentemente con los nombres de Saulo y Pablo, es pensar que Saulo es realmente el nombre que utilizaba en su etapa fariseo, y que al poco tiempo de su conversión, su nombre fue cambiado por él ó por otros, por el de Pablo. Pero si vamos al libro de los Hechos, comprobaremos que la primera vez que al apóstol se le llama por el nombre de Pablo es en el capítulo 13:13, cuando en su primer viaje misionero pisan el suelo del Asia Menor. Es a partir de entonces que tanto los demás como él mismo utilizan el nombre de Pablo. Habían transcurrido desde su conversión 13 años. Dos quintas partes de su vida como cristiano. Con respecto a este cambio hay personas que opinan que sucede porque Pablo tenía un doble nombre “Saulos” y “Paulos”. Otros, opinan que era un sobrenombre ó nombre familiar procedente probablemente de su padre. 

Aunque esto es solamente una hipótesis y que además carece de cualquier relevancia, como a mi me gusta mucho pensar del por qué de las cosas. Me inclino a pensar que siendo el nombre de “Saulo”, un nombre hebreo latinizado, pero siendo bastante normal entre los romanos el nombre de “Paulos”, y por extensión entre los dominios imperiales, yo creo que cuando llega a las regiones de la Galacia, probablemente a sus habitantes les sonaba más el nombre de “Paulos” que el de “Saulos”, pues apenas cambia la escritura y la fonética, y empezaron a llamarle así. Esta confusión no desagradaba a Pablo, porque significaba “pequeño”, lo cual él adoptó de aquí en adelante para referirse a sí mismo como vemos en alguna de sus epístolas. En 1ª Cor. 15:9, dice, creo que jugando con el significado de su nombre, “Yo soy el más pequeño de los apóstoles”; y en Ef. 3:8, en el mismo sentido dice: “yo soy menos que el más pequeño de los santos”. Así este nombre quedó entre los gentiles apoyado por su propia aprobación y pasó luego a los judíos y a todos.

4.2 Su instrucción celestial.- 

§

Dentro de los breves rasgos que vamos a tratar del ministerio de Pablo, me gustaría referirme al aspecto providencial de su llamamiento y preparación para el ministerio. Pablo no fue testigo presencial de las enseñanzas de Jesucristo, ni de sus prodigios, como ya hemos tratado. En esta situación, podría pensarse que efectivamente el podría haber distorsionó los contenidos iniciales del evangelio. Cuando relata su conversión ante Agripa, refiere como Jesús le dijo camino de Damasco que su misión sería, como la de los otros apóstoles, ser testigo de las cosas que había visto (hasta ese momento solo podía ser testigo de su propia conversión y de la forma en que tuvo su encuentro personal con Jesús), pero también de otras, que en futuras apariciones le serian mostradas, (Hch. 26:16).

Su primera visión fue de Jesucristo (Hch. 9:17, 27), camino de Damasco. Cuando estaba en Damasco, en casa de Judas, orando a Dios por lo que le había sucedido en el camino, tuvo otra visión con respecto a Ananías (Hch. 9:12). 

Entre 7 y 9 años más tarde, allá por el 43 ó el 44, cuando estaba desarrollando un ministerio en solitario por las regiones de Siria y Cilicia, desde su base de Tarso, escribe a Corintios que tuvo la experiencia de una singular visión y revelación celestial. (Por visión entendemos cosas que pudo ver, y por revelación, las cosas que pudo escuchar). Pablo no sabe con certeza, pues es incapaz de discernir, si esta visita al tercer cielo fue realizada en el plano físico ó solamente mental. Sobre el contenido de las revelaciones, él se refiere a ellas como “palabras indescriptibles” (gr. arreta remata), que un hombre es incapaz de expresar. Por lo tanto no pretende en ninguno de sus escritos relatar sus recuerdos sobre esta experiencia, para evitar, probablemente, que su incapacidad para expresarla en su dimensión real pudiera conducir a ser malinterpretado. Solamente hace una alusión en 1ª Cor. 2:9, nadie ha visto nunca, ni oído, ni siquiera ha podido imaginar, y las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Con este testimonio deja sencillamente que la fe y la esperanza de los creyentes, anhelen tales bendiciones de las que estoy seguro que incluso, a pesar de todo el desarrollo creativo de la humanidad, literario, científico, en las artes y el lenguaje, todavía las cosas más sencillas de Dios, siguen siendo indescriptibles para cualquier ser humano.

Cuando está ministrando en la iglesia de Antioquia, a través de otra visión, es impulsado a desplazarse hasta Jerusalén, acompañado de Bernabé y Tito, para reunirse con los ancianos y apóstoles de aquella iglesia cristiana, y confrontar la uniformidad de los contenidos de la predicación evangélica, distribuir el ministerio, de modo que Bernabé y Pablo fuesen a los territorios de los gentiles (de mayoría gentil, aunque el ministerio empezaba siempre en entre la comunidad judía), contando con el apoyo y la comunión de la mayor sede cristiana de entonces, mientras que Pedro y los otros, se dedicarían preferentemente a trabajar en los territorios y comunidades de Palestina, (Gal. 2:9) donde había también gentiles. La distribución era geográfica y no étnica. Así, Siria y Cilicia, donde Pablo había predicado en solitario, quedaría ahora bajo la jurisdicción ó responsabilidad de la iglesia de Jerusalén. Antioquia de Siria quedaba compartida. Geográficamente correspondería a la iglesia de Jerusalén, pero por razones de tener allí un ministerio tan relevante y su propia residencia estable, seguirían a cargo de Pablo y Bernabé, pues era como su cuartel general. Aunque fue por esa razón de jurisdicción, que pasado un tiempo, Pedro se desplaza a Antioquia, ya que le corresponde, no tanto la propia ciudad de Antioquia, como hemos visto, pero si la comarca. Y, por esta misma razón también, Jacobo, envía a algunos de los miembros de Jerusalén a aquella iglesia, lo cual provoca la actitud judaizante de Pedro y Bernabé, reprendida por Pablo en el capítulo 2:1-21 de Gálatas.

Mas tarde,  durante su segundo viaje misionero, a través de otra visión, se cambia el rumbo de sus planes misioneros, para llevar las buenas nuevas a Macedonia, cuyo primer fruto es la iglesia de Filipos de la que hemos estudiado. Ve una petición de auxilio espiritual resumida en: Ven y ayúdanos, (Hch. 16:9-10).

Cuando a Pablo, por sus primeros reveses en la obra de Corinto, le inunda el desaliento a causa de que no aparecen los frutos que él esperaba, es confortado por Dios de forma directa mediante una visión fortalecedora que le insta a perseverar sabiendo que cuenta con el respaldo de Dios y que todavía hay mucha sed espiritual que satisfacer. Le dice Dios: No tengas miedo. Habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te podrá dañar, porque tengo mucho pueblo en esta ciudad. (Hch. 18:9-10). 

Y finalmente cuando está preso camino de Roma, tiene una revelación del “ángel de Dios” (Hch. 27:23. Gr. aggelos tou Teou) para fortalecerle y tranquilizarle con respecto a la travesía y a la vida de todos los que con él viajaban.

Así pues, todo el ministerio de Pablo, no fue de hombre, ni por hombre, como escribe a los Gálatas (1:1), sino dentro de una esfera y relación providencial con Dios el Padre y con Jesucristo. Él llega a decir claramente a los Gálatas, y con esta contundencia tapa críticas, de las que ya estaba harto, que a él los de reputación no le habían enseñado nada, ni le habían adoctrinado. Gal. 1:11-12, “Os hago saber que el evangelio que ha sido anunciado por mí, no es según hombres, porque ni yo lo recibí de parte de hombres, ni me fue enseñado, sino mediante revelación de Jesucristo”. Ni siquiera empezó a predicar cuando alguien reconoció su don ó le otorgó cualquier tipo de credencial, porque esta atribución no fue delegada por Jesucristo en nadie. 

Pablo empezó a predicar antes de verse con apóstol alguno. Lo hizo en Damasco y luego en Arabia. Luego de nuevo en Damasco. Mas tarde pasa por Jerusalén para conocer a Pedro y a los otros apóstoles, aunque tiene dificultades la intervención de Bernabé posibilita el encuentro. Pero únicamente puede conocer de los doce a Pedro, y como pilar de la iglesia de Jerusalén, a Jacobo, el hermano de Jesús, (Gal.1:19). Este, aunque no era uno de los doce, por su importancia dentro de la iglesia de Jerusalén, se le consideraba al mismo nivel de relevancia que otros los apóstoles dentro de aquella comunidad, (Pablo se refiere a él como “columnas” en Gal. 2:9, junto con Juan y Pedro), por eso en Hch. 9:27, Lucas menciona el plural (apostolous), y dice que estaba con ellos, entrando y saliendo (Hch. 9:28). Pero Pablo no estuvo en Jerusalén como un alumno, sino que como uno de ellos enseñaba, predicaba y discutía con los judíos helenistas acerca del evangelio, (Hch. 9:28,29).

Como la vida de Pablo peligrase en Jerusalén, los hermanos resolvieron conjuntamente al cabo de aquellos quince días, que se fuese a Tarso, su ciudad natal. Desde allí, y hasta que Bernabé va en su búsqueda como ya hemos tratado en otra ocasión para ayudar en la iglesia de Antioquia de Siria, Pablo estuvo trabajando en solitario predicando y extendiendo el evangelio por las ciudades, pueblos y aldeas de las regiones de Siria y Cilicia, (Gal. 1:22), sin ningún contacto con las iglesias establecidas en Judea, que solo sabían de él y de su labor evangelística, por oídas a través de terceras personas (Gal. 1:23).

4.3 ¿Viaje a España?. 

§

En el cuadro anexo a este capitulo sobre la vida de San Pablo, después de la liberación de la prisión en Roma, desde la que escribió la epístola a los Filipenses, he colocado, en el año 63, un viaje de San Pablo a España desde la ciudad de Roma. Estoy seguro que a muchos de vosotros os sorprenderá que no haya puesto entre interrogantes la posibilidad de tal viaje, cuando en el nuevo Testamento no encontramos ninguna alusión a que se hubiese producido. Es cierto, pero vamos a dedicar algún espacio a esta cuestión, aunque solo sea por motivos de curiosidad.

Afirmar que Pablo tenía como objetivo traer a España el evangelio, es algo que podemos sostener sin ningún genero de dudas si leemos Romanos 15:22-28. En este fragmento, Pablo habla de su intención de venir a España, visitando de paso la ciudad y las iglesias de Roma. Había una razón importante para que el punto de destino de su viaje no fuese Roma. Pablo siempre tuvo en la visión de su ministerio que debía desarrollarse allí donde el evangelio no fuese conocido, para no edificar sobre cimiento ajeno, (Rom. 15:20), por lo tanto en la perspectiva cosmológica de Pablo, cuando escribe su epístola, en torno al año 58 d.C., todo el territorio desde Italia hacia el oriente del Imperio, ya tenía conocimiento del mensaje cristiano bien por su trabajo ó el de otros. Por esto determina que queda un campo virgen en el occidente donde puede trabajar: España. Y allá quiere ir. También aprovechará en su viaje para visitar la ciudad de Roma y reunirse con los cristianos locales durante un breve espacio de tiempo para ser de mutua bendición y edificación, (Rom. 1:11-12). Probablemente piensa que estos le pueden orientar con precisión sobre la preparación de su viaje, informarle de las características de la región hispana, incluso les pudiesen facilitar contactos de utilidad.

Ya hemos comentado que los planes de Pablo se desbarataron por las circunstancias acaecidas en su viaje a Judea. Desde entonces hasta la liberación del primer encarcelamiento en Roma han transcurrido casi cinco años, pero sin duda sus anhelos evangelísticos no han decrecido y en los casi dos años y medio que pasó en la ciudad, seguro que recabó el suficiente conocimiento de las ciudades españolas, así como de posibles contactos que simpatizaran con el evangelio. Con todo, no hay nada en el libro de los hechos sobre la cuestión y acaba su relato cuando Pablo llega a Roma. El relato apenas concluye con un comentario rápido, en los dos últimos versículos, sin más detalles de cuanto allí sucedió. Tampoco hay ninguna mención en las epístolas posteriores. Entonces para tratar este asunto nos veremos obligados a acudir a otras fuentes extrabíblicas en las que basar nuestra afirmación sobre este viaje. 

Arturo Gutiérrez Marín en su libro titulado “Albores del Cristianismo en España”, recoge los testimonios de solventes fuentes antiguas, como son: el Canon de Muratori que es un documento de mediados del siglo II, donde dice entre otras cosas: “Lucas recopilo para el dignísimo Teófilo las cosas que fueron hechas en su presencia, como lo demuestra que omite detalles sobre la muerte de Pedro y de la marcha de Pablo de la ciudad (de Roma) cuando fue a predicar el Evangelio a España”. Clemente de Roma, en su epístola a los corintios, allá por el año 100,  escribe: “Pablo… recibió el premio de su gran fe. Cuando predicando el mensaje de justicia a todo el mundo hubo ido hasta el limite del Occidente, sufrió el martirio”. En aquellos tiempos, por “el límite de occidente” se entendían los territorios de “Hispania”. Arturo Gutiérrez menciona como testimonios las afirmaciones de otros escritores cristianos de los siglos III y IV, como son: Tertuliano, Atanasio, Epifanio, Jerónimo y Juan Crisóstomo. 

Lo que ya entra en el terreno de la más pura conjetura es el tiempo que pasó en España así como las ciudades que visitó y el resultado de su labor misionera. Los historiadores más solventes intuyen que el viaje se redujo a la parte occidental de España. Es decir, los territorios que hoy conocemos como Tarragona, Tortosa, Castellón, Valencia. La Imperial Tarraco (Tarragona), era una gran ciudad que llegó a ser conocida por su importancia como “la segunda Roma” y era la capital de la región “Tarraconense”, que abarcaba desde Cataluña y Valencia, todo el Norte hasta Galicia, y parte de Castilla. Además era el trayecto más corto entre Italia e Hispania. Según Plinio las naves que salían del puerto de Ostia, alcanzaban Tarraco tras solo cuatro días de navegación.

4.4 El aguijón en su carne.- 

§

En 2ª Cor. 12:7, Pablo escribe a los corintios una frase que ha sido objeto de muchas conjeturas. La trae a colación junto a las cosas sublimes de las que fue testigo por aquella visión y revelación celestial a la que ya nos hemos referido. Una visión de la gloria de Dios, superior probablemente a lo que en el monte de la transfiguración pudieron ver y experimentar Pedro y los hijos de Zebedeo, Jacobo y Juan. Dice que para que no cayese en la tentación de la jactancia ó la presunción a causa de su singular experiencia y de las cosas que Dios le reveló por su gracia: “… por lo extraordinario de las revelaciones, para que no me ensalce desmedidamente, me fue dada una espina ó aguijón (gr. skoloy) en la carne, un mensajero (gr. aggelos) de Satanás para que me abofetee”. 

Pablo reconoce una debilidad en su carne (gr. sarki), es decir, en su cuerpo. Algunos piensan que se refiere a sus problemas de vista, pero yo creo que ni una miopía ó una catarata actúen en ese sentido, sino que parece que se trata de algo que de vez en cuando le incapacita y altera sus planes misioneros.

Nadie sabe con certeza, ni yo tampoco, de que se trata, pero estoy convencido de que se trata de una enfermedad. Pablo escribe acerca de ello en clave “jobina” (Es decir en el contexto de la vida de Job, por el que Dios permite a Satanás actuar en contra de la salud del patriarca), y afirma que esa debilidad, o probable enfermedad, está relacionada con las visiones y revelaciones que tuvo el privilegio de vivir, y con una operación satánica que interfiere en su vida y en sus planes ministeriales. Añade en relación con esto, en 2ªCor. 12:8,9, que: “En tres ocasiones, (probablemente en los períodos de crisis de la enfermedad que lo incapacitaban) he rogado al Señor que se aparte de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder en la debilidad se hace perfecto”. 

También pienso que dentro de la biografía podríamos establecer por los relatos bíblicos estas tres ocasiones como las siguientes: La que menciona en Gal. 4:13-14, refiriéndose a que les predicó por primera vez “a causa de una enfermedad de la carne”. Lo cual viene a decir que durante su primer viaje misionero, probablemente su intención fuese ir a otros lugares, pero que se detuvo en Listra y Derbe, por causa de una enfermedad, y luego al recuperarse regresó a Antioquia. Las otras dos, están en relación con sus intenciones de visitar a los Tesalonicenses. En 1ª Tes. 2:18, que en dos ocasiones quiso hacerlo pero que Satanás le estorbó en su determinación.

Pero la clave de la lección, por encima de especulaciones, esta en comprender que en las circunstancias más frágiles del ser humano es cuando se destaca el poder de Dios. Sobre todo cuando este es un creyente, porque se hace consciente de sus propias limitaciones y pequeñez, para entender y reflexionar acerca de la enorme distancia que el Dios Todopoderoso y Eterno, recorrió por su gracia y misericordia para salvarle. Además, como ya mencionamos, nos ayuda a considerar el gozo con el que Pablo vive y afronta las circunstancias mas adversas de la vida. Cuando se siente débil por si mismo, entonces es cuando se siente verdaderamente eficaz, porque toda su labor descansa en el poder de Dios y no en sus capacidades personales.

Nos permite reflexionar también este pasaje en que incluso a los más grandes servidores de la causa de Cristo, Dios también les niega algunas de sus peticiones. Yo entiendo que Pablo, como nosotros, a veces nos quejamos de que algunas de nuestras peticiones más razonables no son atendidas. Pablo pediría, probablemente, pensando que si su salud fuese restaurada podría mejorar su actividad y capacidad a favor de la causa de la extensión del evangelio, pero Dios tiene otros planes y otras motivaciones que van más allá de nuestros propios razonamientos, y uno de sus propósitos es hacernos entender justamente eso así como su Soberanía en todo.

CAPITULO 3

TEMA III

1.- Pérdidas y Ganancias.

§

Pablo empieza este texto empleando expresiones de valoración económica: Pérdidas y ganancias. En términos más modernos, el debe y el haber. Con ello pretende expresar en términos muy comprensibles para los lectores de su epístola, lo que ha representado su militancia en la fe de Jesucristo y su anterior militancia en el movimiento fariseo y religioso. Pero además, en estos versículos podemos encontrar la profundidad de su fe, basada en un radical arrepentimiento en el sentido estricto y literal del término: “cambiar de forma de pensar” (gr. Metanoia), y la acción perseverante de esa fe desde el momento de su conversión hasta el día en que escribe esta epístola, unos 26 años más tarde de su vida.

Todas aquellas partidas que antes llenaban su columna de ganancias, las ha sido consignado ahora a la de pérdidas. Todos los valores semejantes a riquezas, poder, relaciones de alta dignidad, formación intelectual esmerada, sabiduría según el mundo, etc. que son tan apreciadas por las personas, tanto antes como ahora también, en el contexto de poseer una mejor calidad de vida y dignidad social, para Pablo son pérdidas, porque muchas veces obstaculizan, como a nosotros, la dependencia plena de la gracia y del poder de Dios. En el capítulo de ganancias de su contabilidad personal, solo cabe un único concepto de triple dimensión: La persona de su señor Jesucristo, el nivel de conocimiento de Dios a través de Su persona y la justicia de Dios por medio de la fe. 

Muchas cosas han sucedido y cambiado en la vida de este hombre, desde aquel judío fariseo, acomodado, influyente, poderoso, de elevada posición social y religiosa, relacionado con la flor y la nata de Israel,  perseguidor de los cristianos, hasta este momento en que está considerado como un apóstata para la mayoría de sus compatriotas, que carece de bienes materiales, y está encarcelado en Roma, después de haberlo estado en su nación durante dos años. En lugar de la vida acomodada que se le presagiaba en su niñez, ha llegado a tenerla llena de sufrimientos en lo material, con un largo historial de calamidades, naufragios, apaleamientos, apedreamientos, cárcel, enfermedad, incomprensión, carencias económicas y materiales. Estoy refiriéndome en lo humano y como lo que ven los hombres. Pero la semilla del evangelio había sido sembrada en una tierra buena, en aquella que con perseverancia proporciona una gran cosecha. Desde esta perspectiva podemos entender las razones del llamamiento de Dios para Pablo. Él, que conoce los corazones y lo que hay en el interior del hombre, le llamó con llamamiento santo y le otorgó la confianza del apostolado. No porque fuese perfecto, ninguno es bueno. Nadie es perfecto. Todos los hombres tenemos  flaquezas y debilidades. Los cristianos también, y Pablo también. Pero ya hemos considerado como el poder de Dios se acrecienta y manifiesta sobre la fragilidad de los hombres cuando no confían en si mismos, ni en sus cualidades, sino en la fe y en las promesas de Dios.

 

El corazón de Pablo era un terreno adecuado para que por la obra del Espíritu Santo fuese perfeccionado hacia la consecución de los fines y objetivos que Dios tenía planificado realizar a través de él. La conversión de Saulo fue una obra de Dios conforme a su voluntad, como lo que dice en Jer. 24:7: “Daré un corazón para que me conozcan, que yo soy el Señor, y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios, porque se volverán a mi de todo su corazón”. Y Pablo se volvió, sin ningún género de dudas, de todo corazón.

2.- “Mi Señor”. 

§

La fuerza de la persona y obra de Cristo en su vida como su “Señor”, del que al principio de la epístola se había declarado “esclavo”, es el motivo de ese cambio de valoración, de prioridades y de intereses. Desde su primer encuentro en que le reconoce como digno de autoridad, como a un “señor” a quien obedecer (“Señor, que quieres que haga”, Hch. 9:6; 22:10, aunque esta frase la pronunciase entonces desde el desconocimiento de todo lo que Cristo había hecho por él muriendo en la cruz), hasta este momento en que ha podido entender mucho del incomparable e insondable amor de Dios hacia él, como hacia todos los hombres perdidos, sigue manteniendo el énfasis de que es su Señor y Soberano Dios a quien sirve con toda la pasión de que es capaz, con todas sus fuerzas y bajo cualquier circunstancia. En Fil. 1:21 ya había expresado con rotundidad: para mí el vivir es Cristo y morir es ganancia. Que la razón de su vida era para servir a Cristo, y que morir por su causa, si se produjese, entregado a su servicio, sería otra partida que en su contabilidad personal de valoraciones se consignaría en la columna de ganancias.

El había comprendido que la sabiduría según este mundo en el ámbito del conocimiento de Dios es una locura sin sentido (1Cor. 3:19), divagaciones, vanidades y necedades, y el único camino sensato para hacer sabio al ser humano es conocer a su Creador a través de Jesucristo. Este era el camino es excelso, porque Jesucristo es el resplandor de la gloria de Dios, y la imagen de Su sustancia (Heb. 1:3), quien ilumina en su faz la claridad de Dios (2Cor. 4:6). Por esa razón la sublimidad del conocimiento de Cristo es tan grande que todo lo material e intrascendente, a su comparación se convierte en ¿“basura”? La palabra que emplea Pablo es mucho más fuerte, en estiércol, en excrementos. Lo que queda atrás de su vida farisea carece de interés y valor para él porque pudo entender las palabras de Dios al profeta Jeremías: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni el valiente en su valentía, ni el rico en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiera de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Señor, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas quiero” (Jer. 9:23,24). En el conocimiento de Cristo radica la esencia de la justificación, como lo escribía Isaías (53:11) “con su conocimiento justificará mi Siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos”.

3.- “Lo perdí todo”. 

§

Es fuerte la palabra “todo”, porque abarca en términos humanos, aquello que se considera como más útil y necesario en la vida. Pero Pablo había comprendido algo que muchas veces las personas para su propio fracaso no son capaces de asimilar: que era incompatible retener todo aquello y seguir a Cristo a la vez. Que era imposible mezclar ley y Cristo. ¡Cuánto había luchado contra los que pervertían los contenidos más excelsos de evangelio, condicionándolo al cumplimiento de la ley y a la observancia de ritos y ceremoniales! Él, como todos los que quieren seguir a Cristo, tuvo que hacer su elección, anteponiendo la mirada en las cosas de arriba, antes que en las de la tierra, buscando los intereses que tienen dimensión eterna. Ninguno puede servir a dos señores. Hay una elección radical que hacer. Vivir para el mundo ó para Cristo. Pretender justificarse por la ley, o por la fe. Son valores absolutamente opuestos. Si uno se quiere justificar por la ley, se cae de la fe. Como escribió Santiago: El que quiere ser amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios (St. 4:4), o Juan: Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, (1ªJn. 2:15). 

Pablo “escogió la buena parte” (Luc. 10:42), la que nunca le será quitada: “ganar a Cristo”, “ser hallado en él”, que en hablando en términos de incredulidad tiene un precio, llevar su cruz, pero cuando conocemos a Cristo y tenemos comunión con él, nos damos cuenta de que ese yugo es fácil y esa carga ligera, y nada hemos perdido de valor porque un cúmulo de bendiciones ocupan su lugar. Por lo tanto el precio de seguir a Cristo no tiene nada que ver con obras para ganar ó alcanzar algo mediante nuestros esfuerzos ó méritos, simplemente se trata de una cuestión de incompatibilidades.  

4.- “no teniendo mi (propia) justicia, la de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios en la fe”. 

Pablo reconoce escribiendo en el capítulo 10 de Romanos como el pueblo hebreo, sobre todo los más religiosos: fariseos y esenios, ignorando la justicia de Dios, y el papel de ayo de la ley para conducir a la fe en Cristo, no se sujetó a esta, sino que estableció otra justicia propia y diferente, fundada en los criterios de la letra de la ley, no del Espíritu. Esta justicia estaba basada enteramente en los razonamientos hermenéuticos que tanto rabinos, como maestros y escribas construyeron y también enseñaron al pueblo. Una justicia basada en apariencias que cultivaban el orgullo propio respecto a la bondad de sus obras, y el estricto cumplimiento de ceremonias y ritos, pero que convertía a las personas en seres religiosos cuyo celo por Dios, no se conformaba con la voluntad y la revelación de Dios, sino a sus propias ideas, viviendo en las cuales negaron, conspiraron y mataron al Hijo de Dios. 

Se trataba de un sistema de justicia tan egocéntrico y externo que realmente estaban dando más culto a sí mismos que a Dios, como Jesús puso en evidencia con la parábola del fariseo y el publicano. Pensaban que Dios tenía la obligación de considerarlos justos por sus conductas, sobre todo las que aparentaban para los demás y para si mismos. Se consideraban justos, lo cual era un enorme obstáculo para descubrir la gracia de Dios por Jesucristo que publicanos y pecadores notorios, en su convicción y humillación por el reconocimiento de su culpa, podían buscar y obtener. Pero, para alcanzar el perdón, como Pablo tuvo que hacer en su día, necesitaban desprenderse de su propia justicia, y encontrar la justificación de Dios por la fe a través de la obra redentora de Jesucristo y de su evangelio, asumiendo su condición de pobres, perdidos y pecadores.

De todas formas, este “arrepentimiento” (gr. Metanoia, cambio de mente) sobre Dios y su justicia, no solo era algo indispensable para los judíos de aquellos tiempos, también para los gentiles, de antes y de ahora, pues han establecido bajo sus razonamientos una justicia propia que no tiene nada que ver con la verdadera justicia que Dios demanda y ofrece al mundo. Uno de los mayores inconvenientes para alcanzar el perdón y rendirse a Jesucristo como Salvador y Señor sigue estando en la justicia propia. En la falsa apreciación de justos que los hombres tienen de si mismos, simplemente porque no practican aberraciones, crímenes o actos groseros bajo el criterio de la permisiva medida de la sociedad. Ahora bien, lo que hay realmente en la mente y en el corazón de la personalidad oculto a la visión de nuestros semejantes, incluso los más próximos, y que además no sale reflejado en los espejos, ni en las fotografías, se aparca a un lado, como si no existiese. Se valoran las cuestiones que la ley puede juzgar, que solo son los hechos, y se olvida que Jesucristo en el sermón de la montaña traslado la cuestión a la esfera de los pensamientos, los sentimientos y las intenciones. El que todo esto llegue ó no a convertirse en actos es solo una cuestión circunstancial, pero constituyen la evidencia de la naturaleza caída de todos poseemos más allá de los actos concretos que llegamos a realizar. 

El principal problema que tenemos con Dios, y Dios con nosotros es que Él mira el corazón de nuestra personalidad, y muchos se niegan en la práctica a admitir que esa mirada traspasa los límites de nuestra intimidad más profunda, y descubre como realmente somos. Necesitamos reconocer ante El, lo que El ya sabe, y nosotros también, aunque lo ocultemos y nos neguemos a admitirlo ante los demás y a veces ante nosotros mismos. Pero cuando reconocemos nuestra verdadera personalidad, nuestra situación espiritual y moral, le confesamos nuestros pecados y aceptamos por fe el perdón que se consiguió en la cruz cayendo sobre el Inocente el castigo que nuestros pecados merecían, es cuando podemos recibir por gracia el perdón y la justificación, basados en su misericordia y en la provisión que Dios hizo para salvar al pecador. Y junto con ello podremos encontrar también el gozo por la liberación de nuestra culpa.

5.- “el poder de la resurrección y la comunión con sus padecimientos, siendo hecho conforme a la muerte de él”. 

§

La intensidad de la identificación que anhela Pablo con respecto a Jesucristo es tal que no le llega con mostrarse satisfecho con descansar en él y pertenecer al grupo de sus redimidos, sino que en correspondencia al amor de Dios hacia él, y por agradarle, desearía padecer por Cristo como muestra de una justa correspondencia de amor. Incluso, “si en algún modo llegase a la resurrección de los muertos”. No hay en esta frase ninguna expresión de duda respecto a la esperanza de Pablo como algunos han pretendido encontrar. La duda que expresa la frase es en cuanto a si su reunión con el Salvador, la del día de Cristo (Fi. 2:16) llegará por medio del arrebatamiento, y por tanto durante la existencia natural de Pablo, ó si el regreso prometido por el Señor en busca de los suyos fuese más tarde y Pablo llegase a pasar por el trance de la muerte física, en cuyo caso piensa que tal circunstancia sería igualmente para él una bendición, porque le permitiría también experimentar aquel momento una identificación con Jesucristo en su humanidad, a saber, padecer una muerte semejante a la suya y luego participar de la resurrección, como Cristo participó. 

Su convicción personal cuando escribía la primera epístola a los Tesalonicenses era que ese día de Cristo sería tan inminente que él aun estaría vivo, 1ª Tes. 4:15-17, pero ahora tiene más madurez y conocimiento del plan de Dios y piensa que también existe la posibilidad de que sea un hecho más tardío y que puede suceder que él padezca la muerte física y que su encuentro con Cristo sea cuando los redimidos muertos sean resucitados para encontrarse con su Señor primero, a cuya reunión se unirán poco después los que aún estén vivos en aquel tiempo. 

Parece sorprendente que Pedro en relación con este asunto alcanzase una comprensión más amplia que Pablo de la extensión del plan de salvación como demuestra cuando escribe que para Dios un día es como mil años y mil años como un día; que no se trata de que el Señor retrase su regreso, como algunos pensaban, sino que es paciente para con todos, no queriendo que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2ª Ped. 3:8,9). Pero es bueno recordar que ni el uno ni el otro, Pedro y Pablo, han tenido más revelación sobre esta cuestión del tiempo de la “parousia”, que la que tenemos los demás cristianos, y también las mismas instrucciones de parte de Jesús, que son abstenerse de hacer cábalas sobre fechas ó tiempos sobre cuando se producirá, porque ese conocimiento y determinación es de la exclusiva competencia del Padre (Mt. 24:36; Hch. 1:7). Jesús nos advirtió que sucedería cuando menos probable pareciese. Sin advertencia previa. Por sorpresa. Semejante a como actúan los ladrones (Mt. 24:42-44; Lc. 12:40), y tanto Pedro como Pablo retransmiten a su vez, en sus epístolas, las mismas instrucciones haciendo referencia al ejemplo del ladrón (2ª Ped. 3:10; 1ª Tes. 5:2)

   CAPITULO 3

TEMA IV

1.- No que lo haya alcanzado.

§

“No (se trata de) que lo obtuviese ya, o que ya fuese perfeccionado (en ello)”.-  La palabra “perfeccionar” significa mejorar algo que ya es, para que alcance el mayor grado de utilidad, bondad ó calidad en su clase. Podemos poner como ejemplo el vino, que ya es vino al producirse la fermentación de la uva, pero se perfecciona y alcanza su máxima excelencia cuando se le hace envejecer por años en condiciones de estabilidad, temperatura constante y oscuridad, almacenándolo en adecuados recipientes de madera de roble. Pablo a pesar de sus experiencias acumuladas en los 26 años de vida cristiana, y de servicio dedicado a la extensión del mensaje evangélico, considera que todavía no ha alcanzado el máximo grado de excelencia, ni en el conocimiento de Cristo, ni tampoco en la comunión con sus sufrimientos, para presentarse dignamente delante de él cuando venga a buscarle ó en la resurrección de los muertos, si el encuentro se produjese después de su muerte.

2.- “pero prosigo”. 

§

Continúo adelante, para ver si ciertamente lo alcanzo (gr. Katalabo consigo), ya que también (yo) fui alcanzado por Cristo Jesús”.- El apóstol vive concentrado en la consecución de la meta que tiene por delante, y no deja que nada le estorbe en su camino. Vive considerando el enorme camino que antes tuvo que recorrer el Hijo de Dios, vaciándose a si mismo de toda su gloria y lo que era motivo de su gozo y bienestar eterno junto al Padre, para venir a alcanzar con su misericordia a los pecadores. Ante esa dimensión, aquello de lo que Pablo se ha despojado, la gloria humana que aunque relevante en su tiempo y admirable para muchos de sus semejantes, es nada en comparación con lo que se despojó el Hijo de Dios, pues, con todo, Pablo escribiendo a Timoteo, se considera el primero de los pecadores, a quien Cristo salvó, para que el ejemplo de la clemencia que tuvo hacia él fuese de ayuda a los que habían de creer en el evangelio, más tarde, a través del ministerio y de la predicación que a Pablo le fue confiada, (1ª Tim. 1:15-16).

Hermanos, yo en cuanto a mí mismo, no considero haberlo alcanzado aun, pero (hago) una cosa, olvidando las cosas de atrás (pasadas), y extendiéndome hacia adelante, prosigo hacia la meta, para (obtener) el premio del alto (gr. ano “alto”) llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. En forma redundante,  en los versículos 12 y 13, insiste en que aun afirmar que todavía no ha alcanzado el objetivo que persigue, pero ello ni es motivo de desanimo, ni tampoco le convierte en un conformista con el nivel alcanzado, antes por el contrario, actúa en él como un revulsivo que le impulsa a proseguir en la misma dirección, quizás con más empeño, porque el tiempo que le queda de vida durante el cual trabajar y actuar, se está reduciendo y él mantiene los ojos puestos en el galardón prometido por Dios a través de Jesucristo: La corona de incorruptible (1ª Cor. 9:25), de justicia (2ª Tim. 4:8), y de vida (St. 1:12). Gloriosa meta y ejemplar para todos nosotros.

También en este sentido escribe a los Hebreos (10:32-37) recordándoles las pruebas, persecuciones, expolios y daños que aquellos hermanos también habían soportado, y como él, con gozo, al estimar como superiores las posesiones eternas que las temporales. Es una promesa que se encuentra contenida ya en el sermón de la montaña pronunciado por Jesús: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos porque vuestro galardón es grande en los cielos, (Mt. 5:11,12). Con este propósito. Con su ejemplo personal. Con la exhortación de sus epístolas, Pablo lleva a los hermanos el ánimo necesario para que sigan confiando y no se impacienten aún cuando estén padeciendo duras pruebas en sus vidas.

3.- Cuantos somos perfectos.

§

“Cuantos, pues, (somos) perfectos (gr. teleios) esto (mismo) pensemos y si (en) algo diferente pensáis, también os revelará Dios esto (mismo)”.- La comparación de este versículo 15 con el versículo 13, parece en una primera lectura que hay una cierta contradicción. No es tal. Lo que sucede es que aquí, la redacción del apóstol usa un estilo que tiene en perspectiva la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas.

 

En otras partes de sus epístolas el apóstol usa este mismo tipo de lenguaje escribiendo en tiempo pasado sobre cosas de cumplimiento futuro, pero que significan la madurez de aceptar por fe las promesas y tratarlas como si ya se hubiesen cumplido. Como el ejemplo de Abraham, mencionado en Romanos y que ya hemos meditado: plenamente convencido de que todo lo prometido por Dios es también poderoso para hacerlo. Por eso en esta epístola (4:17-21), Pablo escribe que Dios llama a las cosas que no son (todavía) como si fuesen (ya), y pone como muestra que llamó con el nombre de Abraham, que significa como ya hemos visto “padre de una multitud” a uno que aún no tenía ni un hijo, ni perspectivas de tenerlo en el cauce normal de su matrimonio. Otro ejemplo de esta forma de redacción la tenemos en el conocido versículo de Rom. 8:30, donde menciona en tiempo pasado bendiciones que todavía están en tiempo presente y otras que corresponden, al menos en lo que a nosotros atañe, a un tiempo futuro. Y más de lo mismo en el también muy conocido de Efesios 2:5 y 6, ó Colosenses 1:13 entre muchos otros. Es el lenguaje de la esperanza que es por medio de la fe. De la misma forma que ya somos salvos en esperanza (Rom. 8:24), luego también somos perfectos en esperanza.

Así pues, los que “somos perfectos”, los que tenemos el deseo de esa meta puesta delante de nosotros por agradarle, y en la esperanza de que nuestro Padre cumplirá su justicia en nosotros para llegar a ser un día realmente “santos y sin mancha delante de él” (Ef. 1:4), tenemos igualmente de parte de Dios, por su Espíritu Santo, el mismo anhelo que Pablo tenía de identificarnos con Cristo para agradarle en todo, porque ese es el propósito del que es verdaderamente un redimido, un salvo por la fe. Esto no quiere decir que no pequemos. El que así piensa se engaña a sí mismo, como dice Juan en su epístola. Todavía seguiremos cayendo y haremos mal muchas cosas de nuestra vida. Así será mientas vivamos dentro de esta naturaleza de la carne, porque con la mente servimos a Dios aunque con nuestra carne seguimos sujetos al pecado. Pero gracias damos a Dios que en esta lucha tenemos a Jesucristo como nuestro abogado y que aunque el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero nuestro espíritu vive a causa de su justicia, Rom. 8:10. 

Gracias también damos a Dios porque un día todos los redimidos seremos transformados (1ªCor, 15:51). Porque incluso aquellos que alcanzan en la tierra la mayor santidad y testimonio piadoso delante de nuestros ojos y del mundo, aun con ese nivel no podrían presentarse ni de lejos ante de Dios como santos. Y ya no digamos de otros, como nosotros, que si bien somos salvos por gracia, por medio de la fe, con nuestra rebeldía a la obra de santificación, con nuestra carnalidad, si llegásemos al cielo en nuestra actual condición pronto lo convertiríamos en un infierno. Pero la promesa de Dios de hacernos perfectos es firme y un día nos transformará conforme a la imagen de su amado Hijo (Rom. 8:29), sin mancha ni arruga. Ahora ya somos salvos, pero aun no se ha manifestado lo que hemos de ser: nuestra transformación gloriosa se producirá cuando él apareciere, y seamos semejantes a El, (1ª Jn. 3:2).

Si alguno todavía no ha alcanzado esta manera de pensar respecto a la condición de los cristianos, dice Pablo que Dios se lo revelará. Y lo ha hecho, como hemos visto, por el contexto de las Sagradas Escrituras, pero si prestamos oído sincero al Espíritu de Dios, entenderemos igualmente que Pablo la necesidad de poner nuestra mirada en las cosas de arriba, en la virtud de imitar a Jesucristo como fiel y obediente Hijo de Dios, sencillo y humilde. 

Quizás alguno este esperando alcanzar otro tipo de revelación divina, por medio de visiones ó experiencias místicas, pero es totalmente innecesario porque todos nosotros lo tenemos claramente revelado en el Nuevo Testamento, y además, estoy seguro de que forma parte de lo que el Espíritu dice a nuestro espíritu, cuando sencillamente prestamos oído a los consejos que trae a nuestra mente cuando nos acercamos a Dios en nuestras meditaciones espirituales. 

4.- Avanzad.

Pero en aquello a que hayamos llegado, en lo mismo avanzar”. Sea cual sea el nivel que cada uno ha alcanzado ya en la identificación con Cristo, en camino hacia la perfección, prosiga con la misma voluntad, antes expuesta de perseverar, olvidando lo que queda atrás y extendiéndose hacia delante, porque esa es la voluntad de Dios.

Este versículo 16 tiene una redacción corta en algunos manuscritos y otra más larga en otros, que es la que aparece en la versión Reina-Valera. Algunos comentaristas estiman que la más larga puede tratarse de una interpolación, pero de cualquier modo, como no tengo capacidad para resolver sobre esta cuestión, solo quiero indicar que la redacción larga solo viene a continuar la frase en forma redundante: “actuando bajo la misma regla y pensando lo mismo”.

5.- Imitadores de mi.

“Haceos imitadores (gr. summimetes) de mí, hermanos, y fijaos (mirad como ejemplo) en los que andan así, como el modelo que tenéis de nosotros.- Ni siquiera los más feroces detractores de Pablo han podido acusarle de no ser un hombre consecuente en su forma de vivir con la fe que profesa y las instrucciones y doctrina que imparte a las iglesias a través de sus epístolas. Pero hay un peligro que acecha a las iglesias: seguir liderazgos carnales.

Tanto en los tiempos de la epístola, como en los actuales, existe una propensión entre los creyentes para confundir los auténticos valores espirituales y admirar a quien no se debe. Sucedía en Corinto, donde los creyentes de aquella iglesia, en lugar de sujetarse a personas con auténticos valores espirituales, como Estéfanas y su familia, gente que estaba sirviendo y trabajando fielmente para el Señor (1ª Cor. 16:15), la mayoría de la congregación admiraba a otros, cuya principal virtud era que tenían un más florido verbo. Personas que carecían de auténticas virtudes espirituales pero que, en cambio, dominaban muy bien las artes de la imagen, el discurso, los razonamientos humanos y la falsa piedad.

También en nuestros días muchos ministerios indebidos han sido encumbrados por los propios cristianos, para confusión general, división, perversión de la doctrina y burla de los no creyentes. Se sigue cada vez mas, se financia, se apoya y se invita a personas que poseen los valores y talentos del mundo. Aquellos que tienen buena imagen, fama, grandilocuencia, poder, dinero, cultura, savoir faire, retórica, son apoyados y seguidos. Esto nos lleva a pensar en que los tiempos no han cambiado tanto como muchas veces pensamos.

Pablo insta a los filipenses a tomar ejemplo de los que esperan una patria celestial, que no se rigen por los cánones de la carne y de la sociedad materialista. Y, después de explicar, como hemos visto, lo que él ha abandonado con gusto y gozo, les propone como modelo a este tipo de personas. En este caso, el “nosotros”, corresponde a él mismo, a Timoteo, y al propio Epafrodito, convencido de que alberga en si mismo una semejante conducta y código de valores (2:20, 29) que la de ellos.

6.- Hay muchos que andan…

§

La necesidad de tener claro el modelo a seguir, Pablo, la plantea a causa de que hay muchos que andan”… Fijaos en el término muchos (gr. pollos). Parece increíble que a estas alturas del cristianismo, Pablo ya afirme con profundo pesar, “con lágrimas”, que andan por las iglesias, infiltrándose entre los creyentes, muchos que no son realmente cristianos. El avance de los legalistas entre de la iglesia apostólica fue muy importante. Y aportaban una doctrina contraria a la que emana de la cruz. ¿Por qué de la cruz? Pablo en varias de sus epístolas menciona lo que la sangre de Jesucristo derramada en la cruz de Cristo representó en la obra de la salvación, y el significado esencial que los cristianos encontramos allí. Aunque ya lo hemos considerado al comentar el principio del capítulo, a mí tampoco me es molesto insistir en las mismas cosas, y vamos a repasarlas. Veamos. 

En Ef. 2:11-19, nos dice que allí, en la cruz, se acabó la separación entre los judíos y los gentiles. Nosotros, que estábamos alejados, ajenos a la existencia de las promesas de Dios y de su proyecto redentor, fuimos hechos cercanos, junto con los hebreos, teniendo acceso a la salvación. Por el evangelio nos es predicada juntamente a unos y a otros la paz, que significa la reconciliación con Dios por medio de Jesucristo. Desde aquel momento crucial, se acabaron las diferencias: ya no hay judío ni gentil (Gal. 3:28). La ley ya cumplió su papel de ayo para conducir a los judíos a Cristo. Ahora unos y otros estamos juntos en manos del Maestro. Ahora la simiente de Abraham es la que tiene la fe que Abraham tuvo. Ahora somos herederos de las promesas, los redimidos por Cristo, independientemente de ser de la familia de la carne de Abraham ó no. Ambos somos objeto igualmente de la gracia, de la misericordia de Dios y redimidos igualmente por aquel acto judicial, en el que Jesucristo, el Inocente cargó sobre sí el castigo de nuestro pecado, para que nosotros seamos indultados, pero la ley resulta igualmente satisfecha, porque la paga del pecado es la muerte, y allí en la cruz se ejecutó la sentencia de aquellos que confiaron su suerte sobre la persona del Salvador.

En Col. 1:19-21, escribe que en “la cruz” se selló la reconciliación del pecador con Dios, porque Dios acepto hacernos a nosotros, en la sobre la base de la muerte de su Hijo eterno en humanidad perfecta, santos, inmaculados e irreprensible delante de El. Fue entonces cuando a través de la muerte en la cruz de Jesucristo cesó la enemistad.

En Col. 2:11-15, Pablo afirma que en aquel lugar, y en aquel momento, fueron quitadas del medio y borradas las actas de acusación, que contenían las infracciones de nuestros pecados, y nos convertían en justamente convictos para que todo el peso de la justicia cayese sobre nosotros. Pero ante la aparición de Jesucristo ocupando nuestro lugar y sufriendo nuestro castigo, nosotros al ser juntamente con él crucificados, y muertos con él, los magistrados y las potestades ya no pueden aplicar más pena, porque el reo ha muerto. Domingo Fernández lo expresa maravillosamente con un ejemplo. Si yo fuese sorprendido cometiendo un homicidio, y cuando estoy siendo juzgado muero, ¿Qué puede hacerme la ley? Nada, porque el culpable ha muerto. Lo mismo sucedió con el acto judicial de la cruz. Por la fe, aceptando de gracia la salvación que ofrece, en el Gólgota yo he sido crucificado juntamente con y en Jesucristo, por lo tanto la ley, al estar muerto, nada puede contra mí. Y al ser resucitado Jesucristo, yo he sido resucitado juntamente con él para vida eterna. Al ser bautizado en Cristo, lo cual se simboliza en el bautismo por agua, muero a mi vieja naturaleza, soy sepultado con Cristo, y juntamente con él soy resucitado para una nueva criatura, en una nueva condición: la de que mis pecados han sido perdonados. ¡Que gloriosa justicia y perspectiva! Pablo escribe a los Gálatas (2:20): Con Cristo estoy juntamente clavado en el madero, y ya no vivo yo: Vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.  

Así pues, aquellos legalistas que pretendían ser a la vez cristianos, pero que mezclaban a Cristo con la ley, eran enemigos de la cruz porque pervertían el evangelio al seguir enseñando a los creyentes que continuaban bajo la ley, y por tanto rechazaban la gracia de Dios, Jesucristo, el sustituto que fue sacrificado en el lugar del hombre, y dejaban a la humanidad como hasta entonces, convicta de pecado, porque la ley no justifica, solo condena. De la misma manera que un radar nos acusa de infringir la velocidad, sin tener en cuenta que nunca antes en nuestra vida lo hubiésemos hecho. La ley acusa y la justicia condena. Y como no hay justo, ni siquiera uno (Rom. 3:10), porque en algún momento de la vida, aparte de la condición natural heredada de Adán, todos los hombres en alguna ocasión han faltado a algún punto de la ley (St. 2:10), de esa clase de justicia únicamente se puede esperar un castigo. Pero la gracia que mana de la cruz, cumple la justicia y además trae perdón, consolación y vida eterna.

7.- Los enemigos de la cruz.

Tres condiciones y un destino se cumplen en esos enemigos de la cruz. 

7.1  Su dios es su vientre.

La frase su “dios es su vientre” (gr. koilia) es una metáfora que viene a descalificar las cuestiones en las que aquellos tanto insistían, juzgando a las personas por estas cuestiones y pretendiendo imponer normas restrictivas sobre asuntos de comidas y de bebidas a los demás cristianos, enseñando que comer ó beber ciertas cosas eran pecado, como si los criterios de Dios fuesen por las cuestiones del vientre. En relación con esto, ya había escrito antes a los romanos (14:17), que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo por el Espíritu Santo. Y escribiendo a los Colosenses, en el texto que antes hemos mencionado, les dice que no permitan que nadie les juzgue en cuestiones de comida ni bebida, Col. 2:16. Jesús para sorpresa de sus oyentes ya había enseñado que lo que contamina al hombre no es lo que “entra por la boca”, porque esto simplemente va al vientre y luego va a la letrina, sino que “lo que contamina al hombre es lo que sale de la boca” (Mt. 15:17,18). Eso si que contamina, estropea, hace daño y destruye.

7.2 Su gloria es su vergüenza.

Presumen de lo que debieran avergonzarse. Promocionan el cumplimiento de una ley que ni ellos ni sus antepasados pudieron cumplir, (Hch. 15:10), y que los declara culpables e infractores. Por lo tanto, mejor les sería presumir que no siendo nada, sino pecadores convictos por la ley, la gracia de Dios les alcanzó. Pero tanto hablar de la ley, esclavizados a una perfección imposible, cuando ni ellos, ni todos los que mantienen una doctrina semejante, pueden cumplirla y solo mantienen un discurso religioso y una fachada. La misma que Jesús puso a descubierto denunciándolos como “sepulcros blanqueados”. Siempre buscaban disculpas teológicas para justificar sus infracciones porque, como denunció Jesús, cuando un asno suyo caía a un pozo en día de reposo, no lo dejaban allí hasta que pasase el día de reposo, sino que se esforzaban en sacarlo, o cuando se sentían enfermos en el día de reposo también iban ó enviaban a otros a buscar remedios para paliar su mal.

Fachada por fuera, pero por dentro muerte. Y pretendían poner sobre los cristianos cargas que no podían ser llevadas, pero que cuando les tocaba a ellos, se las saltaban, (Lc. 11:46). Ahora, estos “muchos” procedían del fariseísmo, y estaban tanto en Palestina, como en otros lugares de los territorios gentiles donde la presencia judía era activa e importante. Pretendían seguir y aceptar a Cristo, y liderar a las comunidades cristianas, por la ventaja de su conocimiento del Antiguo Testamento, en comparación con los gentiles, cuya mayor parte a estas alturas eran legos en la cuestión. Pero su conversión era falsa, porque realmente seguían pensando y actuando como antes. Nunca tuvieron un arrepentimiento de sus antiguos caminos. Y Pablo cuando escribe a los Gálatas, les llama “falsos hermanos” (Gal. 2:4. gr. pseudadelphos), porque no se guiaban por la fe del nuevo pacto basado en la sangre de Cristo, sino en la ley del pacto mosaico. Y el ministerio de estos, ahora enmarcado en un pseudo cristianismo, como antes en el fariseísmo ó en el legalismo esenio, era hacer hijos del infierno, (Mt. 23:15).

Constituían un auténtico frente de operaciones inicuo y satánico para pervertir los contenidos del evangelio. Falsificaban la doctrina, y se presentaban como “apóstoles”, por lo que se ve en la necesidad de desenmascararlos, llamándoles “apóstoles falsos” y “obreros fraudulentos” (2ª Cor. 11:13).  La gran batalla presentada por Pablo, que en ocasiones contrasta con la tibieza de los otros apóstoles merced a la cual consiguieron alcanzar verdadera relevancia en Jerusalén hasta la destrucción del templo, hizo que la mayoría de las iglesias de los territorios gentiles los rechazasen, de modo que constituyeron comunidades propias fuera de la comunión de las iglesias cristianas. En contraposición, ellos rechazaron a Pablo con todas sus fuerzas, llamándole “renegado” y “apóstata”, y no aceptaron ninguna de sus epístolas. Pretendieron algo que muchos ignorantes siguen afirmando aun hoy: que Pablo había inventado esta forma de evangelio, diferente a la de Jesús y que con su discurso había hecho apostatar a los judíos que estaban en las comunidades cristianas mixtas, hablado mal de Moisés y de la ley. Lo que olvidaban ó ignoraban es que sus mismos argumentos y acusación con respecto a la doctrina, ya la sostuviera el mismo Saulo antes de su conversión y los demás religiosos judíos, acusando de eso mismo a Esteban, por cuyo motivo fue asesinado, lo cual es suficiente prueba para demostrar que estos mismos contenidos estaban presentes en el discurso de los primeros tiempos de la iglesia. Con estas palabras le acusaron, (Hch. 6:11-14): Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este santo lugar y la ley, porque le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés. 

Los judaizantes, rechazados por la mayoría de las iglesias gentiles, y dada la situación política y social de Palestina, en donde tenían su principal fuerza, constituyeron sus propias comunidades pseudo cristianas.  Entre estas destacaron, como más extremos, los llamados “ebionitas”, nombre que significa “los pobres”. Este nombre no era por su forma de vida de particular pobreza, sino que fue un “mote”, un sobrenombre que le aplicaron las iglesias cristianas ortodoxas por su pobre y bajo concepto sobre la persona y figura de Cristo (Eusebio. Hist. Eccl.lib. III cap. 27). Ireneo, escribiendo a mediados del siglo II, se refiere a ellos afirmando que solo aceptan el evangelio de Mateo (que no es nuestro canónico evangelio de Mateo, sino uno psuedoepigráfico atribuido por ellos al evangelista, y rechazaban todos los demás evangelios y epístolas que reconocían las iglesias cristianas).

En su aislamiento doctrinal, alejado de los escritos del Nuevo Testamento, les llevó a desarrollar una cristología, en la que Jesús era un hombre, según Justino, un Hombre entre los hombres, pero no divino, sino un hijo de José y de María, que “iba justificándose a medida que crecía”, y que por su virtud fue como poseído por el Espíritu Santo, en el bautismo. Al producirse esta unión se convirtió en el “Hijo de Dios”, pero fue abandonado por el Espíritu  poco antes de sufrir la cruz, de modo que el que murió fue solo Jesús el hijo de José y María. Esta forma de herejía se llama “adopcionista”, en su versión “monarquista”. Sostenían la necesidad espiritual de cumplir las obras de la ley, guardar los sábados, celebrar las fiestas hebreas, alimentarse de alimentos puros, circuncidarse, promovían el vegetarianismo, etc. A todas estas ideas de forma concreta responde contundentemente Pablo en sus epístolas.

Para sustentar su doctrina y contar con un referente escrito se hicieron con su propia literatura, según las comunidades de que se tratase, y son conocidos: “el evangelio de los nazarenos”, “el evangelio de los ebionitas” y “el evangelio de los hebreos”. En este último, es el que atribuyen a Mateo, estaba escrito en hebreo, y que a diferencia de todos los textos canónicos, en lugar de seguir la base escritural de la LXX (la traducción al griego del Antiguo Testamento preparada para la Biblioteca de Alejandría en el s. II a de Cristo), seguían el texto masorético. En este texto, que no se conservó, solo han llegado algunos fragmentos, fue probablemente escrito en el s. II d.C., se muestra una historia fantástica y novelesco de la vida de Jesús. En este, el Espíritu Santo aparece en unas ocasiones como siendo “la madre de Jesús”, y en otras “el arcángel Miguel”. Las comunidades ebionitas desaparecieron en el siglo V.

Pese a todas las advertencias que Pablo dejó escritas en sus epístolas, algunos renombrados cristianos de los siglos II al IV llegaron a considerarlos verdaderos cristianos, en razón de su buen testimonio social y su, al menos aparente, piedad, aunque de peculiares costumbres. Pero en lo que Pablo escribe, no cabe la menor duda, “son enemigos de la cruz de Cristo”, y “su fin es la perdición”, como el de todos los enemigos de la cruz. Esto nos hace entender que la cuestión doctrinal de la persona de Cristo y de la obra de la cruz es básica para la salvación. Esto si que es doctrina, y no opiniones ó tradiciones. 

Para ser salvo no es necesario ser un teólogo, ni conocer todos los misterios y verdades de la revelación, pero hay algo que hay que saber y asumir; que somos salvos por pura gracia, no por méritos personales, por nuestras buenas obras, sino en virtud de la aplicación en nuestro favor del sacrificio del Hijo de Dios en la cruz, y que tal sacrificio es el único que satisface plenamente todas las exigencias de las justicia divina, sin que el hombre tenga que añadir de su parte méritos, sacrificios o actos de justicia. Siendo el hombre pecador, Dios nos justifica en Cristo Jesús, haciendo recaer sobre él, la pena que a nosotros nos correspondía. Y no se trata de nada que nosotros hagamos, pues es un perdón de pura gracia, que el hombre puede apropiarse en su favor por medio de la fe. Una fe que cuando es genuina produce un rechazo de lo malo y del pecado, y trata de agradar a Dios viviendo para su gloria con la ayuda del Espíritu Santo, comprometida, con el ejemplo de Cristo Jesús y con la extensión del evangelio de la gracia y del perdón. 

Pero no todos los judíos que aceptaron a Cristo defendieron estas tesis heréticas, aunque Justino afirma que hay otros, menos extremos, que proceden de las comunidades de Palestina bajo la influencia de Santiago, que participaban de la fe común, pero que se sujetaban a las tradiciones nacionales, lo cual es bastante diferente. Una cosa es hacer de la ley un complemento para la salvación, y otra cosa diferente es considerarlas como simples tradiciones nacionales, sin valor espiritual para la justificación del hombre, y que se respetan por razones tales como no causar tropiezos ó escándalos, para evitar disputas y enfrentamientos, como seña de identidad nacional, como costumbre ó normas de convivencia, pero sabiendo y afirmando que ni porque comiesen ó ayunasen, considerase buena la carne ó solo comiesen legumbres, se reuniesen en sábado ó en domingo, se circuncidasen ó no, etc. les convertía en más santos, puros ó agradables a Dios, ó que tales cosas añadían meritos valorables desde el punto de vista de su salvación. Para entender esto se debe leer cuidadosamente lo que Pablo escribió a los Romanos en el capítulo 14. Pero aun para aquellos que pensaban correctamente que en el asunto de la salvación no tienen nada que ver cuestiones de comida ó bebida, sino que entran dentro de la esfera de la libertad y de la relación personal en conciencia entre el creyente y Dios, pero consideran que estas cosas ú otras de la vida son realmente pecaminosas y ofenden a Dios, si las transgreden, por el juicio de sus propias conciencias, son en verdad pecado para ellos.

7.3.- Piensan en lo terrenal.

La tercera acusación que Pablo les hace es que piensan en lo terrenal”. Estos legalistas, estaban apegados a las cuestiones terrenales. Ya hemos dicho que a Abraham le fueron hechas dos promesas. Pero estos no conseguían distinguir la diferencia entre la promesa terrenal de descendencia, y la eterna de la bendición. Entre la que correspondía como pueblo de Dios en la tierra, y la del pueblo de Dios para una herencia eterna en los cielos. Tampoco discernían lo que de figura tenía la primera respecto de la segunda, y el antiguo pacto con el nuevo pacto en la sangre de Jesucristo. Mezclaban las normas del pacto terrenal con las cuestiones celestiales. Pablo había animado a los colosenses (3:1,2), diciéndoles que si realmente habían resucitado con Cristo, que si habían entendido el evangelio de la gracia y la obra de la cruz, buscasen las cosas de arriba. Las de Dios. Las celestiales: “Poned la mira en las cosas de arriba, y no en las de la tierra”. Que era lo mismo que Jesús había dicho sobre la necesidad de no hacerse tesoros en la tierra, sino en los cielos (Mt. 6:19,20). 

Los legalistas no habían entendido la dimensión espiritual del nacido de nuevo y todo lo seguían viendo y considerando en la dimensión religiosa ceremonial. Y el mayor peligro para las iglesias y la doctrina justamente venía a causa de que estos “falsos hermanos”, que eran “millares”, no vivían ostensiblemente en cualquier forma de inmoralidad ó disolución, pues con una conducta tal serían fácilmente denunciables, sino que mantenían un estricto control sobre su testimonio público de obras. Dejaban traslucir, según los criterios humanos, evidencias en su vida de honestidad y piedad (“todos muy celosos por la ley”, Hch. 2120,21). Como a los fariseos todo les era inmundo e impuro. No querían juntarse con nada que estuviese sin purificar. Daban diezmos y ofrendas. Se circuncidaban, guardaban los sábados y las fiestas. En cuanto a la ley, como Pablo en su vida antigua, procuraban mostrarse “irreprensibles”. ¿Qué habían cambiado realmente en sus vidas? ¿Para que murió Cristo? ¿Qué contenidos tenía el nuevo pacto?

CAPITULO 3

TEMA V

1.- Nuestra ciudadanía.

Pero nuestra ciudadanía (gr. politeuma. Comunidad, ciudadanía) está en los cielos”. La nacionalidad del cristiano no es la de la carne, sino la celestial. Gloriosa visión, muchas veces oscurecida por los cristianos que encontramos por muchos lugares defendiendo derechos, ciudadanías y nacionalidades terrenales, o discriminando a otros cristianos por razones de raza ó pueblo. Han perdido la visión que divide al mundo entre “salvos” y “perdidos”, sea cual sea la nacionalidad, el sexo, la condición económica ó social de las personas. Permanecen con los criterios de la carne. Los mismos que tenían los legalistas. Como consecuencia de esta perspectiva, Pablo escribe a los Gálatas 3:28 unos principios básicos de la Constitución del Reino de los Cielos al que pertenecen los redimidos por Cristo: Todos los que habéis sido bautizados en Cristo (recordemos que significa morir al mundo y resucitar con él), de Cristo estáis revestidos: Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos sois uno (lo mismo, iguales) en Cristo Jesús. De manera que nosotros, de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne, y aún si a Cristo le conocimos según la carne, ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2ª Cor. 5:16 y 17). Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu… Vosotros no vivís según (los criterios) de la carne, sino según el Espíritu, si es que (en verdad) el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, pero el espíritu vive a causa de la justicia… Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, moriréis, más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (Rom. 8:5, 9,10,12,13).

Estos son los principios de nuestra ciudadanía celestial, aceptados por fe, hasta que nuestros cuerpos (blancos, negros, amarillos, gordos, flacos, guapos, feos, sanos, enfermos, bien ó mal vestidos, de hombre ó de mujer) sean transformados semejantes al cuerpo de su gloria. ¿Cómo podemos ir dando importancia ó discriminando en razón de algo que está muerto, clavado en el calvario, condenado a desaparecer por obsoleto y pecaminoso, en lugar de tener nuestra mente renovada a los criterios y principios de lo que aguardamos?

Pese a todo, el legalismo, en sus diferentes variantes, más ó menos extremas, arraigó con fuerza y ha llegado hasta nuestros días, de tal manera que las mismas acusaciones que Pablo hacía entonces (piensan en lo terrenal, su dios es su vientre y son enemigos de la cruz de Cristo), pueden seguir siendo hechas en estos momentos a muchos cultos, sectas y organizaciones religiosas. 

1.1 La Iglesia Católico Romana.

La más importante es la llamada Iglesia Cristiana de Roma, (la Iglesia Católica, Apostólica y Romana) que a partir del siglo VIII se hizo con el control religioso de una extensa parte del mundo occidental, monopolizando el nombre de Cristo, con la influencia política, y la capacidad de perseguir con inmisericorde violencia a quienes se consideraban cristianos pero no aceptaban sus doctrinas en muchos campos, ni su autoridad. No se trata de hacer aquí una crítica a todo el sistema doctrinal romano, sino mencionar aquellos puntos en los cuales encajan con plena vigencia las acusaciones de Pablo de seguir otro evangelio (Gálatas 1:6-9). No son el papado, la estructura, las imágenes, el celibato, el ascetismo, lo que constituyen la gravedad de la trágica desviación doctrinal de su sistema religioso, estas cosas son más bien la consecuencia de pensar en lo terrenal, como dice Pablo. 

Los puntos que los convierten en enemigos de la cruz son los mismos que los que sostenían los legalistas: como complemento a la fe, afirmando que para ser salvo el hombre necesita aportar obras de justicia. Esto convierte al sacrificio de Cristo y a la cruz en insuficientes por si mismos. En segundo lugar, pretender que en la misa se produce un sacrificio propiciatorio eficaz para quitar los pecados, y en virtud de ese criterio repiten el sacrificio de la cruz ahora de forma incruenta (desoyendo y desobedeciendo la clara afirmación de las Escrituras de que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados, Heb. 9:22), muchas veces todos los días y por todo el mundo, como si lo que se hizo en la cruz en el Gólgota tuviese un efecto limitado, contrariando lo que escrito en Heb. 10:10-14: “Somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una sola vez… Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. Lo que Pedro afirmó de Cristo que “padeció una vez” (1ªPed. 3:18) O lo que dijo el mismo Jesús a la samaritana, Jn. 4:14: “El que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed para siempre”. El mismo invento del Purgatorio, ese lugar del que las Sagradas Escrituras no hablan para nada, es otro ataque a la cruz, porque Heb. 1:3 dice claramente que Jesús, “tras hacer la purgación de nuestros pecados por si mismo, se sentó a la diestra de Dios”. Jesús gritó desde la cruz: Consumado es, y ya no hay nada más que purgar. Pero ellos insisten en que con penitencias y mortificaciones, muchas de ellas bárbaras pueden alcanzar la victoria sobre el pecado y presentarse justos delante de Dios.

Mucho de lo demás es consecuencia de esto: que el sacerdote tiene poder para perdonar los pecados que se le confiesen ó que se puede alcanzar gracia salvadora por medio de los sacramentos, tales como bautismo, confesión, confirmación, etc. ó indulgencias adquiridas por diversas vías, de las cuales no se excluye el dinero.

En segundo lugar, les encaja la frase que su dios es su vientre, porque igual que aquellos pseudo cristianos del primer siglo, también pretenden que por medio de ayunos y abstinencias de carnes en determinados días, el hombre alcanza esa gracia santificante. Respecto a que solo piensan en lo terrenal, basta mirarlos. Apartando de la vista la cruz y la entrada que a través de ella tenemos al reino de los cielos, solo queda la dimensión física, visible y temporal de una organización, en la que todo está enfocado a los sentidos del cuerpo. Ceremonias, vestimentas, inciensos, velas, procesiones, etc. Y lo terrenal empapa toda su actuación, su papel como estado temporal, sus finanzas, la administración patrimonial de todo lo que le pertenece sean bienes ó personas, las relaciones políticas y sociales, sus influencias, etc. 

1.2 La Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus asimiladas.

Pero además de la Iglesia Católico Romana, dentro del legalismo podemos igualmente incorporar a algunas otras organizaciones, sectas ó cultos, que de alguna manera, y sobre todo en los últimos tiempos, pretenden formar parte del mundo protestante ó evangélico. Quizás la más conocida a nivel mundial es la Iglesia Adventista del Séptimo Día, fundada en el siglo XIX en los EEUU a partir de la predicación millerista, y del llamado “Chasco”, de que Jesús no regresase cuando lo habían vaticinado Miller y sus acólitos, que se habían separado de las iglesias tradicionales. Antes de padecer la vergüenza de volver humillados a sus iglesias, prefirieron seguir a disparatados profetas, uno de los cuales, quizás el más importante fue la Sra. Elena White, que engañando a través de falsas visiones y profecías consiguió retener en su organización a una buena parte de aquella gente, convenciéndolas de que eran el remanente fiel en medio de la apostasía de la Ramera y sus hijas (en alusión a la Iglesia Romana y a las iglesias Protestantes y evangélicas que celebraban sus actos religiosos en los domingos). Aunque su falso ministerio profético queda demostrado con las muchas de sus profecías que no se cumplieron, y sobre esto tenemos una advertencia clara en Deut. 18:22, pese a ello sus seguidores cerraron filas a su alrededor, promocionándola hasta el día de hoy como el espíritu de profecía de los últimos tiempos, y al contenido de sus libros como de la misma autoridad y valor que los contenidos de las Sagradas Escrituras.

Entre mucho negocio editorial, por la venta de los libros de la Sra. White, cuyos contenidos son meros plagios de otros escritores anteriores, adventistas ó no, pero presentados como visiones celestiales y revelaciones divinas. Las doctrinas más disparatadas que atentan a la fe son, que después de creer en Cristo, para ser salvo hay que cumplir con los contenidos “morales” de la ley mosaica. Que en la cruz no se hizo la purgación de nuestros pecados, sino mediante las doctrinas del Juicio Investigador y de la Purificación del Santuario. Así afirman y enseñan que Jesucristo en el día 22 de Octubre de 1844, no vino a la tierra como le esperaban los milleristas, sino que pasó del “lugar santo” al “lugar santísimo” del santuario celestial, para terminar su obra redentora mediante un juicio investigador para determinar quien puede ser salvo. De una forma especial pretenden guardar el sábado como en el antiguo pacto, porque es “el sello de Dios”  y afirman que “el domingo” es la señal de la bestia apocalíptica. También promueven la abstenerse de alimentos inmundos, y a través de su Reforma de la Salud, convertirse al vegetarianismo. Tienen muchas otras doctrinas disparatadas, pero como en el caso romano, son consecuencia del deficiente evangelio, la perdida de la perspectiva celestial y en esa huida hacia adelante se convierten en exclusivistas con el propósito de mantener el control sobre las personas que han caído en sus doctrinas.

Después hay otros muchos grupos más pequeños, algunos son simples escisiones de los otros, que rompieron con la disciplina y autoridad de estos pero conservan sus doctrinas. Podemos encontrar por el mundo adelante a Bautistas del Séptimo Día, ó a la llamada Iglesia de Dios del Séptimo Día, es una escisión de la IASD, cuyas doctrinas son la necesidad del bautismo para el perdón de los pecados, niegan la inmortalidad del alma, la Trinidad, el infierno, y tampoco comen carne, considerando especialmente impura la carne de cerdo.

2.- Peca mucho y cree más.

Luego, puede pensar algún lector, ¿uno puede hacer todo lo que quiera, comer todo lo que le de la gana, beber hasta emborracharse?, ¿es cierto el antiguo latiguillo romanista contra los protestantes de “peca mucho pero cree más”? 

Basta leer lo que Pablo escribió a los Gálatas sobre esa pretensión, que ya estaba presente en el debate del siglo I, en el capítulo 5, vers. 16 al 25. Creo que no necesita una mayor extensión que citar la conclusión del versículo 24: Los que son (realmente) de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Los que “practican” (gr. prassontes) tales cosas no heredarán el reino de los cielos, (v-21). Los que tienen estas cosas como una practica en su vida, son realmente “apostatas”, porque se oponen a la obra y trabajo esencial del Espíritu Santo que consiste en hacer morir en nosotros esas obras de la carne (Rom. 8:13), y pone en nosotros su fruto cuando le obedecemos siendo conscientes de nuestra incapacidad propia, pero al mismo tiempo tenemos la voluntad de glorificar a Dios con nuestras vidas. O tal vez nunca realmente se “arrepintieron”, y por lo tanto no tienen el Espíritu de Dios. Por esta posibilidad, el apóstol escribiendo a los corintios (2ªCor. 13:5), les estimula a que se examinen a si mismos si están en la fe realmente, y los elementos vitales de esa prueba son los frutos, actitudes y obras que uno produce. 

El cristiano no está bajo la ley, pero tiene que seguir la guía del Espíritu, y además está bajo la ley de Cristo (1ª Cor. 9:21), que es superior a la de Moisés, pues me pide que ame incluso a mis enemigos, cuando aquella mandaba aborrecerlos. La ley de Cristo nos reprende no solo cuando cometemos actos indebidos, sino incluso cuando simplemente los pensamos. La ley, como escribe Pablo a Timoteo (1Tim. 1:8-11) “es buena, si uno la usa legítimamente; pero sabiendo que no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuentos se oponen a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito”. Pero el cristiano ha sido justificado, librado del pecado y hecho siervo de Dios, teniendo por fruto la santificación, y por fin la vida eterna (Rom. 6:22).

La ley no es superior a la gracia, sino claramente inferior. En el decálogo no se prohibía aborrecer a los semejantes, siempre que no les matase, robase, engañase ó codiciase sus bienes. El decálogo no decía nada de la borrachera, ni de la poligamia, ni de la fornicación (solo del adulterio), nada de la ira, del egoísmo, de la murmuración, etc. etc. ¿Por qué? Pablo dice que era un “rudimento”, un instrumento primario suficiente. No se necesitaba más amplitud ni extensión de normas para manifestar el pecado y la lejanía de la condición natural del hombre caído con respecto a la santidad de Dios. Pero la gracia es un estado más desarrollado. No solo nos justifica, sino que nos otorga poder del Espíritu Santo para alcanzar una altura moral y espiritual muy superior, no por la prohibición y el castigo, sino por la obediencia, la exhortación, el consuelo, la amonestación y a veces la disciplina. Así, los mandamientos a los que se refiere Juan en sus epístolas son tres: Creer en Jesucristo (3:23), andar en él (1:7 y 2:5) y amarnos unos a otros (2:7-11; 3:10). Pero a través de la exhortación contenida en todo el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo nos instruye sobre como debemos comportarnos como padres, hijos, esposos, amos, siervos, etc. Nos estimula para la unidad, la solidaridad, la compasión, la misericordia, la bendición, la generosidad, la integridad, la justicia, la sobriedad, la seriedad, la gratitud, la amabilidad, la honradez, la hospitalidad, la paciencia, para aprovechar el tiempo, trabajar por el sustento, buscar la santidad, la oración, etc. Nos pide que renunciemos a la impiedad, a los deseos mundanos, a la ira, el enojo, la codicia, la avaricia, la blasfemia, las palabras deshonestas, la difamación, la pendencia, la fornicación, el robo; que contendamos por la fe, que crezcamos en la gracia y en el conocimiento de Dios, que nos guardemos de falsos maestros, profetas y hermanos, que no causemos divisiones, que seamos ejemplo de conducta, palabra y obra, etc. etc. etc.

¿Y esto para ser salvos? ¡No!, porque fuimos salvos para manifestar en nuestra vida estas “buenas obras” que el Padre diseñó de antemano para que anduviésemos en ellas, (Ef. 2:10); porque son buenas y útiles para los hombres, (Tit. 3:8), y por tanto para nosotros en primer lugar. ¿Por miedo a la perdición?. No, sino por gratitud a nuestro Señor Jesucristo por cuya gracia somos los que somos, (Col. 3:17); para el testimonio de nuestra fe, (1Cor. 1:6); para nuestra propia conciencia, (2ª Cor. 1:12); porque hemos oído y entendido los contenidos del evangelio y queremos producir el fruto del Espíritu de Dios que mora en nosotros (el buen árbol no puede dar mal fruto, aunque unos fructifiquen a diez, otros a cincuenta y otros a ciento, Luc. 6:43 con Mr. 4:20 y Ef. 5:9); porque seremos juzgados por la ley de la libertad, (St. 2:12,13); para anunciar las virtudes –no nuestras, sino- de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1Pe. 2:9); porque nos dio ejemplo, (Jn. 13:15); porque el Espíritu de Dios mora en nosotros y nos guía, (Rom. 8:9,14); para estimular a otros, (2Cor. 9:2); porque nos espera una corona incorruptible, (1ª Cor. 9:25); porque esperamos en el Dios viviente, (1Ti. 4:10); porque… podría seguir añadiendo razones y razones, pero creo que es suficiente para responder a su cuestión.

No podemos terminar el comentario de este importantísimo capítulo 3, sin extraer unas consideraciones practicas a nuestros días y en relación con la actitud que debemos mantener con y hacia estos grupos legalistas actuales como iglesias cristianas cuyo evangelio y fe son los que emanan de la obra de la cruz. Y también la que debe sostenerse desde la perspectiva que hemos analizado de ciudadanos de los cielos.

Utilizando la frase de Jesús en  Lucas 11:22-23 (Cuando un hombre fuertemente armado guarda su palacio, en paz están sus posesiones. Pero cuando viene otro más fuerte que él y lo vence le quita sus armas en las que confiaba y reparte el botín), si nosotros estamos viviendo en nuestro Castillo Fuerte, fuertemente armados de este pensamiento (1ª Pe. 4:1), para que lo que nos resta por vivir en la carne, lo hagamos para Dios, no para seguir los caminos, las ideas o los principios de los que no tienen esta ciudadanía, nuestra vida espiritual como individuos, como iglesias locales, disfrutarán de la tranquilidad de que estamos haciendo cuanto conviene a la gloria de Dios y a sus planes. Pero si dejamos que las ideas de los que piensan en lo terrenal sean más fuertes que las nuestras, caeremos de nuestra firmeza, seremos vencidos, y se llevarán como botín nuestras armas cristianas e incluso a nosotros y a nuestras iglesias e instituciones presos para sus intereses.

Así entonces, yo quiero expresar mi postura personal sobre un tema, que en esta como en otras cosas de las que hemos estudiado con probabilidad será minoritariamente compartido. Un tema que desde hace cincuenta años se respira con intensidad en el entorno de las iglesias evangélicas a lo largo del mundo y que bajo mi personal criterio, constituye una pérdida de nuestra perspectiva como ciudadanos celestiales para dar ocasión a una de estas acusaciones que Pablo hace a los legalistas: que solo piensan en lo terrenal: Que cada vez lo terrenal gana fuerza en cuanto a la visión, la preocupación y las actuaciones de los cristianos evangélicos, en detrimento de los intereses de nuestra “nación celeste”. Son las instituciones que se están creando en muchos países dentro del mundo evangélico y cuyas pretensiones están centradas en objetivos terrenales, en detrimento de los espirituales y eternos. Pretensiones de unidad y ecumenismo por encima de la doctrina. De establecer órganos de influencia política y social.

Creo que tenemos que considerar las contundentes exhortaciones de Pablo, claramente expuestas en todas sus epístolas a las iglesias, para extraer fundamentales enseñanzas de aplicación en nuestros tiempos. Toda esta instrucción, preservada por el Espíritu Santo en las Sagradas Escrituras es una fuente de inspiración para nuestros días. No solo para formarnos una opinión respecto a nuestro papel, como cristianos evangélicos, en la sociedad humana, sino para juzgar las cosas que en nuestro medio se están constituyendo, y luego participar ó no de ellas. 

3.- Ecumenismo?

Sobre este asunto analizaremos la actitud de Pablo, pero también la de Jesús en este contexto. Las preguntas y argumentos que se exponen y que se oponen frecuentemente son: ¿Era Pablo un intransigente fundamentalista? ¿Debemos nosotros ser más tolerantes con las personas que sostienen variaciones doctrinales de este tipo, minimizando la importancia, uniéndonos entre los fieles y seguidores y dejando estas cuestiones para técnicos y teólogos? ¿No compartimos el mismo Dios, el mismo Jesucristo, las mismas Sagradas Escrituras? ¿No debemos buscar lo que nos une y dejar a un lado lo que nos separa en aras de buscar la unidad por la que Jesús pedía en Juan capítulo 17, y presentar un frente común contra el materialismo, el ateísmo, el evolucionismo y otros “ismos” que se oponen a una fe en Dios? ¿No tenemos en común muchos planteamientos sociales, que nos pueden dar fuerza en la lucha para la defensa de la vida, como el aborto, la eutanasia, la manipulación genética, la defensa de la familia, de los derechos humanos? ¿Oponerse al ecumenismo no representa una voluntad retrógrada que habla de la intransigencia del pasado, de inquisiciones, torquemadas, persecuciones, descalificaciones que debemos superar? ¿No han pedido perdón ya los líderes en nombre de todos por los errores del pasado? ¿No se nos ha quitado ya el sambenito de herejes y ahora somos los hermanos separados? ¿No debemos caminar unidos, haciendo un frente común, puesto que Dios es más grande de lo que nosotros pensamos, y está por encima de muchas de estas cuestiones?

Abordemos la cuestión, considerando en primer lugar que Pablo muestra tres actitudes diferentes de acuerdo con tres grupos de personas envueltos en el legalismo: 

Por un lado, esta parte que hemos considerado en nuestro estudio, muy contundente con los calificativos como hemos visto a lo largo de este capítulo, contra los promotores del legalismo cristiano, y contra aquellos que habiendo tenido conocimiento suficiente de la fe genuina defienden las posturas heréticas y contrarias a la fe de la salvación por gracia.

En segundo lugar, respecto a aquellos que habiendo conocido el evangelio genuino, ahora están prestando oídos al legalismo y a sus apóstoles, como por ejemplo los gálatas a los que también de una forma contundente llama “Insensatos” y “Necios” (Gal. 3:1, 3), pero con toda paciencia y extensión los exhorta e instruye en su epístola con el ánimo solícito de un padre espiritual, confiando en que dándose cuenta de su error volverán a la ortodoxia de la fe, y cerrarán los caminos de los trastornadores de almas.

Finalmente, y en tercer lugar, encontramos de parte de Pablo, unas palabras llenas de cariño y preocupación por aquellos que militan en el legalismo del antiguo pacto, bien porque no conocen el nuevo, bien porque la instrucción recibida de sus maestros y guías espirituales les impide abrir los ojos a la oferta de la gracia de Dios en Cristo. Pablo dice de ellos escribiendo a los romanos, que siente por ellos “una gran tristeza” y un “continuo dolor de corazón” (Rom. 9:1-5), y en su favor eleva sus oraciones a Dios (Rom. 10:1). Añade que a ellos les dice que reconoce su sincero celo por servir y seguir a Dios, pero fatalmente equivocados, lo cual los conduce a la perdición. En su objetivo de alcanzar a estos, Pablo, escribiendo a los corintios (1ª Cor. 9:20) dice que, incluso ha llegado a presentarse delante de ellos como si el mismo estuviese sujeto a la ley de Moisés, como ellos, lo cual yo no voy a censurar por tres razones. La primera porque con juzgar mis propios actos tengo bastante; la segunda, porque Pablo, como yo, dará cuenta delante de Cristo de sus propios actos, y Él será el Juez justo que juzgue conociendo las intenciones del corazón (1ª Cor. 4:5) y traerá a la luz todas las cosas, y determinará sobre toda cuestión. Y, en tercer lugar, porque nosotros ignoramos las circunstancias concretas bajo las cuales Pablo actuó de semejante manera.

Así resumiendo, ofrece las posturas siguientes:

Contundente descalificación de los esparcidores de la herejía, que van presentándose como apóstoles de Cristo.

Contundente crítica, pero paciente exhortación, para los que, por ignorancia, han prestado oídos a la herejía legalista.

Oración por los que en su ignorancia bienintencionada tienen un auténtico celo por Dios, pero tienen el velo de Moisés puesto sobre sus corazones (2ªCor. 3:15), impidiéndoles que la luz del evangelio les ilumine. 

4. – ¿Era Jesús más tolerante que Pablo?

Ahora vamos a dedicar unos párrafos al argumento, presentado por algunos, de que Jesús presenta un perfil mucho más tolerante, cuando reprende a Juan en Mr. 9:38-40. 

Veamos los antecedentes: En un desplazamiento por Galilea, y mientras se dirigían a Capernaum, los discípulos sostuvieron a espaldas de Jesús una fuerte discusión. El asunto era quien tendría la autoridad del grupo en ausencia de Jesús. Quien mandaría sobre los otros. Jesús les deja que discutan haciendo como que no se entera, pero al llegar a Capernaum les pregunta ¿Qué discutíais entre vosotros en el camino? Pero ninguno de ellos respondió nada. Entonces Jesús, demostrando que lo conocía perfectamente, les dijo: Si alguno quiere ser el primero (quiere alcanzar autoridad sobre los demás) que sea el último y el que sirva a todos. Y les puso como ejemplo el cuidado de un niño, que hecho con cariño, solicitud y paciencia en el nombre de Jesús, era equivalente a hacérselas al mismo Jesús y al Padre. En este punto, le interrumpe Juan, y llama la atención de Jesús al hecho de que se habían encontrado con uno que iba por ahí, echando fuera demonios en el nombre de Jesús, pero no se sujetaba a los discípulos, a sus requerimientos de “lugartenientes” del propio Jesús, sino que no les reconocía ninguna jurisdicción ó autoridad sobre él. Entonces ellos se lo impidieron, porque no les seguía a ellos. Jesús dijo: Dejad de impedírselo, porque ninguno que haga un poder en mi nombre podrá inmediatamente hablar mal de mí, porque el que no está contra nosotros, a favor de nosotros está. 

Este episodio, empleado en muchas ocasiones como argumento, creo que tenemos que situarlo en su contexto. Primero, lo que Juan y los otros discípulos pretendieron, fue imponer su autoridad patrimonializando el nombre Jesús, y lo que se hiciese bajo ese nombre sin su control. Pensaban, y de ahí la discusión que tenían que establecer un orden jerárquico que administrase a cualquiera que invocase a Jesús. Pero Jesús descalifica totalmente ese tipo de criterio. La autoridad se gana sirviendo con honestidad, no por imposición, de tal manera que si ellos sirven como deben en el nombre de Jesús, haciendo a los hombres lo que harían a su Salvador, alcanzarían el reconocimiento que anhelaban. Además, Jesús introduce una cuestión de tipo práctico, viniendo a decir que: Él que no nos perjudica, nos favorece. Y que no conviene que alguien que acaba de hacerse admirar por la gente realizando algo poderoso en el nombre de Jesús, en el mismo acto y delante de los mismos testigos, pueda hablar cosas contra Jesús y los suyos, influido por la actitud de los discípulos. Creo que el sentido práctico es evidente, y la enseñanza es la de no dar ocasión a que tal hecho se pueda producir. 

Dentro de esta exégesis y contexto, en las palabras de Jesús no hay base para la pretensión de que se admita a comunión a cualquiera que traiga en su nombre cualquier desviación doctrinal, y que lo consideremos hermano ó nos presentemos en común delante del mundo en la consecución de determinados objetivos. Tampoco Pablo pretende prohibir el ministerio de los legalistas, invocando autoridad apostólica sobre estos desviados. Lo que hace es advertir a los cristianos para que no permitan en su seno que tales ideas arraiguen. Que no los acepten en su seno ni los tengan por hermanos en la fe. 

5.- Unidos en lo común para una causa buena.

Otro argumento es: ¿Qué hay de malo en orar juntos si tenemos planteamientos comunes? ¿No oraba Jesús en las sinagogas con los judíos? Veamos. Jesús empezó su ministerio público predicando los sábados en las sinagogas de Galilea. Así le encontramos en la de Nazaret hasta que se armó el revuelo de Lucas 4. Luego en la de Capernaum (Mr. 1:39; 21 Lc. 4:15, 16, 31, 44 y 16:6) hasta que vinieron de Jerusalén los herodianos y los escribas (Mr. 3:1) trayendo instrucciones de los jerarcas con respecto a sus él y a sus enseñanzas, acusándole de blasfemia (Lc. 4:21). Jesús, como Pablo en su tiempo, predicaba en los días de reposo,  porque era cuando allí se congregaba la gente, librando de sus trabajos cotidianos, para escuchar acerca de Dios y de su  Palabra. Ahora bien, Jesús no oraba con los transgresores en comunión de objetivos, sino que como dice el profeta Isaías, “oraba por los transgresores” (Is. 53:12). Lo mismo que vemos que hacía Pablo, según sus propias palabras en romanos que hemos mencionado. Sus oraciones eran en favor de los que vivían en la oscuridad de las tinieblas para que les resplandeciese la luz del evangelio. No vemos a Jesús orando con los fariseos, con los sacerdotes, con los levitas, ofreciendo al pueblo una confusa imagen de cooperación, de semejanza doctrinal, de unidad espiritual. No, para la propaganda y para la confusión.

Pero los promotores de este tipo de cuestiones ecuménicas nos dicen que tenemos muchos temas en común con otros que igualmente invocan a Cristo. ¿De qué índole son estos temas? Antes los hemos mencionado. Cuestiones éticas y practicas cotidianas de la sociedad, en las que sostenemos criterios semejantes, que por si mismo justifican el alcanzar un frente unido que resuene con más fuerza en la sociedad.

Bueno, también sobre esta cuestión discrepo, y voy a expresar mi postura, entendida igualmente bajo la perspectiva de “ciudadano del cielo”. En diversas ocasiones la gente de su tiempo intentó involucrar a Jesús en los conflictos derivados de diferentes intereses terrenales. Recordamos el tema de los impuestos romanos. Era no solo una cuestión política, sino también social, porque mediante tales tributos se explotaba a los pobres mientras se enriquecían los odiados publicanos. Esta cuestión podía dar bastante de si. Pero Jesús expresó con claridad que aquello pertenecía al reino de este mundo, representado en la imagen del Cesar, no al reino de los cielos. Así pues, al Cesar lo del Cesar, y a Dios lo de Dios. “Mi reino no es de este mundo” afirmó ante Pilato (Jn. 18:36). Los intereses del reino de los cielos no son los intereses del reino terrenal. En otra ocasión (Luc. 12:14) pretendieron hacerle arbitro de una disputa sobre herencias. Querían que mediase en un conflicto de intereses terrenales. Ya sabemos que en muchas ocasiones este tipo de cuestiones derivan en violencia ó en graves enemistades familiares. ¿Jesús debía intervenir mediando en el conflicto? Sus palabras fueron contundentes: ¿Quién me puso por juez ó partidor sobre vosotros? (sobre vuestros conflictos). Y yo también afirmo, ¿quién nos puso a nosotros como cristianos  en esos mismos papeles?

En el episodio de Luc. 13:1-5 presentaron a Jesús otra cuestión que había levantado indignación y escándalo entre los judíos. El tema podía derivarse a la crítica de la crueldad, de un acto sacrílego de los romanos. Jesús desvía totalmente la cuestión del suceso en si, llevándolo al terreno de la visión espiritual del asunto, y añade una nueva cuestión a la conversación: el caso de otra tragedia que había acontecido con el derrumbe de una torre ocasionando la muerte de dieciocho personas. A pesar de la absoluta diferencia de circunstancias, la perspectiva de Jesús para ambos casos era la misma: el destino espiritual de las personas: Tanto en un caso como en otro, muertos en sus delitos y pecados. Destituidos eternamente de la gloria de Dios. Y a los que tanto preocupaban estas cuestiones, ¿Qué importaba como tuviesen el fin de su existencia, si compartirían el mismo destino eterno? Este era el nudo del interés de Jesucristo y su preocupación por los oyentes: Si no os arrepentís todos pereceréis de la misma manera. En accidente? Por terrorismo? Por muerte natural? Joven? Viejo? En guerra? En la cama?

Las iras de Jesús fueron contra los que convirtieron la casa de oración en cueva de ladrones. Tampoco en otras ocasiones fueron dirigidas hacia los crueles romanos, sino aquellos que cruzaban tierra y mar para hacer un prosélito y lo dejaban convertido en un hijo del infierno más cerrado y rebelde a la gracia de Dios que antes. Hacia los que escandalizando apartaban a los perdidos del camino de la salvación. Estos eran los problemas del reino de los cielos, y no los otros. Tampoco Pablo presentó críticas a tantos extremos criticables de las sociedades romanas ó griegas, ni a las actuaciones de autoridades ó terroristas, que también los había. Ni a la esclavitud, ni a la crueldad. El solo tenía una predicación y era mostrar a Cristo como la única respuesta para las necesidades del ser humano.

Jesús probablemente conocía desde hacía tiempo que Herodes deseaba conocerle. Posiblemente tanto tiempo como el que transcurre desde Mr. 6:14 hasta Lc. 23:8, pero Jesús nunca fue a verle. Y cuando le llevaron delante de él, no le dijo ni una palabra. No tenía nada que tratar con Herodes. Sin embargo, en lugar de tener estos ejemplos delante de nuestras perspectivas, encontramos una gran actividad en el mundo evangélico creando instituciones cuyos líderes anhelan ser recibidos por los jerarcas de este mundo. Mantener reuniones de jerarca a jerarca… con honores, para presentar no se que propuestas, en lugar de presentarles su condición de perdidos y el mensaje de la reconciliación.

6.- Consiguiendo un mundo feliz.

Imaginemos que por medio de esas “negociaciones” y “propuestas” de tipo ético y social aplicadas a las políticas de los pueblos, se alcanzase una versión del “mundo feliz”. Un escenario semejante al que describió magistralmente el escritor inglés Aldous Huxley, hace ahora 70 años, y que aprovecho para recomendar su lectura porque está más que nunca de actualidad. Imaginemos que en el proyecto de conseguir ese mundo sin aparentes injusticias, reprimiendo a los rebeldes ó narcotizando a los díscolos, se consiguiese esa sociedad sin guerras, sin conflictos, perfectamente establecida sobre la paz de los cementerios. Donde la inmensa mayoría de la población humana disfruta de buena salud, de un trabajo a la medida. En la que se erradica la delincuencia ó incluso se detienen las guerras. Todo ello en base a políticas y propuestas humanas, pero donde esa misma población vive sin Cristo, sin arrepentimiento de los pecados y sin la esperanza de la vida eterna. Perfecta sociedad en el plano humanista y político. Pero ¿cómo sería un mundo de ese tipo bajo el punto de vista del plan de Dios?: ¡Perdido! ¿Sería por algo como eso de lo que dicen que tenemos que orar juntos, aunque la mayoría de la humanidad siga sin Cristo y sin salvación? Esa disposición ya no solo se promueve y se percibe como un llamamiento a la unidad de los que se autodenominan cristianos de cualquier tendencia aunque sea herética, sino que quiere aglutinar también a las sectas paracristianas, y a la cooperación y unidad de todas las religiones sean de la clase que sean. ¿Es qué no se ve el disparate de todo ello? ¿Es que no se identifica al que está detrás de este pragmatismo? Si, si. El mismo Satanás, porque a río revuelto ganancia de pescadores, y él está siempre buscando pescar.

¿Orar por la paz? La paz que Cristo trajo no es la paz de la que habla el mundo. El Príncipe de Paz dijo: No vine a poner ese tipo de paz, sino espada. ¿Mediar? No somos mediadores de los conflictos de los hombres, como Jesús no lo era, ni Pablo tampoco. Jesús era Mediador, pero entre Dios y los hombres. Mediador de una nueva alianza en su sangre. Y nosotros somos embajadores del reino celestial ante los habitantes de la tierra con un único mensaje: Reconciliaos con Dios. Ó todos pereceréis igualmente, de la misma forma: sin Dios y sin salvación. La paz que tiene que ser objeto de nuestras oraciones es para que el Espíritu Santo nos fortalezca y nos de valentía para testificar de Cristo; para que vivamos los contenidos evangélicos en plenitud; para que seamos sal y luz de la tierra.

 ¿Quiere decir esto que entonces permanezcamos impasibles e insensibles ante los problemas sociales e injusticias que imperan en el mundo? No. La cuestión que se nos plantea en la esfera de nuestra responsabilidad es que como cristianos vivamos un tipo de vida cuyos comportamientos que están perfectamente descritos en el Nuevo Testamento, tanto en las relaciones con los demás cristianos, nuestros conciudadanos celestiales, como con los individuos de la sociedad humana que nos rodea. Pero no podemos perder de vista que estas personas viven como lo hacíamos nosotros antes, en los tiempos de nuestra ignorancia, es decir, siguiendo la corriente de este mundo, bajo la potestad del príncipe de la potestad del aire, bajo los deseos de la carne, haciendo la voluntad de la carne y de los razonamientos humanos (Ef. 2:2-3). Sin Cristo, ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo (Ef.2:12). En cuyo estado, la condición natural no es actuar con criterios de la justicia de Dios, sino en la necedad, la rebeldía, el extravío, la esclavitud a la lujuria y a todo tipo de placeres sensuales, viviendo en malicia y en envidias, siendo detestables y odiándose unos a otros (Tito 3:3). 

7.- ¿Exhortando al mundo incrédulo?

Pablo, como los demás autores de las epístolas, en sus exhortaciones con respecto a la forma de vivir, no se dirigen a los que no creen, sino solo a los cristianos, porque estos, con la ayuda del Espíritu Santo, pueden ser vencedores de las consecuencias de la naturaleza humana caída, y eso aun con dificultad (1Ped. 4:18). Así encontramos importantes textos como los de Rom. 12:17-13:10, Gal. 5:19-25; Ef. 5:1-20, Col. 3:5-4:6, 1Tim. 6:1-11, y prácticamente toda la epístola de Santiago, y 1Jn. 3, 1Pe. 2:11-3:17 y 4:1-5, etc. etc. Pero no escriben llamando a la justicia, a la honestidad ó a la ética a los que no han nacido de nuevo, porque están incapacitados desde tal condición para hacer la obra y la justicia de Dios. No pueden hacerla (Rom. 8:7). Antes ó después, con mayor ó menos intensidad, a pesar de sus mejores intenciones no pueden resultar vencedores contra sus inclinaciones y solo representan, en el mejor de los casos, la contradicción del conflicto. Tapan un agujero y se abren dos. Se soluciona un problema y se genera otro. Y así, problema tras problema.

¿Que hay guerra? La respuesta es Cristo. ¿Qué hay inmoralidad? La respuesta es Cristo. ¿Qué hay marginalidad? La respuesta es la reconciliación con Dios. Ninguna organización por muy cristiana que se llame constituye una respuesta en sí misma, ni las mesas de conferencias, ni los comunicados condenatorios. Colocarse en ese papel es dejar de hacer el auténtico papel que nos corresponde: Evangelizar. 

La sociedad mejora en su conjunto cuando el peso de los ciudadanos del cielo es mayor. Si hubiese al menos diez justos en Sodoma, no sería destruida, Gen. 18:32. El problema de Sodoma no fueron sus propias obras malas, sino que Lot y su familia no consiguieron llevar al temor de Dios a nadie de aquel lugar, ni siquiera a los pastores de su propio rebaño. (Con todo, yo respeto a Lot, por conseguir que al menos los demás no lo contagiasen a él,  2Pe. 2:8). Pero no fue un instrumento de bendición. Los cristianos ocupan roles en todas las esferas de la sociedad y, cuando viven consecuentes con su fe, desde el ámbito de sus responsabilidades alumbran condiciones de justicia: Cuando viven sin acepción de personas, cuando respetan los derechos de los demás, cuando cumplen con las leyes, cuando frenan actitudes xenófobas, cuando no votan propuestas contrarias a la moral ó a la justicia que emana de la fe, cuando respetan y defienden la vida con sus actos… pero sobre todo cuando anuncian el evangelio con sus labios y con sus actos.

8.- La luz del mundo.

Todo esto no tiene nada que ver con convertirse en árbitros, sino en luz. No se trata de promover manifestaciones, sino de manifestar la fe por los hechos. No consiste en enviar comunicados escritos, sino en ser cartas vivas. Este tipo de comunicados que algunos creen que tienen el deber de hacer en determinadas ocasiones, con frases tales como: Las iglesias evangélicas condenan… Manda una carta de protesta al gobierno… promueven, bajo mi punto de vista, papeles para los que no están legitimados, ni por representación, ni por misión. Los comunicados debieran ser: “Cristo sigue siendo la única respuesta para el hombre”, “los problemas de la sociedad solo tienen como origen la rebeldía a la oferta de reconciliación de parte de Dios”. Las iglesias evangélicas ante la conmoción popular producida por…, dicen que: “antes si no hay un arrepentimiento todos perecerán igualmente”, etc. Todo lo demás, con los debidos respetos, no es más que politiquería y afán de protagonismo personal, que muchos andan buscando. Lo que sucede es que en el fondo tienen vergüenza de hablar públicamente de “pecado”, “perdición”, “infierno”, “Satanás”, etc. porque les parecen términos que no son actuales. Son palabras que pueden ofender a la gente ó son políticamente incorrectas. O sencillamente porque una mayoría de los llamados cristianos ya no los creen y entonces, ¿cómo los van a proclamar? 

9.- El evangelio como receta social.

Reducir el poder del evangelio una filosofía ó doctrina social es otra equivocación que consiste en poner la vista en las cosas de la tierra. El evangelio es poder de Dios para salvación (Rom. 1:16), y eso también contribuye a mejorar la justicia. Los cristianos debemos ser compasivos, recordando la compasión que Dios mostró hacia nosotros, y esto nos llevará a comprometernos con los más desfavorecidos, con los más injustamente tratados, con los más necesitados. Y podemos actuar en muchas circunstancias como Jesús, quien teniendo compasión alimentó en varias ocasiones a muchedumbres hambrientas, pero cuando estas le seguían porque solo buscaban en él una respuesta a sus necesidades materiales, se fue de junto de ellos (Jn. 6:15). Una cosa es ejercer misericordia y otra diferente es que la misma misericordia haga perder de vista el núcleo esencial del propósito de Dios. Aquellos querían pan, y Jesús podía dárselo, de hecho se lo había demostrado, pero su misión no era que las personas fuesen al “gehenna” bien alimentadas, sino que creyesen en el pan de vida que satisface todo lo que el hombre trascendente necesita (Jn. 6:25-40). Y, cuando no les dio de comer, sino que les predicó de la salvación con toda claridad, cuenta el relato que desde aquel mismo día muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él (Jn.6:66). Ya no era útil para sus mentes carnales. Solo buscaban un medio para vivir mejor sin trabajar. Materialismo puro. Solo bajo ese propósito fue que quisieron hacer rey a Jesús. Pero cuando demostró que no se dejaba utilizar, sino que quería ser rey de sus vidas, para un reino que no es de este mundo, la respuesta fue: Para un rey así preferimos seguir con el César (Jn. 19:15). 

Jesús a lo largo de su ministerio demostró que los pobres, los abatidos y necesitados de este mundo son destinatarios preferenciales para la oferta del evangelio (Lc. 4:18; Lc. 14:13). Estuvo con ellos, vivió como ellos, les ayudaba, se compadecía de sus necesidades, pero Jesús no vino a resolver el problema de la pobreza del mundo, ni el evangelio es la filosofía social que lo va a conseguir. Solo debemos saber que la mayor justicia de este mundo está en una relación directamente proporcional al número de creyentes y a su fidelidad a los contenidos del evangelio. Pero ¿como creerán de Aquel de quien no han oído? ¿Y como oirán sin haber quien les predique? (Rom. 10:14). Luego, volvemos a concluir que la respuesta es solo una: Predicar el evangelio a toda criatura con la perspectiva de la reconciliación con Dios y las consecuencias derivadas de alcanzar una mayor justicia, paz y bienestar también en la vida presenta para todos, creyentes ó no.

10.- Ser uno.

La verdadera unidad tampoco consiste ni en estar todos juntos, ni revueltos, ni en alcanzar pactos de compromiso ni la celebración de actos conjuntos. La unidad de la iglesia que deseaba Jesucristo orando para que sus discípulos sean uno, es tan simple como que cada uno de los cristianos, nacidos de nuevo se mantengan fieles al evangelio, confiando en Sus promesas y obedeciendo a Su ley, la del amor. Por eso Jesús expuso en la misma oración que la unidad se alcanza cuando él está en sus discípulos, no cuando estos estén juntos ó reunidos (Jn. 17:21 y 23). De la misma forma en que el Padre está identificado con el Hijo, y el Hijo con el Padre, la unidad perfecta la forman todos aquellos que individualmente están identificados con Jesucristo, y unidos a él como los pámpanos a la vid, mediante el sacrificio de su sangre y la obediencia a sus principios.

Cualquier otra forma no es más que un deseo de marear la perdiz, un pretexto para que vivan del cuento un buen número de individuos, haciendo turismo de un lado para otro, para asistir a reuniones tan absurdas e inútiles como ellos mismos. Es hacer el cuento a la secta romanista, que como ha perdido el poder represor del pasado y cada día más gente conoce el fraude de sus pretensiones históricas, y la falsedad de sus doctrinas, para el fin de sostener su tinglado estarían dispuestos a pactar con el mismo Diablo, si sus estructuras vaticanas empapadas de masonería no lo han hecho ya, porque su oferta es la misma que Satanás hizo a Jesucristo: “Todo esto te daré si postrado me adorares”. Esa adoración es el reconocimiento de su papel como importante organización depositaria de la tradición cristiana apostólica. Es dejar de denunciar sus falsas doctrinas. Es permitirle retener sin abrir los ojos a las pobres personas que están enganchadas a su sistema folclórico religioso, renunciando a nuestra labor evangelizadora en aquellos lugares y países donde tiene más adeptos. Es llevar la confusión a la gente presentándonos juntos, como si todo fuese un parte de la misma cosa. Es fabricarles Biblias con los apócrifos desde las Sociedad Bíblicas Unidas y promover versiones “interconfesionales” donde se pactan por consenso la traducción de aquellos términos que mejor parada dejan a su teología. 

¿Y a cambio que da? Pues poco, como hace Satanás. Promete mucho, pero luego no da, porque es el padre de la mentira. Y esa organización, por favor no me malinterpreten, pues no me refiero a sus seguidores, pues estoy seguro que muchas son personas de buena fe, sino al sistema y a sus mandamases, es un pozo de mentira histórica, teológica, propagandística y política. Lo que dan: es permitir el alterne a unos cuantos figurones del protestantismo, que se sienten halagados de que les reciban, fotografíen y almuercen con tan “distinguidas personajes”, como son el Papa y sus funcionarios, en tan suntuosos edificios y escenarios, rodeados de pompa. Fomentar la corrupción económica de las instituciones evangélicas apoyando que funcionen bajo los mismos parámetros de parásitos que ellos, cobrando de los presupuestos públicos de los países. Así mal de muchos… Y poco más… Pero ¿Cómo se puede marchar en unidad con los enemigos de la cruz de Cristo? ¿Lo haría Pablo? ¿Lo debían hacer los filipenses con los legalistas?

ANEXO:

POSIBLE CRONOLOGICA BIOGRAFICA DE SAN PABLO Y MARCO HISTORICO 

(bajo el calendario Juliano, según criterio de Pablo Blanco)

-9 al  -6

Sentius Saturnius es el “gobernador general” de Siria y Judea. 

 

-8 -5

Primer censo romano de Palestina y Egipto. Cirenio, senador romano,   “gobierna” desde Cesarea las cuestiones de la propiedad romana de Siria y Judea.

Lc.2:1-2.

Año -7 -6

Nacimiento de Jesús en Belén de Judea.

Mt. 2:1

Año -5

Huida a Egipto de José, María y Jesús.

 

Año -4

(Primavera) Muerte de Herodes el Grande. Importante revuelta en Judea reprimida por el príncipe Arquelao, y más tarde por Varo, legado romano en Siria.

Guerra II,3

Guerra II, 55-65

 

En Roma, nombramiento de los hijos de Herodes por parte de Augusto: Arquelao, etnarca de Idumea y Judea (la mitad del reino), y en la otra mitad nombra como tetrarcas a Herodes Antipas, de Perea y Galilea, y a Felipe, de Iturea y Traconite.

Luc. 3:1

Guerra II, 93,98

Año 3 al 7

Nace en Tarso (Cilicia), hijo de un judío fariseo, ciudadano romano.

Hch.22:27;

Año 6

Arquelao es depuesto por Augusto y desterrado a Viena (Galia).

Cirenio ó Quirino es nombrado “gobernador general” de Siria y Judea. Segundo censo para liquidar los bienes de Arquelao.

Surge el movimiento de los celotes bajo Judas el Gaulanita.

Hch. 5:37.

Antig. XVIII, 1ss

8-25

Pablo se cría en Jerusalén y es alumno de Gamaliel.

Hch.22:3; 26:4

Año 14

Muerte de Augusto Cesar. Le sucede Tiberio, hijo de Libia, su yerno.

 

25-33

Probable regreso a Tarso. Trabaja en su oficio como fabricante de tiendas. Probable matrimonio y enviudamiento. No coincide en Judea durante el ministerio de Jesús.

 

Año 25-26

Herodes Antipas se enamora en Roma de Herodías, la mujer de su hermanastro Filipo, quien tiene una hija adolescente llamada Salomé. Convienen en casarse cuando regresen a Judea, abandonando ella a su marido y repudiando Herodes a su mujer, hija de Aretas, rey de Petra.

Luc. 3:1

Año 26

Poncio Pilatos nombrado gobernador de Judea. Escandalosa boda de Herodes y Herodías.

Luc. 3:1

Año 27

Juan el Bautista comienza su ministerio.

Luc. 3:1

Año 28

Jesús empieza su ministerio.

Luc. 3:21-23

 

Juan, que denuncia el matrimonio de Herodes, es apresado por orden de este y encerrado en la fortaleza de Macario. Muerte de Juan el Bautista decapitado por orden de Herodes Antipas.

Mr. 6:24-29

28-30

Ministerio, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo.

Enfrentamientos y guerras entre Aretas y Herodes por causa del repudio de la hija de Aretas.

 

33-34

Pablo regresa a Jerusalén. Nombrado miembro del Sanedrín.

 

Año 35

Martirio de Esteban. Pablo está presente y tiene voto.

Hch.7:58; 26:10

35-36

Persigue a la iglesia por toda Judea.

Hch. 26:9-11.

 

Consigue ser comisionado por el Sumo Sacerdote para traer a los judíos cristianos presos hasta Jerusalén para ser juzgados.

Hch. 9:1

Año 36

Conversión de Pablo, camino de Damasco. Visión de Jesús. Visión de Ananías en Damasco.

Hch.9;26:15-16

1Cor.9:1;15:8

 

Comienza su predicación en Damasco. Se salva siendo descolgado por los muros. 

Hch.9:17-20

2Cor.11:32

 

Pilato, depuesto, regresa a Roma. Acabará su vida suicidándose.

 

36-37

Estancia en Arabia. (meditación y predicación) 

Gal.1:15:17

Año 37

Muerte de Tiberio. Le sucede Calígula.

 

37-38

Retorno de Arabia a Damasco

Gal.1:17

Año 38

Primer viaje a Jerusalén. Bernabé le presenta a Pedro y Jacobo hermano de Jesús. Estancia de 15 días y predicación.

Hch.9:27; Gal.1:18-19

 

Ante el peligro de una venganza por parte de sus anteriores amigos y colegas es llevado a Tarso por los hermanos.

Hch.9:30

38-47

Desde Tarso predica en solitario por las regiones de Siria y Cilicia.

Gal. 1:21

 

Posible estancia en prisión junto con Andrónico y Junias.

Rom.16:7

Año 39

Herodes Antipas es depuesto por Calígula y desterrado a España junto con Herodías.

 

Año 41

Calígula es asesinado. Le sucede su tío Claudio.

 
 

Herodes Agripa I es nombrado rey de Judea.

 

43 ó 44

 Instruido por medio de visiones y revelaciones, en el tercer  cielo.

2ªCor. 12:1-2

Año 44

Jacobo, hijo de Zebedeo es decapitado. Pedro es encarcelado.

Hch. 12:2

 

Muerte de Herodes Agripa I.

 

Año 46

Buscado por Bernabé para el Ministerio en Antioquia de Siria

Hch.11:25

Año 47

Ministra en la iglesia de Antioquia de Siria

Hch.11:26

Año 48

Por medio de una revelación es instado a bajar a Jerusalén y confrontar el contenido de su predicación con los relevantes miembros de aquella iglesia y para actuar en comunión ministerial. 

Gal. 2:2

 

Segunda visita a Jerusalén (año 14 desde su conversión) acompañado de Bernabé y Tito. Jacobo, Pedro y Juan ratifican su ministerio.

Hch.11:29

Gal. 2:1

48-49

Regresan a Antioquia de Siria acompañados por Juan Marcos.

Hch.12:25

 

Primer viaje Misionero con Bernabé y Juan Marcos.

Hch.13:1-4

 

SALAMINA Y PAFOS (Chipre)

Hch.13

 

Travesía en barco desde Pafos a Perge. Posible naufragio.

 
 

PERGE: Abandono de Juan Marcos que regresa a Jerusalén.

Hch.13:13

 

ANTIOQUIA DE PISIDIA

Hch.13:14-41

 

ICONIO

Hch.14:1-3

 

LISTRA Y DERBE. Pablo resulta enfermo aquí y es atendido por los nuevos creyentes. Posiblemente por esta causa finaliza aquí el recorrido de este viaje y regresa a Antioquia.

Hch.14:8-18

Gal. 4:13-14

Hch. 14:27

Año 49

Expulsión de todos los judíos de Roma por orden de Claudio, a causa de los disturbios provocados entre ellos por la disputa acerca de Cristo.

Hch.18:2

Año 50

ANTIOQUIA DE SIRIA, Ministerio en esta iglesia.

 
 

Tercera visita a Jerusalén, enviado junto con Bernabé por la Iglesia de Antioquia para la cuestión de la ley y los gentiles.

Hch.15

 

Regreso a Antioquia junto con Bernabé, Judas y Silas.

Hch.15:22

 

Herodes Agripa II, es nombrado rey de Judea. Ultimo rey judío.

 
 

ANTIOQUIA DE SIRIA. Estancia con Bernabé y Silas.

Hch. 15:35

 

Pedro visita la iglesia de Antioquia. Pablo le reprende.

Gal.2:11-21

Año 51

Discusión con Bernabé a causa de Juan Marcos.

Hch.5:37-38

 

Segundo viaje misionero, esta vez con Silas

Hch.15:40

 

Siria y Cilicia. Visita a las iglesias de las regiones.

Hch.15:41

 

DERBE Y LISTRA (Frigia y Galacia). Se une Timoteo.

Hch.16:1-7

 

Misia y TROAS. ¿Se une Lucas?

Hch.16:8-10

 

Visión del varón Macedonio.

Hch. 16:9-10

 

Macedonia y Acaya: FILIPOS

Hch.16

 

Pablo y Silas encarcelados. Conversión del carcelero.

Hch.16:12-40

 

TESALONICA. 

Recibe en dos ocasiones ofrendas de los filipenses.

Hch.17:1-9

Fi. 4:16

 

BEREA

Hch.17:10-14

 

ATENAS 

Hch.17:14-34

 

Timoteo es enviado a Tesalónica. Pablo queda con Silas.

1ªTim.3:1-2

Año 52

CORINTO. Con Priscila y Aquila. Trabaja junto con Aquila, haciendo tiendas. Silas sigue en Atenas.

Hch. 18:1-4

 

Recibe ayuda económica de los Filipenses.

2ªCor.11:7-10

 

Revelación fortalecedora de parte de Dios.

Hch. 18:9-11

 

Silas y Timoteo se unen a él en Corinto.

Hch.18:5

 

En dos ocasiones pretende visitar de nuevo Tesalónica, pero Satanás le estorba en sus planes.

1ª Tes. 2:18.

 

Escribe la 1ª Epístola a Tesalonicenses.

1ªTes 1:1

Año 53

CORINTO. Segunda etapa de su ministerio aquí.

Hch.18:18

 

Escribe la 2ª Epístola a Tesalonicenses.

2ªTes 1:1

 

Retorno de Silas a Judea (?).

 
 

Escribe la Epístola a los Gálatas

Gal.1:1,2

53-54

Período de gran hambre y penuria en Palestina.

Hch. 11:28

Año 54

Pablo con Priscila y Aquila viajan a Efeso. Antes se corta el pelo en Cencrea, que había dejado crecer al haber hecho un voto.

Hch.18:18

 

Claudio muere envenenado. Le sucede Nerón, hijo de Agripina.

 
 

Cuarta visita a Jerusalén (Pentecostés). Quedan en Éfeso Priscila y Aquila y en Corinto sigue Timoteo.

Hch.18:21

 

Regreso a ANTIOQUIA DE SIRIA.

Hch.18:22

54-57

Tercer viaje misionero. Galacia y Frigia.

Hch.18:23

 

EFESO. Encuentro con Priscila y Aquila. Conoce a Apolos.

Hch.18:24-26

 

Tres años de ministerio en Éfeso, con viajes a Macedonia y Grecia. Priscila y Aquila regresan a Roma. Se le une Timoteo.

Hch. 20:31

 

Escribe una epístola a los Corintios, no conservada.

1ªCor.5:9

 

Timoteo enviado a Corinto por un corto tiempo.

1ªCor.4:17

 

Pablo hace una breve visita a Corinto. Se le añaden Sostenes y Tito.

2ªCor.13:14; 14:1

 

Le visitan: Estéfanas, Fortunato y Acaico, cristianos de Corinto.

Recibe (posiblemente por su conducto) una carta de la iglesia de Corinto.

1ªCor.16:17

1ª Cor. 7:1

56-57

Determinación de los cristianos de Macedonia y Acaya de hacer una ofrenda para los cristianos judíos de Palestina que estaban en gran necesidad.

1ºCor. 16:1-4

Rom. 15:26

2ªCor. 9:1-15

Año 57

Escribe 1 Corintios.

1ªCor.16:5-8

 

Pablo envía a Tito con otro hermano a Corinto.

2ªCor.12:18

 

TROAS. Equipo compuesto por: Sopater, Aristarco y Segundo, Gayo, Timoteo, Tíquico y Trófimo.

Hch.20:1-5

 

Escribe 2ª Corintios. 

 
 

Hasta aquí, el resumen de sus padecimientos ha sido: Azotado con 39 azotes en cinco ocasiones. Tres veces azotado con varas (Una en Filipos, Hch. 16:25). Una vez apedreado (Listra, Hch. 14:19). Tres veces ha sufrido naufragio. 

2ªCor.11:24,25.

 

No encuentra a Tito como esperaba y prosigue hacia Macedonia.

2ªCor.2:13

 

MACEDONIA: Encuentro con Tito que regresa de Corinto.

2ªCor.7:5-7

 

Se le une Timoteo. 

 
 

Envía a Corinto a Tito junto con dos hermanos más, como coordinador en el asunto de la ofrenda para los santos de Jerusalén.

2ªCor.8:16-24.

2ªCor. 8:1-5

Año 58

ACAYA (Estancia por 3 meses)

Hch.20:2-3

 

Tercera visita de Pablo a Corinto para recoger la ofrenda.

2ªCor.14:1

 

Escribe la Epístola a los Romanos (primavera). Enviada por FEBE de Cencrea.

Rom.16:23

 

Emprende el regreso a Judea como portador de la ofrenda de los gentiles para los cristianos judíos de Jerusalén. Se le une Lucas en Filipos. Embarca en Troas. 

Hch. 20:6-12

 

MILETO

Hch.20 :13-38

 

Tiro. Tolemaida. 

Hch.21:8,9

 

CESAREA. Estancia en casa de Felipe.

Hch. 21:8

 

Quinta visita a Jerusalén. Trae ofrendas para los pobres.

Hch.21:17

 

Arrestado en el templo, comparece ante el Sanedrín.

Hch.21:27-30

Año 58

Trasladado preso a Cesarea. Permanecerá allí preso 2 años.

Hch.23:31-33; 24:27

 

Defensa ante Félix. 

Hch.24:10-21

Año 60

Félix es sustituido como gobernador por Porcio Festo.

Hch. 24:27

 

Pablo ante Festo apela al Cesar.

Hch. 25:9-12.

 

Defensa ante el Rey Herodes Agripa II, Berenice y Festo.

Hch. 26

Año 60

Viaje a Roma en calidad de prisionero. Escalas en Cesarea – Sidon – Chipre – Cilicia – Panfilia – Mira – Creta – Clauda – Malta - Puteoli – Roma

Hch. 27.

Año 62

Prisión atenuada en la casa de alquiler por dos años. Predicación y actividad intensa en pro de la causa del evangelio. Despierta celos y envidia en algunos de los líderes de las iglesias de Roma.

Hch.28:30

Fil. 1:15,16.

 

Conversión de Onésimo. Aristarco preso.

Fil. 1:10

 

Recibe la visita de Epafras de Colosas, que es encarcelado también, y de Tíquico. Le asisten en el ministerio, Tíquico, Timoteo, Juan Marcos, Aristarco, Demas, Jesús llamado Justo, Epafras y Lucas.

Col.1:6-8

Fil. 1; 25-26.

Col. 4:7-14.

 

Escribe la Epístola a los Efesios, Colosenses y Laodicenses, enviada por medio de Tíquico. La de Laodicenses no conservada.

Col.4:16.

 

Escribe la Epístola a Filemón, enviada por Onésimo.

Pablo dice de sí que es ya anciano (Presbytes. Entre 50 y 56 años).

Fil. 1:9

 

Martirio de Jacobo (Hermano de Jesús) en Jerusalén.

 

Año 63

Prisión más rigurosa en el pretorio. Recibe la visita de Epafrodito con la ofrenda de los filipenses. Enfermedad y recuperación de Epafrodito.

Fi. 2:25-30; 4:18

 

Escribe la Epístola a Filipenses, enviada por medio de Epafrodito.nidad no es tener el don de sanidad.l viaje haremos un breve comentario al don de sanidades inicial. 

 
 

Liberación de la prisión.

 

63-64

Viaje a España: Roma – Ostia – Tarragona – Tortosa – Otros destinos españoles? - ¿Judea?

Rom.15:24-28

Año 64

(Julio) Empieza la primera persecución contra los cristianos por Nerón a causa del incendio de la ciudad de Roma.

Fil. 2:24; 1ªTim.1:3

Año 66

Rebelión de los celotes. Comienza la campaña romana contra los judíos en Judea. Las tropas de Cestius Gallus huyen derrotadas por los judíos.

 

65-66

Corinto, Cencrea, Atenas, Berea, Tesalónica, Filipos, Troas, Efeso, Mileto, Creta, Nicópolis.

2ªTim.4:13

 

CRETA

Tit. 1:5

 

TROAS

2ªTim. 4:13

Año 66

CORINTO. Determina enviar a Artemas ó a Tíquico a Creta para sustituir a Tito en la obra allí, y pide a este que se reúna con él en Nicópolis, donde piensa pasar el invierno. Deja aquí a Erasto.

2ªTi. 4:20

Tito 3:12

 

Escribe la Epístola a Tito. 

 
 

Escribe la 1º Epístola a Timoteo.

 
 

MILETO.- Trófimo tiene que quedarse por una enfermedad.

2ªTim. 4:20

 

NICOPOLIS.  ¿Llegó a ir?¿Fue el lugar en que fue arrestado?

 

Año 67

Preso en Roma. 

 
 

Nerón ordena a Vespasiano marchar sobre Jerusalén y aplastar a los judíos.

 
 

Deserción de Demas. Crescente, Tito y Tíquico enviados a diversas tareas ministeriales. Lucas permanece a su lado.

2ªTim.4:10-12

 

Primera vista de su causa, se siente abandonado por todos. Destaca la deserción de Figelo y Hermógenes.

2ªTim.4:16

2ªTim.1:15.

 

Recibe la visita de Onesíforo de Efeso.

2ªTim.1:16

Otoño 67

Escribe la 2ª Epístola a Timoteo. Priscila, Aquila y Timoteo están en Efeso.

2ªTim.4:19,21

 

Pide a Timoteo que venga a Roma y traiga consigo a Juan Marcos.

2ª Tim.4:11

 

Timoteo encarcelado y liberado.

Heb.13:23

 

Escribe la Epístola a los Hebreos.

 

Prim. 68

Martirio, fuera de la Roma ciudad, en la carretera de Ostia.

 

68-69

Muerte de Nerón (Jun. 68). Le sustituyen sucesivamente Galva, Otón y Vitelio. Vespasiano interrumpe la campaña y regresa a Roma con sus tropas donde es nombrado emperador. Muchos judíos cristianos abandonan Judea aprovechando el cese de la campaña militar.

 

Año 70

Las legiones romanas vuelven a Judea a las órdenes de Tito, hijo de Vespasiano. Jerusalén es destruida. Los romanos hacen una gran matanza de judíos. Los celotes se retiran a Masada desde donde siguen hostigando a las tropas romanas.

 

Año 73

Fin de la resistencia de los celotes supervivientes y sus familias en la fortaleza de Mesada que se suicidan tras ser asediados durante 7 meses por la Legión Décima. Sobreviven 7 (dos mujeres y cinco niños) y mueren 960.

 

CAPITULO 4

TEMA I

1.- Evodia y Síntique.

Ruego (gr. parakaló. Exhorto, insto, imploro) a Evodia y (de la misma manera) ruego a Sintique, pensar (gr. phronein. Pensar, mirar) lo mismo en el Señor. También pido a ti (a Epafrodito. Gr. eroto. Pedir, rogar) verdadero compañero (gr. suzugus. Camarada, compañero), que te pegues (gr. sullambáno. Prenderse, pegarse ó engancharse a alguien) a estas, las cuales en el evangelio combatieron a mi lado (gr. sunetlesan moi. Competir en los juegos, como los atletas, con el objetivo de alcanzar el premio. Pelearon junto a mí), y con Clemente y con mis otros colaboradores (gr. sunergón. Lit. “uncidos en el mismo yugo”), cuyos nombres están en el libro de la vida”.

Al afrontar el estudio de este texto vamos a tratar primeramente el contexto primario: La cuestión de EVODIA  y SINTIQUE, en relación con la iglesia de Filipos, pero más tarde abordaremos con este pretexto un tema que es de gran actualidad, como es el del papel de las mujeres en la iglesia apostólica.

Pablo que aparece enterado de que hay un desacuerdo entre estas dos mujeres a las que reconoce como colaboradoras suyas en el ministerio. Desconocemos si esa colaboración se produjo en Filipos ó también en otros lugares. Lo evidente es que en estos momentos están en la iglesia de Filipos, así probablemente el ámbito de colaboración fuese como impulsoras de la obra de evangelística desde aquella iglesia local, cuando el apóstol y sus colaboradores, con base en Corinto y en Éfeso, fortalecían la obra cristiana en por aquellas regiones. Era difícilmente asumible un ministerio itinerante para las mujeres a causa de que una conducta de tal emancipación levantaría críticas. 

Tampoco conocemos la naturaleza de las divergencias, porque el apóstol escribe a una iglesia que está perfectamente al corriente. Pero es destacable que Pablo, en lugar de enviar una nota particular a cada una de ellas a través de Epafrodito, actúa con fidelidad a su costumbre de que todo salga a la luz, y por ello aborda este tema dentro de la carta a la iglesia, de una forma significativa, y creo que con  varios propósitos. 

En primer lugar, no toma partido la causa de ninguna de ellas, sino que incluso la repetición de la palabra “parakalo”, parece enfatizar un trato exquisitamente imparcial. 

En segundo lugar, las insta a dejar a un lado sus diferencias personales, para tener en mente los asuntos del Señor, y no los suyos propios. Concediendo que pese a la manifestación de tales diferencias, ambas tienen el nivel espiritual necesario para salir de la situación, si consiguen reconocer la necesidad de anteponer los intereses de la obra de Dios, por encima de posturas y razones personales.

Tercero, reivindica a ambas delante de toda la iglesia en su liderazgo, pues pide también públicamente y por escrito a Epafrodito que las ayude. El término usado no quiere decir que se convierta en su ayudante, sino todavía va más lejos, como alguien prendido literalmente a ellas, lo cual las convierte de hecho en sus maestras, en su ejemplo, en sus líderes, y para ello recuerda a todos la manera en que formaron equipo con Pablo y con los demás colaboradores así como con Clemente, que debe ser otra persona de ministerio reconocido en la iglesia. 

La palabra que emplea aquí Pablo que se traduce por “combatir”, no es un término militar, sino una palabra empleada en el lenguaje deportivo de los juegos greco-romanos. Algo que podemos aplicar a un trabajo en equipo con vistas a alcanzar un premio común. Como pudieran actuar los caballos de una cuadriga, uncidos en el mismo yugo, que pelean lomo con lomo para alcanzar el mismo objetivo. A la misma marcha. Al unísono. Empujando todos a la vez en pro del objetivo común. 

Finalmente, reconoce la autenticidad de la fe de ambas asegurando que sus nombres están escritos en el libro de la vida. Siendo esta una referencia singular, puesto que es el único pasaje del Nuevo Testamente, fuera del Apocalipsis, en el que se menciona este libro de la vida. 

El apóstol está convencido que esta breve amonestación, unida a su vindicación, será suficiente para que ambas puedan arreglar la situación planteada y resultar de bendición para el evangelio. 

2.- El papel de las mujeres en las iglesias locales de la era apostólica. Breve comentario exegético e histórico.- 

§Después de este breve comentario referido a la situación concreta, quisiera aprovechar este pasaje para hacer una incursión en esta cuestión, que quedaría coja si no la abordásemos. No vamos a extendernos demasiado, porque es un tema amplio y muy controvertido, pero lo suficiente como para dar una visión de la realidad histórica y de algunos de los textos y contextos que han convertido este asunto en uno de los más polémicos de la actualidad. 

Ya tratamos esta cuestión en las primeras clases, pero estoy convencido de que ahora, después del estudio del capítulo 3, estamos mejor equipados para volver sobre este asunto. Para empezar, necesitamos retomar la perspectiva con la que hemos concluido de nuestra posición de “ciudadanos del reino”, mediante la gracia emanada de la cruz. La cuestión de la mente espiritual y la mente carnal. Para tratar esta cuestión, como para muchas otras, es vital tener claro lo que es una visión espiritual y lo que es una visión carnal de la vida, del mundo, de nuestro propio entorno. Y es muy importante porque aunque los legalistas como comunidades judeo-cristianas quedaron en cierto modo aisladas de la comunión, otras ideas legalistas se unieron a las tradiciones paganas y entraron pronto dentro del cristianismo ortodoxo hasta hacerlo irreconocible en todas sus facetas. Estructura, doctrina, mensaje, relaciones internas, visión, etc.

La reforma del siglo XVI, que significó una ruptura esencial en cuanto a revitalizar la obra de la cruz y traer la luz liberadora del evangelio que llevaba siglos apagada, en algunos aspectos tampoco fue capaz de liberarse de todos los prejuicios y daños que el legalismo había tejido sobre la hermenéutica de algunos pasajes que mantenían la estructura carnal del sistema. Y cabe reconocer que tampoco la sociedad de entonces demandaba la revisión a fondo de tales exégesis. 

Realmente la cuestión femenina hasta finales del siglo XIX no tuvo realmente el peso social necesario para profundizar en la historia y en las Escrituras sobre estos aspectos de la vida cristiana. Las mujeres habían sido enseñadas a conformarse con jugar ese papel irrelevante en la Iglesia de Cristo, al que desde luego Dios nos las había llamado, sino “sus maestros”, de modo que la gran mayoría lo aceptaban de buen grado ó resignadas. Además se les presentó que mantenerse dentro de ese papel y de tales límites era la muestra de virtud y testimonio que se les requería. En las iglesias, como fuera de ellas, debían aceptar un rol de segundo plano, trivial, y restringido: Escasa instrucción, labores del hogar y rurales, tener hijos, oír, ver y callar.

Por un lado le atribuían la culpa de Eva y por otro la idea de que eran intelectualmente inferiores a los varones estaba profundamente enraizada en el mundo secular, y sustentada por la teología imperante. Tenemos que reconocer que para romper con tales prejuicios de siglos lo han hecho rápido y bien. Simplemente en apenas una centuria, con mucho coraje, empeño y talento, lograron hacerse respetar en todos los campos de la sociedad: Ciencias, deportes, arte, trabajo, empresa, gobiernos, etc. Esta revolución obligó también a los cristianos a volver sus miradas hacia las Escrituras y hacia la historia de la iglesia cristiana, pasando de los conceptos de fácil y cómoda interpretación que hasta entonces se habían aceptado sin rechistar.

También nosotros, en nuestro estudio vamos a hacer un repaso de las principales cuestiones relativas a este asunto. La cuestión primordial de la existencia de la propia iglesia cristiana es, como ya hemos visto, la cruz que estableció un nuevo pacto, mediante la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y haciendo la paz, trajo una nueva dimensión en las relaciones del hombre con su Creador, y una visión del proyecto trascendente y eterno que Dios tiene para Su pueblo.

2.1 En el Nuevo Pacto.

Ya hemos considerado antes lo que representaba el Antiguo Pacto y la Ley, apuntando al Nuevo Pacto y a la obra del Salvador. Aquel pacto tenía unas características propias en las que debían vivir los seres humanos. Era un pacto de justicia y ley ante la realidad del pecado. Había un pueblo (Israel) que Dios había elegido. Los otros pueblos no gozaron de las mismas bendiciones. Aun en medio del pueblo de Israel, había una clase, una tribu, Levi, especialmente elegida por Dios para ocuparse de ministrar a Dios, llevar el arca ó servir en el Templo. Las otras tribus no tenían ese privilegio. Dentro de los levitas, unos eran sacerdotes y podían ofrecer a Dios los sacrificios aceptables. Los otros levitas no podían. De entre los sacerdotes, había solo uno que tenía acceso al lugar santísimo, los otros no podían hacerlo.

Pero Cristo vino, no para renovar en parte el antiguo pacto, sino para establecer uno nuevo. Diferente que declaraba extinguido el antiguo, así como las bases que lo sustentaban y traía una nueva relación, y nuevos efectos. Uno de ellos, fue la universalidad del pacto: Todo aquel que crea en Jesucristo, sea de cualquier nación, raza ó pueblo, tiene vida eterna. El evangelio, como revelación de Dios, también tenía una dimensión universal y Jesús mandó a sus discípulos predicar ir a predicar por todo el mundo, y a toda criatura la bendición de este pacto. Así ya no había ni judío, ni gentil. No había ni esclavo, ni libre, no había ni hombre ni mujer. Jerusalén ya no era el lugar donde adorar, sino que el Padre buscaba adoradores que lo adorasen en cualquier lugar, en espíritu y verdad. 

También los sacerdotes del antiguo pacto perdieron su exclusividad. En Cristo, y para la iglesia de los tiempos apostólicos, todos los que creen forman un reino de sacerdotes, consagrados para ofrecer los sacrificios espirituales agradables a Dios. Uno de los cuales es “el fruto de labios que confiesen su nombre” (Heb. 13:15). Fruto de labios, es hablar a otros, es confesarle, predicarle, es alabarle. Jesucristo traspasó el velo y la cortina que separaba el lugar santo del lugar santísimo se rompió de arriba abajo. Ahora todos tenemos el mismo acceso al mismo trono de la gracia. Todos somos bautizados en el mismo Espíritu, recibiéndolo como arras, y todos recibimos dones para servir a Dios, fortalecer y construir en la Iglesia de Dios. Todos, es todos los que creen: hombres y mujeres, judíos ó griegos, ricos ó pobres. 

Así pues, en el nuevo pacto, no hay ningún valor ó privilegio de la carne que pueda invocarse para ser reconocido en el cuerpo espiritual de Cristo. Recordar que hemos leído que solo “los que son de la carne piensan en las cosas de la carne, pero los que son del Espíritu, en las cosas –los valores- del Espíritu”. Y cuando la carne prima en la consideración de los auténticos valores espirituales, los dones, carismas y espiritualidades que el Espíritu Santo otorga para colocar a cada miembro en el cuerpo como El quiere, a su exclusivo albedrío, son olímpicamente ignorados. 

Esto que estoy afirmando, no es modernismo, paradójicamente “progreso”, en esta materia representa un intento por aproximarse al modelo apostólico y de las iglesias del siglo I. Y ser “conservador” significa defender conductas que se admitieron a comunión mucho más tarde, aproximadamente desde finales del siglo II, como veremos en nuestras alusiones a la persona y la teología de Tertuliano, que es un personaje clave para comprender varias de las doctrinas extrañas que arraigaron en las iglesias “ortodoxas”. 

Desde entonces y con harta frecuencia se ha producido una confusión tanto en las interpretaciones de los pasajes del nuevo testamento relativos a las mujeres, como en virtud de tales interpretaciones saltaron a las traducciones, mezclándose interesadamente ó por ignorancia textos que se refieren a ellas como mujeres con otros en los que se refieren a su papel como esposas. 

2.2 Mujer ó esposa.

A menudo se ha ignorado también que la institución matrimonial desde su establecimiento edénico anterior a la caída, y los efectos derivados como consecuencia de la injusticia que el pecado arrojó sobre ella, modificó el marco de relaciones del proyecto original de Dios. Y estas relaciones a lo largo del tiempo no han estado exentas de las influencias sociales y culturales, siendo más injustas cuanto más apartadas vivieron de la revelación de Dios. Pero nosotros sabemos, porque Jesús así lo afirmó, que la familia es un entorno social exclusivo para el tiempo de “esta carne”, pues en la eternidad no habrá más relaciones basadas en este modelo. 

Los propósitos de la familia son igualmente temporales y no eternos. Están relacionados con el mundo físico y con el desarrollo emocional de los seres humanos en tanto que sujetos a la naturaleza de la carne. En ella los papeles de padres, madres, hijos, etc. tienen su utilidad y entorno en las relaciones vegetativas y sociales. Y en este contexto, dentro de la paridad esencial de los seres humanos como tales, existen papeles asignados, con mayor o menor rigor o por la influencia determinante de cada personalidad individual y del entorno social, en la distribución de iniciativas y subordinaciones temporales. 

Pero el cristiano no accede a la condición de hijo de Dios por tales parámetros, pues ni nace de sangre, ni de voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios, (Jn. 1:12,13; 1ª Pe. 1:23) por el Espíritu Santo (Tit. 3:4-7), para que a partir de ese punto de inflexión nuestra esfera relacional en tanto que cristianos se rija por los mismos presupuestos. De la misma manera el crecimiento, la madurez y el ministerio tampoco se ejecuta con base a criterios físicos, sino espirituales. La familia y el entorno del cristiano para el desarrollo del proyecto de Dios están situados en otro plano. 

Ya se que no podemos eludir el hecho de que a la vez que cristianos también somos padres, madres, hijos, esposos ó esposas y debemos conducirnos en las instituciones humanas dentro de los parámetros de virtud de nuestro entorno, que no siempre coinciden con los espirituales, para que, haciendo las cosas bien en la opinión de los que nos rodean, se haga callar la ignorancia de los insensatos. Esto es prudencia cristiana, pero prudencia no es renuncia, ni tampoco prohibición. El ejemplo del pasado nos obliga a reconocer que la prudencia de vivir los contenidos liberadores del evangelio desembocó en prohibiciones y discriminaciones, que debidamente establecidas y articuladas por mentes inquisidoras e intransigentes han anulado por siglos el legítimo ministerio y desarrollo de otros hijos de Dios, que nacieron en la carne bajo el sexo femenino. Bien se invalidó el mandamiento de Dios por causa de las tradiciones, como denunció Jesús que hacían en su generación los “estrictos” fariseos,  (Mr. 7:9).

2.3 En la Iglesia de Cristo.

Pero el texto que escribió el apóstol Pablo en 2ª Co. 5:16-17, es tan claro y contundente como en gálatas 3:28 y complementario de aquel: 

DE MANERA QUE NOSOTROS DE AQUÍ EN ADELANTE A NADIE CONOCEMOS SEGÚN LA CARNE; Y AUN SI A CRISTO CONOCIMOS SEGÚN LA CARNE, YA NO LO CONOCEMOS ASÍ. DE MODO QUE SI ALGUNO ESTA EN CRISTO, NUEVA CRIATURA ES; LAS COSAS VIEJAS PASARON, HE AQUÍ TODAS SON HECHAS NUEVAS.” 

Así, como cristianos nacidos de nuevo ya no distinguimos a hombres ó mujeres,  ricos ó pobres, blancos ó negros, sino como personas renacidas por el Espíritu Santo ó no. Pertenecemos a una nueva creación donde tales valores no tienen cabida: coherederos de la gracia, instrumentos para la gloria de Dios y embajadores en Cristo. El modelo que se nos pone delante es de una dimensión que solo reconoce lo espiritual: el fruto del Espíritu, la consagración, la fidelidad, el amor, la generosidad, e ignora lo material, lo carnal: pantalones ó faldas, tamaños de cuentas corrientes ó colores de la piel. 

2.4 Las mujeres en la historia precristiana de Israel.

En Israel, la mujer siempre tuvo mucha mayor consideración que en las culturas de las naciones de su entorno. Aunque menos frecuente, el liderazgo publico de una mujer está enraizado en su historia con el destacado papel de dos mujeres que alcanzaron mucha relevancia. La primera fue María, la hermana de Moisés, que alcanzó su notoriedad como líder del pueblo de Israel después de la salida del pueblo de Egipto. Es cierto que el relato del Pentateuco no menciona mucho del papel de María, y de sus actos solo se destaca su papel más penoso, el de Números 12, que cuenta de su conspiración junto con Aarón contra Moisés. Pero sabemos que era conocida como “la profetisa” (Ex. 15:20). Una mujer que tenía revelación de Dios para el pueblo de Israel, y la encontramos asumiendo la responsabilidad de animar espiritualmente al pueblo. Por la lectura, difícilmente podríamos asignarle el papel que Dios le otorgó cuando hablando por medio del profeta Miqueas (6:4), afirma: “Envié al frente de ti (de Israel) a Moisés, a Aarón y a María”. 

La segunda mujer de importancia política al frente del pueblo es Débora, cuya historia encontramos en el libro de Jueces capítulos 4 y 5. Se trataba de una mujer casada y profetisa (4:4), que gobernó y guió a Israel en paz durante cuarenta años (5:31). Otros papeles de profetisas se pueden encontrar en el Antiguo Testamento, siendo la más notable entre ellas, Hulda (2ª Rey.22 y 2ª Cr. 34), a quien consulta el rey Josías, por medio de sus sacerdotes y consejeros, para el avivamiento espiritual que se había propuesto llevar a cabo en su reino.

En los tiempos de Salomón las mujeres de Israel tenían tal importancia y reconocimiento que su papel en la familia era muy superior a cualquier otra cultura. En Prov. 31 se considera como que encontrar ó unirse a una esposa virtuosa es lo mejor que le puede acontecer a cualquier hombre. Pero entre las virtudes que se le atribuyen para tal condición tenemos junto a su laboriosidad, su responsabilidad, fidelidad, etc. algunas cualidades que parecen chocantes. Por ejemplo, en el vers. 16, se declara que era competente por si misma para evaluar los negocios familiares y determinar comprar ó vender las propiedades. En el vers. 18, es la administradora de los bienes familiares. Y, en el vers. 26 se muestra como una persona instruida y sabia en su hablar. Como comparación, en Roma, las mujeres no podían administrar los recursos económicos de las familias, ni los suyos propios cuando enviudaban, sino que estaban obligadas a tener un tutor masculino impuesto. Y solo en los tiempos de Augusto consiguieron que el tutor fuese de su elección. 

Pero después de Salomón, pasa el tiempo, y los judíos han ido al exilio y han convivido con otras culturas en las que la mujer no tiene ningún papel de relevancia ni de autonomía personal y la influencia de esas culturas empiezan a cambiar las cosas. Después del regreso, vino la dominación griega, y tras esta, la romana empapan con sus leyes y costumbres a Palestina y arraigan en medio de los judíos con el beneplácito de sus líderes, escribas y maestros. A tal punto llega el prejuicio que cuando uno lee el relato de la historia de Débora escrito por Josefo, el papel de esta queda tan desdibujado que el protagonismo de ese período de la historia le es hurtado y recae sobre Barac (Antigüedades de los Judíos. Libro V, capitulo V).

2.5 Jesús y las mujeres.

Cuando llega Jesús sostiene una postura respecto a las mujeres que cambia radicalmente las costumbres de su época y que sorprendía a sus propios discípulos. Así Jesús tuvo un grupo de mujeres galileas, que le seguían por las ciudades y aldeas, como discípulas, y se conocía entre sus seguidores con el nombre específico de “las mujeres”, (Mt. 27:55; Luc. 8:1,2; 23:49, 55; 24:22; Hch. 1:14), en forma análoga en que los doce que constituían otro. Jesús otorga a estas el papel más importante relacionado con su ministerio: llevar a los discípulos varones las noticias de su resurrección, (Mt. 28:5-10: Lc. 24:9-12). Pero ellos, de acuerdo con la cultura, “no las creyeron” (vers. 11). Los doce ya habían recibido de Jesús  un “corte” con el asunto de la mujer samaritana. Cuando lo encontraron hablando con ella, y dice la Escritura que se quedaron estupefactos (Jn.4:27), pero cuando la mujer samaritana testificó a los hombres acerca de Jesús, y muchos creyeron en él (Jn. 4:39), Jesús les dijo: Vais a segar lo que no labrasteis (Jn.4:38). ¿Quién había labrado? Obviamente la mujer samaritana.

2.6 Las mujeres en la iglesia apóstólica.

Tras la ascensión de Jesús y sus seguidores se encuentran reunidos en Jerusalén, y el libro de los Hechos 1:13-15, menciona por su nombre a los “once discípulos varones”, alude a “las mujeres” como segmento ó grupo concreto, nótese que María, pese a ser mujer no forma parte de las integrantes del grupo, sino del familiar compuesto por María y los hermanos de Jesús. Dice el relato de Lucas que “Estos todos (los once) estaban ocupados continua y unánimemente en oración con las mujeres y María y con los hermanos de él. La palabra griega que se usa en este texto es “omothumadon”, y según el diccionario Strong es una composición de dos palabras cuyo significado es “marchar como uno solo” y “al unísono”. Es decir, es decir que todos por igual estaban dedicados a la oración. 

Y cuando llegó Pentecostés, Pedro dijo que se había cumplido la profecía de Joel (2:28) Dios derramó su Espíritu sobre toda carne (universalidad), hombres, mujeres, viejos y jóvenes. Todos los creyentes profetizaban y recibían revelación. Las mujeres discípulas, también. Más tarde fueron los gentiles, también los samaritanos, lo cual sorprendía mucho a los primeros creyentes judíos.

Con todo, pasados estos primeros momentos, la iglesia de Jerusalén, como ya hemos visto en otros pasajes, en las cuestiones de la ley y del legalismo quedó sumida y atada a los prejuicios sociales de su tiempo. Por lo tanto para ver el papel de las mujeres en la iglesia apostólica tenemos que irnos a los relatos de las epístolas de Pablo y extraerlos de las alusiones que este hace. 

Hemos tratado en otra parte a los colaboradores itinerantes de Pablo, compañeros de sus viajes, enviados con determinadas misiones pastorales. Estos son casi siempre varones. Es claro, porque en aquella época no era ni normal, ni admisible por la sociedad que las mujeres se comportasen con esas libertades para viajar, para alojarse y entablar conversaciones en casas y con personas desconocidas. Tampoco las mujeres gentiles, salvo contadas excepciones, como la de Lidia, disponían de recursos bajo sus propias decisiones para desarrollar estas actividades, pues como ya hemos dicho estaban supeditadas a la administración de un tutor varón. Sin embargo, dentro de sus lugares de residencia, donde eran conocidas, las mujeres soportaron y asumieron bajo su responsabilidad importantes tareas en las iglesias locales. Evodia y Síntique fueron un ejemplo, pero no único ni excepcional. En las salutaciones finales de la epístola a los Romanos, que ya hemos tratado, encontramos la mención por su nombre de casi el doble de hombres que de mujeres cristianos, pero sin embargo hay el doble de mujeres reconocidas por su trabajo y esfuerzo en la causa cristiana que de varones. 

2.7 Pero… La mujer calle y aprenda en silencio.

Pero, alguno estará pensando, todo esto está muy bien, pero Pablo escribió que “la mujer calle en la congregación” y que “la mujer aprenda en silencio” y que no permite a la mujer enseñar ni ejercer mando sobre los hombres, sino estar en silencio” (1ª Cor. 14:34 y 1ªTim. 2:11-15).

Bien. Solo podemos hacer sobre esto, y por razones de extensión, una breve síntesis. Lo primero que tenemos que dejar claro al respecto es que la palabra mujer tiene que entenderse, como Pablo la escribió, como a mujer casada y no como una mujer en general, aunque la palabra abarca ambas posibilidades. Pablo dice claramente que para las “solteras” no tiene ningún mandamiento de parte del Señor (1ª Cor. 7:25), y que únicamente lo que escribe con respeto a ellas se limita a ser una opinión personal. Opinión personal que cambia, por cierto, cuando pasa el tiempo, pues en 1 Corintios capítulo 7 encontramos que su consejo es que a causa de la “necesidad que apremia” era mejor que ni hombres ni mujeres se casasen para estar más disponibles para servir en la obra del Señor. Únicamente cuando había un riesgo de “quemarse”, entonces el matrimonio era preferible. 

Sin embargo cuando desde esta carta han transcurrido 9 ó 10 años, y el apóstol escribe su primera epístola a Timoteo, su consejo, determinado por la experiencia acumulada, por las situaciones vividas y desde una comprensión mejor de que la venida del Señor no era tan inminente como pensaba cuando escribió a los corintios, dice que es mejor que las solteras se casen y que tengan hijos y gobiernen sus casas por causa del testimonio, para evitar las maledicencias. Esto fue necesario porque la enseñanza apostólica de1ª Cor. 7:34, unida a la promesa del galardón celestial por el trabajo en la iglesia, 1ª Cor. 3:12-14,  promovió que a partir de ahí, muchas mujeres no quisiesen casarse y se dedicasen a servir a las iglesias y extender el evangelio. Incluso llegó un momento en que las casadas, restringidas por los quehaceres familiares y las condiciones de vida propias de la sociedad, comparativamente pensaban que ellas no podrían recibir unos galardones semejantes a los de aquellas que no tenían marido. Por esta causa, Pablo escribe en 1ª Tim. 2:15 (texto que aparece con una desafortunada aplicación del sujeto en muchas versiones), que para su calidad de salvación les sería tenido en cuenta si con modestia y prudencia consiguen que sus hijos permaneciesen en la fe, en el amor y en la santificación.

Alguno preguntará, ¿Dónde está este cambio de postura por parte del apóstol? Pues en 1ªTim. 5:14, lo que sucede es que en varias traducciones los traductores han pensado incorrectamente que en este versículo seguía se refiriéndose a “las viudas jóvenes”, de las que trata en el texto anterior, y algunos de ellos incluso han añadido de su propia cosecha la palabra “viudas”, que no fue lo que escribió Pablo y, con ello han propiciado la aparición de una cierta incongruencia con el versículo 11, cuando de verdad se refería a las viudas jóvenes (gr. Neoteras de jeras. Jóvenes viudas). Pero en el vers. 14 la palabra que se emplea es exactamente la misma que en el versículo 2: “neoteras”, que significa mujeres jóvenes.

Volviendo a los dos textos restrictivos de 1ª Cor. 14:34 y 1ªTim. 2:11-15, debe notarse que se refieren, el primero a la mujer en referencia a su marido, y el segundo en referencia a sus hijos. Lo cual de entrada nos convierte la cuestión en algo relativo al estado y condición civil, que no al genero. En el capitulo 7 de 1ª Cor. Pablo, en referencia a ocuparse de las cosas del Señor, solo establece una diferencia entre casados ó casadas y solteros ó solteras (32 al 34), pero no en cuanto diferencias por razones de sexo. Esto es normal, o Pablo estaría en contradicción con sus propias palabras de Gal. 3:28.

Pero el apóstol afirma también la capacidad y el derecho para hablar, profetizar, todos los miembros según reciban del Señor. Así 1ª Cor. 11:4 y 5, dice que cuando oran ó profetizan, unas y otros deben mantener las normas habituales de la sociedad. Por lo tanto, unas y otros lo hacían y lo podían hacer. Mas adelante, en 12:31 anima a todos a que aspiren a tener del Espíritu los mejores dones, y tras hacer un paréntesis sobre la excelencia del amor sobre los dones, vuelve a la cuestión en el 14:1, animando a todos para que sobre cualquier otro don todos ansíen el de profecía, porque (14:3) “el que profetiza habla a los hombres (a la gente, a los seres humanos) para edificación, exhortación y consolación.” (v-5) “Quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis, porque mayor es el que profetiza”. (v-24, 25) “pero si todos profetizan, por todos es convencido, por todos es juzgado, lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros. (v-31) Porque podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados.

Creo que es no difícil admitir que Pablo está facultando con claridad a todos los cristianos que se reúnen como iglesia a participar con sus dones, sobre todo con el de profecía, que tiene como fin “edificar a TODA la iglesia”.

Vuestras esposas callen (gr. Sigatosan. Der. de sigao)  en las congregaciones, porque no les está permitido hablar, sino que estén sujetas, COMO TAMBIÉN LA LEY LO DICE. Y si algo desean aprender que pregunten en casa a sus propios maridos, porque es vergonzoso (gr. Aischron) para una mujer casada hablar en la iglesia. (1ªCor. 14:33,34). Lo más resaltable de este texto, es que no se refiere a las mujeres a las mujeres en general, sino solo a las casadas, en virtud de la ley consuetudinaria local, que establecía que era una vergüenza el hecho de que una mujer casada hablase en público estando su marido presente. En segundo lugar, que no se refiere al hecho en si de predicar ó profetizar en la congregación, sino al de interrumpir en la reunión para opinar ó preguntar, y el capítulo se está refiriendo al orden que deben mostrar los cristianos en las reuniones para evitar escandalizar y a la vez dar un adecuado testimonio de que Dios no es un Dios de tumultos y agitaciones desordenadas (v-33. Gr. Akatastasias).

“Las mujeres casadas APRENDAN (gr. manthano) en reposo (gr. esuchia. Tranquilidad, serenidad, reposo), con toda subordinación (gr. upotage). Porque no permito a la mujer casada enseñar ni dominar (gr. Didaskein oude authentein) sobre el marido, sino estar en serenidad” (gr. Esuchia). Es una instrucción que está en la misma línea que la anterior y que tiene en cuenta las normas de conducta que debían observar las esposas respecto a sus maridos en público, en virtud de las leyes imperantes. La intención de seguir estas normas en las iglesias tenía por objeto alcanzar un buen testimonio de honestidad y corrección en la sociedad. Pero nada de esto se refiere a que las mujeres no profetizasen ni ejerciesen autoridad en las iglesias, aunque lo habitual era que tales mujeres fuesen viudas ó solteras. Sin embargo tenemos la excepción relatada en la Biblia de cómo Priscila tuvo un papel importante en el magisterio de Apolos (Hch. 18:26).

Otros ejemplos de mujeres importantes en aquel período lo encontramos en la epístola a los colosenses (4:19) donde Pablo envía saludos a Ninfa, probablemente viuda pues de ser casada lo normal era mencionar como la casa del marido, y a la iglesia que se reúne en su casa y que probablemente quedó al frente de la iglesia de Laodicea, haciéndose cargo de la obra local cuando Epafras, que era oriundo de la ciudad de Colosas y evangelista en las comarcas de Hierápolis y Laodicea (Col. 1:7; 4:12,13), fue a reunirse con Pablo en Roma y también pasó un tiempo encarcelado allí (Fil. 1:23). En la iglesia de Colosas, también hay otra mujer importante que se llama Apia (Fil. 1:2) a la que Pablo saluda expresamente. 

2.8 Historia posterior.- 

§

En la carta de Plinio el Joven a Trajano, a principios del siglo II (años 111 ó 112), en la que este pide instrucciones sobre como proceder, menciona que en el transcurso de sus investigaciones torturó a dos esclavas, a quienes llamaban “ministras” (lat. ministrae)… La epístola de Ignacio a María de Neapolis, (sea ó no genuina del mártir del siglo II, al propósito de nuestros efectos es igualmente valida) reconoce a ésta mujer cristiana su excelencia en palabra y obra, y su “capacidad para amonestar a otros”, y menciona que su fama ha llegado hasta la iglesia de Roma. 

Verdaderamente las mujeres tienen un gran protagonismo en las iglesias hasta que irrumpe Tertuliano a finales del siglo II, criticando a Montano, porque este acoge a las mujeres en plano de igualdad. Pero más tarde parece que atempera su cruzada antifemenina al entrar él mismo en el movimiento montanista.

En un principio las críticas y condenas del movimiento de la Nueva Profecía ó Montanismo (Grupo de doctrina ortodoxa con énfasis en la expectación adventista y en versión carismática) por parte de las iglesias no fue en razón al destacado ministerio de sus profetisas, ni porque tuviesen unas herejías doctrinales de importancia, sino porque ponían sus propias profecías por encima de las escrituras apostólicas y de los evangelios y porque sus profecías resultaron ser falsas. (El fin del mundo no vino inmediatamente después de la muerte de Maximila, ni la Nueva Jerusalén descendió sobre Pepuza, Frigia, ni tampoco Montano fue el portavoz autorizado del Espíritu Santo). 

2.9 Tertuliano.

Una breve biografía de Tertuliano es la siguiente: Nació en Cartago antes del año 160, siendo formado en las materias de la retórica y el derecho romano. Ejerció de abogado en Roma, donde parece ser que alcanzó cierta notoriedad. Se convierte al cristianismo en el año 195, e inmediatamente empieza una gran actividad literaria en lengua latina. Su carácter vehemente y apasionado aparece en sus escritos, aunque desde nuestros conocimientos y perspectiva cristiana, posee una muy deficiente exégesis en casi todo cuanto asunto trata. 

Su celo de recién convertido se observa en la enorme actividad que despliega. Por una parte haciendo una defensa de los cristianos ante el Senado, y por otra pretendiendo ser el paladín de la ortodoxia contra los cristianos que piensan de otra manera, pese a ser un completo neófito. Escribe contra marcionistas, gnósticos, y montanistas, pero a la vez se convierte en instructor de obispos e iglesias enviándoles sus tratados exegéticos, que demuestran una gran cultura profana, pero una gran ignorancia de la fe apostólica. Enamorado del ascetismo y del riguroso estilo de vida, cuando le pareció que las iglesias ortodoxas eran muy liberales, en el año 207 se pasó al montanismo que antes había criticado y condenado, y acabó siendo excomulgado por las iglesias de la corriente ortodoxa. Más tarde, viviendo como obispo montanista de la congregación de Cartago, también le pareció que esta secta se había vuelto liberal, de modo que formó una propia de la que era obispo, maestro y teólogo. Los romanistas consideran a Tertuliano como el fundador de la teología sacramental, por ello, y por la promoción del primado de la sede de Roma (a la que por cierto él nunca se sujetó personalmente), le perdonan su excomunión y las furibundas criticas contra los obispos que no pensaban como él, y cuando les conviene le otorgan una gran autoridad. 

La importancia de los escritos de Tertuliano en su tiempo vienen dados en razón de que escribió en latín, lo cual le otorgó una gran difusión en la parte occidental del imperio, donde el griego, lengua que hasta entonces ocupaba la practica totalidad de los escritos cristianos, era menos conocido sobre todo en las clases populares y humildes. Por esta razón en las iglesias del Oriente no tuvo la misma repercusión, y fueron más liberales durante siglos. Unas de las fijaciones tertulianas son el sexo y las mujeres. Cuando se convierte, conviene con su mujer no convivir más sexualmente, y vivir como hermanos. Y sobre las mujeres descargará toda la exégesis más extrema de que puede ser capaz, escribiendo cosas tales como: “Tú eres la puerta del demonio; eres la que quebró el sello de aquel árbol prohibido; eres la primera desertora de la ley divina; eres la que convenció a aquél a quien el diablo no fue suficientemente valiente para atacar. Así de fácil destruiste la imagen de Dios, el hombre. A causa de tu deserción, incluso el Hijo de Dios tuvo que morir." 

En sus escritos se opone a quienes afirman que las mujeres puedan enseñar o bautizar, lo cual era admitido en muchos lugares (De baptism, 17; Adv. Marc. I-14). Culpó a las mujeres de que los ángeles pecaran, en una particular exégesis de Gen. 6:1-6, y anduvo metiéndose en como tenían que vestirse, velarse, etc. En su breve etapa ortodoxa critica a los montanistas de que en sus iglesias las mujeres echen fuera demonios, sanen y repartan la eucaristía. Cuando él mismo se hizo montanista, parece que esto ya no tenía tanta importancia. Pese a todo cuando dominó su propia secta, volvió a las andadas, y la influencia de su pensamiento entre los cristianos de Cartago, influyó en pensamiento de Cipriano, gran impulsor clerical y también obispo de Cartago, que en el siglo III promueve la separación de los miembros por clases, donde el obispo somete bajo su autoridad a profetas, maestros y diáconos y se comienza la instauración del episcopado monárquico. Como el partimiento del pan ahora se está convirtiendo en sacrificio, y está naciendo una liturgia, parece que el requerimiento de una ordenación de sacerdotes para ofrecerlo es un paso necesario. Y así, tacita a tacita, se escribió la historia de la apostasía cristiana que dejó en tinieblas a la humanidad durante siglos, y algunas de cuyas consecuencias todavía estamos pagando. 

2.10 Otros ejemplos históricos.

Pero acerca del ministerio de mujeres en aquellos tempranos tiempos encontramos menciones también en Epifanio, que se opone a un grupo liderado por una  profetisa llamada Quintila, donde las mujeres eran obispos y presbíteros, lo cual para él es una herejía bajo el argumento “como si no hubiese diferencia de naturaleza” (Adversus Haereses 49,2). Justamente la oposición y anatema que lanzan estos escritores sobre los ministerios femeninos de las iglesias, son la evidencia más fuerte de cómo esa práctica antigua existió y fue reprimida con el paso del tiempo. 

En un documento apócrifo llamado “Evangelio de María Magdalena”, que es probablemente del siglo III, en que el fragor contra la participación de las mujeres está en su apogeo, y la resistencia de estas a conformarse probablemente también, aparece un texto que creo que es interesante exponer porque representa un alegato defensivo de la cuestión femenina en estas épocas tempranas: 

Después de decir todo esto, Mariam permaneció en silencio, dado que el Salvador había hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló y dijo a los hermanos: «Decid lo que os parece acerca de lo que ha dicho. Yo, por mi parte, no creo que el Salvador haya dicho estas cosas. Estas doctrinas son bien extrañas». Pedro respondió hablando de los mismos temas y les interrogó acerca del Salvador: «¿Ha hablado con una mujer sin que lo sepamos, y no manifiestamente, de modo que todos debamos volvernos y escucharla? ¿Es que la ha preferido a nosotros. 18 Entonces Mariam se echó a llorar y dijo a Pedro: «Pedro, hermano mío, ¿qué piensas? ¿Supones acaso que yo he reflexionado estas cosas por mí misma o que miento respecto al Salvador? Entonces Leví habló y dijo a Pedro: «Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien, pues, avergoncémonos y revistámonos del hombre perfecto, partamos tal como nos lo ordenó y prediquemos el evangelio, sin establecer otro precepto ni otra ley fuera de lo que dijo el Salvador». Luego que 19 [Leví hubo dicho estas palabras], se pusieron en camino para anunciar y predicar el evangelio según Miriam”.

Nos cabe a los españoles el dudoso honor de haber establecido por primera vez como norma obligatoria para obispos, presbíteros y diáconos casados, el ejemplo de Tertuliano, de no cohabitar sexualmente con sus esposas, mediante un canon del concilio de Elvira (Granada-España), celebrado en los años 305 ó 306. No contentos con esto, los cristianos de las regiones occidentales intentaron que esta norma fuese de extensivo a todas las iglesias cristianas ortodoxas mediante la vía de aprobar una norma semejante en el Concilio de Nicea (Año 325. Aquel que fue presidido por el emperador Constantino que no era cristiano, pues no se bautizó hasta el momento de su muerte, doce años después del concilio, aunque se consideraba autorizado como un autonombrado “obispo de los de afuera”, es decir representante de los no cristianos), pero la moción fue derrotada gracias a la vigorosa intervención del obispo de Tebas (Egipto), San Panfucio, quien afirmó que “es castidad acostarse con su mujer”, obteniendo el apoyo necesario para conseguir que el celibato quedase derrotado en esta ocasión. Sin embargo en Nicea se acabó con cualquier expectativa para el ministerio de las mujeres en las iglesias cristianas. Y aunque en las iglesias orientales se condenó el celibato en el concilio de Trullo (692) y  las mujeres siguieron siendo ordenadas como diaconisas al menos hasta el siglo VIII, sus papeles carecieron de importancia real.

Pero para que el lector se haga una idea de cómo eran aquellos concilios del siglo IV, voy a poner una cita descriptiva muy bien realizada por el historiador y científico del siglo XIX, Juan Guillermo Draper:

“La Iglesia había venido a ser entonces lo que en el lenguaje de los políticos modernos se llamaría «una república confederada.» La voluntad del Concilio se determinaba por la mayoría de votos, y para asegurarla se recurría a toda clase de intrigas e imposiciones, sin desdeñar el soborno, la violencia y el influjo de las damas de la corte. El Concilio de Nicea había sido apenas aplazado, cuando fue obvio para los hombres imparciales que, como método de establecer un criterio de la verdad en asuntos religiosos, semejantes concilios habían sido un completo fracaso; los derechos de la minoría no fueron respetados por la mayoría. La protesta de muchos hombres de bien, de que el simple voto de una mayoría de delegados, cuyo derecho a votar nunca fue examinado ni autorizado, no podía aceptarse como medio para determinar una verdad absoluta, fue acogida con desdén, y las consecuencias fueron que se convocaran concilios contra concilios y que sus disputas y decretos contradictorios sembraran la confusión y la inquietud por todo el mundo cristiano, sólo en el siglo IV hubo trece concilios contrarios a Arrio, quince a su favor y diecisiete semi-arrianos: en total, cuarenta y cinco. Las minorías intentaron perpetuamente usar el argumento de que la mayoría había abusado. El imparcial escritor eclesiástico (Hilario, obispo de Poitiers) mencionado dice también que «dos errores monstruosos y calamitosos se adoptaron en ese siglo IV: 1º, que era acto de virtud engañar y mentir, cuando por este medio se obtenía algún beneficio para la Iglesia; 2º, que cuando se sostenían y aceptaban errores religiosos después de las debidas amonestaciones, debían castigarse con penas civiles y tormentos corporales.»

Pero durante siglos se intentó eliminar cualquier vestigio relativo al protagonismo de las mujeres en el cristianismo de los primeros siglos. Un ejemplo de esta manipulación puede encontrarse en la basílica de Roma  dedicada a las santas Pudenciana y Práxedes, en la Via Urbana 160, en la que entre otros antiguos mosaicos, existe uno en la capilla de S. Cenón, donde aparecen  representadas cuatro mujeres; una es María, la madre de Jesús, las otras dos son los rostros de las “santas” a quienes está dedicada la iglesia, pero la cuarta es una mujer cubierta con un velo y tiene una aureola cuadrada alrededor de la cabeza, y posee una inscripción que dice: “Theodora episcopa”. Alguien con celo misógino, deseando suprimir una tan evidente referencia, raspó las dos últimas letras del nombre intentando evitar que se leyese claramente el nombre femenino, y sugiriendo que era el de Theodoro, nombre de varón, pero por ignorancia mantuvo “episcopa”, que es el femenino de “obispo”, mientras que el masculino en latín es “episcopus”, permitiendo reconocer esta referencia al obispado de la tal Teodora 

TEMA II

 

1.- Exhortación al gozo.- 

§

Regocijaos en el Señor. (gr. Cairo. Gozaos, alegraos, disfrutad) siempre. Os lo repito: Estad alegres”. Ya hemos tratado en otros diferentes pasajes de nuestro estudio el énfasis que el apóstol hace con respecto al gozo, tanto en los aspectos relacionados con su propia vivencia, como en la recomendación a los filipenses. En este pasaje se muestra redundante. 

El gozo siendo una característica de la personalidad de los cristianos proporciona una excelente terapia ante los problemas de la vida y también un testimonio para el evangelio. Es la vía más excelente para afrontar cualquier circunstancia adversa que nos afecte. Se que esto es más fácil de decir ó de escribir que de ponerlo en práctica, pero con todo es una meta que debemos buscar y por la que debemos pedir a Dios, porque nuestros problemas, sean cuales sean, no son diferentes a los que los filipenses padecían, o los que padecía el propio Pablo. En su caso, atravesaba problemas de salud, problemas económicos, problemas de estar en prisión, problemas en el ministerio, etc. Pero nos estimula por su ejemplo para que ante cualquier circunstancia adversa el cristiano echemos mano del ancla firme que puede afirmarnos: la fe. Junto a esta, recordar las incomparables promesas que proporcionan la fuerza, el valor y la esperanza para afrontarlas, y cultivar la meditación espiritual, la oración, la comunión fraternal, y no perdiendo de vista nuestra posición de ciudadanos del reino. 

Siempre”. Es fácil estar gozosos y contentos cuando todo va conforme a nuestros deseos y anhelos. El problema sucede cuando nos llevan la contraria, ya sean las personas ó las circunstancias de la vida. Cuando esto sucede, suele ser esos momentos críticos en que nuestras verdaderas personalidades salen a relucir. Pero justamente es en esas circunstancias cuando el imperativo de la exhortación es necesario, pues en lo otros momentos no hace ninguna falta. Cuando estamos complacidos, cuando todo rueda positivamente ¿Qué necesidad hay para animarnos a estar contentos?

2. Gentileza cristiana.

Vuestra gentileza (gr. Epieikes. Amabilidad, afabilidad, cordialidad, cortesía) sea conocida por todos los hombres”. Aquí tenemos una segunda característica del comportamiento social de los cristianos que, como en el caso del gozo, es normal en las condiciones más positivas, pero que entra en crisis en cuanto aparecen los roces de la convivencia. Pablo dice que los cristianos deben ser conocidos por mostrar en su entorno social (familia, trabajo, iglesia, amistades, etc.) una actitud gentil; por expresarse con buena educación, pero también con una inclinación positiva hacia los demás, así la palabra que emplea tiene connotaciones que van más allá del respeto y tratan de volcar hacia los demás nuestras mejores actitudes. 

La mala educación, la falta de respeto, el carácter agrio, actitudes y comentarios despectivos, la vulgaridad, el animo de contienda, que quedan en nosotros tienen que ser reconducidos a la cruz y sustituidos por los valores más excelentes, de lo mejor que puede haber en nosotros y que todos sabemos distinguir. En muchas ocasiones todos reconocemos que no solo es importante tener razón en algo, sino que malas actitudes ó formas no solo nos hacen perder toda la razón, sino que ponen de evidencia conductas que dañan el testimonio del evangelio, que es el valor más importante que tenemos que administrar por encima de cualquier otro interés. En este mismo contexto, escribe Pedro en 1ª Ped. 3:1-2, referido allí a las esposas cristianas, pero claramente extensible a todos los que confiesan a Cristo como Señor, que una conducta respetuosa y honesta vale más que muchas palabras y predicaciones y por ese testimonio pueden ser ganados para Dios muchos que no creen. Esta es una forma esencial de evangelismo y de predicación.

3.- El Señor está cerca y el afán.

El Señor está cerca (gr. Engús. Cerca, próximo, al lado). Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Si yo tuviese que numerar estos versículos, probablemente haría aquí algún cambio. Empezaría el versículo “6” con esta frase, porque me parece que está encadenada a todo el contenido que sigue desde aquí hasta el final del versículo “7”. Esta frase que hace referencia a la proximidad de nuestro Señor es la base para la cuestión del afán y de la paz que se vienen a continuación.

Los afanes son los anhelos, los deseos, las metas ó las aspiraciones que los seres humanos nos marcamos como objetivos de nuestra vida cotidiana, y en cuya consecución los hombres se esfuerzan, trabajan y luchan. Los afanes son un enemigo de la paz interior, y marcan nuestros tiempos y prioridades llevándonos de un lado a otro y cazándonos como con un lazo al ansia por conseguirlos. Solo muy pocos, y muy pocas veces alcanzan el éxito, si podemos llamar éxito a ver conseguidos nuestros propósitos, pero aun entonces es necesario evaluar el precio pagado por ese éxito. Una mayoría, no solo no lo alcanza, sino que un análisis objetivo mostrará que ese empeño ha conducido a la vida por un camino lleno de ansiedad, preocupación y problemas.

Los afanes forman una vorágine de situaciones y agobios en las que siempre nos cuesta recordar lo que Jesús prometió en Mat. 28:20: “He aquí que yo estoy con vosotros siempre (gr. Pas. Siempre) hasta el fin del mundo”, y sentir su presencia a nuestro lado. También impide valorar en su justa medida las bendiciones espirituales que tenemos, como vivíamos sin esperanza y sin Dios en el mundo (Ef. 2:12 y 13), y como “ahora hemos sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”. Lo que representa que podamos acercarnos con confianza al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y el oportuno auxilio, (Heb. 4:16). Nos hacen olvidar que nuestra ciudadanía está en los cielos y conforme a ello no debemos hacernos tesoros en la tierra donde los ladrones roban y hurtan, sino en los cielos, para tener un galardón eterno y una corona incorruptible. 

¡Que diferencia cuando trabajamos para vivir sosegadamente en lugar de trabajar para llenar nuestros graneros para un día de mañana que no nos pertenece! ¡Que descanso encontramos cuando en medio de las crisis y de los problemas vienen a nuestra mente estas promesas! ¡Que gozo cuando hemos logrado llevar nuestras aspiraciones y también las preocupaciones a Dios! ¡Que maravillosas respuestas y salidas hemos encontrado!

Llevar a Dios en oración nuestros afanes, ansiedades y proyectos es un camino para el éxito de Su plan. Todos afirmamos muchas veces que Dios tiene un propósito para nuestras vidas, pero casi siempre lo supeditamos a nuestros propios proyectos y, abandonamos el suyo para establecer el nuestro. Todos los recursos, el tiempo y el esfuerzo ponemos a nuestro propio servicio. Pero en la forma de hacer las cosas correctas, tenemos el ejemplo de nuestro señor Jesucristo: “… pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc. 22:42), porque Jesús no buscaba su voluntad, sino la del Padre, (Jn. 5:30). 

Que bendición y paz disfrutamos cuando hacemos las cosas en el debido orden, en el que somos instruidos por las Escrituras y por el Espíritu, llevando a Dios nuestros deseos y voluntades, con oración y ruego. El agradecimiento es un sentimiento que se produce después de una evaluación. Somos agradecidos cuando valoramos lo que de Dios hemos recibido. Y viene la calma, esa paz que Dios da, que no es como la que da el mundo. Una paz que no se puede entender porque brilla incluso en medio de las más poderosas crisis y circunstancias adversas, y es capaz de mantener y guardar tanto nuestros corazones como nuestros pensamientos en Cristo. 

Los afanes suelen ser una fuente de preocupaciones, pero también en ocasiones las preocupaciones generan los afanes. Es decir, uno tiene problemas porque se encuentra en un mundo difícil y en un estado de cosas complicado y se afana para cambiar las circunstancias. Algunos piensan que cuando uno se entrega a Cristo, ya se le acabaron todos los problemas de la vida, pero esa es una falacia que todos conocemos. En muchas ocasiones es justamente a partir de ese punto cuando parece que los problemas se acumulan y surgen por todas partes. Es cuando la fe está siendo probada para manifestar con la perseverancia que es auténtica ó con la mirada atrás que solo ha sido una creencia religiosa ó intelectual pasajera. Esta prueba no es para Dios, que sabe realmente lo que hay en nuestros corazones. Es una prueba para nosotros mismos de la firmeza, profundidad y autenticidad de la fe que decimos profesar.

Una vez que hemos sido liberados por su redención de los problemas de nuestra ansiedad espiritual, los afanes y las preocupaciones por las más variadas causas relativas a nuestra vida material son las causantes de nuestras mayores crisis de ansiedad, estrés, temores, e infelicidad. Quedar atrapado en ellos suele ser la principal razón para vivir una vida espiritual debilitada, fracasada ó muerta. En la parábola del sembrador, Jesús explicó que los afanes de la vida respecto al evangelio son equivalentes a los espinos que hacen infructuosa la semilla que caen en ellos (Mr. 4:18; Mt. 13:22; Lc. 8:14). .

 

El afán que se presenta en el nuevo testamento como el más peligroso para los seres humanos es el amor al dinero, al que Pablo le llama “la raíz de todos los males”. Querer hacerse rico en dinero, sacrificando al servicio de este objetivo el lugar que a Dios le corresponde. Tener una visión materialista de la vida y menospreciar de hecho la herencia eterna. Pablo dice a Timoteo que por causa de tal codicia, algunos se extraviaron de la fe, y no solo eso, sino que padecieron grandes desgracias, por lo que le aconseja como alcanzar una vida feliz, adornada de la paz de Dios (1ª Tim. 6:6-16).

4.- Pensando en lo bueno.- 

§

Pocos comentarios necesitan los versículos 8 y 9. El refrán castellano dice: “Piensa mal y acertarás”, pero el consejo apostólico es “piensa bien y el Dios de paz estará contigo”. Es posible que con respecto a muchas situaciones de la vida, pensar bien nos conducirá a que nos engañen, a que piensen que somos crédulos e ingenuos, que se burlen de nosotros, pero aun así la promesa persiste. En este mundo se generaliza habitual e injustamente. Nosotros no podemos pensar así, ni discriminar a nadie por una generalización, sino atribuir a cada uno aquello que le corresponde. Tenemos, de entrada,  la “necesidad” de pensar bien. De destacar y esperar la parte verdadera, la honesta, la justa, la pura, la amable, lo que sea mejor de cualquiera. Toda persona puede tener algo digno de ser alabado y alguna virtud destacable. Solo cuando las realidades son tan evidentes y los datos, los hechos y los daños contrastados, es cuando podemos y debemos denunciar lo malo. Pero una actitud que de entrada solo busca defectos, enfatiza lo malo, destaca las equivocaciones únicamente conduce a mantener un interior resentido y amargado.

TEMA III

 

El último gran tema que vamos a tratar para terminar el estudio de la epístola de los Filipenses, se trata de un asunto tan delicado como importante: La cuestión de la economía cristiana, de los dineros, las ofrendas, obligaciones financieras, mayordomías, diezmos, ayudas, obreros sostenidos, etc. Para abordar esta cuestión es necesaria una gran dosis de franqueza a la vez que es preciso igualmente tocarlo de una forma especialmente despersonalizada, no fijándonos en casos concretos ó poniéndole nombre a cualquier ejemplo. Es realmente necesario ser objetivos en el tema para alcanzar los mejores resultados, aunque en el transcurso veremos algunos casos concretos con nombres y apellidos. 

El mejor camino para empezar nuestro estudio es comentar el texto que tenemos delante escrito por el apóstol Pablo dentro de su propio contexto. Mas tarde, trataremos la cuestión de las ofrendas y la economía en las iglesias apostólicas y finalmente trataremos la cuestión aplicada a todos los aspectos relacionados con la cuestión económica y monetaria de los cristianos en nuestra sociedad actual.

Vamos a recordar que el primordial interés de este estudio radica en buscar la madurez a través del conocimiento. Cuando tenemos conocimiento es difícil que nos puedan llevar de un lado a otro por cualquier viento de doctrina ó con palabras ya sean fingidas, descontextualizadas ó cautivadoras. Será igualmente difícil que hagan de nosotros mercadería, que nos exploten ó conviertan en objetos de lucro. Y cuando nos manejemos con conocimiento podremos parar a los que con argucias y argumentos engañosos pretenden llevarnos a su terreno.

1.- La cooperación económica de los filipenses con Pablo.- 

§

Ya hemos tratado esta cuestión de pasada en el principio de nuestro estudio, y cuando hablamos sobre Epafrodito y la misión que le llevó a Roma junto a Pablo: Llevar una ofrenda de amor para ayuda y sostén del apóstol. Han pasado varios años desde Hch. 20:3 hasta esta situación presente en la vida del apóstol, a causa de su encarcelamiento en Cesarea y el traslado forzoso a Roma. Durante todo este tiempo la lejanía y la falta de oportunidad impidió que los filipenses continuasen con su determinación de ayudar económicamente a Pablo. Solo cuando conocen que se encuentra preso en Roma durante un tiempo y encuentran a la persona con disponibilidad y confianza para realizar esta delicada misión, Epafrodito, vuelven a enviarle una ayuda económica creemos que generosa.

En este apartado final de su epístola, Pablo les hace llegar estas frases con un propósito doble, en primer lugar a modo de recibo, de forma que la iglesia este segura de que su encargo fue cumplido con honradez y fidelidad por parte de Epafrodito, pero añade igualmente la sensación de gozo que le ha producido, no tanto la cantidad, que no se menciona, sino el gesto solidario al comprender que sigue estando presente en el recuerdo de los hermanos de aquella iglesia tan querida para él. Que hayan determinado enviarle esta ayuda representa que han vuelto a pensar (gr. Phroneo) en favor suyo, aunque añade que está seguro de que en ningún momento le habían olvidado. Probablemente, de viva voz Epafrodito le aseguró que si no habían enviado antes su ayuda no había sido por olvido ó despreocupación por la situación de Pablo, máxime cuando sabían que a causa de sus prisiones estaba completamente impedido para trabajar y sustentarse por si mismo, como era su costumbre, sino que habían carecido de la oportunidad de que alguien de confianza fuese a visitarle y se la llevase. Pero para acallar cualquier suspicacia de interés, Pablo escribe que no menciona esta cuestión en razón de que se encuentre especialmente necesitado de ayuda, que sabemos que lo estaba, sino que aprovecha la circunstancia para resaltar un valioso testimonio ejemplarizante de su actitud frente a las situaciones de la vida. 

A lo largo de toda la epístola hemos visto como el gozo del apóstol ha estado presente en las más variadas y adversas circunstancias que a cualquiera entristecerían. Pero la fe de Pablo es fuerte y firme y también ahora en lo relativo a la cuestión económica, quiere enseñar que él esta fortalecido tanto anímica como espiritualmente para afrontar las circunstancias del presente y del futuro. Cualquier situación que le depare la vida la va afrontar con entereza a causa, no de su convicción ó conformismo, sino de las fuerzas que recibe a partir de su fe y comunión con su Salvador. Esta es la dimensión y perspectiva que le permite disfrutar una vida gozosa y espiritualmente abundante. Con esta fe basada en el ejemplo de la gracia de Jesucristo quien por amor de los pecadores siendo rico se hizo pobre, siendo Dios se hizo hombre, para que con su pobreza los hombres fuésemos enriquecidos (2ª Cor. 8:9), también él se muestra conforme en la imitación del Modelo celestial y con esperanza y gozo afronta las situaciones tanto de penuria como de abundancia sin quejarse ni pedir a nadie. Con todo, para que esta postura suya no pueda interpretarse como un acto de soberbia ó desagradecimiento, reconoce que hicieron bien al actuar con esa misericordia que les solidariza con su aflicción actual, y no solo agradece la ayuda de ahora, sino que aprovecha para destacar la singularidad de su sensibilidad y cariño hacia él desde el momento en que le conocieron, ó sea desde el principio de su ministerio en aquella ciudad. 

Cuando abordamos la biografía del apóstol, hemos asumido que Saulo de Tarso era un hombre que pertenecía a una familia acomodada y de buena posición social. Pero dijo que cuando conoció a Cristo, y por servirle obedeciendo a su llamamiento, “lo perdió todo” (Fil. 3:8). Nunca más hemos vuelto a ver a Pablo relacionado con haciendas, bienes ó rentas que tuviese ó que tal vez pudiera haber recibido en herencia de sus progenitores. Es posible que como Bernabé lo ofrendase en alguna ó varias ocasiones para las necesidades de otros cristianos necesitados, ó tal vez gastando su producto en la financiación de sus primeras campañas de predicación en solitario. Lo cierto es que el Pablo que encontramos en las epístolas carece de cualquier propiedad material, y no tiene más ingresos que los que produce con su trabajo y las ofrendas puntuales de la iglesia de Filipos.

En este texto que estamos considerando, Pablo se remonta a la historia del inicio de su predicación por aquella región y destaca la singularidad de la colaboración de los filipenses, mostrando así que no era la práctica habitual de las iglesias. ¿Por qué? Sencillamente porque Pablo no las había instruido de la necesidad de ayudar financieramente a los apóstoles ó a sus colaboradores, ni de financiar siquiera la obra misionera, a pesar de que en sus epístolas encontramos instrucciones y consejos para muchos ámbitos de la esfera de las iglesias locales que debían observar y vivir. Esto destaca que las donaciones de los filipenses tenían el valor de ser iniciativas libres y espontáneas. De su propio corazón determinaron cooperar en una relación a la que Pablo llama de “dar y recibir” (gr. Doseos kai lepseos). Una mutua cooperación y comunión practica por la cual reconociendo los cuidados y preocupación que Pablo siente y mantiene hacia ellos, agradecidos por la bendición que por su ministerio habían recibido, sensibles a su situación de penuria y fatiga, decidieron recíprocamente cuidar de él, haciéndole llegar en diversas ocasiones una ayuda para sus necesidades.

Esto nos hace pensar en que la situación en la que conocieron a Pablo y a sus compañeros de viaje,  Timoteo y Silas, tenía que ser de una pobreza tan extrema, que inmediatamente después de su precipitada partida hacia Tesalónica y a pesar de que permaneció allí apenas tres ó cuatro semanas antes de partir para Berea, ya le hicieron llegar por dos ocasiones una ayuda material. Probablemente la primera fue un impulso improvisado y urgente con las disponibilidades más inmediatas y luego una segunda que complementaba a la primera con un poco más de preparación. Esto viene a indicar claramente que el grupo viajaba en unas condiciones de suma precariedad, incluso miseria, y tal circunstancia no escapó a la amorosa mirada de los recién convertidos de Filipos, posiblemente influidos por esa especial sensibilidad femenina, las primeras cristianas de aquella localidad, más propensa que la masculina para fijarse en los detalles. Este pensamiento se reafirma cuando leemos lo que Pablo escribe los tesalonicenses recordando aquellos tiempos de su primera estancia en Tesalónica, recién llegado de Filipos. Pablo dice que trabajaban para su sustento, probablemente en tareas agrícolas, uno de los pocos trabajos que su régimen itinerante les podía permitir encontrar con más facilidad. Y lo hacían en serio, de la mañana a la noche, ó como literalmente dice, “día y noche”,  para no ser carga a nadie (1Tes. 2:9), aunque en el versículo 9 les observa que sería lícito y perfectamente honesto haberles reclamado con derecho y justicia “la carga como apóstoles de Cristo”. Pero esta carga en ninguna manera significa que tuviesen que pagarles un salario económico acorde al de un jornalero secular, del que ellos pudiesen disponer a su albedrío. Eso no era, como veremos, el derecho de apóstol, aunque como de los hermanos de Filipos, Pablo, hubiese aceptado también de ellos una ofrenda libre y voluntaria de comunión, pero los tesalonicenses no se la dieron, y él nada pidió. Ese derecho al que se refiere ahora pasado el tiempo en su epístola era el deber de gratitud que debieran sentir aquellos que aceptaban el evangelio a través del mensaje de los apóstoles para hospedarle en sus casas reconociéndoles su calidad de enviados de Cristo.

Pero Pablo, a pesar de reconocer que tal práctica pudiese ser argumentada con razón como un derecho, lo cual veremos, sin embargo, él se propuso a lo largo de sus años de ministerio dar un ejemplo personal de no ejercerlo, a los nuevos creyentes y a las iglesias mediante su conducta (1ª Cor. 11:1; Fil. 3:17). Cuando escribe la segunda epístola a los Corintios, también a estos les recuerda expresamente que les había “predicado de balde” (2Cor. 11:7-9), y aun cuando en ocasiones estuvo pasando necesidades, no les pidió absolutamente nada. En Corinto, como su estancia fue prolongada y estable, Pablo ya pudo compaginar su ministerio evangelístico con un trabajo que correspondía con su oficio artesano, hacer tiendas de campaña, que también era el oficio de aquel judío cristiano que había venido de Roma por causa del decreto imperial de expulsión de los judíos, Aquila (Hch. 18:3), y tampoco aquí, como antes en Tesalónica, reclamó un derecho de ser atendido hospitalariamente por los nuevos cristianos. Probablemente con el fruto económico del trabajo del equipo alquilarían una vivienda para todo el grupo (Priscila y Aquila, Pablo y sus colaboradores), y se alimentaban. No sabemos mucho sobre el rendimiento del negocio de las tiendas durante este período, pero si sabemos que no alcanzaba para cubrir los gastos y necesidades del grupo, porque Pablo dice que “lo que faltaba lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia” (2Cor. 11:9). 

Ahora bien, cuando Pablo se refiere a la comunión de los cristianos de Filipos, notemos también que se está refiriendo a una relación con su ministerio personal. Si cuando Pablo dejó de recibir esa ayuda por estar en Judea, ellos continuasen enviando aportaciones periódicas a sus sustitutos, ya fuesen Timoteo, Tito,  Aquila o Apolos por ejemplo, Pablo no dejaría de mencionarlo, puesto que ellos serían quienes ahora estaban ocupándose en esa relación de “dar y recibir” con las iglesias de aquellas regiones, pero nada de esto se deduce del texto, sino que aquellos colaboradores suyos iniciados con su ejemplo y disciplina también trabajaban para su sustento conforme al ejemplo y la línea del apóstol, de ahí el plural que se emplea en el pasaje que ya mencionamos de Tesalonicenses 2:1-9, y que viene a significar que todos trabajaban duramente para su sustento y aparte predicaban el evangelio. Y este ejemplo claro de ministerio compaginando con el trabajo secular, no solo Pablo lo presenta como una característica de su propia conducta y la de los que le acompañan, sino como un ejemplo que deben seguir los ancianos y pastores de las iglesias, como vemos en Hch. 20:33-35 y 2ªTes. 3:6-12.

2.- La carga como apóstoles de Cristo.- 

§

¿En qué consiste esta carga? Los evangelios sinópticos relatan las disposiciones con las que el Señor Jesucristo envió a los discípulos como “apóstoles” para anunciar el evangelio del reino (Lucas 9:1-10; Mr. 6:8-12 y Mt. 10:5-15). El apóstol misionero (enviado para la misión del evangelio) recibió unas instrucciones precisas de como debía viajar mientras desempeñase su misión: sin dinero y sin equipaje. Pero además, como mandamiento expreso, tampoco podían percibir cantidad alguna de dinero por su trabajo como mensajeros, pues Jesús les ordenó asimismo que debían dar de gracia, lo que de gracia habían recibido, (Mat. 10:8). ¿Cómo debían sostenerse pues si no tenían derecho a un salario con el que comer, beber, vestirse, etc., ni llevar con ellos su propio dinero? Jesús les explicó que aquel era ciertamente un trabajo en beneficio ajeno, y desde tal perspectiva, todo “obrero es digno de su salario”(gr. Mistos), así lo vemos en Lc 10: 7. Pero Mateo 10:7, 10 es más explicito sobre la cuestión y aclara la intención de Jesús y entendida por los apóstoles con referencia a ese salario. La palabra griega Trophe empleada viene a significar que ese salario consistiría en el alimento ó la comida. La carga, pues, a la que tenían derecho como apóstoles de Cristo era en su más amplia concesión, la hospitalidad, el hospedaje y la manutención por parte de aquellos que recibían el evangelio, mientras estuviesen predicando entre ellos. El derecho excluía donaciones económicas acumulables y contables, con los que hacer ó incrementar una “bolsa” personal –que no debían llevar ni administrar- sino exclusivamente la manutención. 

Así lo siguieron practicando los apóstoles después de la ascensión de Jesús. Cuando Pablo escribe a los corintios en el capítulo 9 de su primera epístola hace una referencia a su ministerio personal en comparación con el de los otros apóstoles. Su forma de trabajar y la de sus colaboradores ciertamente no se conforma con la que desarrollan los otros apóstoles, y Pablo responde aquí a las preguntas que directa ó indirectamente plantean los cristianos de las iglesias gentiles: 

La primera la encontramos en el versículo 4: ¿Tenemos ó no derecho de “comer y beber” a cuenta de las iglesias?; 

La segunda en el versículo 5: ¿Este derecho es igualmente extensible a los cónyuges si los hubiera?; 

Y la tercera en el versículo 7 ¿No tenemos derecho de no trabajar (por el sustento)? Curiosamente no hace extensible esta cuestión a sus colaboradores: Silas, Timoteo, Aquila y Priscila, etc. a quienes él con referencia a esta cuestión no encuadra en el grupo de “Apóstoles”, digamos con mayúsculas, aunque en otros pasajes, relativos a sus funciones si les llame apóstoles, como vemos en 2ª Cor. 8:23, relativo a Tito, ó al propio Epafrodito en Fil. 2:25. (Cuando Lucas cuando llama apóstoles en Hch. 14:14, tanto a Pablo como a Bernabé, esta asumiendo la posición oficial y general de la Iglesia de aceptar a ambos con un rango equiparable a los “once” elegidos personalmente por Jesús, testigos y plantadores de iglesias por el mundo). 

Pablo responde afirmativamente de forma implícita a las tres preguntas empleando dos argumentos: El primero es el criterio lógico de lo que sucede en la sociedad civil y el segundo es una apelación de apoyo sacado de las mismas Sagradas Escrituras. Derecho si., pero tener un derecho, no significa que se deba ejercitar. Pablo dice que la razón por la que ni él ni Bernabé reclamaron ni se beneficiaron nunca de ese derecho, es porque tal demanda provocaba, ó podía provocar, un obstáculo (gr. enkoph, estorbo, obstáculo, tropiezo, etc.) al Evangelio de Cristo, v-12. ¡Bendita visión! Pablo y Bernabé quieren evitar que cualquiera pueda pensar de ellos que están en el evangelio por razones económicas, o que lo hacen como una profesión a cuenta de la que viven. 

Juan en su tercera epístola vers. 7 se refiere a que esta misma practica fue seguida por los demás cristianos misioneros “que partieron por amor de su nombre” (del nombre de Jesucristo), “no tomando nada de los gentiles”, que quiere decir que únicamente recibían hospitalidad, la cual era a la vez un deber cristiano: “recibir a los tales, para que seamos cooperadores a la verdad”. 

3.- Ofrendas y colectas.- 

§

Pero aunque excepto a los apóstoles, dependientes de la iglesia de Jerusalén, no los sostenían en sus ministerios de forma regular y general, como hemos visto, de ninguna manera los cristianos de los tiempos apostólicos retenían y trataban sus bienes en forma egoísta. El esfuerzo más importante de la comunión práctica no estaba en la construcción de locales de reunión, puesto que las iglesias se reunían en las casas. Tampoco, como hemos visto, en el pago de salarios a los obreros apostólicos, maestros ó profetas, para los cuales, y en determinadas circunstancias u ocasiones, algunas iglesias les hacían llegar ofrendas de comunión. El gran esfuerzo estaba destinado a la ayuda social para la familia de la fe, para los más desfavorecidos: pobres, viudas, ancianos, huérfanos, esclavos y perseguidos. El compromiso de solidaridad social entre los cristianos con aquellos más necesitados fue una de las causas más destacables de la expansión del cristianismo, lo cual permaneció siendo el principal destino de las ofrendas de los fieles hasta que los obispos se convirtieron en “príncipes”, administradores y jefes de una cohorte de funcionarios menores, todos ellos “liberados” a los que mandaban y pagaban, acaparando así una buena parte de las donaciones.

Desde el principio en la iglesia se mostró una especial sensibilidad, sin duda enseñada por el Salvador, con respecto a los pobres. Así, mientras el ámbito de la iglesia, después de Pentecostés, se circunscribió a Jerusalén y sus aledaños, los cristianos más ricos compartían con los más necesitados trayendo sus donaciones a los apóstoles. De entre estos tenemos la mención de Bernabé que vendió una heredad, una finca de su propiedad, y trajo el dinero a los apóstoles para que lo repartiesen entre los más necesitados (Hch. 4:37). También encontramos el caso de Ananías y Safira, quienes quisieron el reconocimiento publico de su generosidad pero engañando con el precio. 

Los cristianos, de forma totalmente voluntaria (como vemos en Hch. 5:4), animados y estimulados unos por otros, decidieron tener “todas las cosas en común” (Hch. 4:32-35). Y en este proceso que duró unos cinco años, fueron los apóstoles quienes se ocuparon de administrarlo. Pero sucedió que cuando la comunidad creció también crecieron los problemas (Hch. 6:1), y los apóstoles estaban tan ocupados en esto, que ya casi no tenían tiempo de ser apóstoles del evangelio, sino administradores sociales. Habían olvidado la misión que les fue encomendada: Extender el evangelio de la salvación. No habían sido escogidos por el Maestro para administrar un fondo asistencial. Es más, el único que en los tiempos de Jesús había administrado la bolsa del grupo era Judas y ya no estaba. Así llegó un momento en que esta labor administrativa fue contestada y criticada porque, aun siendo rectísimo el deseo, lo cierto es que no hacían las cosas bien. Entonces los apóstoles decidieron nombrar a siete administradores para ese trabajo y dedicarse ellos a lo suyo: el apostolado.

Pero la constitución de esta comunidad, por muy beneficiosa y justa que fuese para sus miembros, y llamase la atención de los no cristianos, no era ni el propósito, ni el fin, ni la misión de la Iglesia, que cómodamente se instaló en este contenido social, y no salía de Jerusalén ni extendía el evangelio. Como el mensaje evangélico quedó detenido y las almas se perdían, Dios permitió una dura persecución que puso fin a este modelo comunitario de fieles, y su modelo social de bienes y servicios (Hch. 8:1,4), porque habían invertido los valores: En lugar de extender el evangelio, para la salvación de los perdidos y vivir en la sociedad de una forma ordenada, laboriosa y ejemplar, esforzándose en la extensión del evangelio a través de su testimonio, por la manifestación de las virtudes implícitas de honradez, justicia social y misericordia, de modo que esparciesen por el mundo el mensaje de la salvación, se dedicaron a lo segundo y dejaron lo esencial. Era necesario hacer lo primero sin dejar lo segundo, porque Dios amó de tal manera al mundo, pero no dio a su hijo para que dejase de existir la pobreza, ni la enfermedad, ni injusticia social, sino para que el hombre no se pierda y reciba la vida eterna. La primitiva comunidad cristiana de Jerusalén fue en cierto modo, solo en cierto modo, un ensayo de los contenidos que tantos siglos después, ha pretendido promocionar la llamada “teología de la liberación”, pero cuyo énfasis es totalmente materialista y la cuestión vital, la espiritual queda relegada a un segundo plano. 

En la segunda etapa, después de la dispersión provocada por la persecución, la Iglesia recuperó el orden, extendiendo el evangelio (Hch. 8:4), y desplegando una gran sensibilidad social por todos los lugares donde los cristianos vivían y se establecían como fruto de su fe. 

Pablo dice que cuando estuvo en Jerusalén con Santiago, Pedro y Juan y quedaron distribuidos los ámbitos de la acción misionera, “solamente les pidieron que se acordasen de los pobres”, añadiendo el apóstol, “lo cual fui solicito en cumplir” (Gal. 2:10). No necesitaba Pablo la exhortación de los apóstoles en ese sentido, porque la sensibilidad social estaba implícita y enteramente asumida en la esencia evangélica de aquellos hombres y mujeres que aceptaron el mensaje de la salvación. 

El contenido de ser misericordiosos y sensibles a las necesidades materiales tuvo uno de los ejemplos más notables en la colecta para los pobres de Judea: Hubo una gran hambruna en Palestina en los años 53 al 54, los últimos del gobierno de Claudio, de cuya gravedad se hace eco el historiador Josefo, y que había sido profetizada por un profeta cristiano llamado Agabo (Hch. 11:28). Los cristianos de Palestina padecían también esa hambre, y sus hermanos de Macedonia y Acaya, conmovidos por las noticias que llegaban decidieron por si mismos recoger ofrendas para enviarlas allá por medio de otros hermanos (Rom. 15:26), como un gesto de la solidaridad y del amor de los cristianos gentiles para con los cristianos judíos. Este espontáneo sentimiento le pereció a Pablo como una maravillosa acción y en sus cartas les orienta sobre la mejor forma de realizarla y afirma que si aquella idea cuajaba en todas las iglesias él mismo estaría dispuesto a llevarla a Jerusalén (1Cor. 16:1-4).

Un año aproximadamente tardó en gestarse la iniciativa y recogerse el dinero. La iglesia de Corinto también se apuntó a la iniciativa como se relata en 2ª Cor. 9:1-15, pero Pablo, que conocía muy bien el carácter efusivo pero desordenado de esta iglesia les escribe para apercibirles a que conviertan en realidad las ofrendas prometidas. Que no sea un proyecto de humo que luego se quede en nada sino que, ya que habían voluntariamente apoyado esa iniciativa, lo hiciesen responsablemente y se esforzasen en su generosidad. El consejo consistió en pedir que todo se hiciese con orden y guardando las formas. Cada uno debía guardar en su propia casa (No debían entregarlo a nadie que actuase de tesorero común, lo cual hace pensar en que Pablo conocía la calidad de algunos de los miembros de aquella iglesia, y acentuaba su falta de confianza en algunos de ellos) la cantidad que en cada semana pudiese ahorrar ó apartar, y lo tuvieran preparado para este fin, antes de que Pablo llegase a Corinto para recogerlo personalmente. Pero también debían cuidar el testimonio de modo que nadie pudiese asociar la llegada de Pablo para que apareciese allí como alguien que pide dinero, lo que podría dar lugar a malos comentarios sobre todo por parte de personas que no siendo cristianas ó no estando informadas sobre la cuestión, criticasen que Pablo venía a para “cobrar” ó para sacar dinero a los que creían en su predicación. Pedir dinero públicamente asociándolo incluso a las mejores causas,  ya desde entonces aparece como una imprudencia y un mal testimonio.

Estas ofrendas especiales de solidaridad no mermaban la existencia de otros fondos sociales para las necesidades de los miembros de la propia iglesia. Así tenemos las instrucciones de Pablo a Timoteo relativas a la ayuda para los ancianos y ancianas, aprovechados para el ministerio en las iglesias locales. No nos olvidemos que entonces no existía desde los poderes gubernamentales ningún sistema público de asistencia social y que cuando una persona llegaba a la vejez, y ya no podía trabajar para su propio sustento, tenía que vivir de sus familiares más jóvenes, de los escasos ahorros de toda una vida de trabajo ó de la mendicidad. 

Los cristianos crearon unos fondos sociales y unas listas de asistencia regular para las personas cristianas que asumían responsabilidades y tareas de ayuda y servicio en las iglesias, fuesen hombres ó mujeres (1Tim. 5:3-18). En el caso de estas, debían ser viudas, con buen testimonio y vida piadosa, de más de sesenta años de edad. Pero si estas tenían hijos ú otros familiares que pudiesen sostenerlas con sus propios bienes no recibían el subsidio. También se animaba a que las mujeres cristianas pudientes acogiesen en sus hogares a otras necesitadas para que la iglesia no fuese gravada con esa carga. Las viudas más jóvenes no debían ser aceptadas para el servicio eclesial subsidiado, y por ende al subsidio, por el riesgo, basado sin duda en la experiencia, de que algunas buscando seguridad y estabilidad intentaban casarse y abandonaban las responsabilidades del servicio eclesial e incluso la fe cristiana cuando eran pretendidas para casarse por varones paganos. Y también se deduce en el texto la probable mala experiencia con algunas que viéndose ayudadas por la iglesia, estando en edad y condiciones de trabajar, ya ni lo hacían, ni lo pretendían y además se dedicaban a andar de casa en casa levantando chismes, creando mal testimonio y problemas. 

Los ancianos, varones de edad avanzada que desempeñaban servicios en la iglesia local, principalmente la enseñanza y la predicación, y que en razón de la edad no podían trabajar secularmente, debían ser honrados doblemente (no con un doble subsidio en cuanto a la cantidad, sino por doble motivo, ó siendo señalados con una doble prioridad antes que otros. Primero en razón de la edad y necesidad y segundo, por su servicio y dedicación a los hermanos y a la iglesia en general).

La voluntariedad, libertad y destino de la generosidad de los asistentes a los cultos cristianos, la encontramos en las palabras de Justino quien escribió a mediados del siglo II: “Los que tienen y quieren, dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que hace de cabeza para que socorra con ello a huérfanos y viudas, a los que están necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quien se halle en la necesidad”.

4.- Desde entonces, mil y una treta para sacar el dinero a los cristianos.- 

§

Estaba profetizado en 2ª Pe. 2:1-3 que pronto habría falsos profetas y maestros entre el pueblo de Dios para hacer negocio a cuenta de los cristianos, por avaricia, y empleando para ello palabras fingidas. Buenas palabras fingidas de piedad, de argumentos sensibleros, presuntas vocaciones y ministerios, y la presentación manipuladora de necesidades espirituales y misiones “altruistas”. Y fue cierto. Pronto empezaron a aparecer y han llegado hasta nuestros días multiplicados. La palma de la historia la lleva la actuación del romanismo con la comercialización descarada de todos los asuntos espirituales en los que pueda sacar una tajada económica. Pero también en nuestros días, dentro del campo evangélico, y en la medida de la expansión y libertad que ha alcanzado, están surgiendo por todas partes individuos y organizaciones dispuestas a recibir nuestros dineros pretextando las más variopintas actividades cristianas.

4.1 El purgatorio.- 

Como ejemplo de alguna de las formas más groseras de toda la historia del romanismo lo constituyó el invento del purgatorio. Un sacadineros por el procedimiento del terror y por el abuso de la sensibilidad de las víctimas. Un discurso preparado para tocar las fibras sensibles de aquellos que habían perdido un ser querido, a los que les enseñan que a causa de sus pecados irían a un lugar de padecimiento, llamado Purgatorio, donde se aplican terribles tormentos hasta que paguen la enorme deuda de sus pecados, pero que tales sufrimientos podían ser acortados mediante el ofrecimiento de misas pagadas en beneficio de su alma. También en vida aterrorizan al interfecto amenazándole con tan horrendo periodo de sufrimiento que podía ser aliviado si ofreciese en beneficio propio una parte de sus bienes para pagar misas y oraciones en su favor. 

Esta manipulación horrenda que nos lleva a recordar los tiempos más negros del romanismo de la Edad Media, todavía sigue vigente en el romanismo en nuestros días. Hace menos de diez años, en 1993, una vecina que ocupaba el piso superior a mis oficinas, entró en mi despacho completamente anonadada. Había cuidado de su tía en los últimos años de su vida y esperaba a cambio recibir una importante cantidad de dinero cuando esta falleciese. Cuando llegó ese momento, y después de dar sepultura a la anciana, con su testamento se presentó en el banco en el que el dinero estaba depositado. Su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que en los tres meses, anteriores al óbito, la anciana había retirado la totalidad de su dinero: unos 20 millones de pesetas. ¿Cómo podía ser si la anciana no tenía más parientes, ni necesidades?. Rebuscando entre los efectos personales de la difunta, en su mesita de noche y dentro de un sobre encontró un documento que me mostró y yo lo tuve en mis manos que venía a decir algo así como: Vale por la cantidad de 5850 misas a favor del alma de Dña. XXX a celebrar en todo el mundo de la siguiente forma: 3000 misas durante su vida y 2850 misas después de su fallecimiento. El documento estaba extendido por una entidad religiosa asentada en Roma. Mi vecina empezó a recapitular y recordó que unas monjitas de un convento cercano la habían visitado varias veces en su casa y, en ocasiones, se habían ofrecido para llevarla de paseo hasta un parque próximo, diciendo que así podía la sobrina descansar un poco de su preocupación. Es cierto que el documento no hablaba de ninguna contraprestación económica, pero la relación de la causa y del efecto estaban claras tanto para mí como para su desolada sobrina.

4.2 Las penitencias pecuniarias.- 

El otro vergonzoso invento de la misma procedencia fue tan sucio como este. Se trata de lo que podemos denominar la “Penitencia Pecuniaria”, que consistía en hacer pagar un precio por el perdón de los pecados e incluso de los delitos públicos. Este sistema tuvo su mayor esplendor en los siglos XV y XVI. El negocio de las indulgencias que provocó la indignación de Lutero y como consecuencia de la campaña del impío Tetzel y sus colegas enviados por el Papa para recaudar fondos con los que construir la basílica Vaticana, encendieron la chispa de la Reforma. A través de la compra de las indulgencias se conseguía no solo la liberación de cualquier penitencia por los pecados impuesta por los confesores, sino que trascendía al ámbito de los tribunales civiles, evitando que el que había pagado pudiese ser perseguido por estos. Dicho en breves palabras, auspiciado por el pontífice romanista y de los poderes que consiguió acumular vendían por dinero el perdón de los pecados y la inmunidad legal.

Con un total desprecio, no solo a la verdad, sino a las justas críticas por parte de los protestantes del siglo XVI, como de los poderes civiles de la época, el Concilio de Trento se reafirmó decretando que “el uso de las indulgencias, sumamente provechoso para el pueblo cristiano… debe conservarse en la Iglesia, y fulmina anatema contra los que, o afirman ser inútiles, o niegan que la Iglesia tenga potestad de concederlas”. Ya se ve que el provecho es más para unos que para otros.

Un argumento de justificación para esa repugnante idea la encontramos en la frase de Cayetano a Lutero: “Debes saber que una sola gota de la sangre de Cristo es suficiente para redimir a toda la raza humana, y la cantidad restante… fue legada al papa como tesoro de donde saliesen las indulgencias”. Este penoso asunto había empezado tiempo antes por algunos listos obispos que fueron los primeros en sustituir las penitencias por aportaciones económicas, mientras que curas y monjes, que no tenían capacidad para hacer este negocio, sacaban el dinero a la gente cobrando por tocar a sus más famosas y milagreras reliquias durante las procesiones. Al ver los papas lo bien que le funcionaba este negocio a sus obispos, se lo apropiaron para explotarlo en exclusiva y encargaron de su promoción y recaudación a varias ordenes mendicantes, que competían entre ellas elevando el tono de la calidad y la utilidad de las indulgencias que cada una promovía, puesto que recibían una comisión sobre la cuantía recaudada.

Pero no solo las indulgencias y el Purgatorio constituyeron el negocio romanista, sino que también promovieron entre otras triquiñuelas, la venta de “bulas” para saltarse sus propios preceptos a todo el que pudiese pagar un precio, de tal manera que solo los pobres estaban en obligación de cumplirlos, mientras que los ricos pagando quedaban excusados. Otro ejemplo de cómo sacar dinero por transgredir sus normas, aunque en esta ocasión por parte del propio clero, es muy curiosa, y tuvo lugar entre los siglos XIII al XV (pues acabó en el Concilio de Basilea, 1435). Los obispos le aplicaron a su clero dependiente un impuesto llamado “renta de putas”, que era un pago que los sacerdotes estaban obligados a realizar cada vez que transgredían el celibato. Algunos obispos creían tan poco en la observancia de este voto que llegaron a aplicárselo a todos sus sacerdotes, incluso a los que alegaban su pureza porque afirmaban, estos obispos, que era absolutamente imposible abstenerse de algún tipo de relaciones sexuales, y yo creo que lo decían por experiencia propia. 

4.3 Explotación económica de los servicios eclesiales.- 

§

Desgraciadamente este tipo de practicas dentro del romanismo no es algo que pertenezca al pasado, sino que en la actualidad esta institución sigue dando todo un curso de cómo hacer comercio y rentabilizar la fe de sus seguidores, aplicándoles tarifas por los servicios que su personal ofrece en los más variados aspectos sociales, como para bautizarse, casarse, celebrar funerales, o por la visita a sus iglesias y templos, construidos en gran parte con donaciones públicas ó privadas, y cuyas reparaciones, al menos en España, se sufragan en gran medida con dineros públicos, etc. Incluso estos días ha dado mucho que hablar en España un programa de investigación de una de las cadenas privadas de televisión en España, demostrando como obligan a sus sufridos adeptos a “tragar” con fotógrafos, floristerías, cantantes y otros servicios seculares en las ceremonias de las bodas que se celebran en sus locales de culto, amenazando con que si no pasan por el aro de su trama corrupta, sus ceremonias no se celebrarían en tales iglesias. El clero a su vez cobra a tales empresas ó profesionales un canon, y estos luego los repercuten aumentando los precios de sus servicios. Todo un ejemplo de podredumbre económica. Eso sin hablar de la venta de audiencias (bueno, a cambio de sustanciosos donativos) por ser recibidos en audiencia por el mismo Papa ú otros altos funcionarios del clero, y sacarse una foto. También aprovechan la venta de posters, recuerdos, pegatinas e incluso de entradas, nada baratas, para ver al papa en sus desplazamientos. Y por todas partes siguen manteniendo los beneficios de los cepillos para los más variopintos “santos”, santuarios,  romerías, etc.

Como ya hemos dicho, esta forma de negocio religioso no es exclusiva del romanismo. También es lo habitual en otras muchas sectas ú organizaciones religiosas llamadas cristianas de corte sectario. Por ejemplo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que surgió en el siglo XIX, mantiene el diezmo como obligatorio para sus miembros, como un mandamiento de Dios, cuyo incumplimiento es pecado porque infringes la ley, y esta secta legalista enseña que el cumplimiento de la ley mosaica es la clave para la salvación, y aunque no forme parte del decálogo, en este caso hacen una excepción interesada. Los dineros de los seguidores ya fueron ambicionados por su lista líder y profetisa carismática, la Sra. Elena White, quien promovía que sus adeptos debían testar en favor de su secta, desposeyendo a los herederos naturales, porque afirmaba que hacer lo contrario equivalía a “robar a Dios”, y condenaba a la perdición a los que no daban el diezmo a la secta. La profetisa y su marido eran muy hábiles en las cuestiones dinerarias así, y lo del diezmo lo llevaban tan a rajatabla, que también “cobraban” el 10% de valor de venta de todos sus libros, que eran promovidos entre sus seguidores como tan inspirados como las propias Escrituras, además de sus salarios a costa de la Conferencia General. Y cuando la editorial adventista pretendió suspender estos pagos amenazó con llevarse sus libros a otra editorial.

4.4 ¿Esta vigente el diezmo?- 

§

Pero el tema del diezmo obligatorio tampoco es un argumento exclusivo de los adventistas, hay muchas iglesias, llamadas evangélicas, sobre todo involucradas en los movimientos carismáticos cuyos líderes enseñan a sus miembros que el diezmo esta vigente para los cristianos como mandamiento de obligado cumplimiento. En algunas de ellas, incluso obligan a sus miembros a presentar sus nóminas laborales para controlar la aportación que el sujeto debe hacer cada mes y a veces, domicilian en entidades bancarias el importe exigible para que se haga de forma automática. En otras, el donante forzoso tiene que meter su dinero en unos sobres convenientemente preparados en los que debe identificarse con su nombre y apellidos. También presumen de promover el evangelio de la gracia, pero por lo que se ve, un poco de ley en beneficio propio no es malo. Yo he presenciado penosas escenas de auténtica extorsión y manipulación de las gentes sencillas, de las que podría escribir un largo tratado. Para algunos el fin justifica los medios…  

En muchas iglesias locales se enseña a sus miembros que tienen la obligación de entregar puntualmente un diezmo de sus ingresos, bajo la pretensión de que la Biblia lo enseña y no hacerlo constituye el pecado de “robar a Dios”. Por causa de esto vamos a dedicar un espacio al estudio de si el diezmo está vigente para el cristiano ó no. Ya hemos visto en diversas partes de nuestro estudio que la ley mosaica está abolida para todos los cristianos, pero mucho más para los gentiles, que nunca tuvieron ese yugo sobre si. No vamos a volver a extendernos sobre anteriores argumentos. Todos aquellos antiguos preceptos que estaban puestos sobre el pueblo de Israel, y nunca sobre los gentiles, fueron clavados en la cruz y el cristiano, salvo por gracia entra en la ley de Cristo, la de la libertad (Gal. 5:1, 13; St. 1:25; 2:12; 1Pe. 2:16; 2ª Cor. 3:17). Libertad para actuar, cuyos límites son la responsabilidad delante de Dios y no ser motivo de tropiezo delante de los hombres (Rom. 14:10, 13 y 2ª Cor. 5:10), conscientes de que un día tendremos que dar cuenta ante el tribunal de Cristo de todo lo que hayamos hecho en nuestra vida terrenal. 

Una vez dicho esto, aclaro que no pretendo influir en ningún sentido sobre aquellos hermanos que conociendo su libertad, deciden voluntariamente y sin coacciones ni manipulaciones disponer como crean conveniente de sus ofrendas. Los asuntos de ofrendas, como de comer carne ó ser vegetariano, guardar un determinado día ó ninguno, no tienen ninguna norma ó mandamiento de obligatoriedad en el nuevo pacto. Son aspectos que pertenecen a la esfera de la conducta, relación y culto personal de cada cristiano y la forma de vivir su fe, conforme al grado de conocimiento y madurez que haya alcanzado. Por tanto debemos respetar cualquier decisión voluntaria de los demás sin críticas ni exigencias, y permitir a cada uno actuar en el marco de su propia conciencia.

4.4.1 El diezmo de Israel.- 

§

Es imposible determinar con exactitud todas las reglas del diezmo juzgando únicamente por lo que se describe en el Antiguo Testamento, y eso hace que no se pongan de acuerdo ni los rabinos judíos ni tampoco los exegetas cristianos, aunque para nuestro comentario no es necesario dejar sentados todos los aspectos del diezmo, porque vamos a referirnos a aquellos diezmos que tenían por fin el sostenimiento de los levitas y los sacerdotes. Con todo no es superfluo dejar algunas pinceladas de lo que encontramos en el Pentateuco acerca del diezmo establecido a partir de la ley mosaica.

Sabemos que había un diezmo que fue de regulación transitoria vigente para el período previo a la entrada en Canaan, y otro para después. En el primer caso, el diezmo no consistía en dinero, sino en productos de la tierra, aunque el ofrendante podía cambiar estas donaciones en especie por donaciones dinerarias, entregando su valor de mercado de la ofrenda más una quinta parte del mismo (Lev. 27:30,31). Este gravamen venía a significar un elemento disuasorio, es decir, una indicación clara de que Dios no favorecía la ofrenda económica sino la de especies (cosecha y frutas). Pero con todo esa fórmula económica no afectaba al ganado, que debía ser entregado siempre en especie, y no era redimible (Lev. 27:32 y 33). De forma aleatoria debía apartarse para la ofrenda el animal que pasase bajo la vara en décimo lugar, fuese el que fuese. Y obviamente el que no tuviese diez animales estaba exento de esta ofrenda.

En Deuteronomio capítulos 12 y 14, Dios establece unas normas diferentes para un tipo de vida diferente. Israel dejaría de ser nómada, peregrino y encontraría su habitación estable. Estas normas se aplicarían pues a partir del momento en que se estableciesen en la tierra prometida de forma permanente (12:1, 8 y 9). Ahora, el diezmo del grano, del vino, del aceite, los primogénitos de las vacas y ovejas, así como la ofrendas voluntarias que correspondiesen a los votos, debían ser separadas y guardadas para ser disfrutadas por la propia familia a su gusto y libre disposición, pero en las fechas y lugares que se determinaran para las celebraciones de las festividades solemnes. La única restricción, como veremos, consistía en ser hospitalario y generoso con los levitas y otros necesitados (Leer. Deut. 12:17-22).

Este diezmo, seguía siendo obligatorio (Deut. 14:22, dice: “indispensablemente”) y abarcaba la producción del campo de cada año (grano, vino y aceite), así como los primogénitos de los animales de la manada. Pero en Deut. 14:24, se tiene en consideración ahora que algunas tribus estarán alejadas de la ubicación del tabernáculo y lugar común de celebración, por lo que  aquellas personas alejadas no necesitaban cargar con sus ofrendas sino querían hacerlo. Ahora ya podían venderlo libremente y sin necesidad de incrementar valor alguno por este motivo como antes. Si lo hacían así, con el producto dinerario obtenido por la venta debían venir para disfrutarlo alegremente con su familia al lugar de la celebración de la fiesta ó solemnidad (Deut. 14:24-26). Una parte de ese diezmo, que ya no se cuantifica ni regula, ya fuese económico ó en especie, debería “socorrer” (no desamparar), ayudar ó mantener a los levitas y sus familias que morasen en cada una de sus poblaciones (Deut. 14:27). Pero cada tercer año, el llamado el año del diezmo (Deut. 26:12), (que quiere decir, dos ocasiones en cada período de siete, porque el séptimo (Lev. 25:4) debían dejar descansar la tierra y no había obligación de diezmar), el diezmo de la producción de ese año tercero, se tenía que almacenar en un lugar común de cada ciudad para sostener a los levitas, los huérfanos, las viudas y los extranjeros, de donde tomaban lo necesario para su sustento y alimentación, (Deut. 14:28-29). 

Cuando esta provisión de Dios a favor de los necesitados y desfavorecidos fue dejada a un lado, Dios contempló esa insolidaridad como un hurto hacia Su persona. Dios no quería ni necesitaba ningún alimento para si mismo con que gravar al pueblo de Israel. Les había permitido y permutado la ley para el disfrute del pueblo, y solamente dispuso de un diezmo durante dos años de cada siete destinado a los necesitados. Pero el egoísmo del pueblo hizo que los graneros de las ciudades donde tenía que albergarse este fondo de solidaridad quedasen vacíos, de ahí que Dios se indigna y por boca de Malaquías (3:8-10) exclama las tan conocidas como manipuladas palabras: ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En los diezmos y en las primicias. Malditos sois con maldición, por vosotros, toda la nación, me habéis robado. Traed los diezmos al alfolí, Y HAYA ALIMENTO EN MI CASA…  

Como resumen la cuestión venía a ser así: 

Año

Aplicación del diezmo:

Primero

El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de los años tercero, sexto y séptimo.

Segundo

El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de los años tercero, sexto y séptimo.

Tercero

Cada uno traía su diezmo que se almacenaba en las ciudades para alimentación de levitas, viudas, huérfanos y extranjeros.

Cuarto

El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de los años tercero, sexto y séptimo.

Quinto

El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de los años tercero, sexto y séptimo.

Sexto

Cada uno traía su diezmo que se almacenaba en las ciudades para alimentación de levitas, viudas, huérfanos y extranjeros.

Séptimo

Año sabático. No había diezmo.

El diezmo obligaba a todo israelita, inclusive los levitas, ó los pobres, con la excepción de los sacerdotes (pues no todos los levitas eran sacerdotes) y tenían que diezmar de sus cosechas y de los primogénitos de la cabaña animal. 

Mas tarde, después de construido el Templo de Salomón, en algún momento no muy claro, parece que los líderes del pueblo de Israel regularon y modificaron, al margen de la ley mosaica, la disposición de los diezmos, estableciendo una norma por la que se debía diezmar dos veces al año, después de cada cosecha, de forma uniforme. Con ese diezmo se financiaban el viaje a Jerusalén y gozaban de la fiesta, se sostenía el Templo y sus funcionarios, a los sacerdotes, se sustentaba el Alfolí:

 

Distribución del diezmo en los años del 1 al sexto:

Destino:

Diezmo del diezmo

Para los sacerdotes

Veinte por ciento del diezmo

Para el Alfolí. Levitas, viudas, huérfanos y extranjeros.

Cincuenta por ciento del diezmo

Se ofrendaba en el Templo

Diezmo del diezmo

Para el viaje a Jerusalén y gastos discrecionales en las fiestas solemnes

Diezmo del diezmo

Otras obras benéficas. El del tercer año se dedicaba también al Alfolí.

Con todo algunos estudiosos opinan que había dos diezmos. Uno fijo para los levitas y otro que era el destinado al disfrute familiar para las fiestas y celebraciones, así como para los  pobres que se constituía en el tercer año. Vamos a partir de este caso, como el más favorable por entender que el sacerdocio debía ser sostenido con el diezmo de cada año, que es la posición que más popularmente ha sido divulgada en las iglesias evangélicas y la mayoría de sus líderes, aunque nunca he oído que mencionasen que el séptimo año estaba exento. Y vamos a meditar en la calificación de las ofrendas, donde todos estaremos de acuerdo en que siguiendo el texto del Antiguo Testamento, Israel tenía dos tipos de ofrendas, una obligatoria y reglamentada y otras voluntarias ó discrecionales que no estaban sujetas a ninguna regulación, ya fuese periódica ó cuantificable. La obligatoria era el diezmo. Las discrecionales eran otras donaciones al margen del diezmo. 

Ex. 35:29, 36:3, Lev. 22:23 y Deut. 16:10, hablan de esas ofrendas voluntarias para diversos fines que procedían de corazones libres y voluntarios. El diezmo de Israel era una ley y una obligación exigible. ¿Y por qué razón era exigible? Sencillamente porque en lo que al sostenimiento del sacerdocio y de la tribu de Levi se refiere, era una compensación, una contraprestación, por “algo” que tampoco era voluntario, sino que había sido impuesto por Dios como obligatorio: Dios eligió a una tribu de entre las doce, la de Leví, para administrar el “pacto”, servir al pueblo y ocuparse exclusivamente de las cosas espirituales de la nación, y no lo hizo por un ofrecimiento voluntario de la tribu, sino por una designación soberana (Núm. 1:48-50; 3:12). En virtud de esa inexcusable misión y servicio ellos recibirían parte de los diezmos del pueblo, así como las ofrendas procedentes de los votos (Núm. 18). A cambio y en virtud de esa misma decisión Soberana la tribu de Leví quedó excluida del reparto de la tierra prometida (Núm. 18:20 y 21), aunque recibieron algunas tierras y varias ciudades. Pero desde luego no recibieron una parte de la tierra equiparable a la de las otras tribus. Si partimos de la base de dividir la tierra prometida entre el número de tribus, incluida la de Levi, y luego excluimos a esta, incrementamos la superficie que corresponde a las restantes.

Esto fue lo que sucedió. Levi fue despojada y su parte fue a engrosar las porciones de las demás tribus, quienes las trabajarían, explotarían y en justa compensación debían ocuparse de sostener a los levitas con parte de sus diezmos y su generosidad. Num. 18:26 afirma que los diezmos son la “compensación”, el pago de su parte en la heredad. La propiedad de la que fueron desposeídos, aunque con más precisión debemos decir excluidos (Deut. 18:1 y Num. 1:47). Y a su vez, los levitas ocupaban el sacerdocio y los demás oficios relacionados con el culto “en exclusiva y en sustitución” del pueblo. 

Pero todo esto nada tiene que ver con la iglesia. Ya hemos tratado en varias ocasiones que el pacto con Israel era un pacto de descendencia y bendición terrenal como pueblo y linaje, prototípico en muchos aspectos, como un leccionario simbólico del nuevo pacto, pero sobre diferentes ámbitos y aplicaciones. En Heb. 7:12 dice que al cambiar el sacerdocio también se cambió la ley. En el nuevo pacto no hay sacerdotes por sustitución obligatoria, sino que todos que hemos aceptado libremente y por la fe el perdón otorgado por gracia, basado en el sacrificio de Jesucristo, somos sacerdotes (1Ped. 2:9), y todos debemos, no por obligación sino por gratitud y responsabilidad respectivamente, ofrecer a Dios nuestros sacrificios espirituales, para lo cual hemos sido dotados por el Espíritu Santo y facultados para acceder directamente y sin intermediarios a la misma presencia de Dios. 

Hay en este sacerdocio cristiano universal, como también hubo en el levítico, quienes sirven diligentemente y quienes lo hacen negligentemente (1ªCor. 4:1-2). Eso no convierte de ninguna manera a los “diligentes” en “sacerdotes” y a los “negligentes” en “laicos”. Así pues, si el sacerdocio tuviera que ser sostenido, todos tendríamos que percibir el salario, y de hecho todos lo recibiremos pero no de los hombres, sino del Dueño de la mies, que es nuestro Señor, el que nos ha llamado y nos ha nombrado para ser sus colaboradores, embajadores y apóstoles. Es el Señor quien se ocupa de los suyos. Es a El mismo a quien rogamos y al que debemos presentar, como ya hemos visto, nuestras peticiones y exponer nuestras necesidades. 

4.4.2 El diezmo de Abraham y de Jacob.- 

Algunos de los defensores de la recaudación del diezmo exigible a los cristianos, buscando argumentos para defender su posición afirman que el diezmo no empezó en la ley mosaica porque Abraham pago diezmos a Melquisedec antes de que la ley fuese dada (Gen. 14:20; Heb. 7:2-12). Y que también Jacob determinó dedicar a Dios el diezmo de sus bienes (Gen. 28:22). Vamos a tratar ambos casos, porque conviene que este asunto quede claro:

El relato de Génesis 14 es ciertamente ambiguo en detalles. Hay una guerra entre una confederación de cuatro reyes y otra de cinco reyes. Podríamos decir sirios contra palestinos. La primera confederación, la siria, derrota a la segunda en una batalla que tuvo lugar en las inmediaciones de Sodoma, y se llevaron como botín, junto a las riquezas de  los vencidos, a Lot y a su familia que habían acudido en apoyo de los sodomitas. Avisado Abraham, junta a sus servidores, y con la ayuda de otros amigos (y posiblemente los siervos de éstos), persigue a los sirios hasta cerca de Damasco donde consigue derrotarlos y recuperar el botín de guerra así como los cautivos, entre ellos a su sobrino. De regreso de la campaña, Abraham se encuentra con dos reyes, Melquisedec, rey de Salém (mas tarde Jerusalén) y Bera rey de Sodoma, y la situación aparece algo confusa, por lo que podemos acudir para nuestra ayuda al relato que hace el historiador Josefo (Antigüedades de los Judíos libro I, cap. X), que de alguna manera proporciona una exégesis del pensamiento rabínico de su época sobre este pasaje. Dice que Melquisedec “abasteció generosamente al ejercito de Abraham dándole abundantes bendiciones. Y mientras se hallaban festejando –la victoria- alabó a Dios por haber entregado en sus manos al enemigo. Abraham entonces le dio la décima parte del botín y él la aceptó”.  Al  recibir jubiloso al victorioso Abraham, y bendiciéndole en el nombre de Dios, el patriarca por su propia voluntad e iniciativa le hace partícipe del fruto de su victoria. Por su parte el rey de Sodoma dijo que se conformaba con que le devolviera las personas y que retuviese las cosas, pero Abraham no quiso y, una vez deducida la parte que correspondía a sus aliados, le dio al rey de Sodoma todo lo que le había pertenecido antes de la batalla.

De esta historia podemos extraer algunas cosas. Primero, que Abraham ni antes ni después nunca más dio diezmos a nadie. Segundo, que entregó de los bienes de esta campaña concreta, no de los bienes obtenidos cotidianamente por su trabajo y hacienda. Tercero, que lo hizo por propia iniciativa, no por precepto de Melquisedec, ni tampoco divino, sino que viendo que Melquisedec servía al mismo Dios y ofrecía sacrificios como sacerdote quiso participar en tales sacrificios, cumpliendo aunque en una forma ignorada por él, pero ciertamente profética, como un tipo del sacerdocio levítico, pues como dice Hebreos, a pesar de que Leví no había nacido, en el propio Abraham estaba su raíz ó simiente, y en su pacto, el pacto mosaico. Así pues, este diezmo aún en su parte más espiritualizada es solo asimilable al pacto mosaico, pero no a la iglesia.

4.4.3 El diezmo de Jacob.

El caso de Jacob es más sencillo. Jacob tras la experiencia de Haram, hizo un voto personal condicionado, una promesa que tenía dos partes. Si Dios le guardaba en el viaje y llegaba con bien a su destino, él apartaría de sus bienes un diez por ciento para Dios. Esta es una forma típica de la carne y no del Espíritu, pero aun de todas formas este voto no representa más que otra decisión personal y libre. Este tipo de votos es igualmente típico del viejo pacto: la contraprestación. Los votos implicaban ofrendas materiales a cambio de que se nos otorgue alguna petición de bendición material cumplida. Pero en el nuevo pacto, el que está presidido por la gracia y el amor “ágape”, tales promesas están absolutamente fuera de lugar. Dios merece nuestra gratitud, adoración y alabanza no por los regalos materiales y bendiciones que hace a sus hijos, sino porque nos ha amado primero, cuando éramos enemigos, nos reconcilió y nos adoptó como hijos, y ese amor no se basa en contraprestaciones. Si creemos que alguien necesita algo de nosotros, debemos actuar y dar sin negociar con Dios nuestra caridad a cambio de un beneficio personal. Pero volviendo al tema de Jacob, tampoco nadie sabe como se cumplió su parte del trato ni bajo que forma hizo llegar a Dios tales bienes prometidos ni durante cuanto tiempo, probablemente fuese mediante sacrificios cruentos en un altar. 

5.- Las ofrendas en la iglesia cristiana.- 

En materia de ofrendas, la decisión personal es fundamental. La viuda dio todo lo que tenía en una ocasión al menos (Mr. 12:42-44). Zaqueo arrepentido destinó para los pobres el cincuenta por ciento de cuanto poseía, (Lc. 19:8). Pero los fariseos aunque daban escrupulosamente el diezmo para sostén de los sacerdotes y levitas (Mt. 23:33), eran avaros (Mt. 16:14), y luego no cumplían con la misericordia de ayudar a los necesitados, ni siquiera de su propia familia (Mt. 15:5). 

El diezmo obligatorio ha sido históricamente ajeno a las iglesias cristianas, solamente en el siglo VIII el emperador Carlomagno estableció sobre sus súbditos un impuesto del diez por ciento para el sostenimiento eclesiástico.

Resumiendo, apartar un diezmo es tan bueno como destinar cualquier otra cantidad que uno voluntariamente determine, si lo que pretende es disciplinarse en forma regular de distribuir sus ofrendas y donaciones para atender como cristiano las necesidades relacionadas fundamentalmente con: 

1.- Dar para Dios a través de atender las necesidades materiales de los hermanos en la fe (Gal. 6:10) 

2.- Su parte en las obligaciones y gastos sociales de las iglesias locales, y 

3.- La ayuda para ministerios con los que se sienta identificado y desee participar. 

Y aquí he mencionado tres capítulos diferentes, para desarrollarlos más ampliamente en las próximas páginas. Ahora bien, no debemos olvidar que si uno convierte en ley su propio diezmo voluntario, es decir, si cuando ha apartado su diezmo, se le presenta una necesidad que debe asistir y pudiendo socorrer no lo hace en función de que ya dio el diezmo, esta adoptando la misma actitud que los fariseos, se ha convertido en un legalista.

6.- Dar para Dios.- 

§

De los tres apartados mencionados en el párrafo anterior, solo el primero puede ser llamado con criterio “dar para Dios”, y para ello tenemos que aplicarlo en el contexto de las palabras de Jesús en Mt. 25:35-45. En ellas, Jesucristo, que es Dios, enseñaba que atender en las necesidades a nuestros hermanos en la fe (dar de comer, beber, hospedar, vestir, visitar, etc.) por amor a su nombre  equivale a que hiciésemos tales cosas a El mismo. Así dijo: en cuanto lo hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí lo hicisteis. ¿Y quienes son sus hermanos? Jesús también lo aclara: “Todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre, ese es mi hermano…” (Mt. 12:50). ¿Y que es hacer la voluntad del Padre? Creer en el que ha enviado, Jn. 6:29.  Así el objeto primordial de la misericordia y de la solidaridad cristiana empieza por la familia de la fe. Aquellos con los compartimos también la misma esperanza.

La historia obra social de las iglesias cristianas en los siglos II y III fue impresionante. Tertuliano afirma que a finales del siglo II las iglesias solían tener un intendente ó responsable de la caja común a la que de forma voluntaria contribuían los fieles con libertad, que era quien hacía llegar a los fondos a los necesitados. Con ellos se sufragaba la sepultura de los pobres, el cuidado de los huérfanos sin recursos, de los ancianos, los enfermos ó los condenados por su fidelidad a la fe cristiana. Otra de las partidas más importantes se destinaba a liberar a los esclavos y a los presos rescatándolos por precio. A pesar de que nunca se pronunciaron los cristianos en contra del sistema de esclavitud bajo la forma de una crítica política ó social generalizada, sin embargo por la vía práctica se preocuparon por ayudar a mejorar sus condiciones de vida emancipando a cuantos pudieron. La Carta de Ignacio de Antioquia a Policarpo de Smirna alude a que muchos esclavos eran rescatados a cargo de la caja de la comunidad. Para este propósito se solían destinar también aportaciones privadas directamente sin pasar por la caja común. En el año 250, la iglesia de Roma atendía de forma regular a más de 1500 pobres y la de Antioquia a finales del siglo IV a más de 3000. Durante las pestes, los cristianos también estaban en primera fila visitando y ayudando a las poblaciones con sus medios económicos, pero sobre todo con sus trabajos, lo que a muchos de ellos les costó la vida por contagio.

 

También destacaba la hospitalidad, y como menciona Dionisio, obispo de Corinto en tiempos de Marco Aurelio, la comunidad de Roma atendía y hospedaba a los extranjeros y forasteros. Un gran medida del esfuerzo económico de la iglesia apostólica e inmediatamente post-apostólica estaba destinado como hemos dicho, a los pobres y necesitados, huérfanos, viudas, ancianos, enfermos y penados por causas judiciales, pero también para los transeúntes y extranjeros.

Al beneficio de tal generosidad, enseguida empezaron los abusos. Aquellos subsidios de los que hemos hablado, que pretendían ayudar, y al mismo tiempo estimular a que los más ancianos que no podían ya trabajar, aprovechando su experiencia y sabiduría de la vida para que ayudasen en la enseñanza y en la predicación de las iglesias, se convirtió pronto en un subsidio para cualquiera que independiente de su edad se ocupase de tales cosas, como denuncia Luciano. Entonces se hicieron necesarias algunas instrucciones escritas, como las que aparecen en la Didache, que es probablemente el documento cristiano no canónico más antiguo del que se tienen referencias, también conocido como la Doctrina de los Apóstoles. La mayor parte de su contenido evidencia una redacción muy temprana, probablemente del mismo siglo I, pero también contiene, y concretamente sobre este asunto, una evidente adicción tardía, probablemente del siglo III, que descubriremos por medio de la evidencia interna. En el capítulo XI dice así: 

Ved ahí como según los preceptos del Evangelio debéis portaros con los apóstoles y profetas. Recibid en nombre del Señor a los apóstoles que os visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre vosotros: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, debéis proveerle de pan para que pueda llegar a la ciudad a donde se dirija. Pero si pide dinero, es un falso profeta  Si alguien, hablando por el espíritu, os pidiere dinero u otra cosa, no le hagáis caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no lo juzguéis. Y el capítulo XII añade: Si el que viniere a vosotros, fuere un pobre viajero, socorredle cuanto podáis; pero no debe quedarse en vuestra casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre vosotros como artesano, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procurad según vuestra prudencia a que no quede entre vosotros ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual os debéis alejar.”

Con el paso del tiempo y la jerarquización eclesiástica, un sistema tan riguroso no gustaba a algunos de los que aspiraban a ser profesionales y entonces alguien añadió una instrucción interesada en beneficio de la existencia de funcionarios asalariados en las iglesias. Así el autor del añadido afirma que “los profetas estables” de las iglesias deben ser considerados como “sumos sacerdotes”, (lo cual contradice la doctrina apostólica y primitiva de que el único Sumo sacerdote es Jesucristo, Heb. 10:19-21), para conseguir convencer como una instrucción apostólica que se les considerase como una profesión auténtica y remunerada. Un oficio como otro cualquiera, y en virtud de ello debían ser sostenidos, y bien, con cargo a las congregaciones. : 

El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre vosotros, es digno del sustento; porque un doctor auténtico, es también un artesano (un obrero), y por tanto digno de su alimento. Tomarás tus primicias de la era y el lagar, de los bueyes y de las cabras y se las darás a los profetas, porque ellos son vuestros sumos sacerdotes. Al preparar una hornada de pan, toma las primicias, y dalas según el precepto. Lo mismo harás al empezar una vasija de vino o de aceite, cuyas primicias destinarás a los profetas. En lo concerniente a tu dinero, tus bienes y tus vestidos, señala tú mismo las primicias y haz según el precepto.”

Sin embargo no podemos olvidar que en la actualidad y en los países más desarrollados, los gobiernos han asumido tareas de asistencia social que en aquellos tiempos tenían que cubrirse desde la caja común de las iglesias apostólicas. En nuestros tiempos, a través de las leyes, todos los ciudadanos, sean cristianos ó no, tenemos la obligación de contribuir mediante impuestos para las atenciones sociales que antes solo se atendían con actuaciones de caridad. Así, pensiones de vejez, de viudedad, de orfandad, gastos sanitarios, medicinas, educación, desempleo, atención para desvalidos, enfermos crónicos, familias numerosas, etc. se atienden con cargo a contribuciones impositivas directas e indirectas de todos los ciudadanos, sean cristianos ó no. Esta contribución, así como los fondos que los países más desarrollados entregan a los menos desarrollados en formas de ayudas, bien por organismos oficiales ó por ONG’s, están saliendo también del bolsillo de los ciudadanos, y por lo tanto los cristianos también están otorgando ya su dinero para todos esos fines solidarios. Con todo, como eso no es más que una gota de agua en un océano de necesidades, y miles de millones de personas en el mundo carecen de lo más elemental. Nuestras conciencias deben ser despertadas para llevar una mayor solidaridad y amor practico canalizado por organizaciones cristianas de honradez y seriedad contrastada, siendo generosos no de lo que nos sobra sino valorando, no por ley de diezmo ó cualquier otra obligación, por animo voluntario y generosidad que Dios nos ha permitido ser en muchas ocasiones unos privilegiados, para hacernos responsablemente sensibles a las necesidades de todo tipo que nuestros hermanos tienen en muchos lugares del mundo. Además es una oportunidad para la propia dicha espiritual porque más bienaventurado es dar que recibir.

7.- Los gastos de convivencia social.- 

§

Para ser salvo no es necesario pertenecer a una iglesia, pero es cierto que todo el ejemplo apostólico nos muestra que salvo circunstancias muy especiales y temporales, los cristianos se deben agrupar en iglesias locales con diferentes propósitos. El principio básico lo encontramos en el Antiguo Testamento, Ecl. 4:9-10: Mejores son dos que uno… Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; mas ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Así, la palabra iglesia ó iglesias aparece en 105 ocasiones en el Nuevo Testamento, de las cuales en 80 ocasiones se refiere a iglesias locales. La iglesia es la esfera, el hábitat ideal para el creyente. Podríamos mencionar una gran cantidad de cualidades y efectos beneficiosos de la actividad de una iglesia local sobre sus miembros y sobre su área de influencia. Como beneficios destacan: Cuidarse mutuamente. Animarse ante las dificultades. Fortalecerse en la fe. Testificar juntos. Instruirse. Administrar los dones recibidos en beneficio de todos. Practicar las virtudes cristianas. Recibir juntos el testimonio de Dios, porque el Espíritu habla a las iglesias, y las utiliza. Y porque allí donde los hermanos viven juntos y en armonía, donde hay libertad, respeto y madurez el Espíritu de Dios derrama bendición y vida eterna como dice el Sal. 133. Y Dios es glorificado como también dice Pedro en 1ª Pe. 4:7-11.

Así pues, la exhortación para congregarnos es muy importante (Heb. 10:25), pero estas reuniones,  requieren lugares, medios, equipamientos y determinados servicios, los cuales deben ser responsablemente asumidos por los que se reúnen, en la medida de las posibilidades personales ó familiares de cada miembro. No se debe perder de vista que la Iglesia promovida por Jesucristo y establecida por sus apóstoles no era una organización, sino un organismo, es decir un cuerpo, cuya única cabeza es Cristo. 

7.1 Locales y edificios para el culto.

El diseño de su estructura no tenía nada que ver con el orden judaico que, basado en la ley, tenía un templo visible, el de Jerusalén; una clase sacerdotal jerarquizada y conjunto de ritos y ceremonias predeterminadas. Por el contrario la Iglesia de Jesucristo no ponía ningún énfasis en sedes ó edificios. Así se lo explicó a la mujer samaritana (Jn. 4:20-24), y por este motivo ni Jesús, ni los apóstoles manifestaron el menor interés por edificios ó locales. Y este desinterés no sucedía en función del tamaño de la comunidad cristiana, porque en Pentecostés creyeron tres mil personas, lo cual parecería suficiente para requerir un gran local de reuniones. Pero la cuestión era conceptual. Los cristianos se reunían al principio en los patios del Templo, luego en pequeños grupos reunidos en casas particulares pero que constituían como partes integrantes de una iglesia cristiana única de la localidad. En Roma, durante las persecuciones, también se reunían en cuevas y bosques. 

Fue a finales del siglo III cuando algunas comunidades empiezan a disponer de locales propios específicos para el culto, pero que cuando eran descubiertos como tales, eran incautados por el poder civil, y solo fueron devueltos después del Edicto de Milán promulgado por Constantino, en el año 313. A partir de este punto histórico, la obra social del cristianismo perdió una gran parte de su dimensión e importancia porque las comunidades empezaron a construir basílicas y destinar importantes recursos para esos fastos, compitiendo entre si para ver quien las hacía más suntuosas y multiplicando el número de funcionarios que no trabajaban secularmente. 

Los gastos sociales en locales, mobiliario, reuniones, ágapes, excursiones, etc. no pueden razonablemente ser considerados como dar a Dios, pues no hay ningún apoyo bíblico para tal pretensión. Son gastos ó inversiones que nos tienen a nosotros y a nuestros hermanos como beneficiarios y por lo tanto significa que estamos dando para nosotros mismos, para nuestra comodidad, para nuestro disfrute personal ó colectivo en cuanto a grupo. Dios nos oye sin necesidad de equipos de megafonía, pero los ponemos para nosotros mismos. Dios nos ve, sin necesidad de ninguna iluminación especial, pero nosotros si podemos, queremos tener una buena luz. Dios no se sienta en bancos ó sillas, somos nosotros quienes buscamos la comodidad. Dios no pasa frío ni calor, pero sí nuestros cuerpos, así cuando podemos, instalamos equipos de calefacción ó aire acondicionado para nuestro bienestar, etc. Son por lo tanto una extensión de nuestros gastos domésticos normales, desde la perspectiva que nuestra iglesia local es también una extensión de nuestro hogar, en la que transcurre una parte importante de nuestra vida y de nuestras relaciones personales. 

El local de la iglesia es la casa material común de la familia espiritual a la que pertenecemos por proximidad, y las aportaciones para tales gastos deberían ser consideradas como una prolongación del presupuesto de nuestro hogar familiar, de la misma forma en que destinamos una parte de nuestros ingresos para la vivienda habitual y para el ámbito social de nuestra existencia. Es razonable entender también que no solo corresponde asumir una parte en pago solidario y recibir la oportuna información de cada capítulo del gasto, sino que la contribución da derecho igualmente a tener participación con voz y voto sobre las decisiones que provocan tales capítulos, y a la vez reconocer que debe prevalecer un criterio unánime y cuando no sea posible al menos mayoritario. 

En la actualidad hay grupos cristianos que promueven que el evangelio debería volver al modelo primitivo de células domiciliarias. Personalmente pienso que, socialmente hablando, es bueno disponer de un local común, siempre que sea posible. Local que puede ser prestado, arrendado ó comprado. Pero  nunca el local debe representar un monumento faraónico, ni siquiera en aquellos casos en los que económicamente se pueda llegar a sufragar. Tampoco debe albergar grandes lujos, que están totalmente fuera de lugar, porque muchos cristianos en el mundo, nuestros familiares en la fe, siguen padeciendo penuria y tales edificios antes que glorificar a Dios, ensalzan la pérdida de la visión de la solidaridad cristiana, y a la vez están fuera de los modelos de sobriedad, sencillez y humildad que Jesucristo y los apóstoles ejemplarizaron. 

Pero muchos hermanos, en muchas ocasiones y lugares, han sido llevados a realizar enormes esfuerzos económicos durante años porque los promotores de tales obras, les han puesto como ejemplo el lujo y la gloria del templo construido bajo el reinado de Salomón. Y nuestros hermanos se dejaron llevar ignorando que ese templo no es un “prototipo” para nuestros locales cristianos de reunión, sino para nuestras vidas. Es el testimonio de nuestras vidas el que tiene que irradiar la gloria de Dios a todos los que nos observen, en la misma forma que aquel edificio llamaba la atención. Es nuestra vida espiritual la que tiene que estar construida con los mejores materiales, dedicando lo mejor de nosotros, para que Dios sea glorificado, y nuestro el deber de poner lo mejor al servicio de nuestra fe. El templo de Dios, en el que debe ser honrado ya no es un local ó un edificio, sino nuestros cuerpos (1ª Cor. 6:19), lo que es visible de nosotros, aquello que ven los que nos rodean, y en su interior Dios debe ser adorado en espíritu y en verdad (Jn. 4:20-24).

Tratando la cuestión de los locales, no puedo dejar de mencionar la forma en la que la secta de los Testigos de Jehová, que es una corporación mercantil manejada por un grupo accionistas propietarios, se han hecho con la propiedad de un enorme patrimonio inmobiliario a lo largo y ancho del mundo, escriturado y registrado a nombre de la Soc. Watchtower y manejado por los mandamases de EEUU que han despojado a los que con gran esfuerzo compraron y pagaron tales locales. 

El negocio es el siguiente: La Sociedad siempre que consigue un grupo de seguidores con capacidad de ser explotado en la compra de un local, les anima para que lo hagan. Para facilitarles la decisión, les otorgan un crédito a varios años, con el correspondiente interés para que los del grupo puedan adquirir tal local ó edificio, y lo vayan pagando mes tras mes. Una vez comprado se registra y escritura, pero no a favor de los que lo pagan, sino de la Sociedad, que se convierte en la propietaria del inmueble de pleno derecho, y los pobres incautos en simples entes que pagan. Para preservar la integridad de la propiedad les “colocan” también un seguro desde USA (un autoseguro de la propia Soc. Watchtower, alegando que su prima es más barata que los seguros de las compañías que se dedican  a este tipo de servicios). El importe de la póliza anual, lo pagan igualmente “los de siempre” y cuando se produce algún daño, les convencen para que se esfuercen de su bolsillo para repararlo, porque… ¡es el Salón del Reino de Jehová…! y así en su condición de aseguradora siempre cobra, pero casi nunca paga. Como ven, un negocio redondo.  

Ahora bien. Si usted fuese Testigo de Jehová durante años, por ejemplo, y le desasociasen (es decir, le echasen) por una causa tan grave como por ejemplo saludar en la calle a un extestigo, que puede ser incluso un familiar próximo suyo, allí se queda su dinero en manos de la secta. Claro, alguien dirá, eso no pasa solamente en los Testigos de Jehová, aunque las causas para desasociar a un miembro en otras organizaciones tienen que ser mucho más serias y rigurosas. Pero si uno es expulsado de la comunidad ó se va por la razón que sea, allí queda su esfuerzo económico de años. Siempre ha sido así… ¿Cómo podría devolvérsele algo cuya cuantía no consta en ninguna parte? Y si constase luego alguien afirmaría que se estaría infringiendo lo que Jesús dijo de que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha. 

En primer lugar comprar un local no es una limosna (Mt. 6:3), es una inversión inmobiliaria, y como tal no incumple en nada la enseñanza de Jesús de hacer caridad anónima al prójimo. Y como tal inversión debiera ser propiedad de todos y cada uno de los que participan económicamente y proporcional a la cuantía de ese esfuerzo, quienes la ceden en las condiciones que se establezcan mediante un contrato a la comunidad que se reúne allí. Este sistema evitaría la usurpación de propiedad por parte de cualquier organización, y el despojo de los sufragantes por las más variopintas razones, como la desasociación, pues al menos si se le desasocia le habría que devolver su parte de las propiedades en cuya adquisición se esforzó, y también reduciría el riesgo del robo de iglesias, a lo cual dedicaremos el próximo párrafo. Con un sistema de este tipo, los copropietarios, debidamente cuantificada su parte en los libros y transmisible a sus herederos, actuarían como cedentes a la comunidad en las condiciones que bajo contrato se puedan establecer. Claro que esto es una novedad que choca a primera vista, espero que no tanto cuando el lector acabe de leer todo este tema, y que para esto se necesita desmitificar y desacralizar el local, entendiendo que no es más que eso, un local para reunirse. Que la honra del local es la iglesia, es decir, los fieles que allí se reúnen. Y lo valioso del local son las acciones que allí se desarrollan, no las paredes, ni el piso.

7.2 El robo de iglesias.- 

§

Pronunciar una frase tal como “El robo de iglesias”, parece algo estremecedor e incluso impensable, pero como veremos, ni es tan nuevo, ni desgraciadamente va a desaparecer, sino por el contrario se incrementará en los próximos tiempos. ¿Qué es el robo de una iglesia? Todos los que llevamos muchos años en el evangelio hemos visto suficientes casos como para escribir un libro. En un principio, el robo propiamente dicho era de ovejas. Algunos “cuatreros” con ánimo de hacerse con un grupo propio, ó para asimilarlo a alguna organización ó movimiento, se infiltraban en una iglesia y trababan conocimiento con los miembros hasta que poco tiempo después se iban llevándose con él a cuantos había logrado alcanzar y convencer. Era un trabajo mucho más fácil y rápido que el de luchar en campo abierto y conseguir prosélitos en la calle. Al irse, lo hacían liderando el nuevo grupo, y a menudo vivían desde entonces a cuenta suya.

Tiempo más tarde, la táctica era mucho más ambiciosa, consistía en conseguir como botín el redil con una parte del rebaño dentro. El proceso de infiltración empleaba la técnica de conseguir hacerse con un grupo, casi siempre a través de reuniones aparte de la congregación, en los domicilios, con el pretexto de estudiar la Biblia u orar y, explotando la ignorancia de la mayoría ó las inevitables contiendas y celos internos, llegar a alcanzar el número suficiente de personas para tomar el control de la congregación y, más tarde, poco a poco, por aburrimiento ó presión, desembarazarse de los miembros que no se pliegan a las nuevas ideas y doctrinas, hasta quedarse con el local, con una buena parte de la congregación y con el valor histórico del testimonio en el lugar.

Pero la proliferación de este peligro se va a ver incrementada en los próximos años. En el ultimo Foro Social Mundial, celebrado en Porto Alegre, muchos movimientos cívicos y colectivos sociales, nada cristianos por cierto, y con muchos intereses diversos en juego, han determinado iniciar la estrategia de infiltrarse en las iglesias cristianas de los países donde los cristianos tengan una implantación importante. Tanto las iglesias evangélicas, como las iglesias romana y ortodoxa, han sido puestas en el punto de vista de estas organizaciones. Mediante la infiltración se tratará de llegar a ocupar puestos de liderazgo que manejen en su beneficio a las masas de fieles y sus estructuras. Luego irse deshaciendo de los miembros más sólidos en el conocimiento y en la doctrina, mostrándolos como reaccionarios, ultra-conservadores, fundamentalistas, intolerantes, fríos teólogos, etc. adjetivos que producen un fácil rechazo en las mentes de los simples y mas ignorantes miembros siempre abiertos a las novedades, ó simplemente jubilándolos. Una vez apartados estos, que normalmente además suelen ser los más entregados, capacitados y activos servidores de las iglesias, mover las masas y movilizarlas a favor de los intereses de los colectivos mencionados (gays, lesbianas, hippies, abortistas, anti-globalización, antisistema, nueva era, etc.) será coser y cantar. En el paquete va todo, los locales de culto también, porque son centros de captación de nuevos miembros, y además representan tanto un patrimonio económico como histórico.

Lograr retener los locales de culto es una barrera importante para frenar esas aspiraciones. Nadie puede evitar que se constituyen nuevos grupos religiosos de la más variopinta ideología, pero que se monten sus propias estructuras con los que quieran seguirles, y no entregarles y menos gratis el referente histórico que suelen representar los locales de cultos en si mismos.

La advertencia parece más fácil de articular cuando se trata de nuevos locales pero ¿qué se puede hacer con los locales que se poseen ya desde años? Yo no soy abogado, pero mi interés es conseguir que esta advertencia sea un motivo de inquietud para los hermanos. Con ella en la mente, creo que pueden buscar legalmente el asesoramiento profesional que les ayude a prevenir este riesgo, al menos por lealtad hacia aquellos que con tanto esfuerzo, privación, fe y cariño lograron poner estas infraestructuras al servicio del evangelio y de los cristianos.

 

8.- El apoyo a ministerios cristianos. 

§

Cuando leemos lo que Pablo escribió en nuestra epístola de Filipenses, refiriéndose a las ayudas de aquellos hermanos, las define como: “Participar conmigo” (Fil 4:14)  y en el 15, “participar conmigo en razón de dar y recibir”. Añade en el versículo 18 que tal participación “es agradable a Dios”. Pero no es dar a Dios, en cuanto a sostén de cualquier ministerio, aunque si lo era, como hemos visto, cuando esta ayuda de amor se hace en razón de ser solidario y compasivo ante las necesidades y penalidades de los hermanos en la fe. La razón de dar y recibir, como ya dijimos, forma parte de una relación de cuidado mutuo, pero la de los filipenses, la única iglesia que ayudó a Pablo, no sentían responsabilidad para financiar presuntos ministerios de otros apóstoles ú obreros por otras partes del mundo. Esa pretensión es ajena al contenido del Nuevo Testamento. Y estamos hablando de la más sensible y solidaria. Las otras iglesias ni siquiera hacían esto.

Es importante tener madurez para no dejarse manipular sobre exhortaciones interesadas porque en lugar de promover como el medio eficaz para extender el evangelio despertar la responsabilidad general de todos los cristianos con su fe, testimonio y evangelismo personal. Ser sal y luz de la tierra con la vida y el testimonio cristiano, por todas partes se promocionan organizaciones de lo más variopinto con la pretensión generalizada de evangelizar al mundo. Algunos incluso afirman que de forma directa y providencial han sido escogidos por Dios para hacerlo en exclusiva, y aparecen por muchos lugares pidiendo el dinero de los cristianos, porque a lo que se ve, el que los llamó no los dotó convenientemente, y si no se les da el dinero que dicen necesitar, pues ya no pueden cumplir con su misión. Este impedimento lo expresan claramente en su mensaje, aunque cualquiera pueda ver que Dios les haya dado juventud, energía, salud y fuerzas para poder compaginar un trabajo secular y a la vez trabajar en la mies cristiana como maestros, misioneros ó pastores, puesto que no están impedidos ni incapacitados. 

Esta practica está tan extendida y fomentada que a lo largo y ancho del mundo hay miles y miles de personas, afortunadamente no todas, que en términos paulinos, viven fuera de orden, no queriendo trabajar, y cuya vocación va ligada a un salario, de modo que cuando no hay salario, ya no hay trabajo, ni vocación. Y aun cuando perciban un salario, su trabajo en una gran cantidad de ocasiones, tampoco suele permitir una comparación ni en horas, ni en dedicación, con el de otros muchos cristianos que trabajan secularmente, que sostienen a sus familias, que contribuyen generosamente a las necesidades de las iglesias y a la vez sirven también como maestros, pastores ó evangelistas. La actitud y el ejemplo de estos auténticos asalariados además arrojan mal testimonio y descrédito sobre verdaderos pastores, misioneros y otras personas dedicadas por entero al Señor, y que lo han demostrado sirviendo con ó sin salario, con ó sin ayudas económicas. 

Incluso se ha desarrollado un lenguaje que relaciona al hecho de cobrar un salario con la pretensión de “ser un siervo del Señor”, como si aquel que compagina trabajo secular y asume responsabilidades en las iglesias y en la extensión del evangelio y no cobra no pudiese ser un siervo de Dios, ó perteneciese a una categoría inferior porque está ocupado en las cosas materiales, mientras que los otros pueden dedicarse a la oración, la contemplación, el estudio, etc. Pero este argumento es absolutamente falaz a la vista del Nuevo Testamento, del ejemplo apostólico y de los contenidos de las epístolas. Todos hemos sido dotados con dones para servir a la Iglesia. Todos debemos aspirar a los mejores dones, y a todos se nos requiere usarlos con fidelidad. Y justamente en muchos casos los asalariados lo que hacen es acaparar papeles y poner un tapón al desarrollo de los dones de los fieles en sus iglesias.

El argumento suele ser casi siempre que han sentido “el llamado del Señor para dedicarse a su obra a tiempo completo”. Y yo digo que si algún cristiano no ha oído el llamado del Señor para servirle, es porque está sordo ó se lo hace. Y eso del “tiempo completo” es lo mismo para todos. No podemos ser cristianos de media jornada, o aparcar nuestra fe y testimonio por vacaciones. El llamamiento está claro y para todos: Id y predicad el evangelio… (Mr. 16:15). Somos embajadores… (2ªCor. 5:20). Somos gente santa… para anunciar… (1ª Pe. 2:9). Servíos por amor unos a otros… (Gal. 5:13). Nos encargó el ministerio de la reconciliación… (2ªCor. 5:18), etc. etc. No hace falta escucharlo bajo un estado de trance, ni recibirlo en sueños, simplemente leerlo, recibirlo y ponerlo por obra. Y esto no quiere decir que abandonemos nuestros empleos y trabajos y nos pongamos las veinticuatro horas del día a predicar por aquí y por allá. 

9.- Viviendo en orden.

Vivir en orden es procurarnos nuestro sustento y a la vez asumir nuestras responsabilidades cristianas, comunicando las verdades de Dios y atendiendo a nuestros hermanos. Y cuando uno diga que Dios le ha llamado para realizar una determinada y precisa misión, recuerde que Dios no es deudor de nadie. Siempre dotó a los que llamó de todo lo necesario para la misión encomendada, de modo que no fracase por razón de que los demás cristianos no seamos “solidarios” económicamente, o no alcancemos a ver la visión de su trabajo. Y cuando este “siervo” no vea los medios que cree que son necesarios, que los pida al que le ha llamado, siguiendo las instrucciones que ya hemos estudiado en este mismo capítulo: “Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego”, (Fil. 4:6), pero no dice que además se dediquen a remover las “conciencias dormidas” de los cristianos para que le resuelvan sus peticiones ó ¿dónde queda su vida de fe y obediencia? Pablo no pidió nada. El Señor despertó el cariño y la solidaridad de los filipenses. Pero si estos, como los de Tesalónica, no fuesen movidos en su corazón para tener esta comunión practica con él, no por eso Pablo dejaría de trabajar, ni de extender el evangelio, ni de plantar iglesias. Y como él, los demás apóstoles y colaboradores.

 El oficio de pastorear es cuidar de una grey, de un “rebaño”, estar vigilantes y dispuestos con una visión espiritual de mayor alcance que la media, para aconsejar, ver los peligros, instruir, y esa labor nada tiene que ver con recibir una contraprestación económica, sino que es un trabajo voluntario para el que se requiere don, disposición, madurez espiritual y una actitud abnegada y altruista, y si luego los beneficiarios desean participar libre y generosamente en esa relación de “dar y recibir” de la que hablaba el apóstol, será una bendición mutua, y eso es “agradable a Dios”. Si desean liberarle de otras obligaciones para que cumpla con más eficacia su tarea, sosteniéndolo de forma regular por un tiempo ó con carácter vitalicio, pues será igualmente un relación de mutuo acuerdo, pero ni generalizable ni exigible. Pero sería ilusorio ignorar la situación actual y real de muchas iglesias por todo el mundo, que no pueden cambiar de la noche a la mañana, por ello sobre la cuestión del “pastoreo asalariado” dedicaremos un apartado concreto más adelante.

Volviendo al tema de los ministerios, debemos estar vigilantes porque no todos los que dicen Señor, Señor entrarán en el reino de los cielos. Ni todos los que predican el evangelio ó hacen milagros en el nombre de Jesús siquiera son salvos (Mt. 7:21, 22). Dice la Escritura que han entrado en medio de los cristianos “muchos lobos feroces” (Hch. 20:29). Continuamente en el Nuevo Testamento estamos apercibidos para cuidarnos de falsos predicadores, falsos maestros y falsos hermanos con apariencia de piedad. Es verdad que por la práctica se han podido conocer a un buen número de estos, aunque en ocasiones existe un mal entendido corporativismo defensivo que evita que los tales sean convenientemente denunciados. Para justificar esta injusticia se afirma “ellos ya darán cuenta” (Heb. 13:17), y con tal respuesta se elude la responsabilidad. Pero debemos seguir el ejemplo de Jesús denunciando el mercadeo del templo que no esperó a que diesen cuenta en ese juicio escatológico, sino que actuó y denunció con toda contundencia y delante de todos los presentes. Esta complacencia actual ha propiciado que haya un buen número de personas, que muchos conocen y callan, que viven desordenadamente no ocupándose realmente de nada más que de vivir sin trabajar ó viajando de un lado para otro como turistas ó bohemios de la religión, en línea con lo que advertía Pablo a los tesalonicenses que no aceptasen. 

Para evitar estos casos, creo que lo responsable es conocer bien a las personas a las que uno se proponga ayudar y considerar el trabajo que desempeñan. Un buen conocimiento es algo doblemente bueno. Por una parte, porque esa evaluación permitiría apoyar a obreros y a ministerios auténticos y en segundo lugar se estrecharía la comunión con estos. Y poner en cuarentena a muchos pretendidos ministerios que no se conocen, ó cuyo conocimiento solo proviene de informes de actividades, porque no debemos creer todo lo que se dice en los informes misioneros, pues los hay que cuentan incluso falsas actividades.

 

10.- Profesionales y famosos “campañeros”.- 

§

La liberación y profusión de los medios de comunicación audiovisuales han creado en los últimos años una nueva “casta” de predicadores por todo el mundo. Desde esos medios pueden introducir, y de hecho lo hacen, muchos mensajes de todo tipo que llegan a los hogares y en la mente de los creyentes, fuera del control y la cuidadosa acción de los vigías, los sobreveedores de las congregaciones, que tradicionalmente estaban atentos a la ortodoxia de los mensajes que desde las plataformas de sus iglesias recibían aquellos entre los que pastoreaban. Y también los cuidaban de caer en manos ávidas de rapiña. 

Ahora muchos de estos mensajes al llegar directamente producen también efectos directos. En el plano económico también. Y muchos cristianos envían directamente sus dineros a muchos “listos”, en respuesta  a los mensajes, slogans, ó peticiones que han recibido por populares personajes desde programas de radio, televisión y grandes campañas interdenominacionales manejadas por estos. Por su vigencia voy a intercalar aquí la fórmula de uno de los más celebres “campañeros” de los últimos años, extraída de uno de sus discursos, pronunciado el 27/2/1997, para que los lectores estén apercibidos y no se dejen engatusar por las palabras de los que son como este y su equipo de sus colaboradores pagados. Valga como preámbulo decir que el mencionado predicador parece que tenía hace ya algunos años un salario de 200.000 dólares al año (alrededor de 38 millones de pesetas):

 

- “Cuando Vd. da a Jesús no se pierde nada, pero cuando no lo da, todo se pierde algún día. Recuerde esto: Solo lo que se da para Cristo permanecerá. Lo que se hace para uno mismo no. Ahora el Señor me ha llamado para llevar este mensaje alrededor del mundo. Y yo lo estoy haciendo. Esto no es un juego porque yo lo estoy haciendo. Yo se, y es muy triste que en el mundo miren a alguien como yo y a otros grandes evangelistas y piensen que estamos en esto por el dinero. ¿Vd. sabe lo que les digo? ¡Que están locos! ¡Que están locos! Yo puedo ganar mucho más dinero haciendo otra cosa. Ahora si usted piensa que yo estoy en esto por dinero es porque está tan loco como ellos.¿Alguien dice Amén? (Todos dicen: Amén).¿Quién querría hacer esto por dinero? Uno es criticado… Los medios de información dicen sus nombres…

- Bendice (a tu pueblo) en esta noche por su obediencia. Y permite a tu poder que descienda sobre nosotros en esta noche para que nadie abandone este lugar vacío. Que nadie salga enfermo… Señor, quita las deudas de tu pueblo. Están tan cansados de ellas... Ayúdales a pagar sus facturas en los próximos meses en el nombre de Jesús. Bendice sus economías, Señor, Señor, tu Palabra declara que la riqueza del pecador será dada al justo. Señor, te pedimos en esta noche que nos des las riquezas de los pecadores y te prometemos Señor que vamos a usarlas para tu gloria. Te prometemos emplearlas para la extensión del evangelio. En el nombre de Jesús. (Todos dicen: Amen). 

- Y le pedimos. Pide el libro completo. ¡Pídale a Dios que le de la riqueza del impío y dígalo! ¡Vamos! ¡Vamos! Y prométele que tú la vas a usar para la gloria de Dios. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Que todo el pueblo diga Amen! ¡Que todo el pueblo diga Amén! 

- … Asegúrese de escribir su nombre claramente. Y todo aquel que ponga su nombre abajo le enviaremos una revista por correo y lo pondremos en nuestra lista de correo. Por la parte de atrás escriba su petición de oración. Ahora usted puede ver en donde puede usar su Master Card, American Express, Visa ó Discover Card. Asegúrese de que está usando su tarjeta de crédito, escriba claramente su número de cuenta y fírmelo. Y como siempre digo: No escriba en lenguas. Escríbalo en inglés para que lo podamos entender. Voy a pedirte que des en esta noche generosamente. Necesitamos tu ayuda. Estamos a punto de empezar una cruzada dentro de dos semanas en… De nuevo, nosotros asumimos todo el costo. Necesitamos tu ayuda. Estoy orando al Señor para que quiera hablarte ahora para que des generosamente. Estoy pidiendo al Señor que hable a muchos de vosotros para que deis mil dólares esta noche. Algunos pueden dar incluso más. El costo de la campaña en… es muy alto. Estoy pidiéndote que des, por lo menos, cien dólares para ayudarnos. Y la razón por la que pido tan  audazmente es porque no es para mí, así no me avergüenzo por pedir. Esto es para el Señor. Así hazlo ahora. Haz un cheque. Si vas cubrir un cheque, hazlo en favor de… (Da los nombres de sus varias organizaciones). Si vas a dar en efectivo, por supuesto, mételo dentro del sobre… 

- Si alguien no tiene nada para dar, pero realmente desea dar algo para la obra del Señor, ¿quiere ponerse en pie por un momento? Si usted no tiene nada para dar, pero quiere dar algo, póngase en pié por favor. Bien. ¿Ahora les gustaría mirar a su alrededor y ver a estos que están en pie cerca de ustedes? ¿Alguno se levantaría y pudiera darles algo con que ofrendar al Señor? Vamos, que algunos se levanten y les den algo para que también ellos puedan dar. Esas personas que están en pie no tienen nada que dar… ¿Alguien puede darles algo para que también ellos puedan ser bendecidos? Así ellos podrán ser bendecidos….”

Yo no necesito hacer comentario alguno. El orador se llama Benny Hinn, pero este solo es un ejemplo típico de la manipulación económica. Siento pena por las víctimas ignorantes que caen de buena fe en esta clase de argucias dialécticas y profunda lástima por aquellos que se prestan como animadores de sus “shows” y que, sabiendo estas cosas, le siguen invitando para hacer sus penosos espectáculos de esoterismo barato y fraudes milagreros por el mundo adelante. Este es un personaje cuyas profecías han resultado tan falsas como sus curaciones, pero cuenta con un espectáculo perfectamente montado y calculado hasta en sus últimos detalles, preparado por un equipo de más de doscientas personas que todas viven de esto. La puesta en escena, la música, las luces, la letra de las canciones, todo está planificado para servir a su negocio y a la promoción de su popularidad. Pero si los que caen en estos ardides escudriñaran las Escrituras y juzgaran todo a la luz del ejemplo apostólico y de las enseñanzas de la Biblia, alcanzarían la madurez y el criterio suficiente para rechazarlo. 

Como la gente prefiere circo y espectáculo antes que meditación, estudio y reflexión, se convierten en victimas fáciles por causa de su comodidad. Son como aquellas mujercillas, a las que Pablo se refiere en 1Ti. 3:6,7, sin instrucción cristiana, ni deseo de ella, que siempre están aprendiendo y nunca llegan al conocimiento de la verdad. Personas que están llenas de reuniones, cultos y conferencias y en lugar de progresar, cada vez saben y entienden menos. Cada vez son más fáciles víctimas de los muchos listos que andan por ahí, porque este, como hemos dicho, solo es un ejemplo de conducta al que podríamos incorporar un número de tele y radiopredicadores que continuamente exprimen y extorsionan las conciencias cándidas pidiendo dinero. Es el lenguaje que mejor dominan. Muchos de ellos bendicen en función de las cantidades que les ofrendan, yo los he oído. Cuando alguien da una ofrenda fuerte se les llena la boca. Luego con el dinero ajeno adquieren activos de todo tipo de los que son los únicos propietarios y gestores.

En España, nuestro telepredicador más popular es Lisardo Cano, fundador y propietario de Radio Televisión Amistad. A través de sus emisoras, establecidas inicialmente sin licencias administrativas, (lo cual no me parece muy ejemplarizante de comportamiento cristiano cuando se trata de un país democrático, que se basa en el respeto a las leyes; y de un estado constitucionalmente no confesional en el que se reconoce y garantiza la libertad religiosa y de cultos, aunque ignoro si actualmente algunas ya poseen los permisos legales), a la par de la programación normal, y para sostener esta actividad, cotidianamente se dedican a la petición de dinero, bien con sus populares maratones ó intercalando sus solicitudes dentro de la misma programación. Muchas veces la petición de dinero va pareja con el ofrecimiento de oración por los problemas de los oyentes, animando a la gente para que llamen y en el programa oren por sus necesidades, lo cual, aunque independiente, crea un mimetismo subconsciente de efecto y causa. El telepredicador ora por mi problema y yo respondo a su petición económica, ó incluso llevar a pensar que habrá más posibilidades de que la intercesión sea eficaz en su resultado, si el oyente ofrenda. El día 8 de Julio del 2002, a eso de las 10 de la noche, estaba viéndolo por televisión cuando Cano se dirigía a su audiencia diciendo entre otras cosas: “… cuando estés delante de la presencia de Dios y te pregunte porque no diste dinero a RTV Amistad, tú que le dirás…” 

Amigo lector, si eres oyente de la emisora y te has sentido tocado por esa dialéctica, tranquilízate, puedes estar seguro de que Dios no te preguntará tal cosa. Lo que Jesucristo enseñó en el texto que ya hemos tenido delante, era que Dios premiaría tu obra de amor en favor de tus hermanos más desfavorecidos, no que te vaya a hacer un examen negativo sobre tu respuesta a todos cuantos, pretextando ministerios vengan a ti pidiendo dinero, y a los que no has contribuido. Si este hermano ú otros como él quieren que la gente tenga participación, que aumenten la transparencia, que den información pormenorizada de todas las cuentas y gastos, sobre los mecanismos de control de los bienes afectados al ministerio y adquiridos con las aportaciones de sus simpatizantes. Que concedan participación a sus ofrendantes sobre la gestión y los contenidos, y no que consideren a estos como simples “entes paganos”, que están para decir: Si bwuana tenga mi dinero. Pero Cano fue más lejos aquel día en su comentario, vino a decir que la obligación de sus oyentes cristianos delante de Dios era simplemente dar, y que si él ó el que recibiese los donativos no fuera honrado en el uso de tales recursos, que ya darían cuenta delante de Dios. 

Cano y otros que promueven ministerios semejantes toman sus iniciativas sin tener en consideración muchas veces el consejo de Jesús en Luc. 14:28, sobre la prudencia de hacer un balance de lo que se tiene antes de empezar a construir una torre y calcular que se puede terminar con éxito y cumpliendo con los compromisos y las obligaciones contraídas. No lo hacen así porque esto obligaría a tener detrás un grupo estable de financiación regular y comprometida, y nadie hace esto sin garantizarse un debido sistema de control estatutario, en el que se reconozcan derechos de representatividad, decisión y opinión. En lugar de ello algunos optan por embarcarse por libre y, en ocasiones, cuando se han metido en problemas de los que han logrado salir gracias a la generosidad de mucha gente sencilla, inmediatamente se embarcan en uno mayor y luego claman: ¡Que viene la factura de…! ¡Que no tenemos para pagar este mes…! (pero, no se preocupe, si les saca de esta, no aprenderán del consejo de Jesús para reconducir la empresa, y así tampoco tendrán para el mes que viene y volverán con lo mismo, y el otro, y el otro…) Por tanto, para los que actúan de esta manera es una pretensión y a la vez una necesidad conseguir desarrollar un proyecto de rápida expansión. A cuantos más potenciales ofrendantes se llegue, mayor es la capacidad para requerir de ellos más recursos económicos. En el caso de la radio ó la televisión, cuanto mayor es el área de cobertura, más posibles donantes son alcanzados, a los que lastimeramente acudir con cuantos ardides dialécticos se pueda.

 Pero si un día con todas esas aportaciones altruistas se ha constituido un importante patrimonio económico y mediático, resulta que es propiedad de una familia, ó de un grupo reducido de personas, quienes lo administran como lo que es realmente: algo suyo. Compran, venden, se fijan salarios, gastan sin control de los que pagan y sin que aquellos que ponen el dinero en las cuentas de tales ministerios tengan nada que decir. ¿Qué mañana se cierra, ó se vende con beneficios ó deudas? Pues a nadie le hay que rendir explicaciones.

11.- El evangelio de la prosperidad.- 

§

Las ganas de salir de la miseria, de la pobreza, ó de mejorar el status económico y social, que laboriosamente y por el esfuerzo es perfectamente lícito, tiene su límite cuando el afán es tan fuerte que ciega el entendimiento y produce el ansia de querer enriquecerse, es entonces cuando la avaricia lleva a las personas a caer en el lazo de estos listos. 

Una de las formulas más exitosas para sus promotores es el llamado “evangelio de la prosperidad”. Prosperidad para sus propagadores. A menudo desengaño, miseria y frustración para sus víctimas. Como escribió Pablo, no que haya otro evangelio, sino que algunos lo pervierten en beneficio propio para enriquecerse, ó simplemente para vivir del cuento, ó construir organizaciones de sistema piramidal en el que se benefician unos pocos a cuenta de muchos.

Quizás el ejemplo más conocido de esta perversión teológica, que ha crecido junto o en paralelo con el llamado Movimiento de la Fe, es la importante organización llamada “Iglesia Universal del Reino de Dios”, y en España como también en algunos otros países: “Oración Fuerte al Espíritu Santo”. Es una secta fundada por el brasileño Edir Macedo, un cajero de la lotería de Río de Janeiro, que ha demostrado como montarse una secta es mucho más rentable que la lotería. En 1977 se salió de la iglesia pentecostal Nova Vida, a la que había pertenecido desde su conversión diez años antes, y junto con algunos amigos abrió un local de cultos en una barriada humilde de Río. Macedo descubrió el poder de los medios de comunicación para llegar a la gente y la candidez de esta para dejarse explotar. En este breve período de tiempo, apenas 25 años, ha llegado a tener seis millones de seguidores, una cantidad superior a los Testigos de Jehová ó semejante a la de los Adventistas del Séptimo Día, que tienen más de cien años de historia y proselitismo.

Cuanto más tiempo en radio y en televisión, más dinero. Con más dinero se abren locales que a su vez se convierten en otros centros de recaudación y así crece por el sistema piramidal. Solo en el año 1999 esta organización recaudó en Brasil más de 1000 millones de dólares, lo cual requiere mucha insistencia en la petición, muchos argumentos para aflojar las carteras, y llegar a una enorme marea de potenciales ofrendantes. No es de extrañar ya que su líder enseña que “la sangre de la iglesia es el dinero”. Desde esta posición ha logrado conformar incluso una estructura política propia y apelando al voto de sus seguidores ha conseguido una representación de 18 diputados en el Parlamento brasileño. También ha conseguido operar a estas alturas del año 2003, en más de 3.000 lugares de culto, un tercio de ellos en propiedad. Cuenta con varias estaciones de televisión y de radio, tanto en Brasil como en Argentina, con empresas en el sector financiero, en la construcción y en el sector gráfico. Ahora está empeñado en la construcción de una red de catedrales en Brasil. De nada valen las denuncias de algunos de sus excompañeros que compartían tareas de liderazgo en la organización, porque el flujo de adeptos sigue creciendo día a día, y los recursos de sus arcas también, en virtud de los medios y la propaganda que despliegan. 

Los que se dejan engañar, ignoran que “la sangre de la iglesia”, si existe algo que se puede denominar así, es el amor ágape que Dios derrama en nuestros corazones por su Espíritu Santo y que la iglesia de Laodicea, es el prototipo de una organización religiosa, rica en bienes materiales, pero bajo el diagnóstico divino es una pobre, desnuda y ciega, que ha dejado a Cristo, con su mensaje y su evangelio, fuera de sus puertas (Ap. 3:17-20). 

La red de televisión brasileña Globo en un reportaje sobre esta secta emitió unas imágenes de cámara oculta en las cuales el Sr. Macedo instruía a sus “pastores” sobre como sacar dinero a la gente, con las siguientes palabras: ¿Entienden como es esto? Si quieren ayudar, bien, y si no pueden irse al infierno. O contribuyen ó se condenan”. En todas las actividades de la secta la palabra más usada no es Dios, ni Jesucristo, ni salvación, sino “dinero”, diezmo, ofrenda, precio, etc. En su descargo afirmó: "Yo no sigo a un Dios pobre. Si su Dios es pobre es porque sus pensamientos son pobres... La pobreza es del diablo; no de Dios".

Macedo fue detenido en l992 y estuvo en la cárcel 12 días acusado de fraude y malversación al encontrársele una cuenta bancaria personal en la que había más de 100 millones de dólares. También ha sido acusado de blanquear dinero procedente del cartel de Cali y de negocios con las mafias colombianas del narcotráfico, pero de todo ello sus buenos abogados lograron que resultase absuelto. La voracidad mercantil de la secta no se conforma con los diezmos, sino llega a vender “piedras de la tumba de Jesús”, “rosas milagrosas”, “agua bendita del río Jordán”, “sal bendecida por el Espíritu Santo”, etc.

Pero además de los objetos materiales que venden, lo peor son las ideas vertidas en las manipulaciones doctrinales con las que engañan a las gentes humildes y sencillas. Les hacen creer que si tienen fe pueden ser ricos en bienes materiales, pero como en el “timo de la estampita”, ellos tienen que poner primero su propio dinero, hasta que más tarde, también como en el caso del timo, se den cuenta de que el contenido es falso y para entonces ya no pueden recuperar lo “invertido”. Como en todos los timos se explota la codicia interior, excitándola con una buena dosis de retórica y de ejemplos falsos. “Fulanito dio 1000 dólares y al poco tiempo recibió una herencia de varios millones. Menganito no dio el diezmo, y se le quemó su casa”. Pero además este “dar a Dios”, no lo puedes administrar tú, haciéndolo llegar directamente a cualquier necesidad que conozcas ó apoyando algún ministerio diferente, sino que siempre tiene que ser entregado en la mano de los “promotores”, o el milagro no se producirá. 

El timo de la prosperidad se le vende a los incautos con la etiqueta de la fe. Créelo y exígelo. Lo cual alguien definió muy acertadamente como “la fe en la fe,  no la fe en Dios”. Estar plenamente convencido de que algo se va a producir si así lo crees, independiente del análisis de si corresponde a la voluntad de Dios, ó si tal cosa es buena para nuestras vidas. El argumento es: “Dios es rico y quiere que nosotros también lo seamos, ¿Quién dice amén?“¿Como Dios va a querer que sus hijos sean pobres ó estén enfermos?” “Si el Diablo puede dar riquezas a los suyos, cuanto más nuestro Dios…” “Estamos empobrecidos porque no pedimos con fe”. “Tú que tienes unos ahorros para comprar una casa, demuestra tu fe ofrendándolos y reclama con fe que Dios te de una casa”. El timo viene acompañado de un enorme caudal de historias falsas acerca de prodigios que siempre suceden lejos y a personas que nadie conoce y, en algunas ocasiones, incluso utilizan a “ganchos” que aparecen delante de los asistentes como testigos presenciales de las mismas mentiras. Luego vienen las revelaciones personales. “Dios me dijo en esta noche que…” ó “Estaba yo el otro día hablando con Dios cuando me dijo…” Algunos aseguran que han ido al tercer cielo e incluso uno afirmó que cuando fue transportado a la presencia de Dios, casualmente llevaba su máquina de fotos y le hizo una foto a Dios y ahora vendía copias por 8 dólares. Y lo peor es que hay quien compra….

Si alguien es pobre, es porque es un pecador”, y te vienen con el cuento de uno que nadie conoce, del que dicen que dio el 90% de sus ingresos y ha logrado amasar una gran fortuna. Predican que Jesús dijo: De cierto os digo que hay ninguno que haya dejado casa ó hermanos ó hermanas, ó padre ó madre, ó mujer ó hijos ó heredades por causa de mi y del evangelio que no reciba cien veces en este tiempo casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y heredades, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna. (Mr. 10:29 y 30), aplicándolo para sus seguidores en la forma de: “¡Deja tu casa para el Señor y recibirás 100 en este tiempo! ¡Aleluya!”. Y yo, siguiendo la misma exégesis, digo al respecto, pues deja a tu mujer y recibirás cien. Jesús hablaba de la gran bendición de entrar a formar parte de otra familia mucho mayor, la familia de la fe, de la hospitalidad y del amor cristiano. 

La insistencia machacona de estas sectas en despojar del dinero a los pobres ignorantes que les siguen, abunda en retórica, con lo cual es difícil que alguno de sus variados argumentos no consiga aflojar la cartera de las victimas potenciales: Si los drogadictos consiguen dinero para pincharse, nosotros también podemos conseguir dinero para el Señor Jesús”. “El diezmo pertenece a Dios, para que el diablo no pueda tocarlo”. “Hay una guerra adentro de cada uno de nosotros. Dios quiere que usted de, pero el diablo sujeta su billetera. Venga, venga y dé ahora. Mañana usted podría estar muerto. Si usted no paga a Dios, le está pagando al diablo". “Si quieres salir de la miseria, si quieres obtener un empleo, si quieres sanar de una enfermedad debes aportar tu diezmo”. “Dios dijo: traed los diezmos. Cuando das el diezmo, Dios abre las ventanas del cielo y derrama bendiciones”. “El diezmo no es solo de un sueldo, también de su paga de jubilación o pensión”. “Si no aportas tu diezmo el dinero va desapareciendo porque el demonio devorador ha entrado”. “Si diezmas conseguirás trabajo. El diezmo no es una donación es una devolución”. “Honra a Dios con tus bienes”.¡Da para Dios mil dólares y recibirás 100.000 porque Dios sigue teniendo el mismo poder y siempre cumple sus promesas!”. 

Con tanto pedir para Dios, han convertido a Dios en un pobre mendigo insaciable. ¡Dale a Dios algo que te cueste de verdad desprenderte! Con este truco y moviendo los hilos en el ambiente adecuado, a un pobre hombre, en otra denominación española que presume de no ser secta, le sacaron un piso para ¿Dios?, no para un “pastor”, que al día siguiente se dio buena prisa de “escriturar” la donación. Yo lo oí personalmente de los labios del afortunado. Me gustaría presenciar otra reunión igual para ver si el pastor beneficiado hacía él ahora donación del piso desprendiéndose de algo que sin duda le costaría, al menos mientras no consiga otro mejor. 

Si la promesa de Dios fuesen las riquezas materiales no habría enseñado Jesús sobre la dificultad de que los ricos sean salvos, ni haría un serio llamamiento para que busquemos los tesoros del cielo y no los de la tierra. Pero además esta teología convierte a Pablo, a sus colaboradores, a los mártires y a los apóstoles, qué no tenían oro ni plata, en cristianos fracasados, pues padecieron todo tipo de penalidades, a lo que se ve, por causa de su poca fe (¿?). Pero además si el apóstol Pablo lo dio “todo” como afirma en filipenses, ¿como es que solo recibió en este mundo penuria, necesidades y cárcel? El debía haber recibido como contrapartida millones y ser un hombre de los más ricos de su tiempo… En fin, que en este disparate no vale la pena gastar más tiempo ni espacio. Solo es el producto de lo que esta profetizado en 2·Tim. 4:4 “vendrá un tiempo cuando no querrán escuchar la autentica enseñanza, en su lugar buscaran maestros quienes les complacerán al decirles solamente lo que ellos están deseando escuchar, y no solo apartaran la verdad de sus oídos, sino que se irán detrás de cuentos.” Hace poco leí la sinopsis de un libro que promueve una editorial cristiana, titulado: Prosperidad, La Voluntad de Dios para ti, que decía lo siguiente: Este libro le ayudará a conocer que Dios no solamente desea que ud prospere espiritualmente y físicamente pero también financieramente. En Salmos 35:27 dice que Dios se goza en la prosperidad de sus siervos. En 3 Juan 2 dice que Dios desea que nosotros prosperemos en todas las cosas. Pero nuestra alma (mente, voluntad, emociones) tiene que prosperar primero. Sin la renovación de nuestro entendimiento, nosotros nunca podremos caminar en los beneficios que Dios tiene para nosotros como resultado de nuestra salvación. (Romanos 12:2, Salmos 103:1-6) Este libro le ayudará a ver lo que le pertenece como una creación de Dios y le enseñará principios de la Palabra de Dios que causarán que Dios se mueva en el área económica de tu vida. Por supuesto que no se me ocurre malgastar mi dinero en comprar algo como esto. Pero si querido lector, estás buscando la prosperidad económica de tu vida, no dudes en comprarlo, seguro que ahí encontrarás una doctrina a la medida de tu ambición, y tal vez el autor una ayuda para mejorar su prosperidad personal.

12.- Viajantes por toda la tierra. 

§

Hay un dicho popular español que afirma que el sentido común es el menos común de los sentidos. Y es bueno reflexionar sobre ello dadas las cosas que se ven continuamente a nuestro alrededor y en nuestros ambientes. Cuando Jesús comisionó a los once para ser testigos de su evangelio, Me seréis testigos…hasta lo último de la tierra… (Hch. 1:8), lo hizo empleando una secuencia ordenada de pasos. No podía ser de otra manera, porque Dios es un Dios de orden y Jesucristo es Dios, el Hijo, hecho hombre, por ello también en todas sus exhortaciones predomina el orden y el sentido común. 

Jesús secuencia el ministerio de sus discípulos con el siguiente desarrollo: En Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Hacerlo al revés es un desorden. Imaginemos que les pide que sean testigos en los confines de la tierra y allá se van los discípulos sin predicar en el lugar en donde están y en sus contornos. Bien, pues eso es lo que hacen algunos que se llaman misioneros. No han trabajado nunca en su “Jerusalén”, ni en su “Judea”, y tomando sus bártulos se embarcan a la aventura del último lugar remoto de la tierra para evangelizar allá. Bajo mi punto de vista, esto es un desorden, y a la vez está alejado del mandato y del ejemplo de Jesús. ¿Por qué? 

Jesús tuvo que experimentar lo ingrato que significa ser profeta en su tierra (Mr. 6:4; Lc. 4:24 y Jn. 4:44), pero no quedó lugar de Nazaret ni de Galilea donde Jesús no predicase. Luego vino Samaria y Judea, aunque cada cierto tiempo lo encontramos nuevamente en Galilea. Nazaret y Capernaum eran su equivalente a Jerusalén como Galilea era el equivalente Judea, en la frase de Hch.l:8. Se necesita ganar la credibilidad en medio del lugar donde uno es y confrontar el ministerio en su medio natural. Y si uno se avergüenza de testificar allí y de dar el testimonio donde le conocen para lo bueno y para lo malo, el hecho de buscar otros lugares y personas desconocidas a las que confesar la fe, es una huida ó una excursión, pero no un ministerio.  Pablo empezó a testificar en Damasco, donde estaba cuando se convirtió. Cuando tuvo que huir de allí, marchó a Arabia por un poco de tiempo, pero en su mente estaba volver a Jerusalén, donde él era conocido en su vida anterior, y testificar a sus antiguos amigos, sus parientes, sus compañeros de juventud. Solo a causa del peligro que entrañaba para su vida permanecer por más tiempo en Jerusalén, fue que los apóstoles le llevaron a Tarso, su lugar de nacimiento. No se fue a un lugar remoto, sino a donde era también conocido pues allí habían vivido sus padres y probablemente otros parientes. Y, con su base logística establecida en Tarso predicó durante años por las comarcas cercanas antes de embarcarse en ningún viaje misionero. Y lo hizo sin encomedación, sin sostén económico, sin nombramiento especial, por el simple impulso de su fe en Cristo Jesús y su vocación para servirle.

Empezar por lo último de la tierra y cobrando, no habiendo empezado a servir desde su centro natural y de forma totalmente vocacional, parece un desorden más ligado en ocasiones a un ansia aventurera y a fantasías novelescas, que a una verdadera vocación, aunque el problema no suele empezar por los que con la mejor intención actúan así, sino por los que les mandan sin haberles enseñado antes a vivir y a servir en orden. Lo correcto es empezar en su “Jerusalén”, y más tarde, una vez curtido y experimentado, con un testimonio acreditado, acometer metas más alejadas.

Hay otra cuestión relativa con este asunto que no puede dejar de mencionarse. Es una mirada al trasiego, idas y venidas por todo el mundo delante de pastores, lideres y conferenciantes que hacen pensar que una agencia de viajes multinacional sería el ministerio más urgente que debieran acometer en común las iglesias evangélicas, para optimizar sus recursos. Millones y millones se gastan cada año en traer y llevar no se sabe ni por qué, ni para qué a los lideres de unas iglesias a otras. Por este turismo se abandonan los ministerios locales, el pastoreo, la evangelización local, porque de repente uno se va a Australia, el de Australia a Canadá, el de Canadá a la Argentina, y los argentinos a todas partes (esto es una broma).  ¿A que viene la necesidad de tales gastos que salen de las ofrendas de la gente, que lo hace en ocasiones con gran esfuerzo “para el Señor”? ¿Es que no hay dones suficientes cerca de cada iglesia? ¿Es que el mensaje que trae el que viene de lejos añade algo al mensaje que con el Espíritu Santo y la Biblia en la mano podemos obtener si nos ponemos en serio a estudiar y trabajar? ¿Es qué estamos tan hartos de escuchar a los mismos que lo que buscamos son novedades? 

Vivimos en unos momentos en que la categoría de un predicador ya se mide por el número de países que ha visitado. Iglesias de una misma localidad que debieran mantener un espíritu de comunión, ni se hablan, pero luego se traen predicadores de miles de kilómetros de distancia, lo cual más parece buscar que no conozcan las carencias y autosatisfacerse mostrando una falsa imagen de lo que son en realidad tanto las iglesias como los visitantes. ¿Cómo se va a exagerar ó fantasear sobre ministerios y testimonios cuando todos nos conocemos? El desconocido lejano siempre parece ser impecable para los que lo reciben, y la iglesia receptora es maravillosa para aquel que la visita por primera vez ó de forma muy esporádica. ¡Cuan importante sería mantener esa imagen como una realidad para los que nos conocen…! Como decía el diablo a su sobrino: Anímales para amen al chino, pero que desprecien a su vecino. Y el refranero español dice: Que buenos somos todos de visita… Esto es el éxito del intercambio.

13.- Vivir por fe. 

§

Esta es otra de las frasecillas tópicas que oímos frecuentemente para indicar que alguien espera vivir por las aportaciones de sus hermanos. Pero todo creyente tiene que vivir por fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios. Por la fe nos edificamos, Jud. 1:20. Por la fe se sostiene nuestro testimonio, 1Pe. 1:5. Por fe actuamos, Heb. 11. En resumen, todo lo que vivimos lo hacemos por fe, Gal. 2:20. Lo que sucede es que en ocasiones escuchamos a personas atribuir a la fe, iniciativas desordenadas para salir de las cuales más tarde tienen la necesidad de apelar y comprometer a los hermanos, como ya hemos mencionado algunas personas se embarcan en empresas sin calcular las dimensiones de sus decisiones, y al cabo de un cierto tiempo en lugar de clamar por fe a Dios y esperar de El la provisión, se presentan delante de sus hermanos comprometiéndoles “en el nombre del Señor” para que le saquen del atolladero en que se encuentra metido. Otros piensan que ellos tienen la misión providencial exclusiva ó casi, de convertir al mundo desarrollando un proyecto, sea cual sea, y te lo presentan de tal modo que si no colaboras y esa idea no se puede llevar a cabo, te arrojan la responsabilidad y acusación, apelando a la voluntad de Dios, de que la humanidad se pierde porque tú no has dado dinero para el proyecto en cuestión. Frases como ¿Cuánto vale un alma?, parecen justificar cualquier disparate ó que te saquen una buena tajada económica para “ministerios” que realmente no lo son.

Hermanos, no os dejéis engañar, quien tiene la responsabilidad de convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio, no somos los hombres, sino el Espíritu de Dios, Jn. 16:8. Se fiel con tu vida. Se un testigo de la verdad de Cristo. No te avergüences del evangelio. Testifica de tu fe siempre que tengas oportunidad. Guarda un testimonio de fidelidad y honestidad. Y esa es la mejor aportación que puedes realizar en pro del evangelio. Los cristianos tenemos que ser testigos con nuestras vidas y con nuestra boca, allá donde estamos, donde vivimos, en medio de nuestra sociedad y allá donde por las circunstancias de la vida tengamos que llegar. ¡Ponte como meta ser un cristiano maduro para crecer tu mismo y ser de ayuda a otros! Ten como objetivo igualmente conocer cada día más a Dios y su voluntad para tu vida. Dedica tiempo al estudio y a la meditación de las Escrituras. Dedica tiempo a la oración. Hazla como una practica natural para comunicarte en cualquier momento con un Dios que está a tu lado todos los días de tu vida. Coméntale mentalmente todas tus cosas, buenas y malas. Involúcralo en todas las decisiones de tu vida. Haz de esta comunión una práctica para cualquier momento y lugar. En casa, en el trabajo, en el coche, en la calle, etc. Te darás cuenta de lo que representa tener a este amigo fiel constantemente junto a ti y sentirías Su presencia.

14.- Pastores y obreros asalariados a tiempo completo.- 

§

Como decía antes, hay una realidad incuestionable, y es que muchas iglesias evangélicas tienen al frente de sus actividades como comunidad eclesial a líderes, obreros ó pastores asalariados. Normalmente se trata de personas que han sido formadas en seminarios con el propósito de dedicarse a este trabajo de forma profesional. Las iglesias, ante el escaso compromiso general de sus miembros, en lugar de buscar un avivamiento y despertar la responsabilidad de administrar y poner todos los dones al servicio de Aquel que los otorgó, aplicándose todos sus miembros con esfuerzo y valentía, demandan los servicios de profesionales y formalizan, ya sea por un tiempo determinado ó vitalicio salvo imprevistos, contratos de servicio con retribución fija a modo de salario y otras estipulaciones relativas al trabajo y su desempeño. Como esto es así en una gran cantidad de lugares, y no va a cambiar en breve plazo, creo que no debemos dejar de dedicar una parte del estudio a esta cuestión en su vertiente más antipática, abordando al respecto algunas cosas de las que nadie escribe, ni se predica, ni nadie habla de ellas abiertamente, aunque es un tema frecuente de los que se hablan por detrás. Pero con murmuraciones y chismes, nunca se afrontará el problema, ni se corregirán las deficiencias, y por causa del mal ejemplo de unos, se generaliza a muchos injustamente.

Antes de nada quiero dejar claro que cuestionar el método ó el sistema y expresar los problemas ó consecuencias del mismo, signifique descalificar por ello a todas las personas que desempeñan estos trabajos, ni a las iglesias que los llaman ó que los sostienen. Hay muchos pastores y obreros dentro de este sistema que son verdaderamente fieles servidores de Dios y de su Iglesia. Hombres y mujeres que han accedido al ministerio a través de este método por la gran implantación y tradición que posee. Lo mismo hay que decir de las iglesias que los sostienen ó contratan de acuerdo con esta visión, que podrá ser criticada como equivocada, inconveniente, francamente mejorable ó apartada de la praxis apostólica, pero tampoco pone de relieve que la “calidad” de cristianos de sus miembros sea inferior a la de los de otras iglesias que no siguen este método. 

14.1 ¿Cuánto es eso del tiempo completo?

Con todo yo quería tocar un tema que muchas veces ronda por las mentes de muchos cristianos evangélicos, y se rumorean en voz baja ¿Qué y cuánto tiempo es esto el tiempo completo? Así me he permitido realizar un cierto cálculo comparativo con lo que representa el tiempo completo en cualquier oficio ó empleo asalariado en nuestra sociedad, en este caso la española. Y qué es lo que se espera en relación con ello de “aquellos que sirven a tiempo completo”, a cambio de los salarios que se pagan.

Un trabajador español trabaja generalmente de lunes a viernes 8 horas diarias, ya sea en jornada continua ó partida. Aparte dedica para sus desplazamientos al trabajo, de ida y de vuelta un tiempo adicional medio de 1,30 horas. (mucho más en las grandes ciudades). Esta dedicación representa 9,5 x 5 = 47,5 horas a la semana.

Aparte de esto, si el trabajador es un cristiano realmente maduro, responsable con su Señor y comprometido con una iglesia local ó con cualquier ministerio, dedica por término medio entre 1 y 2 horas diarias al estudio bíblico, la meditación, el devocional, la oración, etc. Normalmente acumulando más tiempo los sábados, festivos y menos los días de trabajo, pero la cifra yo creo que es valida para calcular una media. Vamos a tomar la banda menor: 5 horas a la semana. Además acude a los servicios de su iglesia, por la semana, algunos sábados y los domingos. Pongamos por término medio 1 hora y media por la semana y tres horas los domingos. Totalizan 4 horas y media. Hasta aquí, el resumen del tiempo que dedica para su trabajo, más el tiempo dedicado como cristiano, arroja la cantidad de 57 horas de ocupación (47,5 + 5+ 4,5). Y ya no vamos a mencionar, porque no son fácilmente cuantificables al carecer de regularidad, otros espacios de tiempo dedicados a la hospitalidad cristiana, a la comunión fraternal, visitar a los enfermos, etc.  

Se supone que alguien dedicado a la obra a tiempo completo, es como mínimo un cristiano maduro y comprometido, que lo único que va a sustituir, no son parte de las horas y tiempos que ya emplea como cristiano, sino que quedará relevado del trabajo secular, para dedicar ese tiempo, las 47 horas y media que emplea en su trabajo cualquier miembro de su iglesia, para la extensión del evangelio, el pastoreo de su congregación y actividades relativas con la vida eclesial, y en función de esa dedicación percibirá un salario, y también tendrá derecho a un período de vacaciones como trabajador, no como cristiano, a su pensión de jubilación, sus bajas por enfermedad, etc. 

Los tiempos para las actividades domésticas, comidas, estar con los hijos, con el cónyuge, resolver asuntos propios, etc. no se contabilizan en nuestro cómputo para ninguno de ambos casos, pues cualquier trabajador secular, como también el “obrero a tiempo completo”, los tienen que realizar al margen de sus actividades laborales.

Y una vez expuesto este cálculo matemático que ahora cada uno se haga su propia composición de lugar y extraiga sus propias conclusiones. Creo que esta reflexión sin mayor comentario es suficiente para los que sostienen y para los sostenidos. Pero con todo, no puedo dejar de tocar al hilo de esto, otras dos cuestiones que están relacionadas con esta, y que son:

15.- Los salarios y los cónyuges de los obreros.- 

§Vivir con modestia en las sociedades desarrolladas es caro porque hay que acometer como necesario el gasto en muchas cosas que se han convertido en imprescindibles dentro de nuestra cultura y del sistema de vida. En España, cualquier familia de clase media baja con cuatro miembros, los esposos y dos hijos, que no dispongan en propiedad de una vivienda (es decir, que tengan que pagar una renta de alquiler ó amortizar un crédito por la vivienda en que viven), ya necesitan ingresar dos salarios modestos para vivir, y hacerlo con bastante sencillez. Esto hace que normalmente, cuando hay posibilidades de encontrar un empleo, tanto el marido como la mujer trabajan fuera del hogar, y también compartan en mayor ó menor medida las tareas domésticas. 

Digo esto porque no es lo más habitual en los obreros a tiempo completo que sus cónyuges tengan un trabajo secular fuera del hogar. Esto convierte la cuestión en problemática, pues con un solo salario se tiene que mantener toda una familia, y ocurre lo mismo que en cualquier hogar de cualquier trabajador, en el que solo hay un salario: Que hay muchos problemas para llegar a fin de mes y para vivir aunque sea con la mayor sobriedad. Esta situación se agrava sensiblemente cuando además hay que pagar una cantidad mensual por el arrendamiento de la vivienda ó la amortización de un crédito. Según fuentes bancarias, este gasto ó pago llega a representar un porcentaje entre el 30 y el 45 por ciento de los ingresos brutos familiares. Y entonces si que ya es prácticamente imposible vivir fuera de la indigencia, de las deudas, y de los sablazos con los consiguientes problemas. Problemas que si en cualquier hogar producen tensiones familiares e incluso espirituales, yo creo que en la de los obreros a tiempo completo, también.

¿A dónde quiero llegar con esta reflexión? Pues a que ahora ya no estamos tratando aquí de esos listos y celebres telepredicadores que recaudan importantes sumas de dinero, ó que tienen miles de sufragantes, organizaciones y grandes iglesias detrás, que son pocos y que además caen muy lejos de lo común a los pastores y obreros de la mayoría de las iglesias evangélicas. La mayoría de estos viven en gran parte en escasez y penuria a causa de un sistema mal enseñado, mal entendido y mal aplicado que trae como consecuencia que, ó las iglesias son llevadas a obligaciones económicas en ocasiones más allá de las fuerzas de sus miembros, ó que algunos obreros anden buscándose la vida, por otra parte necesaria, para sostener a sus familias, promoviendo cosas más que por utilidad espiritual, por imperiosidad económica (viajes, campamentos, retiros, ventas de libros, conferencias, buscando que les inviten fuera de sus iglesias locales, etc.).

La penuria no es la vida digna de un obrero a tiempo completo, ni los costos bajo las condiciones actuales son accesibles a muchas congregaciones, sin usar los ardides de los que antes hablábamos para sacar los cuartos a la gente. ¿Dónde está la solución? Yo creo que únicamente en el orden y en la responsabilidad mutua. Un obrero a tiempo completo tiene mucho tiempo que dedicar con honestidad y responsabilidad, como hemos visto, simplemente para estar en unas condiciones similares a las de cualquier trabajador cristiano de su congregación. Y, salvo en grandes congregaciones, en el tamaño de la mayoría de las iglesias españolas se pueden permitir desempeñar trabajos seculares a tiempo parcial, de acuerdo con sus capacitaciones, que alivien el costo para las iglesias, no olvidando también que es bienaventurado el que come el trabajo de sus manos, como dijo el salmista (Sal. 128:2), porque una cosa es afanarse incluso en el trabajo y otra diferente es contribuir al sustento por medio de el. En segundo lugar, el cónyuge necesitará incorporarse al sostén familiar en una proporción parecida a la que ocurre con los cónyuges de los demás hogares de los cristianos, y no siempre quedarse como ayuda de cámara, porque a todos nos gustaría que nuestros cónyuges no tuviesen que trabajar por necesidad, sino solo cuando les apeteciese, pero desgraciadamente esa posibilidad no está al alcance de la mayoría. 

En la cita que antes hemos considerado de Pedro y otros apóstoles y los hermanos de Jesús, estaban casados y sus esposas estaban a su lado en el ministerio, pero es que las condiciones de vida de entonces lo podían permitir: un techo bien humilde, una túnica y la comida eran todas las necesidades. Ni teléfono, ni luz eléctrica, ni calefacción, ni automóvil, ni seguros, ni averías, ni agua corriente, ni nevera, ni ropa de invierno y verano, ni trajes que pasan de moda, ni gastos de peluquería, etc. etc. Como esas no son las condiciones de hoy, un “obrero a tiempo completo” responsable y preparado debe ser retribuido, como mínimo, con semejantes condiciones a las de cualquier profesional de grado medio en una empresa de tipo medio.

Cuando una iglesia determina tener uno o varios obreros sostenidos, tiene la obligación moral de retribuirles para vivir con dignidad y también debe exigir sus contraprestaciones de horarios, tareas, etc. Pero el papel de marido de obrera, ó esposa de obrero, no aparecen como cargos necesarios de las iglesias con un rol específico. Si estas personas desempeñan responsabilidades demandadas por la iglesia, y de hecho lo suelen hacer, al margen de las que debe hacer cualquier cristiano comprometido por el mero hecho de serlo, deberían ser igualmente cuantificadas y remuneradas.

Sin embargo también debo decir que el ministerio retribuido, ya sea por una iglesia local, por una organización misionera, por una federación de iglesias ó por una denominación en conjunto, otorga una cierta seguridad de sustento y estabilidad económica y familiar, pero se lleva cautiva una gran parte de la libertad cristiana. ¿Cómo disentir de algunos principios ó tradiciones arraigados ó decididos en la parte sufragante sin poner en peligro la estabilidad económica familiar? 

En ocasiones se presenta otro problema relacionado con esta cuestión, y es que los pastores profesionales han iniciado sus estudios teológicos justo al terminar su enseñanza secundaria, con lo cual no disponen de una profesión alternativa a la que recurrir en caso de que ellos ó las iglesias decidan no seguir con su relación contractual. Ya sea por cambiar las circunstancias iniciales, y que ahora las iglesias no puedan sostener sus salarios, ó porque no haya entendimiento entre el desempeño de la tarea y la mayoría de la congregación, muchos de estos pastores se encuentran con dificultades porque no se han preparado en un oficio ó profesión secular, como Pablo, al que recurrir para su sustento. Y cuando la interrupción de la relación surge cuando la persona tiene una edad superior a 45 años, (edad en que las personas de nuestra sociedad tienen grandes problemas para conseguir un empleo remunerado, aun cuando disponen de experiencia y formación profesional), el problema es doblemente grave. Creo que ninguno debiera optar por acceder a este sistema de trabajo pastoral profesional sin haber dispuesto de una capacitación laboral alternativa y previa. Además sería beneficioso porque la experiencia en el trabajo retribuido, la disciplina y las relaciones jerárquicas que aporta su realización produce una dosis adicional de madurez cuando se requiera para aconsejar sobre este problema que suele ser una fuente frecuente de conflictos y tensiones familiares. 

Finalmente hay otro tipo de iglesias que actúan como si fuesen propiedad del pastor. Ahí no hay contrato, él se queda lo que se recauda y no da explicaciones a nadie. Realmente nadie sabe ni si le llega ó si le sobra. La figura del pastor está por encima de la congregación, no para servirla, sino que se enseñorea y siente que no debe dar explicaciones a nadie, ni de lo que gana, ni de lo que trabaja. Por mucho que se mencione a Cristo, ese no es el modelo de una iglesia de Cristo. Es de su dueño. He dicho que es un tipo de iglesia, pero realmente es el más parecido a una secta, por pequeña y cutre que sea. Nunca debiéramos dar a este tipo de congregaciones el calificativo de iglesia por la siguientes razones:

a.- Se aparta de las enseñanzas de Jesús respecto a la forma de “servir” a su pueblo (Mr. 10:42-45). Este tipo de pastor no es un servidor, sino un líder, cargo totalmente ajeno al pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, pues como muy bien recoge el Diccionario de la Academia, quiere decir jefe ó director. Puesto y cargo típico del mundo, del que Jesucristo dijo expresamente que no se estableciese entre los suyos. 

b.- En ese ambiente de autoridad personal y falta de control por parte de la congregación, se produce una evidente carencia de libertad y, donde no hay libertad, no está el Espíritu de Dios (2ª Cor. 3:17), por más que se le invoque ó se le mencione.

c.- Se aparta de la praxis apostólica. No hay ninguna iglesia de los tiempos apostólicos de las que tenemos conocimiento por las epístolas y por el relato de los hechos de los apóstoles, donde exista un único pastor, sobreveedor u obispo que gobierne de forma personal una iglesia y este por encima de sus miembros. Únicamente se podría asimilar a la de Diótrofes (3 Jn. 9 y 10), contundentemente denunciada por Juan.

d.- Contraviene claramente 1Ped. 5:1-5 donde dice en primer lugar que los pastores, presbíteros  ó ancianos tienen que apacentar la mies del Señor, teniendo cuidado de ella… no como quien tiene dominio (mando, potestad, señorío) sino siendo ejemplos para ellos. Igualmente contraviene la norma de que TODOS DEBEN ESTAR SUJETOS UNOS A OTROS (v-5 y Ef. 5:21). Es decir, bajo un control mutuo. Con capacidad de amonestarse y corregirse unos a otros (Rom. 15:14); sirviéndose por amor unos a otros (Gal. 5:13). 

Todas las instrucciones para las iglesias parten de una base plena y paritaria, con tres palabras: Todos, unos y otros. Ese es el ámbito de convivencia y edificación mutua.

Si alguno está en una iglesia de este tipo, sepa que ese modelo no es el de la voluntad de Dios y que como escribió Pablo a los corintios (1Cor. 7:23) que POR PRECIO FUISTEIS COMPRADOS, NO OS HAGAIS SIERVOS DE LOS HOMBRES, así que mi consejo es que en cuanto pueda busque una iglesia que se acomode al modelo del Nuevo Testamento.

16.- Negocios cristianos.- No quería terminar este estudio, ni esta parte, sin hacer una breve alusión a los “negocios cristianos”. En una sociedad de consumo, cualquier grupo numeroso de individuos, sea del tipo que sea, se convierte en un “campo de mercado”. Esto vale para aficionados a los deportes más populares, para seguidores de grupos musicales, para colectivos de ecologistas, para simpatizantes de cualquier ideología política ó social, religiosa, etc. También los cristianos evangélicos, por su número constituyen un mercado no pequeño de determinados bienes de consumo relacionados con sus cultos, símbolos, músicas, lecturas, etc. Para abastecer tales necesidades hay personas honestas que trabajan sin ánimo de lucro personal, como una ayuda generosa al servicio de sus hermanos. Algunos dedican todo su tiempo y otros solo una parte. Algunos difícilmente cubren los costos más elementales del servicio que prestan, pero también aquí es necesaria la madurez y tenemos que estar atentos porque también hay quienes, y no son pocos, atraídos por este mercado potencial han convertido a sus hermanos en objeto de mercadería cual Demetrio, aquel platero de Éfeso, Hch. 19:24, y como él, obtienen “no poca ganancia” con sus actividades. 

No hace falta ser economista para tener una cierta conciencia del “plan” en que van ciertos negocios relacionados con el mundo cristiano. En ocasiones, simplemente analizando los estilos ya percibimos por el empleo del marketing, la promoción del consumo per se y por el uso de las mismas técnicas de cualquier compañía profana, que se trata de un “negocio común y corriente”, no de un servicio a la iglesia ni a los cristianos que se hace por amor, por don ó por preocupación espiritual. 

Un ejemplo del marketing aplicado a la literatura de corte cristiano lo tenemos en el fenómeno llamado “La oración de Jabes”. Empezó tratándose de una obrita literaria escrita por un autor norteamericano llamado Wilkinson, sin mayores ni menores contenidos discutibles que otras muchas semejantes, que coincide en varios aspectos con la promoción del evangelio de la prosperidad, pero que con la promoción comercial aplicada y las técnicas de marketing logró convertirse en un fenómeno de ventas. Carteles, camisetas, bolígrafos, pins, marcapáginas y todos cuantos artículos de promoción e inducción al consumo se pueden imaginar se han puesto a su servicio. La promoción de estudios sobre la base del librito, así como versiones para minorías como “La oración de Jabes para las mujeres” y “La oración de Jabes para los niños”. La editorial y las distribuidoras también “consiguieron” que muchos líderes “recomendasen” el libro a sus feligreses. Como resultado, el volumen de negocio alcanzado en poco más de un año consiguió vender más de once millones de ejemplares, con un volumen de negocio que supera los 70 millones de dólares. ¡Se dan cuenta de la barbaridad de dinero que se puede llegar a mover con este tipo de cosas! No voy a entrar en los contenidos del libro y sus efectos de oración talismán, impropia del pacto de la gracia y que no tiene nada que ver con la oración que Jesús enseñó a sus discípulos. Solo quiero dejar claro que cuando tanto dinero, el negocio y el sustento de tanta gente anda por medio, tenemos que poner todos estas novedades mercantiles en cuarentena para no dejarnos manipular y convertirnos en mercadería por la codicia de muchos interesados que a cuenta nuestra “ensanchan su territorio” y sus cuentas bancarias. 

Otro de los fenómenos en creciente explosión mundial dentro del entorno evangélico es la explotación de la música cristiana. Este es un mercado creciente que ya vende por todo el mundo millones de copias de casetes, videos y CD’s. Muchos de estos artículos se venden a los mismos precios que los de cualquier otro grupo profano. Todos sabemos que la música en nuestros días es un gran negocio y un fenómeno de masas y en los medios de comunicación. Como actividad artística en general proporciona trabajo y pingües beneficios a muchas personas y compañías, y una simple mirada a nuestro alrededor nos revela que en muchos lugares y ocasiones se está trasladando una versión de este negocio al campo cristiano. 

La cuestión de la “alabanza” en estos tiempos es una fuente de preocupación para muchos pastores y obreros en todo el mundo. Este asunto merecería por si mismo un estudio propio del fenómeno analizándolo junto con sus causas y efectos, lo cual no es el propósito de nuestra disertación. Pero debemos concordar en que la alabanza y la música en general que se usa en la adoración y forma parte del culto a Dios, y también de una manera de presentar el mensaje evangélico en forma plástica, tiene que ser una fuente inspiradora que eleve el espíritu del hombre a esa condición de reverencia, de meditación trascendente, de respeto y temor de Dios, y la música como tal puede ayudar a esa predisposición con sus diversas formas y ritmos. 

Pero está apareciendo un fenómeno que consiste en componer ó adaptar las mismas músicas, ritmos y estilos que triunfan en las discotecas y conciertos profanos para que, simplemente cambiando sus letras, constituyan una parte importante de la alabanza de las reuniones cristianas. Este fenómeno hace que la línea de separación entre la música más “pachanguera” ó desenfrenada y la alabanza cristiana sea tan fina que continuamente se inclina hacia ambos lados. ¿Qué triunfan los acordes de una canción de alabanza cristiana? Pues se cambia la letra y se convierte en profana, así, el poder de Jesucristo, se puede convertir en el poder de una ciudad olímpica, siempre y cuando los contratos, las galas y el mercado inviten a sus interpretes cristianos a hacerlo; o al revés, a la canción de moda del verano, se le cambia la letra y la alegría que Macarena le pueda dar a su cuerpo pase a ser el gozo de ser llenos del Espíritu… 

El efecto de estos ritmos y músicas lleva al mismo fin que en el mundo, no a elevar el espíritu del hombre humillándose delante del Dios Todopoderoso para expresarle gratitud, amor, fe en sus promesas, etc. sino para dar gusto al cuerpo, moviéndolo bajo los efectos sensuales de sus acordes. Yo he estado en iglesias, donde algunos de sus miembros, eso sí, en el nombre de Jesús, bailan con los mismos movimientos y ritmos que en cualquier discoteca de la playa. El pastor Fumero en un articulo muy atinado comparaba este fenómeno con el ofrecimiento de fuego extraño en altar, por parte de Nadab y Abiu (Lev. 10:1; Núm. 3:4; 26:1). Una historia ejemplar de que para ofrecerle a Dios, no vale cualquier cosa. No podemos traer cualquier invento del mundo y ofrecerlo en el altar de Dios. Todo lo necesario para la edificación de la iglesia ha sido tenido en cuenta para ser otorgado como “don” por el Espíritu Santo. No necesitamos “importar” los inventos de muchos “artistas” del mundo, que viven no solo en conductas claramente inmorales, sino que incluso hacen burla de Dios y de sus hijos, para traer de ellos el ritmo de sus composiciones y adoptarlas para nuestra vida cristiana.

Dentro de este mundo singular de la música y de la alabanza cristiana se ha producido en muchos lugares el fenómeno de que hay artistas conocidos que dicen que se han convertido, pero que siguen viviendo en la misma extravagancia y practicas mundanas del mundo de la farándula y el espectáculo que les dio la fama y la popularidad, y están siendo convertidos como reclamo, en adalides de ciertas campañas, y muchas veces su nueva fe es tan efímera como el éxito de una canción de verano, trayendo luego sobre el evangelio más burla que la bendición buscada por los que antes los colocaron en el escaparate de la promoción cristiana. 

El asunto de la música requiere como muchos otros aspectos de la vida cristiana una gran dosis de madurez y sensatez, para estar prevenidos de sus riesgos. Muchos listos han visto en esta materia otro buen negocio con el que convertir a los cristianos en mercadería, si consiguen promocionar adecuadamente a “sus artistas”, como cualquier productora de música comercial, popularizándolos entre la juventud cristiana a través de conciertos semejantes en todo (montajes, decorados, equipos, luces, amplificaciones y precios) a los que montan los cantantes y grupos profesionales. Sepamos que ni todo “el que canta” Señor, Señor… entrará en el reino de los cielos, ni compremos cualquier música por el mero hecho de que sus letras tengan contenidos cristianos.

17.- Ofrendando con responsabilidad.

Con todo, personalmente soy de la opinión de que cuando la comunidad, iglesia ó congregación deciden desarrollar un proyecto, bien de compra de un inmueble para las reuniones u otras actividades, así como cuando determinan contratar los servicios de un pastor profesional asalariado, las aportaciones para el pago de estos gastos ó inversiones no deben quedar al albur de la voluntariedad ó arbitrariedad de que las personas decidan un mes si ú otro no ofrendar las cuantías necesarias para afrontar pagos regulares comprometidos.

Jesús empleó como parábola en Lucas 14:28-30 que lo prudente y responsable en la vida tanto espiritual como material es sentarse a calcular antes de hacer una torre, ó acometer un proyecto, para evitar que una vez empezada no pueda concluirse. Esto quiere decir que las cosas se tienen que planificar antes de forma conveniente y las personas que deciden afrontar estas iniciativas tienen igualmente que decir con cuanto y durante cuanto tiempo se comprometen económicamente al sostén del proyecto. Así, una vez calculado se sabrá si es viable y si puede ó no sostenerse en el tiempo. 

Esto no tiene nada que ver con diezmos, ni cosas por el estilo, sino con asumir compromisos colectivos que implican a su vez obligaciones frente a terceros (entidades bancarias, vendedores, constructores ó obreros y pastores con sus familias). Tampoco se trata de que la participación económica sea uniforme e idéntica para todos, sino responsable. Así alguien tal vez dirá: “Estoy de acuerdo con el proyecto y me comprometo a aportar 10 euros al mes durante dos años”. Otro podrá decir: “Estoy de acuerdo y me comprometo a aportar 3000 euros por una sola vez”. Y algún otro dirá: “No estoy de acuerdo y conmigo no contéis”, lo cual es tan honesto y responsable como los otros casos.

Una vez que se sabe con lo que se cuenta, es cuando se debe determinar construir ó no la torre. Esto es orden, y lo demás mucho desorden.

18.- Apoyando a los verdaderos siervos de Dios.

Después de todo lo escrito sobre la cuestión económica no quisiera terminar sin hacer un elogio y un llamamiento para ayudar a los verdaderos obreros de las iglesias, aquellos que están en todo tiempo y circunstancia para servir, y no para ser servidos. Personas verdaderamente consagradas, que son una bendición, un consuelo y un ejemplo, y a los que estos otros obreros fraudulentos les ponen las circunstancias y sus vidas mucho más difíciles. Y quiero hacer una mención especial para los misioneros que han abandonado vidas de éxito profesional, de comodidades y bienestar, por amor del nombre de Cristo y de su evangelio, y están trabajando duramente en lugares remotos, donde no solo predican, sino que además hacen un trabajo impagable en los campos de la educación, la sanidad, la formación, y en muchas ocasiones padecen las mismas penalidades que Pablo, enfermedades, persecuciones, necesidades, porque además una gran parte de las ayudas que estos reciben las emplean a su vez para compartir con las necesidades locales y su ejemplo ennoblece y engrandece el nombre de Cristo y el nuestro de cristianos.

Dar es la expresión práctica del amor ágape. Dios nos amó que dio a su Hijo… El que ama da. Pero no solo tiene que dar con generosidad, sino también con responsabilidad. Se debe discernir con madurez a lo que se está contribuyendo realmente, pues el propósito debe ser hacerlo llegar a las verdaderas necesidades, a las auténticas causas. Se debe apoyar y cuidar de los verdaderos siervos, y colaborar en la realización de útiles ministerios. Pero a la vez debe hacerse con el cuidado y la precaución necesaria para impedir que acaben en manos de codiciosos, de falsos profetas y falsos maestros, y de otras personas que sirven a sus propios vientres para desgracia del evangelio y en perjuicio de los que realmente deben recibirlo. Y se debe rechazar igualmente la manipulación por parte de personas que condicionan sus vocaciones y trabajo en pro del evangelio a disponer de recursos económicos, sin haber demostrado suficientemente su disposición y compromiso con el evangelio, sustentándose a si mismo con su trabajo y a la vez sirviendo al Señor y a su Iglesia. 

***  ** ***

Finaliza el apóstol esta cuestión con su deseo más profundo, seguro que compartido por sus amados hermanos de filipenses y por todos los que han experimentado el amor de Dios derramado en sus corazones: Que nuestro Dios y Padre reciba por siempre toda la gloria. Que ese propósito y principio sea el que nos impulse en todas nuestras acciones y pensamientos. Amén. 

Pablo Blanco – Versión actualizada por el autor en Madrid el 19 de Junio 2003