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Diezmos

Introducción

El subtítulo requiere una explicación, porque ciertamente no existe más correspondencia con la homónima obra clásica castellana (Fuenteovejuna) que el sentido de solidaridad entre toda la hermandad cristiana.

Efectivamente, al encarar este estudio bien cabe la observación:

2 Los cristianos que establecieron el cobro de los diezmos en las iglesias evangélicas, ¿eran simples miembros de ellas o sus ministros?

La respuesta es obvia, habida cuenta que en los viejos tiempos la instrucción bíblica, teológica y doctrinal era competencia de los ministros del culto, pues todavía buena parte de la feligresía de las iglesias era analfabeta. Además, entre los que sí sabían leer, felices eran si poseían una Biblia, Himnario y algún devocional, entre los escasos libros que podrían hallarse en cualquier hogar cristiano.

Si en algún sitio en particular la práctica fue promovida por los mal llamados “laicos”, tales excepcionales iniciativas no hacen más que probar la regla general: en toda la historia fue la autoridad eclesiástica la que propuso, promulgó y obligó al pago de los diezmos.

Que la doctrina del diezmo proceda pues del mismo elenco ministerial encargado de enseñarlo, imponerlo, reclamarlo y percibirlo, lógicamente que despertará suspicacias en cualquier oveja con dos dedos de frente.

Las ovejas podrán ser tan estúpidas como algunos predicadores dicen de la especie ovina, pero jamás al grado de no percibir el frío que corroe sus huesos, cada vez que son trasquiladas en las reuniones.

Existen impuestos nacionales y municipales que se pagan anualmente, semestralmente, trimestralmente o mensualmente; pero iglesias hay que ya sobrepasaron la época de la esquila y están desollando sus ovejas.

El presente estudio se anuncia pues como de procedencia ovejuna, ya que pretende servirse de las observaciones hechas por sencillos hermanos, pero que en nuestra época actual tienen pronto y fácil acceso a cuantas obras de referencia necesiten consultar.

Aquí está el detalle –como decía Cantinflas-, que no toman en cuenta los pastores que siguen recordando, insistiendo y demandando el pago de los diezmos, como lo hicieran sus antepasados desde sus púlpitos infalibles ante congregaciones incapacitadas de controvertirles.

Ahora fácilmente se puede adquirir o consultar en una librería o biblioteca evangélica las mismas obras en que se apoyan nuestros predicadores y expositores bíblicos. A relativamente bajo costo puede conseguirse también verdaderas bibliotecas digitales para usar con la computadora, logrando en escasos segundos el acceso a distintas versiones bíblicas y Comentarios, Concordancias y Diccionarios Bíblicos.

Actualmente, y en nuestro país, será muy raro encontrarnos con algún hermano analfabeto; y alcanza con visitar a los creyentes por sus casas para advertir un selecto surtido de libros cristianos más otros programas informáticos (COMPUBIBLIA, Bible Online, Christian Library) con decenas de versiones bíblicas y centenares de volúmenes de consulta, sin contar el acceso por Internet a páginas Web de estudios bíblicos, y hasta proponer cualquier asunto a los Foros Cristianos de Discusión.

Sorprende pues que los pastores continúen predicando los diezmos con tal inconsciencia, como émulos de aquel Juan Tetzel que casi cinco siglos atrás obtenía fondos de los rústicos alemanes para las arcas del Vaticano.

Bien podrá irles mientras las ovejas en sus rediles pasten su dieta de ignorancia; pero cuando ellas despierten a su necesidad de alimentarse de la Palabra de Dios no adulterada, ¿qué inventarán ellos entonces?
 
Al breve título de Diezmos convendrá también otra explicación. Y es que cuando se considera este tema hay que estar muy atentos a la burda maniobra de distracción, procurando confundirlo con otros asuntos afines como son: las ofrendas que aportan los creyentes a sus iglesias; y el del sostén de quienes están dedicados a la obra del Señor. Estos dos deberes y privilegios de los cristianos por supuesto que están vigentes y nadie discute nuestro compromiso en tales aspectos. Suele ocurrir, que intuyendo el peligro de salir mal parados con un asunto tan traído de los pelos como es el del diezmo, se procura mezclarlo con los otros para que en la polvareda del entrevero pase disimulado.
 
Bastará echar mano a una Concordancia para comprobar que el verbo “diezmar” se conjuga 6 veces en nuestra usual RV1960; apareciendo el término “diezmo/s” 41; correspondiendo de las 47 referencias, 37 al A.T. y 10 al N.T. Haremos nuestro estudio teniéndolas todas ellas a la vista, a fin de que no se nos escape ninguna cuya ocurrencia pudiera legitimar su vigencia en la iglesia de Cristo. 
 
Como aclaración final debemos decir, que: contra cualquier impresión negativa que sugiera el tratamiento del tema, en cuanto a que se atente contra el sustento legítimo de los siervos del Señor, ¡todo lo contrario! Precisamente, el sistema de diezmos mantiene bajo niveles de pobreza, cuando no indigencia, a la mayoría de los pastores evangélicos criollos.

El sistema de diezmos fue eficaz en el Israel primitivo, en su contexto nacional y religioso de comunidades esencialmente agrícolas y donde el cumplimiento de toda la ley mosaica podía poner coto a las injusticias.

Imponerlo en la iglesia de Cristo tan solo puede ser ventajoso para los ricos, que jactándose de ser diezmeros fieles pueden disponer a voluntad del 90% restante; mientras que al pobre le es un penoso compromiso.

Sirve también el diezmo a pastores de grandes y prósperas iglesias; mas hambrea a quienes lo son de nuevas, pequeñas y pobres, principalmente en el interior del país y barrios suburbanos.

Sin duda que el ministerio cristiano es superior al levítico, y superior es también el método neotestamentario de ofrendar y contribuir al sostén de los obreros del Señor. Nadie que aborde este estudio prejuzgue equivocadamente antes de leernos. Ojalá Dios nos convenza que lo que Él ha dispuesto es mejor que lo que prevén nuestros cálculos.
 
 

Debido a la longitud del Estudio no lo publicamos completo. Para seguir leyéndolo abra la versión en PDF.