Instrumentos de Dios para llevar sanidad a otros

A Judit Mejía le impactó aquél pasaje: “Jesús... llamó a los doce discípulos, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros... Entonces salieron los discípulos a decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios, y curaron a los enfermos ungiéndolos con aceite”(Marcos &: 7, 12 y 13. Versión Popular “Dios habla hoy”).

Lo subrayó en su Biblia. Era impactante. Esa tarde lo leyó una y otra vez. Y también en la noche, antes de dormir. El asunto le daba vueltas en la cabeza:”...poder para sanar”. El nuevo amanecer la sorprendió con esa inquietud, e incluso se lo planteó a Dios en oración: “Señor ¡Utilizas nuestra vida para servir de instrumento que lleve sanidad a otras personas?”.

Después de los quehaceres domésticos, volvió a las Escrituras. Y por segunda ocasión, unos versículos robaron su atención: “Si alguno está enfermo, que llame a los ancianos de la iglesia, que oren por él y en el nombre del Señor lo unjan con aceite. Y cuando 0ren con fe, el enfermo sanará, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.” (Santiago 5:14-16. Versión Popular “Dios habla hoy”).

“¿Me estaré volviendo loca?” pensó. Sobretodo, Judíth se sentía golpeada con esa línea de pensamiento en particular. “Y cuando oren con fe, el enfermo sanará”. En la congregación le habían hablado de todos, menos de un aspecto como ese: que los cristianos, guiados por Dios, podían ser instrumentos de sanidad para los demás.

La Biblia testifica sobre el poder de Dios

La mujer recordó el pasaje en el cual la viuda de Sarepta va donde Elías, el profeta, con su hijo muerto. Entonces Elías “... tomándole del regazo de la viuda, lo subió al cuarto donde él estaba alojado y lo acostó sobre su cama... y clamó al Señor en vos alta:”Señor y Dios mío, ¡Te ruego que devuelvas la vida a este niño”. El Señor atendió los ruegos de Elías, e hizo que el niño reviviera”(1 Reyes 17:19-22. Versión Popular “Dios habla hoy”).

Judith revisó la Biblia y halló pasajes tan sorprendentes como aquél en el que Juan y Pedro, en la puerta de La Hermosa, en el templo de Jerusalén, obran un milagro de parte de Dios.

En aquella ocasión un hombre lisiado de sus pies, con más de cuarenta años, se les acercó esperando recibir limosna. Pero más que dinero, necesitaba la sanidad física. “Ellos lo miraron fijamente, y Pedro le dijo:--Míranos. El hombre puso atención, creyendo que le iban a dar largo. Pero Pedro le dijo:--No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazareth, levántate y anda. Dicho esto, Pedro lo tomó por la mano derecha y lo levantó, y en el acto cobraron fuerza sus pies y tobillos. El paralítico se puso en pie de un salto y comenzó a andar; luego entró con ellos en el templo, por su propio pie, brincando y alabando a Dios”(Hechos 3:5-8).

La ocasión de ser instrumento de Dios

La ocasión llegó. Una vecina le refirió que su hija estaba enferma. Tenía una fiebre intensa, incluso deliraba. “¿Podría usted ayudarme?”, le preguntó. Judith no lo pensó dos veces. ¡Claro! Podría orar por la chica y poner en práctica lo que había leído.

Y sencillamente oró. Clamó a Dios por la enferma. En el instante no ocurrió nada. Alcanzó a tomarse un café con su vecina y hablar de trivialidades. Iba concluyendo la visita, cuando la joven llamó la atención de todos:

--Me siento mejor—dijo. La fiebre iba disminuyendo. En pocas horas estaba sana.

Judith no dijo nada, pero ella misma no podía entenderlo. ¡Era cierto!. Sólo había puesto en práctica lo que decían las Escrituras, y lo enfermos sanaban.

Conozco a Judith y la forma como Dios la utiliza. Y el Todopoderoso puede hacerlo con usted también, de eso no me cabe la menor duda. Basta que crea. Si tiene fe, los milagros ocurrirán.

El Señor Jesús dijo:”Si ustedes permanecen unidos a mi, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará...el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre”(Juan 15:7, 16 b. Versión Popular “Dios habla hoy”).

No es invención mía. ¡Es real! ¡Lo dice la Biblia! Es una promesa del Señor Jesús. Y yo la creo. Los milagros ocurren también en nuestro tiempo. Sólo basta que creamos. Tenga fe y ore. Allí está en centro de todo. Estoy seguro que Dios no nos deja avergonzados.

¿Podemos ayudarle? Si está clamando por algún milagro y desea que le acompañemos a interceder, no dude en escribirnos ahora mismo:

Ps. Fernando Alexis Jiménez
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