Los milagros van en contravía de la lógica humana

--La operación fue todo un éxito—dijo el médico con una gran sonrisa que guardaba, de un lado el orgullo de haber extraído el tumor canceroso sin mayores contratiempos, y de otro, la íntima satisfacción de salvar una vida.

--En una semana le darán de alta—prosiguió mientras le tomaba la presión—. Su proceso de recuperación ha sido rápido. Nos sorprende--. Luego, sin mirarla, le animó:
--Ahora tiene una nueva oportunidad para vivir. Espero que la aproveche--.

Guardaron silencio. Semanas antes, frente al avance irreversible de la protuberancia, lo más previsible era la muerte.

Fueron días interminables, llenos de angustia, con muchos interrogantes sin respuesta. Y las recomendaciones compasivas de los amigos:

--Tienes que resignarte. Nada se puede hacer—

Ninguno tenía una voz de aliento. Por el contrario, pareciera que todos se hubiesen puesto de acuerdo para desalentarle.

Una vecina fue quien le habló de Dios. Le dijo que Su poder era ilimitado, y así las cosas, el Creador podía hacer milagros.

--Solo debes depositar tu confianza en El. No dudes, sólo debes creer--, le recomendó.

Y así lo hizo. Clamó en oración con fe, restando credibilidad a las voces pesimistas de quienes le rodeaban. Y Dios obró el milagro. Y podía testimoniarlo: estaba en la sala general de aquella clínica, con vida.

¿Necesita un milagro?

¿Quién no? Todos necesitamos un milagro. De una u otra manera. Puede ser sanidad física, emocional, espiritual, de carácter financiero o quizá en la relación matrimonial. Sea cual fuere el asunto, un hecho portentoso al fin y al cabo. El problema radica en la incredulidad que nos embarga e impide ver el mover del Señor. Que con demasiada frecuencia nos preguntamos:¿Cómo ocurren los milagros? en lugar de algo más trascendente como:¿Qué milagro necesita mi vida?...

Ese milagro es posible

El rey Ezequias es un vivo testimonio de que los milagros pueden ocurrir por encima de las circunstancias adversas.

Cuando atravesaba un período floreciente de su administración “... cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás”(2 Reyes 20:1).

Fue algo sorpresivo que dejaba sin piso planes y proyectos futuros. Lo mismo ocurre cuando un diagnóstico médico pone en evidencia una dolencia que se considera científicamente irreversible e incurable. ¿Preocupación? Es natural sentirla en condiciones así. ¿Desesperanza? Sin duda, y más cuando tenemos a nuestro alrededor cristianos derrotistas que no creen que los milagros sigan ocurriendo hoy, y contagian a los demás con tan errada convicción.

La oración, una salida

En medio de la crisis, el monarca hebreo clamó a Dios. “Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová...”(v. 2).

Frente a lo inevitable, mi consejo siempre es, ha sido y será:”Vuelque esa situación delante de Dios en oración”. Tengo la firma convicción que nuestras peticiones, elevadas desde lo más profundo de la angustia, llegan delante del Creador. La Biblia declara: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; el corazón contrito y humillado no desprecias tu, oh Dios” (Salmo 51:17).

Debe tener la convicción de que sus oraciones no son elevadas en vano. Así no vea la respuesta inmediatamente, no deje de pedir delante del Todopoderoso. La respuesta, sin duda, llegará.

El relato tiene una fuerza descriptiva enorme. “Y lloró Ezequias con gran lloro” (v. 3 b).

Pero también encierra profundo significado cuando señala: “Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequias, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a tus días quince años...”(vv. 4-6).

¿Duda todavía que la oración toque el corazón de Señor?¿Duda aún que gracias a las oraciones se libera el poder ilimitado de Dios para producir milagros?¿Alberga todavía alguna duda de que el Todopoderoso pueda obrar un milagro en su existencia ahora mismo?.

El secreto está en creer y depositar toda nuestra confianza en el poder de Aquél que todo lo puede. Esa actitud es la que marca la diferencia entre quienes reciben milagros y los que se pierden en la interminable fila de los desilusionados porque no vieron respuesta a tiempo.

Sobre esta base, la decisión está en sus manos. La fe solo puede expresarse en su corazón. Pero tenga la certidumbre que, si tanto solo se dispone a creer, la respuesta llegará.

Yo he creído en un Dios de milagros, y le invito para que usted lo haga también.

Es probable que está a la expectativa de un milagro. Permítanos ayudarle interceder. Solo basta que comparta con nosotros esa petición de oración, y nos confirme cuando haya recibido respuesta.

Ps. Fernando Alexis Jiménez
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