Su Conducta

Fuimos salvados para creer en las promesas del Señor ‘ (1 Juan 5:13) y glorificar su nombre cumpliendo su voluntad. Para que nuestro carácter de discípulos (Juan 13:35; 15:8) se refleje sobre los demás, es menester “resplandecer” como rayos de luz, llenos de Cristo (Filipenses 2:15).
 
Ser cristiano no es un título sino una forma de vida (Hechos 11:26), un carácter moldeado por el Espíritu Santo para la gloria de su nombre.

El cristiano es:

l. Un santo por su carácter Romanos 1:7

· Dios nos llamó del mundo de confusión y de pecado para ser santos (1 Corintios 1:2; Judas 1).

· No podemos tener comunión (1 Corintios 1:9) con Él, si no vivimos en santidad.

· Por ello el llamado es vehemente “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16) y nuestra respuesta debe ser urgente y reverente.

· Sin santidad no tendremos parte con él (2 Corin­tios 6:14-18); ni verdadero fruto (Romanos 6:22) de justicia que honre su nombre.

2. Un soldado por su lucha 2 Timoteo 2:3

· Las Escrituras no nos proponen luchas terrenales, sino la batalla de la fe (1 Timoteo 6:12) precisamente por hallarnos en el mundo dominado por Satanás (Efesios 6:12).

· La lucha se extiende a todos los frentes (Filipenses 1:29-30; Colosen­ses 2:l) porque por todos ellos el enemigo procura vencernos (2 Timoteo 4:7; Colosenses 1:29).

· Esta circunstancia hace que la oración debe ser constante (Colosenses 4:12) y con ella la vida cristiana toda (Romanos 15:20; 2 Timoteo 2:5).

3. Un peregrino, porque su ciudadanía no es de este mundo Hechos 11:13

· Los creyentes somos “extranjeros y peregrinos”. Extranje­ros, en el sentido de que no pertenecemos a este mundo (Juan 17:16) y peregrinos porque andamos hacia nuestra verdadera patria que es el cielo. Sabemos que somos ciudadanos de esta patria celestial (Filipenses 3:20-21) no por méritos propios, sino por gracia de Dios.

· La sangre de Cristo lo hizo posible (Efesios 2:19-20). Al andar por el mundo predicamos que no somos de él (1 Pedro 4:4-5) y que nos dirigimos al cielo (1 Pedro 2:11).

4. Un amigo por su comunión Juan 15:15

· Es muy difícil hablar de amigos si no tenemos real amistad con la persona a la que nos referimos. Abraham fue llamado el “amigo de Dios” (Santiago 2:23) porque vivía cercano a Él, creyó su dicho (Génesis 15:6; Romanos 4:3) confió totalmente en Su palabra (2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8).

· Los verdaderos amigos tienen mucho en común y comparten los momentos más importantes de su vida, tanto momen­tos de angustia (Proverbios 17:17), o de soledad (Rut 1:16), momentos de peligros (1 Samuel 20:11-13) o de gozo (Cantares 5:1).

· En Juan 15:13-15, se describe al amigo como el que pone su vida (1 Juan 3:16); porque se siente unido íntimamente a la otra persona.

Nuestra relación con Cristo no es por el servicio, sino por el amor. Él, nos dio a conocer el amor de Dios (Romanos 5:8) por el cual también murió (Juan 14:27-28; 1 Juan 4:9-10).

5. Un heredero por su esperanza Romanos 8:17

· El mismo Espíritu nos da testimonio de que somos hijos de Dios {comp. Romanos 5:5; 9:1).

· Los hijos tienen derecho únicos a causa de la dignidad de la familia (Juan 1:12; 11:5: 1 Juan 3:1-2; 5:2), entre los que incluimos el de herencia (Tito 3:7; Santiago 2:5) por tener un mismo Padre (comp. Salmo 25:12-13; Gálatas 3:29; 4:7).

· Como “herederos de Dios”, nosotros, en virtud de la muerte y resurrección d Cristo, somos coherederos con él.

· Existe una diferencia notable entre la herencia terrenal y la celestial, la primera generalmente la obtenemos luego de la muerte de los dueños, en cambio la celestial, la compartimos con uno que nunca muere.

· Bajo las normas hebreas, el hijo mayor recibía la participación principal y no estaban incluidas las hijas, salvo que no hubiera hijos. Por la ley romana los hijos, hijas y adopta los participaban con igualdad.

· Nosotros participaremos con igualdad de la herencia del Primogénito que es Cristo Jesús (Efesios 3:6; Hechos 11:9; 1 Pedro 3:7) y que está en los cielos (1 Pedro 1:4).
Al valorizar lo que Dios nos ha provisto debemos también responder con responsabilidad y vivir dando testimonio de todas estas cosas. En cierta ocasionó, estando de viaje, entré en una catedral donde había tumbas y epitafios muy Llamativos. Uno de ello decía: “Dio su fuerza a los débiles, su dinero a los pobres, su simpatía a los que sufren, y su corazón a Dios”.

De Pastor Jorge Gutiérrez

Centro de Fe De Ocotlan Jalisco

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