El papel de las mujeres en las iglesias locales de la era apostólica. Breve comentario exegético e histórico.-


Para empezar, necesitamos retomar la perspectiva de nuestra posición de ciudadanos del reino, mediante la gracia emanada de la cruz y la cuestión de la mente espiritual y la mente carnal. Para tratar esta cuestión, como para muchas otras, es vital tener claro lo que es una visión espiritual y lo que es una visión carnal de la vida, del mundo, de nuestro propio entorno. Y es muy importante porque aunque los legalistas como comunidades judeo-cristianas quedaron en cierto modo aisladas de la comunión, otras ideas legalistas se unieron a las tradiciones paganas y entraron pronto dentro del cristianismo ortodoxo hasta hacerlo irreconocible en todas sus facetas. Estructura, doctrina, mensaje, relaciones internas, visión, etc.
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Realmente la cuestión femenina hasta finales del siglo XIX no tuvo realmente el peso social necesario para profundizar en la historia y en las Escrituras sobre estos aspectos de la vida cristiana. Las mujeres habían sido enseñadas a conformarse con jugar ese papel irrelevante en la Iglesia de Cristo, al que desde luego Dios nos las había llamado, sino sus maestros, de modo que la gran mayoría lo aceptaban de buen grado ó resignadas. (....)

Por un lado le atribuían la culpa de Eva y por otro la idea de que eran intelectualmente inferiores a los varones estaba profundamente enraizada en el mundo secular, y sustentada por la teología imperante.
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La cuestión primordial de la existencia de la propia iglesia cristiana es, como ya hemos visto, la cruz que estableció un nuevo pacto, mediante la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y haciendo la paz, trajo una nueva dimensión en las relaciones del hombre con su Creador, y una visión del proyecto trascendente y eterno que Dios tiene para Su pueblo.

... lo que representaba el Antiguo Pacto y la Ley, apuntando al Nuevo Pacto y a la obra del Salvador. El antiguo pacto tenía unas características propias en las que debían vivir los seres humanos. Era un pacto de justicia y ley ante la realidad del pecado. Había un pueblo (Israel) que Dios había elegido. Los otros pueblos no gozaron de las mismas bendiciones. Aun en medio del pueblo de Israel, había una clase, una tribu, Levi, especialmente elegida por Dios para ocuparse de ministrar a Dios, llevar el arca ó servir en el Templo. Las otras tribus no tenían ese privilegio. Dentro de los levitas, unos eran sacerdotes y podían ofrecer a Dios los sacrificios aceptables. Los otros levitas no podían. De entre los sacerdotes, había solo uno que tenía acceso al lugar santísimo, los otros no podían hacerlo.

Pero Cristo vino, no para renovar en parte el antiguo pacto, sino para establecer uno nuevo. Diferente que declaraba extinguido el antiguo, así como las bases que lo sustentaban y traía una nueva relación, y nuevos efectos. Uno de ellos, fue la universalidad del pacto: Todo aquel que crea en Jesucristo, sea de cualquier nación, raza ó pueblo, tiene vida eterna. El evangelio, como revelación de Dios, también tenía una dimensión universal y Jesús mandó a sus discípulos predicar ir a predicar por todo el mundo, y a toda criatura la bendición de este pacto. Así ya no había ni judío, ni gentil. No había ni esclavo, ni libre, no había ni hombre ni mujer. Jerusalén ya no era el lugar donde adorar, sino que el Padre buscaba adoradores que lo adorasen en cualquier lugar, en espíritu y verdad.

También los sacerdotes del antiguo pacto perdieron su exclusividad. En Cristo, y para la iglesia de los tiempos apostólicos, todos los que creen forman un reino de sacerdotes, consagrados para ofrecer los sacrificios espirituales agradables a Dios. Uno de los cuales es el fruto de labios que confiesen su nombre (Heb. 13:15). Fruto de labios, es hablar a otros, es confesarle, predicarle, es alabarle. Jesucristo traspasó el velo y la cortina que separaba el lugar santo del lugar santísimo se rompió de arriba abajo. Ahora todos tenemos el mismo acceso al mismo trono de la gracia. Todos somos bautizados en el mismo Espíritu, recibiéndolo como arras, y todos recibimos dones para servir a Dios, fortalecer y construir en la Iglesia de Dios. Todos, es todos los que creen: hombres y mujeres, judíos ó griegos, ricos ó pobres.

Así pues, en el nuevo pacto, no hay ningún valor ó privilegio de la carne que pueda invocarse para ser reconocido en el cuerpo espiritual de Cristo. Recordar que hemos leído que solo los que son de la carne piensan en las cosas de la carne, pero los que son del Espíritu, en las cosas, los valores, del Espíritu. Y cuando la carne prima en la consideración de los auténticos valores espirituales, los dones, carismas y espiritualidades que el Espíritu Santo otorga para colocar a cada miembro en el cuerpo como El quiere, a su exclusivo albedrío, son olímpicamente ignorados.
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Desde entonces (Tertuliano) y con harta frecuencia se ha producido una confusión tanto en las interpretaciones de los pasajes del nuevo testamento relativos a las mujeres, como en virtud de tales interpretaciones saltaron a las traducciones, mezclándose interesadamente ó por ignorancia textos que se refieren a ellas como mujeres con otros en los que se refieren a su papel como esposas.
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Los propósitos de la familia son igualmente temporales y no eternos. Están relacionados con el mundo físico y con el desarrollo emocional de los seres humanos en tanto que sujetos a la naturaleza de la carne.
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Pero el cristiano no accede a la condición de hijo de Dios por tales parámetros, pues ni nace de sangre, ni de voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios, (Jn. 1:12,13; 1ª Pe. 1:23) por el Espíritu Santo (Tit. 3:4-7), para que a partir de ese punto de inflexión nuestra esfera relacional en tanto que cristianos se rija por los mismos presupuestos. (....)

no podemos eludir el hecho de que a la vez que cristianos también somos padres, madres, hijos, esposos ó esposas y debemos conducirnos en las instituciones humanas dentro de los parámetros de virtud de nuestro entorno, que no siempre coinciden con los espirituales, para que, haciendo las cosas bien en la opinión de los que nos rodean, se haga callar la ignorancia de los insensatos. Esto es prudencia cristiana, pero prudencia no es renuncia, ni tampoco prohibición. (....)

Pero el texto que escribió el apóstol Pablo en 2ª Co. 5:16-17, es tan claro y contundente como en Gálatas 3:28 y complementario de aquel:

DE MANERA QUE NOSOTROS DE AQUÍ EN ADELANTE A NADIE CONOCEMOS SEGUN LA CARNE ; Y AUN SI A CRISTO CONOCIMOS SEGÚN LA CARNE, YA NO LO CONOCEMOS ASÍ. DE MODO QUE SI ALGUNO ESTA EN CRISTO, NUEVA CRIATURA ES; LAS COSAS VIEJAS PASARON, HE AQUÍ TODAS SON HECHAS NUEVAS.

Así, como cristianos nacidos de nuevo ya no distinguimos a hombres ó mujeres, ricos ó pobres, blancos ó negros, sino como personas renacidas por el Espíritu Santo ó no. Pertenecemos a una nueva creación donde tales valores no tienen cabida: coherederos de la gracia, instrumentos para la gloria de Dios y embajadores en Cristo. El modelo que se nos pone delante es de una dimensión que solo reconoce lo espiritual: el fruto del Espíritu, la consagración, la fidelidad, el amor, la generosidad, e ignora lo material, lo carnal: pantalones ó faldas, tamaños de cuentas corrientes ó colores de la piel.

En Israel, la mujer siempre tuvo mucha mayor consideración que en las culturas de las naciones de su entorno. (? ) María hermana de Moisés (...) era conocida como la profetisa (Ex. 15:20). Una mujer que tenía revelación de Dios para el pueblo de Israel, y la encontramos asumiendo la responsabilidad de animar espiritualmente al pueblo. Por la lectura, difícilmente podríamos asignarle el papel que Dios le otorgó cuando hablando por medio del profeta Miqueas (6:4), afirma: Envié al frente de ti (de Israel) a Moisés, a Aarón y a María.

La segunda mujer de importancia política al frente del pueblo es Débora, cuya historia encontramos en el libro de Jueces capítulos 4 y 5. Se trataba de una mujer casada y profetisa (4:4), que gobernó y guió a Israel en paz durante cuarenta años (5:31). Otros papeles de profetisas se pueden encontrar en el Antiguo Testamento, siendo la más notable entre ellas, Hulda (2ª Rey.22 y 2ª Cr. 34), a quien consulta el rey Josías, por medio de sus sacerdotes y consejeros, para el avivamiento espiritual que se había propuesto llevar a cabo en su reino.

En los tiempos de Salomón las mujeres de Israel tenían tal importancia y reconocimiento que su papel en la familia era muy superior a cualquier otra cultura. En Prov. 31 se considera (? ) algunas cualidades que parecen chocantes. Por ejemplo, en el vers. 16, se declara que era competente por si misma para evaluar los negocios familiares y determinar comprar ó vender las propiedades. En el vers. 18, es la administradora de los bienes familiares. Y, en el vers. 26 se muestra como una persona instruida y sabia en su hablar. Como comparación, en Roma y donde la cultura romana se impuso, las mujeres no podían administrar los recursos económicos de las familias, ni los suyos propios cuando enviudaban, sino que estaban obligadas a tener un tutor masculino impuesto. (....)

Pero después de Salomón, pasa el tiempo, y los judíos han ido al exilio y han convivido con otras culturas en las que la mujer no tiene ningún papel de relevancia ni de autonomía personal y la influencia de esas culturas empiezan a cambiar las cosas. Después del regreso, vino la dominación griega, y tras esta, la romana empapan con sus leyes y costumbres a Palestina y arraigan en medio de los judíos con el beneplácito de sus líderes, escribas y maestros. (....)

Cuando llega Jesús sostiene una postura respecto a las mujeres que cambia radicalmente las costumbres de su época y que sorprendía a sus propios discípulos. Así Jesús tuvo un grupo de mujeres galileas, que le seguían por las ciudades y aldeas, como discípulas , y se conocía entre sus seguidores con el nombre específico de las mujeres, (Mt. 27:55; Luc. 8:1,2; 23:49, 55; 24:22; Hch. 1:14), en forma análoga en que los doce que constituían otro. Jesús otorga a estas el papel más importante relacionado con su ministerio: llevar a los discípulos varones las noticias de su resurrección, (Mt. 28:5-10: Lc. 24:9-12). Pero ellos, de acuerdo con la cultura, no las creyeron (vers. 11). Los doce varones ya habían recibido de Jesús un corte con el asunto de la mujer samaritana. Cuando lo encontraron hablando con ella, y dice la Escritura que se quedaron estupefactos (Jn.4:27), pero cuando la mujer samaritana testificó a los hombres acerca de Jesús, y muchos creyeron en él (Jn. 4:39), Jesús les dijo: Vais a segar lo que no labrasteis (Jn.4:38). ¿Quién había labrado? Obviamente la mujer samaritana.

Tras la ascensión de Jesús y sus seguidores se encuentran reunidos en Jerusalén, y el libro de los Hechos 1:13-15, menciona por su nombre a los once discípulos varones, alude a las mujeres como segmento ó grupo concreto, nótese que María, pese a ser mujer no forma parte de las integrantes del grupo, sino del familiar (?. ). Dice el relato de Lucas que Estos todos (los once) estaban ocupados continua y unánimemente en oración con las mujeres y María y con los hermanos de él. La palabra griega que se usa en este texto es omothumadon, y según el diccionario Strong es una composición de dos palabras cuyo significado es marchar como uno solo y al unísono. Es decir, es decir que todos por igual estaban dedicados a la oración.

Y cuando llegó Pentecostés, Pedro dijo que se había cumplido la profecía de Joel (2:28) Dios derramó su Espíritu sobre toda carne (universalidad), hombres, mujeres, viejos y jóvenes. Todos los creyentes profetizaban y recibían revelación. Las mujeres discípulas, también. (....)

....por lo tanto para ver el papel de las mujeres en la iglesia apostólica tenemos que irnos a los relatos de las epístolas de Pablo y extraerlos de las alusiones que este hace.


Hemos tratado en otra parte a los colaboradores itinerantes de Pablo, compañeros de sus viajes, enviados con determinadas misiones pastorales. Estos son casi siempre varones. Es claro, porque en aquella época no era ni normal, ni admisible por la sociedad que las mujeres se comportasen con esas libertades para viajar, para alojarse y entablar conversaciones en casas y con personas desconocidas. Tampoco las mujeres gentiles, salvo contadas excepciones, como la de Lidia, disponían de recursos bajo sus propias decisiones para desarrollar estas actividades, pues como ya hemos dicho estaban supeditadas a la administración de un tutor varón.

Sin embargo, dentro de sus lugares de residencia, donde eran conocidas, las mujeres soportaron y asumieron bajo su responsabilidad importantes tareas en las iglesias locales. Evodia y Síntique fueron un ejemplo, pero no único ni excepcional. En las salutaciones finales de la epístola a los Romanos, que ya hemos tratado, encontramos la mención por su nombre de casi el doble de hombres que de mujeres cristianos, pero sin embargo hay el doble de mujeres reconocidas por su trabajo y esfuerzo en la causa cristiana que de varones.

Pero, alguno estará pensando, todo esto está muy bien, pero Pablo escribió que la mujer calle en la congregación y que la mujer aprenda en silencio y que no permite a la mujer enseñar ni ejercer mando sobre los hombres, sino estar en silencio (1ª Cor. 14:34 y 1ªTim. 2:11-15).

Bien. Solo podemos hacer sobre esto, y por razones de extensión, una breve síntesis. Lo primero que tenemos que dejar claro al respecto es que la palabra mujer tiene que entenderse, como Pablo la escribió, como a mujer casada y no como una mujer en general, aunque la palabra abarca ambas posibilidades. Pablo dice claramente que para las SOLTERAS no tiene ningún mandamiento de parte del Señor (1ª Cor. 7:25), y que únicamente lo que escribe con respeto a ellas se limita a ser una opinión personal. (....).

Sin embargo cuando desde esta carta han transcurrido 9 ó 10 años, y el apóstol escribe su primera epístola a Timoteo, su consejo, determinado por la experiencia acumulada, por las situaciones vividas y desde una comprensión mejor de que la venida del Señor no era tan inminente como pensaba cuando escribió a los corintios, dice que es mejor que las solteras se casen y que tengan hijos y gobiernen sus casas por causa del testimonio, para evitar las maledicencias. Esto fue necesario porque la enseñanza apostólica de1ª Cor. 7:34, unida a la promesa del galardón celestial por el trabajo en la iglesia, 1ª Cor. 3:12-14, promovió que a partir de ahí, muchas mujeres no quisiesen casarse y se dedicasen a servir a las iglesias y extender el evangelio. Incluso llegó un momento en que las casadas, restringidas por los quehaceres familiares y las condiciones de vida propias de la sociedad, comparativamente pensaban que ellas no podrían recibir unos galardones semejantes a los de aquellas que no tenían marido. Por esta causa, Pablo escribe en 1ª Tim. 2:15 (texto que aparece con una desafortunada aplicación del sujeto en muchas versiones), que para su calidad de salvación (SUS GALARDONES) les sería tenido en cuenta si con modestia y prudencia conseguían que sus hijos permaneciesen en la fe, en el amor y en la santificación. (....)

Volviendo a los dos textos restrictivos de 1ª Cor. 14:34 y 1ªTim. 2:11-15, debe notarse que se refieren, el primero a la mujer en referencia a su marido, y el segundo en referencia a sus hijos. Lo cual de entrada nos convierte la cuestión en algo relativo al estado y condición civil, que no al genero. En el capitulo 7 de 1ª Cor. Pablo, en referencia a ocuparse de las cosas del Señor, solo establece una diferencia entre casados ó casadas y solteros ó solteras (32 al 34), pero no en cuanto diferencias por razones de sexo. Esto es normal, o Pablo estaría en contradicción con sus propias palabras de Gal. 3:28.

Pero el apóstol afirma también la capacidad y el derecho para hablar, profetizar, todos los miembros según reciban del Señor. Así 1ª Cor. 11:4 y 5, dice que cuando oran ó profetizan, unas y otros deben mantener las normas habituales de la sociedad. Por lo tanto, unas y otros lo hacían y lo podían hacer. Mas adelante, en 12:31 anima a todos a que aspiren a tener del Espíritu los mejores dones, y tras hacer un paréntesis sobre la excelencia del amor sobre los dones, vuelve a la cuestión en el 14:1, animando a todos para que sobre cualquier otro don todos ansíen el de profecía, porque (14:3) el que profetiza habla a los hombres (a la gente, a los seres humanos) para edificación, exhortación y consolación. (v-5) Quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis, porque mayor es el que profetiza. (v-24, 25) pero si TODOS profetizan, por TODOS es convencido, por TODOS es juzgado, lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros. (v-31) Porque podéis profetizar TODOS uno por uno, para que TODOS aprendan y TODOS sean exhortados.

Creo que es no difícil admitir que Pablo está facultando con claridad a todos los cristianos que se reúnen como iglesia a participar con sus dones, sobre todo con el de profecía, que tiene como fin edificar a TODA la iglesia.

Vuestras esposas callen (gr. Sigatosan. Der. de sigao) en las congregaciones, porque no les está permitido hablar, sino que estén sujetas, COMO TAMBIÉN LA LEY LO DICE. Y si algo desean aprender que pregunten en casa a sus propios maridos, porque es vergonzoso (gr. Aischron) para una mujer casada hablar en la iglesia. (1ªCor. 14:33,34). Lo más resaltable de este texto, es que no se refiere a las mujeres a las mujeres en general, sino solo a las casadas, y en virtud de la ley (NO LA LEY DE MOISES, QUE NO LO DICE Y ADEMAS ES AJENA A LOS CRISTIANOS, NI LA DE CRISTO, QUE NADA DICE, SINO LA LEY DE LA SOCIEDAD) consuetudinaria local, que establecía que era una vergüenza (UN ESCÁNDALO) el hecho de que una mujer casada hablase en público estando su marido presente. En segundo lugar, que no se refiere al hecho en si de predicar ó profetizar en la congregación, sino al de interrumpir en la reunión para opinar ó preguntar, y el capítulo se está refiriendo al orden que deben mostrar los cristianos en las reuniones para evitar escandalizar y a la vez dar un adecuado testimonio de que Dios no es un Dios de tumultos y agitaciones desordenadas (v-33. Gr. Akatastasias).

Las mujeres casadas APRENDAN (gr. manthano) en reposo (gr. esuchia. Tranquilidad, serenidad, reposo), con toda subordinación (gr. upotage). Porque no permito a la mujer casada enseñar ni dominar (gr. Didaskein oude authentein) sobre el marido, sino estar en serenidad (gr. Esuchia). Es una instrucción que está en la misma línea que la anterior y que tiene en cuenta las normas de conducta que debían observar las esposas respecto a sus maridos en público, en virtud de las leyes imperantes. La intención de seguir estas normas en las iglesias tenía por objeto alcanzar un buen testimonio de honestidad y corrección en la sociedad. Pero nada de esto se refiere a que las mujeres no profetizasen ni ejerciesen autoridad en las iglesias, aunque lo habitual era que tales mujeres fuesen viudas ó solteras. Sin embargo tenemos la excepción relatada en la Biblia de cómo Priscila tuvo un papel importante en el magisterio de Apolos (Hch. 18:26).

Otros ejemplos de mujeres importantes en aquel período lo encontramos en la epístola a los colosenses (4:19) donde Pablo envía saludos a Ninfa, probablemente viuda pues de ser casada lo normal era mencionar como la casa del marido, y a la iglesia que se reúne en su casa y que probablemente quedó al frente de la iglesia de Laodicea, haciéndose cargo de la obra local cuando Epafras, que era oriundo de la ciudad de Colosas y evangelista en las comarcas de Hierápolis y Laodicea (Col. 1:7; 4:12,13), fue a reunirse con Pablo en Roma y también pasó un tiempo encarcelado allí (Fil. 1:23). En la iglesia de Colosas, también hay otra mujer importante que se llama Apia (Fil. 1:2) a la que Pablo saluda expresamente.

Historia posterior.- En la carta de Plinio el Joven a Trajano, a principios del siglo II (años 111 ó 112), en la que este pide instrucciones sobre como proceder, menciona que en el transcurso de sus investigaciones torturó a dos esclavas, a quienes llamaban ministras (lat. ministrae)? La epístola de Ignacio a María de Neapolis, (sea ó no genuina del mártir del siglo II, al propósito de nuestros efectos es igualmente valida) reconoce a ésta mujer cristiana su excelencia en palabra y obra, y su capacidad para amonestar a otros, y menciona que su fama ha llegado hasta la iglesia de Roma.

Verdaderamente las mujeres tienen un gran protagonismo en las iglesias hasta que irrumpe Tertuliano a finales del siglo II, criticando a Montano, porque este acoge a las mujeres en plano de igualdad. (.... )

En un principio las críticas y condenas del movimiento de la Nueva Profecía ó Montanismo (Grupo de doctrina ortodoxa con énfasis en la expectación adventista y en versión carismática) por parte de las iglesias no fue en razón al destacado ministerio de sus profetisas, ni porque tuviesen unas herejías doctrinales de importancia, sino porque ponían sus propias profecías por encima de las escrituras apostólicas y de los evangelios y porque sus profecías resultaron ser falsas. (El fin del mundo no vino inmediatamente después de la muerte de Maximila, ni la Nueva Jerusalén descendió sobre Pepuza, Frigia, ni tampoco Montano fue el portavoz autorizado del Espíritu Santo).

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La importancia de los escritos de Tertuliano en su tiempo vienen dados en razón de que escribió en latín, lo cual le otorgó una gran difusión en la parte occidental del imperio, donde el griego, lengua que hasta entonces ocupaba la practica totalidad de los escritos cristianos, era menos conocido sobre todo en las clases populares y humildes. Por esta razón en las iglesias del Oriente no tuvo la misma repercusión, y fueron más liberales durante siglos. Unas de las fijaciones tertulianas son el sexo y las mujeres. Cuando se convierte, conviene con su mujer no convivir más sexualmente, y vivir como hermanos. Y sobre las mujeres descargará toda la exégesis más extrema de que puede ser capaz, escribiendo cosas tales como: Tú eres la puerta del demonio; eres la que quebró el sello de aquel árbol prohibido; eres la primera desertora de la ley divina; eres la que convenció a aquél a quien el diablo no fue suficientemente valiente para atacar. Así de fácil destruiste la imagen de Dios, el hombre. A causa de tu deserción, incluso el Hijo de Dios tuvo que morir.

En sus escritos se opone a quienes afirman que las mujeres puedan enseñar o bautizar, lo cual era admitido en muchos lugares (De baptism, 17; Adv. Marc. I-14). Culpó a las mujeres de que los ángeles pecaran, en una particular exégesis de Gen. 6:1-6, y anduvo metiéndose en como tenían que vestirse, velarse, etc. (....) la influencia de su pensamiento entre los cristianos de Cartago, influyó en pensamiento de Cipriano, gran impulsor clerical y también obispo de Cartago, que en el siglo III promueve la separación de los miembros por clases, donde el obispo somete bajo su autoridad a profetas, maestros y diáconos y se comienza la instauración del episcopado monárquico

Pero acerca del ministerio de mujeres en aquellos tempranos tiempos encontramos menciones también en Epifanio, que se opone a un grupo liderado por una profetisa llamada Quintila, donde las mujeres eran obispos y presbíteros, lo cual para él es una herejía bajo el argumento como si no hubiese diferencia de naturaleza (Adversus Haereses 49,2). Justamente la oposición y anatema que lanzan estos escritores sobre los ministerios femeninos de las iglesias, son la evidencia más fuerte de cómo esa práctica antigua existió y fue reprimida con el paso del tiempo.
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Pero durante siglos se intentó eliminar cualquier vestigio relativo al protagonismo de las mujeres en el cristianismo de los primeros siglos. Un ejemplo de esta manipulación puede encontrarse en la basílica de Roma dedicada a las santas Pudenciana y Práxedes, en la Via Urbana 160, en la que entre otros antiguos mosaicos, existe uno en la capilla de S. Cenón, donde aparecen representadas cuatro mujeres; una es María, la madre de Jesús, las otras dos son los rostros de las santas a quienes está dedicada la iglesia, pero la cuarta es una mujer cubierta con un velo y tiene una aureola cuadrada alrededor de la cabeza, y posee una inscripción que dice: Theodora episcopa. Alguien con celo misógino, deseando suprimir una tan evidente referencia, raspó las dos últimas letras del nombre intentando evitar que se leyese claramente el nombre femenino, y sugiriendo que era el de Theodoro, nombre de varón, pero por ignorancia mantuvo episcopa, que es el femenino de obispo, mientras que el masculino en latín es episcopus, permitiendo reconocer esta referencia al obispado de la tal Theodora.

Por Pablo Blanco
Fuente: ForoCristiano.com.