Alza tus ojos mirando al cielo
porque una estrella ha nacido,
y hacia el pueblo de Belén
está llegando en su vuelo.

Sabios, reyes y pastores,
van para honrar en la aldea
al Señor de los Señores.
 
Los ángeles han bajado,
desde el cielo a la ciudad
y a los hombres de la tierra
anuncian la Navidad.

Olvidar luchas y guerras,
paz y buena voluntad,
que el Rey de reyes, el Mesías
ya se encuentra en el portal.

Dicen que Dios lo ha enviado,
dicen que es el redentor,
que ha nacido en un pesebre,
que Él es nuestro Salvador.

La hermosura de su gloria,
su divina Majestad,
anuncia la buena nueva
a toda la humanidad.

Dos mil años han pasado
desde aquella Navidad,
hoy... los anuncios son otros,
también es otro el portal.

Son colonias y juguetes,
dulces y entretenimientos
luces y muchos comercios
confundiendo el pensamiento.

¿Para que nació Jesús?
¿Para que unos días al año
nos amemos solamente?
Es un fraude, es un engaño.

Turrones y mazapanes,
vino, coñac y aguardiente,
zambombas y panderetas,
villancicos y mucha gente
caminando por las calles,
mirando los escaparates
de los grandes almacenes
que muestran el disparate.

¡Lo que no se venda ahora,
después no se venderá!.
¿En esto se ha convertido
la autentica Navidad?

El diablo enfurecido
la vista nos ha cegado,
quiere que nos confundamos
y nos ha descafeinado
la auténtica realidad.

Que Dios nació por nosotros
y por nosotros murió,
que Cristo ha resucitado
y nos trajo salvación,
que su muerte no fue en balde,
que ese... es el mejor regalo,
que ha dado a la humanidad,
que lo demás... son pamplinas.

¿Cambiarías una eternidad
por el regalo de un día?
Cristo te dio libertad,
aquí tienes dos opciones...

Elige tu Navidad.

Fernando Martos (Diciembre 1998)
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