El Señor espera que los santos se levanten para hacer la obra del ministerio.


Damos infinitas gracias al Padre por haber enviado a su hijo para redimir y restaurar todas las cosas.
El Hijo en su eterna comunión con el Padre y el Espíritu Santo dice: Heme aquí, envíame a mí.

Es el Padre quien envía.

El hijo muestra al Padre.

Días de Elías

...Dios envía a un hombre en medio de tiempos oscuros...
El varón de Dios está en crisis y persecución, la idolatría y descarriamiento se han manifestado en el pueblo de Dios.

.... Elías tiene el llamado y el tiene el mensaje....

El ministerio de Elías se manifiesta en los tiempos más oscuros de Israel; Acab y Jezabel han corrompido el corazón del pueblo.
El profeta Elías con gran manifestación y poder empieza su misión y se enfrenta a los poderes demoníacos denunciando el pecado y la desviación imperante.

Cuando su ministerio se está cumpliendo, Dios le da a conocer el nombre de aquel que saldría de sus lomos: Eliseo, hijo de Safat:

“A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar”.
1ªReyes 19:16
¡El llamamiento de un rey al mismo tiempo que se unge un profeta!
Dios hace las cosas como quiere.
Dios llama, Dios decide hasta cuando, Dios es Dios.
Ante todos los llamados individualistas, Dios utiliza a hombres para llamar a hombres.
1ªReyes 19:19
En el momento de su llamamiento Eliseo se encontraba trabajando con doce yuntas de bueyes, los comentaristas señalan que eso era señal de una muy buena situación económica. Elías sin titubear lo ve y tira su manto sobre Él (Lo llama a ser su discípulo).

Antes de partir, Eliseo le pide a Elías poder despedirse de sus padres (al parecer no los volvería a ver). Luego toma aquello que hasta entonces le había servido para trabajar y sacrifica unos bueyes y quema su arado y lo reparte al pueblo (para nunca más volver a lo mismo).
¡Qué radical!
Un hombre o mujer es llamado al ministerio (ser discípulo) y al momento sus proyectos y andar diario se acaba y da vuelta a la página para nunca más volver atrás.

Trabajo, familia y todo aquello que nos sostenía humanamente queda en el camino.

“Entonces también dijo a otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que estén en mi casa.
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el Reino de Dios”
Lucas 9:61-62.
El mirar hacia atrás es la antesala para volver atrás; primero miramos (recordamos) y luego nos vamos. En ese momento somos reprobados para la obra del ministerio. O es todo o es nada.
Gloriosamente vemos que el ministerio de Eliseo descansa sobre los lomos de Elías, es en el ministerio de Eliseo donde la casa que tanto se había opuesto a Elías (casa de Acab) es destruida. Eliseo es la continuación de Elías, no es algo diferente. En los recorridos que hicieron juntos, Eliseo se había empapado de la misión de Elías, mas que retóricas bien armadas y lecciones teológicas Eliseo había visto el poder de Dios manifestarse en un hombre con pasiones semejantes a las nuestras. No hay duda, la sucesión en el ministerio y el invitar a que otro se levante para trabajar no es por la fuerza o autoimpuesto, se da en una relación paternal, una relación donde el que va primero hace la obra junto con el que viene y le muestra su vida y su quehacer.
Aquí está la grandeza de los hombres de Dios en este tiempo, alejados de los ministerios de biblioteca incubados en el seno del árbol del conocimiento del bien y de mal.

El preparar a los santos para la obra del ministerio no es sólo sinónimo de lecciones. Es aquel que tiene el llamado al cual consideramos “padre” , no es el jefe o el intocable ni el “ungido”; más bien, es el padre que también lo considera “hijo” a aquel que saldrá de sus lomos. Esto no es fruto de un año o de algunas “clases”, es el resultado de la vida, la vida de Cristo manifestándose en nuestra vida diaria.
Es un trabajo que tiene que hacerse y no ser cambiado por la gran cantidad de actividades que se agolpan sobre nuestras cabezas.
Cuando se acerca la hora de la partida de Elías, Eliseo no lo deja solo, una y otra vez es invitado (probado) a dejar solo a su maestro, pero Eliseo escoge la mejor parte. Después del llamamiento no se vuelve atrás.

Tenemos tantas buenas ideas, pero sin relaciones de “paternidad” con los santos. Así no habrá un liderazgo fiel.

Le llega la hora de partir a Elías y el vínculo ya se había formado.

Eliseo ve a Elías subir en los carros de fuego y exclama: ¡Padre mío!.
Sólo El lo ve subir, sólo a El le es revelado.
Eliseo está listo, capacitado para hacer la obra, Dios utilizó a un hombre para llamarlo y formarlo, pero este hombre se manifestó finalmente como su Padre.

El levantar a los santos para hacer la obra del ministerio debe ser en amor y orando para que Dios manifieste a los padres de los futuros ministros.
¿Cuál es el sello de un apóstol, profeta, pastor y maestro?
Mira sus hijos, mira su recorrido regado con lágrimas como el apóstol Pablo.

Mira su familia, su esposa y sus hijos, mira sus hijos espirituales, ve como han traspasado su llamamiento y espíritu hacia otros. Ve como han abierto su corazón y sus casas para ver la realidad, lejos del púlpito, viendo como viven a Cristo en lo cotidiano.
Sin hijos espirituales, sin relaciones de amor no habrá sucesión.
Como padres espirituales en la fe estamos llamados a compartir nuestra vida con aquellos que vendrán después de nosotros. Los invitamos ser parte de nuestros quebrantos, victorias y derrotas; penas y alegrías, sólo así tendremos un liderazgo fiel.
Días de Pablo
Dios llama a un hombre en un tiempo clave para la Iglesia donde las puertas del evangelio serían abiertas para los gentiles.

Nos asombra la vida del apóstol Pablo. Su llamamiento, sus luchas y sufrimientos, sus victorias y frutos en el evangelio.
Nuestro apóstol llama a muchos para hacer la obra del ministerio, el los llama colaboradores.

Demas:
Uno de los llamados es Demas, descrito como un fiel ayudante de Pablo durante su encarcelamiento en Roma (Colosenses 4:14). Pablo lo llamó colaborador (Filemón 24). Es probable que haya sido ciudadano de Tesalónica, a donde fue cuando abandonó a Pablo (volvió al origen de donde venía):

“Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a tesalónica (Era originario de ese lugar)”. 2ªTimoteo 4:10

No bastó ser colaborador, no bastó ser parte del ministerio del gran apóstol, Demas tomó el arado pero siempre su corazón estuvo en Tesalónica, sólo era cuestión de tiempo. El anciano apóstol está en la cárcel, en el momento que su cuerpo físico está preso en cadenas y ya no hay nadie que esté sobre Demas y el ministerio cada vez se hace más dificultoso. Llega la hora y abandona al anciano apóstol siendo reprobado para la obra del ministerio. Como tantos colaboradores han abandonado nuestras congregaciones. Huérfanos, sin padres, ahogándose en la orfandad.


Timoteo:
Este es el caso contrario. Timoteo es llamado. Nos apasiona como Pablo amorosamente lo invita a levantarse con tanto amor (como un padre a un hijo) para hacer la obra del ministerio, y también lo exhorta para que después el levante a otros.
Lo exhorta y anima para hacer lo que tiene que hacer.
Pablo es un hombre que ha sido enseñado en la escuela de la iglesia como cuerpo de Cristo. Esto es, debe estar ligado siempre a otros santos en esta doble posición: edificar y ser edificado. En el inicio del camino cristiano, Bernabé es el que lo va a buscar a Tarso para llevarlo consigo a Antioquia, es Bernabé quien lo instruye y es con Bernabé y otros tres discípulos con quienes asume la responsabilidad de conducir la iglesia en Antioquia. Y es con Bernabé con quien emprende el primer viaje misionero.
Por todo esto no es de extrañar que luego Pablo, ya en pleno trabajo apostólico tome consigo a Timoteo a quien con toda libertad lo hace su compañero, pero no con la perspectiva de un igual sino con la autoridad que tiene el engendra a otro en Cristo.1ª Tim. 1:2 “Timoteo, verdadero hijo en la fe”
Pablo sabe que el día de su partida se acerca. El sabe que la clave para que la Iglesia continúe su avance es ser capaz de delegar en otros, pues confía en la obra del Señor.
Desde este punto de vista, Pablo delega en Timoteo toda la tremenda responsabilidad de proseguir la labor apostólica. Deja en manos de su “hijo espiritual” lo que para Pablo es el trabajo de mayor importancia y responsabilidad al cual un hombre puede aspirar. ¿Porqué Pablo se atreve a dejar en otras manos esta labor? Porque Pablo sabe que la santidad y celo que opera en él, que la gracia y la revelación que ha recibido es solo en virtud de la poderosa gracia de Dios que por el Espíritu Santo le sido concedida. Y que ese bendito Espíritu Santo es el mismo que también opera poderosamente en Timoteo para hacerlo un hombre de Dios “enteramente preparado para toda buena obra”, quien hará de Timoteo un hombre que haga la labor del Señor con similar eficacia que Pablo.
Los que llaman al pueblo a levantarse para hacer la obra del ministerio deben ser “siervos de Dios”. Primero el siervo, luego su servicio «He aquí, mi siervo... “. Isaías 42:1 “Este es mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento”.
Dios centra la atención en el siervo en quien su alma se agradó. El principio de todo servicio a Dios es el siervo mismo. ¿Qué hace a un siervo de Dios? Nosotros pensamos que un siervo de Dios ha de ser formado a través de entrenamiento académico, enseñanza bíblica, por esta o aquella forma de capacitación; y que cuando tenemos todo eso, cuando hemos terminado el curso y tenemos en nuestra mente todo lo que nos fue impartido, entonces somos siervos del Señor. Pero ésa no es en absoluto la forma en que el Señor lo ve. En primer lugar, el Señor mira al siervo, y demanda poder apuntarlo y declarar: “He aquí, mi siervo”. Sé que hay un sentido correcto en que el instrumento tiene que estar fuera de la vista, pero sólo en un sentido; es decir, que él en sí mismo, su propia impresión personal como un hombre, su propia naturaleza, no ha de ser la huella que quede en las personas; sólo en ese sentido él tiene que estar fuera de la vista.
El Señor requerirá ser capaz de decir: “He aquí, mi siervo», y el siervo hacia quien, él llamará la atención será el siervo que es la impresión de Cristo. Sí, Cristo notado, Cristo presentado, Cristo evidente, en el siervo. Dios está mucho más involucrado en tener a sus siervos dispuestos que en tenerlos provistos con todo tipo de calificaciones y títulos académicos. Es el hombre, es la mujer, con quien Dios está interesado.
El buen nombre y el éxito del evangelio están confiados al predicador, pues o entrega el verdadero mensaje divino, o lo echa a perder. Él es el conducto de oro para el aceite divino. El tubo no sólo debe ser de oro, además tiene que estar limpio para que nada obstruya el libre paso de aceite, y sin agujeros para que nada se pierda.
El hombre hace al “siervo”, Dios tiene que hacer al hombre. El mensajero, si se nos permite la expresión, es más que el mensaje. El predicador es más que el sermón. Como la leche del seno de la madre no es sino la vida de la madre, así todo lo que el obrero dice y hace está saturado por lo que él es. El tesoro está en vasos de barro y el sabor de la vasija impregna el contenido y puede hacerlo desmerecer. El hombre - el hombre entero- está detrás del servicio. Se necesitan veinte años para hacer un sermón, porque se requieren veinte años para hacer un hombre. El verdadero servicio tiene vida. Crece juntamente con el hombre. El sermón es poderoso cuando el hombre es poderoso. El sermón es santo cuando el hombre es santo Si repasamos las cartas a Timoteo, hallarán ese hermoso calificativo del siervo del Señor: “Oh, hombre de Dios “ (1 Tim.6:1l). Así designa Pablo a Timoteo. Y luego, hablando del estudio y conocimiento de las Escrituras, él usa la misma frase de nuevo: “... que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra “ (2 Tim. 3:17). Pero noten el orden: él dice: “que el hombre de Dios sea .enteramente preparado », no que se requiera una preparación completa para hacer a un hombre de Dios; el hombre de Dios ya existe. Ahora, todo el estudio de la Palabra es hacer del hombre de Dios un obrero eficaz. El hombre de Dios viene antes de todo su estudio. Él lo es antes de tener un conocimiento de las Escrituras.

Hemos visto estos dos casos en el antiguo y nuevo testamento, lo que nos lleva a reflexionar que tenemos una gran tarea por delante:

“Levantar a los santos para hacer la obra del ministerio y la edificación del Cuerpo de Cristo en amor”
Abre los ojos
Los tiempos de sucesión se avecinan.
Levántalos como Padre, siervo y en amor
Preguntas:
¿Cuántos reconocen paternidad en ti?
¿A cuantos has guiado a Cristo?
¿Tu ministerio se sustenta en la vida de Iglesia o en mero conocimiento conceptual de las cosas?
¿Quiénes han salidos de tus lomos?

Bibliografía:

Timoteo (El Obrero Cristiano), 2003 Pastor Manuel Muñoz
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Comunidades Cristianas Febrero 2004
http://www.comunidadescristianas.cl

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