Perseverar en oración, clave para los milagros

Cuando a su hijo le diagnosticaron cáncer, Armando pensó que era injusto. Al fin y al cabo eran fieles al Señor, buscaban hacer su voluntad e incluso, el chico –de apenas catorce años—formaba parte del coro de la congregación. “Esto no puede estar ocurriéndole a nuestra familia” se repetía una y otra vez, mientras se pasaba la mano por el rostro y recorría el consultorio médico de un extremo a otro.

--Y definitivamente ¿No hay nada qué hacer?--preguntó con ansiedad.

--Me temo que no, Armando—le dijo el facultativo mientras le daba dos palmadas en el hombro, como señal de solidaridad—.Comprendo tu desesperación, pero es necesario resignarse—prosiguió.

Aquella tarde se tornó insoportable. Estaba desesperado. Fue al templo. ¿Qué más podía hacer? La ciencia no encontraba una salida. Y él, como creyente, no podía darse por vencido. En momentos de crisis como aquél, la clave era perseverar. Dobló sus rodillas y comenzó a orar. Lo hizo con insistencia. Una y otra vez. Incluso, varias ocasiones cada día.

Samuel, --el adolescente—parecía agravarse. El deterioro físico era evidente. Cada día estaba más demacrado. Pero aún así, Armando no dejaba de clamar. Lo hacía con persistencia.

Otros exámenes despertaron inquietud en los especialistas. Ordenaron nuevos diagnósticos. Inexplicablemente la enfermedad experimentaba un retroceso. Poco a poco. ¡Dios estaba respondiendo a las oraciones!

Hoy Samuel está sano. Regresó a la congregación. Es un testimonio vivo del obrar divino en respuesta a las oraciones. ¿La clave? La perseverancia.

No desmaye, persevere

Cuando comenzamos a orar en procura de un milagro, nos ocurren con frecuencia dos cosas. La primera, que esperamos resultados inmediatos. La segunda, que al no apreciar la respuesta inmediata, experimentamos desánimo y abandonamos la oración.

Frente a cualquiera de estas dos actitudes, a un grupo de sus seguidores “... les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar.” (Lucas 18:1).

El texto refiere dos principios de vida que cobran particular importancia hoy. El primero, la necesidad de orar siempre. En todo momento. Varias veces. El segundo principio, no desmayar. Uno y otro, están estrechamente ligados. La Biblia reafirma que la clave está en perseverar.

¿Un ejemplo? Héctor raya los cincuenta años de edad. Participaba en la tradicional “Maratón Río Cali” que convoca anualmente participantes de todos los países. Era por aquél entonces ujier en nuestra congregación.

De él aprendí una enorme lección. Siempre llegaba a la meta entre los primeros cuarenta. Tras dar la vuelta por la pista del Estadio Olímpico “Pascual Guerrero”, agitado y sudoroso, me dijo: “Lo importante es comenzar la carrera y, terminarla. Esos son los verdaderos ganadores. Así no ocupen el primer lugar. Quienes renuncian en mitad de la competencia, se convierten en perdedores”,

Conservo grabadas sus palabras. Ilustran el tema: perseverar las oración significa clamar así las circunstancias parezcan adversas.

La respuesta vendrá

De acuerdo con la parábola, una viuda fue a un juez sin Dios ni ley. Procuraba que le hicieran justicia. Ella iba a su despacho una y otra vez. Lo hizo con perseverancia. Hasta que el magistrado, cansado de la situación, decidió atender su requerimiento.

“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia.” (Lucas 18:6-8 a).

El Señor Jesús resalta un hecho “...que claman a él día y noche...” Esta frase arroja una idea de constancia en procura de alcanzar un propósito, perseverando en oración.

La enseñanza concluye con un interrogante. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿Hallará fe en la tierra?”(v. 8 b).

Y usted ¿Qué disposición tiene?

Es evidente que, quien no persevera, no alcanza. Es un principio que no podemos olvidar.

En las circunstancias por las que atraviesa ¿Cuál es su disposición? Tal vez darse por vencido, o perseverar en oración. O quizá insistir en el clamor, con la certeza de que la respuesta del Señor vendrá.

Una característica del cristiano es la fe. Y fe no es otra cosa que llamar “...las cosas que no son, como si fueran.” (Romanos 4:17 b).

Le instamos para que no renuncie. Siga adelante. No cese de orar. Avance en pasos de fe, por encima de las circunstancias,.

Si desea que le acompañemos a clamar en procura de un milagro que requiere, escríbanos ahora mismo.

Autor: Fernando Alexis Jiménez
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