¡"Al oír esto, Jesús dijo al principal de la sinagoga: "No temas, cree solamente." Marcos 5:36.

Jairo era un hombre rico, poderoso, culto, inteligente y famoso. Tenía aparentemente todo lo que el hombre necesita para ser feliz. Pero vivía atormentado por un problema que se hacía insoluble a medida que el tiempo pasaba. Su hijita estaba condenada a muerte por la ciencia médica de sus días. No había solución humana para su estado. El dinero, el poder y la cultura de nada le servían. Estaban en un callejón sin salida. En aquel tiempo, andaba por Galilea un hombre llamado Jesús. Multitudes lo buscaban. En su presencia los ciegos veían, paralíticos andaban, leprosos eran curados. Todos ellos llegaban a Jesús con la salud quebrantada y los sueños hechos pedazos. Y regresaban a casa en paz y con una nueva dimensión de la vida.

Algo le decía allá en el fondo del corazón de Jairo que su única esperanza estaba en Jesús. Pero él no podía alimentarla. Generalmente los que lo seguían eran ladrones, prostitutas, leprosos y miserables. ¿Cómo él, poderoso, inteligente y culto, podía juntarse al pueblo sencillo y correr detrás de Jesús?

Los días pasaron y la niña entró en estado de coma. Al ver a su hija muriendo, Jairo no resistió más. Buscó a Jesús, cayó a sus pies y le dijo: "Mi hija se está muriendo, ¡ven y pon tus manos sobre ella para que sane y viva!"

¿Te diste cuenta? Jairo no pide ayuda. Jairo no deja el problema en las manos de Jesús, no dice: "Sea hecha tu voluntad", Jairo ordena. Al final de cuentas, los líderes fueron hechos para dar ordenes, para dirigir, para mostrar el camino. Los líderes no se someten, no siguen, no suplican. Pero en la relación con Jesús, las cosas son diferentes: Tú no eres el mayor cuando diriges, tú creces cuando eres dirigido.

Mira a Jairo, de rodillas queriendo dirigir a Jesús. ¿Pueden los hombres arrodillarse y estar, inconscientemente queriendo decirle a Dios como es que las cosas deben ser hechas? Jesús no discutió con Jairo. Fue con él. Pero demoró. Y cuando Jesús demora es porque tiene para nosotros algo más grande. La hija de Jairo murió y ese fue el inicio de la experiencia que realmente marcó la vida de él. Su hija murió, y él renació.

Después de la muerte de la hija, Jairo no dirige mas, es dirigido. No es él quien lleva a Jesús por el brazo. Jairo coloca su mano en el brazo poderoso de Jesús y es llevado por Él. La hija estaba muerta, pero Jesús entró y la hija resucitó, porque Él es la vida.

Que gran día para el líder. De mañana buscó a Jesús, buscando curación. Jesús demoró, pero al anochecer le dio una resurrección.

¿Dirigir o ser dirigido? En el reino de Dios, las cosas son diferentes. Es cuando el grano muere que renace, transformándose en muchos granos; es haciéndose pequeño que se crece; es muriendo que se vive.

Por Edgar (Publicado en el Foro de la Web Cristiana.)