Este escrito es el fruto de los caminos de Dios que mi esposa y yo hemos andado…


Después de ser cristianos por mucho tiempo, tuvimos la Gracia de tener un reencuentro con Jesús, ya no solo como Dios, si no como Señor. Lo que a continuación van a leer es un testimonio de vida, no queremos decir que nuestro trato con el Señor sea igual para con todos, pero si al leerlo encuentra alguna similitud con el suyo, le puede servir de guía, como un mapa.
Por Su misericordia Dios utilizó una dificultad económica para mostrarnos muchas cosas, las que trataré de exponer lo más claro posible.

También es nuestro deseo que sea el Señor quien dé el entendimiento al leer.

Asimismo aclaro que, mi esposa y yo éramos lideres activos dentro de una denominación cristiana, pensábamos que ya sabíamos todo lo necesario para vivir en el Señor, hasta llegar a su presencia.

BENDICION O SOLO PROVISIÓN

Primero aceptemos que, los que nos llamamos cristianos llevamos vidas donde lo que importa son nuestros propósitos, problemas y necesidades; usamos a Dios egoístamente para conseguir solo lo que queremos. Si recurrimos a Él, es porque lo necesitamos, pero lo más delicado es que en varias ocasiones somos los mismos lideres, pastores o invitados internacionales que motivamos a la gente a que Dios sea quien se encargue de darnos todo aquello que anhelamos o nos ayude rápido a salir de nuestras dificultades apremiantes, sin siquiera saber qué opina El de esto o de qué manera va a repercutir en nuestra alma o por qué Dios nos está tratando. Miremos bien ya que podemos estar entrometiéndonos en el obrar sabio de Dios y como le pasó a los amigos de Job, no sirva de nada nuestras conjeturas acerca de la situación; además como no nos tomamos el tiempo para averiguarlo por nosotros mismos, recurrimos a profetas y predicadores “ungidos“ para que nos digan, de una forma milagrosa, qué hacer. No es que no crea en los dones Espirituales para la iglesia (me parecen muy importantes), pero en muchas ocasiones oímos lo que queremos oír; ¿no le parece extraño que muy pocos profetas (diríamos que contados con los dedos de una mano) oren por uno de los asistentes de estas enormes reuniones y aseveren que Dios le dice: “voy a probar tu problema de orgullo durante unos años, prepárate y búscame a solas para que yo te dé instrucciones…”? En cambio sí escuchamos profecías de prosperidad económica y cumplimiento de deseos personales, que muchas veces, no tienen nada que ver con el Reino de Dios.

Démonos cuenta que para encontrarnos con el Señor, nos limitamos a tener momentos esporádicos, buscándolo en vigilias o en reuniones donde el énfasis sea estar en su presencia, porque parece que estando a solas no podemos.

Acudimos a ceremonias, ritos y cultos de una forma religiosa donde el Señor es parte de un orden sistemático, la gente cumple estas normas y con eso cree que ya estuvo con el Señor. Dios desea darnos más de Él, pero por estar concentrados en otros aspectos difícilmente podremos recibir lo que nos quiere dar.

En el camino que nos conducía hacia estas evidencias, Dios nos llevó a hacer un alto, para cambiar en muchos conceptos que hasta ese momento pensábamos estaban bien. Enumerando algunos pero enfocándonos en la parte económica, encontramos que debíamos cambiar totalmente nuestros argumentos hacia lo económico. Independiente que, hasta esa hora, Dios ya nos había enseñado mucho, descubrimos más sobre el asunto, por eso decidí escribir sobre este tema, para que le sirva al pueblo de Dios a reaccionar ya que contradictoriamente sufre mucho en este sentido. A través de la Biblia y nuestras propias vidas nos mostró que hemos sido ignorantes de lo que representa la provisión y la bendición de Dios. En ese momento nos preguntamos: ¿Queremos solo la provisión? ¿Qué lugar ocupaba el dinero en nuestro corazón? En otras palabras ¿qué nos estaba dando la seguridad de provisión, protección, gozo y deleite?.

También el principio del dar, lo habíamos dejado a un lado (2 Corintios 9: 8); entendimos que se trata de dar a los demás sin importar su posición o condición, sino su necesidad; muchas veces lanzamos juicios sobre una persona que nos pide dinero y no le damos nada, como muestra de nuestra supuesta sabiduría o peor, con el presumible deseo de ahorrar. Le negamos a alguien un dinero que lo necesita más que una oración o unas palabras de apoyo (Santiago 2: 15 y 16).

Nos dimos cuenta que pasábamos más tiempo orando para que Dios cumpliera nuestros deseos y los de otros, que buscando conocer al Señor (Mateo 6: 31 - 34). Si dejáramos de pedir por lo material, el tiempo que usamos en nuestras oraciones seria muy corto. No quiero decir que no se ore por ello, sino que con la misma fuerza que lo hacemos, también lo hagamos en la búsqueda de una relación intima con el Señor.

En este proceso descubrimos que en un tiempo récord el Señor empezó a darnos provisión constante, nuestro corazón se llenó de confianza al ver que en la medida que nos desprendíamos de lo material más veíamos su respuesta; estábamos… “aprendiendo a poner al dinero en su lugar”. En nuestras mentes todo se veía distinto, positivo, seguro, hasta que el Señor en su sabiduría quiso probar nuestros corazones, porque sus caminos a veces no son como nosotros pensamos; Él quería saber bien cómo estábamos actuando (lea Isaías 55: 8, 9).

Pasado un tiempo ganamos un dinero, fruto de trabajo, que venía bien para el mes que seguía; pero éste no nos llegó como pensábamos. Nos pagaron la mitad alegando cosas poco comprensibles. Entonces nuestra oración se volcó a buscar una razón. Después de este suceso todo cambió y la provisión de Dios disminuyó, solo teníamos lo del diario, dormíamos sin saber si almorzaríamos al otro día, nuestro corazón desfallecía y sentíamos un desierto.

Ahora entendemos que la prueba fue permitida para mostrarnos que Él si quiere bendecirnos, en el correcto significado de la palabra.

Una tarde de Domingo en un tiempo con el Señor, estaba pidiéndole una explicación sobre ¿por qué habíamos perdido ese dinero que pensábamos era una bendición? Entonces el Señor me llamó la atención en el calificativo de “bendición” que le otorgaba, podría decir que esto no era nada malo, mas Él insistió. Fue cuando la presencia de Dios se manifestó y entendí, que si vemos al dinero como una bendición en sí mismo, le estamos quitando la gloria a Dios como proveedor, pues es Dios el que bendice y no el dinero; esto lo podemos ver cuando alguien adinerado, que no tiene a Jesús como su Señor, rechaza el evangelio de arrepentimiento, alegando que él es bueno y no le hace mal a nadie, además dice estar seguro con los recursos económicos que tiene (Proverbios 11: 28; Marcos 10:24.)

Cuando en la Biblia aparece la palabra BENDICIÓN se refiere a un acto voluntario de Dios, demostrando su soberanía, poder y decisión; al provenir de Dios viene limpio de intención y con todo cumplimiento. La frase “Dios te bendiga” ha perdido valor; en la mayoría de los casos se expresa mecánicamente, como un simple saludo. La bendición implica una actitud libre de todo egoísmo donde el amor reflejado en la primera carta a los Corintios capitulo trece, se hace realidad; la bendición es una extensión de la bondad de Dios a los hombres, donde la persona bendecida por Dios también tiene la oportunidad de bendecir a otro y si impartimos una bendición, estamos obligados, ayudando en todo sentido, a ser parte de esa bendición que acabamos de dar. Una bendición es un camino que Dios provee para formar, integrar, tratar y suplirlo todo, para así lograr que su Hijo Jesucristo sea manifestado a través de la vida del creyente; esto hace parte de las características que trae consigo el nuevo testamento (Romanos 8:29.)

Es por todo esto que comparar al dinero con una bendición de Dios, no es correcto, le estamos dando atributos que no tiene, Su Bendición es un paquete que contiene varios elementos, que va siendo destapado a través de la vida del creyente, (entre esas está el dinero) pero muchos mueren sin destaparlo totalmente; Dios desea que veamos su gloria también aquí en la tierra (Salmos 27: 13 y 14) Puede parecer inútil sólo saber esto, pero es todo lo contrario, es vital para liberarnos del yugo de lo económico; al ubicar el dinero en su lugar, nuestra perspectiva cambia, ya no sufriremos por lo que todo mundo sufre y lucha, es quitarse un peso de encima; por lo tanto debemos decidirnos entre querer la Bendición de Dios o querer solo la provisión económica.

Por eso Dios quiere que observemos las circunstancias desde su perspectiva, Él quiere que advirtamos sus caminos, que no juzguemos cuestionando nuestra situación económica, dejando ver un desconocimiento a cerca de su dimensión espiritual.

Cuando entendimos esto me llamaron de la empresa (que no me quería pagar el resto del dinero) a decirme que pasara por el cheque, esto lo comento como testimonio de la relación directa que con Dios podemos tener. Es el deseo de Dios que comprendamos sus caminos, en medio de nuestro diario vivir.

EL DINERO

En medio de todo lo anterior está el ingrediente más fuerte, más sutil, más astuto… EL DINERO, y una de las trampas más peligrosa que tiene, es la de querer reemplazar a Dios en muchos aspectos. Veamos un poco lo que el dinero representa en el corazón del ser humano y como se ha tergiversado su uso:

- En el mundo todo funciona con dinero, podríamos decir que con éste entras o sales de cualquier parte.

- Los hombres han convertido el dinero, en el dios de este mundo. El hecho de que el dinero sea algo palpable y visualmente gratificante, le da la connotación de dios en el corazón del hombre.

- Quítele a las películas de cine o televisión el tema de hacer lo que sea por obtener dinero, y muchas seguro desaparecerían.

- La verdad es que fue el hombre quien inventó la sociedad de consumo y la necesidad de muchas cosas, sin las cuales vivíamos antes.

- Muchas veces se determina el valor de una persona por sus ingresos sin importar el grado de educación, cultura o destreza.

- El dinero se ha convertido en la tentación más grande para cualquier individuo, esto lo vemos en programas de concurso en la televisión donde la gente muestra lo que es capaz de hacer por la plata.

- Personas aparentemente honorables han caído frente a propuestas, donde se ofrecen muchos billetes, por solo poner una firma.

- Otro aspecto que demuestra la fuerte dependencia hacia el dinero es que cuando falta, la persona cambia para mal, se vuelve malhumorada, se irrita con facilidad, toma decisiones extremas y en el peor de los casos se quita la vida.

- Se dice que solo bastaría que haya dinero para que los problemas de muchas personas se acabaran; esto parcialmente puede ser cierto, pero si así fuera ¿por qué el mayor índice de divorcios, drogadicción, suicidios, tratamientos sicológicos, pleitos y materialismo se ve en la gente adinerada?

- Lo más fuerte es que este lugar y poder que se le ha otorgado al dinero, se ve reflejado en la iglesia que dice ser de Cristo. Vemos como la gente acude por centenares a pedirle a Dios un milagrito para salir de la olla en que se encuentra.

- Al dinero en las diferentes iglesias se le ha dado demasiado valor, al grado de ser sinónimo de prosperidad o de estar siendo bendecidos por Dios, esto ultimo para argumentar que esa es la forma de Dios, para mostrar su aceptación con nuestro estilo de vida.

- Se ha dicho osadamente que la escasez de dinero es un mal testimonio en la vida de los cristianos, que todos debemos tener recursos suficientes para demostrar que Dios si nos puede prosperar y hacer millonarios… ¡Entonces que mal testimonio el de los apóstoles, el de Pablo y el de Jesucristo!…

- No podemos juzgar a nadie con base en sus posesiones o el dinero que tenga.

- Escuchamos a pastores garantizando que si damos un porcentaje especifico durante un tiempo limite, “a la obra de Dios”, Él nos dará el dinero que buscamos; como si hiciéramos negocios con Dios para que nos libre de nuestras deudas, sin tener en cuenta (como ya lo dije) las razones por las cuales estemos en dificultades económicas. Nada más lejano de la realidad de un Dios de amor, que si algo no quiere, es enriquecer a unos pocos sino ser respuesta a todos, para que conozcan, adviertan, sepan, que Dios es bueno. Y que está bien si tiene que usar un problema económico para hacernos reaccionar.

- Encontramos afuera de los templos católicos ventas de imágenes, estampas, cruces, cuadros, etc., que garantizarán prosperidad y protección económica.

- Dios no está en contra del progreso económico, esto lo vemos en Job, que después de la prueba Dios le devolvió el doble de lo que tenia, por lo tanto el problema en él, no era el dinero (Job 42:10). Piense que si la humanidad se hubiera vuelto al Señor desde un comienzo, viviríamos en una sociedad más justa.

- Cómo será de tenaz el caso, que a Jesús lo entregaron por treinta monedas de plata (Mateo 26:14–16.)

- El dinero se ha vuelto un obstáculo para cualquier plan de Dios; para nuestra sorpresa hemos visto caer grandes pastores y lideres, iglesias que se dividen por problemas de dinero.

- Con todo respeto lo digo, pero no tiene gracia hablarle a una congregación de prosperidad donde el que habla se ha enriquecido y difícilmente hace algo por ayudar a sus feligreses en problemas económicos.

- Dios no inventó la pobreza, es el mismo egoísmo del hombre que ha olvidado a aquellos que no tienen la habilidad de producir dinero; además Dios no puede intervenir, no olvidemos que es el hombre el que no desea someterse a Él. Asimismo están los que les gusta vivir como pobres, produciendo lástima a los demás, en este caso no podemos buscar culpables.

- La provisión de Dios no trae esclavitud económica, sino alegría y poder disfrutarla con paz (Proverbio 10: 22; 1 de Timoteo 6:17–19); por eso cuando uno ve cómo el dinero logra cubrir errores, necesidades, angustias y da paz en el corazón del hombre, podemos entender lo que Jesús dijo, sería muy difícil que un rico entre en el reino del Cielo (Mateo 19:23), pues aparentemente no le hace falta Dios.

- Tampoco quiero decir, que vivamos sin este sistema (dinero), no compramos un pan y un litro de leche con un zapato. Ni quiero decir que no se trabaje; pienso que al depender de Dios y no de nuestros empleos o diferentes maneras de adquirir la provisión, trabajaremos mejor, más descansados, con alegría y no como una carga. Nuestros días tomarán otro rumbo, viviremos con mucho más sentido. La experiencia ha demostrado que cuando una persona tiene una estabilidad económica se contenta con esto y no hace nada más para encontrarle otro sentido a la vida, creo que nos estamos perdiendo de una oportunidad enorme de saber que la vida no solo se trata de tener estabilidad económica, que nos falta mucho por descubrir, animémonos a que Dios nos sorprenda.

EL CRISTIANO Y LA PROVISIÓN

Podría exponer muchos puntos más pero sería pertinente que primero evaluemos qué lugar ocupa el dinero en nuestro corazón (Lucas 12:34)

Algo claro es que el dinero lo inventó el hombre, no Dios. En la historia encontramos que las primeras negociaciones se hicieron a través del trueque, pero el dinero pasó luego a ocupar la posición que hasta ahora tiene.

Es importante reflexionar sobre lo siguiente; Dios está más pendiente de nosotros de lo que pensamos, Él es nuestro creador. Por eso el debe a veces utilizar situaciones que nos impulsen a buscarlo a Él, lo que en la mayoría de los casos funciona. Luego de rescatarnos comienza el proceso más complicado, más que el mismo hecho de salvarnos; transformar el corazón del hombre en un lugar adecuado para poder tener un contacto directo con su creación, dándole diariamente bendición y dirección.

Analicemos ahora el obstáculo que en muchas ocasiones es, en el cristiano, la influencia del dinero; cabe explicar primero que el dinero no es lo malo, sino la actitud de nosotros hacía éste. En la Biblia, en la primera carta a Timoteo capitulo 6 versículo 10, habla del amor al dinero como la raíz de todos los males; miremos que dice todos, de allí se desprenden dolores de cabeza, ulceras, decepciones, depresiones, celos, pleitos, disensiones entre familias, amigos y aun entre los que profesan la fe de Cristo. En este pasaje de la carta a Timoteo dice “el amor al dinero”, dando a entender que el dinero pasa a ser problema cuando en nuestro corazón ocupa el primer lugar.

Examine lo siguiente; pregúntese en este momento cuáles son sus deseos, sus propósitos o sus anhelos y descubrirá que la gran mayoría están relacionados con el dinero; como es el dinero la raíz del problema para no conseguir lo que queremos, toda nuestra atención se vuelca en cómo adquirirlo y como es algo en lo que todos estamos de acuerdo, auto justificamos nuestras acciones.

Entonces vemos normal que entremos en una carrera desenfrenada por obtenerlo y… “llegar a ser alguien en la vida”, como dicen los padres a los hijos; por eso encontramos padres que para que sus hijos no sufran aceptan matrimonios desiguales mientras el otro tenga dinero, podemos ver personas que acuden a la iglesia a buscar a Dios como un recurso más, pues ya han probado otros y cuando logran lo que quieren, no se vuelven a ver. Otro argumento que nos demuestra las consecuencias de mal interpretar los asuntos con el dinero, es cuando vemos que uno de los temas predilectos en las iglesias cristianas es la sanidad económica, los locales se llenan y la gente hace lo que le digan con tal de salir de sus problemas económicos.

Si estamos en dificultades económicas, no juzguemos a primera vista, pues si logramos ver en medio de los problemas la mano de Dios, podremos sacar una enseñanza muy valiosa para nuestra vida. Además, entenderlo nos abrirá la puerta a los caminos abundantes del Señor, que nos tiene preparados desde antes de la fundación del mundo; caminos desconocidos y no disfrutados por la mayoría del pueblo de Dios, porque nos hemos concentrado sólo en lo que es palpable y gratificante.

Y si usted lleva días, meses o años en medio de dificultades económicas, es importante analizar primero las circunstancias que están a su alrededor, por ejemplo, es muy visible que hay personas que se les facilita adquirir dinero, son personas organizadas y tienen un alto grado de responsabilidad. Otros tiene un corazón frío y calculador para hacer negocios (casi siempre en los negocios el corazón sensible y compasivo fracasa) Además cierto tipo de negocios no son para todo el mundo; si vemos que alguien esta vendiendo bien flores, no quiere decir que si hacemos lo mismo nos vaya igual, somos muy impulsivos y nos deslumbramos por resultados vistos en otros, sin preguntarnos para qué somos buenos en realidad y sobre todo qué opina Dios de esto. También hay personas que han nacido en familias con recursos económicos suficientes o hay personas que han tenido como meta obtener dinero y no les ha preocupado los medios, esto sin hablar de aquellos que han utilizado toda modalidad de delito o patraña para conseguirl. Debemos convencernos que todo dinero mal adquirido se va así como llegó, también están aquellos que de una forma aparentemente inocente buscan el pan diario, pero muy en el fondo de su corazón está el amor hacia el dinero, todo gira en torno a éste. Y todos aquellos que quieren lograr riquezas con facilidad, derrocharán mucho para poder lograrlo.

Debemos tener en cuenta que si vemos al Señor solo como un medio para salir de nuestras deudas sin tener primero una relación con Él, estamos equivocados; en la Biblia no vemos a nadie que le pidiera al Señor Jesucristo dinero, El no transmitía esta imagen, la persona que trató de referirse al tema recibió una fuerte exhortación de su parte, lea Lucas 12: 13 – 21. Además todo aquel que esté bien económicamente considera que Dios le está enviando un mensaje de bendición, esto no es garantía de que sea así, ya que se puede confundir con otros aspectos naturales ya mencionados; debe entonces analizar a la luz del madero de Cristo si esto es así.

Algo que no hemos visto por el afán de obtener dinero es que adquirimos deudas que pueden desencadenar en graves problemas; no tenemos la suficiente templanza para saber decir no en ciertas situaciones. Seamos muy transparentes en nuestras negociaciones, preferiblemente que todo sea por escrito. No hagamos cuentas alegres con plata que todavía no tengamos. Ni hagamos mal uso del dinero que Dios nos da, seamos buenos administradores de nuestros recursos.

A veces deseamos solucionar nuestros problemas económicos con un golpe de suerte, cosa que difícilmente sucederá, (insisto) el dinero fácil no debe ser nuestra salida. Lo peor es reclamarle a Dios por nuestra condición, sin tener siquiera una relación INTIMA con el Señor. Claro que también se han visto milagros en situaciones desesperadas, pero como en los tiempos de Jesús, de las personas que fueron testigos o beneficiarios de un milagro, pocas fueron las que siguieron con una relación de entrega personal con el Señor.

¿QUE HACER?

Para poder sanarnos debemos tener muy claro que el objetivo de Dios no es que seamos millonarios, puesto que al concentrarnos solo en ese aspecto, vamos a frustrarnos; para Dios hay algo más importante que solamente darnos dinero. Si el objetivo principal en nuestra vida es adquirir dinero debemos comenzar por desistir (lea Proverbios 23:1–5 aunque esto suene muy extraño decirlo en estos tiempos) al cambiar este propósito por el de conocer a ese Dios de amor que desea un contacto intimo en nuestro corazón; vamos a hacer una revolución interior que nos impulsará con fuerza a dejar que sea Él quien nos dé las añadiduras, pero teniendo en cuenta que primero nuestro corazón debe ser sanado; puesto que el dinero que no esclaviza, es algo que llegará como fruto de una vida de confianza, seguridad y paz en Jesús como Señor y Salvador.

Algo más es, que a lo único que la Biblia le da un adjetivo como de señor o amo es a las riquezas; en el evangelio de Lucas 16: 13, dice: “no se le puede servir a dos señores… no se le puede servir a Dios y a las riquezas”. Aquí la traducción explica que la palabra riquezas es sinónimo del griego mammón o ídolo, estamos hablando de algo muy serio, que no lo hemos visto así, puesto que convivimos con él, le servimos, nos pasamos la vida buscándolo, le cumplimos horarios, lo deseamos más que a cualquier ser humano. Hay algunas costumbres que se están enseñando; donde se anima a oler, tocar, disfrutar un billete antes de entregarlo y decir en voz alta, que éste está logrando algo para su dueño. Nuestras vidas se resumen solo a trabajar toda la semana, descansar en las noches y tratar de divertirnos en los fines de semana.

Que ciegos al limitar todo solo en el dinero. Jesús no lo utilizó para nada en su ministerio, muchos dicen creer y deberle a Dios sus fortunas pero quítenselas y todo cambiará.

Dios quiere que vivamos sin deudas, con el dinero conveniente para suplir todas nuestras necesidades, sin zozobra, ni angustias, que ayudemos al necesitado, que seamos generosos y no estemos pegados de lo material.

Entonces haga un análisis de su situación y aterrice en medio de su realidad, no trate de vivir más allá de lo que tiene, comience de nuevo su vida, haga lo más importante que puede hacer en este momento, ríndase a Dios, entréguele totalmente su vida, reconozca sus errores y no se engañe a si mismo; hable primero con los suyos y exponga su condición para que ellos sepan muy bien a que atenerse. En oración ferviente pídale al Señor Jesucristo que le muestre qué hacer primero y obedezca, sepa que esto que le estoy diciendo, no se va a dar en una tarde, puede tardar mucho o poco, eso Dios lo decide; pero comience pronto, deje a un lado sus argumentos, solo Dios lo puede ayudar, nadie más; luego hable con sus acreedores y enfrente su situación con valentía y responsabilidad, recuerde que Dios le ayudará en la medida que usted hable la verdad, que su SI sea si y que su NO sea no.

¿No cree que es hora de hacer un alto y ver cómo están nuestros sentimientos con respecto al dinero? Si usted lo tiene, pídale al Señor que le muestre por qué le permitió que lo tenga, qué debe hacer, qué actitud debe tomar frente a esta realidad. Pregúntese quien fue la última persona a la que ayudó con dinero y cuándo. Sin olvidar que en cualquier momento puede quedarse sin éste. Repito, puede ser que el Señor le haya dado la oportunidad de tener dinero, pero le ha preguntado ¿para qué?

Reflexionemos en esto: cuando entramos a pertenecer a la familia de Dios, se nos da la oportunidad que como a niños se nos deje pensar, decir, hacer, etc. lo que queramos, Dios comienza el proceso de formación, haciendo algunos movimientos en nuestra vida para ver cual es nuestra reacción y así seguir con su plan. Esto demuestra por qué nuestra relación con Dios no puede basarse en costumbres humanamente frías y repetitivas. Dios necesita un contacto diario con nosotros para poder evitar largos caminos como el pueblo de Israel que anduvo cuarenta años en el desierto, cuando pudieron haber sido muchos menos; es así como el Espíritu Santo puede ir advirtiéndonos sobre aquellos asuntos donde estamos ligados o atados con el dinero y a otras cosas más.

Identifiquemos aspectos preguntándonos cómo actuamos con respecto a la escasez de dinero;

- ¿Nos angustiamos?

- ¿Buscamos afanosamente quien nos lo puede prestar?

- ¿Tratamos mal a otros, que en muchas ocasiones nada tienen que ver con nuestro problema?

Pero cuando lo adquirimos;

- ¿Es como si nunca lo hubiésemos tenido, lo gastamos sin control?

- ¿Aparece una sonrisa en nuestro rostro y llega la calma a nuestra alma?

- ¿Nos sentimos seguros y confiados?

Si respondemos afirmativamente por lo menos a tres de estas preguntas, tenemos problemas con el dinero y debemos recurrir sin temor al Señor para que Él nos sane.

Hay algo más, el orgullo, que es como un virus que se ha arraigado en nosotros al punto de frenar toda buena intención del corazón; por el orgullo la vida de una persona se puede destruir, Dios es muy enfático y nos declara que Él desea en nosotros una actitud humilde, pues es a través de ella que podemos ser más sensibles a muchos eventos que no vemos cuando estamos solventes, porque el orgullo sobresale, la autosuficiencia no nos deja recurrir a Dios, (Isaías 57:15; Filipenses 2:3; Salmo 51:16 –17) Jesús dijo: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Esto no quiere decir que seamos bobos, el Espíritu Santo necesita la mansedumbre y la humildad para poder actuar con libertad en nosotros.

Dios quiere que dependamos de Él y no del dinero, en Mateo 6: 19 – 21 dice que donde está nuestro tesoro allí estará nuestro corazón, acaso esto no es otra cosa que, si nuestra confianza está en algo diferente a Dios, el Espíritu lo sepa y por ende El Señor tenga que tratarlo.

Entonces no le echemos la culpa a Dios de nuestra situación, recordemos que su voluntad es agradable y perfecta (Romanos 12:1), aunque se tenga el sabor amargo de las aguas de Mara (Exodo15:23), es por eso que debemos ir a la fuente (Exodo15:25), al árbol que hará que ese sabor pase a ser la dulzura de su compasión y misericordia (Salmo 63:3). Recordemos que el principio de la sabiduría es el temor de Dios; no a Dios (Proverbios 1:7) no es miedo, ese temor viene de Él, como fruto de una relación personal, de dos seres que se aman, en el amor no hay temor (1 Juan 4: 18).

NUESTRO CORAZON

Dios nos da pistas de lo que piensa sobre nuestros anhelos a través de la vida de Salomón. ¿Qué le diríamos a Dios? si se nos aparece y nos dice: “pídanme lo que quieran que yo se los daré” (Lea 2 Crónicas 7:7–10)… ¡No espiritualicemos! Dios lo sabe muy bien; en 2 Crónicas 7:11– 12 nos deja ver, que en nuestro corazón existen muy bien cimentadas las siguientes intenciones:

1. Riquezas y dinero.

2. Bienes y gloria humana.

3. Venganza frente a los que nos han hecho mal.

4. Vivir muchos años (nos preocupa la vejez).

Veamos que Dios promete darle a Salomón hasta lo que no pidió, ¿sabe por qué? Porque su corazón era sano.

La Biblia en Mateo 6: 32 hace alusión al hecho de BUSCAR como los gentiles, entendiendo gentil como aquel que no tiene a Dios como Señor; vemos aquí algo interesante, que si buscamos estas cosas, vamos por el camino incorrecto, ¿por qué? Todo aquello que hacemos para buscar algo que en realidad nos interesa requiere de nuestra atención, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestro anhelo, nuestro afán, nuestro corazón, nuestra mente y nuestra alma; la búsqueda de provisión se vuelve un dios para nosotros.

También es saludable exponer que esto está por encima de todos los argumentos que podamos presentar sobre nuestras necesidades, pues Dios no está tratando de enseñarle al hombre, que desea conocer sus necesidades. Él las sabe muy bien (Mateo 6: 31-32); el trato es para moldear nuestro corazón a ese corazón de carne, sensible, nuevo, muy atento a lo más edificante, a lo que produce más seguridad y fortaleza que todo el dinero del mundo, un corazón que sabe en quien ha creído, quien es su provisión.

Pero parece que no nos percatamos que la Biblia dice; …¡quitará!… nuestro corazón endurecido y nos pondrá un corazón nuevo (Ezequiel 11: 19 y 20), esto pasa a ser cirugía de alto nivel.

LA LENGUA Y LA FE

Otro punto muy importante en este proceso es el lenguaje, porque de la abundancia del corazón habla la boca, si decimos: “lo mal que estamos”, “lo terrible que va a ser el mes que sigue”, “pero quien está contento con esta porquería de carro”, “¿comida le llama a esto?”, “yo me merezco algo mejor”, y muchas frases más; aunque usted no lo crea, nuestra mente comienza a convencerse que todo lo que decimos puede ser verdad y nos autosugestionamos, entonces cuando pasa algo malo aseveramos: “ya ve, yo les dije que eso iba a pasar”… También hay por allí demonios que al escuchar nuestras palabras, pueden ponerse en la tarea de hacer lo que sea para que sigamos pensando así. Recordemos que es un trato del Señor para sanar nuestro corazón, no le demos lugar al enemigo.

Algo más es que el Señor dijo en proverbios que en nuestra boca está la muerte y la vida (Proverbios 18: 21) Santiago nos llama la atención sobre la lengua, los cristianos debemos cambiar nuestro lenguaje, sé que no podemos tapar el sol con un dedo, pero el Señor sabe que nuestras palabras son el termómetro de nuestro corazón, bien dijo alguien que la ira es una infección del corazón, pero la forma como se manifiesta son las palabras.

Además la fe que Dios espera que nos mueva es la que obtenemos estando a diario en su presencia, no de acuerdo con lo que digamos o veamos, si no cuando nos mostramos tal como somos y dejamos todo en su altar, para que Él en su tiempo, sabiduría, poder, justicia y amor, haga lo que quiera y nosotros mientras tanto vivamos confiados, pero una confianza viva y experimental, fruto de nuestro andar con el Señor Jesús.

Asimismo no quiere decir que lo que nos pasó, no vuelva a pasar, pues como dice la carta de Santiago; “la fe sin obras es muerta”, y de nada servirá aseverar la mala situación en que estamos; no podemos esperar que la fe llegue como quien toma un trago o como aquellos que creen que por tener un objeto, una imagen o lo que sea, colgado en el cuello, pegado en sus carros o untado en su cuerpo, puedan obtener fe o bendición para sobrevivir en medio de las circunstancias.

¿Qué haremos? Dispongámonos a hacer un sacrificio vivo, agradable a Dios, dejemos que el bisturí de Jesús erradique de nuestro corazón todo lo que daña nuestra relación con Él; dejemos que su amor llene nuestro ser, para que Dios nos dé la confianza de experimentar:

- Que no importa la situación en que estemos, Él es nuestro proveedor.

- Dormiremos tranquilos sin angustiarnos por el mañana.

- Miraremos la prueba de otros con compasión, los vamos ayudar, no solo con consejos imprácticos o palabras cristianas de cajón.

- Oraremos cuando Dios nos provee dinero y le preguntaremos qué quiere que hagamos con ese dinero.

- Viviremos y podremos hacer la diferencia de lo que debemos comprar o no, sin pensar en el qué dirán.

- En nuestro corazón tendremos humildad suficiente para pedir una ayuda, no un préstamo.

- Humildad para decir que no tenemos dinero sin sentirnos menos.

- Honraremos a Dios dando a los que trabajan en el servicio de Dios de tiempo completo, con corazón alegre, no como una cuota legalista, sino como fruto del amor de Dios en nuestros corazones (1 Timoteo 5: 17 y 18).

- Daremos el verdadero valor al dinero y seremos buenos administradores de la provisión que Dios nos da, dando primeramente a los nuestros y luego a los necesitados (1 Timoteo 5: 8).

- Podremos salir sin contaminarnos con todo lo que se nos ofrece; distinguiremos entre un capricho y lo que en verdad es útil.

- Tendremos el valor suficiente para sonreír en medio de la adversidad.

- Permitiremos que sea la paz del Señor la que nos haga caminar cada día y no la confianza de tener la nevera llena.

- Disfrutaremos una tarde con nuestra familia y quien nos vea pensará como el mundo piensa, “debe ser que se ganaron la lotería”. Esto es a lo que Pablo se refería, escribiéndolo en una cárcel, con grilletes en sus pies, regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡regocijaos!

- El dinero en nuestras manos será diferente, porque no se trata de no darle el valor que tiene, no quiere decir que ahora lo despilfarremos pensando que de esta manera lo despreciamos. Jesús dijo que debemos hacer cálculos en nuestra vida para hacer proyectos; Dios NO quiere que tengamos deudas, Él sabe muy bien que seremos esclavos de aquel a quien le debemos (Proverbios 22:7; Lucas 14:28–30; Romanos 13:7 y 8).

- Imagínese qué haría usted si en este instante pudiera pagar todo lo que debe y tuviera la oportunidad de comenzar de nuevo…; eso que piensa por qué no lo hace ahora, esa es la verdadera fe que proviene del Espíritu Santo.

- Lea 1 Timoteo 6:3– 9, es importante que lo haga.

NUESTRA CONFIANZA

Acéptelo, debemos esperar vivir solo con lo que Dios nos dé día a día, si vivimos de un sueldo Él nos dará la sabiduría para administrar el dinero que nos entra y si no tenemos empleo, con mayor razón debemos entrar en su presencia para que nos diga qué hacer, Dios se encargará de lo más grave y veremos milagros; todo esto preparando el terreno (según la sabiduría de Dios) para darnos, ya no solo lo necesario sino lo suficiente para cubrir todo lo que nos falte, alimento, casa, carro, estudio, servicios médicos, recreación; pero todo esto ya no como la meta en nuestra vida, sino como parte de ella, pues estaremos ocupados en lo más importante que es conocerle. Vea su crisis económica como una gran oportunidad para que el Espíritu forme en usted a Cristo. Por algo Dios dice que si de algo debemos alabarnos, es de conocerlo y entenderlo (Jeremías 9: 23,24).

Podemos ver todo como un desierto, pero si de antemano sabemos que es del Señor el trato, esto nos va a dar libertad, confianza; nuestro espíritu se preparará y podremos decir el Señor es mi ayudador no puedo temer nada. Por eso para que esto se de necesitamos de una relación personal y experimental con el Señor; no podemos esperar que Dios nos comunique sus caminos con un contacto de cada ocho días. Cuando alguien predica paz en medio de la tormenta, estando en la tormenta, ya está predicando victoria. Debemos estar en la presencia de Dios para discernir sus pasos (Filipenses 4: 12, 13). Para que Jesús sea el Señor de nuestra vida debemos morir en nuestra alma para que Cristo resucite en nosotros con victoria. Entremos en los atrios del Señor a recibir paz, consuelo, fortaleza, démosle gracias a Dios por todo, esperemos en el Señor que nos lleve por delicados pastos y nos haga descansar. Disfrutemos de la gracia del Señor, pues Él la da a los de quebrantado y humilde corazón.

Vivamos con la paz que sobrepasa todo entendimiento y no nos apresuremos, porque fiel es el que nos llama el cual también lo hará… Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados… Hebreos 12: 11.

Dios puede hablar por medio de sueños, visiones y palabra; cuantos años de angustia nos podemos evitar si nos disponemos al trato, a veces da temor pero es como el que se lanza en un parapente con todas las medidas de seguridad, a disfrutar del paisaje y ver que podemos llegar más allá. Debemos ser fuertes y demostrar que podremos ser lo suficientemente maduros para recibir las bendiciones de Dios ¿no es estimulante el chance de tener una comunicación con nuestro Creador más personal y directa? (admito que no es fácil aseverar todo lo anterior). Al dejar en manos del Señor nuestra provisión nos da libertad para movernos en medio de este mundo que nos acosa, que nos coloca metas, objetivos y anhelos que aparentemente nos harán felices; que engaño más grande, pues quítele lo que obtuvo y la persona se va al suelo.

Pablo dijo: sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… Mi Dios pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén (Filipenses 4: 12–20).

Piense en esto: Y les dijo: mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos? Y dijo: esto haré, derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.

El anhelo del Señor es, que al no preocuparnos por estas cosas dediquemos más tiempo a conocerle y disfrutar de cada detalle de la vida con liberalidad en el Espíritu y con la garantía de poder decirle a nuestros hermanos que sean pacientes, que abran bien los ojos y reconozcan los caminos de Dios, que reaccionemos como debe ser frente a sus tratos, tratos de un Dios Padre y no un Dios lejano que improvisa; no olvidemos que el costo que pagó por nosotros fue muy alto, para tirar por la borda su plan maravilloso de salvación (Isaías 30:15.) Miremos que en muchas ocasiones son nuestros estilos de vida las que impiden ver la bondad y la bendición de Dios en nosotros; no seamos necios frente a los caminos de Dios, este es el trampolín que nos llevará a conocer y entender a Dios, para ser su expresión aquí en la tierra, pero si primero no somos tratados y pulidos por las manos de nuestro Padre celestial, difícilmente vamos a reconocerlo, como los discípulos en el camino de Emaús.

El Señor nos da a escoger entre dos sistemas, o buscamos solo nuestra provisión o dejamos que Dios sea el que nos bendiga (Mateo 6: 31 al 34). Esto puede parecer obvio, y muchos responderíamos que estamos de acuerdo en que sea Dios, pero no sabemos lo que esto representa. ¿Estaríamos dispuestos a dejar que sea Dios el que nos oriente en qué hacer con el dinero? Y más aun ¿Estamos dispuestos a darle permiso a Dios para que Él haga lo que tenga que hacer para formar en nosotros el carácter de Cristo?

ENTREGUÉMONOS CONFIADOS

Quiero concluir diciendo, que lo que para el hombre es más importante, para Dios es secundario, no porque El no esté interesado en el bienestar de sus hijos, sino porque quiere limpiar de nuestras mentes, lo que hemos dejado que se vaya construyendo a través de los años. Se trata de permitirle a Jesús que exprese la vida de su Padre en nuestro corazón y nosotros al mundo, donde el amor, la obediencia y la relación directa con el Espíritu Santo sean la base de nuestra vida.

Por lo tanto entreguémosle todo a nuestro Señor pero no olvidemos que cuando entregamos algo, quitamos las manos de aquello que entregamos; démosle la oportunidad al Señor de ser nuestra provisión, protección, gozo y deleite, esto a cambio de una consagración total a Dios para que sea Él quien dirija nuestros pasos cada día.

CONCLUSIÓN

Para finalizar doy testimonio de todo lo anterior; puesto que el Señor nos ha llevado a experimentar de una forma real y directa sus caminos, hemos podido corroborar cada aspecto aquí mencionado. El Señor nos ha permitido vivir todos los días bajo su directa dirección y después de haber muerto a nosotros mismos, nos dio la oportunidad de consagrarnos totalmente a su voluntad; Él ha recompensado nuestra entrega, pero queremos aclarar que ahora para nosotros, el Señor lo llena TODO y que no dependemos ya de nuestra condición económica para buscarlo, ni por sus respuestas, sino porque lo amamos, le escuchamos, lo contemplamos y es nuestro anhelo expresarlo a través de nuestras vidas; todo esto porque así lo hace su Hijo Jesucristo en nosotros. Esto lo decimos, no para jactarnos de nada, todo lo contrario, lo declaramos con temor y respeto a un Dios de bondad que en Su misericordia nos permitió arrepentirnos y ya no vivir para nuestros propósitos egoístas, sino para que Él sea quien ordene en nuestros corazones que debemos hacer sobre todo asunto. Ahora, esto no termina aquí, vivimos expectantes de conocer las grandes y maravillosas bendiciones que nos tiene preparadas, hasta que lleguemos a su presencia.

Todo esto puede parecerle un gran misterio para su situación, pero si no se da la oportunidad de conocerlo por usted mismo nunca podrá saber que lo que acaba de leer es cierto.

Haga una pausa en su vida, ore y reflexione; permita que Jesucristo le ministre, le limpie, necesita de Él, no solo para que lo ayude a salir de sus problemas y necesidades, sino para volver a Dios, para que cuando se arrepienta, le permita restaurar el tabernáculo de David en su corazón, y así pueda decir con voz audible y con todo su ser que:

¡Jesús es el Señor! de mi vida.

Testimonio de vida de Fernando Arcos, esposa e hija;

agosto de 2000 a Julio de 2001.

Cali, Colombia

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Fernando Arcos Narváez