Una persona sincera es alguien que se expresa sin disfrazar su pensamiento. Es franca, dice las cosas sin malicia y hasta cae en la ingenuidad. Actúa como ignorando el mal. Es sencilla y hasta da la impresión de ser cándida. La gente la considera limpia y sana; nadie lo puede dudar. En cambio un hipócrita es una persona que actúa con falsedad en los negocios, con las amistades. Simula actitudes en las circunstancias de la vida; es engañosa, desleal, insincera; en general la gente la considera una persona mala.

Cuando la persona sincera compara su sinceridad con las demás personas encuentra que es mejor que muchos; esto es bueno, pero su sinceridad no es suficiente para salvar su alma. En realidad, muchas personas sinceras se van a condenar, por más buenas que aparezcan para todo el mundo.

Hay requisitos espirituales que sinceramente se deben creer y practicar. Uno de ellos es el que Cristo le dijera a uno de los fariseos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, 'y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt. 22:37). Es decir, Dios debe ocupar un lugar especial en tu vida; tu actitud no debe ser la de querer engañar a los demás con conceptos religiosos.

Otra cosa es la de desligarse de todo lo que estorbe para la salvación. Jesús le dijo a un joven rico que le había ido a preguntar sobre la salvación: “Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres; Y tendrás tesoro en el cielo” (Marcos 10:21). Con esta contestación Jesús le probó al joven que no era cierto que tenía mucho interés en las cosas espirituales, como decía que tenía. Dice la Biblia que “se fue triste”. La persona tiene que deshacerse de todas las cosas que ocupen el lugar que a Dios le corresponde. Se puede ser rico en el Señor con su bendición y rico económicamente pero siempre poniendo al Señor como un verdadero Señor de lo que tenemos.

Otra actitud que tienen algunas personas es creer que cierta religión los va a salvar. Otras piensan que por el solo hecho de hacer una caridad; por ir a la iglesia una vez al año, al mes, incluso cada domingo o sábado; leer un libro religioso, ayudar económicamente a un predicador; defender cierta religión, o pelear por cierta denominación es suficiente. Pero no hay que engañarse, la Escritura dice: “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Pr. 16:25).

Así que amar a Dios con todo el corazón; desligarse de las cosas que estorben su fe; caminar en el verdadero camino, es el secreto de la salvación. ¿Quieres vivir una sinceridad hermosa? Acepta a Cristo como tu salvador personal y ese acto será el principio de tu seguridad eterna.

(Publicado en el foro de la Web Cristiana.)

Por Arnoldo Muñoz

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