Lectura: Romanos 1:18-32


Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación. . . . --Efesios 4:29.
A nadie le gusta que lo critiquen. Duele aún más cuando se trata de alguien que habla a nuestras espaldas. En Romanos 1:29,30, Pablo llamó a esas personas «murmuradores» y «detractores». Los mencionó junto a los soberbios, homicidas, inventores de males, aborrecedores de Dios y cosas por el estilo.

Los murmuradores son chismosos que divulgan rumores secretamente, y los detractores son los que hablan con rencor de una persona. Trágicamente, algunos cristianos son culpables de estos pecados. No atropellarían a nadie con el auto, pero los «atropellan» voluntariamente con sus palabras, menospreciando lo que hacen o lo que dicen.

Quienes participan en esos actos destructivos no ven la incoherencia de su conducta ni se han tomado en serio las palabras del apóstol Pablo: «El amor sea sin fingimiento» (Ro. 12:9). O, como lo parafraseó un traductor: «No finjas el amor.»

Necesitamos arrepentirnos de nuestros chismes y sustituirlos con lo que John Stott llama el «chisme santo». Esto es, necesitamos hablar con entusiasmo de la obra transformadora que Cristo está haciendo en las vidas de las personas. Por ejemplo: «¿Has notado que José es una persona completamente diferente desde que entregó su vida a Cristo?» O, «Sí que se ve claramente la obra que el Señor está haciendo en Susana.»

¿Qué tan genuino es tu amor? --JEY

NUESTRAS PALABRAS TIENEN EL PODER DE EDIFICAR O DE DERRIBAR.

Toda rodilla confiese que Jesucristo es el Señor...

De: JORGE CAMPO SALCEDO
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