En tiempos antiguos vemos como Dios hablaba “sólo a sus escogidos”, llamándolos “mi pueblo”, “mi siervo” y rara vez hablaba a alguien que no fuera Israelita -Era un privilegio de pocos-. Solo eran sombras de lo que iba a venir.
Ya en el Nuevo Testamento empieza a alumbrar la luz y Cristo empieza a hablar -a todas las personas- por parábolas, lo que ya indica que la puerta se está comenzando a abrir. En el capítulo 13:10 de Mateo, los discípulos le preguntan sobre el -porque- de las parábolas y en ese momento el Señor hace la diferencia: “a unos les fue dado” y a otros no. A través de la cruz los cielos fueron abiertos y la palabra se hizo manifiesta y se consumó para todos los hombres, no solamente a través de visiones o experiencias carismáticas, sino a través de la locura de la predicación (1ª Cor1:21). Mirando lo anterior, podríamos preguntarnos ¿Qué es la Palabra?; podríamos decir que la palabra es la misma voz de Dios, la cual ha sido expresada en las escrituras (Logos) y por otro lado la que habla a sus siervos a través de las escrituras (Rhema), por lo tanto, cuando alguien se opone la palabra , se opone a Cristo; él que se revela contra Dios va directamente contra la palabra y ésta no puede cumplir su objetivo natural, el cual es hacerse carne y dar vida (FRUTO), cuando una palabra es sólo concepto no cumplirá su fin, esto es “No entender la palabra”.

“Cuando alguno oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.”

Mateos13:19

Es necesario recordar que el problema no es -la semilla-, sino donde se -sembró-, El corazón; En numerosos ejemplos bíblicos vemos la expresión: “Y guardó esto en su corazón”, es decir, apunta tratar de vivir la palabra en la carne. Aquí no se habla de alguien con una experiencia reciente en el Señor, mas bien, se está hablando de alguien que lleva un camino recorrido, “Que ha guardado todas las cosas”, incluso desde la niñez (Mateo 19:20). El acusador arrebata la bendición, no porque sea poderoso, sino que su obra empieza cuando uno cede a intelectualizar el evangelio, lo cual impide que la palabra se haga vida por la fe.

Aunque muchos la han tratado de callar, ocultar, tergiversar; La palabra sigue cambiando la vida de millones de personas, porque la palabra es la forma que Dios ha elegido desde antes de la fundación del mundo para comunicarse con el hombre.

“El cielo y la tierra (creación) pasarán, pero mis palabras no pasarán”

Mateo 21:33.

La palabra cobra su real sentido en el eterno propósito de Dios; es por eso que cuando alguien dice: “Dios me lo dijo”, o “Dios lo ha dicho” y nunca Dios le ha dicho nada está haciendo un grave daño y causando un retroceso al caminar de la Iglesia. “Es terrible volver atrás”.

“Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; Pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción, la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”

Mateos 13 20-21.

Ante la falta de un bosquejo general del propósito de Dios, muchos “propósitos” tienden tomar el lugar del gran propósito eterno de Dios; Para clarificar veamos el siguiente ejemplo:
 
Algunos ejemplos de medios para alcanzar el eterno Propósito de Dios

“Salvación”

“Sanidad”

“Felicidad”

“Santidad”

“Evangelismo”

Propósito Eterno de Dios

Una gran familia de muchos hijos iguales a Cristo (Que todas las cosas sean reunidas en Cristo). Rom. 8- Efesios 1:10. Plan diseñado desde antes de la fundación del mundo, antes que el pecado, incluso, antes de Satanás. Efesios capitulo 1.

Cuando la vida de una congregación se mueve sólo por estos objetivos de Dios, fácilmente se puede caer en el hecho de tener un mensaje distinto cada día. Un día se habla de la sanidad y hay gran gozo; pero luego llegan las enfermedades y se acaba el compromiso, luego se empieza tropezar; pienso que a esta altura todos creemos que Dios sana, salva, santifica, justifica, nos hace felices, pero no es lo único; esto es radicalmente importante porque podemos vivir recibiendo palabra de Dios y nunca asociarla a lo mayor: “El gran propósito eterno de Dios”.

Un ejemplo que grafica muy bien lo anterior es Nehemías:

Es interesante ver que al comienzo de la edificación del muro, el pueblo recibe una palabra y “tiene ánimo para trabajar” Nehemías 4:6 y luego son probados por el enemigo y adoptan la siguiente actitud:

“Los que edificaban el muro, los que acarreaban, y los que cargaban con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.” Nehemías 4:17

Pero ellos no sólo se quedaron ahí, “protegiéndose”, su objetivo principal era levantar el muro, el no hacerlo sería un fracaso.

Nota: “Joven, la santidad no es un fin, si vivimos hablando de santidad y nunca evangelizamos es como estar protegiéndonos con la espada y no edificar el muro”

Esta actitud tiene para nosotros una particular connotación, la cual es Dios guardando a su pueblo, aún en su infidelidad, pues desde esa simiente -unos siglos más tarde- daría a luz al Mesías, el cual encarnaría toda la verdad de Dios y daría paso al cumplimiento pleno de su eterno propósito; El fin joven, no es sólo cuidarse, el fin no es sólo levantar el muro (ocupar posiciones), el fin es el eterno propósito de Dios (Hacer plenamente lo que ÉL quiere).

“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”

Mateo 13:22

Nuevamente es necesario decir que el problema no es la “Palabra”, sino cuanto esta preparado el corazón para recibirla. Cuando nuestro yo no es tratado, es muy difícil (por nuestra propia concupiscencia) el caminar cristiano.
 
Aquí no es la manifestación del pecado en su “típica forma”, sino el pecado es poner o intentar dar la misma connotación a las cosas temporales y espirituales; a Dios y al mundo.

Al poner todo al mismo nivel, estoy -en su sentido más exacto- poniéndome yo, un ser temporal y como resultado, nuestro compromiso supremo con Dios se hace cuestionable. Por otro lado, en círculos cristianos muchas veces se denuncia como pecado las consecuencias, pero casi nunca se llega al fondo. El interior del hombre, ¿Porqué se fuma?, ¿Porqué se toma?, ¿Porqué se fornica?, ¿Porqué se roba?, ¿Porqué se miente?, ¿No son estas las manifestaciones del hombre de pecado?.

En el momento que la palabra deja de ser nuestra guía, esa misma palabra pasa a ser INFRUCTUOSA, y el síntoma para detectar esto no es solamente caer en un vicio, sino, mucho más: EL EGOÍSMO, LA SOBERBIA, LA MENTIRA, EL RENCOR, y si hablamos del medio cristiano: La división de la Iglesia.

El llamado del Señor en este tiempo (y muy en especial a la nueva generación) es despejar nuestro corazón de nuestros intereses propios y que labremos la buena tierra, la preparemos para recibir la semilla bendita. En nuestra tierra crecen los espinos cuando somos descuidados, cuando dejamos alojar heridas en nuestro corazón y muchas veces no sacamos los espinos que han dejado las generaciones anteriores, jóvenes, saquemos los espinos que impiden el crecimiento y manifestación de la palabra, aprovechemos que aún están en su etapa de crecimiento más temprano y no han profundizado sus raíces.

“Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye la palabra, y da fruto, y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”. Mat. 13:23.

No tengamos temor a mirar mas allá,........................

Abril 1999

Alberto Rojas

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