Habría que tomar en serio el abandono del antiguo culto con sus categorías de sacerdote y sacrificio, que hallaron su definitivo cumplimiento en Jesucristo; y de igual modo renunciar decididamente a cualquier distinción cualitativa entre sacerdotes y laicos dentro de una comunidad de hermanos y de libres. Tanto en la teoría como en la práctica sería preciso tomar en serio la provocación de otras afirmaciones de la Escritura: la renuncia a todo título honorífico (Lc. 22, 24-27); el insistente llamamiento (repetido cinco veces sólo en los sinópticos) a que los primeros sean servidores de todos (Mc. 9, 33-35 par); la criteriología paulina sobre la autoridad de cada ministerio: conocimiento de la propia vocación, servicio al bien común, mutua subordinación; además, el deber de configurar los ministerios de dirección en las Iglesias de acuerdo con su función; y, finalmente, el reconocimiento de que -no obstante la importancia, también ecuménica, de la ordenación para los dirigentes en la Iglesia- es ante todo la Iglesia en su conjunto la que, en virtud de la continuidad en la predicación de la fe, posee la sucesión de los apóstoles; que también existe una vía carismática en el ministerio de la dirección eclesial, y que, por consiguiente, la pretensión de ostentar la sucesión de los apóstoles no puede vincularse exclusivamente a la designación por la imposición de manos.

Con todo, la provocación definitiva para "desideologizar" nuestros ministerios se encuentra en el total desinterés de Jesús por fundar una Iglesia institución y por configurar unos ministerios. Lo que se ofrece en el mensaje de Jesús es el reino de Dios y no la Iglesia; lo que a él le interesa es la voluntad de Dios y el bien de los hombres. La Iglesia es la comunidad de fe postpascual y, en cuanto tal, algo únicamente provisorio, un instrumento y, cuando lo consigue, un anticipo de la fraternidad y el perdón a los que está llamado todo el mundo. Los portadores del ministerio eclesial deben ser servidores de "este" servicio en una sociedad que tiene su referencia en Jesús.

(De "Una teología para el nuevo milenio" por Hans Küng)

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