La Ley de Dios para los Asnos.
En el momento en que el Señor Dios le entregó a Moisés los Diez Mandamientos también estableció leyes específicas para que Israel las siguiera, pronunció una extraña ordenanza sobre los asnos:

Ex. 13:13 Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz.

El asno estaba en una diferente categoría a la de todos los animales. Tenía que ser redimido con sangre.

Y ¡Sangre de cordero! Para tener un asno tenías que sacrificar un cordero.

Esta era la específica ley de Dios.

No había ningún otro animal que tuviera que ser así redimido con sangre. Era la ley de Dios.

Núm. 18:17 Mas el primogénito de vaca, el primogénito de oveja y el primogénito de cabra, no redimirás; santificados son; la sangre de ellos rociarás sobre el altar, y quemarás la grosura de ellos, ofrenda encendida en olor grato a Jehová.

Ovejas y cabras se usaban en sacrificios para Dios y, por tanto, se apartaban para Su servicio. Apartado significaba “santo”.

Sólo el asno tenía que ser “redimido”... extraído de algo. Su libertad tenía que asegurarse bajo un precio, ese precio tendido por Dios como sangre, sangre de cordero. Valerte de un asno en Israel, tenía un precio... el precio de otra vida preciosa.

El asno evidencia la peor de las características de la humanidad: obstinación.

“Asno” es resistencia... terquedad de propósito.

Obstinación es cuando una persona no obedece, no escucha, y no lo hará.

Cuando la voluntad se fija en un “no” inapelable, eso es “asno”.

Nacimos tercos. Es lo que somos y esa obstinación sin freno será nuestra caída.

La pérdida de todo... destino, propósito... ¡Dios!

Cristo Jamás un Asno

Jesús se representa como un buey –siervo y cordero- el manso.

Pero nunca se le identifica con la naturaleza del asno.

Bueyes y ovejas son santos. No se requiere redención sanguínea.

Se usaban en sacrificios de sangre, pero el asno, siendo de ningún uso, debe nacer a una inmediata redención por sangre de cordero.

La rebelión proviene de la obstinación y yace bajo el vasto perdón de Cristo.

La sangre del Cordero cubriendo nuestra elemental identidad de pecado – la de un asno.

Somos ovejas. Las ovejas son vulnerables y estúpidas.

Las ovejas evidencian humanidad. Cristo Mismo se hizo oveja como nosotros...

Al igual que la humanidad, las ovejas tan sólo son débiles, pero el asno es nuestra naturaleza de pecado cuya raíz secreta es un corazón obstinado que no cede.

Las ovejas son tontas. Las ovejas son los creyentes.

Las cabras son necias. Las cabras son los incrédulos, pero ambos se usaban para el sacrificio del altar.

Jamás se usó de un asno para una ofrenda.



La Historia de la Familia Asno
Mi padre era un huérfano, criado por una familia francesa que le adoraba. Con el mero fin de que jugara, se le daba su propio asno y carro. Un día él y un amiguito estaban jugando con el asno, intentando que se moviera y tirara del carro. El asno se afianzó en sus traseros y no se le podía obligar a moverse ni un cuarto. Empujaron, rogaron. Le pusieron una zanahoria delante de su nariz.

El asno no se movía.

El asno ganó.

Ah, tuvieron una idea perfecta. Encenderían un fuego debajo de la panza del asno, entonces tendría que moverse. Así que levantaron una pequeña pila de palitos y de paja bajo el asno y prendieron el fuego. Te lo aseguro, el asno se movió. Se movió lo suficiente como para situar el carro sobre el fuego. Los muchachetes observaron sin esperanza a medida que el carro asía el fuego, que se quemó de arriba abajo.

El asno aún estaba quieto.

El asno ganó.

La obstinación gana. Siempre.

Se sale con la suya.

Un espíritu cerril es incurable.

El único remedio es la sangre del cordero.

O la muerte...

Si no hubiera sacrificio de sangre de un cordero, entonces la

ley de Dios requería que el cuello del asno había de ser

roto, y eso significaba... muerte.

Y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz.

El cuello enquilosado siempre habla de obstinación, una actitud de sentar tus cuartos y rehusar moverte un solo milímetro, da igual la presión ejercida.

Salirte con la tuya, aunque te cueste... todo.

Ismael el Asno

El ángel del Señor

(una apariencia de Cristo en el Antiguo Testamento)

dijo a Agar en el desierto en cuanto a su hijo, Ismael

Gén. 16:12 Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante (ante el rostro, o en desafío) de todos sus hermanos habitará.

Este es el cuadro del asno.

Ismael nació esclavo de la mentalidad del burro, heredero de la deliberada insistencia de Abraham de llevar a cabo la promesa de Dios aparte de la voluntad de Dios y sin el poder de Dios.

Aún su persistencia de cumplir para Dios, era de hecho un desafío.

Ese hijo de independencia no podría ser otra cosa más que un salvaje asno y hasta el día de hoy, Ismael aún vive en una insana hostilidad hacia su hermano, Isaac.

Un salvaje asno de hombre, sin ningún sacrificio de sangre de Cordero es un ser peligroso.

Incontrolable.

A un asno salvaje no se le retiene.

Satán envía cadenas de esclavitud, pero Dios envía cuerdas de amor.

Tenemos que ser seres en lazo, pero la gente-Asno no será retenida.

No renunciarán a su “preciosa” independencia, ilusa rebelión de libertad.

Prov. 26:3 El látigo para el caballo, el cabestro para el asno...

Un caballo puede conducirse con un látigo, pero un asno ha de ser embridado.

Un asno sigue su obstinado y egoísta pensar, así pues su cabeza ha de ser enjaezada, ha de ser obligada a girar.



La Nación Hebrea

Israel fue derrotado en el desierto... desde dentro debido a su propia obstinación.

No por los numerosos enemigos que les plantaron batalla.

No, se adentraron hacia los desérticos sepulcros de nunca entrar en la tierra, sencillamente por la naturaleza terca interior a la que se ensillaron.

Israel fue destruido en Canaán -desde dentro- por su propia obstinación que acabó en idolatría.

El juicio de Dios solicitó su captura a manos de Babilonia. El asno será embridado.

Desde dentro o desde fuera.

Israel en el desierto estaba insatisfecho pero Israel en Canaán le desplazó y le sustituyó por ídolos.

El Señor le habló a Moisés acerca de la nación Hebrea:

Ex 32:9 Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.

Toda la nación –excepto dos hombres- perecieron en el desierto, sus cervices

al fin quebradas mas sólo por el sepulcro.

El Señor habló a Jeremías... acerca de Israel:

Jer. 17:23 Pero ellos no oyeron, ni inclinaron su oído, sino endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir corrección.

Israel fue llevado a Babilonia esclavo. Pero su tierra y su santo templo destruidos por el fuego, el juicio de Dios sobre su obstinada y agarrotada naturaleza.

Una naturaleza que no escuchará ni tomará corrección.

Muerte en el desierto... sin haber alcanzada hogar jamás.

Esclavitud en una tierra cruel... perdiendo el hogar que habías obtenido.

Tal es el fruto de la obstinación.

Y al final, esa intratable obstinación te ciega a la presencia del Cordero en tu propio medio, el Cordero cuya sangre es el antiguo remedio para la obstinación...

Abraham Montó un Asno

Al responder a la llamada de Dios, Abraham montó a un asno e hizo viaje al Monte de Moriah, para el más costoso sacrificio... la deliberada ofrenda de un único niño amado.
Muchacho de Promesa.

Abraham oyó este mandato...

en absoluta oposición a la naturaleza de Dios y Su juramento.

Un Mandato Divino, no obstante..

Viaje de tres días sobre el lomo de un asno que fue el proceso de quebrar su voluntad hasta la muerte de sus sueños e incluso de la promesa misma de Dios.

Montando el asno, Abraham embridó esa resuelta naturaleza de humanidad, el poder para dirigir la rienda de la extraña voluntad de Dios.

La obstinación de resistir a Dios, lo convirtió él en un poder de inflexible obediencia.

Abandonó al asno conquistado en la base de la montaña y escaló como un hombre totalmente rendido, libre de toda resistencia, (dada la fe) para subir a “adorar”, alguien que podía dejar la promesa por entero en el seno de Dios, sin oposición alguna a Su voluntad.

Y Abraham obedeció con determinación.

Imponiéndose a su innata obstinación contra Dios, la embridó para servir al Mortífero Propósito del Padre.



José Usó el Asno
José ocultó su copa de plata en el zurrón del asno. ¿Por qué ahí?

Porque sus hermanos eran tercos.

Eran asnos. Su padre, Jacob, llamó a Isacar un asno.

Génesis 49:14 Isacar, asno fuerte que se recuesta entre los apriscos.
Habían resistido a la unción de Dios de José.

Tenían que ser quebrados de su burrez antes de que José pudiera bendecirles con el fruto de su propia rendición.

En el Egipto de la esclavitud, José había sido estampado y quebrado de su inherente resistencia a Dios.

En secreto había obrado para romper su desafío natural para el plan de Dios hasta que pudiera saber con todo su apaleado corazón, Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien.

Esa es la destrucción de la obstinación.

CAMINOS DE ASNO

Saúl y los Caminos de Asno

El rey Saúl es un impactante retrato de obstinación... y su fin.

Saúl no quería la voluntad de Dios.

Quería la aprobación de Dios de su propia voluntad...

y cualquier cosa que Saúl deseara, creía que era la voluntad de Dios.

Esto... es obstinación.

Leyendo: 1 Samuel 13:15

Cuando miles de Filisteos estaban acampados contra Israel, Samuel bajaba desde Gilgal para ofrecer sacrificios al Señor.

Saúl y la muchedumbre atemorizada se juntaron allí en espera. Cuando Samuel no llegaba para el día séptimo, Saúl mismo hizo el sacrificio, aunque no era sacerdote.

Saúl tuvo una explicación que le satisfizo.

Una que justificaba perfectamente su presunción.

¿Cómo podía Samuel –y Dios- no entender su razón?

Vi que el pueblo se me estaba esparciendo, y que tú no venías en los días señalados, y que los Filisteos se estaban agrupando...

Así que me obligué y ofrecí un holocausto.

Una excusa en tres partes, echando la culpa a todo –al pueblo, Samuel y los Filisteos- todo excepto a sí mismo, a quien atribuyó la hazaña de la desobediencia, como un acto noble y de sacrificio personal.

Por no esperar 3 horas más, Saúl perdió su reino.

Según cómo Dios ve los asuntos terrenales, la desobediencia es más mortífera que miles de guerreros Filisteos.

Un Señor Soberano los podía haber encauzado fácilmente con un terremoto (1 Sam. 14:15) pero no se tragaría un hábil pretexto para la violación de Su santo sacerdocio.

Samuel dijo “Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.”

(1 Sam. 13:14)

Ni en Saúl ni en sus caminos había cambio alguno.

La pérdida de su lugar y de su trono no le desgajó de su curso.

Los asnos tienen cráneos muy duros y aunque sean golpeados en la cabeza con un mazo, a duras penas lo sienten.

Samuel trajo sobre Saúl el vetusto orden de Dios, (Deut. 25:17-19)

Por su crueldad para con Israel cuando cruzaban el desierto Dios había pedido la completa destrucción de Amalec, Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.

(1 Sam. 15:3)

Saúl, que creía que sus propias ideas eran mejores que las de Dios, absolvió al rey y a lo mejor de los animales.

Tan agradado estaba Saúl con su forma independiente de manejar a Amalec, que antes de que Samuel llegara, había “levantado un monumento para sí mismo.”

Y en la confianza de un transparente descaro, se atrevió a encontrarse con Samuel de este talante:

¡Bendito eres del Señor! He cumplido el mandato del Señor.

Una vez más acusó al pueblo. De nuevo le dio un giro noble.

Una razón religiosa para una desobediencia directa.

Transformando su personal agenda y oído sordo para beneficio de Dios.

Lo mejor de las ovejas y de las vacas,

para sacrificarlas a Jehová tu Dios.

(1 Sam. 15:15)

El hombre necesitaba aprender modales con Dios y Samuel se los dio:

El obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.

(1 Sam. 15:22)

Rebelión es presumir una acción que Dios no ha originado.

(Servir como sacerdote cuando no lo eres.)

Pero la obstinación es seguir por la rigida senda de tu tenacidad ... incluso después de ser corregido... ¡por DIOS!

Cuando Saúl hurtó el lugar de Samuel, perdió su trono, pero cuando fue más sabio que Dios, perdió a Dios.

(1 Sam. 16:14) El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.

Balaam y el Asno

(Extracto de “Total y Único”)
El hombre que no deja que Dios le gobierne es puesto bajo el asno que sí lo hace.

Dios es tan Dios que no hay persona que le pueda frustrar... nadie le toma el pelo y nadie puede usarle.

Balaam es un nombre que representa codicia... y eso representará a lo largo de las eras de la eternidad.

La vergonzosa corrupción de un llamado puro.

El rey de los Moabitas quería pagar a Balaam para maldecir a un protegido Israel. Y pagaría bien para asegurar esa maldición. Al ser un profeta válido, Balaam preguntó a Dios.

La respuesta fue “no”, clara e inequívoca.

Así que el rey subió el precio. Balaam preguntó de nuevo y la respuesta parecía haber cambiado a “sí”. Cuando pides a Dios una segunda vez, expone que quieres algo más que Su voluntad.

Y a menudo el Señor Soberano te desatará de las cuerdas.

Ahora tendrás que caminarlo.

Anida en tu corazón así que tienes que ver su triste conclusión.

Si no es Su voluntad que sea Su permiso.

No obstante, no yerres:

Su voluntad prevalecerá... contigo o sin ti.

Así pues el asno de Balaam le corrigió.

La lujuria de Balaam de seguir adelante era tal que no se percató de que su orgullo acababa de ser insultado mediante el uso de Dios de el más estúpido y simplón de los animales.

Balaam anhelaba espada para matar al animal que se atrevía a detener su próspera aventura.

Leyendo: Números 22

¡La burrez de Balaam era mayor que la del asno que tenía el sentido común suficiente como para atemorizarse de un Ser Divino con gran espada!

El Ángel del Señor hostigó al asno hasta que no había lugar para escapar y ella tan sólo se desplomó bajo su maestro.

Cuando Dios usa a un asno para hablarte, significa que tú eres menos dócil que él.

Cuando a Balaam se le permitió ver a su Oponente Celestial “que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano, Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro.”

Al fin.

Y el Ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí.

Este “Ángel de Jehová” probablemente fuera una aparición de Cristo.

Nuestro Dios es más fuerte que la más provocadora de nuestras fuerzas, más resuelto que la más obstinada de nuestras voluntades.

Y... al final cualquier disputa Él la ganará.

Un Rey sobre un Asno

Alégrate mucho, hija de Sión;

da voces de júbilo, hija de Jerusalén;

he aquí tu rey vendrá a ti,

justo (sin acepción de persona) y salvador (triunfante y victorioso),

humilde, y cabalgando sobre un asno,

sobre un pollino hijo de asna.

Zacarías 9:9
Su marcha sobre Jerusalén tenía que ver con Su identidad, al fin revelada a todos.

Jesús les había pedido a los discípulos que le dijeran quién creían que Él era.

Primero respondieron con las ideas de la época, Elías, Juan... pero Jesús insistió en su respuesta personal.

¿Quién decís VOSOTROS que soy?

Pedro fue el valiente que habló.

Pedro sabía la identidad de Jesús, no una conjetura, un perfecto desvelar de este Hombre Único - diferente del resto de los hombres- el Padre habiendo revelado Su Hijo al corazón de un hombre común, extasiado de asombro.

“Eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.”

Desde este momento, desde esta revelación Jesús empezó a preparar a Sus discípulos para Su muerte, y se volvió hacia Jerusalén a Su destino final. Había uno que sabía y que lo declaró. Jesús era conocido como Mesías, así que ahora podía morir como Dios.

(Mateo 16:21)

Mediante parábola, mediante milagro,

Jesús transitó Su senda hacia lo inevitable...

Se detuvo a las afueras de Jerusalén allegándose a Betfagé y Betania en el Monte de los Olivos.

Permaneció aquí en el pueblecito de Betania con Lázaro y sus hermanas. Fue entonces que Cristo fue ungido por el costoso perfume de María, justo el día antes de Su Entrada Triunfal en Jerusalén...

Allí envió a dos discípulos a la villa Betfagé.

Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.

Aquí Mateo (21:4,5) menciona la profecía de Zacarías.

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

“Decid a la hija de Sión: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna,

Sobre un pollino, hijo de animal de carga.”

400 años antes del tiempo de Cristo, Zacarías observó la escena. El Rey, Mesías y Salvador, en la mansedumbre desconocida para los reyes humanos, sentado sobre una simple y vulgar bestia de carga.

Este Zacarías vio... y comprendió la humildad que ya insinuaba.

No era espléndido carro del típico conquistador.

No era enjaezado camello con adornos colgantes.

No era semental de encabriolado vigor.

Este rey, este Eterno Monarca, se unió a Sí Mismo al más común de los hombres, a la más humilde de las humanidades.

Su elección del asno hablaba de muchas cosas.

Por la humilde quietud de Su presencia comandante, Jesús domesticó a un pollino salvaje nunca antes montado.

Un pollino sin domar, que no era puro, sino obstinado en su anarquía originaria.

No era poca proeza.

De hecho, un milagro, oscuro pero cargado de significado.

Los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y Él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.

Mateo 21:7,8

Los tres años de Sus impactantes palabras y hechos habían traído una fama que convencía a la multitud de que Él era... un Rey.

Como REY entró Jesús en Jerusalén.

Y la bienvenida que recibió era la de un Rey Conquistador.

Los ropajes, las cubiertas de nuestra vergüenza ante Dios, el ocultar de nuestra estrechez. No eran éstas necesarias en la presencia de un Rey Humilde.

Hombre y Dios en uno.

Así que la humanidad se despojó de sus fachadas, llevadas puestas desde los días de la desgracia del Edén y las arrojó a los pies del Rey que acogían.

Siquiera las ramas de la naturaleza se inclinaban ante Él, hacían una alfombra en Su honor.

La humanidad inclinada en reverencia, el asno inclinado en reverencia, la naturaleza inclinada en reverencia.

El Rey de Gloria estaba desfilando, ¡entrando!

Montó sobre una alfombra de homenaje de rey, tendida por multitudes de súbditos dispuestos, borrachos con la excitación del reconocer de sus almas del Rey-Salvador.

Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna (oh, sé propicio, sé en gracia favorable) al Hijo de David (el Mesías)! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna (Oh, sé a nuestro favor) en las alturas!

(Mateo 21:9)

Muchedumbres de gentes le acogieron como Rey, lo conocieron como Mesías, prometido y esperado, llegando aquí por el hijo de un asno justo como Zacarías había visionado y como Él había dejado escrito en textos con los que estaban familiarizados...

Al fin Jesús dejó salir Su identidad. Su esconderse se había acabado. Sus ruegos por el secretismo llegaban a un fin. Su declaración pública había sido hecha y el pueblo como una ciudad al completo, entendió que Él era Mesías y Rey.

Le trataron como tal con una alfombra real de su propio hacer en actitud de sacrificio.

Clamaron a gran voz ensalzando Su ovación y “toda la ciudad se conmovió.”

El Rey Dios Todos los Reyes estaba marchando hacia la ciudad de Su martirio.

Y puesto que el pueblo le reconocía su Realeza, le ofreció homenaje, honor y aclamados vítores, tres días después, horriblemente y sin excusa...

Bestia de Carga

El asno, vetusta bestia de carga.

Vulgar animal de bultos, a cuestas con las mercancías del hombre.

Asnos nos hemos hecho a nosotros mismos, soportando cargamentos de pesado pecado, nuestra propia carga añadida a las pilas dispuestas sobre nosotros por aquellos que no llevan la suya.

Asno-obstinación, llegamos a defender aún la carga para enmendar la carga.

Cargados de pecado, pagaremos por el pecado y así mismo soportaremos el daño.

Pecado de arrogancia propia añadida al pecado de la ruina propia.

Costales de doble saca. Pesadas por ambos lados.

Los asnos se las apañan. Pueden sobrevivir en cualquier desierto.

Creemos que somos asnos, resistentes, fuertes, independientes.

Admiramos nuestra burrez y la llamamos fuerza.

Pero nuestro creador quien nos soñó, nos llama ovejas.

Los débiles son ovejas, sin fuerza para soportar tensiones y pesos.

Las ovejas tan sólo se hundirán bajo las cargas.

No se las pueden embridar para tirar, no pueden soportar un cargamento de mercancías, ni una silla de montar para el hombre.

¿Quieres ser libre de dobles cargas? ¿Pecado y Esfuerzo?

Entonces sé oveja. Eres oveja.

Sé lo que eres.

Incapaz de llevarte a ti mismo ni a nadie más.

Somos una idea de la Imaginación Divina y Él quien nos hizo oveja, nos hizo débiles... para necesitarle.

Él, el Brillante Conquistador, domó al asno salvaje de nuestra independencia y Él Mismo suplantó la carga a nuestro lomo.

Se rebajó a Sí Mismo al nivel de nuestra humanidad abjecta, una humildad, una humillación, que no podemos imaginar.

Nuestro orgullo primario sencillamente no puede comprender la misericordiosa condescendencia del Dios de Todo... Él, que pertenece a lo Alto, se encorva a lo profundamente Bajo para dejarnos ser el vehículo de Su Vida Sagrada, el transportista de Su Propio Ser.

La burrez de nuestra rebuzna rebelión ha sido domada por el Amor.

Y somos libres de ser ovejas-exentas-de-cargas cuyo cargamento se extiende en Aquel que los llevó al Madero.

Ambas cargas, la del pecado y la del esfuerzo.

Y en el gozo de una Vida Triunfante, le llevamos a Él como rebeldes conquistados, gozosamente sobrellevando Su yugo fácil de una carga ligera a todo un mundo de asnos.

Y CIERTAMENTE nos regocijamos como Hijas de Sión, Nuestro Rey ha llegado, humilde montado sobre un asno, el hijo de una bestia de carga.

Soy un asno... ¿lo entiendes?

¡¡Yo soy el asno!! conquistado, domado, obediente... transformado en ese otro tipo de ser, la oveja que soy.

¡Parte de la Triunfante Procesión del Rey de Reyes!

Le llevo a Él -mas sólo a Él- no al pecado, no al esfuerzo.

Le llevo a este Asno Mundo, conociéndole como Rey y Conquistador.

MI Rey y MI Conquistador.

Más tarde montará Él sobre el Llameante semental blanco de Terrible Poder y entonces le veréis.

Por ahora Su única vasija de entrada es por medio de un asno hecho oveja.

¿Te ha mandado llamar para que seas desatado y así pueda Él cabalgar sobre ti en el mundo?

¿Ha domado Él tu salvaje obstinación?

Puedes pertenecer a otros mas basta escuchar:

“El Señor tiene de ti necesidad.”

Copyright 2000 Martha Blaney Kilpatrick
http://www.Shulamite.com

***

Traducido por Círculo Santo
2001
Madrid, España

Todas las citas extraídas de Reina Valera 1960
http://www.iglesia.net