Consuelo - Ayuda

¿Qué nos dice nuestro Dios de Misericordia a nosotros, que constantemente sentimos temor?
Una de las necesidades fundamentales del hombre como individuo y que nos permite una sana convivencia con los demás al tenerla cubierta, es el hecho de sentirnos valorizados.
Uno de los encuentros cara a cara con las fuerzas del mal, la tuve en una vigilia de jóvenes realizada en una iglesia presbiteriana, al norte de Buenaventura. Ocurrió sobre las cuatro de la madrugada. Una joven que había hecho pacto con el diablo, hizo evidente la presencia satánica en su vida, cuando comenzamos a orar.
A Jairo González lo conozco desde cuando iniciamos el grupo de evangelización de la Alianza Cristiana y Misionera de Las Américas, en Santiago de Cali. Para ese entonces le decían “Speedy González”, epíteto con el que aludían, de un lado a su apellido, y de otro, a la velocidad al desplazarse, aunque obviamente no era así. Por el contrario, caminaba…
Tardó veinte años en reconocer su error. Lo hizo el día que le notificaron sobre la retención de su hijo. Chocó una moto contra el amplio ventanal de una cafetería. Tres personas resultaron heridas. El muchacho quedó bastante golpeado. Iba embriagado. La noche apenas caía sobre la ciudad. En su aturdimiento, no sabía qué había pasado.
El que no pudiera recorrer muchas calles de ciudad de Panamá le mortificó tanto que un día cualquiera, sumido en la soledad de su cuarto, pensó en quitarse la vida, pero el llanto de un niño—dos cuartos más allá del lugar en el que rentaba habitación--, le hizo reflexionar que la vida tenía sentido y que valía la pena vivirla,…
La intensidad de sus gritos apenas si pudo ser apagada por el creciente rumor de la multitud que seguía al Señor Jesús aquel caluroso atardecer en Jericó, mientras atravesaba la ciudad.
Los gritos de quienes iban a ser ejecutados en el gueto de Varsovia, no pudieron ahogar sus esperanzas de vida ni el optimismo que les despertaba cada nuevo día, que traía consigo la ilusión de que pronto terminaría la pesadilla.